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Resumen
Se debe advertir que estos argumentos en torno a los hitos de desarrollo de la so-
ciedad civil dominicana son fundamentalmente esfuerzos explicativos estilizados, que
por economía de la explicación y la exposición obvian, aunque no ignoran, particula-
ridades que a ratos parecen contravenir lo que se abstrae como tendencias generales
en el campo estudiado.
Introducción
“La sociedad civil dominicana nunca ha sido fuerte. No podía desarrollarse en la dic-
tadura de Trujillo. En los años sesenta y setenta, Joaquín Balaguer se encargó de
golpearla en sus dos expresiones más organizadas de aquel entonces: el movimiento
sindical y estudiantil. El empresariado, por su parte, se plegó a los designio de Joaquín
Balaguer para ser beneficiario del Estado clientelar.
…..
En los años ochenta terminó de desintegrarse la izquierda dominicana, y en su lugar,
surgió una pequeña pero activa sociedad civil de capas media interesada en promover
reformas políticas. Su sustento financiero provenía de los nuevos programas de fi-
nanciamiento internacional para la promoción de la democracia que impulsaron Es-
tados Unidos, la Unión Europea, los organismos internacionales y las agencias de
cooperación privadas.
…..
En esos años la sociedad civil era pequeña pero adquirió capacidad de hacer opinión
pública. Por eso algunas de sus organizaciones han sido tan atacadas por los parti-
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En la actualidad, esa sociedad civil de capas media agoniza. Los fondos de la coo-
peración internacional disminuyen y se enfrentan a partidos cada vez más clientelares
y omnipotentes.
1.- Rosario Espinal, “Sociedad Civil en Agonía”, Clave Digital, 18 de noviembre de 2009. http://www.cla-
vedigital.com/App_Pages/opinion/Firmas.aspx?Id_Articulo=16187&Id_ClassArticulista=23, bajado alas
11:18 p.m., 27/11/09.
2.- Juan Bolívar Díaz, que podría estar cercano a la posición de Espinal, da cuenta de este nuevo fenó-
meno: “Atrás parecen haber quedado las energías creativas y el esfuerzo por denunciar y contener la co-
rrupción del sistema político y la repartición del patrimonio público. La sociedad civil dominicana parece
haber caído en un letargo. La Coalición por la Transparencia y la Institucionalidad desapareció y el Foro
Ciudadano se debilitó, como lo consignó el informe de su secretaría ejecutiva en la asamblea de marzo
del 2008, que dio cuenta del ausentismo de las organizaciones empresariales y sindicales y de la reducción
en la participación hasta del sector comunitario. Este último registra una mejoría este año, pero el debili-
tamiento general persiste, aunque emergen nuevos grupos juveniles provenientes de la clase media que
denuncian la corrupción y defienden el medio ambiente.” “Contribución de la Sociedad Civil a la Demo-
cracia Dominicana”, conferencia dictada el 3 de septiembre de 2009, Hotel Lina, Seminario de Historia de
la Sociedad Civil Dominicana.
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El que ha sido uno de los movimientos sociales más interesantes de la primera dé-
cada del siglo XXI en la República Dominicana, y que ojalá los cientistas sociales pue-
dan narrar y analizar en el futuro inmediato, nació a mediados del año 2009, y desde
junio no dejó de aparecer tanto en la prensa impresa como en la digital, en la radial
como en la televisiva, en encuentros de redes organizacionales y foros, así como en
las redes virtuales como Facebook y Twitter, algún comunicado, reportaje o declara-
ción por parte de los actores del movimiento contra la cementera en Gonzalo, muchos
de ellos pertenecientes a nuevas modalidades de movimientos juveniles -como“Toy
Jarto”, pero otros tantos vinculados a “viejas” categorías, como campesinos, sindi-
calistas e iglesias.
“La gran lección del informe del PNUD sobre la cementera en Los Haitises (y la deci-
sión de trasladar el proyecto a otro lugar) es que los ciudadanos tienen voz. Y no sólo
voz, también vías para influir sobre su propia vida, vías que no pasan necesariamente
por los partidos políticos.
Los partidos políticos son esenciales para organizar nuestra vida en común en de-
mocracia. Pero tienen su lugar y sus foros, y los ciudadanos deben empeñarse en
preservar espacios de actuación fuera de los malabarismos electorales de los par-
tidos.
venes, academias científicas, universidades... las que hablaron alto y claro y no des-
mayaron en defender su posición. Fueron ellos los que obligaron al Ejecutivo a en-
contrar una tercera vía, una salida al callejón en el que se había metido.”3
Esta reflexión nos conduce a sostener que el tema de la relación entre sociedad civil,
Estado y partidos, no se puede ni siquiera en la actualidad concluir ni con una nota
totalmente positiva ni con una completamente negativa en relación a su fortaleza pa-
sada y presente frente a los partidos y el Estado, y que en dicha consideración se
debe tomar en cuenta los parámetros no sólo teóricos y empíricos a partir de los cua-
les los analistas observan y evalúan este problema, sino también la trama valorativa,
cultural e ideológica en la cual arraiga su análisis.
Como la propia Rosario Espinal y otros autores han reconocido, si se traza el des-
arrollo de la sociedad civil desde la caída del régimen de Trujillo hasta hoy día, se en-
cuentran ciclos de movilización que representan hitos de éxito y grados madurez
relativa alcanzados por la sociedad civil relativamente altos, con respecto al desarrollo
experimentado tanto por los partidos políticos como por el Estado, así como mo-
mentos bajos, uno de los cuales quizás se esté viviendo al final de la primera década
del siglo XXI.5
5.- Ver: Lilian Bobea, “De la protesta a la propuesta: articulaciones entre los movimientos populares y el
Estado en República Dominicana”, en Lucha popular, democracia, neoliberalismo: protesta popular en
América Latina en los años de ajuste, por Margarita López Maya (editora), Nueva Sociedad, Venezuela,
1999, pp.179-208.; Rosario Espinal, “La sociedad civil movilizada y las reformas democráticas en la Re-
pública Dominicana”, Espiral, mayo-agosto, número 021, Universidad de Guadalajara, 2001; César Pérez
y Leopoldo Artiles, Movimientos sociales dominicanos. Identidad y Dilemas. Instituto Tecnológico de Santo
Domingo, 1992; Wilfredo Lozano, Después de los caudillos. Ensayos sobre política y sociedad en la Re-
pública Dominicana contemporánea, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Ediciones
Librería La Trinitaria, Rep. Dominicana, 2002;Laura Faxas, El mito roto: sistema político y movimiento po-
pular en República Dominicana. Siglo XXI Editores-Fundación Global de Democracia y Desarrollo (FUN-
GLODE), 2008, César Pérez, Estado y Gobiernos atrapados por los partidos, Colección Clave 2, República
Dominicana, mayo 2008.
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Para Ferguson el fin último de la sociedad civil es el bien de los individuos, y el go-
bierno (que desde ya podríamos empezar a llamar Estado) estaría en el deber de
cumplir con ciertos fines que hagan posible el bien de los individuos. Dichos fines
son:
6.- Adam Ferguson, filósofo escocés y autor del Un Ensayo sobre la Historia de la Sociedad Civil, de
1767,(varias ediciones, ), es probablemente el primer pensador que haya elaborado un argumento sobre
dicho concepto en tanto entidad distinta del Estado, inscribiéndose por tanto en la dicotomía Sociedad
Civil/Estado. Sobre su pesimismo acerca de la evolución final de la sociedad civil y la pérdida del espíritu
pública, consúltese a John Keane (editor), Civil Society and the State, Verso, London, 1988, pp.35-71.
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Como se ve en esta cita, Ferguson está describiendo lo que hoy conocemos como
un Estado Mínimo, una noción que la mayoría de los pensadores liberales adoptarían,
hasta que el consenso con respecto a estos objetivos se rompe en el siglo XIX. Es
decir, el liberalismo clásico constituyó y resaltó ideológicamente una diferencia que
hasta el siglo XVIII no existía en Occidente: la diferencia virtualmente dicotómica entre
Sociedad Civil y Estado.
Antes del siglo XVIII, los términos sociedad civil y Estado eran intercambiables, equi-
valían al mismo concepto, pues siguiendo una línea de argumentación en el marco
del Derecho Natural, la Sociedad Civil constituía, en términos conceptuales, un mo-
mento posterior a la Sociedad Natural (o Estado de Naturaleza), que los pensadores
de entonces solían identificar a grosso modo con las nuevas sociedades indígenas
descubiertas en el continente americano. De ahí derivó el concepto de “Hombre Pri-
mitivo o Salvaje”, así como el de “Sociedad Salvaje”, y empezaron a cristalizarse como
núcleos de una ideología eurocentrista y colonialista.
“…lo que en la gran dicotomía (Sociedad Civil/Estado, L.A.) se designa con el término
‘Estado’, en un contexto en el que, como se verá más adelante, todavía no nacía la
contraposición entre la sociedad y el Estado, y bastaba un solo término para designar
uno y otro, aunque con una distinción interna de especie. A la noción restrictiva del
Estado como órgano del poder coactivo, que permite la formación y asegura la per-
sistencia de la gran dicotomía, concurre el conjunto de las ideas que acompañan el
nacimiento del mundo burgués: la afirmación de derechos naturales que pertenecen
al individuo y a los grupos sociales independientemente del Estado y que como tales
limitan y restringen la esfera del poder político; el descubrimiento de una esfera de
relaciones interindividuales, como son las relaciones económicas, para cuya regla-
7.- Citado por Francisco Vega Méndez, “La Sociedad Civil en la Concepción de Adam Ferguson”, en
http://www.cholonautas.edu.pe/modulo/upload/soccivderg.pdf, p.11
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8.- Norberto Bobbio, Estado, Gobierno y Sociedad. Por una teoría general de la política. Breviarios del
Fondo de Cultura Económica, México, 2006 (duodécima reimpresión, 1989 primera edición en español),
pp.39-40.
9.- Niklas Luhmann, “ Lo moderno de la sociedad moderna” , en Complejidad y modernidad : de la unidad
a la diferencia, Editorial Trotta, , Madrid, 1998, pp.131-153.
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dado que desde el siglo XVII el derecho fundamental en el discurso liberal es el dere-
cho de propiedad, que es presentado como ese derecho que ni el poder soberano
puede transgredir.10
Tanto el liberalismo democrático que deriva de John Stuart Mills como las diversas
corrientes del socialismo expusieron un argumento diferente: el Estado bien podría
ser el órgano insustituible para garantizar mínimos de existencia a la población ciu-
dadana ante el potencial peligro representado por mercados escasamente regulados.
Esto supuso una crítica al individualismo característico del liberalismo clásico, así
como al neoliberalismo.
10.- “Uno de los hechos que ilustra mejor la persistencia de la primacía del derecho privado sobre el de-
recho público es la resistencia que el derecho de propiedad opone a la injerencia del poder soberano, y
en consecuencia al derecho del soberano de expropiar (por causa de utilidad pública) los bienes del súb-
dito. Incluso un teórico del absolutismo como Bodino considera injusto al príncipe que viola sin un motivo
justificado y razonable la propiedad de sus súbditos, y considera tal acto como una violación de la ley na-
tural a la que el príncipe está sometido al igual que todos los otros hombres.” Norberto Bobbio, op. Cit.,
p.26.
11.- Es interesante anotar el hecho de que algunos de los entrevistados que ofrecieron información para
este y otros trabajos proyectan un concepto de sociedad civil muy afín a este concepto, en la medida en
que su involucramiento con la “sociedad civil” se produce cuando se integran en asociaciones de des-
arrollo. Esto es evidente en las entrevistas a Frank Rodríguez, a Enríquez Fernández y Osmar Benítez.
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rable hacia la sociedad civil, concebida en esta visión fundamentalmente como es-
pacio de relaciones de mercado.
El balance entre ambos términos cambió a partir de finales del siglo XIX, en la medida
en que la propia sociedad civil se transforma abriendo espacio a nuevas articulaciones
de voluntades sociales (sindicatos nacionales e internacionales, movimientos sociales)
y el propio capitalismo experimenta un cambio de magnitud, expandiéndose con
mayor intensidad en todo el globo, en otras palabras, se trata de la expansión-am-
pliación de la democracia, no sólo como un régimen de procedimientos, sino como
un régimen que garantiza una variedad de derechos que van más allá de los derechos
civiles y personales: se trata de derechos políticos y sociales.
12.- Ver “The crisis of democracy. Report on the gobernability of democracies to the Trilateral Commision”,
por Michel J. Crozier, Samuel P. Huntington y Joji Watanuki. Ne York University Press, 1975.
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En definitiva, las últimas dos décadas del siglo XX fueron las de la más alta demoni-
zación del Estado, al mismo tiempo que la sociedad en sí misma, además de ser es-
pacio de las fuerzas del mercado, también lo fue de fuerzas anti-mercado organizadas
en movimientos sociales como los que se evidenciaron en el tercer mundo contra las
medidas de reajuste estructural, y que dieron lugar a un nuevo concepto de sociedad
civil que predomina hoy en muchos ámbitos sociales y académicos: la sociedad civil
vista en general como espacio de la vida ciudadana pública que trasciende el mer-
cado y se expresan en movimientos y organizaciones civiles que abordan toda gama
de demandas y de derechos ciudadanos.
13.- Una interpretación interesante de los cambios culturales implicados en este proceso se encuentra en
el libro de Daniel Bell, Las contradicciones culturales del capitalismo, Alianza Editorial, Madrid, 1977.
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Pero la sociedad civil débil, en este período, es también el correlato, en el caso do-
minicano, de un estado débil. La impresión de que el Estado dominicano, por el hecho
de poder ejercer un cierto nivel de coerción física legítima es fuerte, se contradice
con la evidencia representada por la inestabilidad y fragilidad de sus estructuras, así
como por los frecuentes golpes de Estado. Nosotros hemos dicho, en otro trabajo,
y refiriéndonos a las bases fundacionales e históricas del estado dominicano, lo si-
guiente: “El Estado dominicano en sus orígenes parece responder principalmente al
propósito de construir un orden posible que nunca completa con éxito. … lo que trae
como consecuencia la inviabilidad de la democracia tal y como se proyectaba en al-
gunas de las constituciones liberales... Desde entonces, emergería un problema que
continúa hasta hoy: la dificultad de estructurar un Estado de Derecho con contenido
constitucional, marcado por la existencia de constituciones de texto liberal democrá-
tico que se encuentran muy alejadas de las prácticas de los sujetos civiles y estata-
les.”15 En otro trabajo señalé el peso de la dominación neopatrimonialista en la
democracia dominicana, contribuyendo así a desvirtuar los principios en los cuales
se supone se basa ésta, e imponer cuatro prácticas fundamentales: 1) la indefinición
de los conflictos políticos en términos ideológicos y programáticos, frente a su defi-
nición por la inclusión o exclusión del botín político ; 2) el presidencialismo como pa-
trón de gobierno; 3) la incoherencia entre la conducta y el discurso de los actores
Es evidente que a partir de los finales de los 70s, -y si especificáramos una fecha un
tanto arbitrariamente sería 1978, con el inicio de la primera administración del Partido
Revolucionario Dominicano-PRD-, que se revela un grado de maduración de la ca-
pacidad de respuesta de ciertas organizaciones de la sociedad civil, como lo son las
organizaciones empresariales, las organizaciones académicas (universidades) y las
organizaciones no-gubernamentales de variada orientación ideológica, pero princi-
palmente de izquierda, religiosas y no religiosas, que se orientaron a trabajar en los
temas de la educación popular, la salud, la organización campesina, la organización
comunitaria urbana, los problemas de género y los problemas del ambiente. En los
16.- Aquí sigo a Jonathan Hartlyn, The struggle for democratic politics in the Dominican Republic, The Uni-
versity of North Carolina Press, 1998.
17.- Wilfredo Lozano, Después de los caudillos: ensayos sobre política y sociedad en la República Domi-
nicana contemporánea, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Ediciones Librería La
Trinitaria, Santo Domingo, República Dominicana, p.270.
18.- Guillermo O’Donnell, “”Ilusiones sobre la consolidación”, Nueva Sociedad 144, julio-agosto 1996.
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A tono con lo que representó la revitalización del concepto de sociedad civil en las
últimas dos décadas del siglo XX, en la República Dominicana también se manifestó
la corriente que estableció una relación entre “nuevos movimientos sociales” y socie-
dad civil, hasta el punto de que por momentos parecían ser conceptos sinónimos,
en la medida en que los movimiento sociales que se desarrollaron fueron, natural-
mente, fundamentalmente movimientos en el seno de la sociedad civil, al margen de
la ambigüedad con que el fenómeno se revistió al establecer las relaciones de los
mismos con la política y, especialmente, con los partidos políticos. Contrario a lo que
ocurrió anteriormente, cuando la sociedad civil y los partidos políticos parecían ser
dos caras de la misma moneda –por ejemplo, durante la guerra civil de 1965- en las
dos últimas décadas del siglo XX emergió una lógica de diferenciación y competencia
entre movimientos sociales-sociedad civil y partidos, que en el caso de la República
Dominicana se manifiesta aún hoy como un conflicto a veces abierto entre sociedad
civil y partidos.19 En el fondo, estos conflictos evidencian el problema relativo al des-
19.- Milagros Ortiz Bosch así lo manifestó en la entrevista realizada por Flady Cordero: “…siempre estuvi-
mos alerta a lo que era el proceso de entendimiento con la sociedad y la aceptación con la sociedad, si
yo le dijera lo que yo pienso, ha habido momentos estelares, momentos de tensión y momentos muy po-
sitivos y momentos de dudas, la ilusión de la sociedad civil es algo muy acogido ante la crisis de los partidos
políticos, la falta de respuesta de la democracia a los anhelos de la sociedad, de los grupos comunitarios,
se alerta de los organismos internacionales, aparece una tendencia a darle una atención especial a la so-
ciedad civil y un desbalance con el problema de los partidos políticos, una preferencia, eso causó durante
un largo tiempo una competencia, un enfrentamiento, nunca discutido, nunca admitido, pero siempre hubo
líderes políticos, no en el caso de Peña Gómez, que tenían una gran duda, inclusive cuando digo Peña
Gómez, no quiero descartar que dentro del PRD hubiera mucha gente en contra de la sociedad civil porque
los partidos creían que el mundo era de ellos y hubo entonces una tensión entre la sociedad civil y partidos
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encanto con la “democracia real”, pues a pesar de los evidentes progresos que la
democracia dominicana ha experimentado en su dimensión procedimental y electoral,
específicamente, no ha sido efectiva como un régimen facilitador de condiciones de
mayor justicia social. Pero por otro lado, esto se acompaña de los efectos del modelo
neopatrimonialista de dominación en los partidos políticos dominicanos.20
El 16 de agosto de 1930, el general Rafael Leonidas Trujillo inició una dictadura que
duraría treinta años. Durante este período, él y sus socios se enriquecieron usando
políticos, hubo momentos en que se creyó que la sociedad civil sustituye los partidos políticos, inclusive
sucedió que en el país muchas entidades de la sociedad civil aportaban los grandes manejadores de pro-
blemas nacionales como fue el caso por ejemplo de Tony Isa Conde que saltó de la sociedad civil a ocupar
puestos importantísimos en el plano político…”
20.- En lo que en nuestra interpretación es un resultado de la vigencia del neopatrimonialismo en el Estado
y en los partidos dominicanos, la politóloga Jacqueline Jiménez Polanco afirma lo siguiente: “En el proceso
de democratización que vive la República Dominicana desde las elecciones de 1978, la actividad cliente-
lista, personalista y excluyente de los partidos dominantes: Partido Revolucionario Dominicano (PRD), Par-
tido Reformista o Reformista Social Cristiano (PR/PRSC) y Partido de la Liberación Dominicana (PLD), ha
producido una importante crisis de participación y representación del sistema político, en una sociedad
en modernización que cuestiona constantemente el débil papel de intermediarios que juegan los partidos
entre gobernantes y gobernados.” Los Partidos Políticos en la República Dominicana. Actividad electoral
y desarrollo organizacional. Editora Centenario, Santo Domingo, 1999. P.6.
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21.- Leopoldo Artiles, “Ideología de la Burguesía Industrial Dominicana (1963-1976). Análisis de su Discurso
Político”. Estudios Sociales XIX, No.65, Julio-Septiembre 1986.
22.- Pablo Maríñez, “El proceso democrático en República Dominicana: algunos rasgos fundamentales”.
Estudios Sociales XXVI, No. 93, Julio-Septiembre 1993, p.31.
23.- Rosario Espinal, Autoritarismo y democracia en la política dominicana. San José, Costa Rica, CAPEL,
1983
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24.- Ver Richard Lee Turits, Foundations of Despotism. Peasants, the Trujillo Regime, and Modernity in
Dominican History. Stanford Universtiy Press, 2003.
25.- “…Trujillo basó su proyecto de dominio en un sistema antipartidista, en el cual el Partido Dominicano
y sus organizaciones paralelas (Partido Trujillista, Partido Laborista Nacional y Partido Nacional Democrático)
fueron creadas por el dictador para dar apariencia de legalidad a un régimen de hegemonía cerrada, cuya
legitimación externa se sustentaba en la celebración de elecciones rituales que negaban a la mayoría de
la población el derecho a la participación y la oposición.” (Jiménez Polanco, op. Cit., p.75)
26.- Jonathan Hartlyn, op. cit., pp.14-15.
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En su momento de mayor fortaleza, el régimen trujillista parecía ser una dictadura ce-
rrada e imbatible, sin embargo, comenzó a resentirse en los últimos años de la década
del 50, debido a una recesión económica combinada con la resistencia política de
los exiliados dominicanos con el apoyo de los gobiernos democráticos de Costa Rica
y Venezuela, y el gobierno de Cuba. Es necesario mencionar la expedición armada
realizada por los miembros del Movimiento de Liberación Dominicana, una agrupación
de exiliados dominicanos que llegan el 14 de Junio de 1959 al país, internándose en
Constanza, Maimón y Estero Hondo, con la intención de derrocar el trujillato. Conta-
ron con el apoyo de Fidel Castro. Este movimiento de guerras de guerrillas fue derro-
tado militarmente por la dictadura, pero sin duda su mensaje sobrevivió a la derrota,
pues inspiraron un movimiento que logró extenderse por todo el país que incluso
tomó como nombre la fecha del desembarco de la expedición de Constanza, Maimón
y Estero Hondo.
Es así cómo justo después de la muerte de Trujillo se produce una ebullición a nivel
social y político: emergen el movimiento estudiantil, el movimiento obrero, el movi-
miento cívico, sindicatos y asociaciones profesionales. Los exiliados y los partidos
fundados por éstos ingresan al país, como es el caso del propio Partido Revolucio-
nario Dominicano, el Partido Socialista Popular, y otros. Como se sabe, la actividad
de estos movimientos, como las manifestaciones y las concentraciones de masas
fueron un factor decisivo en la remoción de la “institucionalidad” trujillista, hasta el
punto de forzar la salida de la familia Trujillo, y luego del propio Joaquín Balaguer,
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quien en esos momentos fungió como el último presidente nombrado por Trujillo. No
obstante, si se invoca el concepto de sociedad civil para entender este momento, se
sale al encuentro de la compleja contradictoriedad y ambigüedad de los procesos
abarcados por este concepto, pues lo que en ese momento llamaríamos sociedad
civil se corresponde con una multiplicidad de acciones y organizaciones que se ex-
presan masivamente en las calles y ámbitos institucionales diversos, con orientacio-
nes más centrífugas que centrípetas que sólo cobrarían un sentido hasta que un
marco político más restrictivo las organizara. Como lo dice Laura Faxas:
27.- Laura Faxas, El mito roto: sistema político y movimiento popular en la República Dominicana, 1961-
1990, Siglo XXI Editores, Fundación Global Democracia y Desarrollo, Facultad Latinoamericana de Ciencias
Sociales, México, 2007, pags.95-96
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Lo que muchos llaman “Guerra Civil de 1965” es, en el horizonte de la memoria his-
tórica de la nación dominicana, una Revolución Inconclusa, a cuyos postulados la
sociedad civil dominicana, o partes importantes de la misma, tratan de alguna forma
de volver. El hecho de que haya sido un movimiento de intenciones políticas definidas,
y que una parte del sector militar se unió al movimiento, no le resta valor como una
gesta en la cual la sociedad civil, al tiempo que se dividió ocupando los espacios de-
finidos por eje político “derecha-izquierda”, también protagonizó, junto a las organi-
zaciones políticas de entonces,-no podía ser de otro modo, pues en ese momento
ni siquiera el concepto de sociedad civil estaba en uso como lo está hoy- una de las
gestas constitutivas del imaginario político que, repetimos, resuena aún hoy. Cierta-
mente, en esos momentos ningún grupo u organización se vio como sociedad civil,
sin embargo, el hecho de que la guerra fuese adjetivada como “civil”, ofrece una in-
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Una elección muy controvertida tuvo lugar ese año, bajo la ocupación militar esta-
dounidense que comenzó en los últimos días de abril de 1965, justo cuando las fuer-
zas rebeldes, compuestas por civiles y militares descontentos con un gobierno que
consideraban ilegítimo, habían asegurado la victoria en contra del sector militar leal
al gobierno. Las fuerzas rebeldes se hacían llamar “constitucionalistas”, debido a su
objetivo de traer de vuelta al poder a Juan Bosch, quien había sido derrocado por un
golpe militar apoyado por la comunidad empresarial dominicana, la embajada norte-
americana y la Iglesia Católica en septiembre de 196328.
El golpe se produjo nueve meses después de la elección que llevó a Bosch y su par-
tido, el Partido Revolucionario Dominicano-PRD al poder, convirtiéndose así en el pri-
mer ciudadano civil elegido democráticamente en la República Dominicana después
de treinta años de la dictadura de Rafael Trujillo. La acusación principal contra Bosch,
por los sectores participantes en el golpe de Estado era que había infiltración comu-
nista en su gobierno. Ciertamente, la Constitución de 1963, que era una nueva cons-
titución liberal-democrática, toleraba todas las corrientes políticas e ideológicas,
incluido el comunismo, pero había otros factores que los enemigos de Bosch temían
tanto como el comunismo. Por ejemplo, la Constitución no reconocía el catolicismo
como religión del Estado, como solía ser en el régimen de Trujillo. Este hecho convirtió
a la Iglesia católica en un enemigo de la Constitución de 1963 y la administración de
Bosch. La Constitución de 1963 también tenía un vocabulario diferente de los dere-
chos si se la compara con la Constitución de 1962.
28.- Frank Moya Pons , Manual de Historia Dominicana. 9a. Edición. Caribbean Publishers. Santo Domingo
1992, p.531.
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“For thirty years, Trujillo had implemented an elaborate system of political and econo-
mic paternalism. He owned the land, industry and commerce, utilities, and commu-
nications media. Dominicans had no rights or opportunities but those that Trujillo
granted them. After Trujillo’s death, the Council of State succeeded in holding together
his political and economic empire under semblance of institutional order. The Consti-
tution of 1962, by which the Council of State was to rule the country until a Constituent
Assembly could be elected, reflected the same paternalism that Trujillo had exercised.
The Constitution of 1963, on the other hand, emphasized the right of the individual to
work, to an education, and to some kind of social security, while stressing the obliga-
tion of the state to guarantee conditions for the exercise of these rights. The grammar
of the revolution was heavy with terms such as ‘rights of the individual,’ ‘equality under
the law,’ ‘opportunity for all.’ The grammar of the loyalists was built on such concepts
as ‘free enterprise,’ ‘the right to own property,’ ‘free education,’ ‘freedom of speech
and association”.
“Durante treinta años, Trujillo había puesto en práctica un elaborado sistema de pa-
ternalismo político y económico. Era dueño de las tierras, las industrias y el comercio,
los servicios y medios de comunicación. Los dominicanos no tenían otros derechos
ni oportunidades, salvo los que Trujillo les otorgó. Después de la muerte de Trujillo, el
Consejo de Estado tuvo éxito en mantener unido su imperio político y económico
bajo apariencia de orden institucional. La Constitución de 1962, por la que el Consejo
de Estado habría de gobernar el país hasta que una Asamblea Constituyente pudiera
ser elegida, reflejaba el mismo paternalismo que Trujillo había ejercido. La Constitución
de 1963, por otra parte, hizo hincapié en el derecho del individuo al trabajo, a la edu-
cación, y para algún tipo de seguridad social, al tiempo que destacaba la obligación
del Estado de garantizar condiciones para el ejercicio de estos derechos. La gramá-
tica de la revolución estaba henchida de términos como “derechos de la persona”,
“igualdad ante la ley”, “oportunidades para todos.” La gramática de los leales fue
construida con conceptos tales como la “libre empresa, la propiedad ‘,’ el derecho a
la propiedad”, “educación gratuita”, “la libertad de expresión y de asociación.’”29
29.- José Moreno, Barrios in Arms: Revolution in Santo Domingo. University of Pittsburgh Press. 1970,
p.108.
30.- Pablo Maríñez, Democracia y Procesos Electorales en República Dominicana. Editorial Alfa y Omega,
Santo Domingo, República Dominicana, 1994, p.264, n49.
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En abril de 1965 el gobierno de Johnson parecía creer esto en medio de una intensa
campaña contra Cuba y su líder Fidel Castro: que hubo infiltración comunista entre
las fuerzas rebeldes constitucionalistas que probablemente daría lugar a otra Cuba
en el Caribe. Alrededor de 28.000 soldados estadounidenses comenzaron a desem-
barcar en la República Dominicana desde el 28 de abril, cuando los rebeldes se ha-
bían asegurado la victoria.
“The Dominican Republic’s revolution was an unfinished revolution. The U.S. inter-
vention solved none of the underlying problems -poverty, inequality, and the like -that
caused the revolution; it merely postponed the reckoning. The simmering cauldron
that is the Dominican Republic is almost certain to boil over again./The revolution and
intervention had a profound effect on all Dominicans, but it also, we are convinced,
had a profound effect on the United States. The United States was caught in a web
of lies, its Latin America policy was totally discredited, and the credibility of the go-
vernment and President Johnson was undermined”.
Este hecho tendría un efecto significativo en las formas en que los acontecimientos
iniciados en abril de 1965 se elaboraron en el marco de la memoria histórica, y en la
forma en que futuros eventos como los disturbios de abril de 1984 serían interpreta-
dos en relación con abril de 1965.
32.- Howard J. Wiarda and Michael J. Kryzanek, The Dominican Republic: A Caribbean Crucible. Westview
Press, 1992, p.46.
La Historia de La sociedad civiL dominicana deL 1916 aL 2008 169
El Partido Reformista ganó las elecciones de 1966 y Joaquín Balaguer, que se reeligió
a sí mismo dos veces, gobernó el país durante doce años y tres períodos de cuatro
años (1966-1970, 1970-1974, 1974-1978) - recurriendo a la represión selectiva des-
tinada a destruir o marginar a los principales partidos de la izquierda: el Partido Co-
munista Dominicano, PCD, de orientación pro-soviética; Movimiento Popular
Dominicano-MPD y el Partido Comunista de la República Dominicana-PACOREDO,
ambos de orientación maoísta. Aparato militar y paramilitar del gobierno persiguieron,
asesinaron y encarcelaron muchos de los líderes de izquierda que habían participado
en la guerra civil de 1965 y cuyos partidos habían sido prohibidos por el gobierno de
Balaguer con las leyes anti-comunistas. Muchos de estos dirigentes y miembros de
“comandos” de la revolución comenzaron a ser perseguidos y muertos desde el
mismo momento en que entregaron sus armas en cumplimiento de la “Ley de recon-
ciliación” que marcó el final del conflicto el 31 de agosto de 1965 y el reconocimiento
de un gobierno de transición que organizaría las elecciones de 1966:
“Algunos de los muchachos entregaron sus armas, otros las envolvieron en bolsas
de plástico y las enterraron en sus patios o las ocultaron en cajas viejas. Para algunos,
el viaje de vuelta fue sólo alrededor de la cuadra, para otros fue a otro sector de la
ciudad, tal vez al lado de una comisaría de policía o los cuarteles del CEFA (los unio-
nistas) las tropas, y para otros fue lejos, a las provincias. Los de la Vega, Santiago,
San Pedro de Macorís, Romana y otras ciudades importantes alquilan autobuses vie-
jos y regresan a sus casas en grupo, tal vez por temor de ser fusilados si fueran uno
por uno, o tal vez porque realmente creían que habían ganado la revolución. Las ac-
ciones represivas contra ellos pronto comenzarían. En 1966, unos 250 hombres de
los comandos habían sido asesinados sin la ley probar la identidad de un asesino
único”34.
33.- Juan Bosch, La República Dominicana: Causas de la Intervención Militar Norteamericana de 1965.
Editora Alfa & Omega. Santo Domingo, Rep. Dominicana, 1985; Mariñez, op. cit., 1994.
34.- José Moreno, op. cit. p.64, traducido por LA.
170 La Historia de La sociedad civiL dominicana deL 1916 aL 2008
portantes producidas durante la segunda mitad de los años sesenta. Por lo tanto, el
recuerdo traumático de este evento constituiría el horizonte de sentido sobre el que
no sólo muchas de las futuras manifestaciones de protesta en los años sesenta y se-
tenta se basarían, sino incluso la literatura producida en este período por autores
como René del Risco Bermúdez, Aída Cartagena Portalatín y Marcio Veloz Maggiolo.
El título de la colección de René del Risco Bermúdez de poemas, El Viento Frío, pu-
blicado en 1967, se convirtió en la metáfora de la derrota sufrida por las fuerzas de-
mocráticas en la Guerra Civil de 196535.
35.- Considero muy relevante el hecho de que las dos novelas dominicanas más importantes en los años
sesenta y principios de los setenta (respectivamente, Escalera para Electra, de Aida Cartagena Portalatín,
y De Abril en Adelante, por Marcio Veloz Maggiolo, narran literariamente el impacto en los intelectuales de
clase media de la guerra civil de 1965. El relato de la guerra civil de abril está también presente en la pro-
ducción de cuentos, como se muestra claramente en al menos dos de los principales escritores de relatos
cortos del periodo: René del Risco Bermúdez, en su colección En este barrio no hay Banderas, y José Al-
cántara Almánzar, Callejón sin salida. René del Risco Bermúdez se distinguió también por su poesía. En
otras palabras, abril de 1965 es el hito de una experiencia traumática que se refleja tanto en la memoria
histórica representada en los actos rituales de la resistencia que recuerdan 1965 como un momento de
resistencia, y también en la historia literaria de la República Dominicana.
La Historia de La sociedad civiL dominicana deL 1916 aL 2008 171
El régimen de Balaguer fue especialmente duro con los sindicatos. Los sindicatos de
clase obrera fueron objeto de una política muy represiva por parte del Estado y la
clase empresarial durante los doce años de Balaguer de tres administraciones (desde
1966 a 1978). El gobierno y la clase empresarial se unieron en un esfuerzo común
para evitar la organización sindical en las empresas privadas. Se podría afirmar que,
en el mundo laboral de las empresas privadas, los sindicatos existían sobre el papel,
pues cuando hubo alguna forma auténtica de organización sindical independiente y
beligerante, éstos generalmente fueron reprimidos y desmembrados hasta tomar la
forma de sindicatos cooptados. Esta situación obligó a los tres principales sindicatos
en la República Dominicana a operar principalmente en el entorno político en lugar
del entorno laboral. Estos sindicatos fueron la Central General de Trabajadores-CGT
(Central General de Trabajadores), de tendencia izquierdista; la Confederación Autó-
noma de Sindicatos Clasistas-CASC (Confederación Autónoma de Sindicatos de
Clase), de tendencia demócrata-cristiana, y la Unión General de Trabajadores-UGTD,
vinculada con el PRD. Además, existían sindicatos que pertenecían a áreas específi-
cas del sector público, como la Unión de Obreros Portuarios en los puertos maríti-
mos), Sindicato de Trabajadores de la Corporación Dominicana de
Electricidad-SITRACODE, y Unión Nacional de Choferes sindicalizados-UNACHOSIN.
Este último no era propiamente un sindicato del sector público, pero dado el carácter
público del servicio que sus miembros ofrecían, tenía un poder de movilización im-
portante que se demostró en las huelgas organizadas contra el gobierno.
Pero cabe también señalar que existen al menos algunos grupos que tenían acceso
a la toma de decisiones estatales, los grupos que constituyen la comunidad empre-
sarial, que se había identificado sistemáticamente con las prácticas autoritarias en
sus relaciones con los sindicatos37, cosa que habría de cambiar desde finales de los
años 80s, cuando la clase empresarial accedió a dialogar con los sectores sindicales
obreros para el fin de elaborar un nuevo código laboral, y a partir de ahí empezó a
mostrar un interés activo por participar en diversos foros ciudadanos para tratar pro-
blemas tales como el de la educación, la salud y la seguridad social.38
Es pertinente decir por ello que el empresariado es uno de los grupos de la sociedad
civil que, en efecto, logran un grado de maduración crítico durante el balaguerato. El
empresariado, sobre todo el industrial, creció significativamente en virtud de la pro-
fundización del proceso sustitutivo de importaciones, en conjunto con el empresa-
riado comercial y financiero y, según algunos autores, como es el caso de Wilfredo
Lozano, subordinado a éstos39.
37.- Leopoldo Artiles, “Ideología de la Burguesía Industrial Dominicana (1963-1976). Análisis de su Discurso
Político”. Estudios Sociales XIX, No.65, Julio-Septiembre 1986.
38.- El señor Frank Castillo, del CONEP, en la entrevista que concedió a Flady Cordero, señaló estos even-
tos de la historia del empresariado dominicano como actor de la sociedad civil.
39.- “...tras el reformismo, desde el Estado se estimuló un proceso de relativa modernización de la bur-
guesía tradicional dominicana, que determinó un cambio en sus patrones de comportamiento político y
económico. Al estimular la industrialización sobre las premisas referidas, el Estado facilitaba la estructura-
ción de un sector industrial relativamente importante, aunque éste mantuviera su dependencia del capital
comercial y del gran capital internacional.” Wilfredo Lozano, El reformismo dependiente: Estado, clases
sociales y acumulación de capital en República Dominicana 1966-1978, Ediciones Taller, Santo Domingo,
1985, p.107
La Historia de La sociedad civiL dominicana deL 1916 aL 2008 173
Si bien se puede aducir que este desarrollo fue de alguna manera dependiente del
Estado, que no sólo contribuyó con el marco legal que le dio viabilidad, sino que tam-
bién aportó las divisas necesarias por vía del control de casi un 70% de la producción
y exportación de azúcar, convirtiéndolo en cliente de muchas de las actividades y
ramas desarrolladas por el empresariado, lo cierto es que esta situación está muy
lejos del control monopólico sobre la economía ejercido por el trujillato, el cual, así
como desarrolló la riqueza nacional para el provecho de Trujillo, su familia y sus pocos
asociados, también castró el desarrollo de un empresariado nacional relativamente
independiente.
Por otra parte, aún con la tensión existente entre las instancias estatal y social, durante
el balaguerato se desplegó significativamente el espacio de lo público como lugar de
deliberación; en otras palabras, la opinión pública, mediante el creciente ejercicio del
derecho a la libre expresión y la libertad de prensa consagrados constitucionalmente.
Repetimos que este desarrollo no estuvo libre de tensiones y de frecuentes intentos
de acallar a la prensa e inclusive de asesinatos de connotados periodistas que des-
dicen de la impresión de que existiese un ejercicio de la libertad de expresión y de
prensa libre de peligros.
En mayo de 1978 el desgaste del balaguerato dio paso, no sin fricciones dolorosas,40
a la segunda administración del Partido Revolucionario Dominicano-PRD, con un li-
derato diferente al que lo llevó al poder en 1963, pero con muy legítimos temores de
repetir la experiencia de 1963, que, como se sabe, dio al traste con el primer ensayo
de gobierno democrático después de la caída de la dictadura. Ya Juan Bosch no for-
maba parte de la dirigencia del partido, y de hecho había competido en las elecciones
como candidato presidencial de su nueva organización, el Partido de la Liberación
Dominicana. El PRD llevó a la presidencia al hacendado Antonio Guzmán, un empre-
sario con ascendiente social entre la élite económica, ex ministro de agricultura en el
gobierno de Bosch de 1963, pero con evidentes debilidades en el manejo de la co-
municación pública, los protocolos y retórica política. A pesar de ello, Guzmán logró
proyectar una imagen de honradez, caballerosidad y autenticidad en la esfera polí-
40.- Ha de recordarse que la emisión de los boletines de la Junta Central Electoral a través de los medios
de comunicación fue interrumpida por fuerzas militares la noche del 16 de mayo de 1978, constituyendo
el preludio de una lenta agonía pública de dos meses que culminó con el despojo de cuatro senadurías al
PRD, que mantuvo el control del senado en manos del Dr. Balaguer, quien por vía del cual también controló
el sistema de justicia.
174 La Historia de La sociedad civiL dominicana deL 1916 aL 2008
y, por otra parte, el frente empresarial, que ya en 1980 manifestaba, en la voz del pre-
sidente del Consejo Nacional de Hombres de Empresas (CNHE, antecesor del Con-
sejo Nacional de la Empresa Privada-CONEP), Dr. Luis Augusto Ginebra Hernández,
una seria oposición a las políticas económicas del gobierno con un lenguaje extre-
madamente conservador. Refiriéndose a un discurso emitido por Ginebra Hernández
en una cena de confraternidad organizada por el CNHE en mayo de 1980, la revista
El Industrial refirió lo siguiente:
“El Dr. Ginebra fue claro y firme al denunciar que el comunismo ‘se ha enquistado en
todos los sectores y en todo tipo de instituciones. La empresa privada, la educación
pública y en particular, los medios de comunicación social, las universidades, la ad-
ministración pública, solamente no son ajenos a esta penetración, sino que junto con
las organizaciones culturales, el clero, los cuerpos castrenses y los cuerpos legislati-
vos y judiciales, constituyen el blanco favorito y el medio por excelencia de sus acti-
vidades”42.
Este discurso empresarial parece remitir a 1963, cuando el comunismo era percibido
como la mayor amenaza para la libertad y la democracia.
El PRD tendría una segunda oportunidad con la administración de Jorge Blanco, que
como veremos, terminaría hundido por el manejo de la crisis del ajuste estructural y
por la percepción negativa de que era un gobierno corrupto.
Pero hay una historia silente en estos procesos, la de la sociedad civil que, por primera
vez en este siglo, aparecería como un actor influyente en la vida social y política de la
República Dominicana.
Son necesarios unos breves apuntes históricos. Como se sabe, los cortes históricos
no representan la realidad en blanco y negro, por lo tanto cuando decimos que x tipo
de organización emergió en un período y, esto no significa que antes del período y
ese tipo de organización no haya estado conformándose de alguna manera, pero el
corte histórico nos permite narrar con un cierto grado de coherencia los procesos,
siempre más complejos que las hebras de la narración escrita o más densos que los
filamentos de la memoria histórica.
Es pertinente pues traer a cuento la administración del Dr. Salvador Jorge Blanco, la
cual comenzó el 16 de mayo de 1982, después de una campaña electoral en la que
su candidatura se basaba en un programa de gobierno que incluía a la mayoría de
los sectores organizados de la población, es decir, la sociedad civil de entonces. De
ahí el nombre dado a su administración: “Gobierno de Concentración Nacional”. El
programa fue diseñado, de acuerdo con uno de los participantes más destacados
en el proceso, el Dr. Milton Messina, por más de doscientos técnicos y especialistas.
Todas las ramas y sectores de las políticas gubernamentales fueron tocados, y el re-
sultado fue un programa que prometió, más allá de las dificultades que se habían
previsto, la aplicación de una “democracia económica”, entendiendo por ésta la par-
ticipación de las mayorías pobres de la población en un esfuerzo de desarrollo que
abordase sus necesidades básicas.
“…el país está en una bancarrota económica y financiera caracterizada por una virtual
cesación de pagos, con grandes déficits presupuestarios en el Gobierno Central y
en todas las instituciones autónomas del Estado, que impiden acometer los puntos
básicos y fundamentales con que dar inicio a la solución de nuestros problemas eco-
nómicos y sociales...” 43
Entre los nuevos impuestos que se propuso para los sectores acomodados de la po-
blación había uno sobre bienes inmuebles urbanos, el impuesto sobre los intereses
y las ganancias financieras, la reforma del impuesto sobre la renta, y un aumento del
10% de impuestos a las importaciones.
Según otro testigo importante y funcionario clave del gobierno, el economista Ber-
nardo Vega, que era entonces gobernador del Banco Central, estos impuestos que
pretendían canalizar una parte importante de las ganancias que los grupos de altos
ingresos habrían de obtener con el ajuste, nunca fueron aprobados por el Congreso,
que irónicamente estaba controlado en ese momento por el partido de gobierno, li-
derado por la tendencia del político más influyente en dicho partido, y que encima
era oponente al presidente de la República, el Lic. Jacobo Majluta. Así pues, como
dice el propio Vega en su libro En la Década Perdida durante el proceso de ajuste se
hizo más ricos a los ricos a expensas de los grupos que dependían de los salarios.”
47
Esto evidentemente significó cargar en las capas medias y populares el peso de la
crisis. Si introducimos en esta lectura el concepto de sociedad civil, y lo tomamos en
43.- Citado por Milton Messina, Memorias del ajuste de una economía en crisis. Fondo para el avance de
las ciencias sociales, Santo Domingo, Rep. Dominicana, 1988, p.27
44.- Ibid.
45.- Laura Faxas, op. cit. 2007, considero de suma relevancia para esta parte la lectura del capítulo 7:
¿Qué es lo popular en la República Dominicana.
46.- Messina, op.cit., p.28
47.- Bernardo Vega, En la década perdida, Fundación Cultural Dominicana, Santo Domingo, Rep. Domi-
nicana, 1991, p.31.
178 La Historia de La sociedad civiL dominicana deL 1916 aL 2008
su acepción amplia, esto significaría que se creó el caldo de cultivo para que esos
segmentos de la sociedad civil constituidos por las formas de asociatividad propios
de estas capas (asociaciones de profesionales, sindicatos, organizaciones y clubes
barriales, organizaciones estudiantiles, comunidades religiosas de base, entre otras)
se distanciaran de la administración del PRD en 1984, llevando a la aparición de lo
que se vino a denominar “pobladas”, -que en los enfoques de acción colectiva y mo-
vimientos sociales se denomina “motín de hambre” (“food riot”, en inglés)-, y a los
trágicos resultados de aquellos días de rabia colectiva48.
Por otro lado, el presidente hizo una promesa importante en su discurso inaugural,
que se vería obligado a romper dos años más tarde: su gobierno no devaluaría la
moneda nacional a pesar de todos los problemas que se habían previsto. Para los
asesores como Messina (1988) y Vega (1991) parecía ser una promesa innecesaria
dadas las circunstancias en que se encontraba la economía nacional, no muy dife-
rentes a las de cualquiera otra en la América Latina de la época. El país fue condenado
a negociar con las instituciones financieras internacionales y organismos multilaterales
para obtener recursos financieros externos que le permitieran hacer frente a su crisis
financiera interna. El historiador Frank Moya Pons define la consecuencia más es-
pectacular de la promesa del presidente. El señala que el presidente “ha sido prisio-
nero de sus propias palabras, cuando declaró solemnemente ante el Congreso que
‘nuestro gobierno no va a presentar a este Congreso Nacional ningún proyecto de
ley destinado a devaluar nuestra moneda, cuya paridad está consagrada en la ley
monetaria.”49
48.- Ver John Walton, David Seddon: Free Markets & Food Riots: The Politics of Global Adjustment. Black-
well Publishers, 1994. Y Laura Faxas, op. cit., pp.159-182
49.- Frank Moya Pons, Manual de Historia Dominicana. 9a. Edición. Caribbean Publishers. Santo Domingo
1992, p. 352
La Historia de La sociedad civiL dominicana deL 1916 aL 2008 179
mento de la devaluación, este fue uno de los factores que enfureció a la población
contra la administración. Este es otro aspecto de la ruptura de la confianza.
50.- “Tal parece que los movimientos de protestas en la República Dominicana manifiestan más bien una
incipiente articulación de sectores sociales que recogen un generalizado sentimiento de integración de la
población a la participación en la distribución de los bienes y servicios indispensables para el discurrir de
una vida más o menos decente. Buscan crear un nuevo ordenamiento de las cosas, una nueva forma de
agregación social, expresan una nueva búsqueda de integración nacional, y por lo tanto, quizás otra nación.
... No obstante, lo más importante, lo que se ha de constatar es que las luchas de los movimientos barriales
podría estar expresando la necesidad del establecimiento del derecho a la ciudadanía, y de una radical
vocación de integración social con conciencia de sus derechos y de superación de las viejas formas de
participación a través de los partidos y sindicatos, que no le permiten el ejercicio democrático de la repre-
sentación, y esto constituye uno de los aportes más importantes que se pueda hacer en este país para el
desarrollo de la democracia.” César Pérez, Leopoldo Artiles, Movimientos sociales dominicanos: identidad
y dilemas, Instituto Tecnológico de Santo Domingo, 1992, pp.76-77.
180 La Historia de La sociedad civiL dominicana deL 1916 aL 2008
emergente líder del movimiento popular, Virtudes Álvarez, y de la nueva líder obrera,
dirigente de la Central General de Trabajadores-Mayoritaria, Nélsida Marmolejos.
Ante declaraciones como éstas se podría pensar que los CLP son creaciones de los
partidos, o de personas militantes de partidos que trazan una suerte de ruta inversa
que parte desde una organización de la “sociedad política” a la creación de una or-
ganización de la sociedad civil.
Sin embargo, los CLP incluyen a otras personas diferentes a los militantes que dieron
cuenta de su origen, y de las propias declaraciones de los entrevistados se infiere
que la creación de los primeros CLP constituye la obra de una diversidad de sujetos:
“De la declaración de Franco, del enunciado un tanto vago de otros activistas sobre
cómo y quiénes fundaron los CLP, se podría concluir que ellos entienden que fueron
moradores y otros sectores sus fundadores.”54 Esto no descarta la existencia de un
sentimiento e ideología en estas organizaciones que se pueden considerar de “iz-
quierda”, quizás el reflejo de la dispersión que la izquierda como instancia organizada
sufría en ese momento, en virtud de la carencia de una estrategia coherente para
hacer oposición a una fuerza como el PRD, que de alguna manera era el partido de
referencia de las demandas y sentimientos populares de carácter democrático. En
otras palabras, se puede sostener la hipótesis de que la izquierda no supo encontrar
un método de lucha distinto al que utilizaba cuando Balaguer, o el balaguerato, era
el enemigo a vencer.
Un rasgo fundamental de los CLPs era su heterogeneidad, pues reflejaban tanto los
intereses de los grupos políticos que contribuían a formarlos, como la diversidad de
intereses y objetivos movilizadores de acción de las comunidades que constituían su
ambiente. El carácter territorial de estas organizaciones es lo que les da a los movi-
mientos en los que participa su nombre: movimientos de pobladores, otro término
que se introdujo en los discursos de los activistas y de los investigadores. La propia
Virtudes Álvarez, importante líder popular en los 80s, señala:
Al final, los CLPs constituyeron una de las bases de redes más amplias de las orga-
nizaciones populares (llamadas “coordinadora”, “consejo” “Confederación” de las or-
ganizaciones populares”) que se formaron en un momento en que los sindicatos y
los partidos de la izquierda tendieron a perder el poder de movilización como resultado
de diferentes factores, entre los cuales el más importante fue la realineación de los
fuerzas partidarias, principalmente del PRD. Como ya hemos visto, el PRD en los
años 80 dejó atrás su compromiso con los sectores de clase trabajadora y populares,
a fin de acomodar los intereses de los sectores de poder. Por otra parte, la reestruc-
turación de la economía contribuyó a erosionar la base de poder de los sindicatos,
que por cierto, dadas las frágiles condiciones de los derechos de los trabajadores en
la República Dominicana, nunca tuvo mucho poder tampoco. Los cambios econó-
micos que convirtieron la economía dominicana en una economía de servicios, creó
un escenario en el que las demandas no se corresponden adecuadamente a los in-
tereses de los trabajadores, sino a los intereses de las masas que vivían en los barrios
y cuyos reclamos tienen sus raíces en los problemas territoriales, así como en las ne-
cesidades básicas que pueden ser satisfechas por las políticas estatales que afectan
a los precios de los productos y la prestación de servicios básicos. Por eso las luchas
que seguirían en los años 80 tuvo como objetivo principal el Estado, en lugar de un
enemigo de clase, aunque este último nunca desapareció del discurso de las orga-
nizaciones populares.
Es en este período cuando surge una nueva organización popular llamada Coordina-
dora de Luchas Populares (CLP). Espinal destaca el rechazo al que fue sometida esta
organización por parte de los sindicatos organizados, los partidos y el empresariado,
a pesar de que, aún careciendo de estatus legal y considerarse que no tenía legitimi-
dad como representante de los sectores populares demostró una capacidad extraor-
dinaria para convocar huelgas56. En este contexto surge el liderazgo de Virtudes
Álvarez, dirigente de la CLP, que luego se convirtió en la Confederación Nacional de
Organizaciones Populares (CNOP). Esta organización y su lideresa, en sus dos fases,
sufrió el desdén de los sindicatos obreros, a pesar de los esfuerzos que se hicieron
para coordinar acciones en conjunto, presentándose así una de las fisuras en la so-
ciedad civil de carácter popular que comprometieron el éxito de las movilizaciones
de finales de los 80 y principios de los 90. Puede decirse, sin embargo, que la huelga
general del 19 y 20 de junio convocada por el CNOP logró capitalizar el descontento
de la población en general causado por la política económica del Dr. Balaguer (sobre
todo por los efectos inflacionarios de sus políticas de inversión pública), y el fracaso
del Diálogo Tripartito entre centrales obreras, empresarios y gobierno, mediado por
56.- “La CLP fue, en principio, rechazada por el movimiento sindical organizado, los partidos políticos y el
gobierno bajo el argumento de que no estaba claro a quién exactamente representaba la CLP. Con su
poder social en ascenso, la CLP llamó a una huelga general en marzo de 1988, huelga que fue rechazada
por los sindicatos, los partidos y el gobierno. Con apoyo limitado, la CLP no pudo paralizar el país como
esperaba hacerlo. Pero, si bien la CLP carecía de estatus legal y legitimidad política como representante
de los sectores populares, su capacidad de convocar huelgas y capitalizar el sentimiento de descontento
en la población aumentó entre 1988 y 1990.” Rosario Espinal, ob. Cit., 2001, p.115.
La Historia de La sociedad civiL dominicana deL 1916 aL 2008 183
Por otra parte, el hecho de que hayamos hecho énfasis en los CLP no significa que
no hubiese otras organizaciones que merecen ser tenidas en cuenta, como es el caso
de las Comunidades Eclesiales de Base-CEB (a veces CCB, comunidades cristianas
de base). Éstas, como parte de lo que se denomina Iglesia Popular, jugaron papeles
clave en los procesos de concienciación que elevaba los niveles de criticidad social
y política de la feligresía, sobre todo aquella parte de ésta que también participaba
en otros espacios organizacionales, como los CLP o los partidos.
57.- Los ocho puntos de la agenda eran los siguientes: “1) Cambios en la política económica y moratoria
en el pago de la deuda externa; 2) reforma al sistema de seguridad social para incluir en la cobertura
médica a los familiares de los trabajadores (ésta había sido una demanda de los obreros en el Diálogo Tri-
partito); 3) aumento del salario mínimo; 4) cumplimiento de los acuerdos establecidos por el gobierno con
las asociaciones profesionales; 5) la no-privatización de las empresas estatales; 6) mejoramiento del tras-
porte y otros servicios públicos; 7) control de precio de los alimentos y medicinas; y 8) tierra para los cam-
pesinos.
184 La Historia de La sociedad civiL dominicana deL 1916 aL 2008
forma confirma esta afirmación. El GAD “según explica Rafael Toribio, surgió en 1994
a raíz del proceso electoral. A la firma del Pacto por la Democracia se invitó a algunas
personas como testigos (seleccionadas por Monseñor Agripino). Estas personas que-
daron preocupadas por velar por el cumplimiento de lo firmado y, reunidas, decidieron
constituir el Grupo de Acción por la Democracia, que se consolidó no como una re-
presentación personal sino de las organizaciones a las que pertenecían.”58 En el fondo
constituyó una suerte de red articulada de organizaciones de la sociedad civil, muchas
de ellas empresariales (de hecho, algunos ex miembros de la misma señalan que el
peso de los empresarios fue mayor que el de otras organizaciones, como por ejemplo,
los sindicatos), comprometidas primero con presionar para la institucionalización del
proceso democrático y procurar una salida a los problemas que planteó la crisis de
1994, dando seguimiento a los acuerdos vertidos en el Pacto por la Democracia.
Para lograr el objetivo de celebrar unas elecciones limpias en 1996 (recuérdese que
el Pacto por la Democracia implicó el recorte del período de Balaguer en dos años)
este grupo logró articular más de 700 organizaciones en 40 municipios, para final-
mente formular una Agenda Nacional de Desarrollo, donde se expusieron 10 grandes
prioridades nacionales. Esta iniciativa no sobrevivió a la coyuntura en la cual nació:
“Según Rafael Toribio, el objetivo principal del GAD fue colaborar para unas elecciones
transparentes en 1996.Falta de recursos, vinculación excesiva a la PUCMM, ausencia
de unos estatutos, manejo como un proyecto ligado a una financiación, falta de prác-
tica democrática en su interior, ausencia de vínculos entre la coordinación y los grupos
municipales, realización de las elecciones en 1996, carencia de una estrategia a me-
diano y largo plazo, son citadas como posibles explicaciones al progresivo languide-
cimiento del GAD y con ello de los procesos que llevaba (la Agenda Nacional de
Desarrollo, elaborada por el GAD, no fue reclamada por nadie).”59
“La crisis política con que se inició el año 1999 en República Dominicana (Junta Cen-
tral Electoral y Liga Municipal Dominicana) provocó la preocupación de las OSC do-
minicanas. La realización de su habitual Análisis de Coyuntura mensual del Centro
58.- Jorge Cela, SJ., Isabel Pedrazuela, Articulación y coordinación entre las organizaciones de la sociedad
civil (OSC) en la República Dominicana, Colección Sociedad Civil, Serie Documentos de Trabajo 2,INTEC-
BID-OXFAM, 2002, p.44
59.- Ibid., pp.44-45
186 La Historia de La sociedad civiL dominicana deL 1916 aL 2008
Según reporta este estudio, al Foro Ciudadano se integraron más de 100 organiza-
ciones de origen y naturaleza muy diversa: organizaciones cívicas, religiosas, empre-
sariales, sindicales, comunitarias, académicas y profesionales:
Sin duda, este tejido de organizaciones de la sociedad civil posibilitaron las iniciativas
de diálogo que se han producido en el país. En otras palabras, la aceptación del
hecho de que la sociedad dominicana cuenta con innumerables organizaciones y ca-
nales de acción que, en cierto nivel, pueden hasta representar una cuota de reclamos
ciudadanos en una forma en que no lo pueden hacer las instituciones políticas, dada
la crisis de representatividad motivada por la persistencia de las prácticas neopatri-
moniales y clientelares en los partidos y en el estado, motiva las iniciativas de diálogo
así como la voluntad de pactar agendas de políticas que propicien el desarrollo y la
gobernabilidad.
Todo pareciera indicar que se ha recorrido un largo camino desde la caída del trujillato
hasta la actualidad, que definitivamente es el período más relevante en cuanto a la
conformación de una sociedad civil activa. Sin embargo, se percibe en estos mo-
mentos un desencanto generalizado por la política, por el agotamiento aparente de
las reformas logradas, se tienen elecciones mucho más limpias y transparentes, pero
los representantes que resultan elegidos en dicho proceso siguen, en una cantidad
significativa de casos, frustrando las expectativas de que la política cotidiana seguirá
las reglas de una ética auténticamente democrática. El tema de la corrupción, antes
que disminuir como foco de la atención pública, se ha fortalecido en la misma pro-
porción en que el fenómeno se consolida en viejas y nuevas formas, con el agregado
de la injerencia de actividades y grupos ilegales, como el caso del narcotráfico, que
aparentemente está permeando los aparatos de seguridad pública y a la misma clase
política.
La exposición histórica que hemos realizado, nos enseña que la maduración de las
sociedad civil es un factor asociado al fortalecimiento de la democracia, y que cuando
los ciclos de desarrollo de la sociedad civil, -vistos como crecimiento organizacional
y articulación de diversidad de intereses civiles en momentos de transformación o
presión para el cambio de la sociedad o del Estado- están en el momento ascen-
188 La Historia de La sociedad civiL dominicana deL 1916 aL 2008
Es, sin embargo, en este período de “transición” que el conflicto entre sociedad civil
y partidos políticos, y por vía de consecuencia, entre sociedad civil y Estado, empieza
a delinearse, sin dejar de ser el inicio de un proceso sumamente relevante para en-
tender la situación actual: a) la conformación de una sociedad civil de cariz popular
que ocupa irrumpe en el espacio social y político desde mediados de los 80s, logra
un éxito relativo en sus movilizaciones de protesta y de huelgas, hasta agotarse a
principios de los 90s a causa de sus propias fragilidades, y el cambio en la estructura
de oportunidades políticas en un régimen autoritario poco dado a dialogar sobre las
políticas públicas y las demandas populares; b) activismo y fortalecimiento de la so-
ciedad civil de capas medias y altas, proceso que en un momento dado se desarrolla
en paralelo con el de la sociedad civil popular, a veces coincidiendo en ciertos puntos
La Historia de La sociedad civiL dominicana deL 1916 aL 2008 189
de encuentro, como son los foros y espacios de discusión de las políticas sociales,
y en los espacios y foros donde se discuten los procesos de reforma e institucionali-
zación del Estado.
Este desarrollo de la sociedad civil forma parte del proceso que ha logrado un nivel
significativo de modernización del Estado y de las relaciones entre éste y la sociedad
civil.
Se puede añadir que la sociedad civil logró, como resultado de su movilización y ac-
ciones de presión, tener influencia significativa en la reforma de la ley electoral, en la
organización de elecciones competitivas limpias, en el avance de proyectos de re-
forma y modernización de instancias de la justicia, como los establecimientos para el
recibimiento de demandas de abuso intrafamiliar, procedimientos de conciliación de
disputas, establecimientos de centros de mediación comunitarias, y la promulgación
de la Ley No.122-05 sobre Regulación y Fomento de las Asociaciones sin Fines de
Lucro. El carácter ineludiblemente diverso de la sociedad civil siempre remitirá a pre-
guntas sobre de qué sociedad civil se habla, a qué parte de la sociedad civil beneficia
más un cambio o reforma determinada. Pero el caso que si bien hay ciertos grupos
a los que les interese fundamentalmente la seguridad jurídica más que a otros en tér-
minos de una jerarquía de necesidades, lo cierto es que ese es un logro que tarde o
temprano, rinde beneficios a la sociedad entera.
Todos estos hechos o eventos que han afectado la institucionalidad del Estado en
República Dominicana pueden ser considerados como hitos importantes en la con-
formación de un “Estado de Derecho” en proceso de construcción, por lo que todavía
no se cumple con todos los requisitos para conformar una institucionalización del
mismo que se exprese en una relación entre Estado y sociedad civil, -entendida como
ciudadanía organizada y debidamente representada, con mecanismos de reclamo
de cuentas-, coherente con lo que se prescribe en la formulación de la democracia.
Ciertamente hay desafíos que han quedado descritos en esta exposición. Pero si algo
más definitivo nos enseña la historia es que nunca hay que dar por “muerto” al sujeto
histórico. Si entendemos que la sociedad civil es, ante todo, un sujeto histórico, en-
tonces sin dudas hay que contar con que nos sorprenderá un día –o nos sorprende-
remos un día, nosotros mismos como parte de ella- con la impredecible rotura del
quieto desencanto.