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Codagnone, Flor

Filos : poemas sobre violencias contra las mujeres / Flor Codagnone. - 1a ed . -


Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Pánico el Pánico, 2017.
Libro digital, PDF

Archivo Digital: descarga y online


ISBN 978-987-1917-44-0

1. Poesía. I. Título.
CDD A861
La poesía es un acto político porque implica decir la verdad.

June Jordan

Soy la mujer estigma

la mujer golpeada

la mujer deshonrada

¿dónde iré?

¿quién me tomará?

Anne Waldman
I

Estoy fingiendo

que no te quiero,

que no me importa

la hoguera, la bolsa negra,

la asfixia terrena,

el vientre herido,

el residuo del residuo

en el que me convertís

cada vez que te molesta mi sexo.

Cada cadáver de mujer soy

cada cadáver de mujer, soy

cada falta, cada mujer que falta.


II

Han apuñalado mi nombre

una vez por lo que pienso,

otra por lo que digo,

una más por cómo visto.

Han rasgado el género

que me cubre

y dieron una puntada

en mi vientre.

Fue a la vista de todos:

Mi sexo no es falta.
III

me cortaste de raíz

frente a la infancia. un charco rojo

impregnado de mí, lleno de mujer.

lágrimas de femenino

se arrastran, incluso, hasta tu ropa.

me adhiero a tus manos-cuchillo,

me pego a vos como evidencia

para poder decir lo que ya no puedo:

¡basta!
IV

Caí empujada,

por un barranco

salvada por el pánico

de tan sólo dieciséis.

La otra chica que soy

ya no respira,

está golpeada,

enterrada,

con su embarazo

de tan sólo catorce,

asesinada por su novio

de tan sólo dieciséis.

Otra, de veintidós, no puede

hablar, decir su nombre,


a quién le teme, cuál es su grito,

quién le ha quitado la posibilidad.


V

En nombre de dios

me arrastrás, borrás mi nombre

me atás a heridas que no merezco,

a un cuerpo que no merecemos

ni mis hijas ni yo.

Es a puertas cerradas,

tu religión, mi cárcel,

pero, hoy,

de esa violencia se escapa.


VI

La muerte de hoy fue azul,

uniforme y reglamentaria.

Morí en manos del poder

de un hombre que ya no vela.

Toda mi inseguridad

comienza con un grito,

un temblor,

en mis pechos, en mis manos

en mi género, en la conciencia

de saber decirte no.


VII

un río de sangre fluye

dentro de mí, me inunda

hasta ahogarme.

afuera, algo no cambia,

mi verdadera inseguridad

es a la vista de todos

y es lo que todos callan:

la percha, la aguja de tejer,

la navaja, la jeringa, el desinfectante.

las pastillas, la sal, los yuyos,

el alcohol, la Coca-Cola,

el último sueño, perdido,


en la camilla del abortista

en la que comienzo a convertirme

en una estadística-hemorragia.
VIII

Nena soy,

así te gusto,

así me tocás,

me abrís,

penetrás el bosque

de mi niñez.

Nena, nenita

me buscás, rompés

el himen

de mi infancia

y ya no le sirvo

a tu perversión.

Nena muero

en tus manos, me asfixia

la bolsa

de tu enfermedad.
Hecha trizas me elevo

en la consciencia

de no saberme tu objeto.
IX

Elegí mi nombre, mi velo, mi género

y fui una mujer tan distinta como todas.

la identidad no se gesta

en la entrepierna

ni en la ropa.

Yo construí mi libertad

a los golpes. Me acusaron,

me violaron, me mutilaron,

me redujeron a un cadáver,

buscabas un nombre

un género, que no era míos,

un velo distinto.
Yo no elegí tu odio y

mi identidad no se muere

con la muerte.

Ahora soy yo la que te acusa.


X

Ardo

en tu odio inflamable

soy todas las brujas

que quemaste

por los siglos de los siglos,

todas las mujeres

que nombrás en llamas.

Soy la ceniza que respira

en tu consciencia, te persigo.

Amén.
XI

Mamá, estamos muertos.

Fue papá con un cuchillo y su escopeta.

Así quiso

dañarte, arrancarte

la vida, castigarte.

Mamá, en vos estamos vivos.


XII

Soy las trizas

que de mí quedan

entre las pajas del monte. Quisiste

esconder mi cuerpo, tirarlo

al río, pero él sabe de respeto.

Sabe que si una mujer no se deja

no hay que llevarla por la fuerza.

Sabe que ya habías violado,

que estuviste preso.

El río no quiere esconder

mi cadáver ni tu culpa,

entonces me arrastrás,

me tajeás,

me cubrís con ramas,

querés enterrar tu golpe


familiar, mortífero, certero,

pero eso no basta:

te condenan

cada uno de tus actos

y cada uno de mis pedazos.


XIII

Era el aire que respiraba,

un soplo,

el olor dulce de nuestros hijos.

Lo quitaste.

Fueron tus manos,

sobre mis 18.

Fue en silencio,

sobre mi cuello,

en una azul-comisaría.
XIV

Nos fusilaron

en el cuerpo enfermo

de una sociedad-padre

que no despierta,

que supura violencia, asco, hastío,

que me devuelve la carne

como mercancía.

Hija eras

y ahora sos

el botín muerto

eras el fruto joven y amoroso, crecías.

Y, yo, la madre fiel esposa

de un terror que no acaba.


Sí, fue tu padre, la sentencia,

el pelotón final,

la sangre de tu sangre

nos asesina.

Somos las fusiladas, vivimos

en los gritos mudos y en las balas torvas,

en cada una de las mujeres, en cada uno

de nuestros cadáveres.
XV

¿por qué escribo este poema?

¿por qué lo digo? ¿por qué sostengo

este papel? si, cuando me mataste,

llevaba otro en la cartera,

una sucesión de letras, una barrera de palabras,

que debía separarte 100 200 300 400 500 metros

de mí. un muro imposible,

que no postergó

tus insultos, tu bruta carne;

no detuvo los golpes, ni cada una

de las puñaladas.

mi femenino no está en un papel.

mi territorio no está en un papel.

mi casa no es de papel, ni mi cuerpo

ni mi verdad, ni aquello que me libera


y me resguarda.

la justicia por mí no está un papel.

(la justicia, a veces, no está en la justicia)

la mujer no es un papel,

no está allí (ni en un poema)

y, vos, cobarde, tampoco,

te fuiste en bicicleta.
XVI

Dicen que soy la muerta-aparecida,

la encontrada-muerta,

eso dicen los medios

que me siguen asesinando.


XVII

Hay una descuartizada que vive

en cada esquina de José León Suarez

en cada una de las calles del mundo

en cada una de las mujeres

que quedamos. Hay una

asesinada que vive.


a Milagro Sala, presa por el odio patriarcal

Detrás del televisor hay hombres

muertos por el hombre.

Mujeres muertas por el hombre.

Niños muertos por el hambre.

Hay una mujer que decidió

ser madre sola,

otra que no quiso parir,

está la que perdió a su hija, todas

las que perdieron su vida.

Detrás del televisor hay un hilo

de sangre. Uno de vida, otro

de muerte.

Hay un detrás

en el que alguien decide:

poderes vestidos de hombres

hombres disfrazados de hombres

políticos que son hombres

políticos que son políticos

políticos que son…


Detrás del televisor hay un continente

amenazado, unos países

en el límite. Una mujer destituida.

Un pueblo torturado.

Hay plazas bancos umbrales

convertidos en casas

a la intemperie. Cada vez más mujeres

obligadas a venderse

al peor postor.

Y calles oscuras que están iluminadas.

Y almas oscuras que están iluminadas.

Y cuerpos oscuros que están iluminados.

Detrás del televisor hay balas

que no son de plomo

y cadáveres que no parecen valer

su carne ni lo que son.

Hay un lenguaje y un río

manchados de muerte.

Unas palabras que no alcanzan

para nombrar lo que es hoy.


Detrás del televisor están las rejas

y detrás de las rejas sigue Milagro.

Detrás del televisor estás las rejas

y detrás de las rejas sigue Milagro.

Detrás del televisor estás las rejas

y detrás de las rejas hay un nosotros.


Epílogo

Hace unos años me invitaron al Bachillerato Popular 20, de Flores. Habían estado

trabajando con mis poemas, entonces una de las alumnas me interpeló: si llegaba tan lejos

con la feminidad, dijo, por qué no daba un paso más, por qué no denunciaba las atrocidades

del sistema patriarcal. Contesté que para hablar de eso contaba con otros recursos y otros

medios como las redes sociales. Era absolutamente cierto. Aunque también lo es que tanto

no hablaba (al menos, no como ahora). Algo se rompió con los femicidios de Daiana García

y de Melina Romero. Algo colectivo. Un desgarro en la desgarradura. De pronto, sin

planearlo, la violencia contra la mujer se poetizó –no sólo en mí sino también en otras y

otros poetas–, se hizo carne y voz. Tal vez, por la certeza de que hay algo de todas nosotras

en cada una de las mujeres violentadas, en cada mujer muerta, en cada uno de sus

cadáveres. Y algo de ellas, en nosotras.

Todos los poemas que integran esta serie están basados en casos reales que llegaron

a mí por distintos medios de comunicación y que, algún modo, me conmovieron hasta la

necesidad poética. A veces, mientras los escribo o los leo en público siento que les estoy

«prestando» a las víctimas una voz, una posibilidad, la que les quitaron. La mayoría de las

veces, tiemblo. Ojalá no tuviera que hacerlo. Ojalá estos poemas no existieran.

Flor Codagnone

mayo de 2017
Agradecimientos

Quisiera agradecer profundamente a esta red de mujeres: a Marisa Negri y Caro

Giollo, que me permitieron compartir y trabajar estos poemas con sus alumnos. A Lucía

Buceta, por todas las cosas que organiza y organizará siempre. A Sol Giles, por la celeridad

en la sororidad. A Mavi Aguilar, por su hacer la realidad a diario. A Carmina Estrada y a

Clarisa Moura, que vienen divulgando estos poemas en México. A Julia Vallejo Puszkin,

por su valijita de hermosas curiosidades que trae, por ejemplo, la ilustración de tapa. A

Marina Gersberg, por la confianza. A todas las que estuvieron cuando la sangre de mis

venas coaguló de más: Analía Medina, Ceci Ribas, Agustina Iacoponni, Maricruz Gareca,

Ángela Urondo, Gaby Larralde, Mariana Enriquez, Olga Farías, Meli Ortner... y en su

nombre, todas aquellas que supieron tenderme sus manos. A mi madre.

A Salvador, siempre.
Índice

I ..................................................................................................................................................... 4
II .................................................................................................................................................... 5
III ................................................................................................................................................... 6
IV ................................................................................................................................................... 7
V .................................................................................................................................................... 9
VI ................................................................................................................................................. 10
VII ................................................................................................................................................ 11
VIII ............................................................................................................................................... 13
IX ................................................................................................................................................. 15
X .................................................................................................................................................. 17
XI ................................................................................................................................................. 18
XII ................................................................................................................................................ 19
XIII ............................................................................................................................................... 21
XIV ............................................................................................................................................... 22
XV ................................................................................................................................................ 24
XVI ............................................................................................................................................... 26
XVII .............................................................................................................................................. 27
a Milagro Sala, presa por el odio patriarcal................................................................................... 28
Epílogo......................................................................................................................................... 31
Agradecimientos .......................................................................................................................... 32

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