INTRODUCCION: La misión de la iglesia es continuar con el ministerio terrenal de Cristo. Así lo estableció el Señor de la iglesia: “… así como el Padre me envió, así también yo os envío…” (Juan 20:21b). Esta declaración de Jesús es contundente y define los distintivos de la misión de la iglesia. En primera instancia, establece que Dios es un Dios misionero: el Padre es quien envía y el Hijo es el enviado. En consecuencia, el ministerio de Cristo es la actividad misionera de Dios en nuestro mundo. Por tanto, el ministerio de Jesús es el paradigma en el que “descubrimos” los distintivos de la misión de la iglesia. La iglesia que quiere ser fiel al llamado y al envío de Dios, debe prestar atención a los distintivos del ministerio de Jesucristo y reproducirlos. Mateo 9:35-38 es un resumen de la misión de Jesús a la que somos enviados a continuar.
I. RECORRIA (V 35) Jesús no estableció un lugar para reunirse y donde esperar a la que la gente llegase a escucharle predicar, sino que él mismo fue a ellos, fue a donde estaban los necesitados de Dios.
La iglesia ha cambiado los papeles. Se ha establecido en un lugar cómodo y está esperando que la gente llegue o venga. Esta es la razón por la que los templos están vacíos. Jesús sabía muy bien esto, por eso recorría todos los lugares y fue enfático al indicar que fuéramos hacia las personas (Id a todo el mundo). ¿A dónde iba Jesús?
A. A las ciudades Jesús sabía que debía alcanzar a todos y aunque se identificó con los pobres y marginados, nunca olvidó las ciudades. La Biblia registra episodios de Jesús ministrando en las ciudades.
B. A las aldeas: Jesús no buscó su comodidad, no escatimó ningún esfuerzo por llegar a los pecadores que necesitaban de su amor. Estuvo dispuesto a ir a las aldeas y correr los peligros que implicaban. Tenemos que aprender de nuestro modelo e ir a todos los lugares.
El hecho que Jesús recorriera ciudades y aldeas, implica que la iglesia debe movilizarse hacia todos los lugares, a todas las etnias del mundo, en todas las épocas y bajo cualquier circunstancia.
El cumplimiento de la misión implica la movilización hacia todos los lugares del mundo, al mismo tiempo y bajo cualquier circunstancia.
II. PREDICANDO (v 35c) Este término encuentra su raíz etimológica en el gr. Kerigma que significa “proclamación, publicación de algo que exige una respuesta positiva”. ¿Qué era entonces, lo que publicaba Jesús? Jesús recorría los lugares predicando el evangelio del Reino de Dios. ¿Qué significado tiene que Jesús predicase el evangelio del Reino? Al revisar los pasajes que hablan acerca de la predicación de Jesús acerca del Reino, puede concluirse en lo siguiente:
A. La predicación de Jesús era un llamado al arrepentimiento: “Arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17; Marcos 1:15). La predicación del evangelio llama a un cambio de mente, a un cambio de dirección, a un cambio de vida.
Si la iglesia ha de llamar al arrepentimiento, deberá abordar una predicación Cristocéntrica. Lucas dice “… y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén” (Lucas 24:47). El arrepentimiento es necesario para el perdón de los pecados y solo Jesucristo ofrece perdón, porque sólo él murió por los pecados del mundo. La iglesia no puede callar este mensaje, debe proclamarlo a todo el mundo con premura, porque de este mensaje depende la salvación de las personas que están condenadas a vivir una eternidad separados de Dios.
B. La predicación de Jesús anunciaba la llegada del Reino de Dios. ¿Qué implicaciones tiene el anuncio de la llegada del Reino de Dios? Significa que Dios irrumpe nuestra historia, interviene, actúa en la vida de las personas y se experimenta en las estructuras sociales donde interactúan. Es decir, la injerencia de ese Reino repercute la vida completa. Lucas 4:18, 19, describe cómo interpreta Jesús la misión de predicar el evangelio del Reino: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor”. Analicemos este pasaje. Analicemos brevemente el pasaje.
C. La predicación anuncia a Cristo como Señor. Cuando se predica a Cristo, las personas se encontraran con Cristo y toda persona que se encuentra con Cristo, es transformada.
III. ENSEÑANDO (v 35b) Jesús no solo predicaba, también enseñaba. Cuando Jesús ascendió al cielo, ordenó a sus discípulos que fueran por todo el mundo y enseñaran todas las cosas que él había enseñado. La misión de la iglesia no es únicamente predicar; también incluye una función pedagógica. Es decir, deberá enseñar a hombres y mujeres que en fe reciben a Jesús como Señor, a vivir de acuerdo a los principios y valores del Reino de Dios.
La enseñanza está vinculada con la tarea de discipular. Entonces, la enseñanza busca formar el carácter más que informar. El discipulado no es un curso, por consiguiente no puede darse desde un púlpito. Es una trasformación de vida que se da en la convivencia e incluye un proceso de enseñanza y aprendizaje a través de conceptos y experiencias que producen madurez emocional y espiritual.
La evangelización y la enseñanza tienen la función de transformar este mundo para la gloria de Dios y cada uno de nosotros somos llamados a hacerlo, porque Cristo lo hizo y la misión de la iglesia es continuar con el ministerio terrenal de Cristo.
IV. SANANDO TODA ENFERMEDAD Y DOLENCIA (v 35d) El ministerio de Jesús no se enfocó únicamente en la parte “espiritual”, Jesús ministró todas las áreas de la vida, porque “cada necesidad humana, es un campo misionero”.
Jesús liberó los corazones del poder del pecado y del diablo; pero también del poder de la enfermedad y del hambre. Su ministerio fue integral. La iglesia como continuadora del ministerio terrenal de Cristo también debe ver a la humanidad completa y ministrar todas sus necesidades. El Espíritu Santo ha venido sobre la iglesia para empoderarla, precisamente para hacer lo mismo que Jesús hizo.
Por otro lado, la iglesia no puede cerrar los ojos ante la miseria humana. Debe tener un mensaje que se traduzca en acciones concretas, como la plantea Santiago: “Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? (Santiago 2:15,16) ¡De nada! Así es el mensaje de la iglesia que no ministra las necesidades de los hombres y mujeres que sufren.
No podemos terminar nuestra reflexión sin considerar un detalle importante:
V. LA COMPASIÓN COMO LA MOTIVACIÓN CORRECTA PARA LA MISIÓN El versículo 36 Lucas dice que Jesús alzó sus ojos hacia las multitudes y vio; percibió sus necesidades: estaban como ovejas sin pastor y tuvo compasión ¡sufrió con ellos, sintió como sentían ellos!
Es la compasión no la competencia, la que debe movilizar a líderes e iglesia a cumplir la misión que Dios ha delegado. La iglesia (nosotros) debe alzar los ojos hacia los millones de hombres y mujeres que viven sin esperanza. Es hora que la iglesia deje de ver hacia adentro, es tiempo que deje de contemplar sus paredes y sus “tesoros”; la iglesia debe quitar su corazón de estas cosas y poner el corazón donde Dios lo tiene, en los millones de hombres y mujeres que aún no le conocen. Dios se agrada más cuando ve a una iglesia invirtiendo sus recursos en pro de la salvación de las personas, que en la construcción de lujosos templos y equipo para la satisfacción de “caprichos religiosos”.
Somos desafiados a tener compasión y amor por el mundo como Jesús lo hiciera, quien “siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz (Filipenses 2:6-8).
CONCLUSION: Es en este contexto que Jesús pide obreros para la mies (vv 37, 38). Nosotros somos la respuesta a esa petición de Jesús. Somos los llamados y los comisionados en colaborar con Dios en levantar la cosecha. Por eso decimos que la misión de la iglesia es continuar con el ministerio de terrenal de Cristo. Por eso debemos recorrer todo el mundo para predicar, para enseñar, para sanar toda enfermedad, como muestra del amor de Dios derramado en nuestros corazones y en obediencia a Dios como lo hiciera Jesús. ¿Está usted dispuesto a dejar “su condición” para cumplir fielmente la misión que Dios le ha dado?