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EL CONCEPTO DE “COLUSIÓN”: UNA INTEGRACIÓN ENTRE EL ENFOQUE

SISTÉMICO Y PSICODINÁMICO EN LA TERAPIA DE PAREJA

Jürg Willi
Terapia Familiare, 23 de Marzo de 1987, 27-30
Traducción: Fernando Carrasco

La terapia de pareja ha padecido siempre una falta de identidad propia.

El enfoque psicoanalítico, centrándose más en el individuo que en las relaciones


entre los cónyuges, identifica en un yo bien individuado el prerequisito necesario
para un buen funcionamiento de la pareja.

Por el contrario, las teorías sistémicas consideran las relaciones de pareja en el


contexto de las familiares, subrayando los aspectos relacionales y descuidando los
individuales.

Personalmente estoy convencido que las estrategias de la terapia de pareja


deberían resultar de la integración de los dos aspectos: sistémico y psicoanalítico.

DISCUSIÓN DE ALGUNOS CONCEPTOS PSICOANALÍTICOS

Correlación entre neurosis individual y fracaso de pareja

El psicoanálisis define la importancia para la pareja de unas relaciones objetales


maduras y recíprocas, entendidas como la capacidad de mantener vínculos de
apego y de cuidado más allá de las vicisitudes creadas por los cambios afectivos, las
desilusiones y las frustraciones. Las relaciones objetales maduras hacen estable el
funcionamiento emotivo de un individuo también en situaciones de dificultad (9). Las
relaciones con los otros que un individuo dependiente y carente de integración y
diferenciación a nivel del yo, tiende a crear, representan una compensación a fallos
narcisistas, apoyándose en importantes objetos y manteniendo de esta forma un
equilibrio narcisista muy frágil. Se hipotetiza, por lo tanto, que la neurosis individual
está correlacionada con el fracaso de pareja.

Esta teorización psicoanalítica choca contra la evidencia clínica: existen relaciones


estables y felices entre individuos altamente neuróticos los cuales, siendo
conscientes de sus propios problemas, esperan menos del otro de lo que se estila
hoy día, facilitando de este modo el buen funcionamiento de la pareja. Existen, por
otro lado, individuos aparantemente sanos, incapaces de mantener relaciones
estables con los otros, de la misma forma que los conflictos de pareja pueden surgir
en ausencia de cualquier patología individual significativa (4, pág. 454).

La patología individual es una de las causas principales en la repetición de los


errores en las nuevas relaciones

Esta idea no ha sido confirmada hasta hoy por los datos clínicos. Presupone que el
comportamiento individual sea virtualmente independiente de los factores
relacionales. Desde mi punto de vista, es sobre todo la estructura de la relación la
que determina si prevalecerá un comportamiento enfermo sobre el sano o al revés.
El comportamiento individual es diverso según las relaciones en el que se expresa.
El concepto de “colusión”:
una integración entre el enfoque sistémico y psicodinámico en la terapia de pareja J. Willi

Al psicoanálisis le falta una perspectiva holística y relacional e ignora el fenómeno


por el cual las estructuras relacionales dan razón de un comportamiento específico
pero no de otro. Los factores relacionales determinan cuál de los comportamientos
potenciales de un individuo será expresado en una determinada relación y por eso
propongo el término “personalidad interactiva” (22).

Historia personal y psicopatología individual son, por tanto, profetas en los que no se
puede confiar porque cada pareja desarrolla sus propias dinámicas relacionales.

DISCUSIÓN DE ALGUNOS CONCEPTOS DE TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA

Díada conyugal contra díada parental

Existen algunas diferencias fundamentales entre el sistema pareja y el sistema


familia:

1ª.- En Terapia Familiar, la familia como sistema no se somete a discusión. En la


Terapia de Pareja, en cambio, el problema a menudo tiene que ver con la misma
existencia del sistema.

2ª.- La formación y el mantenimiento de un sistema de pareja implican un continuo


proceso de elección. En el sistema familia no existe este problema: los hijos no
pueden escoger a sus padres ni los padres pueden hacerlos con los hijos.

3ª.- Por eso en la Terapia de Pareja es importante hacer frente a los temas relativos
a la díada, los miedos, las necesidades, las expectativas y las perspectivas de
crecimiento. Todo esto es todavía más importante en el tratamiento de parejas
que están en vías de separación, porque el insight y la comprensión de estos
puntos puede facilitar el proceso de separación y la posibilidad de hacerse libres
y disponibles para nuevos vínculos.

4ª.- El sistema pareja se puede romper, el familiar no; los hijos pueden cambiar la
relación con los padres, pero no pueden anular la relación con ellos.

Los conflictos que se refieren a la organización, la estructura y las reglas de la pareja


tienen que ver a menudo con importantes aspectos psicodinámicos. Explorara los
objetivos y los temas emotivos de la díada, clarificar modalidades colusivas, trabajar
sobre cómo se han desarrollado los sentimientos de esperanza, deseo, frustración,
ansiedad, vergüenza y culpa en la historia de la pareja, son todos instrumentos
importantes en el proceso terapéutico.

IMPORTANCIA DE LOS CAMBIOS SOCIALES EN LA FORMACIÓN DE LOS


CONFLICTOS DE PAREJA

El estudio de parejas formadas por cónyuges muy neuróticos y sin embargo


implicados en relaciones estables durante 16 años y más, nos informa del hecho de
que el éxito de una pareja no depende exclusivamente de la presencia o no de una
patología personal o relacional, sino también de la calidad de los ideales
compartidos. Cónyuges con altas expectativas libidinosas recíprocas incurren
fácilmente en desilusiones respecto a la realidad, lo cual puede conducir a una
desestabilización de la homeostasis de la pareja. Cambios muy rápidos a nivel de
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El concepto de “colusión”:
una integración entre el enfoque sistémico y psicodinámico en la terapia de pareja J. Willi

las normas y los valores hace muy difícil a los cónyuges desarrollar ideales de pareja
mutuos y distintos que permitan una buena identificación y faciliten el nacimiento de
estructuras definidas en el sistema.

La presencia de ideales compartidos y de estructuras de pareja claras y definidas


permite el encausamiento del stress.

Hoy en día hay una gran confusión entre normas, ideales, valores, reglas y
estructuras de la vida de pareja, lo cual conduce inevitablemente a sensaciones de
inseguridad, inadecuación, ansiedad, vergüenza y culpa. Estos sentimientos, a su
vez, refuerzan la confusión entre valores, reglas y estructuras. Por ejemplo, ambos
cónyuges pueden desear intimidad y franqueza recíprocas y al mismo tiempo
rechazar la idea de un compromiso continuo en la relación que exigiese inversiones
emotivas muy altas. Pero la falta de inversión crea celotipia que a su vez lleva a la
evitación de la inversión emotiva.

Desde el momento en que, hoy en día, el sustento material ya no es el objetivo


primario del matrimonio, las emociones son las que han adquirido una gran
importancia. La promesa de acoger las necesidades individuales favorece la
emotivización de las dinámicas intradiádicas, lo cual a su vez no hace más que
acentuar las manifestaciones de disposiciones neuróticas por parte de cada
cónyuge.

El concepto de colusión (22, 23) tiene que ver con este tipo de interacción emotiva.
Está basado en las ideas de Henry Dicks (3) y en conceptos sistémicos. Conceptos
parecidos han sido propuestos por Bowen, Meissner y Gurman (2, 9, 4).

PAREJAS COLUSIVAS

La totalidad diádica determina el comportamiento individual en el sistema pareja

En cada relación, el comportamiento individual se modela, es neutralizado o


amplificado según la personalidad de ambos miembros. Los estudios sobre la
formación de la pareja que examinan a los dos miembros separadamente no tienen
en cuenta el hecho de que, en realidad, no se ocupan de aspectos de las
personalidades interactivas que tienen gran importancia en la elección del otro, sino
más bien de algunos parámetros no interactivos. La estructura de la personalidad o
el comportamiento de los miembros debe ser estudiado durante la interacción (21).

En el interior de las dinámicas diádicas, ambos miembros manifiestan un


comportamiento, unos ajustes y una división de funciones que son
interdependientes. La complementariedad es el modelo relacional más estable y
más corriente. En general la relación está construida de una manera tal que los
miembros de la pareja tienen necesidad el uno del otro: el miembro A puede ser
débil e impotente hasta el punto en que lo permitan las capacidades de cuidado de
B; y B por su parte puede prestar sus cuidados hasta el punto en que la debilidad y
la necesidad de A lo permitan. Actividad/pasividad, autonomía/dependencia,
dominancia/sumisión, etc. se expresan en las díadas en roles complementarios.
Generalmente el hiperfuncionamiento de un miembro provoca la inactividad en el
otro; el comportamiento pseudomaduro y forzadamente adulto de uno puede hacer
surgir el comportamiento regresivo, infantil e irresponsable del otro, y viceversa.
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El concepto de “colusión”:
una integración entre el enfoque sistémico y psicodinámico en la terapia de pareja J. Willi

Bowen (1, 2) habla del mismo fenómeno refiriéndose a él en términos de


adecuación/inadecuación, subrayando que “las personas tienden a escoger
compañeros que han alcanzado el mismo nivel de inmadurez pero que hayan
adoptado modelos opuestos de organización defensiva” (9, pág. 43).

Personalmente prefiero los términos regresivo y progresivo porque se refieren a los


aspectos de desarrollo y de proceso de la relación.

Dentro de la relación cada miembro es desafiado a crecer y a hacerse más maduro y


responsable, y al mismo tiempo le viene ofrecida la posibilidad de regresar para
recibir apoyo allí donde sea necesario. Los términos progresivo y regresivo se
refieren a las relaciones con otros significativos como a un proceso coevolutivo.

En lo que se refiere a la totalidad diádica, un buen nivel de complementariedad


disminuye el miedo de perder al compañero y refuerza la interdependencia y la
cohesión en el sistema pareja.

Los modelos de comportamiento diádico pueden ser fácilmente explicados –


retrospectivamente- en términos de experiencias relacionales infantiles. Sin
embargo, es imposible prever el tipo de comportamiento conyugal usando el mismo
parámetro. Una mujer con un padre dominante puede elegir tanto un compañero
dominante como uno sumiso, repitiendo o evitando, de esta forma, la experiencia ya
vivida, o podría desplazar el problema de la dominancia a las relaciones
profesionales y elegirse un compañero fraterno y amoroso en el cual poder
apoyarse, según su manera de hacer frente a sus miedos de ser dominada.

El comportamiento interactivo como parte de la organización defensiva

El matrimonio ofrece un marco dentro del cual se pueden expresar tanto


necesidades regresivas como progresivas. Una relación de pareja estable implica la
dilación en el tiempo de las necesidades personales, exige responsabilidades
recíprocas e implicarse frente a los objetivos comunes, pero ofrece también
satisfacción de necesidades regresivas.

Las parejas que van a terapia expresan a menudo comportamientos sumamente


polarizados; no obstante eso, no existe una diferencia clara ente complementariedad
neurótica y normal (4, pág. 475). Esta polarización puede estar causada por factores
situacionales y ser, por tanto, funcional. Cuanto más de tipo defensivo es la
polarización y por ello motivada por miedos recíprocos a menudo inconscientes, más
disfuncional y neurótica puede ser considerada la relación.

El mismo tipo de trauma infantil puede llevar a un comportamiento regresivo o


progresivo, según el miedo que predomine o el estilo del individuo en cuestión.

El compañero progresivo refuerza el comportamiento regresivo del otro y viceversa.


Esta estrategia promueve en el primero sentimientos de superioridad, control de sí y
autoestima, permitiendo al mismo tiempo la negación de fantasías regresivas que
son delegadas en el otro.

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El concepto de “colusión”:
una integración entre el enfoque sistémico y psicodinámico en la terapia de pareja J. Willi

El compañero regresivo, a su vez, busca la satisfacción de sus propias necesidades


de seguridad, dependencia y atención, reprimiendo las instancias progresivas de su
propia personalidad. Así, dentro de esta acomodación recíprocamente defensiva,
cada miembro de la pareja delega en el otro aquellas emociones y aquellos
comportamientos de los que tiene miedo; el miembro progresivo puede, por ejemplo,
tener miedo de ser ridículo al sacar fuera las partes de sí mismo más regresivas,
mientras que el otro puede entrar en ansia al descubrir que no tiene más necesidad
de las funciones progresivas del primero. El miembro progresivo puede pensar:
“puedo comportarme de una manera tan autónoma porque tú tienes necesidad de
mí” y el otro obviamente piensa de una manera absolutamente complementaria (fig.
1).

PARTNER “A” CIRCUITO INTERACTIVO PARTNER “B”

Asume sobre sí el rol Escogiendo un partner Asume sobre sí el rol


regresivo: progresivo:

Débil Puedo Puedo Amoroso


Pasivo portarme tan portarme tan Activo
Influenciable regresivame progresivam Atento
Dependiente nte porque ente porque Que guía
Idealiza al partner tú... tú... Autónomo
Pide admiración

Niega y delega al partner: En el conflicto Niega y delega al partner:

Capacidad de enfadarse Debo ser Debo ser Debilidad


Cuidado aún más pro- aún más re- Pasividad
Actividad gresivo por- gresivo por- Influenciabilidad
Solicitud que tú... que tú... Dependencia
Hacer de guía activa Idealización del partner
Autonomía
Necesidad de admiración

Fig. 1. Las dinámicas progresivo-regresivas en el conflicto de pareja.

Los partner polarizan sus modelos de comportamiento dentro de un marco


constituido por un tema mutual

Los miembros de una pareja pueden sentirse atraídos y al mismo tiempo repelidos
por un tema que puede ser al mismo tiempo fascinante y molesto. La polarización
funcional de los roles conduce a posiciones en las cuales los miembros se integran y
se completan el uno con el otro al mismo nivel relacional.

En una pareja con una estructura oral, el amor es definido en términos de ofrecer y
recibir cuidados y atención. Las díadas sádico-anales están caracterizadas por
temas que giran en torno al binomio autonomía-dependencia. En un nivel fálico, el
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El concepto de “colusión”:
una integración entre el enfoque sistémico y psicodinámico en la terapia de pareja J. Willi

amor tiene el significado de conseguir y ofrecer prestigio social, mientras que las
relaciones narcisistas están caracterizadas por tensiones hacia la armonía y la
simbiosis. Estos temas constituyen –a menudo inconscientemente- la base sobre la
cual se estructuran las relaciones de pareja.

Miedos semejantes pueden llevar a la construcción de un sistema organizado de


manera recíprocamente defensiva, es decir, dirigido a permitir a ambos miembros la
neutralización de estos miedos, la compensación respecto a las injusticias
padecidas, la evitación o la capacidad de dominar las situaciones amenazantes. De
aquí puede derivarse como consecuencia, una colusión, un juego inconsciente y
recíproco de los dos, basado en parecidos conflictos no resueltos, y actuado a través
de roles polarizados.

El resurgir de los miedos y de las necesidades reprimidas lleva a la escalada del


conflicto

La estabilidad de la estructuración defensiva de la pareja está continuamente


amenazada por el resurgir de las necesidades y de los miedos reprimidos.

El miembro regresivo teme romper la relación si se comporta de una manera más


autónoma e independiente y de este modo no hace más que animar al otro a
perseverar en el comportamiento activo de cuidados y protección.

De forma parecida, el miembro progresivo evita cuidadosamente comportarse de


manera regresiva reforzando así el comportamiento regresivo del primero.
Recíprocamente, por tanto, y a menudo de manera implícita, cada miembro de la
pareja define el rol del otro dentro del marco constituido por la construcción
defensiva de la díada.

Nacimiento, licenciamiento, enfermedades, muerte y otras vicisitudes amenazan


tanto el comportamiento regresivo como su opuesto. En las relaciones que
funcionan, los roles de la pareja son constantemente redefinidos, cada miembro
compensando al otro, de forma que los diversos problemas encontrados son
resueltos cambiando las posiciones de los cónyuges respecto al binomio progresivo-
regresivo. Esta flexibilidad permite a la pareja el adaptarse y crecer.

Los modelos de comportamiento en las parejas muy neuróticas son muy rígidos. En
una relación de este tipo, cambiar roles significa romper la construcción defensiva
recíproca y hacer emerger en consecuencia los miedos reprimidos. Las díadas
neuróticas tienen un nivel de adaptación muy bajo, una discreta capacidad de
crecimiento y pueden volverse muy fácilmente disfuncionantes. Allá donde son
amenazadas, tienden a polarizar el comportamiento cada vez más, excediendo el
comportamiento habitual o actuando la negación inicial de complementariedad de
roles.

Como se demuestra en el Cuadro I, un comportamiento que al principio puede ser


complementario, puede convertirse en disfuncional si se pone en marcha el
mecanismo descrito más arriba: un partner débil e indefenso puede transformarse en
una persona insaciable e ingrata: y otro, antes pasivo, puede transformarse en una
persona absolutamente negligente o provocativamente activa. Para mantener el
equilibrio relacional, la provocación produce una contraprovocación por la cual se
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El concepto de “colusión”:
una integración entre el enfoque sistémico y psicodinámico en la terapia de pareja J. Willi

pone en marcha un círculo vicioso y un mecanismo de escalada y entonces ambos


partners pierden el control de este proceso. Su comportamiento se hace sintomático
por el esfuerzo de encontrar un compromiso entre las tensiones neuróticas y las
defensas. Pero este tipo de escalada es debida también a la exageración del
comportamiento de los partner. El regresivo piensa: “debe ser todavía más regresivo
para que tú seas tan progresivo”, y viceversa.

Cada tentativa de dar la vuelta a este mecanismo produce ansia y encuentra


notables resistencias. Tensiones excesivas pueden conducir a la formación de
síntomas, coaliciones y también a la separación, en el intento de reequilibrar el
sistema.

Relaciones narcisistas-simétricas

En los últimos años, un número siempre mayor de parejas caracterizadas por la


colusión narcisista-simétrica, se han dirigido a centros especializados. Ambos
miembros se esfuerzan por alcanzar altos niveles de libertad e independencia
individual dentro de la relación. Se trata de parejas que evitan la
complementariedad, desde el momento en que ésta aumenta la cohesión y la
interdependencia, así como reprimen las necesidades de intimidad y las proyectan
sobre el otro.

Asustados de la complementariedad, los miembros de una pareja de este tipo están


implicados en un mecanismo frustrante e negación recíproca de una verdadera
intimidad, manifestando más bien una especie de pseudofranqueza verbal. Al
principio de la relación pueden decir: “te amo porque me permites mantener mi
autonomía en esta relación”. Si surge un conflicto se hacen daño entre sí con
demostraciones provocativas de independencia y negación de las necesidades de
amor y atención. Sintiéndose amenazados por la necesidad de seguridad y de
dependencia pasiva, en ese momento podrían decir: “debo salir de esta relación
porque tu presencia me limita y no puedo ser yo mismo”.

A menudo se separan, y terminan por llevar una vida solitaria y aislada o empiezan
otras relaciones, renovando así la ilusión de ser capaces de implicarse seriamente
en una relación.

Mutualidad contrapuesta a colusión como adaptación defensiva

El seguimiento realizado con parejas que han estado en terapia desde hace 5 a 16
años en nuestro servicio, indica que los miembros presentan todavía trastornos del
carácter de tipo neurótico, pero han aprendido a manejar estas tendencias dentro de
las relaciones, de forma que evitan y previenen el surgimiento de escaladas
destructivas. No entran en colusión, es decir, no dan vida a interacciones en las
cuales cada miembro está obligado a actuar un comportamiento siempre más
regresivo o progresivo, forzando al otro a la posición complementaria.

Están en grado de aceptar necesidades regresivas sin frustrarlas ni reforzarlas


demasiado y son capaces de evitar responder a las necesidades neuróticas del
partner sin ser por eso excesivamente atraídos, fascinados, amenazados o puestos
ansiosos por el otro. La relación con el partner puede, por tanto, corregir el
comportamiento neurótico individual, en la misma medida en que permite a los dos
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aprender a soportar la frustración de las propias necesidades y la carencia de


respuesta a los propios deseos.

APLICACIÓN TERAPÉUTICA DEL CONCEPTO DE COLUSIÓN

La terapia basada en el concepto de colusión tiene como objetivo la reestructuración


de los modelos de interacción entre los partners a través de una mejora en la
demarcación de los límites intradiádicos y extradiádicos y de la despolarización de
los comportamientos respecto a los extremos progresivo-regresivo. Cada miembro
de la pareja es ayudado a entrar en contacto con partes de sí mismo reprimidas y
delegadas en el otro. No es un objetivo primario de esta terapia el hacer frente a
conflictos profundos o fijaciones neuróticas.

A.- Demarcación de los límites

Análogamente a las observaciones de Minuchin sobre estructuras familiares


patológicas, rígidas o difusas (10, 11), los límites rígidos o difusos se vuelven a
encontrar en casi todas las parejas que vienen a terapia (14, 16, 17).

Hoy en día es muy difícil obtener una clara organización de la pareja porque también
los psicoterapeutas contribuyen a la persecución de ideales irrealizables.

Por ejemplo, hay personas que hace difícil la propia vida llevando lo que se ha
llamado un “matrimonio abierto”. En terapia a menudo niegan los celos y el dolor
acarreado por la relación del partner con una tercera persona, y a menudo ellos se
encuentran a su vez a un tercero por venganza y no por necesidad, entrando así en
una escalada recíproca.

Todo esto puede ser agravado por la presencia de un terapeuta que pide apertura
absoluta, sinceridad de sentimientos y de fantasías y busca la realización de una
relación muy íntima. Pero la diferenciación de las personalidades dentro de la pareja
necesita una clara delimitación de los ámbitos de cada partner, comprendida su
posibilidad de abrirse y compartir. Los miembros de una pareja deberían estar en
grado de comunicar sobre cualquier cosa que se refiera a su relación, pero deben
también saber aceptar la necesidad de un área personal y privada en otros campos.
Cada persona tiene que ver con áreas más fácilmente comprensibles por extraños
que por el propio partner.

La definición sistémica de una pareja incluye la distinción de la relación de pareja


con otras relaciones diádicas. Otros encuentros transitorios pueden ser tensos y
también enriquecedores a nivel personal y sexual, pero son siempre diversos de una
relación conyugal.

A pesar del alto número de divorcios, el matrimonio está aún pensado en términos
de proyecto “de por vida” y tiene, por eso, una realidad y una historia propias.

Para estar de acuerdo no es necesario que las personalidades de los partner


cambien, pero es indispensable que estos aprendan a aceptar al otro con sus
límites; y esto en interés de ambos, desde el momento que evita entrar en el círculo
vicioso que lleva solamente al fracaso de la relación. La demarcación de límites
claros y la organización sistémica de la relación, por tanto, acompañan el trabajo
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El concepto de “colusión”:
una integración entre el enfoque sistémico y psicodinámico en la terapia de pareja J. Willi

sobre los miedos de pérdida y de la vinculación, de los cuales se defienden con el


comportamiento disfuncional.

B.- Reequilibrio en la polarización regresivo-progresivo

Objetivo terapéutico muy importante es la rotura de la colusión y el equilibrio del


comportamiento polarizado. Cada partner debe estar en condiciones de tomar
posición –regresiva/progresiva- sobre diversos temas y actuar, en consecuencia, de
una manera adecuada y flexible. Esto ocurre, generalmente, evitando la posible
destructividad que está insertada en la confrontación entre los partner, y apoyando
los aspectos positivos del comportamiento regesivo-progresivo.

La redefinición es un instrumento muy útil para crear un clima terapéutico positivo; el


terapeuta, por ejemplo, puede redefinir el excesivo (progresivo) control como
preocupación, y el retiro depresivo (regresivo) como sensibilidad frente a los
problemas relacionales que la pareja presenta. Puede también desafiar
indirectamente a los partner afirmando que ellos se ayudan demasiado uno a otro,
sobrecargándose así de un peso difícil de soportar.

La creación de una atmósfera terapéutica positiva y constructiva permite después la


prescripción de tareas en casa que tienen siempre el objetivo de disminuir la
polarización.

Para un terapeuta individual puede resultar difícil pedir al partner regresivo que se
comporte de una manera más progresiva, desde el momento en que este tipo de
terapeuta ha aprendido a conseguir una regresión (terapéutica) todavía más sensible
que la que presentaba al principio el paciente. En mi opinión, sin embargo,
comportándose de una manera más autónoma las personas adquieren rápidamente
un mínimo de autoestima y están, por tanto, mayormente motivadas a seguir en
terapia.

La relación con el miembro progresivo puede representar mayores dificultades ya


que a menudo este tipo de personas tienden a entrar en simetría con el terapeuta,
proponiéndose como coterapeutas.

La empatía y el continuo apoyo por parte del terapeuta facilitan el cambio


comportamental y cognitivo del partner progresivo.

Para los conductistas y los terapeutas sistémicos, el promover el insight es por lo


menos inútil, si no es que resulta destructivo (5, 6, 7, 15, 16, 18, 19, 20). Según mi
experiencia clínica puedo afirmar, en cambio, que es muy útil trabajar sobre la base
de los conflictos y de las dinámicas intrasíquicas de la situación actual, es especial
con parejas ambivalentes respecto a la terapia.

Hay personas que están en condiciones de transferir el insight a la historia de la


pareja y transformar las dinámicas actuales en cambios de comportamiento. La
estructura sistémica conyugal influye en las dinámicas psíquicas de la pareja misma,
así como las dinámicas intrapsíquicas influencian la estructura.

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El concepto de “colusión”:
una integración entre el enfoque sistémico y psicodinámico en la terapia de pareja J. Willi

La importancia del concepto de colusión reside en la esfera más ancha de los


problemas diádicos y confiere una notable flexibilidad y un espectro más amplio de
posibilidades de intervenir en la terapia.

COMENTARIO DE ANNA MARIA NICOLO-CORIGLIANO

El trabajo aquí presentado recapitula algunas de las principales líneas teóricas de


referencia del trabajo de Jürg Will (profesor asociado de Medicina Psicosocial en la
Universidad de Zurich). Fue publicado en la revista “Family Process en 1984, pero
las ideas expresadas ya estaban contenidas en el libro “Couples in collusion” de
1975.

El uso del término “colusión” está generalmente considerado como una tarjeta de
presentación para una visión terapéutica de marca psicoanalítica, y de hecho el
subtítulo del artículo habla de una integración psicodinámica y sistémica. No está
fuera de lugar, por tanto, recordar a quién se debe este término y qué es lo que se
pretendía al principio con él.

Por lo que yo sé, el primero en usar el concepto de colusión fue Ronald Laing en su
famoso libro “El Yo y los otros” de 1969. Haciendo referencia a la raíz latina del
término, Laing usaba el término de colusión tanto con el matiz del “jugar” como con
la de “engañar”, y él lo consideraba un proceso interpersonal a través del cual se
expresa “una cooperación entre el yo y los otros... en el cual cada uno juega
voluntariamente al juego de los otros, incluso sin darse cuenta completamente”.

(Nota del traductor: en Derecho, la colusión es el acuerdo fraudulento entre dos parte y en perjuicio
del propio cliente.)

La colusión es un mecanismo de funcionamiento relacional que puede ser usado


tanto de modo fisiológico como patológico, también para Henry Dicks que en su libro
clásico en estos temas “Marital tensions”, lo pone como fundamento del
funcionamiento de la pareja. Dicks especifica que “el atribuirse recíprocamente
sentimientos compartidos a nivel inconsciente, constituye la esencia del proceso
colusivo”.

Haciendo clara referencia a los trabajos de Fairbarn y de Melanie Klein, Dicks


profundiza el concepto de complementaridad inconsciente en los partner
conyugales, entendida como “un cierto tipo de división de las funciones según la cual
cada partner ofrece una cierta gama de dualidad, cuya suma crea una unidad
diádica completa”.

Se crea así, según Dicks, una personalidad conjunta o integrada que permite a cada
unidad el redescubrir aspectos perdidos de las relaciones objetales primarias
escindidas o reprimidas, y que son re-experimentadas en la co-implicación con el
cónyuge mediante identificación proyectiva”. El partner es, por lo tanto, tratado
según cómo se valora este aspecto del self: mimado, consentido, denigrado,
perseguido, etc.”.

El aspecto revolucionario de este concepto es quizá precisamente el de


personalidad conjunta o integrada por la cual los límites de las personalidades
individuales, en otros términos los confines del Yo, se solapan y en esta dimensión

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El concepto de “colusión”:
una integración entre el enfoque sistémico y psicodinámico en la terapia de pareja J. Willi

ya no es posible hablar de una patología del individuo, sino que es necesario mirar,
en cambio, en términos de una patología de la relación.

Los mecanismos defensivos a los que Dicks se refiere son precisamente aquellos
mecanismos primitivos subrayados por Klein: la idealización, la escisión y sobre todo
la identificación proyectiva, entendidas como mecanismos de funcionamiento
relacional útiles, dentro de ciertos límites cuantitativos (y no cualitativos) para la vida
y el mantenimiento de la colusión.

También para Willi la colusión es un juego inconsciente y recíproco entre los dos
partners, pero a diferencia de los que opinan los otros autores que se insertan en
esta corriente, para Willi es de naturaleza patológica, “organizado de manera
defensiva, dirigido a permitir la neutralización de miedos, la comprensión de
injusticias padecidas, la evitación o la capacidad de dominar situaciones
amenazantes”.

A la colusión entendida como adaptación defensiva, se contrapone el concepto de


mutualidad. En una situación colusiva los partners, según Willi, están obligados a
dos polaridades: o uno asume la posición progresiva y el otro está obligado a la
regresiva, o viceversa. Ulteriores distinciones de estas posiciones son calificadas
como comportamientos que, según Willi, pueden ser orales, anales, fálicos o
narcisistas.

Vuelve a entrar así, a través de estas descripciones, una concepción analítica


estructural que el psicoanálisis, según mi opinión, ha abandonado a favor de otros
conceptos más dinámicos como los de “oscilación” entre diferentes posiciones o
estados mentales, o las de transfert y contratransfert como aspectos más
específicamente relacionales.

La pareja, en la concepción del autora alemán, no es considerada como una


estructura que de por sí es capaz de promover y favorecer el crecimiento de sus
miembros y, al menos en este artículo, es vista como desgajada de las
transformaciones del ciclo vital que, en cambio, la pueden modificar. Al concepto de
proyección y de identificación proyectiva de emociones, necesidades y partes del
self, en el cual se insertan muchos otros autores de formación psicoanalítica
(Giannakoulas, Giannotti, Nicoló Carau, por citar los italianos), Willi sustituye el de
“delegación de las emociones y las pautas comportamentales”, probablemente
atribuyendo a la palabra “delegación” una matriz más sociológica.

De hecho se pueden delegar funciones, roles o también la expresión de emociones


o pautas comportamentales; pero no es posible delegar partes del self, y el proceso
de delegación permanece fuera de los aspectos constitutivos del self. Como esta
distinción me parece de una importancia crucial, tanto para la comprensión del
artículo de Willi como para una problemática más amplia que se refiere al uso
correcto de un enfoque psicodinámico a la terapia familiar, me detendré sobre ella
usando como ejemplo la cuestión de lo masculino y lo femenino en la pareja.

“En cada matrimonio, tanto el hombre como la mujer llevan sus partes masculinas y
femeninas y cada uno de los partner busca y confirma la masculinidad y la feminidad
del otro”. “Sucede, de esta forma, que en la dinámica de la pareja cada partner

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El concepto de “colusión”:
una integración entre el enfoque sistémico y psicodinámico en la terapia de pareja J. Willi

considera al otro como una parte externalizada de sí, además de cómo un objeto
nuevo con el cual relacionarse”.

Esta posibilidad de intercambio permite la realización de una sexualidad bien


integrada y, como recuerda Matte Blanco “L’inconscio come insieme infiniti”, Torino,
1981), en la elección heterosexual el hombre proyecta su propia feminidad en la
mujer y la mujer su masculinidad en el hombre, de forma que ambas satisfagan sus
tendencias bisexuales. Es la profundidad de este nivel proyectivo lo que permite la
fusión somatopsíquica esencial a la pareja en momentos especiales y la persistencia
y el desarrollo de aspectos y momentos regresivos, que sólo estructuras relacionales
especiales como precisamente la pareja, pueden permitir de forma fisiológica.

Fuera de estos momentos y de estas estructuras –si se hace excepción de la


relación madre-hijo o de la relación terapéutica- estos niveles regresivos asumen
connotaciones patológicas. Se podría así definir una geografía abigarrada hecha de
múltiples niveles colusivos, desde aquellos más primitivos a aquellos más
diferenciados y maduros.

Los procesos de delegación que se refieren forzosamente a aspectos del Yo y de su


expresión en el contexto ambiente, donde un nivel más externo o menos primitivo
que los que estoy hablando.

Este tipo de terapia que Willi nos propone pasa a través de la redefinición, y la
prescripción de tareas en casa tiene como objetivo el cambio comportamental y
cognitivo de los pacientes, la re-estructuración de modelos de interacción entre los
partners y la despolarización de los comportamientos. Willi afirma bien claramente
que no es un objetivo primario de este tipo de terapia el encarar conflictos profundos
o fijaciones neuróticas. Y su modo de concebir el funcionamiento de la pareja es la
prueba.

Nos encontramos, por tanto, frente a una terapia que podría ser considerada “de
solución de problemas” (Haley), aunque desde un punto de vista psicodinámico y no
estratégico-paradójico; una ulterior confirmación de esto nos viene dada por la
ausencia de referencias a las complicadas vicisitudes identificativas con los padres
de origen y con su relación de pareja, que también caracterizan la vida mental y
emocional de los partners conyugales.

Estas diferencias son, según mi opinión, fundamentales y hacen que Willi se sitúe
casi como un puente entre un enfoque comportamental y otro psicodinámico en la
terapia de pareja, dejando sin embargo una gran confusión al lector en torno a la
naturaleza y los objetivos de un enfoque más específicamente psicoanalítico.

Mayo, 1987

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El concepto de “colusión”:
una integración entre el enfoque sistémico y psicodinámico en la terapia de pareja J. Willi

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