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¡La Escuela...nuestra Escuela!

En la vida cotidiana, una Escuela de música representa la opción adecuada para la


formación de personas con inclinaciones artístico-musicales, o también puede
representar una opción que complemente la preparación académica de los jóvenes.

Sin embargo, en una sociedad como la nuestra, distorsionada, donde lo cotidiano se


ha transformado en angustia por la supervivencia, la Escuela de Música adquiere un
valor añadido, un mérito insuperable.

Cada día, batallamos contra los pormenores de esta autocracia, profesores,


representantes, alumnos, todo el personal de la Escuela, procuramos la excelencia en
el desempeño del trabajo. Oprimidos y comprimidos por una realidad ajena a las
buenas costumbres y al sentido común, echamos los problemas a un lado y nos
entregamos a nuestras labores, recibiendo como recompensa esa dulce esperanza en
forma de sonrisas que colman los salones de clases.

¿Cuándo pasará todo esto? No sabemos, queridos alumnos, colegas y representantes.


Pero, debemos reflexionar y entender algo: el país no quedará en ruinas.
Probablemente habrá grandes ajustes y sacrificios socio-económicos para llegar a la
normalidad. Ruina es precisamente aquello que tenemos en el estamento político.

Sin embargo, persiste otra Venezuela, la verdadera, la que está secuestrada.

La Escuela de música, que es parte de esa otra Venezuela, y es ahí donde radica su
grandeza, sigue siendo una de las bases fundamentales de la sociedad, esa sociedad
que necesitamos robustecer y que se encuentra repleta de grandes artistas.

Todos esos valores humanos que seguimos formando harán que se olvide la miseria de
estos tiempos, porque nuestra vocación como músicos y docentes no la adquirimos
por medio de decretos ni asambleas fraudulentas. La adquirimos por convicción
propia. Decidimos consagrar nuestra vida a la magia del sonido, a esa pasión que
protege el alma contra el tedio y la mediocridad circundante.

Nuestro aporte, queridos amigos, se consolida día a día, durante cada clase,
trabajando cual guerreros, porque no nos dejamos atemorizar ni arrodillar por esta
injusta situación. El ejemplo que damos, ese amor por la enseñanza y el arte, será la
gran herencia para los alumnos y sigue siendo la luz que incomodará las mentes
plagadas de roja indigencia, alejadas completamente del sentir humano y de la
noción de arte.

Nada nos identifica con esta barbarie. Venezuela y nuestra Escuela seguirán siendo
espacios donde podamos seguir ofrendando nuestras virtudes y desplegando nuestras
esperanzas.

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