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La Eneida

El descenso al infierno:
Los mitos que hablan de un viaje más o menos peligroso y violento al averno deben su origen
al deseo del hombre de saber algo sobre la región a la que llegará después de la muerte según
muchas creencias religiosas. El riesgo de la aventura incluye la posibilidad de no poder
volver, así como la descripción de la existencia de seres extraños.
En la Eneida de Virgilio, la bajada al infierno aparece en el canto VI, porque Eneas escucha
la llamada de su padre difunto. Este motivo se inserta en la obra, como ocurre en La Odisea,
en un momento crítico, pues tras el abandono de Cartago, el héroe decide ir en busca de su
destino.
En la obra de Virgilio los elementos fundamentales que se dan en el motivo de la bajada al
Averno son:
• En primer lugar: una anunciación por parte de un ser ficticio, puesto que es la imagen de su
padre muerto.
• En segundo lugar, el encuentro con su guía, que le sirve para poder entrar al Reino de los
Muertos, para explicarle la geografía de este mundo, así como para narrarle los sucesos a los
que no accede visualmente y también para acelerar el recorrido del héroe.
• Encontramos también los obstáculos a la hora de acceder al infierno (Caronte y Cerbero)
que son solventados en parte por el guía.
• Otro aspecto del motivo está en el encuentro con las diferentes personas que informan a
Eneas de sucesos que la historia principal deja sin resolver y el encuentro con su padre
Anquises que le expone el futuro de su linaje.
Virgilio nos ofrece una descripción del inframundo en el libro VI de la Eneida, siguiendo la
tradición griega y enriqueciéndola con matices y aspectos propios de la cultura latina. El
inframundo de la Odisea se nos presenta como un lugar subterráneo definido por la ausencia
de las características del mundo de los vivos: un lugar sin luz, pobladas de sombras
entristecidas y sin la posibilidad de ver.
Todos los muertos compartían la misma condición, pues la cultura griega ignoraba el
concepto de punición ultraterrenal, es decir, el castigo después de la muerte. Sin embargo,
la cultura latina asigna a las almas penas o premios: EL Tártaro o los campos Elíseos. Se va
configurando así al inframundo como un lugar donde residen las divinidades del mal, las
causas del dolor humano.
Una de las figuras fundamentales del averno es Alecto, una de las furias, quien personifica a
los sufrimientos originados por la culpa cometida y perseguía, sobre todo, a los parricidas.
Las furias eran, en fin la personificación de la mala conciencia. Juno utiliza a Alecto para
sembrar la discordia entre los troyanos y los latinos y retardar la fundación del Imperio de
Roma.
Los habitantes del infierno son por tanto: El dolor, las angustias, las enfermedades, la vejez,
el miedo, el hambre, la pobreza, la guerra. Son sufrimientos del más allá originados por la
falta de adecuación del individuo (en vida) a las normas morales.

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