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BosQUEJo IIISToRICo
LOS PRINCIPALES ACONTECIMIENTOS
DE LA RE y DLU u Os
FRANCESA,
Desde la convocacion de los Estados-Generales
Hasta el establecimiento del Consulado de Napoleon Bonaparte.
TR A DU Cl DA
21 ibioma (Castellano,
TOMO CUARTO.
PARIS,
LIBRERIA AMERICANA,
cALLE DEL TEMPLE, Nº 69.
M830
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CAPITULO PRIMERO,
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WDA
DE
NAPOLEON BUONAPARTE,
CAPITULO I.
PROSIGUE
CAPITULO I. 57
precisas; con esto tenian suficiente para
ponerse en marcha. Atravesaban silencio
samente los bosques y los cercados, de que
estaba lleno su pais, y de este modo po
dian elegir fácilmente los puntos mas favo
rables para el ataque y la defensa. Su ejér
cito, diferente de cualquiera otro en el
mundo, no se dividia en compañías ó regi
mientos; seguian en cuadrillas á los gefes
que mas querian. En vez de tambores ó
música militar, se servian, como los anti
guos soldados suizos y escoceses, de sus
gaitas. Sus oficiales, para distinguirse de
los demas, se ponian una especie de pa
ñuelo encarnado atado en la cabeza, y
otros atado á la cintura, para que les sirviese
al mismo tiempo de cinto en que llevar las
pistolas “.
* El uso de este trage campesino, que por su singulari
dad fue causa de que les pusiesen el nombre de bandidos,
fue debido á Enrique La Rochejacquelein, que fue el pri
mero que se vistió así. Pero esta circunstancia y la intre
pidez con que se exponia habiendo dado ocasion á los re
publicanos de gritar : « Tirar al pañuelo encarnado, »
otros oficiales adoptaron el mismo trage para disminuir el
riesgo de un gefe que amaban, y acabó por ser parte del
uniforme.
38 VIDA DE NAPoLEON BUoNAPARTE.
* El 18 de junio de 1793.
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32 VIDA DE NAPOLEON BUONAPARTE.
CAPITULO I. 79
. . . . . Dissipabit insolens.
º l
98 VIDA DE NAPOLEON BUONAPARTE.
miente la causa del rey, porque deseaba
que la Inglaterra permaneciese libre de
todo compromiso relativo á la forma fu
tura del gobierno de Francia, conociendo
el peligro que habia en mezclarse en el de
recho que tiene un pueblo de elegir su
propio sistema de gobierno. Por mucho
cuidado que el gabinete ingles pusiese en
impedir que así las opiniones como las ar
mas revolucionarias se extendiesen mas
allá de su frontera, habia en el gabinete
de San James un partido considerable,
que pensaba que este exceso de frenesí
republicano debia producir naturalmente
una reaccion en favor de sentimientos mas
moderados. No pudiendo la sociedad exis
tir, se decia, sin un sistema sólido que ga
rantice la vida y los bienes de los ciudada
nos, la nacion francesa acabará por adop
tar alguno; y tanto por su propio bien
como por el de las demas naciones, re
nunciará por sí misma á su proselitismo
de doctrinas revolucionarias. Este resultado
debía ser producido por el irresistible curso
de los negocios humanos, que, por muy
CAPITULO II. 99
N
-
152 viDA DE NAPOLEON BUONAPARTE.
con el impulso de la metralla, eran infe—
riores á los horrores hechos en Nantes por
Carrier, el cual para vengará la república
de la resistencia tenaz del Vendee, parecia
haber desafiado al infierno mismo á cruel
dad. Hombres, mugeres y niños amonto
nados por centenares en barcos con válvu
las inferiores eran echados á pique en el
Loira, y esto se llamaba el bautismo repu
blicano. Hombres y mugeres, á quienes des
nudos, se ataba espalda con espalda, eran
arrojados al rio, y esto se llamaba casa
mientos republicanos. Pero bastante hemos
dicho para probar que la sangre de los
hombres se habia sin duda alguna conver
tido en veneno, y sus corazones en piedras
por efecto de los horrores en que se ejer
citaban diariamente. Habia muchos tam
bien que se deleitaban en estas crueldades,
y que hablaban del instrumento del supli
ció con el placer y el gozo que se mani
fiesta hablando de un objeto querido. Se
le daba el nombre de veranita nacional,
ú otros igualmente expresivos ; y aunque
no fuesen muy dc moda entonces los san
CAPITULO II. - 153
—
156 vIDA DE NAPOLEON BU0NAPARTE.
en práctica, de excesivas crueldades, que
dejan la sangre helada en las venas. Mere
ció igualmente que se le hiciesen cargos
por el abatimiento y apatía con que sobre
llevó por tanto tiempo un yugo tan horrible
y tan escandaloso. Pero puede vanaglo
riarse tambien, durante este terrible pe
ríodo, de mil ejemplares de la fidelidad
mas noble y mas honorífica, de la huma
nidad mas valiente y mas decidida que
pueden ilustrarlos anales de ningun pais.
Habia una ley cruel que amenazaba con
las mayores penas á cualquiera que recibia
en su casa á los fugitivos proscriptos, y
esta ley se llevaba á ejecucion con el mas
desapiadado vigor. Madama Boucquey y su
marido fueron ajusticiados en Burdeos por
haber dado asilo á girondinos. La misma
pena se aplicaba á los que violaban la ley,
por la cual se privaba del fuego y del agua
á las personas puestas fuera de la ley. Sin
embargo se hallaron , no solo en las pri
meras clases, sino entre los hombres mas
miserables, gentes virtud as que, no te
niendo sino una débil porcion de alimen
CAPITULO II. 157
tos con que hacer existir á su familia, la
dividieron con infelices fugitivos, aunque
amenazados con la muerte en recompensa
de este acto de caridad.
En algunas circunstancias, la fidelidad y
el buen deseo hicieron ingeniosa la huma
nidad. Entre los criados, clase de indivi
duos cuyas virtudes deberian ser tanto mas
estimadas cuanto son las mas veces prac
ticadas á vista de las mas fuertes tentacio
nes, hubo notables ejemplos de fidelidad
inalterable. Es preciso decir, en honor de
las costumbres francesas, que el amo y el
criado tienen entre sí relaciones mucho mas
afectuosas que en ningun otro pais, y espe
cialmente que en Inglaterra. Las situaciones
mas críticas han ofrecido rarísimos ejem
plos de traicion por parte de los criados,
y mas de un amo ha debido la vida al afecto
y á la fidelidad de su doméstico. Los senti
mientos de religion han salvado á otros mu
chos. Los clérigos no juramentados y des
terrados encontraron frecuentemente entre
sus antiguas ovejas un asilo y medios de
existencia, aunque habia pena de muerte
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s.
1 48 vIDA DE NAPoLEON BUoNAPARTE.
gos, que no estaba fundada ni en la histo
ria ni en la verdad santa. Negó, en térmi
nos solemnes y explícitos, la existencia de
la Divinidad, á cuyo culto habia estado de
dicado, para consagrarse despues al de la
libertad, de la igualdad, de la virtud y de la
moral; en seguida puso sobre la mesa las
insignias del episcopado, y recibió del pre
sidente de la convencion el abrazo frater
mal. Otros muchos clérigos apóstatas siguie
ron el ejemplo de este pontífice.
Viéronse las iglesias privadas del oro y
de la plata destinada á uso tan piadoso, y
entrar en la convencion procesiones de
hombres disfrazados con ornamentos sa
cerdotales, y entonando himnos los mas
profanos en tanto que Chaumette y Hebert
hacian uso de los cálices y vasos sagrados
en sus impios banquetes. El mundo oyó
entonces por la primera vez á una asamblea
de hombres nacidos en el seno de le civi
lizacion, y que se arrogaban el derecho
de gobernar una de las primeras naciones
europeas, alzar la voz para negar la ver
dad mas respetable que el hombre reco
CAPITULO III. 149
noce, y renunciar unánimemente á la
creencia y al culto de la Divinidad. Conti
nuáronse representando por algun tiempo
estas escenas de extravagancia y de profa
nacion. - -
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CAPITULO III. v. . 155
CAPITULO IV,
IV • l2
266 VIDA DE NAPoLEON BUoNAPARTE.
l
CAPITULO IV. 273
nuaba sus tareas sino porque la crisis la
habia sorprendido en su puesto; no gober
maba sino por medio de comisiones provi
sionales cuyos decretos aprobaba implici
tamente, y eran los verdaderos dueños de
la Francia bajo el nombre de la convencion.
No obstante, desde el principio de aque
llas escenas extrañas, habia perdido la Fran
cia su rey, su nobleza, su culto, su clero, sus
tribunales, sus magistrados, sus colonias y su
comercio. La mayor parte de sus hombres
célebres habian sido víctimas de la pro
scripcion, y la guillotina habia herido sus
mas elocuentes oradores. La Francia no te
nia ya hacienda; solo la costumbre parecia
prestar todavía alguna fuerza á los últimos
vínculos de la sociedad. La Francia no te
nia mas que un recurso poderoso y un me
dio enérgico para dirigir la accion : sus
ejércitos y su ambicion; semejante á un
enfermo que, en su delirio, se ha despo
jado de toda su ropa, y no tiene en sus ma
nos mas que la espada ensangrentada con
que ha herido á los que se han esforzado
para detener sus furores. Jamas se habían
274 VIDA DE NAPoLEoN BUoNAPARTE.
visto sucederse acontecimientos tan gran
des sin que de ellos resultase un orden fijo,
ó porlo menos la esperanza de conseguirle.
Los hombres tranquilos decian muchas
veces que no podia durar aquel estado de
cosas inaudito, en el cual todo parecia pa
sagero. Despues de la muerte de Robes
pierre sobre todo, se creyó ver síntomas de
cambiamiento; los que habian conducido
aquel suceso ejercian el poder que les ha
bia proporcionado, sin ninguna garantía
de que duraria. Debian su conservacion
mas bien á la envidia de los dos partidos
opuestos que á su confianza. Las víctimas
del gobierno revolucionario no podian mi
rar á los termidorianos mas que como ja
cobinos regulares, quienes, cómplices de
todos los excesos del terror, empleaban su
poder en proteger á los autores. Por otro
lado, algunos revolucionarios que todavía
apreciaban los vínculos de la fraternidad
jacobina, no podian perdonar á Tallien y
Barras el haber disuelto las sociedades de
los jacobinos, desterrado á Collot d'Herbois
y Billaud Varennes y ajusticiado á muchos
CAPITULO IV, 275
otros patriotas; en una palabra, haber abo
lido el régimen revolucionario. En el hecho,
si sufrian la dominacion de aquellos dos
hombres, no era sino porque hallaban un
abrigo contra la reaccion de que se veian
amenazados por los moderados. No parecia
imposible que las cosas quedasen en aquel
estado de incertidumbre, ni que la fan
tasma del gobierno ocupase mucho tiempo
la escena. Pero ¿ quien debia reemplazarle?
Podia esperarse verá un pueblo, despues
de haber sufrido tanto con las innovacio
nes, volver por último á sus antiguas ideas,
para llamar pura y simplemente, con cier
tas condiciones, á sus príncipes desterrados
de su seno? ¿Permitiria el cielo que se ar
rojase una nueva faccion de revoluciona
rios para volver á principiar el curso de sus
venganzas? ¿Iba el poder supremo á ser el
patrimonio de un soldado atrevido como
César, ó de un político astuto como Octa
vio ? ¿Estaba destinada la Francia á hu
millarse ante un Cromwell ó un Monck, ó
á ser gobernada por un partido de políticos
asalariados, por un instituto de filósofos
276 vIDA DE NAPoLEON BUoNAPARTE.
teóricos, ó por una nueva sociedad de jaco
binos? Tales eran las reflexiones que ocu
paban casi todas las cabezas. Pero sola la
Providencia sabia los acontecimientos que
iban á representarse en la escena, en la
cual estaban fijos todos los ojos con in
quietud. -
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