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I).

Teología Bíblica

El adjetivo «bíblica» no debiera hacer pensar a nadie que las otras ramas de la Teología son
menos bíblicas o no tienen la Escritura como su fuente de conocimiento. Se le llama así
porque es un estudio inductivo e histórico de las varias y progresivas etapas de la acción
reveladora y salvadora de Dios, tal como la tenemos registrada en la Escritura. La Teología
Bíblica muestra el carácter progresivo del contenido doctrinal de la Biblia que es
considerado paso a paso a lo largo de la historia de la salvación por medio de la cual Dios
se revela y salva. Trata puntos particulares de doctrina tal, y a medida en que aparecen en
cada libro de la Biblia. Es analítica, en contraste con la Teología Sistemática, que busca la
síntesis.

Siendo analítica, se deduce que sea también exegética. La Teología Bíblica considera la
Revelación como un proceso resultado de la acción divina en el mundo y en la historia, no
como el producto acabado de dicha actividad cuyo estudio pertenece a la Teología
Sistemática.

La Teología Bíblica recoge los resultados dispersos de la exégesis particular con objeto de
conocer mejor cada una de las etapas de dicho proceso revelacionál y salvador que se da en
la historia, que es progresivo, inteligible y coherente constituyendo un todo bien
estructurado por medio de todas sus partes.

Como subdivisiones que le sirven de ayuda a la Teología Bíblica, además de la exégesis ya


mencionada, tenemos la Crítica Textual que, como su nombre indica, se ocupa del estado
actual de nuestros conocimientos tocante a los textos bíblicos más antiguos para obtener la
mayor claridad posible y así el mejor entendimiento del mensaje revelado. Tenemos,
además, la llamada Alta Crítica, nombre inadecuado, pues no es superior ni su tema ni su
importancia al de los de la Crítica Textual; pero, dada la generalización de su uso, hemos de
emplearlo. La llamada Alta Crítica se ocupa de la paternidad literaria de cada uno de los
libros de la Escritura, de la fecha de los mismos, de las circunstancias en que fueron
escritos, del estilo literario y del propósito que los alumbró. Debido a prejuicios filosóficos,
que no científicos y menos espiritualmente bíblico, un gran sector de la Alta Crítica en
manos de las modas seculares prevalecientes en los últimos dos siglos mayormente a partir
de Wellhausen y la Escuela de Tubingia ha hecho más por desprestigiar la Biblia y su
autoridad que por hacer explícito su mensaje auténtico. No obstante, existe una Alta Crítica
posible, y deseable, para el erudito evangélico que le permite llegar a una más clara
inteligencia de los documentos sobre los que ha de versar su reflexión conducente a una
Teología Bíblica.

2). Teología Sistemática

Por la Teología Sistemática estudiamos la Revelación como un todo en su carácter orgánico


y estructural, como un sistema de doctrina y de moral.

Y ello de tal manera que se nos ofrecen las grandes verdades de la Revelación -resultado de
la actividad reveladora y salvadora de Dios- en forma sintética y no fragmentada; recoge la
totalidad de la revelación sobre cada doctrina y principio y nos ofrece el resultado
completo; ofrece igualmente la concatenación e interdependencia de las varias verdades
reveladas y las presenta en su valor eterno y no solamente en sus contextos históricos
particulares como hace la Teología Bíblica.

La Teología Sistemática depende de la Teología Bíblica de la cual se nutre; su material


básico es el que le ofrece la exégesis del texto bíblico y su sentido original en el contexto de
la historia de la salvación y la revelación. Aquí, la Teología Evangélica difiere de otros
sistemas puestos que todo lo que no sea la Revelación es material espúreo y convocatorios
de autoridades apócrifas. Insistiremos, después, sobre este punto.

El Curso de Formación Teológica Evangélica en que aparece este volumen, es básicamente


un Curso de Teología Sistemática, pero abierto también a las ricas perspectivas de la
Teología Práctica (Apologética y Pastoral) o Histórica y Dogmática que ya en este primer
volumen empezamos a recorrer (véanse lecciones en Parte Segunda sobre Religiones no
cristianas).

La verdad en las Escrituras se nos da de manera viva. La Biblia no es un catecismo, ni un


tratado teológico. Al producirse en medio de la historia concreta de los hombres, la Palabra
de Dios ha llegado a nosotros de forma dinámica y vivencial. La labor del teólogo es
sistematizar todas estas realidades divinas,»sembradas a lo largo del devenir histórico de
Israel, para así poder comprender su estructura y su armonía interna. Kevan dijo que la
perspectiva devocional equivale a la admiración que sentimos por una rosa y al hecho de
olería, mientras que el enfoque teológico representa la disección de dicha rosa. La Teología
Sistemática busca la claridad lógica, con tal de explicitar los datos revelados.

Dado que la Teología Sistemática no se produce en un vacío, es asimismo tributaria de la


Teología Histórica o Dogmática, así como de la Apologética y la Ética a las cuales ella
presta su primer concurso que luego le es devuelto. La Teología no puede quedar
divorciada de las tareas pastorales, de las exigencias misioneras y de la misma adoración de
la Iglesia. Tiene que ser una reflexión hecha desde dentro de las situaciones, las
preocupaciones del mundo contemporáneo a ella. La Teología tiene que escribirse en el
trajín de las tareas evangelizadoras y pastorales del pueblo de Dios. La Teología no debiera
ser nunca una meditación estática, no debería aislarse como en una torre de marfil, sino que
tiene que ser algo encarnado y comprometido con el pueblo de Dios y toda su problemática.
Siendo así, en sus reflexiones no puede olvidar la Teología lo que han pensado otros, en
otros tiempos u hoy mismo y con ello echa mano de la Teología Histórica, de la
Apologética y de la Etica. Es de esta manera que la Teología Sistemática se ve obligada, en
ocasiones, a tomar el método antitético (así en la Segunda Parte de esta obra, al
enfrentarnos con las religiones no cristianas y sus pretensiones frente a la Revelación
bíblica), si bien su método normal y fundamental es el «tético» y positivo.

Cada Teología Sistemática por su parte, y mediante su contribución, enriquece a la


Teología Histórica o Dogmática de la que pasa a formar parte.

3). Teología Histórica o Dogmática


Podría denominarse también Historia de las Doctrinas; en cualquier caso se trata de
exponer en su trayectoria histórica el impacto de la verdad de la revelación en el pueblo de
Dios desde el final del período apostólico hasta nuestros días, y la manera en que este
impacto ha obrado en la vida de la Iglesia.

Se traza en este apartado teológico el desarrollo doctrinal, el proceso mediante el cual el


pueblo de Dios ha ido adquiriendo una mayor comprensión de las verdades reveladas y las
fructíferas avenidas que se le abren a la meditación cristiana.

La Teología Sistemática presta su concurso insustituible a la Teología Histórica, pero ésta a


su vez se lo presta de nuevo a aquélla con las perspectivas y los discernimientos aprendidos
del pasado, de los que saca instrucción tanto de las victorias como de las apostasías de
pasados siglos.

Vemos, pues, una profunda inter-relación en el trabajo teológico y entre sus varias
secciones.

Una rama muy importante de la Teología Histórica es la que estudia los Símbolos o Credos
que las distintas Iglesias han ido formulando para confesar su fe delante del mundo y de las
doctrinas heterodoxas. Es realmente importante este estudio por la precisión con que han
sido definidas a veces ciertas enseñanzas bíblicas y por la comprensión que nos da de las
dificultades y los embates con que han tenido que enfrentarse las varias ramas de la Iglesia
a lo largo de los siglos. Esta dimensión confesante de la fe, por medio de las formulaciones
doctrinales, nos enseña cómo la dinámica de la ortodoxia ha tenido que expresar su fe en
medio de los tiempos y navegando contra corrientes poderosas de pensamiento.

4). Teología práctica o Ética

Ha sido definida como la Teología en acción; es decir, la aplicación de la doctrina a la vida


práctica.

Una de sus vertientes más importantes es la Teología Pastoral, que trata de la llamada «cura
de almas» y tiene que ver con la compleja y múltiple actividad del pastor -o los pastores-
que apacientan los rebaños del Señor.

La sección moral, o ética, no es menos importante hoy cuando las corrientes de la «nueva
moral», o la «moral de situación» tratan de destruir los fundamentos bíblicos de la conducta
cristiana. Los volúmenes X y XI de esta colección versarán sobre ETICA CRISTIANA y
PASTORAL Y HOMILETICA; allí podrá el lector y estudioso encontrar estas materias
tratadas con más extensión. Por el momento, remitimos al libro Iglesia, sociedad y ética
cristiana (José Grau, J. M. Martínez, Ediciones Evangélicas Europeas, Barcelona, 1971).

Huelga decir que sin una sólida base de Teología Bíblica y Teología Sistemática, la
reflexión ética adolecerá de superficialidad y será coto abierto a toda suerte de incursiones
exóticas. Tal es el caso de mucho del secularismo que ponen de moda algunos teólogos,
ignorando la doctrina bíblica de las realidades seculares tan rica en sugerencias y tan
generosa en avenidas que todavía no han sido suficientemente recorridas. Asimismo, la
experiencia que aporta la Teología Histórica no le viene nada mal a la Teología práctica, o
Etica, puesto que puede evitarle muchos tropiezos innecesarios. Un ejemplo elocuente de
no prestar suficiente atención a esas otras especialidades nos lo ofrece mucho del
Catolicismo progresista moderno, el cual después de fustigar al clericalismo está cayendo él
en un nuevo clericalismo cuya única diferencia con el antiguo es que ha mudado de colores.
Asimismo el Protestantismo de signo liberal (modernismo teológico) se ve arrastrado a un
nuevo constantinismo pese a haberlo condenado en el pasado de manera apasionada.[1]

Introducción
La enseñanza bíblica cristiana se encuadra dentro de la estrategia general de Dios para
salvar al hombre. Dios ha constituido a maestros (Efesios 4:11) y a otros líderes de la
iglesia de Cristo para que estén "aconsejando y enseñando con toda sabiduría a todos los
seres humanos, para presentarlos a todos perfectos en él." (Col. 1:28). La misión de la
enseñanza bíblica cristiana es esa y tiene un fin: que los seres humanos se conviertan al
Señor, en definitiva experimenten un cambio de vida.

Es urgente que las iglesias de Cristo reconozcan la grave falla que están afrontando al no
tener claridad qué es lo que se pretende con nuestra enseñanza, para qué y cómo es que
vamos a enseñar la Biblia, a los diferentes grupos de edades que hay en una comunidad
cristiana.

Si nuestras iglesias no crecen, ni los miembros muestran el testimonio de honestidad y


conocimiento bíblico en sus vidas, entonces no estamos enseñando lo que dice la Biblia. Si
"no pasa nada" como resultado de nuestra enseñanza, entonces estamos inmersos en un
rotundo fracaso. Si todo lo que hacemos es "charlar" y "platicar" en nuestras "clases
bíblicas" estamos perdiendo el tiempo.

Si nuestros niños y adolescentes no entregan sus vidas a Cristo y si nuestros adultos son
personas sin conocimiento y sabiduría y caen ignorando las Escrituras, entonces nuestro
sistema de enseñanza esta en déficit. Si los no creyentes en Cristo que asisten a nuestras
clases no muestran ningún interés en arrepentirse de sus pecados y bautizarse (Hechos
2:38) ni tampoco muestran el más mínimo interés en profundizar en los temas bíblicos que
enseñamos, entonces no estamos haciendo nada con eso que llamamos "estudios bíblicos".

Es necesario que todos los líderes y los maestros y maestras tengan plena claridad de lo que
realmente es la Enseñanza Bíblica Cristiana, se capaciten y empiecen a buscar resultados
espirituales de su enseñanza.

Objetivo general:

Enseñar los fundamentos de la Educación Bíblica Cristiana para poner en marcha un


programa de educación eficaz en las iglesias de Cristo.
Objetivos Específicos:

 Tener claridad sobre la esencia de la enseñanza bíblica cristiana.


 Identificar los fines de la enseñanza bíblica cristiana.
 Reconocer los factores que influyen en el proceso de enseñanza - aprendizaje.
 Poner en marcha un programa de educación bíblica cristiana eficaz en las iglesias de
Cristo.

Los fines de la enseñanza cristiana


La conversión del adulto no creyente.

Jesucristo vino para que los seres humanos "tengan vida, y la tengan en abundancia." (Juan
10:10). Se refiere a la vida eterna en Cristo Jesús. Todo nuestro acercamiento al adulto no
creyente tiene por finalidad lograr que éste sea salvo. En palabras del mismo Cristo: "El
que crea y sea bautizado será salvo" (Marcos 16:16).

La entrega a Jesucristo es un cambio radical de la persona, tanto que en muchos textos


bíblicos se lo denomina "nacer de nuevo" (Juan 3). Si nuestra enseñanza no está planeada
para que la gente crea y se bautice, entonces no estamos haciendo nada.

La edificación del creyente.

El cambio radical del creyente que se produce en el momento de la conversión toca


principalmente con aquello que lo separa de Dios. La labor del predicador o maestro
cristiano es ayudarle a la persona a ubicar qué es lo que le está separando de Dios, qué es lo
que le impide tener una relación de santidad con Dios. Una vez ubicado esto, la persona se
arrepiente y se bautiza para el perdón de los pecados. Por ejemplo, si lo que separaba a la
persona de Dios era el robo, la entrega a Jesucristo hace que la persona "no robe más, sino
que trabaje" (Efesios 4:28). Pero de ahí en adelante el mensaje del evangelio tiene que
inundar todas las áreas de la vida de la persona, no sólo aquellas que evidentemente le
impedían recibir a Cristo.

Los creyentes necesitan ser edificados espiritualmente para que "arraigados y cimentados
en amor, puedan comprender, junto con todos los santos, cuán ancho y largo, alto y
profundo es el amor de Cristo; en fin, que conozcan ese amor que sobrepasa nuestro
conocimiento, para que sean llenos de la plenitud de Dios." (Ef. 3:18,19). Si fracasamos en
edificar a los hermanos y hermanas de las iglesias, la persona puede volver a antiguos
pecados y llegar a quedar en peor condición que antes de entregar su vida a Cristo. Los
líderes y maestros y maestras de las iglesias de Cristo deben entender esto muy
profundamente. Si los creyentes no son mejores cristianos que cuando se convirtieron, si
"no hay progreso", entonces lo que sucede es que no existe una verdadera enseñanza bíblica
cristiana en la iglesia. Lo que en definitiva le da solidez y la madurez necesaria para un
verdadero crecimiento.

La preparación del niño para la conversión.

Eso de que "niños son el futuro de la iglesia" aparte de ser una frase muy común, es
completamente cierto. Dios quiere que los niños sean criados "según la disciplina e
instrucción del Señor" (Ef. 6:4b). Uno de los requisitos para ser anciano líder (pastor) de la
iglesia es que "sus hijos deben ser creyentes" (Tito 1:6). Todas las clases y actividades que
la iglesia desarrolle con los niños deben ir directa o indirectamente relacionadas con ese fin:
prepararlos para la conversión.

Si los niños y adolescentes, no entregan sus vidas a Jesucristo a su debido tiempo, se deben
estar enseñando muchas cosas en las clases que la iglesia les imparte. Pero hay algo que no
se les está enseñando: la Palabra de Dios.

Qué es enseñar desde el punto de vista cristiano


Ser cristiano es tener un encuentro personal con Dios, una relación, una experiencia.
Consecuentemente, enseñar desde el punto de vista cristiano consiste en lograr que la
persona tenga una relación personal con Dios y la mantenga toda su vida, y por la
eternidad.

Para poder tener un encuentro personal con Dios la persona debe tener fe. La fe le llega a la
persona "como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo"
(Romanos 10:16). A nosotros nos corresponde enseñar el mensaje de Cristo no sólo para
que la persona se haga cristiana, como acabamos de ver, sino también para que se mantenga
cristiana. A los que ya son cristianos se les pide que vivan "manteniendo en alto la palabra
de vida" (Fil. 2:16). En esto, el papel de la enseñanza cristiana es claro: "Que habite en
ustedes la palabra de Cristo con toda su riqueza: instrúyanse y aconséjense unos a otros con
toda sabiduría." (Col. 3:16).

Un problema de muchas iglesias es que muchos de nosotros creemos que enseñar es


verbalizar, es decir que la persona diga en sus propias palabras lo que la Biblia enseña.
Luchamos por todos los medios para alcanzar ese logro. Pero en realidad que la persona
sepa en su mente una enseñanza bíblica y pueda decirla claramente en sus propias palabras
no es suficiente. El cristianismo no es tan sólo una manera de pensar, sino una manera de
vivir. Mucha gente conoce y expresa verbalmente muy bien los principios bíblicos, pero no
los vive. Jesucristo identificó claramente ese problema en los fariseos que él tanto reprobó (
Mateo 23:1-4ss). Lograr que una persona conozca la palabra de Cristo y la exprese con
claridad en sus propias palabras es algo muy grande, pero no es suficiente.

Otro problema es que muchos de nosotros creemos que aunque no es suficiente conseguir
que una persona conozca la palabra de Dios y la exprese en sus propias palabras, pensamos
que la solución es que además de eso, la persona muestre entusiasmo por lo que ha
aprendido. Pero eso tampoco es suficiente: el cristianismo no es tan solo un estado de
ánimo pasajero, es una manera de vivir. Hay gente que la "pasa muy bien" en su relación
con la palabra de Dios, muestra entusiasmo con la enseñanza, pero no practica la
enseñanza. Conocer y decir con sus propias palabras los principios bíblicos no es suficiente.
Tampoco es suficiente que la persona "se entusiasme" con la palabra de Dios.

Sí, es importante que la persona conozca la palabra de Dios, la exprese en sus propias
palabras y se entusiasme con ella. Pero no puede quedarse ahí. Hemos realmente enseñado
cuando la persona cambia su vida y tiene una experiencia permanente con Dios, una
relación personal con Dios.

Entonces, desde el punto de vista cristiano hemos realmente enseñado, cuando al enseñar la
Palabra de Dios la persona logra todo esto completamente:

Conoce la palabra de Dios y expresa en sus propias palabras la palabra de Dios

Se entusiasma con la palabra de Dios y Logra una experiencia personal con Dios.

Lo anterior se puede dar casi simultáneamente, si Dios quiere. Eso pasa en muchos casos en
que la gente llega a rendir sus vidas a Cristo. Pero, como podemos ver en el cuadro anterior,
parece darse generalmente un proceso de enseñanza - aprendizaje. Eso es lo que vamos a
estudiar en el siguiente capítulo.

El proceso de enseñanza - aprendizaje


Dios hizo al ser humano. Nosotros debemos aprender cómo es que funciona el cuerpo del
ser humano para poder ayudarle cuando está enfermo. Eso es tarea de la medicina.

Si queremos aprender cómo es que el ser humano aprende eso es tarea de la pedagogía.
La pedagogía nos dice que el aprendizaje es un proceso. Por eso hablamos del proceso de
enseñanza - aprendizaje.

Conocer la Palabra de Dios.

Es importante tener claro que todo empieza con este paso. La gente tiene que entrar en
contacto con la palabra de Dios. Romanos 10:14 dice: "Ahora bien, ¿cómo oirán a aquel en
quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no
hay quien les predique? ¿Y quién predicará sin ser enviado? Así está escrito «¡Qué hermoso
es recibir al mensajero que trae buenas nuevas!»". Debe haber alguien que enseñe la
palabra de Dios y otro que reciba la enseñanza.

Comprender la Palabra de Dios.

Comprender la palabra de Dios quiere decir que sabemos lo que ella significa para nuestra
vida diaria. Cuando impartimos una enseñanza bíblica, el alumno debe comprender qué
significa esa enseñanza para su propia vida individual. Una manera en que podemos ver
que el alumno comprende la palabra de Dios es cuando él puede explicarnos con sus
propias palabras la enseñanza bíblica que se le ha dado. El alumno puede expresar esa
comprensión por medio de la comunicación de lo que se entendió, o por medio de construir
un instrumento en el que muestre su comprensión. Ese instrumento dependerá de las
capacidades del alumno: puede expresar oralmente lo que entendió de la enseñanza, o hacer
dibujo, o un cuadro sinóptico, o un ensayo, o participar en un debate, o crear un trabajo
manual, o crear y participar en un drama o representación teatral, o un socio-drama, etc.

Estar seguros de que la Palabra de Dios es lo mejor.

El alumno debe tener una convicción muy fuerte de que la palabra de Dios es lo mejor para
su vida y para el mundo. Su convicción en la verdad de la palabra de Dios debe llegar hasta
el extremo de estar dispuesto a guiar su vida por la palabra de Dios. Su fe en los principios
bíblicos debe hacer que la palabra de Dios sea su norma de creencia y de conducta. Un
discípulo de Cristo está plenamente convencido de que su vida debe estar haciendo la
voluntad de Dios, tal como se muestra en la Biblia. El convencimiento incluye el hecho de
que los principios bíblicos deben ser obedecidos en todos los campos de nuestra vida y con
una actitud de alabanza y entusiasmo. Cuando se tropiece con alguna dificultad, el
verdadero discípulo no desmaya, sino con toda convicción dice como Pablo: "Sé en quien
he creído y estoy seguro" (1 de Timoteo 1:12b).

Experimentar La Palabra De Dios

He aquí el último paso del proceso enseñanza - aprendizaje sin el cual no podemos decir
que realmente se ha enseñado. Cuando el alumno comienza a vivir de acuerdo con lo que se
le ha enseñado de la palabra de Dios, entonces podemos decir que ha aprendido la palabra
de Dios. Eso se debe hacer, con todo principio bíblico que se le presente: vivir de acuerdo a
ese principio. Eso y no la verbalización, es lo que hará cambiar al mundo. El que
verdaderamente ha aprendido la palabra de Dios, cambia su forma de vida pues ella "es
viva y poderosa y más cortante que toda espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo
del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos". (Heb. 4:12). Nadie puede ser el
mismo después de una experiencia así. Lo demás, es palabrería.

Factores Que Afectan El Proceso De Enseñanza -


Aprendizaje
Dentro del proceso de enseñanza - aprendizaje de la palabra de Dios hay factores que
afectan para bien o para mal ese proceso. La mayoría de los educadores están de acuerdo en
ubicar esos factores en el maestro, en el alumno y en el contexto del aprendizaje.

El Maestro

La personalidad del maestro.

Es un factor clave que el maestro tenga una personalidad cristiana. Empezando porque debe
ser un creyente. Puesto que la enseñanza cristiana consiste en un encuentro personal con
Dios, quien no lo haya experimentado no puede enseñar lo que a él mismo no le ha
ocurrido. Nadie puede enseñar lo que no conoce. Así como nadie puede dar lo que no tiene.

El Señor Jesucristo es el modelo del maestro, a Él se le llama "el Divino Maestro". Su


personalidad atrajo multitudes. El carácter de Jesús era "humilde de corazón" (Mateo
11:29), y al mismo tiempo la gente se admiraba "porque les enseñaba como quien tenía
autoridad, y no como los maestros de la ley" (Mateo 7:29). La gente venía a escuchar su
enseñanza y le traían sus hijos para que orara por ellos (Mateo 19:13).

La actitud del maestro hacia la Biblia.

Jesucristo tenía en alta estima a la Escritura. En sus discusiones con los líderes judíos les
decía: "Ustedes andan equivocados porque desconocen las Escrituras y el poder de Dios"
(Mateo 22:29). Y también anda muy equivocado aquel maestro que desconozca hoy en día
la enseñanza de la Biblia y tenga una actitud liviana ante ella o que base sus enseñanzas en
algo diferente a la Palabra de Dios. El problema de los enemigos de Jesús era que en
realidad no enseñaban a la gente la Palabra de Dios, sino sus propias ideas y por eso Jesús
les dijo: "En vano me adoran; sus enseñanzas no son más que reglas humanas" (Mateo
15:9).

La actitud del maestro hacia el alumno.

Jesucristo amaba a la gente y eso le motivaba a enseñar. La Biblia nos dice que "al ver a las
multitudes tuvo compasión de ellas" (Mateo 9:36). Una actitud de menosprecio o de temor
hacia los alumnos es un factor que afecta el proceso de enseñanza - aprendizaje de una
manera tal que lo puede bloquear. El maestro(a) cristiano(a) debe tener en alta estima a sus
alumnos, amarlos, tomarlo en cuenta y creer que ellos pueden culminar el proceso con
éxito.
La actitud del maestro hacia la enseñanza.

El nombre más común para referirse a Jesucristo en los evangelios es el de "maestro". Jesús
creía en la enseñanza. Un maestro que no crea en la enseñanza no llega a nada con su
actividad. El maestro debe creer tanto en la enseñanza que él mismo debe ser un alumno.
Ser maestro es considerado en el Nuevo Testamento como un don de Dios (Ef. 4:11).

El Alumno

La actitud del alumno hacia la palabra de Dios.

Los primeros discípulos estaban ávidos de la enseñanza de Jesucristo, le decían: "Señor,


enséñanos..." (Lucas 11:1b). El maestro debe tratar de despertar el interés de los alumnos
hacia la palabra de Dios para que el proceso pueda darse con efectividad. Es importante que
el maestro conozca cuál es la actitud del alumno hacia la palabra de Dios y hacia la iglesia
donde es enseñado.

La actitud del alumno hacia sí mismo.

Una actitud de baja autoestima, de que "la palabra de Dios no es para mí" puede ser fatal
para el éxito del proceso de enseñanza - aprendizaje. Lo hermoso de la enseñanza cristiana
es que no importa lo que uno piense de sí mismo, la Biblia trae mensaje para el ser humano.
El maestro debe mostrar eso al alumno para que tenga un adecuado concepto de sí mismo y
le favorezca el aprendizaje.

La actitud del alumno hacia el maestro.

Si el alumno con confía en su maestro, es difícil que aprenda. Se necesita cambiar el


concepto del alumno hacia el maestro ya sea por medio de que el maestro muestre un
verdadero testimonio o por medio de que el alumno venza prejuicios.

El Contexto De Aprendizaje

El contexto de aprendizaje tiene que ver con el lugar y el ambiente donde se imparte la
enseñanza. Es importante que el ambiente sea amistoso, acogedor, agradable, abierto al
diálogo. El lugar debe ser lo más cómodo posible y el número de alumnos manejable.

El Cambio de Actitud
Para poder tener éxito en el proceso de enseñanza - aprendizaje de la palabra de Dios, es
necesario que se den una serie de cambios en las actitudes de todos los que están insertos en
el proceso. Esos cambios se dan en el momento de que alguien se hace cristiano, a través
del cambio en los conceptos y a través de experiencias. Esos cambios los puede
experimentar tanto el maestro como los alumnos.

Cambio de actitud a través de la conversión.


Por conversión entendemos la experiencia que vive alguien al hacerse cristiano. Jesús dijo
"El que crea y sea bautizado será salvo" (Marcos 16:16). Tras esa frase hay muchas
implicaciones: El que cree se arrepiente de su mala vida, está dispuesto a declarar
públicamente su fe en Cristo y se bautiza de buena voluntad para el perdón de los pecados y
recibir al Espíritu Santo (Hechos 2:38). Así que una persona que crea y se bautice (en ese
orden, pues nadie puede cambiar el orden divino) es cristiana, se ha convertido en cristiano
. No hay otra manera de ser salvo sino como dice Jesucristo "Porque hay un solo Dios y un
solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre." (1 de Timoteo 2:5)

¿Qué pasa en una persona cuando llega a Jesucristo?

1. La persona es salva.

Eso quiere decir que todos sus pecados han sido perdonados (Hechos 2:38) y que ha
recibido una nueva naturaleza. Es como si naciera de nuevo (Juan 3:3). Es como si fuera
otra persona, una nueva creación (2 de Co. 5:17). Ahora somos "hechura de Dios, creados
en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las
pongamos en práctica" (Efesios 1:10)

2. La persona despierta un profundo deseo de seguir la voluntad de Dios.

Ahora la persona quiere obedecer a Dios en todo y ajustar su vida a lo que quiere Dios de
ella. Eso quiere decir que le tiene una profunda confianza a la palabra de Dios y muchos
deseos de aprender las enseñanzas de la Biblia. No tiene ningún pero ante el conocimiento
y la obediencia de principios bíblicos que le obliguen a cambiar sus patrones y modelos de
vida. Está dispuesta a acabar con todo aquello que le había mantenido separada de Dios
(Hechos 19:19; Efesios 4:25-32; 1 de Pedro 3:1-7)

3. La persona recibe un poder liberador que la ayuda a tener victoria sobre el mal.

El Espíritu Santo habita en la persona y eso le da un poder inmenso para vencer la tentación
y la persecución. El Espíritu Santo la dota con un don o dones (1 de Co. 12:7) para servir a
Cristo en la iglesia. Ese poder es un anticipo del goce y la herencia que recibirá en el cielo
(Efesios 1:14)

Cambio de actitud a través del cambio de los conceptos.

Las actitudes también se cambian a través del cambio de conceptos. La enseñanza de la


palabra de Dios debe producir un cambio de los conceptos humanos y carnales hacia Dios,
hacia la Biblia, hacia la iglesia, hacia la gente y hacia uno mismo.

Cambio de actitud a través de la experiencia.

A través de acercarse en forma práctica a Dios, la Biblia, la iglesia y la gente con una óptica
bíblica, cambiamos las actitudes hacia ellos. La enseñanza cristiana debe enfocarse en el
cambio de actitudes hacia:
-Dios.-Uno mismo.

-La familia.

-La Iglesia.

-Los no creyentes

-Del círculo familiar.

-Del círculo de trabajo

-Del círculo social:

-Los violentos.

-Los encarcelados.

-Los enfermos.

-Otros grupos religiosos.

-Otros grupos sociales.

El programa de enseñanza o currículo de una iglesia cristiana, debe abordar poco a poco y a
medida de las posibilidades de la iglesia local los temas anteriores y trabajar sobre ellos en
los procesos de enseñanza - aprendizaje.

Aspectos generales de la educación cristiana


"Mas el consolador, el Espíritu Santo, a quién el Padre enviará en mi nombre, él les
enseñara todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho." Juan 14:26

El enseñar y recordar las palabras de Jesús es la labor del Espíritu Santo, esa función se
encuentra en el centro de la misión de la iglesia. La iglesia no es más que un instrumento en
las manos de Dios, más específicamente del Espíritu Santo.

De esa manera nosotros los cristianos al realizar este ministerio, podemos buscar y crear los
medios para preparar a la iglesia para colaborar en la misión de Dios.

Hay dos columnas sobre las cuales se levanta la educación cristiana, una de ellas es la
teología y la otra la pedagogía.

Una definición de educación cristiana puede ser:


Educación cristiana es la acción educativa y pastoral de la iglesia que transmite el mensaje
cristiano, con el objeto de acompañar el crecimiento y maduración de la fe de los creyentes.

Es una forma eminente de educación de la fe y como tal se configura como relación


interpersonal, acompañamiento y testimonio, intencionalidad educativa , organización y
experiencia.

Es también comunicación de la fe, y en ese sentido comparte las exigencias y condiciones


de todo correcto proceso de comunicación, al mismo tiempo que queda abierta a la
utilización de los distintos lenguajes y medios propios de la comunicación hoy.

La iglesia tiene por necesidad, una función docente. La iglesia debe enseñar, tanto como
predicar, o de lo contrario no es iglesia. La responsabilidad por la enseñanza descansa sobre
la iglesia toda, aunque solo algunos de sus miembros, asumen tareas educativas específicas,
de la misma manera que la responsabilidad por el mantenimiento de la actividad de la
predicación del evangelio, así como también la observancia de los sacramentos, descansa
sobre la iglesia toda, aunque un número limitado está llamado a predicar y a administrar los
sacramentos.

La enseñanza pertenece a la esencia de la iglesia, y una iglesia que descuida esta función
docente ha perdido algo que es indispensable a su naturaleza como iglesia. Es una iglesia
defectuosa la que falla en este punto, así como es defectuosa, la iglesia en la cual el
evangelio cesa de ser predicado, o donde dejan de ser administrados los sacramentos.

La Escuela Dominical.-

Fue en 1780, en Inglaterra, Roberto Raikes comenzó su primera escuela andrajosa, para
niños analfabetos de Gloucester, al igual de lo que hiciera John Knox por esos días en
Escocia. Pero la diferencia es que los niños en Inglaterra, recibían además instrucción los
días domingos. El programa apuntaba primeramente a recibir instrucción en lectura,
escritura y aritmética, a lo cual se añade lecciones bíblicas, el propósito era capacitar a los
niños para una vida cristiana inteligente.

El movimiento iniciado por Raikes se fue expandiendo de ciudad en ciudad en forma rápida
y se dio a miles de niños una oportunidad en la vida que nunca hubieran tenido de otra
manera. Por otra parte el clero católico de la época estaba escandalizado de que hombres y
mujeres que tenían poco más que de celo evangelistico pretendieran considerarse a sí
mismos como maestros cristianos en las Escuelas Dominicales y que operaran fuera de la
órbita y la autoridad de la iglesia. En muchos lugares, como consecuencia de tales temores,
los maestros de la escuela dominical fueron sujetos a persecución y el movimiento tomó un
carácter anti clerical.

Por otro lado muchos acogieron con entusiasmo este movimiento de la escuela dominical,
ya que las iglesias evangélicas con sus miles de nuevos convertidos necesitaban un
desarrollo educacional para llevar adelante el trabajo que habían comenzado. De esta
manera la Escuela Dominical se reforzó en su trabajo y se aseguró fuertemente en la
tradición evangélica, su influencia se manifestó en la concepción de su propósito como
instrumento útil para la evangelización de los jóvenes y los niños.

Muy pronto la escuela dominical fue dejando su propósito original de alfabetizar a los niños
más pobres de la sociedad y se transformó en una escuela para niños de las familias de la
iglesia, especialmente cuando pasó a los Estados Unidos.

Con la separación de la iglesia del estado en EE.UU., ya las iglesias no podían esperar que
la escuela pública instruyera a los niños en la fe cristiana, y a medida que la secularización
avanzaba, los cristianos encontraron en la Escuela Dominical un instrumento válido para
llevar adelante esta obra necesaria.

El esquema de la Escuela Dominical.-

La Escuela Dominical tomó un esquema fijo de educación y formación cristiana, para


niños, jóvenes y adultos en clases separadas con sus respectivos maestros, esquema que se
mantiene hasta el día de hoy.

La Escuela dominical se encuadra dentro del quehacer de la Educación Cristiana en


general. Esta institución es una práctica frecuente y muy utilizada en las iglesias
evangélicas. Se trata de una actividad que involucra a todos los miembros de la iglesia,
pastores y laicos, desde los más pequeños hasta los de mayor edad.

También es una actividad educativa que contribuye a la formación de líderes de la


comunidad o congregación local. Ya sea como maestro de la propia escuela dominical, de
estudio bíblico, o responsable de diversos grupos dentro del trabajo de la iglesia ( niños,
adolescentes, jóvenes, mujeres, varones, tercera edad , etc)

En América latina la escuela dominical surge como parte del trabajo misionero,
principalmente de las iglesias Presbiterianas, Metodistas y Anglicanas, añadiéndose más
tarde las iglesias Bautistas, hermanos libres, etc.

Educación cristiana y teología


Hay un cierto aislamiento de la Educación cristiana dentro de lo que es la teología. La
función de la teología es ejercer una crítica constante de las doctrinas y prácticas que
existen en la iglesia, de acuerdo a lo que Dios nos ha mostrado en su Palabra, que es la
verdadera naturaleza de la iglesia. La escuela dominical se mantiene apartada de esta crítica
teológica y se le permite que siga su propio camino y desarrollo.

Da la impresión que la educación cristiana es considerada por parte de la teología en


general como algo de menor valor, en muchos casos como algo decorativo en la vida de la
iglesia. Hay necesidad de un proceso continuo, una crítica constante y renovada, donde
todo el fenómeno que aparece en el campo de la educación cristiana sea examinado a la luz
de la revelación cristiana esencial, para poder discernir en cada punto lo que es cristiano y
lo que no lo es.
El divorcio entre lo que es la teología y la educación cristiana, se ve en el profundo abismo
entre el nivel de la educación en las escuelas dominicales y la educación que se da en los
seminarios bíblicos y teológicos. Ambos campos permanecen separados de tal manera que
la gente no se esfuerza por buscar un nexo que ayude a nivelar hacia arriba la educación
que se da entre estos dos ámbitos de la vida de las iglesias.

Es que se da por sentado que solo los líderes o pastores, deben recibir educación teológica,
en el mejor de los casos, otros entienden que cualquier persona de buena voluntad puede
atender a los niños y jóvenes de la escuela dominical y contar las historias bíblicas, sin
entender que de alguna manera se está hipotecando el presente y el futuro de la educación
de nuestra gente.

Es evidente que existen grandes diferencias entre lo que se enseña bíblica y teológicamente
en los Seminarios y lo que se enseña en las Escuelas Dominicales de las iglesias. Muchas
veces se puede observar esto cuando los estudiantes de los seminarios que postulan a ser
ministros, se ven sorprendidos con las enseñanzas profundas del evangelio, la doctrina, la
historia de la iglesia, el análisis de la Biblia y la teología. Otra cosa sería, si las escuelas
dominicales los preparen bien para enfrentar el desafío de ser parte de un Seminario bíblico
teológico.

Esta misma situación vive el alumno de la escuela dominical cuando tiene que ingresar a
las instituciones universitarias, en las aulas de esas instituciones, nuestros jóvenes, que han
recibida una escasa formación bíblica, y una ingenua interpretación de las escrituras se ven
enfrentados a serios desafíos, a los cuales no sabe cómo responder, muchos de ellos
sucumben a las teorías humanistas y racionalistas sin tener como afirmar su fe, apoyado por
la Biblia.

Otro aspecto a tomar en cuenta es el excesivo moralismo que impera en la escuela


dominical, relacionado con la enseñanza bíblica. Debe ser porque muchos maestros de
escuela dominical están interesados en forjar una buena conducta en los niños, como una
mayor preocupación más que ellos tengan una adecuada formación en conocimientos y
manejo de la Biblia.

Las historias bíblicas se usan a menudo fuera de su contexto y se arreglan de tal manera que
esconden aquellos aspectos que afectan a un conducta moral de acuerdo a las normas
tradicionales de la sociedad. Se espera que el niño desde temprana edad piense que la Biblia
es un libro de moralidad y buenas costumbres.

Entonces, para lograr este objetivo, se blanquea o se encubren los caracteres bíblicos, las
historias y narraciones son extrapoladas para evitar que el niño vea a los personajes tal y
como son, una de las más ricas expresiones del contenido de la Biblia. La escuela
dominical no quiere que las mentes de los niños perciban como esos hombres y mujeres
realmente fueron. Cualquiera que lea con detención las lecciones de la escuela dominical,
para niños y jóvenes podrá descubrir este fenómeno de encubrir, la verdad bíblica con una
nube de moralismo.
La solución es proponer un currículo para la Escuela Dominical con las historias bíblicas tal
y como la Biblia las narra y explicar a niños y jóvenes los procesos de como Dios bendice
aún en medio de las debilidades y las imperfecciones a hombres y mujeres a los largo de la
historia del pueblo de Dios. A pesar de las falencias humanas, Dios sigue confiando en
nosotros y en medio de las debilidades se muestra su fortaleza.

El propósito de la educación cristiana


Hay al menos tres propósitos de la Educación Cristiana a tener en cuenta:

1.- Primero, es la proclamación del Evangelio en una situación íntima de persona a persona
- no se trata de predicar-, en los relatos del evangelio encontramos a Jesús en una variedad
de formas hablando de la Palabra de Dios a sus discípulos. No era para ellos posible
escuchar, tan solo una vez el llamado al arrepentimiento del Reino de Dios. Jesús estaba
permanentemente hablando de las implicaciones del Reino, del arrepentimiento y de la vida
nueva, a sus discípulos de diferentes formas para que el tema quede asumido en su plenitud.

Es entonces como primer propósito de toda educación cristiana guiar a las personas a una
comprensión y compromiso con el Reino de Dios, tal y cómo Jesús lo hizo presente a sus
discípulos. La educación cristiana en la iglesia debe confrontar a todas las personas de toda
edad, con el evangelio del Reino de Dios.

2.- En segundo lugar, la necesidad de que los alumnos sean mejor instruidos en la verdad
del evangelio, de tal modo que dejen atrás la inadecuada comprensión de Dios, la
comprensión acerca de ellos mismos y acerca de todas las cosas en su propio mundo.

Jesús enfrentó a personas adultas, que tenían una cosmovisión e interpretación del Antiguo
testamento muy diferente al mensaje del evangelio. Ellos esperaban a un Mesías libertador,
que a través de algunas demostraciones de poder sobrenatural, inauguraría un reino
universal, venciendo a los enemigos y Jerusalén se convertiría en el centro del gobierno
mundial, donde acudirían desde todos los rincones de la tierra a adorar al Mesías.

Ni en los días de Jesús ni ahora las personas se dirigen allí donde se hacen preguntas
profundas acerca de la existencia. A veces los discípulos nos parecen fuera de lugar en
muchas de sus apreciaciones, pero son el resultado de su época, su falta de comprensión en
cosas que nos parecen tan obvias. Pero aún en nuestro tiempo es común encontrar muchos
adultos que no tienen una idea clara del sentido de sus vidas, ni el propósito de haber sido
creados por Dios con una meta especial en este mundo.

La educación cristiana debe brindar ese aporte, en el desarrollo de la una mentalidad abierta
al conocimiento de las verdades de Dios, especialmente la verdad revelada en las Sagradas
Escrituras.

3.- En tercer lugar, se involucran los dos aspectos. Los discípulos fueron preparados en
mente y corazón para ejercer la misma clase de ministerio que Jesús. A esto se le llama el
discipulado. Hay un proceso en el que los creyentes se hacen discípulos y los discípulos
llegan a ser apóstoles (enviados).

Ellos fueron educados y disciplinados para que a través de ellos el movimiento del Reino
de Dios se adentre en la vida del mundo, este movimiento que comienza con Jesús, se debe
prolongar a través de los discípulos y continuar en una línea sinfín. El Señor dijo "Mayores
obras que éstas haréis vosotros" En esa promesa estamos incluidos nosotros, la iglesia, de la
cual somos miembros. Muchas veces hacemos una distancia entre estos pensamientos y
nuestra membresía, con el argumento de que se trataba de hombres y mujeres
excepcionales, y nosotros somos personas comunes. Pero, nuevamente la contextualización
del mensaje nos dice, que los discípulos son también personas comunes, y a través de ellos
se esparce el evangelio.

Jesús plantea una estrategia para la salvación del mundo. El llama a doce hombres a formar
una comunidad pequeña e íntima en torno a él , no se trata de formar una nueva religión o
una nueva ética, sino para darse a si mismo, la vida que estaba en él es entregada a todos, se
despoja de la vida que tenía en intimidad con Dios.

En su estrategia establece que se preparen hombres y mujeres en quiénes él estuviera


presente y a través de ellos proyectar el evangelio del Reino a otros.

Por esa razón primero llamó a doce, luego a setenta, pero su voluntad no es que la línea de
progreso termine allí, como muchas veces se piensa, el discipulado tiene ese efecto
multiplicador. El principio del discipulado es que uno bien preparado debe preparar a otros
seis, de setenta el circulo debía ensanchar y crecer a cuatrocientos veinte y de cuatrocientos
veinte a dos mil quinientos veinte.

Todo esto ¿Qué tiene que ver con la educación cristiana? Mucho, En su efecto de
preparación, de manera consiente. La iglesia local debe preparar a sus miembros, los
creyentes deben crecer y llegar a ser buenos discípulos y estos finalmente llegan a asumir
un ministerio para la propagación del evangelio del Reino a toda creatura.

Leer más: http://www.monografias.com/trabajos100/fundamentos-educacion-


cristiana/fundamentos-educacion-cristiana.shtml#ixzz49E1XDBVu

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