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Lecturas situadas.

Edición agosto 2017

La escritura creativa en la escuela. Jugar con las palabras, crear belleza

“Porque nuestro trabajo en las aulas, el de los alumnos y los profesores, es aprehender y enseñar el lenguaje.
No para encapsularlo. Tampoco para cristalizarlo en un estado de pureza. Sino, por el contrario,
para penetrar los sonidos, atrevernos a bucear en su sustancia, comprenderlo en la riqueza de sus sentidos y
propagarnos así en el cuerpo de las palabras.”

Ángela Pradelli

Estimados colegas docentes, bibliotecarios y mediadores:

Desde el Plan Provincial de Lectura y Escritura les hacemos llegar una nueva edición de Lecturas Situadas
dedicado a la escritura creativa en la escuela.
“Con frecuencia, mientras los estudiantes escriben en clase, me pregunto cuántos de ellos seguirán
haciéndolo una vez que terminen la escuela. No pienso en escritores ni en literatura cuando me lo
pregunto, sino en escribientes y en otros tipos de discursos. Pienso la escritura como una práctica
cotidiana en la vida más allá de la actividad que se desarrolle. La pienso como una herramienta, como una
luz que destella en la oscuridad de lo que ignoramos. Sin embargo, su práctica parece estar reservada a
unos pocos y socialmente la escritura solo se piensa en relación con ciertas profesiones, oficios y
actividades: los escritores, la literatura, la ley, el periodismo,” (p.120), sostiene la escritora Ángela Pradelli
y creemos es una linda invitación a pensar juntos sobre el lugar que ocupa la práctica de la escritura en
nuestro hacer cotidiano, entendiéndola como una instancia creativa, necesaria y por qué no, liberadora.
Una mirada hacia nuestra escritura

Es nuestra idea acercarles estos apuntes especialmente a quienes la escritura es algo olvidado o lejano,
vinculado a su época de estudiantes donde llenaban cuadernos con frases y poesías de otros autores, y
además se atrevían a expresar los propios sentimientos y contar anécdotas de lo que por entonces les
ocurría.

A esos cuadernos y/o diarios íntimos, se les dedicaba un tiempo y ocupaban un lugar tan importante,
cuidado, donde se desarrollaban historias, y no importaba cuánto de literario tenían aquellos textos, sino
que estaban escritos con toda la emoción del momento.
Traemos estos recuerdos porque casi todos algunas vez lo hemos hecho u otros cercanos (hermanos,
amigos), y despertaban una curiosidad especial sobre lo escrito allí. Los traemos, porque en muchos
casos -como aquellas hojas- esas experiencias quedaron guardadas en un cajón, pero seguro que si
tuviéramos la oportunidad de leerlos nuevamente en algunos párrafos nos volveríamos a encontrar y
sonreír con cierta ternura ante una circunstancia que tuvo un valor que hoy no lo tiene e incluso ante
nuestra letra, la ortografía, las palabras usadas... Y también, claro, quizá nos sintamos más cerca de lo que
les sucede a los estudiantes, porque los avances tecnológicos y la forma de vida y las modas … ¡y todo lo
que se puede agregar que se ha modificado!; pero hay sentimientos ante determinadas circunstancias, y
certezas e incertidumbres y anhelos que compartimos con otras generaciones, tal vez más de las que
podemos percibir en el trajín diario.
Detenerse a mirarse, a “leerse” y a “escribirse” nos abre a nuevas percepciones. Con respecto a lo que la
escritura nos provoca, rescatamos nuevamente la voz de Pradelli, que dice: “La escritura, la ajena pero la
propia también, nos interpela nos cuestiona. Y si bien el lenguaje, ese misterio insondable, no nos evita
el dolor, sí nos ayuda al menos a ponerle palabras a nuestras tragedias, a defendernos, a elaborar el
sufrimiento, a construir nuestros duelos, a imaginar el futuro.” (p.121)

¿Qué nos motiva a escribir?

Tal vez la primera pregunta que surja es ¿sobre qué podemos escribir?, pregunta que por supuesto cada
uno podrá responderse dado que es algo tan personal lo que nos moviliza a tomar un cuaderno y una
lapicera, o ir hacia la computadora para expresarnos. De todas maneras creemos que todo puede ser
motivo de escritura, por ejemplo lo que hacemos cotidianamente, porque no se trata de pensar que
escribir creativamente tiene que ser sobre un hecho especial que nos ocurra una vez cada tanto, o que
nuestra vida no tiene nada en particular para ser contado. ¡Sí, lo tiene!, tal vez es cuestión de redescubrir
cuánta riqueza nos rodea, esa riqueza que se expresa en las mínimas cosas cotidianas, como poner la
mesa, una frase al pasar o algo tan cotidiano como preparar el alimento diario. En el libro “Talleres de

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lectura y escritura en espacios de salud. Un puente hacia los otros”, las autoras se refieren al tema
alimento de la siguiente manera:

“La comida debe ser uno de los primeros ritos ancestrales de comunicación social. Al compartir los
alimentos también compartimos afectos, el bienestar, lo que tiene el goce de comer.
Especialmente en la infancia, ese rito está centrado en la figura de la madre. Es, en la mayoría de
los casos, una preocupación materna. Como tema de taller, esos recuerdos aparecen fuertemente
ligados a la transmisión de madre a hijos, de abuela a nietos, un saber que va pasando de una
generación a otra a lo largo del tiempo, y son también esos recuerdos los que se evocan en el
momento de escribir. La cocina, lugar donde con frecuencia se come, es el ámbito en que se
transforman los alimentos. Seleccionar, limpiar y macerar se parecen a la tarea de escribir. La
comida y lo que la circunda han sido motivo de muchas novelas, cuentos y películas (...).” (p.61).

Descubrimos así, que cada instante esconde una historia, una poesía, una anécdota que espera ser
contada.
Seguramente ahora el pensamiento los llevó hacia algún olor (o viceversa), a una comida que preparaba
alguien en la familia o aquellas sobremesas donde se narraba lo ocurrido en la semana o viejas historias
familiares que iban pasando de una generación a otra, muchas veces en la cocina, mientras se cortaban
las verduras. Por todo esto, y tanto más que podríamos expresar, que no se piense -reiteramos- que hay
un momento especial para escribir o, a lo mejor, todos los momentos lo son.

Tenemos tanto para decir e incluso para callar, (los silencios también están en un texto, lo que no se dice,
no se completa, no se termina de contar…).
La hoja nos espera como un llamado impostergable. Muchos escritores cuentan su experiencia de cómo
llegaron a la escritura. Graciela Beatriz Cabal en su libro “La emoción más antigua” dice:
“La escritura me salva. Al poner la confusión interior en palabras, al nombrar lo innombrable, ahuyento
los fantasmas (…) Armando las palabras me compongo, me recompongo. Me hago. Recojo mis pedazos y
me invento. Una palabra más otra palabra más otra palabra, y aquello que me atormentó va cobrando un
sentido; todo aquello que no tuvo nombre se ilumina, se acomoda, y va a ocupar un lugar, el que le
corresponde, en el relato de mi vida”. ( p. 17) y más adelante agrega: “Los escritores hemos sido niños
seducidos por la palabra, por esa herida inaugural de la palabra, de la que habla el poeta Juan Gelman.
Seducidos de una vez y para siempre, como ocurren las cosas en la infancia. Niños seducidos, enviciados
por la palabra, que generalmente se convierten en escuchas ávidos, en lectores adictos, en narradores. Yo
fui una niña seducida por la palabra”. ( p.117)

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¿En qué momento escribir?

Con la escritura creativa sucede que muchas veces se dice que no se realiza por diversos motivos como
falta de tiempo: cuando llegue a tal etapa de la vida, cuando me organice en tal aspecto, cuando… Sin
embargo, cada momento es el preciso para escribir, porque toda situación o estado de ánimo es una
invitación para hacerlo. Tal vez si esperamos -no digamos unos años, sino unos días- para expresar lo que
ahora sentimos, es posible que no encontremos las sensaciones y las palabras que le dan forma. Por eso,
a escribir antes que el momento se escurra y que cada circunstancia sea la indicada, como dice Bradbury,
en el libro “Zen en el arte de escribir”:
“La historia de cada cuento, entonces, debería leerse casi como un informe
meteorológico: Caluroso hoy, refrescando mañana. Hoy por la tarde incendie usted la
casa. Mañana vierta fría agua crítica sobre las brasas ardientes. Para cortar y reescribir ya
habrá tiempo mañana. Hoy, ¡estalle, hágase pedazos, desintégrese! Las otras seis o siete
versiones serán toda una tortura. ¿Por qué no disfrutar pues de la primera, con la
esperanza de que su gozo busque y encuentre en el mundo otros que al leer su cuento
también se incendien? No tiene por qué ser un gran incendio. Un fuego pequeño, acaso la
llama de una vela (…) Fíjese en los pequeños encantos, encuentre y modele las pequeñas
amarguras. Saboréelos en la boca, pruébelos en la máquina”.

Propuestas de escritura

“Ver más allá de lo consabido es tarea de la imaginación.


Para un escritor imaginar no es crear algo de la nada
sino relacionar lo que no estaba relacionado,
aceptando la entrada en los terrenos ambiguos,
resbaladizos, contradictorios, de lo paradojal.
Por la narración montamos unos puentes de luz
mientras avanzamos en la oscuridad.”

Graciela Falbo

Nuestra intención es que las siguientes ideas funcionen como una invitación, que estimulen a escribir y
son compartidas con el propósito que, sea en principio el mediador, el que las ponga en práctica y luego
elija aquellas que quiere llevar a cabo con los estudiantes, teniendo en cuenta como siempre al grupo y
realizando las variables que crea necesaria, así como otras consignas propias.

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• Los lugares
Caminar el trayecto que se realiza a diario para ir al trabajo: ¿qué descubro?, ¿qué me significan esas
calles?, ¿qué colores, aromas, ruidos conocidos la transitan?, ¿cuánto hace que realizo este recorrido?, ¿y
si voy por otro camino y como en tantos cuentos tradicionales, donde de alguna manera “me pierda” o
“me encuentre”, en otro mundo, que no es tan otro, ni tan lejano, pero sí desde mi percepción?

Del libro “Camino a Tenango”, de Gimena Romero

• Las voces
Cuántas voces nos llaman a diario, algunas son familiares, pero hay muchas dichas al pasar mientras
cruzamos una plaza, en el pasillo de la escuela, en la parada del colectivo, mientras estamos en un
comercio o los que se sientan en la mesa de al lado en un bar. Anotar lo que se escucha en ese cuaderno
o libreta que todo el que desea escribir siempre tiene a mano. Luego recuperar ese recurso de palabras,
¿qué nos dicen?, ¿cómo sigue esa conversación?, ¿qué historias esconden?, ¿son palabras que te traen
recuerdos?

• Los sonidos
En el libro “Punto de Partida: para leer, conversar y escribir”, los autores presentan variadas propuestas
de escritura. Compartimos un fragmento de “La orquesta nuestra de cada día”:
“Se trata de conversar acerca de los sonidos familiares. Pueden ser de la casa o del entorno
cercano.
Ejemplos:
Agua saliendo de la canilla del lavadero.

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El papel de diario frotado contra un vidrio húmedo.
El agua de la ducha (..)
La lista puede ser interminable. La escritura de sus sonidos un verdadero desafío (...)
Ejemplos:
Shi, shi, shi
la abuela camina hacia la cocina.
blup. blup, blup
el agua para el mate la aguarda. “ (p. 68)

• Los objetos:
Detenernos a mirarlos, tocarlos para describirlos, a veces están hace tiempo en nuestra casa pero no nos
hemos detenido en detalles. Pero, además, ese objeto elegido seguramente guarda una historia, ¿cómo
llegó a mi vida, es un regalo, lo compré, lo heredé? ¿Qué me atrae de ese objeto para elegirlo? ¿Qué
sentimientos me provoca?

• La comida:
Reunirse a cocinar, si es con los estudiantes puede ser algo simple, como preparar la masa para tortas
fritas y, durante el acto de amasar hablar de las sensaciones, olores, recuerdos que nos trae de ésa u
otras comidas.
También reflexionar sobre cuánto y qué se conversa mientras cocinamos: ¿es un tiempo para contarnos
historias?, ¿se habla en ese momento de lo que transcurre en el día?. Muchas de las historias familiares
se transmiten en esos momentos cotidianos como el de cocinar, limpiar los utensilios, poner la mesa.

Del libro “El Idioma Secreto”, de María José Ferrada

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• Acciones cotidianas:
Se puede elegir por ejemplo poner una mesa: el mantel, las tazas, tetera, servilletas, portaservilletas,
centros de mesa. Sentarse alrededor de esa mesa a alimentarse de historias que pueden ser vinculadas a
cada uno de los elementos, a las comidas en sí u otros temas que surjan.

• Las imágenes:
Observar imágenes, contemplarlas. Mirar fotos, un video. Una opción posible, entre tantas, puede ser
comenzar con videos sobre paisajes o comportamiento de animales. A medida que se ven las imágenes se
pide a los estudiantes que expresen palabras, las que en ese momento vienen a la mente; el docente las
escribe. Lo que sigue, puede ser una invitación a jugar con ellas: repetirlas con diferentes tonos de voz,
hacer una lista de palabras que asocien con cada una, etc.

• La lectura como fuente de inspiración


El libro álbum:
Escribir una historia a partir de la observación de libros álbumes, especialmente los que tienen solamente
imágenes, como: “La Ola”, de Suzy Lee; “Flotante” de David Wiesner; “Lola tooodo el día en el zoo” de
Imapla; Trucas, de Juan Gedovius, “El soldadito de plomo”, de Müller.

Por ejemplo: a partir de la lectura de “Lola tooodo el día en el zoo” analizar el formato acordeón de este
libro donde se utiliza de un lado “el día” y del otro “la noche”, o sea lo que está a la vista y lo oculto.
Luego la propuesta puede ser recordar un paseo realizado o uno imaginado.

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Escritura a partir de textos de autor:
A modo de ejemplo compartimos la experiencia de la EES Nº 4 de Marcos Paz que realiza “Pasando
revista”, una revista escolar planteada como espacio de investigación, creación, expresión y deliberación
de los estudiantes. En el número 3 de la revista, con motivo de la celebración de la Feria del Libro del
distrito donde contaron con la visita de la autora Liliana Bodoc, trabajaron sobre sus textos, analizaron y
disfrutaron de su literatura y el mes previo a la feria, recopilaron para su publicación el material que cada
curso realizó, inspirado en su obra.

Lectura de cuentos vinculados a diversas temáticas:


En este punto proponemos que si se trabaja, por ejemplo, con las comidas como fue desarrollado en
párrafos anteriores, antes o después de esa experiencia, se lean cuentos relacionados. Siguiendo con el
ejemplo de los alimentos, la lectura del cuento “Un señor sincero”, de Iris Rivera, a partir del cual se
puede escribir sobre las comidas que nos gustan y las que no, qué comidas nos gustaban a una edad y
otra, si nuestro comportamiento ante las comidas ha variado con los años. Además, recuerdos vinculados
a comidas que no nos gustaban, a alguna tía o abuela que nos quería hacer comer.

• El registro de clase
Escribir registros de clase realizados por docentes y también por los estudiantes. Se leen y se observa
dónde ponen la mirada unos y otros ante una misma realidad compartida.

Escribir el registro tradicional de una clase y luego un registro más poético de la misma situación, que
aunque no se puntualicen todos los momentos, queden plasmadas las emociones compartidas. Comparar
unos registros con otros.

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• El cuerpo recuerda y siente. El cuerpo se expresa y eso que nos dice podemos escribirlo
Aunque poco se vincula al cuerpo en su totalidad con la escritura, muchos textos pueden tomar como
punto de partida el de la expresión corporal. Un ejemplo posible: se pone una música adecuada para la
actividad; se invita a los estudiantes a moverse como si hilos tiraran de diferentes partes del cuerpo; a
medida que lo hacen, surgen formas de moverse que no son estereotipadas; se invita a que piensen
¿quiénes son? Puede orientarse la idea hacia personajes o animales, y mientras se mueven se pregunta:
¿qué animal les recuerda el movimiento que realizan?, ¿cuál es el sonido que emite?, ¿qué le gusta hacer
a ese animal?, ¿qué no le gusta? Luego caminan como lo hacen normalmente, se relajan y escuchan un
cuento o breves fragmentos de textos sobre animales, una canción o poesía que trate sobre ellos.
Finalmente los espera la hoja para escribir sobre lo que a cada uno le haya quedado resonando de lo
vivenciado, que puede ser desde una descripción de los movimientos, hasta sensaciones o ideas.

• El diario íntimo
Comenzamos este trabajo con la mención de los diarios íntimos, así que también queremos proponer su
escritura. Como su nombre lo indica es personal, o sea no es para que se corrija, ni compartir con otro si
no se desea hacerlo. Una práctica que puede ser diaria o una vez a la semana, por ejemplo en la última
hora donde cada uno pueda expresar lo que desee sobre lo vivido en esos días.

A modo de cierre

Escribir, contar, contarnos, decir y decirnos, de eso se trata.


Luis María Pescetti en una charla en la Universidad de México dijo:
“Miren, si yo tuviera que dar un taller de creatividad todos los días para alumnos en una escuela les haría
el mismo ejercicio todos los días:
1) Qué te llamó la atención de tu día de ayer.
2) Qué deseo mágico te gustaría que se cumpla.
Para que empiecen a reconocer su propia voz, que es lo que me importa. En la fuente de la creatividad no
está sino el oído, o la atención.
Parece muy simple, pero lleva mucho tiempo de trabajo llegar a un genuino qué te llamó la atención de
tu día de ayer con libertad de contarlo. Sin miedo a ser castigado, o que no vaya a conseguir muchos
“likes”. Tienes que apuntar lo que te llamó la atención y olvidándote de cuántos likes o “cuántas manitos
para abajo” puedes obtener. Se vale que alguno lo comparta si quiere leerlo, y el que no quiere leerlo se
vale que no lo haga.

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No se vale burlarse. No se vale comentar. No se vale ni siquiera decir “Ay, qué interesante”. Porque ya
luego ves que uno “Este no logró tantos ‘interesantes...”. Y porque a los niños les estoy enseñando que
no importa la razón. Por algo quedó impreso en tu atención, en tu sensibilidad. No le busques explicación,
porque probablemente buscándole justificación digas ‘no, quién sabe, es una tontería’. No, no lo apartes,
dale valor, quedó en ti, todavía no sabemos por qué”.

Y antes de despedirnos, hasta un nuevo Lecturas Situadas, compartimos un poema que la escritora
Ángela Pradelli rescata en su libro “La búsqueda del lenguaje. Experiencias de transmisión”, ante un
ejercicio de escritura propuesta en la clase:

“Escribir unos pocos renglones. Una escritura que condense el año que culmina y que hable también de
los días del futuro que trae el año que empieza.” (p.121)
Y el poema dice así:

“Miro hacia atrás y una nube de polvo oscura


me ensucia los ojos,
pero pronto empieza un año nuevo
y quizás la luz del sol
caliente mis manos siempre frías,
y entonces por fin voy a poder abrazarte.”

***

Como siempre, esperamos lo realizado. En esta ocasión quisiéramos recibir, además del registro de lo
hecho, textos que puedan surgir de alguna de las propuestas. Gracias, el intercambio hace crecer la
creatividad. De eso se trata.
Nuestro correo: consultasplanlecturaba@gmail.com

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BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA PARA ESTE DOCUMENTO

• Alvarado, M. (2013) Escritura e invención en la escuela. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Fondo de
Cultura Económica.
• Bradbury, R. (1998) Zen en el arte de escribir. Barcelona: Minotauro.
• Cabal, G. B. (2003) La emoción más antigua. La lectura, la escritura, el encuentro con los libros.
Buenos Aires: Sudamericana.
• Cirianni, G. Tormo, E. (2005) Punto de partida: para leer, conversar y escribir. Buenos Aires: La voz del
espejo.
• Falbo, G. (2017) El poder de la narración: escritores, periodistas, lectores y medios. Rosario: Homo
Sapiens Ediciones.
• Pereyra, D. Asselle, S. (2016) Talleres de lectura y escritura en espacios de salud. Un puente hacia los
otros. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Lugar Editorial.
• Pradelli, A. (2011) La búsqueda del lenguaje. Experiencias de transmisión. Buenos Aires: Paidós.
• Rodari, G. (2008) Gramática de la Fantasía: introducción al arte de inventar historias. Buenos Aires:
Colihue.

RECURSOS

• Cirianni, G. Tormo, E. (2005) Punto de partida: para leer, conversar y escribir.


Buenos Aires: La voz del espejo.
• Ferrada, MJ. (2014) El idioma secreto, Pontevedra: Kalandraka Editora.
• Gedovius,J. (1997) Trucas. México: Fondo de Cultura Económica.
• Imapla (2012) Lola: tooodo el día en el zoo. Barcelona: Océano Travesía.
• Müler, J.(2013) El soldadito de plomo. Salamanca: Lóguez Ediciones.
• Lee, S. ( 2008) La Ola. Madrid Bárbara Fiore Editora.
• Marsimian, S. (2014) Herramientas para enseñar a leer y escribir cuentos. Ciudad Autónoma de
Buenos Aires: Aique Grupo Editor.
• Pereyra, D. Asselle, S. (2016) Talleres de lectura y escritura en espacios de salud. Un puente hacia los
otros. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Lugar Editorial.
• Rivera, I. (2015) Un señor sincero. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Eudeba.
• Romero, G. (2015) Camino a Tenango. Barcelona: Thule Ediciones.
• Weisner, D. (2007) Flotante. México: Océano Travesía México.

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WEBGRAFÍA
• Recomendamos la página web del artista Luis María Pescetti, donde comparte distintos ejercicios de
escritura y creatividad y se encuentran los archivos en pdf.
www.luispescetti.com/ti.com
• “Susurros y altavoces”, programa impulsado por la escritora Ruth Kauffman en Canal Encuentro.
Capítulo: Taller de poesía.
https://youtu.be/MGzF6iulwdU

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