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Sesión 5 Permitir y dejar ser.

La pauta básica en esta práctica es llegar a ser plenamente consciente de


cualquier elemento predominante en nuestra experiencia del momento a
momento. Porque si la mente se ve arrastrada de un modo reiterado hacia un
lugar particular, hacia determinados pensamientos, emociones o sensaciones
corporales, adoptamos de un modo deliberado e intencional una consciencia
gentil y amable hacia ese lugar. Eso constituye el primer paso.

El segundo, es observar, en la medida de nuestras posibilidades, de qué manera


nos estamos vinculando con lo que sea que surge en ese lugar. Con frecuencia,
podemos permanecer junto con el pensamiento, emoción o sensación corporal
que aparezca, pero de un modo reactivo o sin aceptarlo. Si nos gusta, tendemos
a aferrarnos a ello; llegamos a vincularnos. Si nos desagrada, bien porque sea
en cierta medida doloroso, desagradable o incómodo, tendemos a encogernos,
a apartarnos del miedo, irritación o contrariedad. Cada una de estas respuestas
es lo contrario de la aceptación.

El modo más sencillo de relajarnos es, primero, abandonar todo intento de que
las cosas sean diferentes. Aceptar la experiencia significa simplemente dejar
espacio para aquello que está sucediendo, en vez de intentar crear algún otro
estado. A través de la aceptación, nos establecemos en la consciencia de
aquello que se encuentra presente. Permitimos que ello sea –simplemente nos
per- catamos u observamos cualquier cosa que ya se encuentre presente. Esta
es la manera de relacionarnos con las experiencias que ejercen una fuerte
atracción sobre nuestra atención.

Meditación en postura sedente: consciencia plena de los sonidos y los


pensamientos

 Practique la consciencia plena de la respiración y el cuerpo, tal como se


describió con anterioridad, hasta que se sienta razonablemente establecido. 


 Permita que el foco de su consciencia pase de las sensaciones corporales al


oído. Lleve su atención hacia el oído y, después, permita que la consciencia
se abra y se expanda, de modo que exista una receptividad ante los sonidos
que surjan, con independencia de su procedencia. 


 No existe la necesidad de salir a la búsqueda de ruidos o de escuchar los


sonidos de los participantes. En vez de ello, y en la medida de sus
posibilidades, simplemente abra su mente de modo que sea receptiva a la
consciencia de los sonidos provenientes de cualquier dirección en el momento
en el que surjan –sonidos cercanos, sonidos muy lejanos, sonidos provenientes
del frente, de detrás, del lado, de arriba o de abajo. Ábrase a todo el espacio
de sonidos que le rodean. Sea consciente tanto de los sonidos obvios así como
de los más sutiles, consciente del espacio entre sonidos, consciente del
silencio. 


 Sea consciente de los sonidos simplemente como sensaciones. Cuando


usted descubra que está pensando sobre los sonidos, vuelva a conectarse, lo
mejor que pueda, con la consciencia directa de sus cualidades sensoriales,
(patrones de tono, timbre volumen y duración), más que con sus significados
o implicaciones.

 Siempre que usted observe que su consciencia ya no se centra más sobre los
sonidos del momento, reconozca gentilmente hacia dónde se desplazó la
mente y, después, vuelva a sintonizar la consciencia de vuelta a los sonidos,
tal como surgen, y pase de un momento al otro. 


 La consciencia plena de los sonidos puede constituir una práctica muy


valiosa por sí misma, como modo de expandir la consciencia y dotar la de una
cualidad más abierta y espaciosa, con indiferencia de si la práctica es
precedida por la consciencia de las sensaciones o seguida, como en este caso,
por la consciencia de los pensamientos. 


 Cuando se encuentre preparado, deje marchar la consciencia de los sonidos


y vuelva a enfocar su atención, de modo que los objetos de su consciencia
constituyan ahora pensamientos concebidos a modo de eventos mentales.
Igual que, como en el caso de los sonidos, enfocó su consciencia sobre
cualquier sonido que surgió, observe cómo aparecen, cómo se desarrollan y
cómo se van. Por tanto ahora lleve la consciencia hacia los pensamientos que
surjan en la mente precisamente de este mismo modo: observando cuándo
surgen los pensamientos, focalizan- do su consciencia sobre ellos cuando
atraviesan el espacio de la mente y finalmente observando cómo desaparecen.
No hay necesidad de tratar que los pensamientos vengan o vayan. Permita que
surjan natural- mente, del mismo modo en el que usted se vinculó con los
sonidos cuando surgían y desaparecían.

 Algunas personas encuentran útil llevar la consciencia hacia los


pensamientos del mismo modo en el que lo harían si aquellos fueran
proyectados sobre la pantalla de un cine. Usted se sienta, observa la pantalla,
esperando que surja un pensamiento o imagen. Cuando esto suceda, preste
atención durante el tiempo en el que se encuentre “proyectado” y después le
permite irse cuando desaparece.

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