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Breve historia de la arqueologia olmeca oda narraci6n acerca de los descubrimien- tos olmecas se inicia necesariamente cuan- do en 1862 José Melgar encuentra, y aiios mis tarde da a conocer la cabeza colosal de ilueys pan, . En ese punto la historia occidental inieia su apertura hacia el reconocimiento de una nueva cultura: la olmeca””. Dice De la Fuente (1975:12), para continuar transcribiendo la noticia que diera Melgar: En el afio de 1869 aparecié en el Roletin de la Sociedad Mexicana de Geografia y Estadistica firmada por José M. Melgar una breve noticia que dice, en parte: "Estaba fen 1862 avecindado en San Andrés Tuxtla, poblacion del Estado de Veracruz, en México y en algunas excursiones aque hice supe de una cabeza colosal que se habia desen terrado pocos aiios antes, del modo siguiente: a cosa de "Lo escrito aqui ya se ha dicho en innumerables docu ‘mentos de seguro conocidos por el lector iniciado; nosotros hemos querido reunir lo més relevante de ellos en uno que 4é al lector poco avezado una idea clara del devenir de las Investigaciones arqueolégicas olmecas. Hemos usndo (y quizd abusdo) de la insersin literal de pirrafos completos de otros autores a fin de no emplear las citas de pié de pagina que no son muy del agrado del profa Francisco Beverido Pereau* ‘una y media leguas de donde existe una hacienda de ex fia, en la falda poniente de ta Serra de San Martin, ha ‘elendo una roza para una milpa, un pedn de dicha hacien- {a descubrié a flor de tierra como el fondo de una gran paila de hierro, boca abajo, y avisO al amo de la haciend ‘orden de éste se comer la excavacion y en lugar alla, 20 descubeid la cabeza mencionada, quedo ¢sta denial novo que shi para deve, pus ‘pensaron en moverla, porque siendo de granito, tentendo {os varas de alta y las proporciones correspon dientes, les hhublera tido imposible efeetuarlo; la cosa quedé en tal ‘estado, se hablo del descubsimiento, pero sin dale nin- tguna importancia”. “Como he mencionado ya, en una de {is excursiones que hice buscando antighed la expresda haclenda y sipliqué al dueno de el levara a verla, fulmos y quedé sorprendido como obra de arte es una exageracion, una magnifica escultura, como fe puede juzgar por la fotografia que se acompaiia; pero To que mas me impresiond fue el tipo etiopico que repre: fenta; reflexioné que indudablemente habfa habido ne- {ros en este pais y esto habria sido en los primeros tiem- por del mundo; aquella cabeza no sblo era importante ata la arqueologia mexicana, sino también para Ia del Prundo en general, piles ponia en evidencia un hecho cu- ‘yas consecuencirs lo eran” (Melgar, 1 No obstante que él insiste, pues dos afios mis tarde vuelve a publicar la noticia ampliando sus comenta- ios sobre los posibles origenes de la poblacion, el ‘suceso no causa mayor impacto, nadie, o casi na- 161 die, se vuelve a ocupar de él; es hasta 1887 que Al- fredo Chavero en el libro México a través de los si- glos revive la noticia y dice de ella (Ia cabeza): Sa tipo ex claramente etiopico y laman la atencion su tocedo eopecial y Ia incision erdeiforme que tiene en la frente y que recuerda sn tipo sagrado de Asia (Cha- vero, 1887°6: Don Francisco del Paso y Troncoso forma en 1891 una comision que visita ‘Tres Zapotes para colectar materiales que serdn exhibidos en la Exposicion Histérico Americana de Madrid en el afio siguiente y aunque obtiene algunas figurillas, no realiza una verdadera exploraci6n arqueol6gic Nuevamente el silencio, que rompe hasta 1915 en que los distinguidos estudiosos alemanes Seler (Eduardo y Cecilia) visitan el monumento y se ocupan de éi (Seler Sachs, Cecilia, 1922: 543 556), Por supuesto hasta ahora nadie ha hablado de ‘olmecas’. En 1925 dos roménticos e intrépidos explorado- res, Franz Blom y Oliver La Farge, recorren el sureste selvitico de México hasta internarse en Guatemala; el primero, de origen danés, viene a México a emplearse en una compaiiia petrolera, pe- ro enamorado de las ruinas que conoci6, abandona su puesto para dedicarse de leno al estudio de nuestro pasado prehispinico, constituyéndose asi en uno de los iniciadores de la Arqueologia Meso- americana; La Farge y un joven antropdlogo norte- americano que era su acompafiante vienen comisio- nados por Ia Universidad de Tulane de Nueva Or- leans y como producto de su travesia publican su obra titulada Tribes and Temples (Blom, Franz and , La Farge, 1926-27. 2 Vol.) ..estos exploradores descubrieron La Venta, el irande centro olmeca conocido, con sus piramides de cilla y sus numeroms esculturas de piedra (De Ia Fuente, 1975: 13). Entre éstas se cuenta la cabeza colosal conocida ac- tualmente como monumento 1 de la Venta, 162 Sin embargo, Blom y La Farge, que se inclinang relacionar sus descubrimientos con esculturas mg. yas, considerando a algunos como tales, no dejan de comparar el monumento 1, la cabeza colosi. con la reportada por los Seler. . . «La cabeza colosal nos recuerda a la encontrads por ios Seler entre Los Litios y Tres Zapotes, en el canton ae Los Tuxtlas, La Venta es ciertamente un lugar de me: cchos enigmas, trabajos més amplios deben realizarse con fl fin de averiguar de manera més precisa cual es ¢l ape ‘que esta antigua ciudad ocupa en nuestra secuencia de culturas (Blom y La Farge, 1926:85), Es de advertirse que en realidad el hallazgo original es de Melgar y no de los Seler. En 1927 Hermann Beyer, resefiando Tribes and Temples y refiriéndose al monumento de San Martin Pajapan co imo un fdolo ‘olmeca’ lo compara con una figura de pie dra verde ‘olmeca' en su posesion. Entonces fue apliado por primera ver el término Olmeca a este estilo artistico ¥ no debemos tener duda que permanecer’ como el ombre de Ia cultura a la cual ahora nosotros sabemos ‘que este estilo artistico pertencce (Stirling, Matthew W, ‘Toes: Ahora si, es la primera vez que se emplea el voca blo Olmeca, podriamos decir que gratuitamente puesto que no se da ninguna explicacion para ello, En 1929 Saville publicé dos artfeulos sobre “Hachas votivas del México Antiguo” en los cuales sigui6 a Beyer alllamarle estilo artfstieo “Olmeca ‘George Vaillant condujo una serie de exeavaciones en ¢l valle de México, cuya importanca hho puede ser subestimada. Estableei6 por primera ver tuna secuencia cronologica real de esta regidn, y en ss horizontes tempranos encontrd artefactos de jade y ‘cerdmicos en el estilo Olmeca. Sugirié un origen sureho para lot objetos de jade y eapecule que aus productores Fepresentaban una cultum més avanzada que las del valle de’ México. Qued6 interesado en este intrigante estilo artistico y siguiendo Saville lo llam6 Olmeca en algu: hhos pequetios articulos, haciendo con esto que st cons: lidaré el uso del término (Stirling, 1968:8). Como podemos ver, la primera adjetivacién le co- rresponde a Beyer, pero como hemos dicho, es tan gratuita que no trasciende; en tanto que la calific Foto: Catlos Cano ciém que hacen, primero Marshall H. Saville defi- niendo ciertas ‘caracteristicas comunes a varias figurillas de piedra y de jadeita, y luego George C. Vaillant especulando ya sobre la existencia de una cultura, tienen mayor solidez y tienden al arraigo del término. Comenta Stirling (1968: 1) que «George Vaillant me dijo que él se fue al agua con los Gimecas cuando el tigre de jade Necaxa lego al Museo ‘Americano de Historia Natural en 1932, lo puso en un cajin de mu eacritorio y por algunas semanas lo sac die ‘amente para admirarlo y acariclarlo, pues hay wna atrac- con tactl tanto como visual en los jades Olmecas.. Esta es la fascinacién que en aquel entonces causa- ban tan enigmaticas manifestaciones y que atin hoy sigue causando en algunos de nosotros, ‘A partir de entonces el uso del termino se va haciendo mas frecuente, +e] siguiente en emplearlo es Marshall Saville quien en 1929 al comparar a su vez el monumento de San Martin con otras pequefistallas de jade y algunas hachas, com sluye que todos enn To mismo, ex extraho elo ait 0 llamado. Oimeca, (Coe, 1968 br 42), Sequidamente George C. Vaillant o8 ma pubiicacion de 1982 no 260 vcive a dare eat denominaciOn sino que advierte que fguellog con a extraha smilitud,“muperen Ia existencia Ae una cultura grande e independiente” Toca su furno & ‘Avert Weyersti. Al deecr un monnmento. de" La Venta “evo a una excel de Vile Hermon, Tb, caliea decididamente no-maya, sino premayay de dom de deduce que deberia contar con unos tes mi aos de Antigiedad (Idem, 43). Em 1992 publica aus obsermacio sobre la evenca del bajo Papaloapan, que interesan ‘iamente« Matthew W, Stl.» (Beverido,1970:34) ¥ es el caso también del malogrado Miguel Cova- rmubias quien “desde temprano separo el estilo O- meca de otros aspectos del arte Precolombino y lo hizo el amor de su vida...” (Stirling, 1968:1); lo mismo sucede con el propio Stirling con una mascara de jade azul del Museo de Berlin que, se- gin su propia version, conoce en la Universidad d California en 1918 y en 1920 en ocasidn de su visi- ta a Alemania se da tiempo para ir a admirarla constatando que era mucho més impresionante que la reproduccién que eonocia, Para entonces Covarrubias hechizado ya por un estilo artistico al cual contribuye a definir y cuan- do atin no se ha hablado de los ‘Olmecas’ —segiin su propio dicho~ decfamos ya en otra ocasion (Be- verido, 1970: 36) se lanza a la palestra un artiste mexicano con une ign. agudeza de ‘observacion y una exquisite sensib {iad artistica que lo evan a colecelonar figurillas de cu- ‘dio lega-a la certeza que son manifestaciones de na cultura importante con un gran estilo propio y cor tuna sicologia muy especial; una cultura que no enca) ‘de los moldes conocidos, que no podia ser ni me i tolteea, totonaca o zapoteca”” (Covarrubias, 1946: 164), Desde entonces Miguel Covarrubias se constituye en paladin de la cultura olmeca, participa en investig iones, iilfatieos y Tiega por derecho propio a se uno de los pocos arquedlo- gon mexieanos expecializados en esta rama de la investi facion, En el corto lapso de dos décadas (1942-1960) nos deja una vasta produccién entre la que destacan 163 Origenes y Desarrollo del Estilo Artistico Olmeca (1942), La Venta, colossal heads and jaguar gods (1944), EI Arte ‘Olmeca’ o de La Venta (1946), Mexico South, the Isthmus of Tehuantepec (1946) muy tardiamente (1980) traducido al espafiol, The Eagle, The Jaguar and the Serpent (1956), Indian Art of Mexico and Central America (1957), ambos traducidos a nuestra lengua en 1962. Es una pena que se nos haya ido cuando ain tenia tanto por aportar. Toca su turno a Matthew W. Stirling, nos vamos a ocupar de él; ya lo hemos citado varias veces, vea- mos ahora més a fondo su intervencion. Por su pro- Pio dicho Cuando apareeié el reporte de Saville en 1929 mi in- terés se intensified y tuve algunas conversaciones intere- stantes con 61 sobre el asunto. Examiné con interés Ia ublicacion de Blom y La Farge cuando aparecié y der: pués con el relato de Weyerstal en 1982 sobre la Calsena Colosal de Hueyapan (Tres Zapotes) me parecié que esta cabeza y la de La Venta pertenecian al mismo estilo artfstico que las hachas de jade y las figurilas... La pre- sencia de grandes monumentos tales como las cabezas colosales sugerfan la existencia de importantes sitios onde el misterioso estilo artfstico podria encontrarse en ‘au contexto cultural (Stirling, 1968! 4). En 1938-39 inicia sus trabajos en la zona con la co- laboracién del Instituto Nacional de Antropologia € Historia y con la intervenciin especial de Alfonso Caso ¢ Ignacio Marquina y vuelve, en 1939-40, ha- ciendo evidente que si bien ‘Tres Zapotes acusa una larga ocupacién, su fase ‘Olmeca’ constituia slo una porcién de la historia del sitio; consideraba en aquel entonces que “la parte sur del Estado de Ve- racruz y los territorios vecinos constituyen una rea de insospechada importancia y que tiene los elementos para la correcta interpretacion de las al- tas culturas como la Maya de Centro América, la Zapoteca de Oaxaca y las Tolteca y Azteca del Va- Me de México. . .” (Stirling, 1940 b: 309-10). En el invierno de 1938-39 trabaja durante cuatro 's contando con la colaboracion de! Dr. C. W. Weiant. Es la primera investigacién arqueolégica levada a cabo por un equipo especializado en el 164 rea metropolitana olmeca. Y con tan buena suerte que en los primeros dias de trabajo descubren un fragmento de estela que marcan como Estela C, no. table por la inscripcion calendarica que contiene, la més antigua inscrita bajo el sistema maya de eém. puto. ‘Afios mas tarde el mismo Stirling declara que: La fecha en Ciclo VII en la Estela C de Tres Zapotes fue vista con mucho escepticismo, Es irénico que eo lugar de ser demasiado temprana, la fecha en la Estela € ‘es ahora demasiado tardfa para pertenecer al gran pester do de la cultura Olmeca, y debe ser asignada muy a sa final (Stirling, 1968; 6) Hay otros descubrimientos, destacando las estelas Avy D y la Cabeza Colosal ya reportada anterior. mente, EI siguiente invierno, 1939-40 se hace acompa- iar del Dr. Philip Drucker a quien encarga la aten- cién de las excavaciones estratigraficas; continian os descubrimientos, sumando ahora media docena las estelas y una veintena los monumentos entre los que destacan dos cajas de piedra de una sola pieza, una muy deteriorada y la otra (Monumento C) con hermosos relieves representando una lucha entre personajes de dos distintas fisonomias, Dessriiamente, como ol sito mesa vestigios de una intensa ocupacion desde los mas tempranos tiempos ‘olmecas hasta la legada de los espaiioles, los estudios he ‘chos por Drucker no son del todo satisfactorios, asf los ‘monumentos encontrados no pueden fecharse relacio rnéndolos con la cerdmica asoclada, ha habido exeavacio. ‘nes previas sin ningin control y por otra parte lot oct pantes més tardfos han hecho pozos para colocar often. ‘das que resultan intrusas dentro del contexto original (Beverido, 1970: 50). Mientras se trabaja en Tres Zapotes, Stirling emplea diez dias en visitar La Venta para explorar y foto- erafiar los monumentos ya conocidos, porque s¢ decia que la region habia tenido una gran pobla- cién aborigen y su arqueologia era pricticamente dusconocida, Conoce los monumentos reportados por Blom y La Farge y descubre otros més: cuatro ens el Altar mimero 5, que apoda caperos quintuples”; la Estela 3, en la que-welve a ame una escena entre personajes de diferen- fes fisonomias y otros més. ‘Pero antes de dedicarse de lleno al estudio de La Venta, emplea la temporada 1940-41 en explorar duranve cuatro meses otro sitio, Cerro de las Mesas, que en realidad son varios muy proximos entre si {Los Péjaros, Santana, Cerro del Gallo, Coyal y Ce- fro de las Mesas) (Stirling, 1943 a: $1). Ahi dese bre 15 estelas y 8 monumentos en una extension de no mas de 50 metros por lado, entre las prime- fas destaca la niimero 6 que tiene una columna flifea, pero tan erosionada que no ha permitido facerle una lectura, y entre los monumentos, el nimero 5 que en mucho mayores proporciones tiene semejanza con la Estatuilla de los Tuxtlas que “tepresenta un sacerdote quiz, gordo y entera- mente calvo, con una displicente sonrisa; que porta en la parte inferior de la cara una ‘mascara a manera de pico de pato y sobre los hombros un manto de plumas que semeja las alas plegadas de una ave” (Beverido, 1979: 49). Y su mas sensacional hallazgo: un depésito con la fabulosa cantidad de 782 piezas de jade. Como sucede en ocasiones, estando para finalizar los tra- bajos, activa la labor en la trinchera 34 un dia mas, aunque ya tiene una profundidad de 6 metros, para al dia siguiente poner a todo el equipo a rellenar los cortes hechos, y uno de sus ayudantes, Miguel, ya descubriendo poco a poco una pieza tras otra: figurilas, orejeras, estiletes, una canoa tallada en una sola pieza, todas de jade de diferentes calidades. ara terminar, sus conclusiones finales son en el sentido que el sitio muestra estilisticamente dos periodos bastante separados entre si, el mas anti- uo representado por el monumento 5, y el otro con un estilo olmeca tardio representado por los otros monumentos (Stirling, 1943 a: 49). Mis tarde, en 1960, insistiendo en el tema, dice: Bio de Ceo de as Ma ten gnu pose pro thors vosotioesoqpecharson que ene spe: cipios en el Olmecn Tardfa, con To que nos brinds tnlentopertuntied pare sl etodlg ele tranitonontse ia iianeon mds antigen conoiea en Mexico, oer dual deerrllo hace al periods eltsco y aun oar ak (Stings eal, 1960: 199 on Beverdo, 1970.54), Drucker, que aqui también ha hecho estudios estra- tigrificos, considera que los elementos mas anti- guos pertenecen a patrones que son comunes a to- da la Costa del Golfo, desde el Petén hasta el cen- tro de Veracruz y los coloca en tiempos antes de Gristo, sin marear fechas precisas; luego marca un periodo de abandono que hace llegar hasta 500 .C. y desde ahi establece dos fases: Inferior de 500 a 1000 4.C. y Superior, de esta fecha hasta la correspondiente a las fases Cholulteca III y Azteca Ty Idel altiplano (Drucker, 1943 b: 86-7). ‘Miguel Covarrubias los visita en Cerro de las Me- sas y en una conversacion les entera de la existen- cia de otro sitio cercano a Tapachula, Chis.: Izapa, conocido anteriormente por Karl Ruppert y el Dr. ‘A. V. Kidder, y que posteriormente se vuelve tema de estudio para Thomas A. Lee y Gareth Lowe (Lee y Lowe, 1968), Se van alli una semana y des- cubren 34 esculturas, sus observaciones les hacen pensar que el sitio esta estrechamente ligado con los del sur de Veracruz por sus monticulos de tie- rma, peto que si algunos de sus monumentos tienen similitud con los de aquellos sitios, otros, en cam- bio, tienen marcada influencia maya. El poco ma- terial cerimico colectado entonces es insuficiente para determinar un periodo de ocupacin y por tal raz6n lo dejan de lado. Para estas fechas no hay consenso entre los in- vestigadores si se trata de solo un estilo artistico, si es una cultura —en el sentido que la define Olivé Negrete (1968: 38) 0 si al fin hemos de aceptar que se trata de una civilizacion como més tarde la define Caso (1965: 13), ni sobre el nombre més apropiado que debe darsele. Por tal motivo la So- ciedad Mexicana de Antropologia convocaa la Mesa 165 Foto: Carlos Cano Redonda que habra de celebrarse en Tuxtla Guti rrez, Chis. en julio de 1941. Los arquedlogos mexicanos, especialmente Caso, Co- varrubias y Jiménez Moreno estaban muy interesados en los nuevos descubrimientos y en Abril y Mayo de 1942, se arregl6 una mesa redonda en Tuxtla Gutiérrez, Chia pas, La mayorfa de los arquedlogos mexicanos y nortea- ‘mericanos interesados en el asunto estuvieron presen tes. . . Uno de los objetivos de la conferencia fue conjun- tar ios rasgos caracter{sticos entonces conocidos como, resultado de las recientes excavaciones, El eoncepto de ‘estilo artistico" Olmeca, fue eambiado al de una cultura, Puesto que ahora parecia que los olmecas historicos no fran los ereadores, la confereneia propuso que fuera cambiado el nombre por el de Cultura de La Venta, Sin embargo, para este tiempo el témino Olmeea estaba tan arraigado en la literatura que Ia propuesta ha sido larg mente ignorada, . . Durante la conferencia, Covarrubias presento un cuidadoso anlisis del estilo artistico Olmeea, demostrando que de él, se desurrolla wna seeuencia cro" nnol6gica para ‘continuar hasta el principio del perfodo historieo. Caso, a la conclusion, sobre aus observaciones hizo la notable’ declaracién: "Esia gran cultura... es sin dduda la made de las otras eulturas (Mesoamericanas) tales como la Maya, Teotihuacana, Ia Zapoteca, Tajin y otras (Stirling, 1968: 5-6). 166 De la Fuente (1977: 18) dice que de la historia de los descubrimientos olmecas y “todo lo que se ha especulado en torno a ellos”, deben marcarse tres momentos cruciales. El primero cuando Marshall H. Saville en 1929 dijo que era un estilo que podia ‘asignarse seguramente a la antigua cultura olme- ca’; el segundo: “la reunién de Mesa Redonda so. bre Mayas y Olmecas en 1942, convocada con el fin de discutir el problema olmeca, y en donde se organiz6 aquel primer grupo ‘olmequista’ encabeza. do por Miguel Covarrubias y Alfonso Caso quienes sostenian que se trataba de una ‘cultura madre’, ", y el tercer momento més importante, va dentro de las investigaciones contemporaneas, vendria a ser la conferencia sobre los olmecas efectuada en Dum- barton Oaks, Washington, en 1967 en la que se conjunta todo lo conocido hasta el momento “y se proyecta hacia limites ain insospechados”. Nosotros hemos dicho al respecto, en otra ocasion: Si su bautizo, haeia mucho tiempo que habia ocurrido, la gonfirmacion apenas se obtenta y no sin ciertas diff cullades. En 1942 aparece el volumen “Mayas y Olme- eas” conteniendo los resultados de esa Mesa Redonda y definitivamente habrd de Tamarse ala cultura recién descublerta “Olmeca o de La Venta” Sin embargo, muy pronto comenz6 a olvidarse lo convenido, digalo si nd, e1 mismo titulo de la obra (Beverido, 1970: 38), Pero volvamos con Don Mateo, como carifiosa- mente le llamaban sus antiguos trabajadores de San Lorenzo Tenochtitlan. En 1942 realiza en La Ven- ta una de sus més exitosas temporadas, encuentra dos grandes tumbas con ofrendas de jade y otros materiales, increiblemente ricas. Drucker descubre la ya célebre tumba formada por grandes columnas, de basalto y el sare6fago tallado en piedra con una cabeza felina en relieve en uno de sus extremos. Hasta esos momentos han descubierto un total de 17 esculturas, a mas del sare6fago, la tumba colum- nar y dos monumentos que habjan llevado a Villa hermosa con anterioridad, “Pero es muy probable que en futuras exploraciones se hallen mas, escondi- das en la densidad de la selva o enterradas entre los ' depésitos acumulados en el sitio” declara el Dr. Stirling (1943 a: 49). ‘ina vez mas regresa a La Venta en 1943, ahora acompanado por Waldo Wedel, el afortunado des- sepridor de los mosaicos de serpentina en forma Geenormes mascaras de jaguar estilizadas. Con todos esos hallazgos, o a pesar de ellos, por ‘eas fechas Stirling sigue pensando que la cultura Oimeca es contempordnea de la Maya, con un desa frollo simulténeo al del entonces llamado Viejo Imperio y que La Venta debio ser abandonada en- tre los atios 500 y 800 d.C. (Coe, 1968 b: 60). ‘En 1944 lleva a cabo un reconocimiento en Ta basco y estados circunvecinos muy probablemente apegado a su idea original de establecer la relacion entre los origenes de la cultura maya y los de las fulturas de la costa de Veracruz, aunque mas tarde, en 1967, manifiesta que lo hizo “con el obje- to de determinar la frontera este del territorio Ol- meca” (Stirling, 1967: 6). Recorre pricticamente todo Tabasco visitando El Plan, Rio de los Reyes, Ceiba Grande, Pueblo Viejo, San Miguel, Comaleal- co, Tupilco, Tapijulapa, Ataste, etc., y segin pare- ce, el que mas le impresiona de aquellos sitios es ‘San Miguel, cerca de las fuentes del rio Blasillo, ain por excavarse. “También en 1944 fuimos a Corral Nuevo y fo- togiafiamos algunos monumentos, pero nunca re- sresamos a trabajar” (Idem, 1967: 6). En 1945, de vuelta de una breve visita a Piedra Parada, Chis., encuentra la carta en la que un amigo de Coatzacoalcos, Juan del Alto, y las noticias de Margarita Bravo, le comunican el descubrimiento de un nuevo centro olmeca que reclama su explora- cion, San Lorenzo Tenochtitlan, al cual él, en sus publicaciones posteriores, menciona como Rio Chi- quito y del que nos vamos a ocupar adelante con toda amplitud, Con toda modestia se refiere a ello diciendo: En 1945 deseubei San Lorenzo, regresindo con Dru- cker en 1946 para una temporada completa de excava- ciones, Fueron_publieados los monumentos de piedra; pero excepto que ahi hubo dos perfodos de oeupacion, Concerniente a la cerdmica, poco fue publicado, sto se remedio en detalle cuando los resultados de las recientes ecamcones Ge Coe, apareloon imprens, (bl 1976: E| Dr. Stirling tiene prisa, llega por tierra en la no- che a Ojo de Agua, y sin detenerse, atraviesa en la obscuridad un vasto potrero que separa aquel lugar de San Lorenzo; al dia siguiente inicia sus explora- ciones, reconoce el poblado que se asienta en la ribera izquierda del Rio Chiquito encima de dos Jomerios que van de norte a sur, el mais cercano al rio con pequefios monticulos; el otro, que dista mas de 400 metros al oeste, tiene una serie de mon- ticulos mayores, una plaza rectangular delimitada por altos y largos terraplenes y en las cabeceras al- tos monticulos piramidales, En dia y medio inspecciona la meseta aquella y va descubriendo: primero el monumento 6, una beza, parte de una escultura mayor; enseguida el altar 14 similar al niimero 4 de La Venta, Luego la Cabeza Colosal No. 1, “El Rey”, de casi tres me- tros de alto, “impresionante no s6lo por sus medi- das colosales, sino porque es verdaderamente un retrato, en el cual se ha logrado mostrar ademas, la recia personalidad del individuo que representa” (Beverido, 1970:84). Ahora es el monumento 12, que originalmente se piensa es una mujer sentada evando en el regazo un nifio y luego se reconoce como un sacerdote. Hacia el oeste localiza al dios- jaguar sedente portando un ‘cestus’ al cual da el niimero 10. Cerca de ahi descubre los canales de piedra, parte del sistema de ductos posteriormente estudiados por el equipo de Coe (1966-68). Y si- guen: la fuente de piedra en forma de ave acuética —monumento 9, el “Escriba” —también conside- rado originalmente mujer, al que da el nimero 11, para terminar con el niimeto 8, ‘la Mesa de Bi- lar’, una gran placa rectangular de basalto con numerosas ‘afiladuras de hacha’ en una de sus caras. Naturalmente, estos vertiginosos descubrimien- 167 tos entusiasman al Dr. Stirling quien de inmediato se dedica a preparar una nueva temporada de cam- po y vuelve antes de un aiio con Dick Stewart, Phi- lip Drucker y su inseparable ‘dofia Mariana’ para realizar una exploracién en gran escala. Durante dos afios trabajan intensamente, Dru- ker dedicado a los cortes estratigraficos “‘y aunque el Dr. Stirling dice que ‘un estudio detallado de la cerdmica de los sitios arqueol6gicos de Rio Chiqui- to podra dilucidar si tuvo 0 né una mezela con cen- tros de origen mas surefio’ (Stirling, 1957: 28), lo cierto es que las colecciones cerdmicas permanecie- ron en la Smithsonian Institution guardadas duran- te muchos aiios, hasta que en 1968 el Dr. Michael D. Coe logro un préstamo temporal de dichas co- lecciones a Yale University para poder hacer com- paraciones con los materiales que obtuvimos noso- tros mas tarde” (Beverido, 1970: 86), También incursionan en la rancheria de Potrero Nuevo, al sur de la moseta de San Lorenzo, don- de recobran otros monumentos, En las dos tempo- radas de campo, el grupo Stirling obtiene un total de 15 monumentos en la meseta de San Lorenzo, 5 en Tenochtitlan (el pueblo) y 4 mas en Potrero Nuevo, entre los que destacan las cinco primeras cabezas colosales de San Lorenzo, el altar 14 del que ya hemos hablado y otros de! mismo lugar; el altar niimero 2 de Potrero Nuevo, menor que el 14, pero que tiene esculpidos, a manera de atlantes, dos ‘chanecos’ que sostienen la cubierta superior, ¥ De monumentos que han suscitado més controver- necesario sefialar Jos marcados con el mimero 1 para el de Tenochtitlan, 3 para el de Potrero Nuevo y el ‘que se halla en Corral Nuevo, todos ellos representando lun hombre-jaguar, hincado sobre una figura antropomor. fa muy destruide. Los arquedlogos americanos (y con ellos algunos de la Bacuela de México) sostienen que se tata de un dioefelino copulando con una mujer; pero los arquedlogos de la Escuela de Veracruz, particular. ‘mente los maestros Melgarejo y Medellin, saxtienen que se trata de una escultura que muestra “un tema comin ‘en Ia 6poca clasiea de los mayas prineipalme ‘some: imiento y la humillacién del veneido por el vencedor” (Medellin, 1960:95). Deagraciadamente tales monumen- tos estin de I manera mutilados que no puede hacerse tna apreiacin cabal pero tenemos en cuenta odo due representa para lor olmecas el jaguar “aeoge S pao Se easipito. mitad Hombre 9 mitad tee {nemon esulturas en lat que se ha pasmade une te paectmentehamatoy pee ue pores At Rlfoyaguar, mo enewentce rato pers gue ae eee In'idea de que el animal totemico pero vive. tenet omunion eon una mujer, de donde Trad at Solas ewsulturas y figulas vemos encarsat eae do, 1970: 87-8), 7 Es verdaderamente notable que en un sitio en el que estén ausentes las rocas volednicas por nature leza y las fuentes més cercanas de basaltos yandes! tas se hallan a una distancia de 90 kilometros en linea recta, se encuentre tal cantidad de monumen. tos (en este momento, principios de 1987, pasan de 60 sélo para San Lorenzo) que suman decenas, si no es que centenares de toneladas de estos materia. les, ésto obliga a Don Mateo a expresar que “la em Presa, paciencia y destreza necesarias para realizar este acto, slo podra ser producto de una civliza cin inusitada, . .” (Stirling, 1957: 159) y que “puede decirse que el arte oimeca de la escultura de grandes monumentos de piedra alcanzé su cli- max particularmente en el sitio arqueoligico de San Lorenzo” (Stirling, 1957 a: 27). ‘Ahi quedan las investigaciones auspiciadas por la Smithsonian Institution y Ia National Geogra- phic Society de los Estados Unidos para el irea de San Lorenzo Tenochtitlan. Habrin de transcurtir veinte aiios para que vuelvan a realizarse explora- ciones planificadas. Incidentalmente, cuando en 1961, Medellin v traer, para nuestro museo, los monumentos descu- biertos por Stirling, conoce ‘la piedra del sa’, pro- bablemente un altar de forma redondeada, hecho en un esquisto verde-azuloso, con un relieve del que apenas se aprecian unas alas quiz, rayos de sol Y¥ unos pies humanos, y le adjudica el niimero 16. Luego, en 1965, Aveleira y Pifia Chan van areco- nocer una nueva cabeza colosal —monumento 17— pero en ninguno de los dos casos se hacen mues- treos, calas estratigréficas o cualquier otro intento de datacién, Foto: Carlos Cano Bl afio de 1966 se reanudan las investigaciones en el area de San Lorenzo Tenochtitlan, es el Dr. Michael D. Coe, de la Universidad de Yale quien, con un ambicioso plan de trabajo, implementa su Proyecto Rio Chiquito con tres afios de duracién; pero de ésto hablaremos mas adelante. Ahora vamos a regresar a La Venta donde en 1955, recogiendo la estafeta dejada por Stirling el grupo formado por Drucker, de la Smithsonian, Heizer y Squier de la Universidad de California (Berkeley) y Eduardo Contreras del Instituto Na- cional de Antropologia e Historia, trabajan de enero a mayo y obtienen nuevo acopio de datos. La mayoria de sus hallazgos ocurren en la plaza ceremonial, de mayor importancia la ofrenda 2 con cincuenta y un hachas de jade o serpentina pulidas y algunas de ellas con esgrafiados tipicamente ol- Imecas. La ofrenda niimero 4 hallada bajo el piso del Centro Ceremonial consiste en 16 figurillas de jade o serpentina y 6 a manera de hachas alargadas, todas ellas organizadas en un conjunto escultorico representando una escena de la vida real, los perso- najes rodean a uno que da la espalda a las ‘colum- nas’, Esta ofrenda descansaba sobre una yuxtaposi- cién de pisos de barro de colores: rojo, rosado, amarillo y blanco. La tercera mascara de jaguar es otro de los des- cubrimientos mas impresionantes, formada por 485 piezas de serpentina cuidadosamente talladas, daba luna imagen altamente estilizada, abarcando una superficie de cinco por siete metros de lado, des- cansaba sobre una base de arcillas de colores y que- 46 cubierta con otra capa también de barro, sobre Ja cual fue formada una cruz con veinte hachas de jade y serpentina y un espejo de hematita colocado en el brazo vertical. Si bien Drucker (Drucker, 1952 b) todavia en 1952 sostiene que el sitio es contemporineo del Clasico Temprano Maya (300-600 d.C.), los anilisis de radio carbén que se realizaron en muestras obte- nidas —por primera vez en un sitio Olmeca-demues- tran lo contrario, el laboratorio de la Universidad de Michigan da estas fechas: entre 800 y 400 a.C, (Coe, 1968 b: 60). “Afos més tarde, en 1967, co- nociendo los resultados logrados por Coe con las muestras obtenidas en San Lorenzo, Heizer decide reanalizar las que conserva de La Venta, concluyen- do que la Fase I data de 1000 a.C. y el abandono del sitio sucede al final de la Fase IV, alrededor de 600 a.C. (Berger, Rainer et al., 1967: 5-6). De ello deducen que el apogeo de la ocupacién de La Ven- ta ocurre en el Preclisico Medio, cuando la influen- cia olmeca se manifiesta francamente en los sitios del altiplano” (Beverido, 1970: 62). Para dar fin a estos trabajos de campo, el aiio siguiente (1956) Drucker viene a México’ a estu- diar las colecciones ceramicas depositadas en el IN.AH. y Contreras va a Berkeley para dibujar cortes, perfiles, figurillas y tipos ceramicos; en ene- ro de 1957 regresan a México Heizer y Squier para una nueva revision, todo lo cual retrasa la publi cién del reporte final, que al cabo aparece en 1959. Para 1958 son dos mexieanos los que trabajan en La Venta, el centro del Complejo A, Roman Pina 169 Chan y Roberto Gallegos, slo que no hay publica- cién que informe de los resultados, nada més refe- rencias generales en El Pueblo del Jaguar (Pifia Chan y Covarrubias, 1964). En la déeada de los sesentas, ademés de las investiga- celones de importancia que se Hlevan a cabo en La Venta, San Lorenzo Tenochtitlan, Laguna de los Cerros, Izapa, Dainau y la costa de Chiapas, hay una multitud de pe- quenos trabajos que constituyen meramente arqueologia de rescate. . (Beverido, 1970: 64). Siendo el caso contrario las labores realizadas en la Presa Netzahualcoyotl pues atin siendo rescate, su ‘magnitud impone consideracién especial. En Febrero de 1960 Medellin rescata la Estela I de Piedra Labrada, reportada originalmente por Blom y La Farge y estudiada y publicada por Mel- garejo (Melgarejo V., José Luis, 1960: 27-36). En ese afio y en el siguiente Medell in intensificalos tra- jos de rescate y se trae al musco de Jalapa el Mas- caron de Medias Aguas, Sayula; la Estela No. 1 de Viejon y Ia del Certo de la Piedra, Alvarado; locali- za en Estero Rabon 5 monolitos ‘que aunque mas modestos y mal conservados, tienen el estilo de San Lorenzo’ (Medellin, 1960: 76) y en Pilapan, Zotea- Pan, otros tres ms. Finalmente, arriba a Corral Nuevo cuyo sitio Laguna de los Cerros resulta de primera importan- cia, levanta un. plano topografico en el que localiza el lugar del hallazgo de 28 monumentos y las calas ¥ pozos que practicd. Declara que el lugar es de tanta importancia como La Venta, ‘Tres Zapotes y San Lorenzo y que merece una explora i amplia y detenida, ‘que los materiales c asociados —principalmente con los monolitos ni meros 1, 3, 5, 8 y 19~ pertenencen a la fase tardia del Horizonte Clasico’ y que: ‘e) La gran escultura monumental de los olmecas (eabezas colosales, al- tares) es un producto clisico, coetineo y similar a la gran floracion cultural mesoamericana; y no un producto deslumbrante, aislado y sin raices que na- ce y muere en el arcaico’ (Medellin, 1960: 97, en Beverido, 1970: 66). 170 Afios después, en 1968 insiste sobre aquel sitio diciendo que “Laguna de los Certos ha sido parcial- mente explorado y en el poco tiempo destinado a este fin localizamos 28 monumentos de piedra y un magnifico muestrario de material ceramico que esta en proceso de estudio” (Medellin, 1968: 3), Se nos fue el querido maestro y el estudio de tales materiales quedé inconcluso; pero no es s6lo eso, en la actualidad, nuestro compafiero Ponciano Or. tiz Cevallos lleva cinco afios actualizando su pro- yecto de estudio de tal lugar porque cada vez se le aprueba, pero llegado el momento de ejercerlo. . se ha agotado el presupuesto. El Boletin del INAH nimero 5, de julio de 1961, publica dos fotografias enviadas por el Ar- queslogo Medellin correspondientes al monumento de Cruz de! Milagro, una figura sedente de 1.30 m, de alto, y otra, a un monumento procedente de Las Choapas con una concepeion muy especial, es una enorme cabeza felino-ofidiana; pero no da mayor informacién sobre su procedencia, En 1964 Gareth Lowe, Thomas A. Lee y Eduardo Martinez de la New World Archaelogical Founds- tion efecttian nuevas investigaciones en Izapa don- de hacen un levantamiento topogrfico, estudian la arquitectura del Grupo N y localizan gran niimero de estelas generalmente asociadas con un altar (Bo- letin LN.A.H. No. 15: 1-5). Estos monumentos muestran semejanza muy estrecha con los de Tilte- pec, Tonalé y Santa Maria Cotzumalhuapa (Lee y Lowe, 1968). En 1965 Roman Pina Chan y Luis Aveleira re- portan una nueva cabeza colosal de San Lorenzo ‘Tenochtitlan que después sera conocida como Mo- numento 17, pero no hacen ningtin estudio del si- tio del hallazgo. Ese mismo aio, en Las Limas, cerca de Jesis Carranza, unos nifios campesinos encuentran una escultura de las mas hermosas y bien conservadas, se trata de una figura sedente, un sacerdote que ‘sostiene en el ragazo un nifiojaguar. La cara del sacerdote esté delicadamente tallada con una mis- cara bucal esgrafiada, en tanto que la cara del nifio- jaguar tiene otto tratamiento, resultando de una jaa impresionante. El monumento mide 0.55 tn. de alto, tallado en una serpentina verde claro y Menta en hombros y rodillas mascaras antropo- serfs esgrafiadas, diferentes entre si. or el momento no se estudia el sitio del hallaz- go, el maestro Medellin estimé que debio ser escul- Fida en el Preclésico Superior (Medellin, Boletin PRIAH, No. 21: 58), suponemos que basindose en domparaciones estilisticas, pero no hace mencion a In eeramica que debié hallarse asociada. fata excepcional pieza nos fue robada del Museo de Antropologia de la Universidad Veracruzana el 12 de Octubre de 1970 y afortunadamente dos aiios después pudo ser rescatada. En los afios 1977-78 viene a Las Limas el Ar- quedlogo Juan Lladeun del INAH para hacer ex- ploraciones sistematicas, pero desgraciadamente desconocemos si ha publicado sus resultados. [A fines del aio 65 y durante el 66, con motivo de Ia Gonstruccion de Ia Pres Netzahualeoyot! en Mal Paso, Chie, sobre el Rfo Grijalva, el LN.ALH. y la NW.AF. femprenden un proyecto de resc feando una rea de 30 heetireas qui por las aguas. Se localizan 110 sit Gavan 27, levantan planos y hacen excavaciones menores tn otros 50 mas, —Navarrete concluye de estas explore clones que puede establecerse tentativamente uns cro- rnologia que va desde 1500 a.C. hasta el momento de la Conquista, La cerdmica tiene mucha relacion con la de 12 I, Izapa y Oc6s, que en ocasiones encontro aso- ciada con otros elementos tales como hachas de piedra Tormando pisos, ete., que corresponden a las formas del arte olmees, El estudio posterior podré decir si es propia: mente Olmeca o se trata de una fase incipiente del mis- mo (Navarrete, Carlos, Boletin INAH No. 24: 96-40), Considers también que el apogeo de la ocupacién ocurre fen el Preelasico Medio superior y posteriormente, como ap renurir, en el Clisico Tardfo. (Beverido, 1970: 70- 1). Para 1967 hemos de volver a La Venta donde en- contramos nuevamente al grupo de Berkeley enca- bezado por Robert F Heizer, Philip Drucker y John Graham, que en esta ocasion se han hecho acom- Pafiar por un grupo de estudiantes graduados dela Universidad de California, quienes elaboran un estudio comparativo de ‘las cabezas colosales conocidas hasta ese momento comprendiendo una descripcion minuciosa de cada una, el estudio de las téenicas de esculpido y una comparacién de es- tilos (Clewlow, William C. et al., 1967). Obtienen 35 muestras de carbén para anilisis de diversos puntos del sitio y de las cuales sdlo la ni ‘mero 26 es aceptable, proviene de muy cerca del ‘punto de referencia’ establecido en 1955 y da una fecha de 600 a.C., el resto quedan sin explicacién alguna. ‘Al aflo siguiente estin nuevamente en La Venta, esta vez no los acompaiia Drucker, en su lugar va LK. Napton. Descubren 47 monumentos nuevos, a mayoria careciendo de importancia y cinco sistemas de drenaje formados por canales tallados en secciones similares a las que veremos en San Lorenzo; pero hay un monumento, el niimero 44 consistente en una cabeza humana, mas o menos de tamafio natural, que porta un tocado similar al del monumento del Voledin de San Martin, reporta- do originalmente por Blom y La Farge y que ese mismo aiio rescata Medellin y publica en el Boletin del INAH nimero 33, ubicindolo en el Horizonte Clasico Tardio de la Cultura Olmeca, Por su parte Clewlow, al hacer un estudio comparativo de am- bos monumentos, dice que el de La Venta se recu- peré en un nivel fechado en la misma temporada por radiocarb6n con una edad de 2460 + 80 (UCLA- 1351) y 291080 (UCLA-1852) siendo por tanto una pieza del Preclasico y que el otro pudo haber sido Nevado al San Martin por gentes del Clasico, siendo en verdad més antiguo (Clewlow, Boletin INAH, No. 34: 37-41). Por la misma época hay otros trabaj area nuclear que requieren met son producto de trabajos de campo, si lo son de anilisis y sintesis efectuados por personas grande- mente interesadas en el problema olmeca, por ejemplo, en Octubre de 1967 se lleva a cabo la Conferencia sobre los Olmecas en Dumbarton an Oaks, cuyos resultados aparecen publicados en 1968 (Benson, Elizabeth P. Edit., 1968), contando con las participaciones de los mas connotados ol- mequistas, entre ellos Bernal, Coe, Drucker, Heizer, Stirling y otros. Entre nosotros, en el Museo Nacio- nal de Antropologia, se leva a cabo, de enero a abril de 1968, una serie de conferencias con el nom- bre genérico de “Los Olmecas” en las que partici- pan nuestros mas sobresalientes estudiosos: Bernal, Medellin, Piiia Chan, etc. Sus resultados, merecier do la edicién de un volumen especial, slo son mo- destamente mimoografiados, En 1968 aparece El Mundo Olmeca de Ignacio Bernal y un afio después la version en inglés publi- cada en California (University of California Press, Berkeley). Coe produce, fuera de los resultados del Proyecto Rio Chiquito, en 1965, The Jaguars Chil- dren: Preclassic Central México, a mis de otros articulos menores. En 1964 sale El Pueblo del Jaguar de Roman Pina Chin y Luis Covarrubias, Don José Garcia Payén publica en 1966 su Prehis- 172 toria de Mesoamerica, Esto, silo para citar a log mas destacados. Volvamos pues a los trabajos de campo, mencig. haremos para reanudar nuestra relacién, primero 4 Bernal en Oaxaca, para seguir con otros y luego regresar a San Lorenzo Tenochtitlan para ocups, nos con mas detalle del ‘Proyecto Rio Chiquita’ y exploraciones subsecuentes, Cerca de Oaxaca, yendo hacia Tehuantepec existe un lugar llamado Dainzu que en 1967 el Dr. Ignacio Bernal explora hallando 46 grandes ajay todas grabadas con una figura generalmente huma. na, 27 de ellas en su posicién original y 19 removi, das. “Hay entre ellas —dice el Dr. Bernal— dos jaguares humanizados, es el animal con cuerpo humano, pero con cola; uno de ellos se ve clar. mente que es una cabeza felina, . .” (Bernal, Bole. tin INAH No. 27, 1967: 7-13). De acuerdo con la cerimica asociada con ellas, las sitia en el Periodo Monte Alban I. En Las Bocas, Inzticar de Matamoros, Pue., don- de, como producto de saqueo se han obtenido algu- nas de las mas hermosas figuras cerémicas huecas conocidas como ‘cara de nifio’ olmecas; los arqueé- logos Pifia Chin y Schondube practican, ese mismo aiio, algunos pozos estratigraficos pero, hasta don- de sabemos, no dan a la luz ningin articulo infor. mativo. Por esas mismas fechas Carlos Navarrete estudia en la costa de Chiapas, en un lugar llamado Maz: tan, los antecedentes de la Fase Ocds de la Costa Pacifica de Guatemala establecida con anterioridad por Coe; los resultados lo llevan a concluir que pue- de establecerse un periodo anterior que denomina Fase Barra, partiendo de los 1600 a.C. En Noviembre de 1968, David C. Grove de la Universidad del Estado de New York, descubre Ox- totitlan, en el Estado de Guerrero donde, a la en- trada de unas grutas, halla unos relieves y pinturas del més puro estilo olmeca, Una de las figuras tiene frente a la boca una virgula —simbolo del habla— resultando el mas remoto antecedente de ese rasgo que ser comiin en Ia época clisica (Grove, David Eiscience, Vol. 164, 1969: 421:23). “Pero hemos de volver con Carlos Navarrete quien en el mismo aifo de 1968 trabaja para la New orld Archaeological Foundation en Pijijiapan, en dl Bsado de Chiapas. Ahi descubre bajorrelieves Sobre tres grandes monolitos, unos representando iertas escenas, otros solo caras con los grandes foeatlos que ya nos son conocidos, “Es importante “fice Navarrete— sefialar que la parte mas destrui- dda de los dibujos es el rostro, prineipalmente el del personaje central, lo que da la impresion de que fueron dafiados’ intencionalmente” (Navarrete, ‘Anales de Antropologia, 1969: 185). De la ceramica dice haber encontrado materiales del Post Clasico tardio de la region a los 35 ems. de profundidad, “ogicamente descartamos toda rela- tion entre los origenes de nuestros relieves y quie- nes ocuparon el lugar en fechas tan tardias (Id. 189), y de ahi hasta encontrar suelo estéril obtuvo tiestos del Formativo Inferior tales como ‘Guamu- chal Brushed’ y ‘Pampas black and white bow!’ ubicados por Coe y Flannery en la Fase Cuadros de Salinas La Blanca, en la Costa ifica de Guate- mala, Tanto estos materiales de Pijjiapan como los de Salinas La Blanca de la Fase Cuadros, estin es- trechemente relacionados con los de la’ Fase San Lorenzo que para tal sitio propuso Coe situindola entre los 1200 y 900 a.C. (Coe, University of Cal. Berkeley. No. 8, 1971: 21-34). Ya en otra ocasion y refiriéndonos a los hallaz- gos mas recientes en aquel entonces, deciamos que (Beverido, 1970: 80-81) Para finaliar_y considerindolo de capital importen- cia, quiero referizme al resale hecho por nuestros com- puletos, el Arquedlogo Manuel Torres Guzman y Carlos Munguia V., en el Aroyo Peaquero (afluente del fo ‘Tonala) del municipio de Las Chospas, Ver., donde han ‘atraido. mis de 1200. hachas ceremonisies, algunas Pulldas hasta'tener una textura untuou ¥ dos de ella on eaprefiados de la més delicada factura, a de més de ‘arias méscaras y figurllas actualmente en extudio en Iuestro Instituto, Entre las mascaras hay dos, sequramente de jade, ex- quisitamente talladas; las otras, de no menor calidad, han sido bastante dafiadas por los elementos —estaban sumer= fidas en el arroyo y con elo han perdido parte dem El sitio de donde provienen deberd ser explorado ex: haustivamente, el hallazgo mismo demuestra la impor tancia que tiene, Desgraciadamente, hasta la fecha, esto no se ha po- dido efectuar, pero el sitio es seguro que ha sido visitado por saqueadores puesto que mis reciente- ‘mente han aparecido en Nueva York, entre los més fuertes anticuarios, miscaras de Arroyo Pesquero ‘marcadas con precios estratosféricos. Ahora es tiempo de dedicarnos al Proyecto Rio Chiquito’ que el Dr. Michael D. Coe de la Universi- dad de Yale realizara en San Lorenzo Tenochtitlan durante los aiios 1966-68 y de la prolongacidn que hiciéramos, por parte del INAH, el que esto escri- be, en 1969, y el Arquedlogo Jiirgen Brilggemman, en 1970. Coe fundamenta su proyecto en las siguientes consideraciones de drden téenico: Descubierta la cultura olmeca, su. origen, naturaleza y fecha miento es uno de los grandes problemas de la Ar- queologia del Nuevo Mundo que esti por resolverse. Debido al descubrimiento de la Estela C de Tres, Zapotes por una parte, y al reconocimiento de la influencia olmeca en los periodos tempranos sobre las culturas del altiplano por la otra, tanto Stirling como Caso y Covarrubias quedan convencidos de que Ia civilizacién Olmeca es anterior a la Maya, ‘que entonces se reconoeia como la mas antigua, ‘A su vez, los Mayistas, con J. E. 8. Thompson y S. G. Morley a la cabeza, se oponian a este punto de vista, s6lo que las evidencias arqueologicas que se estaban obteniendo en diversos lugares iban dan- doles razn a los primeros. Lo més contundente fue quizé la obtencién, en La Venta, de fechas por el procedimiento del C-14, que sitian su construc- cién y ocupacién més densa en el Formativo Medio, entre 800 y 300 a.C. Otra de las interrogantes que hasta la fecha no ha tenido respuesta es la del origen de tal cultura, 118 puesto que al parecer, cuando se instalan en la isleta de La Venta, los olmecas traen ya una cultura totalmente conformada. Covarrubias cree encon- trar sus origenes en el Estado de Guerrero, y Pifia Chan con argumentos similares lo localiza en las tierras altas del Estado de Morelos. Por su parte Coe opina que el origen de la civilizacion y el estilo colmecas debe buscarse en la relativamente pequefia ‘rea metropolitana, en las tierras bajas de la zona costera, entre el Sur de Veracruz y el Poniente de Tabasco; ‘“ésta —dice el Dr. Coe— es el rea en la cual se observa el mayor desarrollo del arte monu- mental y donde la iconografia del hombre-jaguar alcanza su maxima expresion” (Coe, Background of the Proposed Research, Papeles’ de Trabajo, 1965: 2). ‘Si no fue trasplantada de ultramar, dice Coe, la olme- cea es una civilizacién ‘pristina’—esto es, una de las pocas fen 1 mundo que no dependen para si desarrollo, de Ia ‘existencla anterior de otra alta cultura. Uno de los ma yyores avances verfa conocer mejor las circunstancias de ‘su desenvolvimiento, (Beverido, 1970: 98). Formaron equipo con Coe, como investigadores, las siguientes personas: el Dr. Richard A. Diehl fun- giendo las dos primeras temporadas como investi- gador y jefe de campo; la sefiora Paula Krotser ‘como arquedloga y su esposo el Ingeniero Ray- mond Krotser, quien se entendié con las cuestiones contables y financieras ¢ hizo los levantamientos topogrificos. Para los estudios de etnozoologia y zooarqueologia se conté con la sefiora Elizabeth S, Wing del Museo del Estado de la Florida y con Ro- bert R. Miller, James A. Lackey y su esposa Marta de la Universidad de Michigan, El Dr. Minze St ver, también de Yale University, se encargé de ana- lizar las muestras de O-14 obtenidas en el campo. Las prospecciones magnetométricas estuvieron a ‘cargo del Dr. Sheldon Breiner de la empresa Varian Associates de Palo Alto, Cal, con su eficaz auxiliar Marvin Harris. Para la segunda temporada estuvieron con noso- tros los entonces estudiantes avanzados: Ramon a4 Arellanos Melgarejo, en el campo y el laboratorio: Fredrie A. Bakunin en las exeavaciones en ‘Lg Palangana’ y José Villalta —salvadorefio que este diaba en nuestra Escuela Nacional— encargado por un tiempo del laboratorio del que més tarde se hip cargo la sefiora Viola Chable de Diehl. A propuesta del artista Alberto Beltran legs pa- ra auxiliarnos en el dibujo de monumentos y mate, riales otro gran artista, Felipe Davalos, actualmente con una vasta y brillante trayectoria en la reproduc. cién de asuntos arqueolégicos, Finalmente hemos de meneionar nuestra propia participacion; permanecimos con Coe los tres aos que duré el proyecto, contribuyendo con excava- ciones, para fungir en la temporada final como jefe de campo. En el afio 69 y a propuesta del mismo Dr. Coe, recibimos invitacion del Dr. Ignacio Ber. nal en aquel entonces Director General del Institu. to Nacional de Antropologia e Historia, para con- tinuar los trabajos en San Lorenzo, con motivo de la prospeccién magnetométrica que habria de realizarse. Durante la temporada de 1966 la primera tarea fue construir un campamento suficiente para alber- garnos, quedando localizado en una loma al Sur del pueblo, conprendia tres pequeiias casas de emba- ro con techo de palma, horcones y pisos de ce- mento, como cielo raso y en puertas y ventanas se les puso tela de mosquitero para mayor seguridad; una casa para reuniones, con dos pequofias habita- ciones para recibir investigadores visitantes; un amplio laboratorio con estanteria y mesas de traba- jo; en otra casa, la cocina y el comedor con una pequefia habitacion anexa, para la cocinera, En la ladera Este quedé instalado el baiio, con un poz0 de abastecimiento, en tanto que los otros servicios sanitarios se ubicaron en la ladera Oeste, al otro la- do del campamento. Finalmente se construyeron dos galeras a la manera vernécula para contener la planta de luz, implementos, herramientas y mate- riales, Todo el campo quedé cereado con tela de alam- Foto: Carlos Cano bre para impedir el acceso a vacas, caballos y aves de corral que vagan sueltos todo el tiempo. En febrero, la Compaiifa Mexicana Aerofoto efectia un vuelo para tomar una cobertura aerofo- togrifiea de aproximadamente cien kilometros cua- drados a escala 1:8000 que servira para los planos topogrifieos y los estudios de uso del suelo que se preteaden llevar a cabo. Krotser y Beverido trabajan en sendas excava- ciones dentro del pueblo en tanto que el Ing. Krot- ser establecia las lineas de base para la elaboracion de sus planos. Coe y Diehl efectiian recorridos y muestrean la superficie. Se hacen nuevos hallazgos de monumentos: el niimero 18, fragmento de un altar parecido al niimero 2 de Potrero Nuevo; el 19, una cabeza muy destruida; el 20, un altar que de- bid tener una forma similar a la del altar 14 del mismo sitio, con un sacerdote emergiendo de la pared frontera y portando un nifio-jaguar, solo que mucho més destruido, y el mimero 21, quiz el mas importante, una especie de caja mas o menos rectangular con un relieve por afuera de la base que representa de manera muy realista un animal que camina de derecha a izquierda, dificil de identificar, parece un perro o un coyote; descansaba reclinad: sobre un lecho en el que se halld, a manera de ofrenda, en dos eapas, un conjunto de siete hachas y nédulos en proceso, adems de restos de grandes vasijas y muestras de carb6n vegetal, El Dr, Diehl se hizo cargo de las excavaciones en los monumentos 20y 21. Finalizando la temporada y cuando el rio hal bajado lo suficiente, el arquedlogo Diehl hizo algu- nos cortes en la ribera, en el lugar lamado ‘El Re- molino’ obteniendo ademas de gran cantidad de materiales cerimicos diagnésticos, seis muestras de carbon Para 1967 se distribuye el trabajo como sigue: Coe y Diehl se harin cargo del centro ceremonial, excavarin en las mismas viejas calas de Stirling y Drucker y en otra pequefia plaza situada al Noroes- te, un cuadrado cerrado por monticulos largos y bajos, al que posteriormente lamaremos ‘La Palangana’. Paula Krotser emprende una exeavaci6n en irea, al Sur de nuestro campamento, en cuadros alterna: dos y sin profundizar mayormente, con el fin de determinar la época y la intensidad de la ocupacion final del sitio. Ramon Krotser, ademis de sus labores adminis. trativas contimia con la topografia hasta terminar el plano de Ia meseta, abarcando una érea con aproximadamente 1,800 m. de Norte a Sur y 1,200 de Oriente a Poniente y curvas de nivel a un metro de diferencia, en él fija el sitio de hallazgo de los monumentos conocidos hasta la fecha. La Univer- sidad de Yale lo edita al afio siguiente. Beverido se hace cargo de continuar las excava- ciones en el monumento 20 para, de ser posible, moverlo a su posicidn correcta y estudiar el lecho en el que descansa; ademas, hacer una trinchera en Ja explanada hacia el Oeste del pozo para estudiar los asientos de habitaciones que se advierten; en es- ta labor es auxiliado por Ramén Arellanos. Cuando la arquedloga Krotser da fin a sus excavaciones 115 ‘horizontales’, viene a la Peninsula Noroeste, como Je lamamos, para emprender una trinehera perpen- dicular a la que excava Beverido. José Villalta esta a cargo del laboratorio y Fred Bakunin auxilia a Coe y Diehl. Més adelante hay cambios: Diehl queda en la plaza principal haciendo dos trincheras; Fredric Bakunin se hace cargo de los trabajos en ‘La Palan- gana’ y rescata una hermosa hacha ceremonial. El Dr, Coe se va a explorar la prolongacion al extremo Poniente del sitio, denominada Grupo D, para lo- rar Jos descubrimientos més sensacionales de la temporada, de los que luego hablaremos, Villalta se va y Arellanos pasa a hacerse cargo del laboratorio y cuando éste nos deja por haber cum- plido con su practica, queda la sefiora Chable de Diehl a cargo de tales labores, Al finalizar enero visitan el campamento los Doctores Heizer, Drucker y Graham de la Universi- dad del Estado de California, acompafiados por cuatro de sus estudiantes, 8 de marzo comienzan a precipitarse los acon- tecimientos, atendiamos la visita de altos funciona- tios de Pemex en Coatzacoaleos cuando vino uno de los peones de Coe muy emocionado a pedir que fuera a ver lo que acababan de descubrir y fui- mos todos, incluidos los visitantes. + sin estar totalmente descubierto, se vets Ia magni ficenels del monumento, al que le correspondi el name- +0 34: una figura antropomorta hincada sobre su pierna derecha y con la izquierda levantada —decapitado deages. ‘ spariulriad ademas, gue hnunea antes habfamos tenido oportunidad de ver, no tiene brazos, a la altura de lor hombros tiene unos i fiones cireulares con un plano vertical estriado en ciyo ccentro hay una oquedad; todos pentamos que servirian, para recibir unos brazos articulados ~quiza de madera para hacerlos més livianos, y que por ser de tal material, Ro pudieron resisitir el paso de los ahoe—, entre las Diernas se encontraba una ofrenda de materiales cerémai, cos de la Fase San Lorento, (Beverido, 1970: 121), Continuaron los hallazgos, vino el 37, un tigre sen- tado, enseguida el 38, un fragmento quizd de un altar, luego el 40, una seccién de los ductos, una especie de canal de piedra, y finalmente el 41 y el 176 43, el primero una enorme columna ci con las aristas redondeadas, en uno de sus lades ostenta un bajorrelieve con unos dibujos burdos de una cara olmeca y dos manos;eliltimg, el més pequefio de los encontrados, es un inseetg fantastico con euatro pares de patas y la cabeay erguida. Los trabajos en La Palangana se dan por terming. dos; lo que hacia Diehl en la plaza principal qued suspendido, continuara el afio proximo al Sur del monticulo principal, mientras tanto se va a auxiliar @ Coe, éste inicia nuevas excavaciones como ochen. ta metros hacia el Oeste de donde ha estado traba, jando y rescata cinco esculturas mas, a las que da. mos los niimeros 30, $1, 32, 44 y 45, entre ellis resulta la 30 la mas importante, es una plancha fragmentada, en una de sus caras tiene en bajorre- lieve una especie de dragon con cabeza de ‘casija. guar’ y un cuerpo largo y retoreido que parece recubierto de plumas o de escamas. Deciamos en 1970 (Beverido, 1970: 123) de este monumento que ‘mostré una excelente asociacian ccansaba sobre los pisos caracter Lorenzo, formados por delgadas capas de arenas de colo- res bajo del cual se encontré una larga secuencia de Ma teriales Pre San Lorenzo. Habia, cubriéndolo, tepaleates de San Lorenzo, con gran cantidad de trozos de ‘aja’ (bentonita. Para finalizar la temporada, el Ingeniero Krotser en- contr6 sobre el suelo otro monumento interesante: tuna figura humana sedente, con las piernas cruza- das, porta una capa sostenida por unas cuerdas que se atan en el pecho y tienen asida con las manos, en el regazo, la cabeza de una serpiente que le rodea la cintura, le corresponde el ntimero 47. Para ese entonces ya han sido publicados los re- sultados del analisis de las seis primeras muestras de carbén todas procedentes de El Remolino, de las excavaciones que hiciera Diehl el afio anterior, ubi- cindose dentro de los 1300-800 a.C., la Fase San Lorenzo, excepto una que, probablemente por con- taminacién con asfalto, llega hasta 2121 a.C. ido tiene a su cargo las excavaciones en la Peninsula Noroeste, el lugar donde se encontré el Har nimero 20; aqui trabaja hasta moverlo a su fosieién natural lo cual permite observar que en la Pira posterior tiene excavadas unas oquedades rec- fangulares a manera de una alacena, y en la parte superior una fisura artificial que muestra cémo se llevé a cabo su destrucciOn. Enseguida exeava en lo ue fuera el asiento del monumento hasta llegar a jhe 3.69 m, de profundidad donde encuentra suelo ‘extéril, todos Jos materiales obtenidos aqui son de in Fase Ojochi, Simulténeamente con estas labores, trabaja en la trinchera abierta hacia el Poniente del monumento y orientada de Norte a Sur, formada por siete pozos, uno central de 5 por 3 metros y los seis restantes de 3 por 3, tres hacia el Norte y tres hacia el Sur, separados todos ellos por paredes de 50 ems. Frente al pozo central, Paula Krotser a su vez inicia otra trinchera de Oriente a Poniente, ‘Aqui en el pozo central encontramos el monu- mento 42, un fragmento columnar de basalto de 75 ems. de alto y 40 de didmetro, eon un brazo y una mano en bajorrelieve, conservando pintura roja en los intersticios “estratigraficamente ésta es la escultura mas temprana que hemos encontrado y posiblemente sea el monumento olmeca mas anti- uo que se conoce. . .” dice Coe (1968 a: 4). Para terminar con la temporada ‘67 diremos que en lla se hicieron las mayores excavaciones, se obtuvieron varias toneladas de materiales cerémicos con los que se pudieron establecer otras fases de ocupacién, Palangana, posterior y Chicharrras, Ba- jio y Ojochi, anteriores a San Lorenzo. Se descu- brieron 27 nuevos monumentos y 2) metros linea- les de los canales de piedra formados por secciones de 60 cms, de largo, perfiles en U y cubiertas pla- nas, Se terminé el plano de la meseta de San Lorenzo y se demostré que el sitio no sélo fue un centro ce- remonial, sino un lugar de habitacién cuyo periodo de mis intensa ocupacidn fue precisamente dentro de la Fase San Lorenzo. Se concluyé el trabajo de campo para los estudios etnoecolégicos y de usos de suelos y se tomaron muchas nuevas muestras de ccarbén, algunas muy valiosas puesto que sus anéli- sis arrojaron fechas que vinieron a confirmar las Propuestas para la Fase San Lorenzo. Para la temporada ‘68 se planean investigaciones menores, somos pocos los que continuamos en el proyecto y se nos han encomendado tareas preci sas; el Ingeniero Krotser tiene el encargo de descu- brit los canales de piedra hallados el aiio anterior, determinar su longitud y posibles conexiones; la arquedloga Krotser hard un corte por el lado Sur del monticulo principal; a Beverido se le encomien- da investigar una especie de horno que P. Drucker descubriera al Sureste de ‘La Palangana’, y nada mis. Los acontecimientos modifican todo lo planea- do, primero los peones del Ing. Krotser chapeando una caiiada en busca de los canales de piedra, en- ‘cuentran unos huesos humanos que nos reportan de inmediato dando oportunidad a Beverido de efectuar un trabajo mucho mis interesante y cuan- do se pensaba que la temporada llegaba a su fin, Megan los téenicos de Varian Associates para proba ‘sus nuevos magnetometros, con tan buenos resul- tados que detectan, el mismo dia de iniciar los tra- bajos, varias anomalias indicadoras de la presen de objetos de piedra bajo el suelo; al dia siguiente se excavan varios de estos puntos y se hace el pri mer hallazgo de un monumento por este procedi- miento. El corte que la sefiora Krotser ha hecho en el lado Sur del monticulo principal la lleva a la con- clusion que el monticulo tiene 3 0 4 fases del periodo Clisico descansando en un basamento con materiales Palangana, y mas abajo, de la Fase San Lorenzo. EL 16 de Febrero reporta el Ing. Krotser a Beve- ido para que se haga cargo, el hallazgo que han hecho sus peones, en una canada al sureste de la meseta, de unos huesos largos al parecer humanos, La cafiada corre casi exactamente de Norte a Sur y el punto del descubrimiento queda 20 metros abajo del nivel general de la meseta, con un monte alto qmT

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