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Fuente1: www.edufamilia.com
El «problema» de la adolescencia
Aunque, para que nadie se llame a engaño, resalto que lo que considero
casi inventado es tan solo el carácter de problema que atribuimos a esta
etapa de la vida de nuestros hijos; problema que transformamos en
tragedia en la proporción exacta en que pretendemos solucionarlo.
Y me explico.
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crecimiento necesario en todos los ámbitos que componen la persona
humana: algo, por tanto, además de ineludible, bueno, porque bueno es
o debería ser su resultado final… que no puede lograrse si uno no es
durante un tiempo adolescente.
En la actualidad
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estaban más compensados.
Lo que sobra
Existe, por utilizar una expresión que puede resumir la mayoría de las
disfunciones de esta etapa, una desproporción entre las grandísimas
posibilidades de acción de nuestros hijos y el dominio y la
responsabilidad —más bien la relativa carencia de uno y de otra— que
muestran respecto a sus propias actuaciones.
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pongan; compulsividad a la hora de comprar, usar y tirar;
comparaciones con otros adolescentes, de las que derivan caprichos
descontrolados; incapacidad de esfuerzo y, sobre todo, de espera…
Añado, aun a sabiendas de que con esto pierdo ante los adultos más
puntos de los que ya he perdido con los adolescentes, que a la mayoría
de los padres no nos asusta el consumismo de nuestros hijos, que
nosotros mismos —con una mal disimulada hipocresía o, al menos, con
una flagrante falta de coherencia— vivimos en primera persona y
provocamos en ellos a cambio de que nos dejen en paz. Nos aterra más
bien que semejante consumo se ejerza sobre productos peligrosos: no
tanto el sexo, que en la mayoría de las familias empieza casi a
hurtadillas a formar parte de lo políticamente correcto, sino sobre todo el
alcohol, la droga… y todo lo que estos ambientes llevan consigo, como,
por señalar tan solo un par de extremos, la prostitución o la
delincuencia.
Lo que falta
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en un momento de la civilización en que la presencia de los padres en la
propia casa no es excesivamente amplia ni de gran calidad educativa.
Entonces… ¿nada?
Por eso, en los momentos bajos que alguna vez nos aquejan
prácticamente a todos, a menudo hemos de limitarnos… a dejar que
esos ratos o temporadas pasen y, mientras tanto, a no tomar decisión
alguna.
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Con otras palabras: en tales situaciones, lo mejor que podemos hacer —
¡lo único!— es… no hacer nada y esperar a encontrarnos de nuevo en
forma.
Entonces… ¡nada!
2. Además, se trata de alguien que —no tanto por definición, sino por
naturaleza: por ser adolescente— se ve sometido a cambios constantes
de ánimo… que aún no ha aprendido a manejar.
¿Luego…?
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puñeteritos adolescentes (expresión que emplearía mi suegro, maestro
de buen humor), por más que sean nuestros hijos o precisamente por
serlo.
Por eso, y dando por supuesta una confianza inconmovible en cada uno
de nuestros hijos, de los tres consejos apuntados acentuaría sobre todo
el del buen humor, estableciendo como norma prácticamente absoluta
—que también debe afrontarse con buen humor, es decir, relativizándola
— que quien no sea capaz de tomarse a sí mismo en broma muy
difícilmente dará su justo valor a cuanto con él se relaciona y, de
manera muy particular, a lo que le sucede a sus hijos.
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que ellos acaben siendo como deben o simplemente que no nos
den problemas?
2. Me aconsejo y le aconsejo pensarlo con calma y con hondura,
porque solo en función de nuestra respuesta, serena y clara,
podremos introducir en nuestras vidas un cambio eficaz… también
para nuestros hijos adolescentes:
Resumiendo
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duela el desgarro— de vivir su vida, con independencia de nuestros
dictados, aunque no de nuestros consejos… somos un fracaso como
educadores y como padres.
Y concluyendo
¿Cómo?
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de nuestros hijos. Cuando lo vayan poniendo por obra, cada vez más
libremente: porque les da la gana.
Concretando un poco
… Y un corolario
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Con lo que, en última instancia, acabamos en lo de siempre. No
educamos tanto por lo que hacemos —con lo que pierde importancia
que durante un tiempo no hagamos nada— sino por lo que somos… o
luchamos por ser.
Tomás Melendo
Catedrático de Filosofía (Metafísica)
Director Académico de los Estudios Universitarios sobre la Familia
Universidad de Málaga
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