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José Julián Martí Pérez, tal su nombre completo, nació en La Habana el 28/01/1853
y murió en Dos Ríos en 1895. Nacido en el seno de una familia española con pocos
recursos económicos, a la edad de doce años empezó a estudiar en el colegio municipal que
dirigía el poeta Rafael María de Mendive, quien se fijó en las cualidades intelectuales del
muchacho y decidió dedicarse personalmente a su educación. Fue hijo primogénito del
sargento Mariano Martí y Navarro y de la señora Leonor Pérez y Cabrera. El joven Martí
pronto se sintió atraído por las ideas revolucionarias de muchos cubanos, y tras el inicio de
la guerra de los diez años (octubre de 1868) y el encarcelamiento de su mentor, inició su
actividad revolucionaria: publicó una gacetilla, El diablo cojuelo, y poco después un
periódico, La Patria Libre (que tuvo un único número), que contenía su poema Abdala
("quien a su patria defender ansía, ni en sangre ni en obstáculos repara..."). En 1869, con
diecisiete años fue condenado a seis de prisión a causa de que en una requisa que se le
registró a la casa donde se encontraba reunido con algunos compañeros se descubrió una
carta comprometedora, razón por la cual fue llevado a un consejo de guerra que lo condenó.
Realizó trabajos forzados en el penal hasta que su mal estado de salud le valió el indulto.
Sus seis años de prisión los describe en El presidio político en Cuba, un folleto publicado
en España. Deportado a España, publicó allí su primera obra de importancia, el drama
Adúltera. Inició en Madrid sus estudios en derecho; y se licenció en Derecho, Filosofía y
Letras por la Universidad de Zaragoza. En su obra La República Española ante la
Revolución Cubana (1873) reclamaba a la metrópoli que hiciera un acto de contrición y
reconociese los errores cometidos en Cuba. Tras viajar durante tres años por Europa y
América, acabó por instalarse en México. Allí se casó con la cubana Carmen Sayas Bazán,
con la que tuvo un hijo (Francisco, a quien su madre llevó consigo cuando, alrededor de
1880, dejó a Martí, quien no volvió a ver a su hijo) a quien le dedicó su poemario
Ismaelillo. También dirigió la Revista Universal y escribió una obra teatral, Amor con amor
se paga. Poco después, gracias a la Paz de Zanjón que daba por concluida la guerra de los
diez años, se trasladó a Cuba.
Deportado de nuevo por las autoridades españolas, temerosas ante su pasado
revolucionario, se afincó en Nueva York y se dedicó por completo a su actividad política y
literaria. En Estados Unidos conoció a Roque Sáenz Peña, quien lo designa cónsul
argentino en Nueva York. Escribió artículos para varios diarios, entre ellos El Nacional de
Caracas y La nación de Buenos Aires (acá trabajó desde 1882 hasta 1891, con Mitre
mantuvo una considerable "amistad epistolar"). Durante su exilio ("No hay gloria, no hay
pasión, el mismo cielo, la libertad espléndida es mentira, si se la goza en extranjero suelo y
con aire prestado y llanto avergonzado, huésped se llora, ¡siervo se respira!", escrito en el
exilio en 1876) se dedicó a la organización de un nuevo proceso revolucionario en Cuba, y
en 1892 fundo el Partido Revolucionario Cubano y el periódico Patria. Se convirtió en el
máximo adalid de la lucha independentista cubana. Luego de una entrevista con Máximo
Gómez partió con un contingente hacia Cuba. Fue abatido por tropas realistas en Dos Ríos,
tenía cuarenta y dos años. En Nueva York trabajaba como dependiente de comercio
mientras realizaba las tareas revolucionarias. Entró luego de un tiempo en ese empleo a
trabajar como redactor al diario The Sun. Emprende un viaje a Costa Rica, México y Santo
Domingo a contactarse con los jefes de la guerra de los diez años. El veintiséis de febrero
de 1895 se enteran de la insurrección que comenzó en Cuba. Esta operación será conocida
como "Grito de Baire". Es en 1890, en Estados Unidos, que escribió sus Versos sencillos,
versos que hoy constituyen un legado de su lucha, su valentía y sensibilidad, ese mismo año
conoce a Carmen Mantilla, su amor definitivo. El primero de abril de 1895, el "general
civil" (tal era su "rango") desembarca en Cuba junto con el general Máximo Gómez. El
diecinueve de mayo muere en combate, al recibir un balazo, mientras montaba su blanco
caballo. Antes de morir, le dijo a su amigo Gonzalo de Quesada y Miranda las instrucciones
para que éste reuniese y publicase su obra. Es gracias a él que hoy los escritos de Martí
pueden ser leídos.