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 ¿Qué es la identidad?

Sobre qué es la identidad personal, los chicos y las chicas dijeron:


“Es reconocer lo que uno es y lo que tiene en común con otros.”
“Es saber quiénes somos, qué somos realmente.”
“Es tener en claro qué somos y hacia dónde vamos.”
“Es la manifestación de aquellas características que nos hacen únicos e irrepetibles, que nos
definen y nos distinguen del resto de la personas.”
“Es lo que nos permite reconocernos a nosotros mismos y que nos reconozcan los demás.”

La identidad personal es el resultado de un proceso de individuación, es decir, de


diferenciación de un individuo del resto de las personas.

Sobre qué es la identidad social, los chicos y las chicas dijeron:


“Es el patrimonio cultural de un grupo, de un pueblo.”
“Es lo que nos permite conocer nuestro yo como nación.”
“Es sentirse identificado con algo y con alguien o algunos.”
“Es una identidad común (identificación con creencias, costumbres, tradiciones) para todos los
miembros de una localidad, región o nación, que los diferencia de otras [localidades, regiones,
naciones].”

La identidad social puede ser definida, efectivamente, como el resultado de un proceso de


distinción entre un “nosotros” frente a un “ellos”, fundada sobre diferencias culturales.

Algunas ideas para pensar qué es la identidad y cómo se constituye


Las siguientes son ideas que tomamos prestadas de diferentes autores e investigadores sobre esta
temática y que consideramos herramientas conceptuales útiles y enriquecedoras para abordar un
estudio de los procesos de construcción de las identidades individuales y sociales.

Las trayectorias individuales enmarcadas en una sociedad determinada van perfilando la


construcción de la identidad, que es un proceso que surge de la dialéctica [es decir, de las
interrelaciones recíprocas] entre el individuo y la sociedad.
(Berger y Luckmann, 1988)

La identidad de los individuos es un requisito necesario para la vida social, y de manera reversible,
la vida social lo es para la identidad individual. La dialéctica interno-externo de la identificación es
el proceso por medio del cual todas las identidades (individuales y colectivas) se constituyen.

La identidad es una construcción social elaborada en relación con los límites o fronteras entre los
grupos que entran en contacto. Es por esto, una manifestación de relaciones e interacciones que
no puede considerarse monolítica. (Molina Luque, 2003)

Entre las ideas previas de los chicos y las chicas sobre la identidad personal y social, también
están presentes nociones sobre la incidencia de las interrelaciones personales y sociales en el
proceso de construcción de esas identidades.
“La identidad personal se va modificando cuando se va relacionando con otras identidades
personales. “Todo cambia, la identidad también.”

“Cada uno de nosotros es dueño de la palabra. Y es muy bueno que cada uno cuente sus cosas;
así vamos conociendo cómo es cada uno y, también, que somos distintos unos de otros.”
“La identidad personal y la identidad social se van construyendo mutuamente. Entre ellas hay una
estrecha relación.”
“La identidad personal se va construyendo a lo largo de la vida, interactuando con otras personas e
instituciones.”
“Uno moldea su identidad de acuerdo a los contactos y a las cosas que comparte con otras
personas de la comunidad.”

 Sobre la identidad comunitaria

La identidad comunitaria podría ser entendida como la identidad cultural característica de un núcleo
más cohesionado, más denso de interrelaciones, que constituiría una comunidad.

La identidad comunitaria enfatiza la situación grupal, destacando la cohesión y la solidaridad


existente entre sus miembros, que se identifican con dicha comunidad.

La identidad comunitaria se basa sobre todo en la “conciencia de comunidad” existente que


fomenta la imitación entre sus componentes, facilitando, a la vez, la identificación.

Por esto, los individuos que se consideran integrantes de una comunidad se sienten
subjetivamente como individuos con características comunes. De allí que, a partir de esa situación
se puede derivar una acción comunitaria positiva o negativa en relación con otras comunidades
(identidades) que se ven y se viven como diferentes.

La noción de identidad comunitaria abre posibilidades democráticas y solidarias en un mundo


complejo y difícil.

Se trata de articular valores comunitarios sin perder de vista la sociedad global, o mejor aún,
desarrollarlos en ella. (Molina Luque, 2003)

El trabajo con historia oral puede resultar muy adecuado si se concibe que la identidad también
puede ser entendida como una “construcción que se relata” (García Canclini, 1995).

Una construcción en la que hay ciertos acontecimientos que son fundantes, casi siempre referidos
a la pertenencia y a la apropiación de un territorio por parte de un pueblo, a la que se suman las
“hazañas en las que los habitantes defienden ese territorio”.

El rescate de la memoria local obliga a la participación y al involucramiento, porque es necesario


poder acceder al mundo cotidiano donde vive la comunidad, incorporarse a ella e interpretar sus
conversaciones, el ambiente o entorno y participar en su “entramado cultural”.
Empezar a “escarbar el pasado” para definir qué es lo realmente significativo para la comunidad
significa revalorizar objetos, lugares, historias personales, mirar con ojos nuevos lo que resulta
cotidiano. De este modo, es posible llegar a reconstruir el patrimonio tangible y no tangible de una
comunidad (esto es, tanto monumentos y edificios como celebraciones o comidas típicas), que
rescata la memoria de los habitantes de la localidad a través del tiempo y pone de manifiesto
algunos aspectos de la identidad comunitaria. (Guevara Cortés, 2001)

 Sobre las relaciones entre territorio, espacio e identidad colectiva

¿Qué se nombra hoy cuando [los ciudadanos habitantes de una ciudad] decimos “nosotros”?
¿Qué “nosotros” quedan y cuáles están desapareciendo como sentimiento ciudadano, como
identidad colectiva local y materializada en los componentes vivos del territorio?

La respuesta a esta pregunta por el “nosotros” puede hallarse, en cada ciudad, en cada localidad,
en cada pueblo, en el desarrollo del proceso de afirmación de los “lugares propios” (Auge, 1993).

“Lugares propios” entendidos como deseos de arraigo, pertenencia, identidad y memoria colectiva
a través del fortalecimiento del espacio público.

Las fronteras como puntos de referencia para las personas son construcciones culturales y no
productos de la naturaleza. Por lo tanto, forman parte de los imaginarios colectivos y constituyen
categorías de construcción identitaria que se especifican y cobran sentido en el plano de las
negociaciones socioculturales. Las fronteras se marcan porque las distintas comunidades
interaccionan de diversas maneras con otras entidades de las que son, o desean ser, distintas. La
conciencia de una comunidad incluye la percepción de cuáles son “sus fronteras”. Estos límites
pueden o no estar marcados sobre el terreno o en lo mapas, pero siempre están en las mentes. La
frontera nos separa a “nosotros” de “ellos”, y al definir al “otro” definimos simultáneamente el
“nosotros”. (Kavanagh, 1994)

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