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Guerra Mundial y derrota del ejercito nazi. En estos días hemos tenido
que escuchar cosas tan terribles como que el cardenal y arzobispo
emérito de Barcelona, Ricard María Carles, ha hecho una comparación
de España con Auschwitz. Ante tal atrevimiento se hace necesario
recordar cual fue la postura de la Iglesia Católica, Vaticano y Pío XII
ante el genocidio de los judíos en Europa. Por si fuera poco este fin de
semana hemos tenido que oír de la Conferencia Episcopal Española el
darnos dogmas de “la recta razón y moral”; no son ellos precisamente
los mas indicados en esta materia pedagógica. A sus espaldas cabalgan
crímenes contra la humanidad como los de la “Santa Inquisición” ó ”
Santo oficio”, hoy llamado “Congregación para la doctrina de la fe”, la
inquisición nunca fue abolida por la Iglesia, solo actualizó su nombre a
este ultimo, congregación dirigida hasta escasos días por el actual
Benedicto XVI, o Ratzinger, que así se llamaba cuando era miembro de
la juventudes nazis para mas tarde ser soldado de Hitler en las baterías
antiaereas, pero bueno, esto ultimo es otra historia a la que
dedicaremos un capitulo aparte en breve.
En este acto de rememoración ofrecemos un articulo de John Cornwell,
autor del libro “El Papa de Hitler”, que hace un recorrido por la vida
de Pio XII, su antisemitismo y escandaloso silencio ante el genocidio de
millones de judíos, gitanos, homosexuales y transexuales durante la
segunda guerra mundial y la “solución final” de Hitler y su ejercito
nazi .
Ya hubieran dicho la mitad de lo que han vertido en contra de los
matrimonios homosexuales durante el genocidio nazi, cientos de miles
de vidas se hubieran salvado; pero no, ante Hitler, Franco, Pinochet,
Videla o Mussolini se caracterizaron por su ambigüedad, falta de
contundencia y vergonzoso silencio, o en cohabitación cómplice
directa. Como Jorge Arturo Agustín Medina Estévez que apoyó sin
reservas a la dictadura del general Augusto Pinochet.
También los apoyos de los papas Pio XI, Pio XII y Juan XXII que dan su
bendición especial a Franco en su golpe militar y guerra fraticida
entre españoles:
“a los que se habían impuesto la difícil y peligrosa tarea de defender y restaurar
los derechos y el honor de Dios y de la Religión” (Pío XI, Castelgandolfo, 1936).
“España (…) acaba de dar a los profetas del ateísmo materialista de nuestro siglo
la prueba más excelsa de que por encima de todo están los valores de la religión y
del espíritu” (Pío XII, 1939).
“Franco da leyes católicas, ayuda a la iglesia, es un buen católico: ¿Qué más se
quiere?” (Juan 23, 1960).
Cuando Mussolini decidió lanzarse a una guerra de conquista, contra
Etiopía, Pio XII aprobó que aquellas modernas armas de fuego que
iban a masacrar africanos armados de lanzas y cuchillos, fueran
bendecidas por cardenales cercanos a la sede de San Pedro. El cardenal
Schuster, de Milán, proclamó la expansión fascista en África como
“una guerra santa”.
Nunca estuvieron más cerca, física y espiritualmente, las FF.AA. en
Argentina y la Iglesia como a partir del golpe del 24 de marzo de 1976.
“La Jerarquía apoyó el sistema de la desaparición de personas en
forma teórica y práctica. Teóricamente, por medio de la Teología de la
Dominación que legitimó la Doctrina de la Seguridad Nacional, como
se ha considerado, y prácticamente, con el servicio del Vicariato
Castrense, el cual, por medio del Vicario Adolfo Tortolo hasta 1982 y
José M. Medina desde entonces; del Provicario Victorio Bonamín y de
los 250 capellanes militares prestaron la debida “asistencia espiritual”
a los desaparecedores. Debe tenerse en cuenta que el Vicario Castrense
es elegido ‘por la Santa Sede de acuerdo con el Presidente de la
República’. Si tenemos en cuenta el conocimiento abundante que el
Papa tenía de la existencia de las desapariciones y de los centros
clandestinos, se debe concluir que la Santa Sede dio su apoyo
legitimador al sistema de las ‘desapariciones’”
Cuestiones bastantes indicativas para hacernos una ligera idea de
quienes hoy son tan atrevidos como para erigirse en defensores de ” la
recta razón y moral “. La vergüenza debería ser el XI mandamiento y
carecer de ella pecado capital.
“El Papa de Hitler”, por John Cornwell
(fragmento)
Siempre estuve convencido de que la evidente santidad de Eugenio
Pacelli era una prueba de su buena fe. ¿Cómo podría haber traicionado
a los judíos un Papa tan Santo?. Pedí acceso a documentos cruciales,
asegurándoles a sus custodios que estaba del lado de mi investigado:
en un libro titulado Un ladrón en la Noche, yo había defendido al
Vaticano contra cargos del asesinato del Papa Juan Pablo I por
sus pares.
Dos oficiales me permitieron acceder al material secreto: declaraciones
bajo juramento que se juntaron hace treinta años para avalar el proceso
de canonización de Pacelli y el archivo de la Secretaría de Estado del
Vaticano. También recurrí a fuentes alemanas en relación con las
actividades de Pacelli en Alemania durante las décadas del ´20 y del
´30, incluidos sus contactos con Adolf Hitler.
A mediados de 1997 me encontré en un estado de shock moral. El
material que había juntado no apuntaba a una exoneración sino a una
acusación aún más escandalosa.
La evidencia era explosiva, Mostraba por primera vez que Pacelli (Pío
XII) era abiertamente, y según sus propias palabras, antisemita.