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mama'

Las pelucas de mamá


1 1 JENNY FRAILE

Revisión y realización:
e Departamento Editorial de Colegial Bolivariana, C.A.

Fotolito electrónico, montaje y encuadernación: Jenny Fraile


Litho-Ti p, C.A.

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Derechos reservados conforme a la ley
e COLEGIAL BOLIVARIANA, C.A.
Rif: J-00007102-0
Avenida Diego Cisneros (Principal de Los Ruices)
Las pelucas
Edificio CO-BO, Caracas, 1071-A

Primera edición: 2015 • de mamá


Impreso en Venezuela
Printed in Venezuela Ilustraciones de
Litho-Tip, C.A. Fernando Pinilla
Rif: J-00046273-9

Las ilustraciones, la presentación y la diagramación


de esta obra pertenecen a la Editorial.
Queda terminantemente prohibida la reproducción,
total o parcial, del texto o de las ilustraciones
sin el permiso escrito de la Editorial.

Depósito legal: Lf35620158001177


ISBN: 978-980-262-866-7
Código: 1419074
4-U-P15
Abril, 2015

Ediciones C0-80
Para !liana Millán
y Heidy Montenegro t
Enrique y Alejandro son unos
morochos singulares. Desde que
estaban en el vientre de su mami
aprendieron a compartir el espacio,
pero por sobre todas las cosas
aprendieron a compartir el corazón
de mamá entre cada uno.de ellos.
s Enrique, el mayor, con esa Al uno le gusta el fútbol y al otro el 9

madurez y sensatez que dan los dos ajedrez, al uno el merengue y al otro el
minutos de diferencia que lo separan rock, pero eso no es problema porque
de Alejandro, siempre quiere tener desde el vientre de mamá aprendieron
la razón y mandar en todo; claro, a compartir hasta lo que no les gusta.

él es el mayor, y al hermano mayor


se le respeta.

Alejandro es soñador; tiene unos


ojos que hablan y se ríen aunque tenga
el corazón apurruñado o enfadado; es
que tiene el mismo lunar que su mami,
cerquita de los labios, y al igual que en
ella, parece que de él se sostuviera la
sonnsa.
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Hace unos días mami les dio una
noticia que nubló hasta la sonrisa de
los ojos de Alejandro. A mami le
habían diagnosticado cáncer de mama
con metástasis en los ganglios. Pero
Enrique, con esa madurez que dan los
dos minutos de diferencia con
Alejandro, tomó de nuevo el mando,
ordenó a todos no llorar porque
mamá va a estar muy bien; además, si
él lo decía, ¿quién iba a desobedecer?;
así que, con la fuerza de ese mandato,
hasta la mamá se enderezó y hacia
delante continuó.
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Ninguno de los dos sabía a ciencia
cierta qué era eso que tenía mamá; lo
habían leído en una que otra valla,
pero, por la cara de mamá, sabían que
bueno, bueno no era. El cáncer de
mama lo asociaban solo a lazos
rosados y cosas de niñas, aunque
fuesen niñas grandes como mamá.

Un día llegó mamá con otra


noticia: le habían dicho que el
tratamiento que le pondrían haría
que se le cayera el cabello. Enrique
suspiró y Alejandro exclamó:
"Lo extrañaremos, pero crece, mami;
si no, mírame a mí, a cada rato me ·
llevas a cortarlo".
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"Cierto, mami -dijo Enrique-, de ala ancha y otros que eclipsaban al
¿y si te lo cortas?, digo, para ir sol. Jugaron al detective con un
acostumbrándonos a que no esté". sombrero a lo Sherlock Holmes.
Boinas, cristinas y sombreros de flor.
Aunque a Enrique le gustaba el
chocolate y a Alejandro el mantecado,
el uno se moría por las uvas y el otro
por el mango, en lo que siempre
coincidían era en que mamá tenía el
cabello más lindo que las modelos de
televisión.

Esa semana no fueron ni al fútbol


ni al ajedrez. Una tarde fueron a ver
sombreros. ¡Cómo se divirtieron ellos
y su mamá! Se probaron como mil
quinientos sesenta sombreros. Unos
de lana, otros de cartón, unos
unicolores y otros multicolores. Unos
Otro día fueron con mamá a ver
bandanas, turbantes y pañuelos ...
Ja-ja-ja, Aladdín, o Aladino, llegó con
sus 40 ladrones; jugaron a los piratas y
hasta hicieron un poco de surf.
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Pero aunque la pasaban muy bien,
a mamá nada la convencía. El último
día fueron a una tienda de pelucas.
Ellos se sentaron a mirar cómo mamá
se probaba unos ochocientos
modelos. De cabello liso, rizado y
ondulado. Unas a la cintura y otras
de cabello pegado al cuero. Colores
variados como para confundir. Negro
azabache, marrón café, rubio sol y
castaño avellana. Unas con toques
dorados, plateados o anaranjados.
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A Enrique le gustó una que tenía
reflejos dorados y a Alejandro otra con
detalles morados. Y justo en la peluca
323, una señora con pañuelo bordado
dijo que la mejor peluca aún no se la
habían mostrado y que un secreto daría
para acompañar el tratamiento
indicado.

La señora que se parecía a una


abuelita de cuentos con su pañuelo
bordado le recomendó a mamá tomar
mucha guanábana para combatir eso ...
y potenciar el tratamiento inyectado,
pero a mamá, tratando de mantener
la sonrisa en su puesto, le quedó como
una mueca de gato enfadado. La abuela
sonrió y le dijo que mejor viera la peluca
que había mencionado.

JI
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22 Su nieta, que la quería tanto, su Camino hacia la casa partieron 23

melena había donado. La peluca que la princesa y sus dos sapos.


le mostró tenía al sol colgado, con El tiempo pasó muy de prisa:
una onda muy suave de algodón cabello, cejas y vellos abandonaron
aterciopelado. el cuerpo de mamá como un otoño en
Al oído les dijo la abuela un el campo que a los árboles ha
secreto, no muy bien guardado: deshojado. A veces dormía mucho,
que el cáncer se cura si a tiempo otras tenía como resfriado. Enrique y
es detectado. Alejandro, siempre que podían, estaban
a su lado y aprendieron a hacer algunos
Salimos felices los tres, con
platos recomendados.
la abuela en el recuerdo guardada.
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Mamá detestaba la guanábana; le
parecía tan maluca como cuando a los
niños les dicen que se tienen que salir de
la piscina o dejar de jugar de inmediato.
Pero, si era buena para ayudar con lo
que mamá tenía, algo tenían que hacer
de inmediato.

A las abuelas consultaron y todos


colaboraron para hacer que mamá
probara aquella fruta que la señora
había indicado. Así que Alejandro se
fue a casa de su abuela materna y ella le
dio la receta del carato de guanábana y
Enrique se fue a casa de su abuela
paterna y le dio la receta del manjar de
guanábana.
26 Cada uno hizo la preparación con
cada abuela y, chachán, en la noche le
llegaron a mamá con tremenda
sorpresa. Una jarra llenita de carato de
guanábana y una hermosa bandeja con
el manjar.

Mamá sirvió la mesa, colocó el


mantel de las fiestas y velas, y se sentaron
los tres. !vfamá tomó un sorbo del carato
y sintió besos, caricias y miradas de
turrón, de esas que solo Alejandro daba;
luego, una cucharada grande y rebosada
de manjar, que en su boca se derritió
como si fuese hecho de algodón de
azúcar, y cosquillitas bajaron de su boca
al corazón, sí, al corazón, porque el
estómago nada sintió.
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Se me olvidaba contar que en la
sala de reparto de aquel coctel sanador,
como los sapos lo habían llamado,
vieron a muchas personas luchar con
este mal tan extraño, que afecta a niños
y ancianos, sin tenerles reparo.

A mamá poco después la


operaron: sacaron de su pecho
izquierdo el tumor ya casi apagado.
Irradiaron su zona después con rayos
que su seno quemaron; lo mismo que
una berejena se veía por el costado.

Alejandro y Enrique contaban,


en un calendario, cada día que
pasaba para ir celebrando. Un año
entero pasó de médicos visitando;
.r--; ya la costumbre está lista y en casa ya se
ha instalado; cada tres meses se van, la
princesa junto a sus sapos, a casa de su
doctor para ver que todo esté sano.

Desde ese día hasta hoy, con el


amor y apoyo que brindaron dos sapos
a su princesa, vieron que el cáncer se
había superado. Ah ... ¿y las pelucas de
mamá?, solo en carnaval se usarán.
...Hace unos días mami les dio una
noticia que nubló la sonrisa de los dos
hernamos; Alejandro y Javier. Le
habían diagnosticado cáncer de mama
con metástasis en los ganglios ...

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