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Los invitamos a leer una situación de la vida cotidiana que los hará entrar rápidamente a la
temática que nos convoca hoy, la regulación de las emociones.
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Las emociones tienen múltiples facetas y componentes y son un constructo multidimensional.
Cuando surge una emoción, hay cambios a nivel físico-corporal, conductual, cognitivo y afectivo y
sentimos el impulso de hacer algo. Esto lo vemos reflejado en las expresiones “me congelé de
miedo”, “salté de alegría”, “exploté de enojo”, “lloré de tristeza”. Muchos de estos cambios se
producen en el cuerpo antes de que se manifieste la emoción y nos permiten prever situaciones y
regular la expresión de la misma.
Para empezar a entrenar la mirada, les planteamos un simple ejercicio (sin entrega):
Situaciones como las que mostramos en el ejemplo, se nos presentan cotidianamente y, la puesta
en marcha de estrategias de regulación emocional, nos ayudarán a llevar adelante una vida más
madura y equilibrada, puesto que vivir en una sociedad lleva implícita la idea de coordinar
interacciones sociales que requieren regular cómo se experimentan y expresan las emociones.
Somos seres sociales y tenemos una profunda necesidad de no dejar que nuestras
emociones corran sin freno, para ajustarlas a las demandas de cada situación y al
nivel de confort de los otros. (Ekman, Dalai Lama,2008)
Sin embargo, no todas las personas tienen las mismas capacidades para manejar y controlar sus
emociones. Hacerlo de manera adecuada, depende en gran parte de los modelos adultos con los
que se cuenta para aprender estrategias de regulación emocional.
En la escuela, a partir de nuestra mediación con intervenciones e intercambios con los niños y los
adolescentes, podemos ayudarlos a conocer sus fortalezas, sus debilidades y las maneras que
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tienen de poder reflexionar sobre los modos de reaccionar frente a diferentes situaciones de
aprendizaje y convivencia.
La escuela es un espacio privilegiado para poder enseñar el manejo de las emociones de manera
que niños y jóvenes puedan fortalecer la autorregulación y tener éxito en sus propósitos dentro y
fuera de la escuela.
Ahora que hemos empezado a adentrarnos en la observación de las dimensiones que están
presentes en la expresión emocional los invitamos a analizar juntos aquello que llamamos
regulación emocional.
En estos casos vemos la dificultad que tienen algunos alumnos por adecuar las emociones a las
situaciones y al contexto a fin de logra buenas interacciones sociales.
Para lograrlo, es imprescindible prestar atención lo que estamos sintiendo para no dejarnos llevar o
sorprender por nuestras reacciones y además leer en forma adecuada las intenciones de las
personas con las cuales estamos interactuando.
La regulación emocional es también el motor que nos permite visualizar nuestras prioridades y
concentrarnos en el logro de los objetivos que nos proponemos, la capacidad de automotivación
que nos ayuda a enfrentar dificultades y seguir adelante.
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En los últimos años los modos de enseñar y de aprender han ido cambiando. Una de las
dimensiones que más marcan este cambio es que se ha puesto gran énfasis en la enseñanza de las
capacidades sociales como contenidos curriculares. Un buen alumno es aquel que conoce sus
emociones y el modo de gobernarlas de forma apropiada para colaborar con su inteligencia para
llevar una buena convivencia social.
Nuestro papel como docentes es acompañar a los alumnos en este proceso de aprendizaje
enseñando y promoviendo el desarrollo de capacidades para que puedan autorregular su proceso
de aprendizaje, ayudarlos a enfocarse en la tarea que quieren completar con constancia y
entusiasmo y ofrecerles una buena retroalimentación que les permita descubrir sus fortalezas y
trabajar sobre sus debilidades.
Como vimos en la clase anterior, las emociones tienen un valor adaptativo de protección ante
peligros y preparan al cuerpo para defenderse. Sin embargo, nuestras percepciones a veces nos
pueden confundir y entorpecer nuestras interacciones. Cuando no podemos manejar nuestras
emociones, podemos caer en situaciones extremas, como las que se muestran en estas columnas:
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Estas situaciones nos pueden parecer alejadas del ámbito escolar, en especial a los docentes de
nivel inicial o de los primeros grados/años de la escuela primaria. Sin embargo, la regulación
emocional se hace presente para poder enfocar la atención en los procesos de aprendizaje, facilitar
el trabajo con compañeros y enriquecerse en estos intercambios la aceptación de diferencias.
Clancy Blair (2003) detalla una variedad de aspectos de la regulación emocional que permiten a los
alumnos tener una buena experiencia escolar:
• Controlar las respuestas impulsivas
• Enfocar la atención
• Sostener los procesos de aprendizaje
• Lograr altos niveles de participación y persistencia
• Postergar la gratificación inmediata
• Ser sensible a los sentimientos de otros alumnos(empatía)
• Mejorar las relaciones intra e interpersonales
• Evaluar las situaciones (positivas o negativas) y actuar de manera apropiada frente a ellas.
Poder avanzar en el afianzamiento de cada una de estas capacidades lleva tiempo y mucho
acompañamiento de los maestros y el grupo de pares. Sin embargo, saber que es un proceso y que
no se está solo para poder llevarlo adelante, con avances y retrocesos a lo largo del camino es un
aliciente para seguir probando.
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Les proponemos volver a la primera actividad que les propusimos en esta clase,
donde tuvieron que clasificar los componentes que surgieron en las situaciones
que les presentamos al inicio, en tres dimensiones:
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3-
Estas actividades nos permiten ir reconociendo algunas manifestaciones y a partir de allí poder
elegir estrategias para regular nuestras emociones.
Gross (1998) define cinco estrategias que se suelen utilizar para regular las emociones.
1. Elegir la situación, que consiste en acercarse o alejarse de personas, lugares u objetos a fin
de regular o controlar la emoción que suscitan. Por ejemplo, si un padre sabe que su hijo
llora cada vez que va a cierta peluquería, podría tratar de cambiar de peluquería en vez de
insistir. Se cambia el lugar.
2. Modificar la situación, como lo indica su nombre, se busca cambiar la situación para alterar
el impacto emocional.
3. Quitar la atención a partir de mecanismos de distracción. Por ejemplo, pensar en otra cosa
cuando se habla de temas que nos irritan o producen tristeza.
4. Cambio cognitivo, volver a analizar la situación y revisar lo que nos molestó en un primer
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momento para que no nos vuelva a suceder. También ayuda aprender a mirar la situación
desde otro punto de vista, y esto se trabaja muy bien con los cuentos, donde los alumnos
pueden construir relatos “poniéndose en la piel” de distintos personajes (ej. Reinventar
Caperucita Roja desde el punto de vista del lobo)
5. Respuestas enfocadas que buscan influir y controlar cognitivamente el modo de responder
psicológica, fisiológica y actitudinalmente. Sería parar y pensar antes de reaccionar para
encontrar la mejor manera de responder.
También es importante para los docentes saber que la primera reacción que se tiene a una
situación es muy diferente a la segunda. El trabajo que pueda hacer un docente de reflexión, de
retroalimentación y de acompañamiento frente a esta primera situación, mejorará en gran medida
la posibilidad de este alumno de reaccionar adecuadamente.
Lazarus (1991) analizó estas diferencias y describió a la primera reacción como aquella que no está
regulada, que surge espontáneamente y la segunda que, aunque esté muy cercana en el tiempo, ha
pasado por un proceso de regulación y está más atenuada. Es por ello que este autor habla de la
regulación emocional como la capacidad de ser más eficientes y flexibles en nuestras reacciones.
• Focalizar la atención
• Controlar los impulsos con impacto negativo (agresión - comportamientos
de riesgo)
• Tolerar a la frustración
• Perseverar en el logro de objetivos
• Diferir la gratificación inmediata
• Afrontar emociones negativas y adecuar la intensidad y la duración de los
estados emocionales.
• Autogenerar las emociones positivas y el disfrute de la vida
Poder hablar sobre lo que nos pasa y cómo reaccionamos ante diferentes situaciones nos ayuda a
pasar de una primera reacción espontánea a una segunda más reflexiva donde podremos llevar a la
práctica alguna de estas capacidades.
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Para tener en cuenta…
El enojo es una emoción primaria que todos sentimos, generalmente disparada
por una percepción de injusticia (esta emoción surge del instinto ofensivo que
compartimos con todos los mamíferos superiores)
La agresión es diferente, ya que esta conducta tiene una intención clara de dañar a
otra persona o a un objeto.
Los docentes necesitamos marcar esta diferencia: Todos nos enojamos, pero no
podemos agredir. Acá es donde el docente debe enseñar las estrategias para
encauzar y manejar el enojo.
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Por último, se les brindará un espacio para expresar qué harían si estuvieran en el lugar de algunas
de las personas, o personajes involucrados.
2. Para los más pequeños (nivel inicial y los primeros años de primaria) sugerimos una actividad
llamada Lectura de imágenes: Seleccionar imágenes en las que se evidencie en los personajes que
aparecen las emociones que están sintiendo y preguntar:
Para ir cerrando
En este texto, “Regulación Emocional y competencia social en la infancia” de María Isabel Rendón
Arango, que los invitamos a leer, encontrarán en detalle cómo fue surgiendo el interés por
investigar y profundizar sobre la regulación emocional. Es muy interesante seguirla en su recorrido
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histórico, donde muestra cómo se llega a considerar a la regulación emocional no como una simple
cuestión de detener el malestar, sino como “la capacidad para generar y sostener emociones que
permitan desarrollar una actividad, comunicarse e influir en otros, especialmente en coordinación
con sus estados emocionales”.
En esta clase nuestro propósito fue acompañarlos a comprender los aspectos que se ponen en
juego cuando expresamos nuestras emociones y la importancia de conocerlos si queremos
comenzar a regular nuestras emociones.
Fuimos viendo que, para progresar en este proceso regulatorio, es fundamental prestar atención a
aquello que sentimos y no dejarnos llevar por nuestras reacciones. Y que esto también se refiere a
nuestra capacidad de entender o ponerse en el lugar de los otros para leer en forma adecuada sus
intenciones cuando estamos interactuando.
También vimos que hay algunas capacidades que podremos trabajar con nuestros alumnos para
ayudarlos en este aprendizaje.
Regular las emociones, es decir, encauzarlas de manera de poder ajustarlas al confort propio y al de
los demás lleva tiempo, pero es sumamente gratificante ver que, a medida que nuestros alumnos lo
logran, pueden tener éxito en sus propósitos dentro y fuera de la escuela.
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Bibliografía de referencia
● Bisquerra, R., Pérez Escoda, N. (2007) Las Competencias Emocionales, Educación XXI
● Blair, C. (2004), Self- regulation and School Readiness, ERIC Clearinghouse on Elementary
and Early Childhood Education Champaign IL. Identificador ERIC: ED477640 fecha de
publicación: 2003-07-00
● Dalai Lama y Ekman, P (2008), Sabiduría Emocional, España: Editorial Kairos
● Williams de Fox, S. (2014) Las emociones en la escuela, Cap.7, Buenos Aires: Aique
● Gross, J. (1998). Sharpening the focus: Emotion regulation, arousal, and social competence.
Psychological Inquiry, 9 (4), 287-290.
● Lazarus, R.S. (1991). Emotion and adaptation. New York: Oxford University Press
● Martín - Cuadrado, A.M. (2011) Competencias del estudiante autorregulado y los estilos de
aprendizaje. España: Revista Estilos de Aprendizaje, nº8,, Vol 8, octubre de 2011
● Rendón Arango, M.I (2007) Regulación emocional y competencia social en la infancia
Diversitas: Perspectivas en Psicología, vol. 3, núm. 2, julio-diciembre, 2007, pp. 349-363
Universidad Santo Tomás Bogotá, Colombia
Créditos
Williams de Fox, Sonia y Jarvis, Diana (2017). Clase 2: La regulación emocional. Curso: La Regulación
Emocional en el Aprendizaje. Educación emocional en el aula. Buenos Aires: Ministerio de
Educación y Deportes de la Nación.
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