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JOSÉ ANTONIO PAGÓLA

NUNCA
ES TARDE
ESCUCHANDO A SAN MATEO
CICLO A

PUBLICACIONES • A ^ f t U ARGITARAPENAK
SAN SEBASTIAN - DONOSTIA
PRESENTACIÓN

Son bastantes las personas que ya no aciertan a creer en Dios. N o es


que lo rechacen. Es que n o saben qué camino seguir para encontrarse
con El.
Y, sin embargo, Dios no está lejos. Oculto en el interior mismo de
la vida, Dios sigue nuestros pasos, muchas veces errados o desespera-
dos, con amor respetuoso y discreto. ¿ C ó m o encontrarnos con El?
El teólogo catalán J. M. Rovira nos ha recordado recientemente
que Dios se acerca a nosotros «buscando la rendija que el hombre
mantiene abierta a lo verdadero, a lo bueno, a lo bello, a lo humano».
Son esos resquicios humanos de nuestra vida los que hemos de atender
idatz Editorial Diocesana. Elizbarrutiko Argitaldaria
© Urdaneta, 10. Apartado 579 Postakaxa para abrir caminos a Dios.
Tel. (943) 46 53 26. Fax (943) 47 03 63 Para algunos la vida se ha convertido en un laberinto. O c u p a d o s
20006 DONOSTIA - SAN SEBASTIAN
en md cosas, se mueven y agitan sin cesar, pero no saben de d ó n d e
Depósito Legal: NA. 49-1993 vienen, a d ó n d e van o para qué viven. Se p u e d e abrir en ellos una
ISBN: 84-85713-96-6 rendija hacia Dios si saben detenerse para encontrarse con lo mejor
de sí mismos.

Fotocomposición: Cometip, S.L.


Impresión: Gráficas Lizarra, S.L. JOSL ANTONIO PAGÓLA 7
H a y quienes viven una vida descafeinada, frivola e intrascendente 1 Adviento
donde lo único importante es estar entretenido. Dios sólo puede ser
vislumbrado cuando el ser humano empieza a intuir el misterio que
late en el fondo de la vida.
O t r o s viven sumergidos en «la espuma de las apariencias». Sólo se
preocupan de su imagen, de lo aparente y externo. Se encontrarán más
cerca de Dios si buscan con sencillez la verdad de sus vidas.
H a y quienes viven fragmentados en mil trozos por el ruido, la
retórica, las ambiciones o la prisa. Darán pasos hacia Dios si se esfuer-
zan por encontrar un hilo conductor que humanice sus vidas.
Este pequeño libro recoge, en su mayor parte, artículos que he ido
publicando en El Diario Vasco de San Sebastián. D o m i n g o tras domin- NUNCA ES TARDE
go, he buscado siempre lo mismo en mis comentarios. Mostrar esas
«rendijas» que el hombre de hoy mantiene abiertas a lo verdadero, lo
bueno, lo bello y humano, y que pueden llevarlo al encuentro con su Estad en vela...
Dios. Mt 24,37-44
A lo largo de estos años, he conocido personas que han ido pasan-
do de esa vaga creencia del «algo tiene que haber» a una actitud de
invocación confiada a Dios desde el fondo de su corazón. C o n o z c o a Desde que S. Freud formuló la hipótesis de que toda una sociedad
otros que desean creer en El, pero no saben cómo. Quisieran invocar- en su conjunto puede estar enferma, no han sido pocos los que han
lo, pero ya no brota nada de su interior. analizado sus posibles neurosis y enfermedades.

Nunca es tarde para reavivar la fe. Estas modestas reflexiones Recientemente se viene hablando en la sociedad occidental de una
quieren ser un estímulo para aquellos que buscan al Dios de Jesucristo. «patología de la abundancia» cuyos síntomas son diversos. U n cierto
Si alguien, al leer este libro, se encuentra con la Buena Noticia de Dios tipo de bienestar fácil puede llegar a atrofiar el crecimiento sano de la
y se siente invitado a pasar de una actitud defensiva ante El a una persona, aletargando su espíritu y adormeciendo su vitalidad.
postura de acogida, del miedo al amor, de la autocondena a la invoca-
Pero, tal vez, uno de sus efectos más graves y generalizados es la
ción humilde de su perdón, estas páginas habrán cumplido el objetivo
frivolidad. La ligereza en el planteamiento de los problemas más serios
para el que nacieron.
de la vida. La superficialidad que lo invade casi todo. Este cultivo de lo
San Sebastián, 1 de noviembre de 1992 frivolo se traduce, a menudo, en incoherencias fácilmente detectables
Fiesta de Todos Los Santos entre nosotros.

Se descuida la educación ética en la enseñanza o se eliminan los


fundamentos de la vida moral, y luego nos extrañamos por la corrup-
ción de la vida pública.

8 NUNCA l'STARDl- JOSI- ANTONIO PAGÓLA 9


Se incita a la ganancia del dinero fácil, se promueven los juegos de 2 Adviento
azar, y luego nos lamentamos de que se produzcan fraudes y negocios
sucios.
Se educa a los hijos en la insolidaridad y la búsqueda egoísta de su
propio interés, y más tarde sorprende que se desentiendan de sus
padres ancianos.
Protestamos del número alarmante de violaciones y agresiones
sexuales de t o d o tipo, pero se sigue fomentando el desenfreno sexual
de muchas maneras.
Cada uno se dedica a lo suyo, ignorando a quien no le sirva para su
interés o placer inmediato, y luego nos extrañamos de sentirnos terri-
blemente solos.
REPRIMIDOS RELIGIOSAMENTE
Se exalta el amor libre y se trivializan las relaciones extramatrimo-
niales, y al mismo tiempo nos irritamos ante el sufrimiento inevitable
de los fracasos y rupturas de los matrimonios. Preparad el camino del Señor

N o s alarmamos ante esa plaga moderna de la depresión y el «es- Mt 3,1-12


trés», pero seguimos fomentando un estilo de vida agitado, superficial
y vacío.
H a n pasado ya bastantes años desde que S. Freud afirmara de
De la frivolidad sólo es posible liberarse despertando de la incons-
manera casi dogmática que «la religión es la neurosis obsesiva común al
ciencia, reaccionando con vigor y aprendiendo a vivir de manera más
género humano». La investigación actual no confirma hoy esta visión
lúcida.
freudiana del hecho religioso.
Este es precisamente el grito del evangelio, al comenzar un nuevo
El profesor V. Frankl, reconocido mundialmente como el fundador
año litúrgico: «Despertad. Sacudios el sueño. Sed lúcidos». N u n c a es
de la tercera escuela vienesa de psicoterapia (logoterapia), llega a decir,
tarde para escuchar la llamada de Jesús a «vivir vigilantes», despertan-
por el contrario, que la religiosidad reprimida de manera indebida es
do de tanta frivolidad y asumiendo la vida de manera más responsable.
patógena y se está convirtiendo en fuente de neurosis del hombre
contemporáneo.
En su obra, «La presencia ignorada de Dios. Psicoterapia y reli-
gión» (Ed. Herder, 1988), V. Frankl habla de un Dios presente en la
profundidad inconsciente de muchos hombres y mujeres de hoy. U n
«Dios inconsciente» que está latente en lo profundo de muchas perso-
nas, aunque la relación con él haya quedado reprimida.
Los factores que producen esta represión pueden ser múltiples y,
con frecuencia, actúan de manera simultánea en una misma persona.

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A veces, es el imperio absoluto y despótico de la razón científica 3 Adviento
mal entendida el que ahoga la inquietud religiosa que brota del corazón
humano.
Otras veces, la persona se instala en una vida pragmática y superfi-
cial que le impide llegar con un poco de hondura al fondo de su ser.
Sólo interesa la satisfacción inmediata y el placer a cualquier precio. Ya
no queda sitio para Dios.
C o n frecuencia, el vacío dejado p o r Dios viene a ser ocupado por
«los dioses de paisano» de la era moderna: el dinero, el sexo, el
prestigio social.
Pero la religiosidad queda ahí latente, incluso en personas que se
dicen increyentes, aunque se trate, muchas veces, de una religiosidad AMOR A LA VIDA
poco desarrollada, adherida a imágenes y vivencias de la infancia.
Lo grave es que esta religiosidad, atrofiada y reprimida, perturba la
Dichoso el que no se sienta
relación sana con Dios y puede producir, lo mismo que cualquier otra
defraudado por mí
represión, efectos muy negativos en la persona.
Mt 11,2-11
La curación, como en todos los procesos de falsa represión, sólo se
logra cuando la persona se plantea de manera consciente y responsable
su actitud. En este caso, se trata de cerrar definitivamente las puertas a
Frente a las diferentes tendencias destructivas que se pueden detec-
Dios o bien de acogerlo de manera consciente y hacerle un sitio en la
tar en la sociedad contemporánea (necrofilia), E. Fromm ha hecho una
propia vida.
llamada vigorosa a desarrollar todo lo que sea amor a la vida (biofilia),
De nuevo, una voz nos grita a todos: «Preparad los caminos del si no queremos caer en lo que el célebre científico llama «síndrome de
Señor». Quitad los obstáculos que impiden la llegada de Dios a vues- decadencia».
tras vidas. N o bloqueéis su presencia. N o reprimáis por más tiempo
vuestra «nostalgia» inconsciente de Dios. Sin duda, hemos de estar m u y atentos a las diversas formas de
agresividad, violencia y destrucción que se generan en la sociedad
moderna. Más de un sociólogo habla de auténtica «cultura de la
violencia». Pero hay otras formas más sutiles y, por ello mismo, más
eficaces de destruir el crecimiento y la vida de las personas.

La mecanización del trabajo, la masificación del estilo de vida, la


burocratización de la sociedad, la cosificación de las relaciones, son
otros tantos factores que están llevando a muchas personas a sentirse,
no seres vivos, sino piezas de un engranaje social.

12 NUNCA I'S TARDE JOSF, A N T O N I O PAGÓLA 13


Millones de individuos viven hoy en occidente unas vidas cómodas 4 Adviento
pero monótonas, donde la falta de sentido y de proyecto puede ahogar
todo crecimiento verdaderamente humano.
Entonces, algunas personas terminan por perder el contacto con
todo lo que es vivo. Su vida se llena de cosas. Sólo parecen vibrar
adquiriendo nuevos artículos. Funcionan según el programa que les
dicta la sociedad.
Otras buscan toda clase de estímulos. Necesitan trabajar, producir,
agitarse o divertirse. H a n de experimentar siempre nuevas emociones.
Algo excitante que les permita sentirse todavía vivos.
Si algo caracteriza la personalidad de Jesús de Nazaret es su amor
apasionado a la vida, su biofilia. Los relatos más antiguos lo presentan LA NAVIDAD ES NECESARIA
luchando contra todo lo que bloquea la vida, la mutila o empequeñece.
Siempre atento a lo que puede hacer crecer a las personas. Siempre
sembrando vida, salud, sentido. «Emmanuel» que significa
«Dios con nosotros»
El mismo nos traza su tarea con expresiones tomadas de Isaías:
«Los ciegos ven y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios y Mt 1,18-24
los sordos oyen; los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la
Buena Noticia. Y dichoso el que no se sienta defraudado por mí».
H a y una pregunta que todos los años me ronda desde que comien-
Dichosos en verdad los que descubren que ser creyente no es odiar
zo a observar por las calles los preparativos que anuncian la proximi-
la vida sino amarla, no es bloquear o mutilar nuestro ser sino abrirlo a
dad de la Navidad: ¿Qué puede haber todavía de verdad en el fondo de
sus mejores posibilidades.
estas fiestas tan estropeadas por intereses consumistas y por nuestra
Muchas personas abandonan hoy la fe en Jesucristo antes de haber propia mediocridad?
experimentado la verdad de estas palabras suyas: «Yo he venido para
que los hombres tengan vida y la tengan en abundancia». N o soy el único. A muchas personas oigo hablar estos días de la
superficialidad navideña, de la pérdida de su carácter familiar y hogare-
ño, de la vergonzosa manipulación de los símbolos religiosos y de
tantos excesos y despropósitos que deterioran hoy la Navidad.

Pero, a mi juicio, el problema es más h o n d o . ¿ C ó m o puede celebrar


el misterio de un Dios hecho hombre una sociedad que vive práctica-
mente de espaldas a Dios y que destruye de tantas maneras la dignidad
del hombre?

¿ C ó m o puede celebrar «el nacimiento de Dios» una sociedad en la

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que el célebre profesor francés G. Lipovetsky, al describir la actual Natividad del Señor
indiferencia, ha podido decir estas palabras: «Dios ha muerto, las
grandes finalidades se extinguen, pero a todo el m u n d o le da igual, ésta
es la feliz noticia».
Al parecer, son bastantes las personas a las que les da exactamente
igual creer o no creer, oír que «Dios ha muerto» o que «Dios ha
nacido». Su vida sigue funcionando lo mismo. N o parecen necesitar ya
de Dios.
Y, sin embargo, la historia contemporánea nos está obligando ya a
hacernos algunas graves preguntas. Hace algún tiempo se hablaba de
«la muerte de Dios»; hoy se habla de «la muerte del hombre». Hace
algunos años se proclamaba «la desaparición de Dios»; hoy se anuncia
«la desaparición del hombre». ¿ N o será que la muerte de Dios arrastra
UN DIOS CERCANO
consigo de manera inevitable la muerte del hombre?

Expulsado Dios de nuestras vidas, encerrados en un m u n d o creado Vino al mundo


por nosotros mismos y que no refleja sino nuestras propias contradic- Jn 1,1-18
ciones y miserias, ¿quién nos puede decir quiénes somos y qué es lo
que realmente queremos?
¿ N o necesitamos que Dios nazca de nuevo entre nosotros? ¿Que Celebrar la Navidad es, ante todo, creer, agradecer y disfrutar de la
brote con luz nueva en nuestras conciencias? ¿ Q u e se abra camino en cercanía de Dios. Estas fiestas sólo puede gustarlas en su verdad más
medio de nuestros conflictos y contradicciones? honda quien se atreve a creer que Dios es más cercano, más comprensi-
vo y más amigo de lo que nosotros podemos imaginar.
Para encontrarse con ese Dios no hay que ir muy lejos. Basta
acercarse silenciosamente a uno mismo. Basta ahondar en nuestros Ese N i ñ o nacido en Belén es el punto de la creación donde la
interrogantes y anhelos más profundos. verdad, la bondad y la cercanía cariñosa de Dios hacia sus criaturas
aparece de manera más tierna y bella.
Este es el mensaje de la Navidad: Dios está cerca de ti, ahí donde tú
estás, con tal de que te abras al Misterio. El Dios inaccesible se ha Sé m u y bien cómo les cuesta hoy a muchas personas encontrarse
hecho humano y su cercanía misteriosa nos envuelve. En cada uno de con Dios. Quisieran creer de verdad en El, pero no saben cómo.
nosotros puede nacer Dios. En cada uno puede suceder una verdadera Desearían poder rezarle, pero ya no les sale nada de su interior. La
Navidad. Navidad puede ser precisamente la fiesta de los que se sienten lejos de
Dios.
En el corazón de estas fiestas en que celebramos al Dios hecho
hombre, hay una llamada que todos, absolutamente todos, podemos
escuchar: «Cuando no tengas ya a nadie que te pueda ayudar, cuando
no veas ninguna salida, cuando creas que todo está perdido, confía en

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Sagrada Familia
Dios. El está siempre junto a ti. El te entiende y te apoya. El es tu
salvación».
Siempre hay salida. Lo más importante de nuestro ser, lo más
decisivo de nuestra existencia, está siempre en manos de un Dios que
nos ama sin fin. Y esta confianza en Dios Salvador ha de abrirse paso
en nuestro corazón, incluso cuando nuestra conciencia nos acuse ha-
ciéndonos perder la paz.
La fidelidad y la bondad de Dios están por encima de todo, incluso
de toda fatalidad y todo pecado. T o d o puede ser nuevo si nos abrimos
confiadamente a su perdón. En ese N i ñ o nacido en Belén, Dios nos
regala un comienzo nuevo. Para Dios nadie está definitivamente perdi-
do. DE NUEVO, LA FAMILIA
Sé que las fiestas de Navidad no son unas fiestas fáciles. El que está
solo, siente estos días con más crudeza su soledad. Los padres que
sufren el alejamiento del hijo querido, lo añoran estas fechas más que Cogió al niño y a su madre
nunca. La pareja en que se va apagando el amor, siente aún más su y volvió a Israel
impotencia para reavivar aquel cariño que un día iluminó sus vidas. Mt 2,13-15.19-23
Sé también que estos días es fácil sentir dentro del alma la nostalgia
de un m u n d o más humano y feliz que los hombres no somos capaces
de construir. En el fondo, todos sabemos que, al margen de otras La familia ha cambiado de manera tan vertiginosa d u r a n t e estos
muchas cosas, no somos más felices porque no somos más buenos. años en las sociedades industrializadas de occidente que n o son
Pues bien, la Navidad nos recuerda que, a pesar de nuestra aterra- pocos los que han vaticinado su desaparición para un plazo n o muy
dora superficialidad y, sobre todo, de nuestro inconfesable egoísmo, lejano.
siempre hay en nosotros un rincón secreto en el que todavía se puede Los vínculos conyugales y familiares, antes tan sólidos, parecen
escuchar una llamada a ser mejores y más felices porque contamos con resquebrajarse cada vez con más facilidad. El divorcio, la ruptura entre
la comprensión de Dios. generaciones, la huida de los jóvenes fuera del hogar, el internamiento
Si los hombres huimos de Dios, en el fondo es para huir de de los ancianos en asilos y residencias son hechos frecuentes que minan
nosotros mismos y de nuestra superficialidad. N o es de la bondad de la vida familiar.
Dios de la que queremos escapar, sino de nuestro vacío y nuestra Muchas funciones sociales que antes ejercía la familia han pasado,
mediocridad. en gran parte, a otras instituciones. El cuidado del niño, la educación,
Felices los que, en medio del bullicio y aturdimiento de estas fiestas la seguridad, el «status social», el descanso y otras muchas experiencias
sepan rezar a un Dios cercano y acogerlo con corazón creyente y dependen cada vez más de instancias alejadas del marco familiar.
agradecido. Para ellos habrá sido Navidad. La movilidad profesional y social exigidas por la vida moderna y el
ritmo trepidante de la sociedad urbana hacen difícil el clima apacible y

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Solemnidad de Santa María
sereno de la relación familiar. Y cuando, por fin, todos se encuentran
en casa, ahí está la revolución de la comunicación electrónica que ha
logrado sentar a todas las familias ante el televisor.
Y, sin embargo, la familia no ha conocido esa desaparición más o
menos rápida que bastantes habían predicho. El tipo de familia cambia,
pero no desaparece. Al contrario, los sociólogos hablan hoy del «fenó-
meno inesperado de la revalorización de la familia». ¿Por qué?
En una sociedad tan fragmentada y caótica como la occidental, la
familia es hoy uno de los pocos lugares de integración total donde las
personas pueden crecer y desarrollarse de manera saludable.
Por otra parte, liberada de otras funciones penosas, la familia
moderna se puede convertir en «centro socio-afectivo» de importancia ANTE UN NUEVO AÑO
decisiva. En una sociedad donde el empobrecimiento de las relaciones
lleva al hombre a un callejón sin salida, la familia es uno de los pocos
... Meditándolas en su corazón
lugares donde las personas pueden encontrarse, no en virtud de unos
intereses funcionales, sino en una relación cálida de afecto desinteresa- Le 2,16-21
do.
Además, cuando las sociedades occidentales sufren crisis de «trans-
misión» y comienzan a tomar conciencia de que las sabias técnicas Dice el teólogo Ladislao Boros en alguno de sus escritos que uno de
sociales y los medios modernos de comunicación no son capaces de los principios cardinales de la vida cristiana consiste en que «Dios
comunicar a las nuevas generaciones la sabiduría acumulada por los comienza siempre de nuevo». Con él nada hay definitivamente perdi-
pueblos, sus valores culturales, su tradición histórica o su experiencia do. En El todo es comienzo y renovación.
religiosa, la familia se anuncia de nuevo como un lugar de importancia Por decirlo de manera sencilla, Dios no se deja desalentar por
decisiva para el enraizamiento cultural de la persona, su inserción en la nuestra mediocridad. La fuerza renovadora de su perdón y de su gracia
historia y su aprendizaje religioso. es más vigorosa que nuestros errores y nuestro pecado. Con El, todo
Lo que el hombre moderno comienza a reclamar no es, ante todo, puede comenzar de nuevo.
la posibilidad de divorciarse y deshacer todo tipo de vínculos familia- Por eso, es bueno comenzar el año con voluntad de renovación.
res, sino el poder conocer una verdadera familia y disfrutar de un Cada año que se nos ofrece de vida es un tiempo abierto a nuevas
hogar. posibilidades, un tiempo de gracia y de salvación en el que se nos invita
Si el cristianismo quiere hacer presente la fuerza humanizadora del a vivir de manera nueva. Por ello, es importante escuchar las preguntas
evangelio en la sociedad occidental, deberá contribuir a hacer de la que pueden brotar de nuestro interior.
familia un lugar cálido de experiencia humana y humanizadora. Es una ¿Qué espero yo del nuevo año? ¿Será un año dedicado a «hacer
tarea que los cristianos no hemos de olvidar al celebrar la fiesta de la cosas», resolver asuntos, acumular tensión, nerviosismo y malhumor o
Sagrada Familia. será un año en que aprenderé a vivir de manera más humana?

20 NUNCA USTARDli |OSl;, A N T O N I O PAGÓLA 21


2 Después de Navidad
¿Qué es lo que realmente quiero yo este año? ¿A qué dedicaré el
tiempo más precioso e importante? ¿Será, una vez más, un año vacío,
superficial y rutinario, o un año en que amaré la vida con gozo y
gratitud?
¿Qué tiempo reservaré para el descanso, el silencio, la música, la
oración, el encuentro con Dios? ¿Alimentaré mi vida interior o viviré
de manera agitada, en permanente actividad, corriendo de una ocupa-
ción a otra, sin saber exactamente qué quiero ni para qué vivo?
¿Qué tiempo dedicaré al disfrute íntimo con mi pareja y a la
convivencia gozosa con los hijos? ¿Viviré fuera de mi hogar organizán-
dome la vida a mi aire o sabré amar con más dedicación y ternura a los
míos? ALERGIA A LA MISA
¿Con quiénes me encontraré este año? ¿A qué personas me acerca-
ré? ¿Pondré en ellas alegría, vida, esperanza, o contagiaré desaliento,
Los suyos no la recibieron
tristeza y muerte? Por donde yo pase, ¿será la vida más gozosa y
llevadera o más dura y penosa? Jn 1,1-18
¿Viviré este año preocupado sólo por mi pequeño bienestar o me
interesaré también por hacer felices a los demás? ¿Me encerraré en mi
Son muchos los que, aun confesándose cristianos, han abandonado
viejo egoísmo de siempre o viviré de manera creativa, tratando de hacer
a mi alrededor un mundo más humano y habitable? casi totalmente la práctica dominical. Basta escucharlos con atención
para descubrir en ellos una especie de «alergia» hacia la misa.
¿Seguiré viviendo de espaldas a Dios o me atreveré a creer que es mi
Algunos dicen que les aburre el carácter repetitivo de la celebración
mejor Amigo? ¿Permaneceré mudo ante El, sin abrir mis labios ni mi
dominical. Desearían algo más vivo y espontáneo. Sin embargo, el
corazón, o brotará por fin desde mi interior una invocación humilde
carácter repetitivo es algo inherente a la misma condición humana.
pero sincera?
Toda nuestra vida está hecha de gestos y actividades que se repiten de
manera regular. Lo importante es no vivir de manera rutinaria, con esa
«alma habituada» de la que hablaba Peguy.
¿Es rutinaria la misa dominical para quien pide perdón por los
errores y pecados concretos cometidos durante la semana, para quien
agradece a Dios todo lo bueno y positivo, para quien pide al Señor luz
y fuerza para enfrentarse a la vida siempre nueva de cada día?
Hay quienes dicen que les resulta una liturgia hipócrita y artificial,
que queda muy lejos de esa vida real donde cada uno ha de mostrar con
hechos la fe que lleva dentro.

22 NUNCA F.S '['ARDÍ':


JOSF. ANTONIO PAGÓLA 23
Epifanía del Señor
Pero, ¿es hipócrita escuchar, semana tras semana, el evangelio de
Jesucristo, recordar sus exigencias y su interpelación, y renovar el
compromiso de ser cada vez más coherente con las propias conviccio-
nes? ¿ N o es más hipócrita llamarse creyente y vivir, semana tras
semana, sin recordar siquiera a Dios?
O t r o s se alejan de la misa como de algo mágico, un conjunto de
ritos extraños y anacrónicos, envueltos en un lenguaje hermético e
impenetrable, que difícilmente puede decirle algo a un hombre enrai-
zado en la cultura moderna?
Pero, ¿es algo mágico buscar el encuentro personal con Cristo,
alimentar la propia fe en la escucha del evangelio, buscar la renovación
profunda de nuestro ser en el contacto vivificador con la comunidad
ADORAR
creyente y con el Señor presente en la eucaristía?
Hay quienes rechazan la misa porque la Iglesia ha insistido en su
carácter obligatorio. N o están dispuestos a someterse por más tiempo a Cayendo de rodillas, lo adoraron
una obligación precisamente el día en que uno puede liberarse del Mt 2,1-12
trabajo y de otras cargas profesionales.
Pero, ¿se puede ser creyente sin sentirse nunca urgido interiormen-
te a alabar y dar gracias a Dios? ¿Se puede ser cristiano sin sentirse Se habla h o y m u c h o de crisis de fe religiosa, pero apenas se dice
nunca llamado a comulgar con Cristo? algo sobre la crisis del sentimiento religioso. Y, sin embargo, como
apunta algún teólogo, el drama del h o m b r e c o n t e m p o r á n e o n o es,
Durante las fiestas de Navidad hay un texto que se escucha repeti-
tal vez, su incapacidad para creer, sino su dificultad para sentir a
damente en la liturgia: «La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a
todo hombre... Vino a su casa, y los suyos no la recibieron». ¿ N o es Dios como D i o s . Incluso los mismos que se dicen creyentes parecen
una interpelación para todos? ¿ N o estamos abandonando a quien estar perdiendo capacidad para vivir ciertas actitudes religiosas ante
desea hacerse más presente en nuestra vida? Dios.

A pesar de todas las limitaciones y defectos que puede tener la U n ejemplo claro es la dificultad para adorarlo. En tiempos no muy
celebración concreta de la misa en una comunidad cristiana, la eucaris- lejanos, parecía fácil sentir reverencia y adoración ante la inmensidad y
tía puede ser para muchos la única experiencia que alimente hoy su fe. misterio insondable de Dios. Es más difícil hoy adorar a quien reduci-
H e m o s de preguntarnos con sinceridad: ¿Por qué he abandonado en mos a veces tan ligeramente a compañero o «colega».
realidad esa misa dominical que podría reavivar mi fe? Para adorar a Dios es necesario sentirnos criaturas, infinitamente
pequeños ante El, pero infinitamente amados. Admirar su grandeza
insondable y gustar su presencia cercana y amorosa que envuelve todo
nuestro ser.
La adoración es admiración. Es amor y entrega. Es rendir nuestro

24 NUNCA LSTARDL
JOSF. ANTONIO PACIÓLA 25
ser a Dios y quedarnos en silencio agradecido y gozoso ante El, Bautismo del Señor
admirando su misterio desde nuestra pequenez e insignificancia.
Nuestra dificultad para adorar proviene de raíces diversas. Quien
vive aturdido interiormente por toda clase de ruidos y zarandeado por
mil impresiones pasajeras sin detenerse nunca ante lo esencial, difícil-
mente encontrará «el rostro adorable» de Dios.
Para adorar a Dios es necesario detenerse ante el misterio del
mundo y saber mirarlo con amor. Quien mira la vida amorosamente
hasta el fondo, comenzará a vislumbrar las huellas de Dios antes de lo
que sospecha.
Por otra parte, sólo Dios es adorable. Ni las cosas más valiosas ni
las personas más amadas son dignas de ser adoradas como El. Por eso SENTIRSE BIEN
hay que ser libre interiormente para poder adorar a Dios de verdad.
Esta adoración a Dios no aleja del compromiso. Quien adora a El Espíritu de Dios bajaba...
Dios lucha contra todo lo que destruye a ese hombre que es su
«imagen sagrada». Quien adora al Creador respeta y defiende todo lo Mt 3,13-17
que vive. Están íntimamente unidas adoración y solidaridad, adoración
y ecología. Se entienden las palabras del gran científico y adorador que
fue Teilhard de Cbardin: «Cuanto más hombre se haga el hombre, más Hace unos días hemos comenzado un año nuevo. Naturalmente el
experimentará la necesidad de adorar». nuevo calendario no cambia las cosas. Los problemas y sufrimientos
siguen ahí. ¿Qué tendré que hacer yo para sentirme bien?
El relato de los Magos nos ofrece un modelo de auténtica adora-
ción. Estos sabios saben mirar el cosmos hasta el fondo, captar sus A veces pensamos que lo decisivo es que cambien las cosas a
signos, acercarse al Misterio y ofrecer su humilde homenaje a ese Dios nuestro alrededor. Esperamos que nos sucedan cosas buenas, que las
encarnado en nuestra vida. personas nos traten mejor, que todo nos vaya bien y responda a
nuestros deseos.
Pero, con el pasar de los años, es imposible tanta ingenuidad. Una
pregunta comienza entonces a despertarse en nosotros: Para sentirme
mejor, ¿tiene que suceder algo fuera de mí o justamente dentro de mí
mismo?
Por eso, al comenzar el año, son bastantes las personas que se
proponen vivir de manera más sana y ordenada, cuidar más su cuerpo,
estar más en contacto con la naturaleza.
Otras han descubierto que es su vida interior la que está descuidada

26 NUNCA liS TARDI- JOSF. A N T O N I O PAGÓLA 27


1 Cuaresma
y maltrecha. Y con esfuerzo admirable se ejercitan en técnicas de
interiorización y meditación, buscando paz y sosiego interior.
Pero llega fácilmente un m o m e n t o en que la persona siente que su
yo más profundo pide algo más. Al parecer, el ser humano no puede
crecer de manera plena y armoniosa si faltan dos experiencias funda-
mentales.
La primera de ellas es el amor. Parece un tópico decir que la gente
está enferma por falta de amor y que lo que muchos necesitan urgente-
mente es sentirse amados, pero realmente es así. La segunda es el
sentido. N o hay vida humana completa, a menos que la persona
encuentre una motivación y una razón honda para vivir.
La fe cristiana no es ninguna receta para encontrar felicidad. Ser ESTROPEAR LA VIDA
creyente no hace desaparecer de nuestra vida los conflictos, contradic-
ciones y sufrimientos propios del ser humano. Pero en el núcleo de la
No sólo de pan...
fe cristiana hay una experiencia básica que puede dar un sentido nuevo
a t o d o : Yo soy amado, no porque soy bueno, santo y sin pecado, sino Mt 4,1-11
porque estoy habitado y sostenido por un Dios santo que es amor
insondable y gratuito.
Es lamentable ver con qué facilidad nos dejamos arrastrar por
Contra lo que algunos puedan pensar, ser cristiano no es creer que
costumbres y modos de vivir que se implantan poco a poco en nuestra
Dios existe, sino que Dios me ama y me ama incondicionalmente, tal
sociedad, vaciando de su verdadero contenido las experiencias más
como soy y antes de que cambie.
nobles y gozosas del ser humano.
Esta es la experiencia fundamental del Espíritu. El «bautismo del Pensemos, por ejemplo, en lo que ha venido en llamarse la cultura
Espíritu» que nos recuerda el relato evangélico y que tanto necesita-
del «tírese después de usado», que tiende a imponer entre nosotros
mos los creyentes de hoy. «El amor de Dios ha sido derramado en
todo un estilo de vida. Una vez de usar un producto, hay que buscar
nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado» (Rm
rápidamente otro nuevo que lo sustituya.
5,5).
Esta cultura puede estar configurando nuestra manera de vivir
Si no conocemos esta experiencia, desconocemos lo decisivo. Si la las relaciones interpersonales. De alguna manera, se introduce la
perdemos, lo perdemos t o d o . El sentido, la esperanza, la vida entera tentación de «usar» a las personas para desecharlas cuando ya n o
del creyente nace y se sostiene en la seguridad inquebrantable de
interesan.
saberse amado.
Lo podemos constatar diariamente: amistades que se hacen y des-
hacen según la utilidad; amores que duran lo que dura el interés y la
atracción física; esposas y esposos abandonados para ser sustituidos
por una relación más excitante.

JOSÉ A N T O N I O PAGÓLA 29
28 NUNCA FSTARDF
2 Cuaresma
No siempre somos conscientes de cómo podemos estropear nues-
tra vida cuando damos culto a modas y estilos de vivir que terminan
por deshumanizarnos.
Es una equivocación vivir esclavos del dinero, del éxito profesional,
del prestigio social o de cualquier otro ídolo, sacrificándoles todo: el
descanso, la amistad, la familia, la vida entera.
Cuántas personas, al pasar los años, lo constatan secretamente en
su interior. Ganan cada vez más dinero, tienen prestigio, han logrado
lo que perseguían, pero se sienten cada vez más solas y frustradas.
Su vida se ha llenado de cosas, pero ha quedado vacía de amistades
verdaderas. Saben competir y luchar, pero no saben dar ni recibir
amor. Dominan las situaciones más difíciles, pero no aciertan a crecer LITERATURA DE CONSUMO
como personas.
La advertencia de Jesús siempre será de actualidad: «No sólo de Escuchadle a El
pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios».
Mt 17,1-9
No basta alimentar la vida de dinero, prestigio, poder o sexo. Lo
sepa o no, el hombre necesita amar y ser amado, perdonar y ser
perdonado, acoger y ser acogido.
Basta observar la instalación de nuevos quioscos y la oferta de
No le basta al ser humano escucharse a sí mismo y alimentar revistas en la esquina de cualquier calle para constatar que sigue
egocéntricamente sus propios intereses. Necesita abrirse a Dios y creciendo el número de lectores que se acercan, cada fin de semana, a
escuchar las exigencias y las promesas del amor. alimentarse de esa literatura llamada de consumo.
La conversión no es una práctica ya en desuso que hay que recor- Según los estudios realizados en España, unos quince millones de
dar en tiempos de cuaresma. Es la orientación nueva de toda nuestra
personas leen semanalmente revistas ilustradas del estilo de «¡Hola!»,
vida, el cambio de rumbo que necesitamos para vivir de manera más
«Interviú», «Semana», «Pronto», «Diez Minutos»...
sana sin estropear todavía más nuestra persona.
El objetivo de este tipo de revistas no es la reflexión ni la formación
cultural o estética. Sólo pretenden entretener, distraer y producir
ciertas emociones. Aunque se llaman «revistas de información», única-
mente seleccionan aquello que puede resultar atractivo, sensacionalista
o llamativo.
Sus páginas están llenas de entrevistas con los personajes del mo-
mento, reportajes gráficos sobre los triunfadores, y relatos más o
menos confidenciales sobre los amores, los dramas sentimentales, las
desgracias y «la dolce vita» de los famosos.

30 NUNCA ES TARDE
JOSÉ A N T O N I O PAGÓLA 31
Según un análisis realizado por el Instituto «Fe y Secularidad», el 3 Cuaresma
«sistema de felicidad» o los valores más apetecibles que estas revistas
proclaman son: salud, dinero, éxito, poder, placer, imagen atractiva,
amor como autoafirmación más que como entrega.
En contrapartida, las desgracias más temidas son: decadencia cor-
poral (vejez, enfermedad, fealdad, muerte), pobreza, dolor físico o
moral, fracaso, conflicto, engaño, soledad.
H e m o s de señalar que están totalmente ausentes valores como la
solidaridad, el altruismo, la conciencia social, la apertura a lo trascen-
dente, y casi nunca se habla de las injusticias sociales, la miseria y el
hambre en el m u n d o o la violación de los derechos humanos.
Se puede decir que, de alguna manera, estas revistas son exponente ENCONTRARSE A GUSTO CON DIOS
de los mitos más importantes de la sociedad actual y condensan los
deseos y los temores más sentidos por el hombre contemporáneo.
Si conocieras el don de Dios
Por otra parte, el mensaje que transmiten, semana tras semana, va
afectando la sensibilidad del lector asiduo, infiltrándose más o menos Jn 4,5-42
en su conciencia y configurando una determinada visión de la vida. Lo
que comienza por ser simple curiosidad puede terminar generando una
deformación de criterios y actitudes. Son bastantes las personas que, a lo largo de estos años, se han ido
alejando de Dios, casi sin advertir lo que realmente estaba ocurriendo
Sólo unas convicciones fuertes y constantemente reafirmadas pue-
en sus vidas.
den ayudarnos a reaccionar frente a tanto mensaje deshumanizador,
tanta distorsión y tanta mitificación falsa. H o y Dios les resulta un «ser extraño». C u a n d o entran en una
iglesia o asisten a una celebración religiosa, todo les parece artificial y
H o y no es posible crecer como persona sin alimentar constante-
vacío. Lo que escuchan se les hace lejano e incomprensible.
mente el espíritu. C o m o tampoco es posible ser creyente sin escuchar y
acoger interiormente la Palabra de Jesucristo. Quien desee dar un Tienen la impresión de que todo lo que está ligado con Dios es
sentido humano y cristiano a su vida ha de cuidar con esmero en qué infantilismo e inmadurez, un m u n d o ilusorio donde falta sentido de la
fuentes alimenta su existencia. H a de recordar la palabra evangélica: realidad.
«Este es mi Hijo... escuchadle a El».
Y, sin embargo, esas mismas personas en cuya vida apenas hay
experiencia religiosa alguna, andan con frecuencia a la búsqueda de paz
interior, de profundidad, de sentido. Más aún. Aunque ya no creen en
«el Dios de su infancia», acogerían de nuevo a Dios si lo descubrieran
como la Realidad gozosa que sostiene, alienta y llena todo de vida.

Pero, ¿se puede encontrar de nuevo a Dios una vez que la persona

32 NUNCA ES TARDE JOSÉ A N T O N I O PAGÓLA 33


se ha alejado de toda religiosidad? ¿Es posible una experiencia nueva 4 Cuaresma
de Dios? ¿Por dónde buscar?
Algunos buscan «pruebas». Exigen garantías para tener seguridad.
Pretenden controlar a Dios, verificarlo, analizarlo, como si se tratara
de un objeto de laboratorio.
Pero Dios se encuentra en otro plano más profundo. A Dios no se
le puede aprisionar en la mente. Quien lo busca sólo por la vía estrecha
de la razón corre el riesgo de no encontrarse nunca con El. Dios es «el
Misterio del mundo». Para descubrirlo, hemos de ahondar más.
Precisamente por esto, algunos piensan que Dios no está a su
alcance. Tal vez esté en algún lugar lejano de la existencia, pero habría
que hacer tal esfuerzo para encontrarse con El, que no se sienten con ABRIR LOS OJOS
fuerzas.
Sin embargo, Dios está mucho más cerca de lo que sospechamos.
Está dentro de nosotros mismos. O lo encontramos en el fondo de Empecé a ver
nuestro ser o difícilmente lo encontraremos en ninguna parte. Jn 9,1-41
Si yo me abro, El no se cierra. Si yo escucho, Eí no se calla. Si yo
me confío, El me acoge. Si yo me entrego, El me sostiene. Si yo me
dejo amar, El me salva. Posiblemente, bastantes juzgarán excesivamente negativa la afirma-
ción del pensador húngaro Ladislaus Boros cuando dice que «nuestra
Tal vez la experiencia más importante para encontrar de nuevo a
vida es en gran parte una mentira».
Dios es sentirse a gusto con El, percibirlo como presencia amorosa que
me acepta como soy. C u a n d o una persona sabe lo que es sentirse a Es cierto que hay en nosotros momentos de honradez, lealtad y
gusto con Dios a pesar de su mediocridad y pecado, difícilmente lo franqueza, y, sin embargo, ¿no es también cierto que, de alguna
abandona. Recordemos las palabras de Jesús a la samaritana: «Si cono- manera, nos mentimos a nosotros mismos a lo largo de toda la vida?
cieras el don de Dios... le pedirías de beber y él te daría agua viva».
C o n esto no queremos decir que nos pasemos la vida falseando los
Muchas personas están abandonando hoy la fe sin haber saboreado hechos o tratando de engañar a los que nos rodean. Se trata de algo más
a Dios. Si conocieran lo que es encontrarse a gusto con El, lo busca- sutil y profundo. Lo podríamos llamar «inautenticidad de nuestra
rían. existencia».

Nuestra vida consiste, en gran parte, en eludir. N o queremos


enfrentarnos a lo que nos obligaría a cambiar. N o queremos reconocer
nuestras equivocaciones y nuestro pecado. Quizás no obramos con
mala intención. Sencillamente eludimos lo que nos urgiría a vivir con
más verdad.

34 NUNCA I-'S TARDF JOSÉ ANTONIO PAGÓLA 35


N o escuchamos las llamadas que nacen desde nuestra conciencia, 5 Cuaresma
invitándonos a ser mejores. Pasamos de largo ante todo aquello que
cuestiona nuestra vida. N o mentimos con nuestra boca, pero menti-
mos con nuestra vida.
Preferimos seguir cerrando los ojos y el corazón. Tal vez, procla-
mamos los grandes ideales de «verdad», «justicia» y «paz» para otros.
Pero nosotros no damos ningún paso para transformar nuestra vida.
Entonces corremos el riesgo de limitarnos a «vegetar». Casi sin
advertirlo, nuestra vida se va haciendo monótona e insulsa. Tratamos
de reavivarla con mil distracciones y proyectos, pero la monotonía va
envolviendo lentamente toda nuestra existencia de tedio y vaciedad.
El que no vive su vida desde su verdad más honda, puede conocer
el éxito y el bienestar, pero no sabrá nunca lo que es la felicidad
CREER PARA TENER VIDA
interior. Y la razón de este descontento es m u y simple, aunque hoy
casi todos lo olviden: el ser humano es incapaz de ser totalmente Yo soy la resurrección y la vida
superficial.
Jn 11,1-45
De ahí la necesidad de reaccionar y dejar brotar en nosotros esa
«verdad interior» que, una y otra vez, pugna por abrirse camino en
nuestra vida. U n a de las ideas más insidiosas que se han extendido en la sociedad
Lo que necesitamos es mayor lealtad ante nosotros mismos y ante moderna en torno a la religión es la sospecha de que hay que eliminar a
Dios. U n a actitud más sincera y transparente que nos permita vernos Dios para poder salvar la dignidad y felicidad de los hombres.
tal como somos y abrirnos más humildemente a la verdad.
De hecho, son bastantes los que poco a poco van abandonando su
N o encerrarnos tercamente en nuestra ceguera. N o obstinarnos en «mundo de creencias y prácticas» porque piensan que es un estorbo
defender lo que es indefendible en nuestra vida. N o seguir engañándo- que les impide vivir. N o entienden que Cristo pueda decir que ha
nos por más tiempo. Abrir los ojos. venido, no para que los hombres «perezcan», sino para que «tengan
El episodio de la curación del ciego de Siloé nos recuerda que vida definitiva».
cuando un hombre se deja iluminar y trabajar por Cristo, se le abren
La religión que ellos conocen no les ayuda a vivir. Hace tiempo que
los ojos y comienza a verlo todo con luz nueva.
no pueden experimentar a Cristo como fuente de vida, y se sorprenden
al saber que hay hombres y mujeres que creen en él precisamente
porque desean vivir de manera más plena.

Y, sin embargo, es así. El verdadero creyente es una persona que no


se contenta con vivir de cualquier manera. Desea dar un sentido
acertado a su vida. Responder a esas preguntas que nacen dentro de

36 NUNCA ESTARDL JOS]'. ANTONIO PAGÓLA 37


nosotros: ¿De dónde le puede llegar a mi vida un sentido más pleno? D o m i n g o de Ramos
¿Cómo puedo ser yo más humano? ¿En qué dirección he de buscar?
Si hay tantas personas que hoy, no sólo no abandonan la fe, sino
que se preocupan más que nunca de cuidarla y purificarla, es porque
sienten que Cristo les ayuda a enfrentarse a la vida de un m o d o más
sano y positivo.
N o quieren vivir a medias. N o se contentan con «ir tirando».
Tampoco les satisface «ser un vividor». Lo que buscan desde Cristo es
estar en la vida de una manera más convincente, humana y gratificante.
Lo lamentable no es que algunas personas se desprendan de una
«religión muerta» que no les ayuda en m o d o alguno a vivir. Elso es
bueno y purificador. Lo triste es que no lleguen a descubrir una UNA SEMANA DIFERENTE
«manera nueva de creer» que daría un contenido totalmente diferente a
su fe.
Le llevaron a crucificar
Para esto, lo primero es entender la fe de otra manera. Intuir que
ser cristiano es, antes que nada, buscar con Cristo y desde Cristo cuál Mt 26,14-27,66
es la manera más acertada de vivir. C o m o ha d i c h o / . Cardonnel, «ser
cristiano es tener la audacia de ser hombre hasta el final».
Todavía se sigue llamando «semana santa», pero ya ha desaparecido
Alentado por el mismo Espíritu de Cristo, el cristiano va des-
casi del todo aquel clima tan «especial» que se respiraba estos días entre
cubriendo nuevas posibilidades a su vida y va aprendiendo maneras
nosotros con la supresión de cines y espectáculos, la celebración de
nuevas y más humanas de amar, de disfrutar, de trabajar, de sufrir, de
confiar en Dios. procesiones o la programación religiosa de radios y T.V.
H o y son muchos los que aprovechan estas fechas para desplazarse
Entonces la religión va apareciendo a sus ojos como algo que antes
fuera de su hogar y disfrutar de un pequeño descanso en algún rincón
no sospechaba: la fuerza más estimulante y poderosa para vivir de
tranquilo. De alguna manera, la semana santa viene a ser para bastantes
manera plena. Ahora se da cuenta de que abandonar la fe en Cristo no
esas «vacaciones de primavera» que permiten seguir trabajando hasta
sería sólo «perder algo», sino «verse perdido» en medio de un m u n d o
que llegue el descanso veraniego.
que no tendría ya un futuro y una esperanza definitivos.
Este nuevo clima social de vacación y descanso no tiene por qué
Poco a poco, el creyente va descubriendo que esas palabras de Jesús
impedir a los creyentes una celebración digna de los misterios centrales
«Yo soy la resurrección y la vida» no son sólo una promesa que abre
de su fe. Lo importante es aprender a vivir la semana santa conjugando
nuestra existencia a una esperanza de vida eterna; al mismo tiempo va
de manera responsable e inteligente ese descanso tan necesario con la
comprobando que, ya desde ahora, Jesucristo es alguien que resucita lo
celebración viva de la liturgia. H e aquí algunas sugerencias.
que en nosotros estaba muerto, y nos despierta a una vida nueva.
Lo primero es programarnos de tal manera que podamos tomar
parte en las celebraciones de cada día. N o es difícil acercarnos a una

38 NUNCA KS TARDI-: JOSL ANTONIO PAGÓLA 39


iglesia del entorno, informarnos de los horarios, detener nuestra excur- D o m i n g o de Resurrección
sión en el lugar adecuado. Siempre es una experiencia enriquecedora
compartir la propia fe con gentes de otros pueblos.
Participaremos en celebraciones sencillas, pero transidas de honda
piedad popular o viviremos la liturgia cuidada de un monasterio. Lo
importante será nuestra participación personal. De ahí la conveniencia
de llegar a tiempo a la celebración, ocupar un lugar adecuado en el
templo, escuchar con atención interior la Palabra de Dios, vivir los
gestos litúrgicos, cantar con el corazón.
Tal vez podamos también encontrar un hueco para el silencio, la
oración y el encuentro con Dios. N o s ayudará a descansar de manera
más armoniosa y completa. Las posibilidades son múltiples: la oración
silenciosa ante el sagrario al anochecer del jueves, la lectura reposada LA FIESTA DE LAS FIESTAS
de la Pasión del Señor en un lugar recogido de la casa, la mirada
agradecida al crucifijo, el concierto sacro o la música religiosa que eleva
Había de resucitar
nuestro corazón hacia Dios.
de entre los muertos
La semana santa ha de culminar siempre en esa celebración pascual
de la noche del sábado. Es una pena ver que bastantes cristianos que Jn 20,1-9
celebran los días anteriores la muerte del Señor, desconocen esta
celebración de su resurrección, la más importante y central de toda la
Así se llama a la Pascua en una antigua liturgia oriental. «Fiesta de
liturgia cristiana. Redescubrir su h o n d o contenido puede ser para
las fiestas» porque sólo en ella se puede fundar toda otra fiesta verda-
muchos una experiencia renovadora.
dera.
El cirio pascual encendido en medio de la noche, la solemne invita-
ción a vivir la alegría pascual, la proclamación gozosa de la resurrec- De hecho, si no hay resurrección, la muerte seguirá teniendo la
ción de Cristo, el canto jubiloso del aleluya, la celebración agradecida última palabra, y las fiestas de los hombres terminarán tarde o tempra-
de la eucaristía, son la mejor invitación a resucitar a una vida nueva. no en el sabor amargo de una muerte que está siempre ahí, amenazán-
dolo todo.

N o nos resulta hoy fácil evocar el júbilo indescriptible y la exalta-


ción gozosa con que han vivido la Pascua las primeras generaciones
cristianas. Los cantos y aleluyas, la música y hasta la danza se suman a
la fiesta. Según Hipólito de Roma, el propio Resucitado es «el primer
bailarín» y la Iglesia su «novia que danza con él».

Pascua es la fiesta de la fidelidad y el amor increíble de Dios a sus


criaturas. Lo recuerda S. Juan Cnsóstomo en una homilía que se lee

40 NUNCA LSTARDL JOS!- ANTONIO PACIÓLA 41


todavía hoy en las iglesias ortodoxas la noche de Pascua: «Que nadie 2 Pascua
llore aún sus pecados, porque el perdón ha resplandecido de la tumba.
Q u e nadie tema a la muerte, porque la muerte del Señor nos ha
liberado».

Pascua es «la alegría inmensa» de descubrir y experimentar el


perdón insondable, incondicional y eterno de Dios. Isaac el Sirio lo
expresaba así: «El pecado de toda la humanidad, en comparación con
la misericordia de Dios, es un puñado de arena en el inmenso mar».
N u e s t r o verdadero pecado, según él, consistiría en no creer ni
confiar suficientemente en la resurrección de Cristo que «nos resucita a
la alegría de su amor». En adelante, lo decisivo no es temer el juicio de
Dios o merecer la salvación, sino creer en el amor de Dios y abrirnos
PASCUA SIGNIFICA «PASO»
confiadamente a la vida que nos ofrece.

Por eso, nadie ha de ser excluido de esta fiesta de Pascua. S. Juan


Crisóstomo invita a tocfos a disfrutar de ella: los que han vivido la Se llenaron de alegría
conversión cuaresmal y los que permanecen todavía en su pecado. Jn 20,19-31
Tocios pueden acercarse sin temor: creyentes fervientes y hombres
mediocres, los santos y los pecadores. A todos se les ofrece el perdón y
la vida. Pascua es una palabra de origen semita que proviene del arameo
«pasba» (en hebreo «pesah»). Su significado original es discutido.
Esta es la fiesta que nos revela la verdad última de todo, el misterio
Probablemente significa «paso», «tránsito» y con este sentido es em-
profundo de la existencia, el milagro de vida eterna que nos espera a
pleada en diversos escritos judíos.
cada ser y a cada cosa. N o hay soledad. N o hay vacío ni caos final.
Nada nos separará del amor de Dios. En cualquier caso, las primeras generaciones cristianas han entendi-
do la Pascua como «el paso» de Cristo de la muerte a la vida, que nos
Pascua es una invitación a vivir «en estado de fiesta» aun en medio
invita también a nosotros a «pasar» de una vida vieja y gastada a una
de los combates de la vida cotidiana. S. Ambrosio de Milán nos invita a
vida renovada.
enraizar nuestra existencia en el Resucitado con esta palabras: «Si
quieres curarte de tus heridas, El es médico; si ardes de sed, El es Por eso, Pascua no es sólo una fiesta que se celebra de manera
fuente; si necesitas ayuda, El es fuerza; si temes la muerte, El es vida; si litúrgica. La resurrección de Cristo se celebra, sobre todo, en nosotros
huyes de las tinieblas, El es la luz; si tienes hambre, El es alimento». mismos, resucitando a una vida nueva. Para los primeros cristianos, la
resurrección de Cristo encierra una energía capaz de transformar la
existencia llenándola de nueva vitalidad.
Los relatos evangélicos insisten precisamente en esa transformación
que se produce al encontrarse con el Resucitado. Esos hombres ence-
rrados en su casa después de la muerte del Maestro, pasan de la

42 NUNCA IÍSTARD1- JOSF. ANTONIO PAGÓLA 43


angustia a la paz, del miedo a la alegría, de la cobardía al anuncio 3 Pascua
valiente del evangelio.
¿Hacia dónde hemos de cambiar nosotros? ¿Cuál es el «paso» que
hemos de dar? ¿En qué dirección se ha de operar «el cambio pascual»
en nuestras vidas?
A algunos se nos pide, tal vez, pasar de una vida superficial y
dispersa a una existencia más auténtica y unificada; de una actitud
pasiva o convencional a una postura más creativa y espontánea.
Quizás Pascua ha de ser para otros el paso de ese hombre agresivo
y resentido que hay en nosotros a otro más acogedor y amoroso; de
ese hombre intransigente y confhctivo a otro más tolerante y pacifica-
dor.
LA TENTACIÓN DE LA HUIDA
Para alguno, Pascua puede ser una llamada a dar un paso en esta
dirección: de receloso y solitario a confiado y amistoso; de acaparador
e individualista a generoso y solidario; de invasor y antipático a Se les abrieron los ojos
respetuoso y amable. Le 24,13-35
Para otro, Pascua será tal vez una invitación a renovar su vida
pasando del hombre apático y aburrido al ser sensible y festivo; del
triste y crispado al sereno y alegre; del pesimista y amargado al N o son pocos los que miran hoy a la Iglesia con pesimismo y
esperanzado. desencanto. N o es la que ellos desearían. Una Iglesia viva y dinámica,
fiel a Jesucristo, comprometida realmente en construir una sociedad
Probablemente, a todos se nos pide renovar nuestra actitud ante
más humana.
Dios. Pasar del miedo a la confianza, de la huida a la entrega, de la
arrogancia a la humildad, del olvido a la oración, de la increcncia a la La ven inmóvil y desfasada, excesivamente ocupada en defender
fe. una moral obsoleta que ya a pocos interesa, haciendo penosos esfuer-
zos por recuperar una credibilidad que parece encontrarse «bajo míni-
Pascua significa «pasar» de la muerte a la vida. Celebrar la Pascua es
mos».
vivir en nosotros un proceso de renovación personal.
La perciben como una institución que está ahí casi siempre para
acusar y condenar, pocas veces para ayudar e infundir esperanza en el
corazón humano.

La sienten con frecuencia triste y aburrida y, de alguna manera,


intuyen con G. Bernanos que «lo contrario de un pueblo cristiano es
un pueblo triste».

La tentación fácil es el abandono y la huida. Algunos hace tiempo

44 NUNCA l-.STARDL JOSL ANTONIO PAC-OLA 45


que lo hicieron, incluso de manera ostentosa. H o y afirman casi con 4 Pascua
orgullo creer en Dios, pero no en la Iglesia.
O t r o s , tal vez, se van distanciando de ella poco a poco, «de punti-
llas y sin hacer ruido». Sin advertirlo apenas nadie, se va apagando en
su corazón el afecto y la adhesión de otros tiempos.
Ciertamente, sería una equivocación alimentar en estos momentos
un optimismo superficial e ingenuo, pensando que llegarán tiempos
mejores. Más grave aún sería cerrar los ojos e ignorar la mediocridad y
el pecado de la Iglesia.
Pero nuestro mayor pecado sería «huir hacia Emaús», abandonar la
comunidad y dispersarnos cada uno por su camino, movidos sólo por
la decepción y el desencanto. EL MANDATO DE VIVIR
H e m o s de aprender «la lección de Emaús». La solución no está en
abandonar la Iglesia, sino en rehacer nuestra vinculación con algún
grupo cristiano, comunidad, movimiento o parroquia donde poder Yo be venido para que tengan vida
compartir y reavivar nuestra esperanza. Jn 10,1-10
D o n d e unos hombres y mujeres caminan preguntándose por Jesús
y ahondando en su mensaje, allí se hace presente el Resucitado. Es fácil
que un día, al escuchar el evangelio, sientan de nuevo «arder su N o s quejamos tanto de los problemas, trabajos y penalidades de
corazón». nuestro vivir diario, que corremos el riesgo de olvidar que la vida es un
regalo. El gran regalo que todos hemos recibido de Dios.
D o n d e unos creyentes se encuentran para celebrar juntos la euca-
ristía, allí está el Resucitado alimentando sus vidas. Es fácil que un día Si no hubiéramos nacido, nadie nos habría echado en falta. Nadie
«se abran sus ojos» y lo vean. habría notado nuestra ausencia. T o d o habría seguido su marcha y
nosotros hubiéramos quedado olvidados para siempre en la nada.
Por muy muerta que aparezca ante nuestros ojos, en la Iglesia
habita el Resucitado. Por eso, también aquí tienen sentido los versos de Y, sin embargo, vivimos. Se ha producido ese milagro único e
A. Machado: «Creí mi hogar apagado, revolví las cenizas..., me quemé irrepetible que es mi vida. C o m o dice el genial pensador judío M.
la mano». Buber, «cada uno de los hombres representa algo nuevo, algo que
nunca antes existió, algo original y único».

Nadie, antes de mí, ha sido igual que yo ni lo será nunca. Nadie


verá jamás el m u n d o con mis ojos. Nadie acariciará con mis manos.
Nadie rezará a Dios con mis labios. Nadie amará nunca con mi
corazón.

Mi vida es insustituible. Es tarea mía y sólo yo la puedo vivir. Si yo

46 NUNCA LiS TARDE JOSÉ ANTONIO PAGÓLA 47


no lo hago, quedará para siempre sin hacer. Habrá en el m u n d o un 5 Pascua
vacío que nadie podrá llenar.
Por eso, aunque muchas veces lo olvidamos, el primer mandato que
los hombres recibimos de Dios es vivir. Mandato que no está escrito
en tablas de piedra, sino grabado en lo más h o n d o de nuestro ser.
N u e s t r o primer gesto de obediencia a Dios es vivir, amar la vida,
acogerla con corazón agradecido, cuidarla con solicitud, desplegar
todas las posibilidades encerradas en nosotros.
Pero vivir no significa sólo asegurar un buen funcionamiento de
nuestro organismo físico o lograr un desarrollo armonioso de nuestro
siquismo, sino crecer como seres plenamente humanos.
El ideal de «mens sana in corpore sano» puede ser algo perfecta- NO DESTRUIR LA VIDA
mente inhumano y empobrecedor, si no vivimos escuchando la llama-
da del Absoluto, abiertos al amor, creando en nuestro entorno una
vida siempre más humana. Yo soy el camino, la verdad y la vida

Son bastantes los cristianos que no llegan siquiera a sospechar que Jn 14,1-12
la fe es precisamente un principio de vida y vida sana. Les falta
descubrir por experiencia personal que Dios no es algo que, de todas
maneras, debe existir y a quien conviene tener en cuenta por si acaso, Entre nosotros se habla mucho de violencia, pero no siempre se
sino que Dios es precisamente y antes que nada «alguien que hace ahonda en las raíces de donde brotan ciertas formas de violencia y
vivir». destructividad propias de la sociedad actual.

A pesar de todas las dudas e incertidumbres, el creyente va des- Hay un tipo de violencia cuya principal raíz es la frustración.
cubriendo a Dios como alguien que sostiene la vida incluso en los C u a n d o una persona se siente frustrada en sus aspiraciones más hondas
momentos más adversos, alguien que da fuerzas para comenzar siem- hasta el punto de no poder ya creer en el amor, la amistad o la justicia,
pre de nuevo, alguien que alimenta en nosotros una esperanza indes- es fácil que en su corazón crezca la hostilidad y el rechazo.
tructible cuando la vida parece apagarse para siempre. El desengaño puede conducir al odio a la vida. Esa persona necesita
Al escuchar las palabras de Jesús: «Yo he venido para que tengan demostrar que la sociedad es despreciable, que todo está mal, los
vida y la tengan abundante», el creyente no necesita acudir a otros hombres son malos, uno mismo es malo.
para que le expliquen su sentido. El sabe que son verdad.
Entonces repudia las ideas y los valores, maltrata a las personas,
destroza las cosas, se destruye a sí mismo. Por este camino se puede
llegar al suicidio síquico y hasta físico.

H a y otra violencia que es resultado de una vida vacía, mutilada, no


vivida. El ser humano no tolera la vaciedad. Necesita dar sentido a su

48 NUNCA ES TARDF. JOSK ANTONIO PAGÓLA 49


6 Pascua
vida, dejar huella en el m u n d o , hacerse sentir. Y si no puede crear vida,
la destruye.
Para crear vida, se necesita ilusión, estímulo, trabajo, dedicación.
Para destruirla, basta sólo una cosa, usar la fuerza. Entonces la persona
se afirma a sí misma y se siente alguien destruyendo, maltratando,
haciendo daño.
Reconocidos sicólogos nos advierten también de una tendencia
patológica que parece extenderse hoy en algunos sectores de la socie-
dad, y es el amor a lo muerto, la «necrofilia». E. Fromm no duda en
considerarla un grave «síndrome de decadencia».
C u a n d o no se encuentra un sentido h o n d o a la vida, puede crecer
en la persona la atracción por lo muerto, lo inanimado. Fascinan más LA INMORTALIDAD
las máquinas o los coches que las mismas personas. Lo mecánico atrae
más que los seres vivos. Se ama la noche más que la luz del día.
Vosotros viviréis
Se busca el ruido y la agitación, y no tanto la creatividad y el
crecimiento interior. Poco a poco la vida «se exterioriza». La alegría de j n 14,15-21
vivir es sustituida por la frialdad del funcionamiento. Las preguntas
clave son éstas: ¿ya funcionas? ¿cómo va tu cuerpo? ¿funciona vuestro
matrimonio? Es una experiencia singular para un creyente leer precisamente
durante este tiempo de Pascua la última obra de Milán Knndera, «La
Pero el hombre no es una máquina. Lo sepa o no, el ser humano
inmortalidad», impregnada toda ella de escepticismo, desengaño y
necesita vivirse a sí mismo y vivir la vida entera hasta su última
cínica desesperanza.
hondura y verdad.
Para no verse perdido y desorientado, necesita conocer el camino. Mientras la liturgia nos recuerda la Buena Noticia de la resurrec-
Saber hacia dónde ha de orientar sus energías, su vitalidad, su capaci- ción, el célebre escritor checo nos predica sin piedad lo caduco, absur-
dad creadora. do y efímero de la existencia humana.

Para amar la vida, para construirla día a día, la persona necesita un Según Kundera, el hombre moderno «ya ni siquiera ve su vida
horizonte, una esperanza final. como un camino, sino como una carretera: una línea que va de un
Esto es precisamente lo que el cristiano va descubriendo en Aquel punto a otro punto». N a d a más. Vivir se ha convertido para muchos en
cuyas palabras recordamos todavía h o y : « Yo soy el camino, la verdad y «llevar por el m u n d o su dolorido yo».
la vida».
Pero el ser humano no se contenta. Busca algo más. Así se lamenta
uno de los personajes de su novela: «¿Para qué he vivido durante todos
esos años, si no he dejado en nadie ni una huella? ¿Qué ha quedado de
mi vida? ¡Nada, Agnes, nada!».

50 NUNCA US TARDF.
IOSF ANTONIO PAGÓLA 51
Ascensión del Señor
Entonces se busca la inmortalidad. Algunos lo hacen como Bettina,
luchando por «una gran inmortalidad»: trascenderse a sí mismos,
llegar a ser parte de la historia y ser recordados para siempre. O t r o s ,
como Laura, sólo aspiran a «la pequeña inmortalidad»: hacer algo para
que la recuerden todos los que la han conocido.
Pero Kundera insiste en que este afán de supervivencia es absoluta-
mente inútil. «La inmortalidad es una ilusión ridicula, una palabra
vacía, un viento atrapado en una red de mariposas». Los que nosotros
llamamos inmortales ya no existen. Al hombre no le queda otro
destino que «saborear el placer del total no ser». Eso es todo.
La fe del creyente es muy diferente. El sigue escuchando en el
fondo de su alma esas decisivas palabras de Jesús: « N o os dejaré PACIENCIA
desamparados, volveré... y vosotros viviréis porque yo sigo viviendo».
Tiene razón Kundera. La inmortalidad es «una ilusión ridicula» y
Yo estoy cotí vosotros
los hombres buscan lo imposible si estamos hablando de una in-
mortalidad que los seres humanos han de fabricarse ellos mismos. Mt 28,16-20
Pero hay una inmortalidad que tiene su origen en un Dios resucita-
dor y que el hombre puede acoger y disfrutar para siempre, como don
y regalo del Creador. La Ascensión es para el creyente una llamada a «seguir esperando»
a pesar de las decepciones, desengaños y desalientos que amenazan de
Para el creyente, el m u n d o no es el final de todo. La vida que ha
continuo nuestro caminar hacia el hogar definitivo.
puesto Dios en nosotros es mucho más que esta vida que conocemos.
La historia humana tiene un futuro inmortal porque Dios la mira con A lo largo de la vida podemos sentir una doble tentación: o bien
una ternura que Kundera desconoce. desistir de la marcha porque el camino nos resulta demasiado fatigoso,
o bien anticipar la llegada a la meta porque el camino se nos hace
Dios recoge con amor los esfuerzos y trabajos, las lágrimas y las
demasiado largo.
alegrías de los hombres. N a d a de lo que el ser humano ha buscado de
bueno, justo y digno quedará perdido para siempre en la muerte. La Ascensión es un buen día para escuchar la exhortación de la
Dios quiere vida, y vida eterna y feliz, también para esos hombres y Carta de Santiago: «Tened paciencia hasta que llegue el día del
mujeres de nuestros tiempos que el novelista checo describe como Señor».
seres que deambulan por este m u n d o «trasladando su alma dolorida de H o y se habla poco de la paciencia. Tenemos miedo de caer en una
un sitio a otro con la esperanza de que les duela menos». postura de resignación o debilidad, indigna del ser humano. Olvida-
mos que, según S. Pablo, la paciencia engendra esperanza (Rm 5,4).

Naturalmente, hemos de entenderla bien, pues la paciencia cristia-


na no consiste en adoptar una postura de «dimisión» ante la vida. Al

OSh ANTONIO PAGÓLA 53


52 NUNCA US TARDi;
Pentecostés
contrario, el hombre paciente resiste activamente a las adversidades,
manteniendo un espíritu firme y fuerte ante el desgaste de los años.
Pero en nuestros días hemos de recordar, sobre todo, que la pacien-
cia se opone a esa prisa y ansiedad que nos hacen vivir inquietos y
agitados, siempre corriendo, aunque no sepamos muy bien hacia don-
de.
H e m o s de aprender a respetar el ritmo de la vida. Cada cosa tiene
su tiempo. Es una insensatez estirar el tallo de una planta para acelerar
su crecimiento. Lo inteligente es regar bien la vida y saber esperar.
Tener paciencia con nosotros mismos y con el caminar de la historia.
Es peligrosa «la huida hacia adelante» del impaciente que adopta
siempre las posiciones que cree más progresistas sólo para sacudirse de ORAR NO ES TAN DIFÍCIL
encima el pasado, que se casa cuanto antes sólo por alejarse del hogar
paterno o que busca un nuevo amor sólo por olvidar mejor su anterior
fracaso amoroso. Recibir el Espíritu

H e m o s de aprender a recorrer pacientemente nuestro propio cami- Jn 20,19-23


no. U n camino único y original. C o n sus gozos y sus tristezas, sus
logros y sus fracasos, sus momentos buenos y sus momentos malos.
T o d o parece indicar que estamos perdiendo el sentido de la profun-
Recordemos los versos llenos de fe y de verdad de León Felipe:
didad y del misterio. Son muchos los que no conocen ya los caminos
«Nadie fue ayer, ni va hoy, ni irá mañana hacia Dios, por este camino
que conducen a la interioridad. Muchos los que no aciertan a encon-
que yo voy. Para cada hombre guarda un rayo nuevo de luz el sol, y un
trarse con Dios.
camino virgen Dios».
En ese caminar, los creyentes sabemos que no estamos solos. N o s Por eso, hay preguntas que fácilmente le brotan a uno en esta fiesta
acompaña el Resucitado. Su presencia nos sostiene, sus palabras nos de Pentecostés: ¿Podemos aprender a abrirnos al Espíritu? ¿Podemos
llenan de nuevo aliento: «Yo estaré con vosotros todos los días hasta el recuperar el gusto por la oración? ¿Qué puede hacer hoy un hombre o
fin del mundo». una mujer que desea encontrar a Dios y no tiene a nadie que le enseñe a
orar?

Desde este pequeño rincón quiero ofrecer algunas sugerencias que,


tal vez, pueden despertar en alguno la búsqueda de Dios.

Antes que nada, hemos de recordar algo m u y importante. Si yo no


encuentro a Dios dentro de mí, difícilmente lo encontraré fuera. Si, por
el contrario, puedo percibirlo en mi interior, lo podré descubrir en
medio de la vida.

54 NUNCA hSTARDi;
JOSI-: A N T O N I O PAGÓLA 55
Para abrirme a Dios, he de adoptar siempre una actitud de confian- Santísima Trinidad
za y amistad. Dios me ama, me entiende y me perdona como yo
mismo no soy capaz de amarme, entenderme y perdonarme. Puedo
sentirme seguro ante su amor insondable.

Ante Dios me presento tal como soy en realidad. Dejando a un lado


ese «personaje» que trato de ser ante los demás o que los demás creen
que soy. Dios me conoce y me mira con amor. N o tiene sentido tratar
de defenderme, engañarle o camuflarme.

Ante Dios he de estar yo todo entero, con mi cuerpo relajado, un


espíritu atento y una respiración en calma. Yo, con lo que siento y vivo
en ese momento. Con mis deseos y necesidades. C o n mis miedos,
alegrías y sufrimientos.
LA DANZA DE DIOS
En la oración casi siempre comenzamos por hablar nosotros a Dios
cuando lo más importante y decisivo es escuchar. Escuchar lo que
Que tengan vida eterna...
brota dentro de nosotros. Hacer silencio para percibir la presencia
amorosa y gozosa de Dios. Jn 3,16-18
T o d o lo que es parte de mi vida puede ser ocasión de oración. U n a
alegría, un dolor, un éxito, un fracaso, un problema, una necesidad, un
N o creo equivocarme mucho al pensar que bastantes arrinconan a
m o m e n t o feliz. Así la oración se hace a veces invocación, a veces
Dios porque lo encuentran triste y aburrido. Más de un joven repetiría
acción de gracias, otras, alabanza o petición de perdón.
hoy en el fondo de su alma las conocidas palabras de F. Nietzsche: «Yo
N o se necesita hablar mucho ante Dios. Bastan unas pocas palabras, creería únicamente en un Dios que supiera bailar».
repetidas una y otra vez despacio y con fe: «Dios mío, te necesito».
Lo que probablemente desconocía Nietzsche y desconocen los
«Tú conoces mi debilidad». «Enséñame a vivir». «Tú sólo eres grandes
y bueno». «Ten compasión de mí que no soy capaz de cambiar». «Te jóvenes de hoy es que, hace ya bastantes siglos, teólogos cristianos
doy gracias porque nos amas». «Tu fuerza me sostiene siempre». intuyeron a Dios como «danza gozosa de amor».
«Guíame por el camino recto». «Despierta en mí la alegría». «Enséña- Concretamente, para expresar la comunión de vida y la expansión
me a orar». de amor y ternura que acontece en el Dios trinitario, los Padres griegos
acuñaron un término técnico, «pcricoresis», que evoca la danza de la
Trinidad.

La «pericoresis» trata de sugerir el movimiento eterno de amor con


el que vibran las personas divinas, la vida que circula entre ellas, el
abrazo de amor en el que se entrelazan.

En la Trinidad todo es fiesta de amor, coreografía divina de belleza

56 NUNCA I'.S TARDI- |OSi; ANTONIO PAGÓLA 57


y júbilo transparente, comunicación gozosa de vida. C o n razón decía Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo
el gran teólogo suizo K. Barth: «La Trinidad de Dios es el misterio de
su belleza. Negarla es tener un Dios sin resplandor, sin alegría (¡y sin
humor!), un Dios sin belleza».

Ninguna filosofía ni religión ha tenido jamás la idea de «introdu-


cir» el diálogo amoroso, la danza armoniosa, el abrazo cariñoso en
Dios.

Entre ese misterio insondable de la Trinidad y nuestra vida cotidia-


na, penetrada toda ella, lo confesemos o no, por el deseo de amar y ser
amados, hay un parentesco profundo. Somos «imagen de Dios». Es-
tructurados desde lo más h o n d o de nuestro ser por la vida de la
Trinidad. Llamados a ser vestigio humilde pero real de ese amor
infinito.
DE LA MISA A LA EUCARISTÍA
En el fondo de toda ternura, en el interior de todo encuentro
amistoso, en la solidaridad desinteresada, en el deseo último enraizado El que come este pan
en la sexualidad humana, en la entraña de todo amor, siempre vibra el vivirá para siempre
amor infinito de Dios. Jn 6,51-59
Por eso, la vida del ser humano no tiene sentido sin amor. Para el
hombre o la mujer, vivir significa dar, acoger y compartir vida. Vivir,
en último término, es entrar en esa danza misteriosa de Dios y dejar Así reza el subtítulo de un excelente estudio en el que el teólogo
circular su vida en nosotros. guipuzcoano X. Basurko nos ofrece la síntesis adecuada para entender
y vivir la eucaristía en toda su riqueza.
Siempre que tratamos de encerrar a Dios en imágenes y conceptos
que no pueden reflejar su «danza trinitaria», estamos desfigurando a Durante muchos siglos, «la misa» ha sido el término familiar em-
Dios. Siempre que vivimos sin que se pueda percibir en nuestra vida el pleado en occidente para designar la reunión eucarística de los cristia-
sabor y la alegría de Dios, estamos destruyendo en nosotros su imagen. nos. C o m o es bien sabido, esta palabra viene de aquella despedida
pronunciada en latín: «Itte, missa est». C o n el tiempo, «misa» llegó a
significar la bendición final y, más tarde, toda la celebración.

Este viejo nombre de «misa» está lleno de resonancias socio-reli-


giosas y puede ser considerado como el indicador de una determinada
mentalidad que ha configurado la práctica religiosa de muchos cristia-
nos («oír misa», «decir misa», «sacar misas», «misa homenaje», «misa
polifónica», «misas gregorianas»...).

H o y se observa una tendencia generalizada a sustituir el viejo

58 NUNCA LS TARDL JOSL-: ANTONIO PAGÓLA 59


n o m b r e de «misa» por el de «eucaristía», término más antiguo, de 2 Tiempo Ordinario
raíces bíblicas más hondas y que significa «acción de gracias». Este
cambio de palabras no es un capricho de teólogos y liturgistas. Está
sugiriendo todo un cambio de actitud, el descubrimiento de unos
valores nuevos y una voluntad de vivir esta celebración en toda su
riqueza. C o m o dice X. Basurko: «Celebrar la eucaristía no es lo mismo
que decir misa u oír misa».
El cambio apunta a ir pasando de una misa entendida como acto
religioso individual hacia una eucaristía que alimenta y construye a
toda la comunidad.
De un asunto que concierne fundamentalmente al clero que «dice la
misa» mientras los demás asisten pasivamente «oyéndola», a una cele-
TESTIGOS
bración vivida por todos de manera activa e inteligible.
De una obligación sagrada, unida a un precepto bajo pecado mor-
tal, a una reunión gozosa que la comunidad necesita celebrar todos los Juan dio testimonio
domingos para alimentar su fe, crecer en fraternidad y reavivar su Jn 1,29-34
esperanza en Cristo resucitado.
De una misa que ha servido de marco para toda clase de aniversa-
rios, fiestas, homenajes o lucimiento de coros y solistas, a la celebra- Hay un proverbio judío que expresa bien la importancia que tiene
ción de la Cena del Señor por la comunidad creyente. el testimonio de los creyentes: «Si no dais testimonio de mí, dice el
De la conmemoración ritual del sacrificio expiatorio de Cristo en la Señor, yo no existo».
cruz, a una celebración que recoja también las demás dimensiones de la Lo mismo se puede decir hoy del testimonio de los cristianos. Si
eucaristía como banquete eucarístico, comunión fraterna y acción de ellos no saben ser testigos, el Dios de Jesucristo permanece oculto e
gracias a Dios. inaccesible a la sociedad.
Del cumplimiento de un deber religioso que nada tiene que ver con La única razón de ser de una comunidad cristiana es dar testimonio
la vida, a una celebración que es exigencia de amor solidario a los más de Jesucristo. Actualizar hoy en la sociedad el misterio del amor
pobres y de lucha por un m u n d o más justo. salvador de Dios manifestado en Cristo. La Iglesia no tiene otra
La fiesta del «Corpus Cbristi» puede ser m o m e n t o adecuado para justificación.
que, en cada comunidad parroquial, pastores y creyentes nos pregun-
En su último libro «Un Dios para hoy» (Ed. Herder 1988), Ai.
temos qué estamos haciendo para que la eucaristía sea, como quiere el
Neusch nos ha recordado que este testimonio de los creyentes se ha de
Concilio, «centro y cumbre de toda la vida de la comunidad cristiana».
dar hoy en un contexto sociológico'en el que Dios sufre un proceso
condenatorio.

En la sociedad actual se está llevando a cabo, de muchas maneras,

60 NUNCA KS TARDF JÓSE A N T O N I O PAGÓLA 61


un juicio sobre Dios y, con frecuencia, los testigos que hablan contra 3 Tiempo Ordinario
El reciben más audiencia que los que se pronuncian a su favor.
H e m o s de recordar que, en este contencioso sobre Dios, no todo lo
que viven los creyentes testimonia a su favor ni todo de la misma
manera. La Iglesia puede atraer hacia Dios, pero puede también alejar
de El.
Lo verdaderamente importante no es el número de testigos, pues la
verdad n o se decide por el criterio de las cifras. Lo decisivo no es
tampoco el mensaje verbal que se pronuncia, aunque hemos de seguir
hablando de Dios.

Lo que ha de crecer no es tanto el número de bautizados, sino su fe


y su amor. Lo que ha de cambiar no es tanto el mensaje verbal de la LA SEGUNDA LLAMADA
Iglesia cuanto la vida de las comunidades cristianas.
Difícilmente ayudará hoy la Iglesia a creer en Dios desarrollando
Jesús los llamó
información religiosa y doctrinal, si no es, al mismo tiempo, en sí
misma, manifestación del amor salvador de Dios. Mt 4,12-23

Dios no se impone en una sociedad por la autoridad de los argu-


mentos, sino por la verdad que emana de la vida de aquellos creyentes
De ordinario, casi siempre que se habla de la vocación o de la
que saben amar de manera efectiva e incondicional.
llamada de Dios, se considera que es un asunto de jóvenes que todavía
N o hemos de olvidar que «el único testimonio creíble es el de un apenas han estrenado la vida.
amor efectivo a los hombres, pues sólo el amor puede testimoniar del
Y, ciertamente, para un creyente es muy importante la escucha de
Dios Amor» (M. Neusch).
Dios en esa decisión o dirección inicial que uno da a su existencia, al
Tal vez una de las tragedias del m u n d o actual tan radicalizado en elegir un determinado proyecto de vida.
muchos aspectos, es el no contar hoy con experiencias de «fe radical» y
Pero Dios no se queda m u d o al pasar los años, y su llamada,
de «testigos vivos» de Dios.
discreta pero persistente, nos puede interpelar cuando hemos camina-
La figura del Bautista, verdadero testigo de Jesucristo, nos obliga a do ya un buen trecho de vida. Esta «segunda llamada» puede ser, en
hacernos una pregunta: Mi vida, ¿ayuda a alguien a creer en Dios o ocasiones, tan importante o más que la primera.
más bien aleja de El?
Es normal, en plena juventud, seguir la propia vocación con temor
pero también con ilusión y generosidad. La pareja que se casa, el
sacerdote que sube al altar, la religiosa que se compromete ante Dios,
saben que inician «una aventura», pero lo hacen con entusiasmo y fe.

Luego, los roces de la vida y nuestra propia mediocridad nos van

62 NUNCA LSTARDL JOSÉ A N T O N I O PACIÓLA 63


desgastando. Aquel ideal que veíamos con tanta claridad parece oscu- 4 Tiempo Ordinario
recerse. Se puede apoderar de nosotros el cansancio y la insensibilidad.
Tal vez seguimos caminando, pero la vida se hace cada vez más
dura y pesada. Ya sólo nos agarramos a nuestro pequeño bienestar.
Seguimos «tirando», pero, en el fondo, sabemos que algo ha muerto en
nosotros. La vocación primera parece apagarse.
Es precisamente en ese m o m e n t o cuando hemos de escuchar esa
«segunda llamada» que puede devolver el sentido y el gozo a nuestra
vida. Dios comienza siempre de nuevo. Es posible reaccionar.
La escucha de la «segunda llamada» es ahora más humilde y realis-
ta. Conocemos nuestras posibilidades y nuestras limitaciones. N o nos
podemos engañar. Tenemos que aceptarnos tal como somos.
MAL PROGRAMADOS
Es una llamada que nos obliga a desasimos de nosotros mismos
para confiar más en Dios. Conocemos ya el desaliento, el miedo, la
tentación de la huida. N o podemos contar sólo con nuestras fuerzas. Dichosos...
Puede ser el momento de iniciar una vida más enraizada en Dios. Mt 5,1-12
Esta «segunda llamada» nos invita, por otra parte, a no echar a
perder por más tiempo nuestra vida. Es el m o m e n t o de acertar en lo
esencial y responder a lo que pueda dar verdadero sentido a nuestro Todos experimentamos que la vida está sembrada de problemas y
vivir diario. conflictos que en cualquier m o m e n t o nos pueden hacer sufrir. Pero, a
pesar de todo, podemos decir que la «felicidad interior» es uno de los
La «segunda llamada» exige conversión y renovación. Dice L.
mejores indicadores para saber si una persona está acertando en el
Boros que «sólo el pecador es viejo, pues conoce el hastío de la vida, y
difícil arte de vivir. Se podría incluso afirmar que la verdadera felicidad
el hastío es una señal de vejez».
no es sino la vida misma cuando está siendo vivida con acierto y
Dios sigue en silencio nuestro caminar, pero nos está llamando. Su plenitud.
voz la podemos escuchar en cualquier fase de nuestra vida, como
aquellos discípulos de Galilea que, siendo ya adultos, siguieron la Nuestro problema consiste en que la sociedad actual nos programa
llamada de Jesús. para buscar la felicidad por caminos equivocados que casi inevitable-
mente nos conducirán a vivir de manera desdichada.

U n a de las instrucciones erróneas dice así: «Si no tienes éxito, no


vales». Para conseguir la aprobación de los demás e, incluso, la propia
estima hay que triunfar.

La persona así programada difícilmente será dichosa. Necesitará


tener éxito en todas sus pequeñas o grandes empresas. Cuando fracase

64 NUNCA F.S TARDF. JOSli ANTONIO PAGÓLA 65


en algo, sufrirá de manera indebida. Fácilmente crecerá su agresividad 5 Tiempo Ordinario
contra la sociedad y contra la misma vida.
Esa persona quedará, en gran parte, incapacitada para descubrir
que ella vale por sí misma, por lo que es, aun antes de que se le añadan
éxitos o logros personales.
La segunda equivocación es ésta: «Si quieres tener éxito, has de
valer más que los demás». H a y que ser siempre más que los otros,
sobresalir, dominar.
La persona así programada está llamada a sufrir. Vivirá siempre
envidiando a los que han logrado más éxito, los que tienen mejor nivel
de vida, los de posición más brillante.
En su corazón crecerá fácilmente la insatisfacción, la envidia oculta, EL CORAJE DE NO SER PERFECTOS
el resentimiento. N o sabrá disfrutar de lo que es y de lo que tiene.
Vivirá siempre mirando de reojo a los demás. Así, difícilmente se
Si la sal se vuelve sosa
puede ser feliz.
O t r a consigna equivocada: «Si no respondes a las expectativas, no Mt 5,13-16
puedes ser feliz». Has de responder a lo que espera de ti la sociedad,
ajustartc a los esquemas. Si no entras por donde van todos, puedes
Los seres humanos tendemos a aparecer ante los demás como más
perderte.
inteligentes, más buenos, más nobles de lo que realmente somos. N o s
La persona así programada se estropea casi inevitablemente. Termi- pasamos la vida tratando de ocultar nuestros defectos para aparentar
na por no conocerse a sí misma ni vivir su propia vida. Sólo busca lo ante los demás y ante nosotros mismos una perfección que no posee-
que buscan todos, aunque no sepa exactamente por qué ni para qué. mos.
Las Bienaventuranzas nos invitan a preguntarnos si tenemos la vida Los sicólogos dicen que esta tendencia se debe, sobre todo, al deseo
bien planteada o no, y nos urgen a eliminar programaciones equivoca- de afirmarnos ante nosotros mismos y ante los otros para defendernos
das. ¿Qué sucedería en mi vida si yo acertara a vivir con un coraztSn así de su posible superioridad.
más sencillo, sin tanto afán de posesión, con más limpieza interior, más
Falta en nosotros la verdad de «las buenas obras» y llenamos
atento a los que sufren, con una confianza grande en un Dios que me
nuestra vida de palabrería y de toda clase de disquisiciones.
ama de manera incondicional? Por ahí va el programa de vida que nos
N o somos capaces de dar al hijo un ejemplo de vida digna, y nos
trazan las Bienaventuranzas de Jesús.
pasamos los días adoctrinándolo y exigiéndole lo que nosotros no
vivimos.
N o somos coherentes con nuestra fe cristiana, y tratamos de justifi-
carnos criticando a quienes han abandonado la práctica religiosa. N o
somos testigos del evangelio, y nos dedicamos a predicarlo a otros.

JOSIÍ ANTONIO l'AÍ.Ol A 67


66 NUNCA l-.S TARDI-.
Tal vez, hayamos de comenzar por reconocer pacientemente nues-
6 Tiempo Ordinario
tras limitaciones e incoherencias, para poder presentar a los demás sólo
la verdad de nuestra vida.

Si tenemos el coraje de aceptar nuestra mediocridad, nos abriremos


más fácilmente a la acción de ese Dios que puede transformar todavía
nuestra vida.

Jesús habla del peligro de que «la sal se vuelva sosa». San Juan de la
Cruz lo dice de otra manera: «Dios os libre que se comience a envane-
cer la sal, que aunque más parezca que hace algo por fuera, en substan-
cia no será nada, cuando está cierto que las buenas obras no se pueden
hacer sino en virtud de Dios».

Para ser «sal de la tierra», lo importante no es el activismo, la


NO MATARAS
agitación, el protagonismo superficial, sino «las buenas obras» que
nacen del amor a ese Dios que actúa en nosotros.
No matarás
Con qué atención deberíamos escuchar hoy en el interior de la
Iglesia estas palabras del mismo Juan de la Cruz: «Adviertan, pues, Mt 5,17-37
aquí los que son muy activos y piensan ceñir el m u n d o con sus
predicaciones y obras exteriores, que mucho más provecho harían a la
Iglesia y mucho más agradarían a Dios... si gastasen siquiera la mitad Es realmente aterrador estudiar los Informes que publica cada año,
de ese tiempo en estarse con Dios en oración». con su habitual rigor, Amnistía Internacional sobre las violaciones de
los derechos humanos en el m u n d o .
De lo contrario, según el místico doctor, «todo es martillear y
hacer poco más que nada, y a veces nada, y aun a veces daño». En Decenas de miles de personas mueren anualmente víctimas de
medio de tanta actividad y agitación, ¿dónde están nuestras «buenas matanzas masivas, ejecuciones secretas, juicios sumarísimos o como
obras»? consecuencia de torturas inhumanas.

Algunos fueron asesinados a la puerta de su casa, en mezquitas o


iglesias. O t r o s eliminados en comisarías de policía, celdas secretas,
cuarteles militares o dependencias gubernamentales.

Muchas de estas personas han sido ejecutadas exclusivamente por


sus convicciones políticas o religiosas, o por razones de color, origen
étnico o idioma.

Resulta especialmente estremecedor constatar los esfuerzos por


ocultar tanta indignidad: ejecuciones nocturnas, desaparición de las
víctimas, eliminación de pruebas, intervención de «escuadrones de la

68 NUNCA LS TARDF
JOSF. A N T O N I O PAGÓLA 69
7 Tiempo Ordinario
muerte» y fuerzas paramihtares secretas, prohibición de investigacio-
nes imparciales.
Según los datos, la década de los ochenta se ha caracterizado por el
número extraordinario de asesinatos masivos o individuales cometidos
precisamente por fuerzas gubernamentales.
El «no matarás» bíblico, tan radicalmente asumido y predicado por
Jesús, sigue siendo violado de manera sistemática en el m u n d o , incluso
por aquellos que tienen el deber de proteger la vida de las personas.
¿Qué podemos hacer cada uno de nosotros ante esa barbarie mun-
dial? ¿ C ó m o contribuir a crear una conciencia internacional que reac-
cione con más fuerza ante atentados tan execrables?
CORDIALIDAD
Un cauce sencillo pero eficaz es colaborar en la actividad que viene
realizando de manera incansable Amnistía Internacional. La actuación
de este prestigioso organismo de carácter independiente se centra sobre Si saludáis
todo en estas tareas: sólo a vuestros hermanos...
Liberar a «los presos de conciencia» que no han recurrido a la Mt 5,38-48
violencia ni han abogado por ella, presionando a las autoridades por
medio de cartas y escritos, y alertando a la opinión pública sobre los
presos olvidados. N o es la manifestación sensible de los sentimientos el mejor criterio
para verificar el amor cristiano, sino el comportamiento solícito por el
Propugnar juicios imparciales para todos los presos políticos, de-
bien del otro. Por lo general, un servicio humilde al necesitado encie-
fendiéndolos de injusticias y arbitrariedades.
rra, casi siempre, más amor que muchas palabras efusivas.
Detectar y denunciar las torturas y el trato inhumano y degradante
impuestos a cualquier categoría de presos. Pero se ha insistido a veces de tal manera en el esfuerzo de la
voluntad que hemos llegado a privar a la caridad de su contenido
Luchar por la abolición de la pena de muerte vigente todavía en afectivo.
más de cien países y realizar campañas ante la inminente ejecución de
algún recluso. Y, sin embargo, el amor cristiano que nace de lo profundo de la
persona inspira y orienta también los sentimientos, y se traduce en
afecto cordial.

Amar al prójimo exige hacerle bien, pero significa también aceptar-


lo, respetarlo, descubrir lo que hay en él de amable, hacerle sentir
nuestra acogida y amor.

La caridad cristiana induce a la persona a adoptar una actitud

JOSl. ANTONIO l'ACOl A 71


70 NUNCA KSTAROr.
cordial de simpatía, solicitud y afecto, superando posturas de antipatía, 8 Tiempo Ordinario
indiferencia o rechazo.
Naturalmente, nuestro m o d o personal de amar viene condicionado
por la sensibilidad, la riqueza afectiva o la capacidad de comunicación
de cada uno. Pero el amor cristiano promueve la cordialidad, el afecto
sincero y la amistad entre las personas.
Esta cordialidad no es mera cortesía exterior exigida por la buena
educación ni simpatía espontánea que nace al contacto con las personas
agradables, sino la actitud sincera y purificada de quien se deja vivificar
por el amor cristiano.
Tal vez no subrayamos hoy suficientemente la importancia que
tiene el cultivo de esta cordialidad en el seno de la familia, en el ámbito EL BECERRO DE ORO
del trabajo y en todas nuestras relaciones.
La cordialidad ayuda a las personas a sentirse mejor, suaviza las
No podéis servir a Dios
tensiones y conflictos, acerca posturas, fortalece la amistad, hace crecer
y al Dinero
la fraternidad.
La cordialidad ayuda a liberarse de sentimientos de egoísmo y M t 6,24-34
rechazo, pues se opone directamente a nuestra tendencia a dominar,
manipular o hacer sufrir al prójimo. Quienes saben acoger y comuni-
car afecto de manera sana y generosa crean en su entorno un m u n d o La caída de los regímenes comunistas en los países del Este ha
más humano y habitable. mostrado que no se puede construir la justicia matando la libertad.
Ambas son indisociables. Sólo los pueblos libres pueden construir un
Jesús insiste en desplegar esta cordialidad, no sólo ante el amigo o m u n d o más justo.
la persona agradable, sino incluso ante quien nos rechaza. Recordemos
Pero los llamados «países libres» de occidente son más esclavos que
unas palabras suyas que nos revelan su estilo de ser: «Si saludáis sólo a
nunca de un «capitalismo sin entrañas» que, para procurar el bienestar
vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario?»
relativo de mil millones de personas, no duda en condenar a la miseria
a los otros cuatro mil quinientos millones que pueblan la tierra.
Los datos nos dicen que, poco a poco, pero de manera inexorable,
«el pastel se reparte cada vez entre menos bocas». Aquella Europa que
hace unos años ofrecía «acogida generosa» a trabajadores extranjeros
que llegaban a realizar trabajos que nadie quería, dicta hoy «leyes de
extranjería» para poner barreras infranqueables al hambre que noso-
tros mismos estamos contribuyendo a crear en el Tercer M u n d o .
¿A quién le importa en Europa que dos continentes enteros -África

72 NUNCA F.STARDi: jOSF, ANTONIO PAGÓLA 73


y América Latina- tengan hoy un nivel de vida más bajo que hace diez 9 Tiempo Ordinario
años? ¿Quién se va a preocupar por Jos catorce millones de niños que
mueren de hambre cada año, en esta Europa en la que siguen creciendo
los movimientos racistas, a veces de manera descarada y casi siempre
maquillados de mil formas diferentes?
Ya nos vamos habituando a contemplar, bien acomodados en nues-
tro sillón, cómo son expulsados esos albaneses enfermos, hambrientos
y desesperados que llegan a los puertos italianos. Nadie parece reaccio-
nar con demasiada convicción ante el espectáculo de esos africanos que
intentan «la travesía imposible», para acabar en el fondo del mar o en
los calabozos de la Guardia que vigila las costas de Tarifa.
La Iglesia no puede hoy anunciar el Evangelio en esta Europa sin
desenmascarar toda esa inhumanidad y sin plantear las preguntas que LEER LA BIBLIA
apenas nadie se quiere hacer.
¿Por qué hay personas que mueren de hambre, si Dios puso en El que escucha estas palabras mías...
nuestras manos una tierra que tiene recursos suficientes para todos?
Mt 7,21-27
¿Por qué tenemos que ser competitivos antes que humanos? ¿Por
que la competitividad tiene que marcar las relaciones entre las personas
y entre los pueblos, y no la solidaridad?
Bastantes personas tienen hoy algún ejemplar de la Biblia en su
¿Por qué hemos de aceptar como algo lógico e inevitable un sistema casa, pero pocos la abren y leen con cierta frecuencia. Las razones son
económico que, para lograr el mayor bienestar de algunos, hunde a diversas. N o encontramos tiempo. N o s falta una preparación adecua-
tantas víctimas en la pobreza y marginación, casi como por necesidad da. N o sabemos por dónde empezar. N o estamos habituados a alimen-
intrínseca? tar ahí nuestra vida cristiana.
¿Por qué hemos de seguir alimentando el consumismo como «filo-
Sin embargo, la lectura personal de la Biblia es uno de los medios
sofía de la vida», si está provocando en nosotros una «espiral insacia-
más válidos para «escuchar las palabras de Jesús y ponerlas en prácti-
ble» de necesidades artificiales que nos va vaciando de espíritu y
ca». Al invitarnos a todos a una lectura frecuente, el Vaticano II nos
sensibilidad humanitaria?
repite las palabras de S. Jerónimo: «Desconocer las Escrituras es des-
¿Por qué hemos de seguir desarrollando el culto al dinero como el conocer a Cristo».
único dios que ofrece seguridad, poder y felicidad? ¿Es ésta, acaso, «la
nueva religión», que hará progresar al hombre moderno hacia niveles ¿Qué puede hacer un cristiano que no tiene preparación alguna y
de mayor humanidad? sin embargo desea leer la Biblia? ¿ C ó m o aprender a escuchar a Dios en
las Escrituras? H e aquí algunas orientaciones prácticas:
N o son preguntas para otros. Cada uno las hemos de escuchar en
nuestra conciencia como eco de aquellas palabras de Jesús: « N o podéis Reservar todos los días quince minutos para dedicarlos a leer y
servir a Dios v al Dinero». saborear la Biblia con calma y tranquilidad.

74 NUNCA [-STARDI JOSK ANTONIO PAGÓLA 75


C o m e n z a r haciendo un rato de silencio para distanciarnos de las 10 Tiempo Ordinario
impresiones y preocupaciones del día, y tomar conciencia de lo que
vamos a hacer: «No voy a leer un libro cualquiera; voy a escuchar a
Dios que me quiere decir algo».
Antes de leer un trozo, conviene saber qué libro voy a leer, quién lo
ha escrito y con qué intención. Para ello basta leer las breves pero
sustanciosas introducciones que suelen traer las Biblias antes de cada
libro.
Durante la lectura, es muy útil leer las notas que vienen a pie de
página, porque nos aclararán frases y palabras que, tal vez, no entende-
mos bien.
H e m o s de leer el texto muy despacio, mucho más despacio que lo LA FE, FUENTE DE SALUD
habitual, para captar bien lo que me quiere decir. N o hemos de tener
prisa alguna por acabar un pasaje o un capítulo.
No tienen necesidad de médico
Las frases oscuras o difíciles de interpretar, podemos pasarlas por
los sanos, sino los enfermos
alto y detenernos en aquello que nos resulta claro. Ya las entenderemos
un día más adelante. Mt 9,9-13
Conviene leer la Biblia según un plan. Lo mejor es empezar por los
evangelios en este orden: Lucas, Marcos, Mateo y Juan; luego los
U n o de los datos más firmes de la tradición evangélica es, sin duda,
Hechos de los Apóstoles, las cartas de S. Juan, las cartas más breves de
la actuación curadora de Jesús que difunde e irradia salud allí donde la
S. Pablo... Puede ser un buen método ir leyendo durante la semana las
vida aparece deteriorada e, incluso, malograda y aniquilada.
lecturas que se leerán en la eucaristía del domingo siguiente.
Después de leer un breve trozo, nos podemos hacer estas pregun- Sin embargo, la Iglesia ha ido olvidando, en gran parte, el potencial
tas: En este texto, Dios ¿qué me enseña? ¿qué aspecto de la vida me sanante que se encierra en la fe cristiana. Los creyentes apenas valora-
ilumina? En este texto, Dios ¿a qué me invita? ¿a qué me compromete? mos ya la fuerza terapéutica que posee la adhesión sana a Jesucristo.
En este texto, Dios ¿qué confianza despierta en mí? ¿qué esperanza me H e m o s olvidado las palabras de Jesús: « N o tienen necesidad de médi-
ofrece? co los sanos, sino los enfermos».

Tal vez, una de las tareas más importantes de las comunidades


cristianas sea la de recuperar y desarrollar toda la fuerza sanadora que
la vivencia cristiana de la fe puede tener para los hombres y mujeres de
hoy.

Es cierto que hoy se exalta el valor de la salud física y mental, y se


dedican toda clase de esfuerzos a prevenir y combatir las enfermeda-

76 NUNCA LS TARDL JOSF. A N T O N I O PAGÓLA 77


des, pero, al mismo tiempo, estamos construyendo una sociedad don- 11 Tiempo Ordinario
de no es fácil vivir de manera sana.
Al decir de los expertos, el estilo de vida es el factor que más
influye en nuestra salud o enfermedad. Y, de hecho, estamos p r o m o -
viendo un estilo de vida donde la falta de sentido, la carencia de
valores, la incomunicación, un cierto tipo de consumismo, la imposibi-
lidad de realizar un proyecto vital y tantas otras frustraciones, impiden
a las personas crecer y desarrollarse sanamente.
Precisamente, la fe se revela sobre todo como «fuente de salud»
cuando aporta sentido a la vida de las personas y les proporciona la
base espiritual que les permite un crecimiento sano.
La falta de sentido es hoy uno de los focos más importantes de NUEVA CULTURA DEL TRABAJO
enfermedad. La persona que vive sin sentido no puede crecer de
manera sana. Corre el riesgo de caer en el vacío interior, la frag-
mentación, el deterioro síquico y somático de su personalidad. Dad gratis

Por eso, cuando una persona cultiva su fe, dando un sentido último Mt 9,36-10,8
a su vida, está sembrando salud en el interior mismo de su ser, pues «la
saltación se proifuce mediante el hallazgo de sentido» (V. Frankl).
La reactivación económica no va a suprimir el paro. Al contrario, la
Por otra parte, cuando la persona se ve frustrada en sus necesidades
automatización de los procesos de producción y las nuevas tecnologías
más profundas y queda privada de amor, acogida y perdón, su vida no
van a suponer una serie de reajustes que dejarán sin trabajo a sectores
puede ya crecer de manera armoniosa y sana. Corre el nesgo de caer en
importantes de gentes.
el resentimiento, la culpabilidad malsana, la falta de autoestima, la
autodestrucción (A. H. Maslow). Poco a poco, todos iremos tomando conciencia de algo que todavía
La fe en el amor incondicional de Dios revelado en Jesucristo no queremos ver: no podrá haber pleno empleo para todos los ciuda-
puede, entonces, ofrecer a esas personas la fuerza necesaria para un danos a tiempo completo. El «sistema» actual es incapaz de crear y
garantizar empleo universal.
crecimiento y una autorreahzación sana.
Esto significa que vamos a vivir una situación hasta ahora des-
conocida. Las reivindicaciones centradas en la creación de puestos de
trabajo y las políticas de pleno empleo quedarán desfasadas.

Poco a poco se verá cada vez con más claridad la necesidad de una
nueva cultura del trabajo en la que el hombre va a verse obligado a no
organizar su vida sobre el eje de un empleo remunerado.

Es natural que los expertos se esfuercen en diseñar hoy fórmulas

78 NUNCA LSTARDF. JOSL ANTONIO PACIÓLA 79


diversas de organización social e, incluso, proyectos globales de socie- 12 Tiempo Ordinario
dad.
Se habla de desarrollar una política que garantice «la plena activi-
dad» de todos los ciudadanos. Aunque no todos puedan tener un
empleo en el sentido clásico, se pueden promover trabajos productivos
y ocupaciones socialmente útiles de manera que nadie se vea excluido
de ejercer alguna actividad.
Se hacen también propuestas (a veces, demasiado simplistas) de
reducir el trabajo de cada persona para que sean más los que puedan
trabajar.
Se avanzan fórmulas para que todo ciudadano tenga derecho a una
asignación básica universal de por vida. N o se trataría de una nueva ¿AGNÓSTICOS?
medida de tipo asistencial, sino de una organización socio-económica
nueva en la que el salario personal no dependería de forma exclusiva,
como hasta ahora, de las horas trabajadas. Si uno me niega ante los hombres...

Muchas de estas fórmulas no pueden ser llevadas a cabo a corto Mt f0,26-33


plazo, no p o r q u e técnicamente sean imposibles, sino porque los crite-
rios económicos y la voluntad política, empresarial y fiscal sirven a
otros intereses. Pocos nos han ayudado tanto como Chnstian Chabanis a conocer
la actitud concreta del hombre contemporáneo ante el problema de
Por otra parte, ¿cuántos son los ciudadanos dispuestos a sufrir en
Dios. Sus famosas entrevistas son documentos imprescindibles para
su propia carne los costes inevitables de una organización más justa del
saber qué piensan hoy los científicos y pensadores más reconocidos
trabajo? ¿Quién está dispuesto a reducir su trabajo si va acompañado
acerca de Dios.
de una cierta reducción salarial, o a seguir trabajando para que la
sociedad pueda ofrecer a todo ciudadano un salario básico? A los pocos meses de su muerte, se ha publicado ahora un hermoso
libro, «Obsession de Dieu» donde se recogen sus experiencias e impre-
Una nueva cultura del trabajo sólo será posible si las personas
siones personales en este debate sobre Dios.
cambiamos nuestras actitudes. El mensaje de Jesús nos indica la direc-
ción correcta: «Dad gratis». Felices aquellos que saben trabajar y Chabanis nos confiesa que, cuando inició sus entrevistas a los ateos
actuar por los demás gratuitamente, sin esperar siempre una compen- más prestigiosos de nuestros días, pensaba encontrar en ellos un ateís-
sación por su servicio. m o riguroso y bien fundado. En realidad descubrió que, tras graves
profesiones de lucidez y honestidad intelectual, se escondía con fre-
cuencia una ausencia de «búsqueda de verdad absoluta y una profesión
de fe fácil en el progreso, la ciencia o el porvenir del hombre».
N o sorprende demasiado la constatación del escritor francés, pues
algo semejante sucede entre nosotros. La mayoría de las personas que

80 NUNCA LS TARDL JOSK ANTONIO PACIÓLA 81


renuncian a creer en Dios, lo hacen sin haber vivido proceso alguno de 13 Tiempo Ordinario
búsqueda.
Pienso, sobre todo, en tantos hombres y mujeres que se confiesan
agnósticos, a veces de manera ostentosa, cuando en realidad están lejos
de un verdadero agnosticismo.
El agnóstico es una persona que se plantea el problema de Dios y,
al no encontrar razones suficientes para creer en El, suspende el juicio.
El agnosticismo es, pues, una búsqueda que termina en frustración.
Sólo después de haber buscado, adopta el agnóstico la postura que
¡uzga más honrada: « N o sé si existe Dios. Yo no encuentro razones ni
para creer ni para no creer».

La postura más extendida hoy consiste más bien en desentenderse ARTISTAS ANÓNIMOS
de la cuestión de Dios, no preocuparse del sentido último de la
existencia. Muchos de los que se llaman agnósticos son, en realidad,
personas que no buscan. Vidas «sin voluntad de verdad real», que diría El que dé a beber...
X. "Zubiri.
Mt 10,37-42
Les resulta indiferente que Dios exista o no exista, que la vida tenga
un sentido último o no. A ellos les basta con «dejarse vivir», abando-
narse «a lo que fuere», sin ahondar en la raíz de las cosas y de la vida. Sus rostros no aparecen en la televisión. Nadie airea su nombre en
la radio o la prensa. Pero son hombres y mujeres grandes, porque su
¿Es ésa la postura más humana ante la realidad? ¿Se puede presen-
vida es una bendición en medio de esta sociedad.
tar como progresista una vida en la que está ausente la voluntad de
buscar la verdad última de todo? Ellos forman ese ejército pacífico de voluntarios que trabajan de
manera gratuita y callada, sólo porque les nace del corazón estar junto
La pregunta radical de Jesús a los discípulos nos sigue interpelando
a los que sufren.
a todos: «¿Qué buscáis?». Hacerse persona es buscar. Hacerse creyen-
te es buscar a Dios como el sentido y fundamento de todo. La actitud Jóvenes que pasan el fin de semana con el minusválido necesitado
menos humana y menos creyente es la despreocupación frivola de de amistad y compañía. Mujeres que se hacen cargo de esos ancianos
quien no busca la verdad real. que no tienen a nadie que se ocupe de ellos. Matrimonios que acogen
en su casa a un toxicómano para acompañarlo en su rehabilitación.
Yo me los he encontrado sirviendo a los vagabundos en el comedor
social «Aterpe» o en los albergues para transeúntes. Los he visto
escuchando con solicitud a través del «Teléfono de la Esperanza» a
personas hundidas en la depresión o la angustia. C o n o z c o su constan-
cia para acercarse a la cárcel, domingo tras domingo, a compartir unas
horas con los presos.

82 NUNCA I-.S TARI)! JOSt: ANTONIO PACO! A 83


14 Tiempo Ordinario
Los voluntarios no son personas de cualidades excepcionales. Son
sencillamente humanos. Tienen ojos para descubrir las necesidades de
la gente, oídos para escuchar su sufrimiento, pies para acercarse a quien
está solo, manos para tendérselas a quien necesita ayuda y, sobre todo,
un corazón grande donde cabe todo ser desvalido.

Eso es precisamente lo más importante: los voluntarios ponen


verdadero amor en la sociedad actual. N o s ayudan a descubrir que no
se debe confundir el amor con el sentimentalismo o la limosna. Q u e la
solidaridad se construye con gestos, y no con palabras.

Los voluntarios nos enseñan que amar al ser humano significa


querer a las personas concretas, y no simplemente a los sistemas, los
partidos o las estructuras. LA «BERAKAH»
Los voluntarios no cobran dinero, pero ganan muchísimo. Ganan
la sonrisa del enfermo, el cariño del preso, las lágrimas agradecidas del
Te doy gracias, Padre...
anciano. Ganan, sobre todo, el placer de aliviar el sufrimiento del
hermano. Mt 11,25-30

Gloria Fuertes, con su ternura de mujer poeta, dice que el premio


del voluntario es que se convierte en un artista: «El voluntario no ha
Entre las oraciones de Jesús recogidas por la tradición una de las
pintado un cuadro, no ha hecho una escultura, no ha inventado una
más bellas es, sin duda, este grito espontáneo de gozo, admiración y
música, no ha escrito un poema, pero ha hecho una obra de arte con
agradecimiento que sale de sus labios: «Yo te bendigo, Padre, Señor de
sus horas libres».
cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendi-
Jesús piensa en un premio todavía más grande para ellos: «El que dos y se las has descubierto a la gente sencilla».
dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca a uno de
Los exégetas descubren en estas palabras de Jesús una «berakah» o
estos pobrecillos... no perderá su paga, os lo aseguro».
«bendición a Yahvé», que es la oración más típica de la espiritualidad
judía.
En su forma más sencilla, la «berakah» es un grito de admiración,
«¡Bendito sea Yahve!» (Baruk Yahveh) al que sigue una exposición del
motivo que provoca la acción de gracias.
Para el creyente israelita, todo puede ser motivo de «berakah», es
decir, de alabanza y acción de gracias: el despertar y el atardecer, el
calor bienhechor del sol y las lluvias de primavera, el nacimiento del
hijo y la muerte serena del anciano, el regalo de la vida y el disfrute de
la liturgia del templo.

84 NUNCA ES TARDE JOSÉ ANTONIO I'ACOEA 85


15 Tiempo Ordinario
Estas «berakah» que acompañan la vida cotidiana del judío, desde
que se despierta hasta que se acuesta, crean todo un estilo de vida
donde la acción de gracias y la alabanza ocupan un lugar central.
Tal vez, una de las desgracias del cristianismo sea el haber perdido,
en gran parte, el talante y la actitud religiosa que entraña la «berakah»
judía. De hecho, la religión de bastantes cristianos se alimenta más del
miedo que de la admiración y la alabanza.
Cuando Dios es percibido como un ser amenazador y temible ante
el cual lo mejor es protegerse, el miedo a ese Dios provoca una religión
donde lo más importante es mantenerse puros ante El, no transgredir
sus mandatos, expiar nuestros pecados y asegurarnos así la salvación.
Cuando, por el contrario, Dios es captado como amor infinito y HOMBRE «LIGHT»
misterio fascinante, la admiración ante ese Dios suscita una vivencia
religiosa en la que predominan la alabanza, la acción de gracias y el
Sembrado en terreno pedregoso...
reconocimiento gozoso.
Mt 13,1-23
La plegaria eucarística, nacida de la «berakah» )udía, está toda ella
fundamentada en la admiración, la alabanza y la acción de gracias. N o
se habla en ella de recompensas ni de castigos. Su lenguaje no es el de la
Así llama el catedrático de psiquiatría E. Rojas a cierto tipo de
utilidad o el pragmatismo. Desde el comienzo se nos invita a levantar el
hombre, fruto típico de la civilización contemporánea.
corazón y dar gracias a Dios.
Todos conocemos esos productos modernos «rebajados» de su
Por eso, X. Basurko, en un sugerente capítulo de su obra «Compar-
verdadero contenido: café descafeinado, leche descremada, tabaco sin
tir el pan. De la misa a la eucaristía», ve en la plegaria eucarística «una
escuela para el aprendizaje existencial de la gratuidad». Celebrando la nicotina. Alimentos y bebidas en forma «light», ligeros de calorías y
eucaristía hemos de aprender a despertar en nosotros la admiración, el atenuados en su fuerza natural.
gozo y la alabanza por el regalo inmenso de la vida. Pues bien, según prestigiosos sociólogos y siquiatras, parece crecer
entre nosotros un tipo de hombre «rebajado» de su verdadero conteni-
do humano. Un hombre «light».

Se trata de un hombre relativamente bien informado, pero con


escasa formación humanística. Muy atento a todo lo pragmático, pero
con poca hondura. Interesado por muchas cosas, pero sólo de manera
epidérmica.

Un hombre trivial y ligero, cargado de tópicos, incapaz de hacer


una síntesis personal de cuanto va llegando hasta él. Un ser con poca

86 NUNCA l-'S TARDI


IOSI-. ANTONIO PACO!.A 87
consistencia interna, que camina por la vida sin criterios básicos de 16 Tiempo Ordinario
conducta.
U n hombre que ha escuchado tantas doctrinas y teorías, y ha visto
tantos cambios y tan rápidos que ya no sabe a qué atenerse. Su actitud
es la del «qué más da», «todo es parecido», «para qué soñar».
Entonces se busca lo más fácil, lo más placentero, lo que se puede
conseguir al instante con sólo mostrar la tarjeta de crédito. C o m o
señala el catedrático de sociología Andrés Orizo, «ahora dinero equiva-
le a éxito. Ya no hay otras formas de triunfar socialmente. Vivimos
tiempos de hedonismo y consumismo».
N o es difícil reconocer el perfil del hombre «light» en algunos
rasgos de las personas retratadas por Jesús en su parábola del sembra- CONVIVIENDO CON NO CREYENTES
dor. H o m b r e s «sin raíces», en los que el evangelio o no puede penetrar
o queda rápidamente ahogado «por los afanes de la vida y la seducción
de las riquezas». Dejadlos crecer juntos...

Pero este hombre comienza a sentirse víctima de su propio vacío. Mt 13,24-43


Es un ser a la deriva, que está perdiendo hasta el gusto mismo de vivir.
«El hombre light no tiene referente, ha perdido el punto de mira y está
cada vez más perdido ante los grandes interrogantes de la existencia» Pese a la advertencia de Jesús, una y otra vez caemos los cristianos
(E. Rojas). en la vieja tentación de pretender separar el trigo y la cizaña, creyéndo-
nos naturalmente «trigo limpio» cada uno.
Este hombre comienza a sentir necesidad de una mayor autentici-
dad humana. N o se resigna a vivir como un autómata en una sociedad Sorprende la dureza con que ciertas personas que se sienten
estandarizada. Intuye que hay otros caminos para ser libre sin caer en «creyentes» se atreven a condenar a quienes, por razones muy diversas,
la esclavitud del «becerro de oro». Algo le llama a una vida más se han ido alejando de la fe y de la Iglesia.
saludable y natural.
Pero creencia e increencia, lo mismo que el trigo y la cizaña de la
El evangelio tiene hoy de nuevo su oportunidad. El hombre con- parábola, están muy entremezclados en nosotros, y lo más honrado
temporáneo lo necesita para vivir de manera más intensa y más sana. sería descubrir al increyente que hay en cada uno de nosotros y
Sembrado con convicción, puede producir también hoy nuevos frutos. reconocer al creyente que late todavía en el fondo de bastantes aleja-
dos.

Por otra parte, no es el escándalo o la turbación la única reacción


posible ante los increyentes. Su presencia puede, incluso, ayudarnos a
entender y vivir mejor nuestra propia fe.
En primer lugar, el hecho de que haya hombres y mujeres que

88 NUNCA I'S TARDh IOSL A N T O N I O PAGÓLA 89


pueden vivir sin creer en Dios me descubre que soy libre al creer. Mi fe 17 Tiempo Ordinario
no es algo que me viene impuesto. N o me siento coaccionado por nada
ni por nadie. Mi fe es un acto de libertad.
Por otra parte, los no creyentes me enseñan a estar más atento y ser
más exigente al confesar y vivir mi fe. C o n frecuencia observo que los
increyentes rechazan un Dios ridículo y falso que no existe, pero que
lo pueden deducir de la vida de los que nos decimos creyentes.
N o deberíamos olvidar las palabras del Vaticano II: «En esta
proliferación del ateísmo puede muy bien suceder que una parte no
pequeña de la responsabilidad cargue sobre los creyentes en cuanto
que, por el descuido en educar su fe o por una exposición deficiente de
la doctrina... o también por los defectos de su vida religiosa, moral o
social, en vez de revelar el rostro auténtico de Dios y de la religión se LA DECISIÓN DE CREER
ha de decir que más bien lo velan».
Los increyentes me obligan, además, a recordar que en mí existe Un tesoro escondido en el campo
también un incrédulo. Es cierto que podemos hablar hoy de creyentes
Mt 13,44-52
y no creyentes. Pero esta división es, a veces, demasiado cómoda. La
frontera entre fe e increencia pasa por dentro de cada uno. Entonces
aprendo a no ser un creyente arrogante, engreído o fanático, sino a
Muchos cristianos viven hoy en un estado intermedio entre el
seguir caminando humildemente tras las huellas del Dios oculto.
cristianismo tradicional que alimentó intensamente los primeros años
N o me siento mal entre increyentes. Creo que Dios está en ellos y de su vida y una descristianización que ha ido progresivamente inva-
cuida su vida con amor infinito. N o puedo olvidar aquellas palabras diéndolo todo.
tan consoladoras de Dios: «Yo me he dejado encontrar de quienes no
preguntaban por mí; me he dejado hallar de quienes no me buscaban. Sin expresarlo tal vez con palabras, más de uno vive con la secreta
Dije: "Aquí estoy, aquí estoy" a gente que no invocaba mi nombre» inquietud de que los profundos cambios socio-culturales que se están
(Isaías 65,1). produciendo amenazan con hacer desaparecer de nuestro pueblo la
misma religión.

Es normal entonces ese cristianismo «a la defensiva» que se observa


en bastantes creyentes, desconcertados ante costumbres y plantea-
mientos que arrasan el sentido cristiano de la vida y turbados por tanta
burla y ataque irrespetuoso a la fe.

Es normal también que se busque entonces el amparo de las institu-


ciones eclesiásticas y la seguridad que puede ofrecer un magisterio
firme v autoritario.

90 NUNCA l.STAROt JOSF. ANTONIO I'AGOI A 91


18 Tiempo Ordinario
Pero la fe no puede apoyarse, en último término, en instituciones
eclesiásticas, sino que ha de ser conquistada por la decisión personal y
la experiencia de cada uno.

U n a fe expuesta a tantas críticas y combatida desde tantos frentes,


sólo puede ser vivida con autenticidad por aquellos que descubran el
gozo de encontrarse con la realidad del Dios vivo.
Cada uno tiene que hacer su propia experiencia. Pertenecer a la
Iglesia y confesar con los labios la doctrina cristiana no protege contra
la incredulidad de manera mecánica. H o y es más necesaria que nunca
«la experiencia religiosa».

De poco servirá a los cristianos confesar rutinariamente sus creen-


cias, si no descubren la fe como experiencia gozosa, cálida y revitaliza-
LA MURALLA EUROPEA
dora. Lo decisivo es siempre encontrar «el tesoro escondido en el
campo». Encontrarse con el Dios de Jesucristo y experimentar que El Dadles vosotros de comer
es quien puede responder de manera plena a las preguntas más vitales y
los anhelos más hondos. Mt 14,13-21

Necesitamos más que nunca orar, hacer silencio, curarnos de tanta


prisa y superficialidad, detenernos ante Dios, abrirnos con más sinceri- Una inmensa marcha de africanos, latinoamericanos y asiáticos se
dad y confianza a su misterio insondable. N o se puede ya ser cristiano acerca desde hace unos años a Europa, empujados por el hambre y la
por nacimiento, sino por una decisión que se alimenta en la experiencia miseria. En 1989, fueron ya catorce millones. H o y son muchos más.
personal de cada uno.
Europa, sin embargo, no está preparada para responder de manera
Lo triste es que muchos abandonan hoy la fe cristiana sin haber solidaria a este reto de nuestro tiempo. Esta sociedad europea que
descubierto todo lo que en ella se encierra. Quienes, por el contrario, cimentó su prosperidad en siglos de explotación colonial, vive dema-
descubren «el tesoro escondido», sienten hoy lo mismo que Pedro: siado cómoda y confortable para acoger sin temor a estos hombres y
«Señor, ¿donde quién vamos a ir? En tus palabras hay vida eterna». mujeres que buscan sobrevivir entre nosotros.
De pronto, han renacido los movimientos racistas y el odio a los
extranjeros. Desde los medios de comunicación se alimenta una opi-
nión pública indigna que presenta a los inmigrantes como delincuen-
tes, peligrosos, usurpadores de un trabajo relativamente escaso.
Pero, sobre todo, se va construyendo, poco a poco, una gran
muralla que nos defienda del peligro africano, asiático o latinoamerica-
no. Se toman medidas firmes de control sobre los movimientos de los
extranjeros. Se incrementa la política de devoluciones y expulsiones. Se

92 NUNCA F.S TARTO'. JOSF, ANTONIO PAGÓLA 93


implanta la negativa sistemática a legalizar la situación de inmigrantes y 19 Tiempo Ordinario
refugiados.
Esta insolidaridad inflexible e inhumana es presentada a los ciuda-
danos como defensa de un «umbral de tolerancia» que es necesario
salvaguardar para que no se rompa nuestro equilibrio socio-económi-
co.

El relato evangélico de los panes es aleccionador. Los discípulos,


estimando que no hay suficiente para todos, piensan que el problema
del hambre se resolverá haciendo que la muchedumbre «compre»
comida. A este «comprar», regido por las leyes económicas, Jesús
opone el «dar» generoso y gratuito: «Dadles vosotros de comer».
Luego, coge todas las provisiones que hay en el grupo y pronuncia
DUDAS DE FE
las palabras de acción de gracias. De esta manera, el pan se desvincula
de sus poseedores para considerarlo don de Dios y repartirlo generosa-
mente entre todos los que tienen hambre. ¿Por qué has dudado?
Esta es la enseñanza profunda del relato. «Cuando se libera la Mt 14,22-33
creación del egoísmo humano, sobra para cubrir la necesidad de todos»
(J. Matcos-F. Camacbo).
Europa necesita recordar que la tierra es de todos los hombres y no Hace todavía unos años, los cristianos hablaban de la incredulidad
se puede negar el pan a ningún hombre hambriento. Hay suficiente como de un asunto propio de ateos y descreídos, algo que merodeaba a
pan para todos, si sabemos compartirlo de manera solidaria. nuestro alrededor, pero que a nosotros no nos rozaba de cerca.

Lejos de despertar nuevos racismos y xenofobias, hay que educar H o y no nos sentimos tan inmunizados. La increencia ya no es algo
en la solidaridad a la opinión pública y hay que promover, sobre todo, que afecta sólo a «los otros», sino una cuestión que el creyente se ha de
programas de ayuda y cooperación que vayan sacando al Tercer M u n - plantear sobre su propia fe.
do de su postración económica.
Antes que nada, hemos de recordar que la fe nunca es algo seguro,
de lo que podemos disponer a capricho como de una posesión privada
inamovible. La fe es un don de Dios que hemos de acoger y cuidar con
fidelidad. Por eso, el peligro de perder la fe no viene tanto del exterior
cuanto de nuestra actitud personal ante Dios.

Bastantes personas suelen hablar de sus «dudas de fe». Por lo


general, se trata en realidad de dificultades para comprender de manera
coherente y razonable ciertas ideas y concepciones sobre Dios y el
misterio cristiano.

94 NUNCA F.STARDF 95
JOSI-: ANTONIO PAGÓLA
Estas «dudas de fe» no son tan peligrosas para el cristiano que vive 20 Tiempo Ordinario
una actitud de confianza amorosa hacia Dios. C o m o decía el cardenal
H. Newman «diez dificultades no hacen una duda».
Para hablar de la fe, en la cultura hebrea se utiliza un término muy
expresivo: «aman». De ahí proviene la palabra «amén». Este verbo
significa «apoyarse», «asentarse», «poner la confianza» en alguien más
sólido que nosotros.
En eso consiste precisamente lo más nuclear de la fe. Creer es vivir
apoyándonos en Dios. Esperar confiadamente en El, en una actitud de
entrega absoluta y de confianza y fidelidad inquebrantables.
Esta es la experiencia que han vivido siempre los grandes creyentes
en medio de sus crisis. San Pablo lo expresa de manera muy gráfica: PEDIR CON FE
«Yo sé de quién me he fiado» (2 Tm 1,12).
Esta es también la actitud de Pedro que, al comenzar a hundirse,
Mujer, qué grande es tu fe
grita desde lo más h o n d o : «Señor, sálvame», y siente la mano de Jesús
que lo agarra y le dice: «¿Por qué has dudado?». Mt 15,21-28

Las dudas pueden ser una ocasión propicia para purificar más
nuestra fe enraizándola de manera más viva y real en el mismo Dios. Es
La oración de petición ha sido objeto de una intensa crítica a lo
el m o m e n t o de apoyarnos con más firmeza en El y orar con más
largo de estos años. El hombre ilustrado cié la época moderna se
verdad que nunca.
avergüenza de adoptar una actitud de súplica ante Dios, pues sabe que
C u a n d o uno es «cristiano de nacimiento» siempre llega un momen- Dios no va a alterar el curso natural de los acontecimientos para
to en el que nos hemos de preguntar si creemos realmente en Dios o atender sus deseos.
simplemente seguimos creyendo en aquéllos que nos han hablado de él
desde que éramos niños. La naturaleza es «una máquina» que funciona según unas leyes
naturales, y el hombre es el único ser que puede actuar y transformar,
y sólo en parte, el m u n d o y la historia, con su intervención.

Entonces, la oración de petición queda arrinconada para acentuar la


importancia de otras formas de oración como la alabanza, la acción de
gracias o la adoración, que se pueden armonizar mejor con el pensa-
miento moderno.

O t r a s veces, ese diálogo suplicante de la criatura con su Creador


queda sustituido por la meditación o la inmersión del alma en Dios,
misterio último de la existencia y fuente de toda vida.

96 NUNCA IÍS TARD1- JOSIi A N T O N I O PAGÓLA 97


Sin embargo, la oración de súplica, tan controvertida por sus 21 Tiempo Ordinario
posibles malentendidos, es de capital importancia para expresar y vivir
desde la fe nuestra dependencia creatural ante Dios.
N o es extraño que el mismo Jesús alabe la fe grande de una mujer
sencilla que sabe suplicar de manera insistente su ayuda. A Dios se le
puede invocar desde cualquier situación. Desde la felicidad y desde la
adversidad; desde el bienestar y desde el sufrimiento.
El h o m b r e o la mujer que eleva a Dios su petición no cree en un
Dios que causa el mal y destruye la vida. N o se dirige tampoco a un
Dios apático o indiferente al sufrimiento de sus criaturas, sino a un
Dios que puede salir de su ocultamiento y manifestar su cercanía a los
que le suplican.
LA IGLESIA DE JESUCRISTO
Pues de eso se trata. N o de utilizar a Dios para conseguir nuestros
objetivos egoístas, sino de buscar y pedir la cercanía de Dios en aquella
situación. Y la experiencia de la cercanía de Dios no depende exclusiva- Edificaré mi Iglesia
mente, ni siquiera primariamente, de su intervención favorable. Mt 16,13-20
El creyente puede experimentar de muchas maneras la cercanía de
Dios independientemente de cómo se resuelva aquel problema. Recor-
demos la sabia advertencia de San Agustín: «Dios escucha tu llamada si Todos los sondeos y estadísticas muestran de manera palpable que
le buscas a El. N o te escucha, si a través de El buscas otra cosa». el mensaje de la Iglesia va perdiendo progresivamente su influencia en
la sociedad occidental. El h o m b r e c o n t e m p o r á n e o escucha otros
N o es éste el tiempo del cumplimiento definitivo. El mal no está
«evangelios» y atiende a otros «profetas».
vencido de manera total. El orante experimenta la contradicción entre
la desgracia que padece y la salvación definitiva prometida por Dios. Son muchos los que critican fuertemente la historia concreta del
cristianismo y echan en cara a la Iglesia graves traiciones. H a llegado el
Por eso, toda súplica y petición concreta a Dios queda siempre
m o m e n t o en el que los papeles se han invertido, y ya no es la Iglesia la
envuelta en esa gran súplica que nos enseñó el mismo Jesús: «Venga a
que juzga al m u n d o , sino éste el que juzga a la Iglesia.
nosotros tu Reino», el Reino de la salvación y de la vida definitiva.
El hombre actual, terriblemente práctico y crítico, observa el cris-
tianismo y no constata, al parecer, nada especial. Lo mismo que en el
m u n d o , ve también en la Iglesia hombres y mujeres vacíos, superficia-
les, hipócritas o sin esperanza.
El evangelio parece haberse convertido en algo inofensivo. El men-
saje de la Iglesia no encuentra casi nunca una reacción de resistencia
hostil, sino de total indiferencia. Según el teólogo ortodoxo Paul
Evdokimov, «los cristianos han hecho todo lo posible para esterilizar

98 NUNCA liS TARDli JOSli A N T O N I O PACIÓLA 99


el evangelio; se diría que lo han sumergido en un líquido neutralizan- 22 Tiempo Ordinario
te».
El hecho cristiano parece resonar entonces en el vacío. La Iglesia no
introduce apenas contraste en el interior del m u n d o . Los cristianos han
perdido, en gran parte, su fuerza de fermento en medio de la masa.
¿ N o es ésta la gran derrota de la Iglesia contemporánea? ¿ C ó m o
leer desde esta situación la promesa de Jesús: «Tú eres Pedro y sobre
esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará»?
Antes que nada, hemos de recordar que Jesús habla de «su Iglesia»,
de una Iglesia que él mismo ha de edificar sobre Pedro. Sus palabras,
por tanto, no garantizan la consistencia de cualquier Iglesia, sino de
una Iglesia que sea realmente «presencia de Jesucristo». ANTE EL SUFRIMIENTO
Ahora bien, Jesucristo no es sólo «doctrina», sino Vida de Dios
encarnada, salvación hecha vida. Por ello, lo que se ha de construir
sobre Pedro no es solamente un cuerpo de doctrina ortodoxa, sino el Que cargue su cruz y me siga
Cuerpo vivo de la presencia de Cristo en el m u n d o . Mt 16,21-27
Jesucristo no es tampoco «palabras vacías», sino novedad de vida
auténticamente humana. Por eso, la Iglesia ha de ser un foco de vida y
no un lugar donde se produce «un vocabulario suplementario», pero Pocos aspectos del mensaje evangélico han sido tan distorsionados
donde el m o d o de pensar y de obrar es semejante al del m u n d o . y desfigurados como la llamada de Jesús a «tomar la cruz». De ahí que
no pocos cristianos tengan ideas bastante confusas sobre la actitud
Jesucristo no es sólo «preocupación ética», sino enraizamiento de
cristiana a adoptar ante el sufrimiento.
la vida en el Dios Creador y Padre. Por eso, lo que la Iglesia ha de
poner en el m u n d o no es simplemente «creencia moral», sino vida que Recordemos algunos datos que no hemos de ignorar si queremos
dimane del Trascendente. seguir al Crucificado con mayor fidelidad.
Es esta Iglesia de Jesucristo la que el m u n d o actual necesita y la que En Jesús no encontramos ese sufrimiento que hay tantas veces en
nunca será derrotada. nosotros, generado por nuestro propio pecado o nuestra manera des-
acertada de vivir. Jesús no ha conocido los sufrimientos que nacen de la
envidia, el resentimiento, el vacío interior o el apego egoísta a las cosas
y a las personas.

H a y , por tanto, en nuestra vida un sufrimiento (según los expertos,


puede llegar en algunas personas al 9 0 % de su sufrimiento) que hemos
de ir suprimiendo de nosotros precisamente si queremos seguir a
Cristo.

100 NUNCA I'STARDF. JOSI- A N T O N I O PAGÓLA 101


Por otra parte, Jesús no ama ni busca arbitrariamente el sufrimiento 23 Tiempo Ordinario
ni para El m para los demás, como si el sufrimiento encerrara algo
especialmente grato a Dios.
Es una equivocación creer que uno sigue más de cerca a Cristo
porque busca sufrir arbitrariamente y sin necesidad alguna. Lo que
agrada a Dios no es el sufrimiento, sino la actitud con que una persona
asume el sufrimiento en seguimiento fiel a Cristo.
Jesús, además, se compromete con todas sus fuerzas para hacer
desaparecer de entre los hombres el sufrimiento. Toda su vida ha sido
una lucha constante por arrancar al ser humano de ese sufrimiento que
se esconde en la enfermedad, el hambre, la injusticia, los abusos, el
pecado, la muerte.
A SOLAS ENTRE LOS DOS
El que quiera seguirle no podrá ignorar a los que sufren. Al
contrario, su primera tarea será quitar sufrimiento de la vida de los
hombres. C o m o ha dicho un teólogo, «no hay derecho a ser feliz sin A solas entre los dos
los demás ni contra los demás» (Larrañeta).
Mt 18,15-20
Por último, cuando Jesús se encuentra con el sufrimiento provoca-
do por quienes se oponen a su misión, no lo rehuye, sino que lo asume
en una actitud de fidelidad total al Padre y de servicio incondicional a Son muchos los factores que constantemente deterioran nuestras
los hombres. relaciones personales dentro de la familia, entre vecinos y compañeros
Antes que nada, «tomar la cruz» es seguir fielmente a Cristo y de trabajo o en la convivencia diana.
aceptar las consecuencias dolorosas que se seguirán, sin duda, de este La comunicación queda fácilmente bloqueada, sobre todo, cuando
seguimiento. constatamos que el otro ha actuado de manera injusta o desleal. N o s
Hay rechazos, padecimientos y daños que el cristiano ha de asumir sentimos como justificados para excluirlo de nuestra aceptación amis-
siempre. Es el sufrimiento que sólo podríamos hacer desaparecer de tosa y encerrarnos en un juicio destructor.
nuestra vida dejando de seguir a Cristo. Ahí está para cada uno de Puesto que el otro ha actuado mal, no consideramos necesario
nosotros la cruz que hemos de llevar detrás de él. analizar nuestra postura. N o s parece «normal» retirar nuestra amistad
y bloquear nuestra mirada y nuestro corazón.

Así, sin apenas darnos cuenta, nuestras relaciones se empobrecen,


ahogadas por la decepción, las acusaciones inflexibles y las mutuas
condenas.

N o es éste el camino acertado para crecer. Jesús nos anima a


adoptar una postura positiva, orientada a salvar la relación con el

102 NUNCA F.S TARDE JOS1-. ANTONIO PAGÓLA 103


hermano, sin buscar su desprestigio o su condena, sino únicamente el 24 Tiempo Ordinario
bien. Sorprendentemente, Jesús indica que es «el ofendido» el que ha
de tomar la iniciativa para facilitar la reconciliación.
Esta postura positiva exige un corazón sencillo y grande, pues se
trata de acercarnos al que ha actuado mal, sin juicios humillantes ni
condenas definitivas, sino movidos por un deseo interior de paz y de
reconciliación sincera.
De poco sirve condenar desde una actitud de superioridad moral o
desde unos principios rígidos e inflexibles, si falta esta actitud interior
de acogida amistosa.
Es necesario escuchar al otro sin prisas, darle la posibilidad de
«explicarse», dejar que nos comunique su manera de vivir y sentir todo PERDONAR NO ES TELEVISIVO
aquello, sin que se vea humillado o rechazado.
N o basta decir: «Si ya le conozco», «¿Para qué vamos a hablar si
Hasta setenta veces siete
todo va a seguir igual?», « C o m o si no supiera qué clase de persona es»,
«Me ha decepcionado para siempre», «Ya nada será como antes». Mt 18,21-35
Todos cometemos fallos y equivocaciones. Todos tenemos m o -
mentos malos y necesitamos poder empezar de nuevo, contar con una
Hace unos días se acercaba a mí un hombre joven con un propósito
nueva oportunidad. Hay que seguir creyendo en el amigo, en la esposa,
insólito. Deseaba mi ayuda para llegar hasta la prisión de Badajoz a dar
en el compañero aunque hayamos de ser críticos para ayudarle a salir
un abrazo de perdón a los dos homicidas de Puerto Hurraco. Ángel
de su error.
Carrillo ha perdido en la tragedia a una hermana y un sobrino, y tiene
Cuántos matrimonios y cuántas relaciones amistosas hubieran se- todavía algún otro familiar que sigue luchando por la vida.
guido creciendo, si hubiera existido este diálogo clarificador y cons-
Impactado por las imágenes de sangre, muerte, gritos y llantos,
tructivo «a solas entre los dos», como dice el evangelio.
emitidas por la televisión, decidió también él acudir a TVE para
propagar un mensaje de perdón sincero que sembrara un poco de paz
en el pueblo.
Esfuerzo inútil. Todas las puertas se le cierran. N o hay un espacio
para algo tan extravagante. Sólo si Ángel se vengara mañana organizan-
do una nueva matanza, su rostro aparecería en todas las pantallas.
TVE tiene, sin duda, sus normas para un funcionamiento adecua-
do. Pero lo cierto es que vivimos en una sociedad a la que se le informa
de manera morbosa de sucesos como el de Puerto Hurraco y se le
hurtan gestos tan humanos como el perdón ofrecido por este hombre.

104 NUNCA LSTARDL JOSIÍ ANTONIO PAGÓLA 105


Sin embargo, los pueblos necesitan cultivar el perdón si quieren 25 Tiempo Ordinario
sobrevivir, pues la venganza es siempre patógena y destructora. N o
prepara ni construye el futuro. La venganza mata la vida.
Por eso, es una insensatez desprestigiar públicamente el perdón o
invitar a un pueblo a no perdonar jamás. Pocas cosas van más directa-
mente contra nuestro futuro que ese intento de sembrar venganza,
escrito sobre los muros de nuestros pueblos o gritado en las manifesta-
ciones.
Sólo los hombres y mujeres que saben perdonar detienen esa
«espiral de la violencia» de la que habla Helder Cámara, y curan a la
sociedad de la fuerza destructora que se encierra en el rencor, el odio o
la venganza. DIOS NO ES UN ORDENADOR
El perdón es un gesto de lucidez y grandeza. El que perdona va a lo
esencial. Confía de nuevo en el ser humano. Prepara un futuro mejor.
Participa desde ahora en la creación de una convivencia más humana. ¿ Vas a tener envidia
porque yo soy bueno?
N o es fácil perdonar desde dentro y de verdad. N o es fácil, sobre
todo, perdonar sin exigir previamente algo al agresor, o perdonar Mt 20,1-16
cuando el perdón ni siquiera es bien recibido.
El hombre que se siente renovado cada día por el perdón de Dios,
En los últimos años de su vida, el gran teólogo alemán K. Rahner
encuentra en su fe una fuerza insospechada para seguir perdonando utilizaba con frecuencia una expresión un tanto rebuscada para de-
siempre. Lo contrario sería absurdo, como lo recuerda Jesús en «la signar a Dios. En vez de nombrarlo directamente, prefería hablar del
parábola del siervo sin entrañas». «Misterio que de ordinario llamamos Dios».
Ignoro si Ángel ha abrazado ya a los agresores en la prisión de De esta manera, según él, intentaba hacer notar que «no debemos
Badajoz. Sé que les ha enviado un mensaje de perdón por medio del poner bajo el nombre de Dios cualquier cosa: un anciano de barbas, un
juez. Ciertamente Dios ha escuchado ya esa oración que, con lágrimas moralista tirano que vigila nuestra vida o algo semejante».
en los ojos, pronunciaba despacio junto a mí pensando en los asesinos
Decimos con razón que Dios es «misterio insondable», pero hemos
de sus familiares: «Dios, perdónalos porque han estado sufriendo
de confesar que muchas veces los creyentes, incluidos los sacerdotes,
durante treinta años y ahora son ellos los que más necesitan de tu
hablamos de El como si lo hubiéramos visto y conociéramos perfecta-
ayuda».
mente su m o d o de ver las cosas, de sentir y de actuar.
Lo peor es que, al encerrarlo en nuestras visiones estrechas y
ajustarlo a nuestros esquemas, terminamos casi siempre por empeque-
ñecerlo. El resultado es, con frecuencia, un Dios tan poco humano
como nosotros y, a veces, menos humano.

JO.SI; ANTONIO I>AC;O;.A 107


106 NUNCA K T A R D F .
Son bastantes, por ejemplo, los que sólo creen en un Dios cuyo
quehacer esencial consiste en anotar los pecados y méritos de los 26 Tiempo Ordinario
hombres para retribuir exactamente a cada uno según sus obras. ¿Po-
demos imaginar un ser humano dedicado a esto durante toda su
existencia?
Dios queda convertido entonces en una especie de «ordenador», de
memoria prodigiosa, que va almacenando todos los datos de nuestra
vida para hacerlos aparecer en pantalla en el m o m e n t o de la muerte.
Este Dios no tiene corazón. Es tan pequeño y peligroso como
nosotros. Lo más seguro es «estar en regla» con El, cumplir escrupulo-
samente los deberes religiosos y acumular méritos para asegurarnos la
salvación eterna.
La parábola de «los obreros de la viña» introduce una verdadera MIEDO A LA RELIGIÓN
revolución en la manera de concebir a Dios. Según Jesús, la bondad de
Dios es insondable y no se ajusta a los cálculos que nosotros podamos
Un hombre tenía dos hijos...
hacer.
Mt 21,28-32
Dios n o hará injusticia a nadie. Pero, lo mismo que el señor de la
viña hace con su dinero lo que quiere, sin que nadie tenga derecho a
protestar envidiosamente, así también Dios puede regalar su vida,
Dorothee Sólle, tal vez la mujer teólogo de mayor prestigio en
incluso a los que no se la han ganado según nuestros cálculos.
nuestros días, habla en uno de sus libros de un fenómeno social
H e m o s de aprender una y otra vez a no confundir a Dios con claramente observable en occidente: «el miedo a tener religión».
nuestros esquemas religiosos y nuestros cálculos morales. H e m o s de N o está bien visto ocuparse de religión o interesarse por el hecho
dejar a Dios ser más grande que nosotros. H e m o s de dejarle sencilla- religioso. La misma palabra «religión» despierta en bastantes una
mente ser Dios. actitud de defensa. Basta plantear la cuestión religiosa en un grupo para
Tenemos el riesgo de creer que somos cristianos sin haber asumido provocar malestar, silencios tensos o un discreto desvío de la conversa-
todavía ese mensaje que Jesús nos ofrece, de un Dios cuya bondad ción.
infinita llega misteriosamente hasta todos los hombres. Practicar una religión, orar o celebrar la propia fe es visto a menudo
Probablemente, más de un cristiano se escandalizaría todavía hoy al como un comportamiento desfasado e, incluso, impropio de un h o m -
oír hablar de un Dios a quien no obliga el derecho canónico, que puede bre progresista.
regalar su gracia sin pasar por ninguno de los siete sacramentos, y La religión pertenece, en opinión de muchos, a un estadio infantil
salvar, incluso fuera de la Iglesia, a hombres y mujeres que nosotros de la humanidad ya superado, y no se comprende bien qué función
consideramos perdidos. pueda tener en una sociedad más adulta y emancipada.
Este «miedo a tener religión» puede estar provocado por factores
socio-culturales diversos, pero la teólogo alemana cree ver una raíz

108 NUNCA F.S TARD1-. JOSF ANTONIO PACIÓLA 109


27 Tiempo Ordinario
más profunda: el hombre occidental siente miedo «ante lo absoluto de
la exigencia que la religión recuerda».
Tenemos miedo a la religión porque tenemos miedo a plantearnos
la vida en toda su profundidad. N o s da miedo toda experiencia que
pueda poner en peligro nuestro pequeño m u n d o egoísta, descubrir el
vacío de nuestra vida y plantearnos exigencias radicales. Preferimos
seguir «funcionando sin alma», vivir sólo de pan, continuar muertos
antes que exponernos al peligro de estar vivos.
Pero hay otra manera de eludir las exigencias más hondas de la
existencia, y es confesar nuestra adhesión a una religión oficial y
sentirnos, por ello mismo, dispensados de escuchar las exigencias
concretas de Dios.
EL IMPERIO DE LO EFÍMERO
En la parábola de los dos hijos Jesús critica precisamente la postura
ambigua de quienes dicen «sí» a Dios con la boca para luego decirle
«no» con el comportamiento de cada día. £5 ahora piedra angular

N o hemos de sentirnos creyentes por el solo hecho de confesarnos Mt 21,33-43


«católicos». El carácter religioso de nuestros padres, el ambiente cris-
tiano de la infancia o la educación recibida no son garantía de una fe
auténtica. Así se titula el último libro de G. Lipovetsky en torno a la moda.
U n estudio lúcido y provocativo sobre un fenómeno aparentemente
K. Rahner solía decir de sí mismo que era un hombre «que espera-
fútil, pero de importancia vital en la modernidad occidental.
ba llegar a ser cristiano». C u a n d o , en cierta ocasión, le preguntaba un
entrevistador cómo podía hablar así después de más de cincuenta años Según el profesor de Grenoble, la moda ya no es sólo un lujo
dedicados a la investigación teológica, Rahner explicaba que «ser cris- estético y periférico de los individuos, sino que se ha convertido en un
tiano quiere decir siempre estar haciéndose cristiano». elemento central que gobierna la producción y consumo de objetos, la
Y luego, con esa humildad propia de los sabios, le revelaba una publicidad, la cultura y hasta los cambios ideológicos y sociales.
oración que él mismo repetía y que, a su juicio, cualquier cristiano, Lipovetsky va analizando de manera penetrante los diversos rasgos
sacerdote, obispo o incluso el mismo papa puede hacer siempre: «Dios que caracterizan a la moda: la variación rápida de las formas, la
mío, ayúdame a no contentarme con creer que soy cristiano, sino haz proliferación de modelos, la importancia de la seducción, la generaliza-
que llegue a serlo de verdad». ción de lo efímero en la vida social.

Pero el hecho a resaltar es que la moda se ha convertido en la


sociedad occidental en el principio que organiza la vida cotidiana de los
individuos y la producción socio-cultural de nuestros días.

Vivimos, según Lipovetsky, una época de «moda plena». Se crean

OSi: ANTONIO PAGÓLA 111


110 NUNCA l'STARDt
necesidades artificiales a gran escala. Se cultiva el gusto por lo nuevo y 28 Tiempo Ordinario
diferente más que por lo verdadero y bueno. Lo efímero invade la vida
cultural.
Es fácil observar una movilidad e inconstancia cada vez mayor en
las conductas. Decae la pasión por las grandes causas y crece el entu-
siasmo de los sentidos. Ya no hay cultivo de ideologías, sino comuni-
cación publicitaria y pragmatismo.
El m u n d o de la conciencia se halla bajo el imperio de lo superficial.
Se cambia de manera de pensar como se cambia de residencia, de mujer
o de coche. Occidente se va vaciando así de toda fe en ideales superio-
res y vive cada vez más entregado a los placeres de la moda.
Lipovetsky trata de interpretar todo este fenómeno positivamente,
como un progreso de la verdadera democracia y la autonomía de los
SABER RESPONDER
individuos.
Pero no puede menos de terminar su análisis con afirmaciones Los convidados no hicieron caso
realmente inquietantes: «El reino pleno de la moda... permite más Mt 22,1-14
libertad individual, pero engendra una vida más infeliz... H a y más
estímulos de todo género, pero mayor inquietud de vida. H a y más
autonomía privada, pero más crisis íntimas». El último libro de Victoria Camps, titulado Virtudes Públicas es
Lipovetsky, tal vez condicionado él mismo por la moda, no habla una llamada vigorosa a mejorar la convivencia social, cultivando virtu-
del vacío esencial que se encierra en esta «sociedad gobernada por la des tan maltratadas hoy como la solidaridad, la responsabilidad, la
moda». Bajo el imperio de lo efímero, el hombre no conoce nada firme tolerancia, la buena educación o la verdadera profesionalidad.
y consistente sobre lo cual edificar su existencia. La sociedad no sabe
En el capítulo dedicado a la responsabilidad analiza la profesora
hacia dónde hacer converger sus esfuerzos para construir un futuro
catalana un fenómeno que parece extenderse cada vez más entre noso-
más humano.
tros y es la escasa capacidad del hombre para responder ante sus
Desde «la sociedad de la moda plena», los creyentes escuchamos obligaciones morales más profundas.
con fe renovada esas palabras de Jesús, al verse rechazado por los
dirigentes de aquella sociedad: «La piedra que desecharon los arquitec- Se piensa que buena persona es la que no crea problemas a los
tos es ahora la piedra angular». demás. Así, será buen profesor el que no falta a clase y es puntual en su
trabajo. Será buen político el que mantiene contentos a sus electores.
En la sociedad de lo efímero y pasajero, Jesucristo parece inútil y,
Será buen hijo el que no decepciona a sus padres.
sin embargo, sigue siendo la piedra angular necesaria si el hombre
quiere construir una vida auténticamente humana. Parece que todo queda reducido a cumplir aquellas obligaciones
que pueden definirse con cierta concreción. ¿Para qué meterse en más
profundidades?

112 NUNCA LS TARDF. JOSli A N T O N I O PAGÓLA 113


Probablemente, ha sido F. Nietzsche uno de los filósofos que más 29 Tiempo Ordinario
ha influido en la configuración de este modo de entender hoy la
responsabilidad. Según Nietzsche, el hombre sólo debe responder de sí
mismo y ante sí mismo. N o tiene por qué mirar a nadie. N o tiene que
rendir cuentas a nadie, sino a sí mismo.
Pero, como dice Victoria Camps, si uno se mira sólo a sí mismo, no
tiene por qué responder de sí, pues toda respuesta supone la interpela-
ción de otro. Dicho de otra manera, ser responsable es ser capaz de
responder a la llamada de otro. Y cuando la persona pierde esa capaci-
dad de responder ante los demás o responder a Dios, termina por
desentenderse de todo y no responder de nada.
Tal vez, sin ser muy conscientes de ello, son muchos los que viven
LA CÁRCEL
hoy esta «moral solitaria» predicada por el filósofo alemán. U n a res-
ponsabilidad que se reduce a puro monólogo con uno mismo y donde
falta la vigorosa interpelación que nos llega de los otros y de Dios. A Dios lo que es de Dios
Jesús ha criticado con fuerza esa actitud de autoengaño de la Mt 22,15-21
persona que se encierra en su pequeño mundo y se va haciendo cada
vez más sorda a cualquier llamada que le exija un verdadero cambio de
conducta. H e estado bastantes veces en el interior de la cárcel de Martutene,
La «parábola del banquete de bodas» nos habla de esa invitación compartiendo durante algunas horas con los hombres y mujeres allí
que llega insistente a los hombres, pero es rechazada cuando uno anda internados. Siempre he salido con el ánimo encogido y el corazón lleno
ocupado sólo en sus cosas. «Los invitados no hicieron caso: uno se de profunda pena.
marchó a sus tierras; otro a sus negocios». U n o va dejando atrás las sucesivas galerías con sus puertas y
cerrojos, pero no puede olvidar fácilmente esas miradas vacías y cansa-
El mensaje es claro: hay que decidirse. Hay que escuchar la llamada
das, esos rostros impenetrables y, sobre todo, esos jóvenes casi adoles-
que nos llega de Dios a cambiar nuestra vida. N o hay que temerla pues,
centes de cuerpo escuálido y envejecido.
aun siendo exigente, siempre es llamada que conduce a la fiesta final.
¿Quiénes son estos hombres y mujeres? ¿Por qué han venido a
parar hasta aquí? ¿Por qué los encerramos así, en estas condiciones?
¿Es esto lo único que les sabemos ofrecer?
Siempre he tenido la impresión de que estos hombres y mujeres son
casi siempre víctimas, más que culpables. Seres humanos maltratados
por la vida y marginados por una sociedad que primeramente los
genera y más tarde los encierra y rechaza de la convivencia, como algo
dañino para el resto de los ciudadanos.

114 NUNCA IÍSTARDI- JOST ANTONIO l'AOOl A 1 15


30 Tiempo Ordinario
Lo sorprendente es constatar que quienes conocen más de cerca el
m u n d o de la prisión no creen en el actual sistema penitenciario como
instrumento válido para rehabilitar al delincuente y reinsertarlo en la
sociedad.
La cárcel aisla, destruye, desintegra. Es un lugar de sufrimiento
innecesario donde no existe ni el clima ni los medios adecuados para
ayudar al preso a crecer como persona.

Pero la cárcel sigue y la sociedad sigue arrojando allí a los delin-


cuentes más débiles e indefensos, sin que a nadie preocupe mucho
cómo saldrán de ella.
Los presos tratan de hacer oír su voz, pero su palabra está des-
calificada de antemano. Algunos colectivos gritan su protesta, pero su LÓGICA INDIVIDUALISTA
grito es recibido como parte de una estrategia ideológica. Expertos en
criminología hablan de alternativas al sistema carcelario, pero no se
Amarás a tu prójimo como a ti mismo
dan pasos eficaces.
Mt 22,34-40
Por otra parte, se trata de un colectivo demasiado débil para
resultar de interés a los partidos, ni siquiera para fines propagandísti-
cos. N o es extraño tampoco que apenas ocupen un lugar apreciable en
Sigue creciendo entre nosotros, de manera irresistible, el culto a la
los presupuestos de una sociedad que olvida siempre a los menos
vida privada y la obsesión por satisfacer, antes que nada, las aspiracio-
rentables.
nes individuales.
Ahí están, tras los muros de cemento y los barrotes de hierro. Los sociólogos hablan de «sacralización de lo individual» en la
Aislados, humillados, ofendidos. Apenas interesan a nadie. ¿ N o hemos sociedad moderna, del narcisismo como tendencia dominante en nues-
de reaccionar nadie ante esta situación? N o deberíamos olvidar los tros días o de la disgregación de los vínculos sociales.
cristianos que nunca hay que dar al César lo que es de Dios. N u n c a
Para ilustrar este fenómeno, se suele evocar, tal vez de manera poco
hay que someterse al poder de las estructuras sociales cuando olvidan
rigurosa, el auge de deportes individuales como el «jogging» o el
los derechos inalienables del ser humano.
«windsurf», la atracción de los vídeo-juegos solitarios o los bailes
modernos que aislan a los individuos unos de otros, para sentir cada
uno su propio cuerpo entre decibelios que hacen imposible la comuni-
cación.
Lo cierto es que una «lógica individualista» domina hoy la socie-
dad. Los intereses privados prevalecen sobre cualquier otra considera-
ción. Pocos están dispuestos a sacrificar sus aspiraciones particulares a
causas de interés general. Incluso, el motor principal de las moviliza-

116 NUNCA F.S TARDL JOSL ANTONIO PAGÓLA 117


ciones sociales suele ser casi siempre la reivindicación de derechos 31 Tiempo Ordinario
individuales.
Pero, con todo ello, aumenta la soledad y el aislamiento de los
individuos. Cada cual busca lo suyo. Hay un déficit de comunicación
interpersonal. Un poco por todas partes, la gente se queja de no ser
comprendida o escuchada.
Crece también la apatía e indiferencia hacia el otro. N o interesan
los problemas de los demás. Lo que busca cada uno es no quedarse
fuera del sistema, situarse mejor en la competición por el puesto de
trabajo, prosperar cada vez más.
La preocupación por los demás queda reducida al mínimo y se
concreta casi siempre en un compromiso intermitente y pasajero, sin
exigencias de sacrificio o abnegación.
PRESERVATIVOS
En este «reino del Ego», no parece que el mensaje evangélico del
amor pueda tener mucha acogida y, menos aún, operatividad. Sin Lían fardos pesados e insoportables
embargo, ese «amarás a tu prójimo como a ti mismo» puede tener eco Mt 23,1-12
precisamente en este ascenso del individualismo, pues vincula el amor
al otro con lo que deseamos para cada uno de nosotros.
C o m o advierte G. Lipovetsky, cuanto más avanza la sociedad hacia Desde muchos frentes se critica hoy la moral sexual predicada por
el individualismo, con mayor claridad aparece el individuo como valor el cristianismo. Y la Iglesia ha de escuchar, ciertamente, la parte de
último. Cuanto más se sacraliza lo individual, más ignominiosa se nos verdad que se encierra en esa crítica al carácter legalista de determina-
presenta la marginación y miseria de los desheredados. dos planteamientos, al desarrollo de una culpabilidad malsana o a la
utilización del miedo para presionar las conciencias.

Pero, ¿cuál es el mensaje que predican «los nuevos moralistas», una


vez arrinconada la tan denostada «moral judeo-cristiana»?

La ley suprema parece ser ahora el máximo goce. La autodisciplina


sexual ha de ser sustituida por una permisividad sin fronteras. Lo
importante es buscar una relación pragmática y placentera entre los
sexos.

N o resulta sorprendente que esta sociedad sólo sepa ofrecer preser-


vativos a esos adolescentes a los que ella misma arrastra hacia una vida
sexual desquiciada.

Desde hace unos días, anuncios televisivos, cuñas radiofónicas,

Í18 NUNCA F.STARIM' JOSK A N T O N I O PAGÓLA 119


canciones juveniles, pegatinas y camisetas acompañan la distribución 32 Tiempo Ordinario
gratuita de más de un millón y medio de preservativos para que
aprendan prácticamente a evitar gonorreas, sida, hongos y embarazos
no deseados.
Pero, ¿ésa es precisamente la campaña que los adolescentes necesi-
tan para vivir una vida más sana y feliz? ¿Son sólo ésos los riesgos de
los que han de «preservarse»?

Los responsables de la campaña pregonan solemnemente que se


trata de «crear cultura», pero, ¿no nos han advertido voces tan poco
sospechosas como las de Rof Carballo que «el mal supremo de nuestra
cultura es la frivolidad, la trivialidad»?
Cierta prensa aplaude el proyecto porque «introduce racionalidad INCREDULIDAD DE LOS CREYENTES
en el coito de los adolescentes», pero, ¿no introduce, al mismo tiempo,
nuevas frustraciones y vacíos en chicos y chicas que, habituados al
Se nos apagan las lámparas
contacto sexual fácil y frivolo, quedan incapacitados, a veces de manera
decisiva, para un amor h o n d o y estable? Mt 25,1-13
La campaña seguirá suscitando aplausos y condenas, pero ¿quién
está junto a estos adolescentes cultivando positivamente una libertad
Desde hace algunos años se viene designando así la paradójica
disciplinada que les ayude a desplegar toda su capacidad de amar?
situación de hombres y mujeres que se confiesan creyentes, pero en los
¿Quién se acerca a ellos en los momentos difíciles para escuchar sus
que la fe ya no es una fuerza que influya en sus vidas. Cristianos de fe
frustraciones, potenciar su autoestima y orientarles en el difícil apren-
tan lánguida, esperanza tan apagada y vida tan pagana como la de
dizaje sexual en medio de esta sociedad?
muchos contemporáneos que ya no se dicen creyentes.
La crítica de Jesús a los letrados de su tiempo es aplicable a los
Son personas que viven en un estado intermedio entre el cristianis-
dirigentes de todas las épocas. Estamos echando «fardos pesados e
m o tradicional que conocieron de niños y la descristianización general
insoportables» sobre los hombros de estos chicos y chicas, y, luego, no
que respiran hoy en su entorno. Se confiesan cristianos, pero su vida
parecemos muy «dispuestos a mover un dedo» para ayudarles a vivir
cotidiana se nutre de fuentes, convicciones e impulsos muy alejados del
de manera más saludable.
espíritu de Cristo.
Mal cuidada y peor alimentada, la fe va perdiendo fuerza en ellos,
mientras la incredulidad se va extendiendo en sus conciencias de mane-
ra casi imperceptible, pero cada vez más firme.
Cristianos de rostro irreconocible, su estado está bien descrito en
esas jóvenes de la parábola evangélica que dejan que se apaguen sus
lámparas antes de que llegue el esposo.

120 NUNCA F.S TARDli JOSL' ANTONIO PACOl A 121


¿Es posible reavivar de nuevo esa fe antes de que sea demasiado 33 Tiempo Ordinario
tarde? ¿Es posible que vuelva a iluminar la vida de quien se va des-
lizando poco a poco hacia la incredulidad total?
Antes que nada, es necesario reconocer la propia incoherencia y
reaccionar. N o es sano vivir en la contradicción sin plantearla explíci-
tamente y resolverla. Hay que pasar del «cristianismo por nacimiento»
al «cristianismo por elección». ¿ C ó m o va a ser uno creyente en una
sociedad laica y plural, si no es por decisión consciente y libre?
Pero es necesario, además, cuidar la fe, conocerla cada vez mejor,
cultivarla. Un cristiano ha de preocuparse de leer personalmente el
evangelio e interesarse por el estudio de la persona de Cristo y su
mensaje. Difícilmente se sostendrá hoy «la fe del carbonero» en una
sociedad donde el cristianismo está expuesto a un examen cada vez más EL MIEDO AL RIESGO
crítico.
Pero, lo más decisivo es, sin duda, alimentar la experiencia religio- Fui a esconder tu talento bajo tierra
sa. La fe consiste básicamente en fundamentar nuestra existencia, no en
Mt 25,14-30
nosotros mismos sino en Dios. C u a n d o falta esta entrega confiada a
Dios, la fe queda reducida a un añadido artificial y engañoso.
¿ C ó m o puede decirse creyente un hombre que no invoca a Dios ni
Nadie se atrevería hoy a hacer una crítica tan radical al conservadu-
se para nunca a escucharlo vivo en su interior? ¿ C ó m o puede crecer la
rismo cristiano como la que hace Jesús en su parábola de los talentos.
esperanza de un cristiano que no celebra nunca el domingo ni se
alimenta jamás de la eucaristía? El cristiano sólo crece cuando acierta a N o hemos de olvidar que el tercer siervo de la parábola es condena-
alimentar «la lámpara» de su fe. do, no porque haya cometido maldad alguna, sino porque se ha
limitado a conservar estérilmente lo recibido sin hacerlo fructificar.

Lo que Jesús critica no es simplemente «el pecado de omisión»,


sino la actitud conservadora de quien, por miedo al riesgo, reduce la fe
a mera autoconservación, impidiendo su crecimiento y expansión.

N o hemos de mirar a otros. El miedo al riesgo y la tentación fácil


del conservadurismo nos acechan a todos. Pero ese miedo no es
cristiano, y puede ocultar una falta de fe en la fuerza que se encierra en
el evangelio.

Es explicable que a los dirigentes eclesiásticos les preocupe en estos


momentos asegurar la ortodoxia y poner orden en el interior de la
Iglesia, pero, ¿es eso lo que va a revitalizar el espíritu de los creyentes?

122 NUNCA FSTAR1HÍ


JOS1-; ANTONIO I'AGOI A 123
Solemnidad de Cristo Rey
Para los teólogos puede ser más c ó m o d o «repetir» una teología
heredada ignorando los interrogantes, intuiciones y valores del h o m -
bre m o d e r n o , pero ¿no se esteriliza así el cristianismo haciéndolo
aparecer como una reliquia históricamente superada?
Para los pastores puede ser más fácil y gratificante «restaurar»
formas religiosas tradicionales para ofrecerlas a quienes todavía se
acercan, pero ¿es ésa la manera más evangélica de hacer fructificar hoy
la fuerza salvadora de Jesucristo en las nuevas generaciones?
A todos nos puede parecer hoy más seguro y prudente defender
nuestra fe en una especie de «ghetto» y esperar a que lleguen tiempos
mejores, pero ¿no es más evangélico vivir en medio de la sociedad
actual esforzándonos por construir un m u n d o mejor y más humano? CALIDAD HUMANA
Esta actitud defensiva es tanto más peligrosa cuanto que no se
presenta bajo su propio nombre, sino invocando a la ortodoxia, el
Tuve hambre y me disteis de comer
sentido de Iglesia o la defensa de los valores cristianos. Pero, ¿no es,
una vez más, una manera de congelar el evangelio? Mt 25,31-46
La Iglesia no pierde su fuerza y vigor evangélico por los ataques
que recibe de fuera, sino porque dentro de ella no somos capaces de
confiar radicalmente en el Espíritu, y de responder de manera audaz y N o es la misericordia uno de esos «valores progresistas» que haya-
arriesgada a los retos de nuestro tiempo. mos de cultivar para estar al día. Basta con defender la democracia, el
ejercicio de las libertades y la racionalidad ética.
Lo más grave es que, lo mismo que el siervo de la parábola,
creemos estar respondiendo fielmente a Dios con nuestra postura Lo deplorable es que, detrás de palabras tan hermosas, se esconde
conservadora, mientras podemos estar defraudando en realidad sus con frecuencia un hombre cargado de cinismo, avidez y mediocridad,
expectativas. incapaz de reaccionar ante el sufrimiento ajeno.

Lo importante es situarse lo mejor posible dentro del «estado de


bienestar» (nuestro idolatrado Welfare State), de espaldas a ese otro
«estado de malestar» del que hablaba recientemente Mario Benedetti y
al que vamos marginando a los más débiles y desgraciados.

Hay que luchar, competir y ganar siempre más. Eso es todo.


¿Quién tiene tiempo para pensar en «las víctimas»? ¿Quién puede
tener el mal gusto de recordar la misericordia en una sociedad in-
misericorde y despiadada?

Sin embargo, es precisamente la misericordia lo que, según Jesús,

124 NUNCA V.S TARDIÍ JOSF ANTONIO PACIÓLA 125


define radicalmente al hombre. Sin misericordia, la persona queda
viciada de raíz y deja de ser humana.
Por eso, en la parábola del «juicio de las naciones» se nos dice que
la suerte de todo hombre se decide en virtud de su capacidad de
reaccionar con misericordia ante los que sufren hambre, sed, des-
amparo, enfermedad o cárcel.
Pero hay que entender esto bien. Vivir «con entrañas de misericor-
dia» no es tener un corazón sensiblero ni tampoco practicar, de vez en
cuantió, alguna «obra de misericordia» que aquiete nuestra conciencia
y nos permita seguir tranquilos nuestro camino egoísta de siempre.
Para evitar malentendidos, fon Sobrino prefiere hablar del «Princi- ÍNDICE LITÚRGICO
pio-Misericordia», es decir, de un principio interno, siempre presente y
activo en la persona, que da una determinada dirección y estilo a toda
su conducta. Presentación 7

Quien vive movido por el «Principio-Misericordia», reacciona ante TIEMPO DE ADVIENTO


el sufrimiento ajeno interiorizándolo, dejándolo entrar en sus entrañas
y en su corazón, con todas sus consecuencias. Y es precisamente el 1 Domingo
Nunca es tarde: Mateo 24,37-44 9
sufrimiento de los demás, captado cordialmente, el que se convierte en 2 Domingo
principio conductor de toda su actuación. Reprimidos religiosamente: Mateo 3,1-12 11
3 Domingo
Es esta misericordia la que da «categoría humana» a la persona. N o
Amor a la vida: Mateo 11,2-11 13
hay escapatoria posible. Podemos triunfar profesionalmente, ocupar 4 Domingo
cargos relevantes, movernos con éxito en las relaciones sociales. Si no La Navidad es necesaria: Mateo 1,18-24 15
sé reaccionar con misericordia ante el sufrimiento de los demás, no soy
humano. TIEMPO DE NAVIDAD

Resulta fácil, por ello, conocer mi calidad humana. Basta responder Natividad del Señor
a estas preguntas: ¿Sé ver el sufrimiento de las gentes? ¿Cómo reaccio- Un Dios cercano: Juan 1,1-18 17
Sagrada Familia
no ante ese sufrimiento? ¿Qué hago por erradicarlo?
De nuevo la familia: Mateo 2,13-15.19-23 19
Solemnidad de Santa María
Ante un nuevo año: Lucas 2,16-21 21
2 Después de Navidad
Alergia a la Misa: Juan 1,1-18 , 23
Epifanía del Señor
Adorar: Mateo 2,1-12 25
Bautismo del Señor
Sentirse bien: Mateo 3,13-17 27

126 NUNCA r.STARDI JOSI' ANTONIO PAGOI.A 127


TIEMPO DE CUARESMA 3 Domingo
La segunda llamada: Mateo 4,12-23 63
1 Domingo 4 Domingo
Estropear la vida: Mateo 4,1-11 29 Mal programados: Mateo 5,1-12 65
2 Domingo 5 Domingo
Literatura de consumo: Mateo 17,1-9 31 El coraje de no ser perfectos: Mateo 5,13-16 67
3 Domingo 6 Domingo
Encontrarse a gusto con Dios: Juan 4,5-42 33 No matarás: Mateo 5,17-37 69
4 Domingo 7 Domingo
Abrir los ojos: Juan 9,1-41 35 Cordialidad: Mateo 5,38-48 71
5 Domingo 8 Domingo
Creer para tener vida: Juan 11,1-45 37 El becerro de oro: Mateo 6,24-34 73
Domingo de Ramos 9 Domingo
Una semana diferente: Mateo 26,14-27,66 39 Leer la Biblia: Mateo 7,21-27 75
10 Domingo
TIEMPO PASCUAL La fe, fuente de salud: Mateo 9,9-13 77
11 Domingo
Domingo de Resurrección Nueva cultura del trabajo: Mateo 9,36-10,8 79
La Fiesta de las fiestas: Juan 20,1-9 41 12 Domingo
2 Domingo ¿Agnósticos?: Mateo 10,26-33 81
Pascua significa «paso»: Juan 20,19-31 43 13 Domingo
3 Domingo Artistas anónimos: Mateo 10,37-42 83
La tentación de la huida: Lucas 24,13-35 45 14 Domingo
4 Domingo La «berakah»: Mateo 11,25-30 85
El mandato de vivir: Juan 10,1-10 47 15 Domingo
5 Domingo Hombre «light»: Mateo 13,1-23 87
No destruir la vida: Juan 14,1-12 49 16 Domingo
6 Domingo Conviviendo con no creyentes: Mateo 13,24-43 89
La inmortalidad: Juan 14,15-21 51 17 Domingo
Ascensión del Señor La decisión de creer: Mateo 13,44-52 91
Paciencia: Mateo 28,16-20 53 18 Domingo
Pentecostés La muralla europea: Mateo 14,13-21 93
Orar no es tan difícil: Juan 20,19-23 55 19 Domingo
Dudas de fe: Mateo 14,22-33 95
TIEMPO ORDINARIO 20 Domingo
Pedir con fe: Mateo 15,21-28 97
Santísima Trinidad 21 Domingo
La danza de Dios: Juan 3,16-18 57 La Iglesia de Jesucristo: Mateo 16,13-20 99
Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo 22 Domingo
De la misa a la eucaristía: Juan 6,51-59 59 Ante el sufrimiento: Mateo 16,21-27 101
2 Domingo 23 Domingo
Testigos: Juan 1,29-34 61 A solas entre los dos: Mateo 18,15-20 \0\

128 NUNCA KS TARDL JOSL ANTONIO PAGÓLA I .'<)


24 D o m i n g o
Perdonar no es televisivo: Mateo 18,21-35 105
25 D o m i n g o
Dios no es un ordenador: Mateo 20,1-16 107
26 D o m i n g o
Miedo a la religión: Mateo 21,28-32 109
27 D o m i n g o
El imperio de lo efímero: Mateo 21,33-43 111
28 D o m i n g o
Saber responder: Mateo 22,1-14 113
29 D o m i n g o
La cárcel: Mateo 22,15-21 115
30 D o m i n g o
Lógica individualista: Mateo 22,34-40 117
31 D o m i n g o
ÍNDICE BÍBLICO
Preservativos: Mateo 23,1-12 119
32 D o m i n g o
Incredulidad de los creyentes: Mateo 25,1-13 121 Mateo
33 D o m i n g o
El miedo al riesgo: Mateo 25,14-30 123 1,18-24 15
Cristo Rey 2,1-12 25
Calidad humana: Mateo 25,31-46 125 2,13-15.19-23 19
3,1-12 11
3,13-17 27
4,1-11 29
4,12-23 63
5,1-12 65
5,13-16 67
5,17-37 69
5,38-48 71
6,24-34 73
7,21-27 75
9,9-13 77
9,36-10,8 79
10,26-33 81
10,37-42 83
11,2-11 13
11,25-30 85
13,1-23 87
13,24-43 89
13,44-52 91
14,13-21 93
14,22-33 95
15,21-28 97

130 NUNCA hSTARDF.


JOS1- ANTONIO PAGÓLA
1,29-34 61 11,1-45 37
3,16-18 57 14,1-12 49
4,5-42 33 14,15-21 51
6,51-59 59 20,1-9 41
9,1-41 35 20,19-23 55
10,1-10 47 20,19-31 43

132 NUNCA FS TARDE

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