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POMPONIO MELA

(Busto de bronce de 1,10 metros de altura y 80 kilos de peso, situado Paseo de las Palmeras, sede de la
oficina de Turismo de Ceuta.)

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Contexto y vida
Poco o nada se sabe de la vida de Mela, sabemos que nació en el siglo I en un pueblecillo
de hispania, cercano a Cádiz, en Tingentera (actual ¿Tarifa? ¿Algeciras?), según
confesión propia, que consta en la misma obra que nos ocupa — «atque unde nos sumus
Tingintera» (II, 96), siendo contemporáneo del emperador Claudio.
A continuación se pueden ver localizaciones varias en Tarifa y Algeciras con el nombre
de nuestro personaje.

(Plaza Pomponio Mela en Tarifa)

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Por aquella época también vió nacer Hispania algunos escritores ilustres como pueden
ser los cordobeses Lucano y los dos Séneca, el retor y su sobrino el filósofo y trágico, el
poeta Marcial de Calatayud, el retórico Quintiliano de Calahorra, y ya en Cádiz con
Columela y años mas tarde con el primer emperador no romano que tuvo Roma,
Trajano.
Obra y repercusión
La Chorographia de Mela es la más antigua descripción del mundo antiguo que
poseemos en lengua latina, también denominada en la tradición manuscrita
Cosmographia y De situ orbis.
Probablemente su libro responde a la curiosidad romana por conocer las distintas partes
del Imperio, cuya expansión en esa época se encontraba en un momento de esplendor,
pero, sin embargo, se inscribe en una tradición geográfica (mapas, periplos, tratados de
geografia, etc.) grecolatina, a la que P. Mela parece haber aportado muy poco.
Efectivamente P. Mela describe con suma brevedad, siguiendo las costas mediterráneas
y oceánicas, como si de un periplo se tratase, el mundo habitado, comenzando y
terminando en África. Esta descripción está salpicada de abundantes noticias
etnográficas, históricas, etc., con un esquema monótono reiterado para cada región, son
mas de 1.500 nombres geográficos que cita vienen expuestos en un estilo ingenioso,
armonizados con cláusulas quebradas y rítmicas. Tiene interés, además, por cuestiones
histórico-culturales y artísticas, cuando en la descripción de una región, se le ofrece la
ocasión de detenerse a hablar sobre los monumentos más importantes de su pasada
civilización, a fin de que la lectura resultara más fácil y atrayente pues los propósitos de
Mela variaban de los de Estrabón por ejemplo, Estrabón pretendía hacer una obra de
conjunto con cierto valor, no sólo científico, sino también enciclopédico, en la materia,
mientras que los fines de Mela se cifraban sólo en lograr un resumen fácil de adquirir o,
glosando sus propias palabras, ameno y ligero en su lectura.
Se trata en efecto de un resumen dividido en tres libros, destinado sin duda a escuelas
o a curiosos ávidos por tener una ligera idea del suelo que pisaban. Es una obra que hoy
llamaríamos «escolar» o, todo lo más, de «divulgación».
Por desgracia, es demasiado breve en muchas ocasiones y carece de un orden o de
indicaciones de localización precisas para la mayor parte de los lugares que describe,
por lo que se trata de una obra enigmática y compleja. No es que Pomponio cometiera
errores, sino que más bien sus descripciones no ayudan mucho a la hora de construir
esos mapas, con lo que la tarea de traducir al mundo real sus indicaciones torna en labor
hercúlea.
En el prefacio, Mela lamenta que la naturaleza técnica de la materia no permita un estilo
elevado, estilo retórico que, sin embargo, el autor buscará con el uso de variatio, léxico
poético, figuras retóricas, cláusulas, etc.
El libro I contiene una presentación general de la materia geográfica, la división del
mundo en dos hemisferios y en cinco zonas. Sigue una descripción de la posición relativa

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de los continentes: Europa, Asia y África. Según Mela, estos tres continentes están
separados por cuatro mares (Mediterráneo, Rojo, Golfo Pérsico y Caspio), que a su vez
son afluentes del gran Océano, que rodea toda la masa de tierra.
En el libro II se describen las regiones europeas, desde Tracia hasta Hispania (descripción
de Hispania en II 86-96), y se reserva una sección aparte para las islas del Mediterráneo.
El libro III versa sobre los países que lindan con el Océano: Hispania, Galia, Germania,
tierras septentrionales hasta los confines de Asia, incluyendo las Islas Britanicas.
Llamativo me parece la breve reseña que hace Mela de su pueblo, Tingentera, hoy
Algeciras y del mio, por aquella Baessipo, hoy Barbate.

“et sinus ultra est in eoque Carteia, ut quidam putant aliquando Tartesos, et quam
transvecti ex Africa Phoenices habitant atque unde nos sumus Tingentera. Tum Mellaria
et Bello et Baesippo usque ad Iunonis promunturium oram freti occupat.……….”

“Mas adelante está un seno, y en él la ciudad Carteia, otro tiempo (como piensan
algunos) llamada Tartesso: hoy es habitada de fenicios, que pasaron de África, y de allí
soy yo natural, de Tingentera. Luego los pueblos Mellaria, Bello, y Baesippo, ocupan la
orilla del estrecho, hasta el promontorio de Juno……..” (II, 96).
Este podría ser el mapa que narraba Mela.

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Las fuentes de las que se pudo valer son problemáticas, debido en parte a la no
pervivencia de obras geográficas. Quiza la explicación de algúnos aspectos de estos
problemas se encuentre en el hecho de que P. Mela, I, 2 presente su tratado como un
breve resumen prometiendo otra obra posterior (de la que no tenemos noticias) con
toda la extensión y precisión que se merece el tema.
Parece que una de las principales fué Cornelio Nepote, escritor coetáneo de Cicerón y
amigo de Attico; es posible, empero, que no lo conociese directamente, sino por
intermediarios. También parece evidente la de Salustio (86-35 a. de J. C.). Además es
muy verosímil que se sirviese del famoso Mapa de Agripa, hecho por encargo de
Augusto, y al que acompañaba un texto explicativo, de autor desconocido, titulado
precisamente Chorographia, como el de Mela. Otro presunto autor-fuente debió ser
Varrón (116-27 a, de J. C.), que escribió De ora maritima y otros libros, acaso conocidos
por Mela también, aunque a través de intermediarios. Se sospecha, con razón, que
directa o indirectamente conoció la obra de Estrábon, si no queremos creer que ambos
utilizaron alguna fuente común. En todo caso, el problema está aún lejos de hallarse
resuelto. Sobre sus concomitancias con Plinio, parece seguro que éste utilizó a Mela para
la redacción de algunos de sus libros, al menos Plinio lo cita entre sus fuentes.
Para acabar, se podría decir que fue uno de los autores más admirados de la antigüedad,
incluso en el Renacimiento siendo su obra fuente de documentación desde Plinio hasta
Petrarca.

Bibliografía
- García y Bellido A. (1978), La España del siglo I de nuestra era (según P. Mela y
C. Plinio), pág 16 y ss., Madrid, España: Editorial Espasa-Calpe.

- Bickel E., (1982), Historia de la literatura romana, pág.442, Madrid, España:


Editorial Gredos.

- Bieler L., (1992), Historia de la literatura romana, pág.259, Madrid, España:


Editorial Gredos.

- Von Albrecht M., (1999), Historia de la literatura romana Vol.II, pág.1133,


Barcelona, España: Editorial Herder.

- Kenney E. J. y Clausen W. V. (1989), Historia de la literatura clásica. II.Literatura


latina, pág.727-728, Madrid, España: Editorial Gredos.

- Codoñer C., (1997), Historia de la literatura latina, pág.800, Madrid, España:


Editorial Cátedra.

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