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Intervención en la Asamblea EFE-G (Escuela Freudiana del Ecuador –


Seccional Guayaquil). Noviembre 29, 2008

Guillermo García Wong

La institución analítica supone una contradicción de estructura, una aporía que


le es inherente: en tanto institución, se asienta, arranca y se mantiene desde el
discurso de amo, aquel sin el cual nada queda instituido. Discurso
contradictorio al de analista, el cual, por lo contrario, provoca el cortocircuito
instituyente. El acto analítico es un acto instituyente, de corte.

Esa contradicción es la misma que se da entre el vacío y el afán de


completitud: el vacío sostiene y es sostenido por el discurso analítico; la
completitud es el propósito del discurso de amo.

Puede, en vano, intentarse hacer semblante a esa aporía con el fin de ocultar
la paradoja fundamental. Mas ese intento fracasa, la tensión entre los dos
términos de la paradoja, es permanente y la única salida posible es abrir la
dialéctica, hablar, escribir en los diferentes espacios que se implemente.

Es decir, sólo el camino de la palabra y la letra, el ejercicio de la lengua, el


ejercicio en acto del lenguaje –y en particular, la singularidad de ese ejercicio
en el análisis1- soportan la productividad de la institución analítica, por ende sus
posibilidades de existencia. El producto, la producción, el a, no es posible
mantenerla sin productividad.

Si la producción es la del objeto, y éste es efecto de la significancia, y, a su vez,


ella estriba en la relación inconsciente entre significantes en la cadena, de S1 a
S2 y sus contingentes a pres coup; entonces y en otros términos, la
productividad está del lado de la circulación del significante, uno de cuyos
efectos bajo la cadena es el sujeto que -en la modalidad denominada discurso
de Amo, el que estatuye el inconsciente- se sitúa en el lugar de la verdad que
soporta el discurso que se emite desde el significante Amo, el S1; en tanto que
el otro efecto se encuentra en disyunción exclusiva con el sujeto, se trata del
objeto, la producción, el otro, el resto.

Además de lo descrito, el sujeto no sólo es efecto y soporte del significante,


sino que también es imagen o semblante, se inscribe así en lo imaginario.
Sujeto que tiene vedado aprehender al objeto, objeto que se sustrae a la
captura por el sujeto. Encuentro imposible que solamente ocurre en la ilusión
del fantasma, la que desplegándose como enunciado deja siempre un ombligo,
el real inaprehensible. Esto trae como consecuencia que el sujeto no sólo

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En la llamada clínica analítica; es decir, en el análisis en intensión o análisis didáctico. Porque todo
análisis es didáctico, lo quiere decir que todo análisis por necesidad forma al poner en juego las
formaciones de lo inconsciente. Mas es contingente que quien haga el fin de su análisis deba hacer el
pase y autorizarse a ejercer de analista.
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quede sujetado a lo simbólico –pues ello lo constreñiría al authomaton-: es


falso que el sujeto esté solamente sujetado a lo simbólico y es falso que no lo
esté. Esa es la oportunidad del contingente, la que marca al $ en el cuadrado
modal; oportunidad de que advenga la creación del sujeto, el sujeto como
(re)creador de lo simbólico. El A no existe, por eso el sujeto, para advenir,
necesita inventarlo.

El Otro no preexiste, es una suposición lógicamente necesaria, que se la


ratifica permanentemente. Una vez establecido este supuesto, el sujeto queda
pendiendo del anudamiento con el Otro, es el postulado mayor de toda
subjetividad posible; ergo, el sujeto es a fortiori creyente; aunque de todas las
creencias, hay por lo menos una de la que requiere para sostenerse en el
mundo humano2. Se trata de una construcción continua. Construcción desde el
vacío como causa material y no desde el ideal como causa final –aquel objeto
con el que el yo pretendería identificarse porque le atribuye el agalma, cuando
en verdad, éste actúa como causa –material- y no como fin. La causa se
caracteriza por su vaciedad, por que su ser es la falta y no por el ideal de
plenitud: en oposición a la plétora, el vacío como torbellino engendrador.

Se trata del ser en acto; del despliegue del sujeto, en tanto hablante ser 3, en la
estructura del lenguaje: lo ente sólo se ratifica en su ser en cuanto ejerce el
acto de sus diferencias específicas4; solamente de esta manera lo ente
confirma su existencia en tanto ente.

Propongo a los miembros de EFE a activar la antifilosofía, la reflexión desde el


lenguaje del ejercicio del lenguaje para que el concepto interrogue
epistémicamente al discurso analítico, y a toda modalidad de lazo social –es

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La relación del Sujeto al Otro no será siempre la misma: depende de la posición del sujeto en la
estructura, de cómo se relacionan en el cuadrado modal la función fálica, el S1 con los objetos –S2, a y $.
Es un sistema hecho de lugares, elementos que los ocupan bajo la ley de precedencia y de las relaciones
que establecen dichos elementos en cada combinación que cumpla la prescripción señalada –la ley de
precedencia aplicada a los elementos –huelga decir que es un sistema sumamente complejo. La
diversidad de las posibles posiciones del sujeto en la estructura –la del lenguaje, que es de lo único de lo
que aquí se trata- ha sido denominada por ciertos grupos de analistas, estructuras clínicas, cuando éstas
no sino combinatorias contingentes, en tanto que la estructura misma es la necesaria: la patología y sus
configuraciones semiológicas –de síntomas, vale decir del discurso expresado como serie de síntomas-
son contingentes, en tanto que el hecho de la estructura es necesario –para que hubiese sujeto, el
lenguaje es indispensable, cómo opera con él, he ahí lo contingente. De ahí que determinadas
posiciones del sujeto impliquen que se ofrece en calidad de esclavo –esclavo que se caracteriza por
rehusar su goce al Amo- ante un gran Otro, absoluto, al que nada le falta; o el sujeto escucha al Otro
como una función a la que le asecha la posibilidad perpetua de la falta.

3
O tal vez hablente: hable lo ente porque su ser es de lenguaje.

4
Por ende, de su diferencia significante y gracias al significante de la diferencia. Esencia de la letra,
oposición significante, sin la cual éste queda anulado en su función.
3

decir a las cuatro fórmulas del matema de los cuatro discursos 5. Sólo desde
allí hay una ontología posible, el único ser es el del lenguaje, por ende su
esencia no es sino la diferencia y su existencia efectiva, el discurso.

Activar la antifilosofía supone convocar a ser creacionistas: crear desde y con


el significante, incluso vaciándose de sentido al dar paso a la letra ya fuese en
el matema o en el poema, por eso estoy de acuerdo con el planteamiento de
Marta Donoso respecto a que el eje conceptual para las labores de EFE en los
próximos años -es decir, su programa de investigación- sea el de “Discurso y
Estructura”: gran cúpula que acoge a todos los temas que cada espacio,
miembro y colectivo específico elija para trabajar; a la vez, eje articulador de los
diferentes objetos de teorización.

Nota: pienso que sería importante analizar y discutir la propuesta formalizadora


de Johnny Burgos en la que escribió eφe, aunque creo que debería plantearse
que la dificultad se halla en que es e-φe, falo imaginario. Habría que discutir
cuánto hubo o hay realmente de eso, si es eliminable y si lo deseable es que
funcione ee, el falo simbólico que haga valer la falta en la escuela.

5
También a los otros discursos que se salen del matema referido porque transgreden su ley
constituyente, la de precedencia: el del capitalista y el de mercado, éste de Néstor Braunstein y aquel de
Lacan, que se engendran en la misma lógica, aunque el segundo supone una mutación y un salto
respecto al primero .

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