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INEB Miguel Ángel Landaverry Guzmán

Quezaltepeque

Catedrático:

Catedra: Artes Plásticas

Alumno: Juan Carlos Méndez Miguel

Grado: 2do. Básico

Sección: “C”

Código: 27

Ciclo escolar 2014


EL OSO, LA MONA Y EL CERDO
Un oso, con que la vida
ganaba un piamontés,
la no muy bien aprendida
danza, ensayaba en dos pies.
Queriendo hacer de persona, 5
dijo a una mona: «¿Qué tal?»
Era perita la mona,
y respondiole: «Muy mal.»
Yo creo, replicó el oso,
que me haces poco favor. 10
¡Pues qué! ¿Mi aire no es garboso?
¿No hago el paso con primor?
Estaba el cerdo presente,
y dijo: «¡Bravo! ¡Bien va!
Bailarín más excelente 15
no se ha visto ni verá.»
Echó el oso, al oír esto,
sus cuentas allá entre sí,
y con ademán modesto
hubo de exclamar así: 20
«Cuando me desaprobaba
la mona, llegué a dudar:
mas ya que el cerdo me alaba,
muy mal debo de bailar.»
Guarde para su regalo 25
esta sentencia un autor:
si el sabio no aprueba, malo;
si el necio aplaude, peor.
Nunca una obra se acredita tanto de mala, como cuando la
aplauden
los necios.
LA ABEJA Y LOS ZÁNGANOS
A tratar de un gravísimo negocio
se juntaron los zánganos un día.
Cada cual varios medios discurría
para disimular su inútil ocio;
y por librarse de tan fea nota
a vista de los otros animales,
aun el más perezoso y más idiota
quería, bien o mal, hacer panales.
Mas como el trabajar les era duro,
y el enjambre inexperto
no estaba muy seguro
de rematar la empresa con acierto,
intentaron salir de aquel apuro
con acudir a una colmena vieja
y sacar el cadáver de una abeja
muy hábil en su tiempo y laboriosa:
hacerla con la pompa más honrosa
unas grandes exequias funerales,
y susurrar elogios inmortales
de lo ingeniosa que era
en labrar dulce miel y blanca cera.
Con esto se alababan tan ufanos,
que una abeja les dijo por despique:
«¿No trabajáis más que eso? Pues
hermanos,
jamás equivaldrá vuestro zumbido
a una gota de miel que yo fabrique.»
¡Cuántos pasar por sabios han
querido,
con citar a los muertos que lo han
sido!
¡Y qué pomposamente que los citan!
Mas pregunto yo ahora: ¿los imitan?
Fácilmente se luce con citar y elogiar a los hombres grandes de la
antigüedad: el mérito está en imitarlos.
LOS DOS LOROS Y LA COTORRA
De Santo Domingo trajo
dos loros una señora:
la isla es mitad francesa,
y otra mitad española.
Así cada animalito
hablaba distinto idioma.
Pusiéronlos al balcón,
y aquello era Babilonia;
de francés y castellano
hicieron tal pepitoria,
que al cabo ya no sabían
hablar ni una lengua ni otra.
El francés del español
tomó voces, aunque pocas,
el español al francés
casi se las tomó todas.
Manda el ama separarlos,
y el francés luego reforma
las palabras que aprendió
de lengua que no es de moda
el español, al contrario,
no olvida la jerigonza,
y aun discurre que con ella
ilustra su lengua propia.
Llegó a pedir en francés
los garbanzos de la olla,
y desde el balcón de enfrente
una erudita cotorra
la carcajada soltó,
haciendo del loro mofa. 30
Él respondió solamente,
como por tacha afrentosa:
Vos no sois una PURISTA
y ella dijo: A mucha honra.
¡Vaya, que los loros son 35
lo mismo que las personas!
Los que corrompen su idioma no tienen otro desquite que llamar
puristas a los que le hablan con propiedad, como si el serlo fuera
tacha.
LA LIEBRE Y LA TORTUGA
En el mundo de los animales vivía una liebre muy orgullosa y vanidosa, que no cesaba de
pregonar que ella era la más veloz y se jactaba de ello ante la lentitud de la tortuga.
- ¡Eh, tortuga, no corras tanto que nunca vas a llegar a tu meta! Decía la liebre burlándose de
la tortuga.
Un día, a la tortuga se le ocurrió hacerle una inusual apuesta a la liebre:
- Estoy segura de poder ganarte una carrera
- ¿A mí? Preguntó asombrada la liebre.
- Sí, a ti, dijo la tortuga. Pongamos nuestras apuestas y veamos quién gana la carrera.
La liebre, muy ufana, aceptó. Todos los animales se reunieron para presenciar la carrera. El
búho señaló los puntos de partida y de llegada, y sin más preámbulos comenzó la carrera en
medio de la incredulidad de los asistentes.
Confiada en su ligereza, la liebre dejó coger ventaja a la tortuga y se quedó haciendo burla
de ella. Luego, empezó a correr velozmente y sobrepasó a la tortuga que caminaba despacio,
pero sin parar.
Sólo se detuvo a mitad del camino ante un prado verde y frondoso, donde se dispuso a
descansar antes de concluir la carrera. Allí se quedó dormida, mientras la tortuga siguió
caminando, paso tras paso, lentamente, pero sin detenerse.
Cuando la liebre se despertó, vio con pavor que la tortuga se encontraba a una corta distancia
de la meta. Salió corriendo con todas sus fuerzas, pero ya era muy tarde: ¡la tortuga había
ganado la carrera!
Ese día la liebre aprendió, en medio de una gran humillación, que no hay que burlarse jamás
de los demás. También aprendió que el exceso de confianza es un obstáculo para alcanzar
nuestros objetivos.
Esta fábula enseña a los niños que no hay que burlarse jamás de los demás y que el exceso
de confianza puede ser un obstáculo para alcanzar nuestros objetivos.
EL LEON Y EL RATON
Después de un largo día de caza, un león se echó a descansar debajo de un árbol.
Cuando se estaba quedando dormido, unos ratones se atrevieron a salir de su
madriguera y se pusieron a jugar a su alrededor. De pronto, el más travieso tuvo la
ocurrencia de esconderse entre la melena del león, con tan mala suerte que lo
despertó. Muy malhumorado por ver su siesta interrumpida, el león atrapó al ratón
entre sus garras y dijo dando un rugido:
-¿Cómo te atreves a perturbar mi sueño, insignificante ratón? ¡Voy a comerte para
que aprendáis la lección!-
El ratón, que estaba tan asustado que no podía moverse, le dijo temblando:
- Por favor no me mates, león. Yo no quería molestarte. Si me dejas te estaré
eternamente agradecido. Déjame marchar, porque puede que algún día me
necesites –
- ¡Ja, ja, ja! – se rió el león mirándole - Un ser tan diminuto como tú, ¿de qué forma
va a ayudarme? ¡No me hagas reír!.
Pero el ratón insistió una y otra vez, hasta que el león, conmovido por su tamaño y
su valentía, le dejó marchar.
Unos días después, mientras el ratón paseaba por el bosque, oyó unos terribles
rugidos que hacían temblar las hojas de los árboles.
Rápidamente corrió hacia lugar de donde provenía el sonido, y se encontró allí al
león, que había quedado atrapado en una robusta red. El ratón, decidido a pagar su
deuda, le dijo:
- No te preocupes, yo te salvaré.
Y el león, sin pensarlo le contestó:
- Pero cómo, si eres tan pequeño para tanto esfuerzo.
El ratón empezó entonces a roer la cuerda de la red donde estaba atrapado el león,
y el león pudo salvarse. El ratón le dijo:
- Días atrás, te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por ti en
agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos
agradecidos y cumplidos.
El león no tuvo palabras para agradecer al pequeño ratón. Desde este día, los dos
fueron amigos para siempre.
LAS MOSCAS
En un frondoso bosque, de un panal se derramó una rica y deliciosa miel, y las
moscas acudieron rápidamente y ansiosas a devorarla. Y la miel era tan dulce y
exquisita que las moscas no podían dejar de comerlas.
Lo que no se dieron cuenta las moscas es que sus patas se fueron prendiendo en
la miel y que ya no podían alzar el vuelo de nuevo.
A punto de ahogarse en su exquisito tesoro, las moscas exclamaron:
- ¡Nos morimos, desgraciadas nosotras, por quererlo tomar todo en un instante de
placer!
Las moscas: en verso
A un panal de rica miel
dos mil moscas acudieron,
que por golosas murieron,
presas de patas en él.
Otra dentro de un pastel
enterró su golosina.
Así, si bien se examina,
los humanos corazones
perecen en las prisiones
del vicio que los domina.
LA PALOMA Y LA HORMIGA
Obligada por la sed, una hormiga bajó a un arroyo; arrastrada por la corriente, se
encontró a punto de morir ahogada.
Una paloma que se encontraba en una rama cercana observó la emergencia;
desprendiendo del árbol una ramita, la arrojó a la corriente, montó encima a la
hormiga y la salvó.
La hormiga, muy agradecida, aseguró a su nueva amiga que si tenía ocasión le
devolvería el favor, aunque siendo tan pequeña no sabía cómo podría serle útil a la
paloma.
Al poco tiempo, un cazador de pájaros se alistó para cazar a la paloma. La hormiga,
que se encontraba cerca, al ver la emergencia lo picó en el talón haciéndole soltar
su arma.
El instante fue aprovechado por la paloma para levantar el vuelo, y así la hormiga
pudo devolver el favor a su amiga.
Si conoces alguna otra fábula para niños y quieres compartirla con nosotros y los
demás padres, estaremos encantados de recibirla.
LOS HIJOS DEL LABRADOR

Los dos hijos de un labrador vivían siempre discutiendo. Se peleaban por cualquier
motivo, como quién iba a manejar el arado, quién sembraría, y así como todo. Cada
vez que había una riña, ellos dejaban de hablarse. La concordia parecía algo
imposible entre los dos. Eran testarudos, orgullosos y para su padre le suponía una
dificultad mejorar estos sentimientos. Fue entonces que decidió darles una lección.
Para poner un fin a esta situación, el labrador les llamó y les pidió que se fueran al
bosque y les tajeran un manojo de leña. Los chicos obedecieron a su padre y una
vez en el bosque empezaron a competir para ver quién recogía más leños. Y otra
pelea se armó. Cuando cumplieron la tarea, se fueron hacia su padre que les dijo:
- Ahora, junten todos las varas, las amarren muy fuerte con una cuerda y veamos
quién es el más fuerte de los dos. Tendrán que romper todas las varas al mismo
tiempo.
Y así lo intentaron los dos chicos. Pero a pesar de todos sus esfuerzos, no lo
consiguieron. Entonces deshizo el haz y les dio las varas una a una; los hijos las
rompieron fácilmente.
- ¡Se dan cuenta! les dijo el padre. Si vosotros permanecen unidos como el haz de
varas, serán invencibles ante la adversidad; pero si están divididos serán vencidos
uno a uno con facilidad. Cuando estamos unidos, somos más fuertes y resistentes,
y nadie podrá hacernos daño.
Y los tres se abrazaron.
LA GALLINA DE LOS HUEVOS DE ORO

Un granjero y su esposa tenían una gallina que ponía un huevo de oro cada día.
Supusieron que la gallina debería contener un gran terrón del oro en su interior, y
para tratar de conseguirlo de una sola vez, la mataron.
Haciendo esto se encontraron, para su sorpresa, que la gallina se diferenciaba en
nada de sus otras gallinas. El par de ingenuos, esperando llegar a ser ricos de una
sola vez, se privaron en adelante del ingreso del cual se habían asegurado día por
día.
Fábula en verso
Érase una gallina que ponía un huevo de oro al dueño cada día.
Aún con tanta ganancia, mal contento,
quiso el rico avariento
descubrir de una vez la mina de oro,
y hallar en menos tiempo más tesoro.
Matola; abriola el vientre de contado;
pero después de haberla registrado
¿qué sucedió?
Que, muerta la gallina, perdió su huevo de oro, y no halló mina.
¡Cuántos hay que teniendo lo bastante,
enriquecerse quieren al instante,
abrazando proyectos a veces de tan rápidos efectos,
que sólo en pocos meses,
cuando se contemplaban ya marqueses,
contando sus millones,
se vieron en la calle sin calzones!
LA CIGARRA Y LA HORMIGA

La cigarra era feliz disfrutando del verano: El sol brillaba, las flores desprendían su
aroma...y la cigarra cantaba y cantaba. Mientras tanto su amiga y vecina, una
pequeña hormiga, pasaba el día entero trabajando, recogiendo alimentos.
- ¡Amiga hormiga! ¿No te cansas de tanto trabajar? Descansa un rato conmigo
mientras canto algo para ti. – Le decía la cigarra a la hormiga.
- Mejor harías en recoger provisiones para el invierno y dejarte de tanta
holgazanería – le respondía la hormiga, mientras transportaba el grano, atareada.
La cigarra se reía y seguía cantando sin hacer caso a su amiga.
Hasta que un día, al despertarse, sintió el frío intenso del invierno. Los árboles se
habían quedado sin hojas y del cielo caían copos de nieve, mientras la cigarra
vagaba por campo, helada y hambrienta. Vio a lo lejos la casa de su vecina la
hormiga, y se acercó a pedirle ayuda.
- Amiga hormiga, tengo frío y hambre, ¿no me darías algo de comer? Tú tienes
mucha comida y una casa caliente, mientras que yo no tengo nada.
La hormiga entreabrió la puerta de su casa y le dijo a la cigarra.
- Dime amiga cigarra, ¿qué hacías tú mientras yo madrugaba para trabajar? ¿Qué
hacías mientras yo cargaba con granos de trigo de acá para allá?
- Cantaba y cantaba bajo el sol- contestó la cigarra.
- ¿Eso hacías? Pues si cantabas en el verano, ahora baila durante el invierno-
Y le cerró la puerta, dejando fuera a la cigarra, que había aprendido la lección.
Si conoces alguna otra fábula para niños y quieres compartirla con nosotros y los
demás padres, estaremos encantados de recibirla.

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