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FILOSOFÍA DE LA RELIGIÓN
● Cuál es la principal inquietud que nos causa el tema del día de hoy?
● ¿Qué es religión?
● ¿La religión es necesaria para el ser humano?
● ¿Qué salva: la religión o la iglesia, juntas o ninguna de las dos?
● Hay filósofos que han estudiado el fenómeno religioso’ cuáles?
● ¿Qué es filosofía de la religión?
● ¿Qué es más importante la razón o la fe o son iguales?
● ¿Dónde nace la fe y donde el ateísmo?
● ¿Está de acuerdo con los filósofos que ven la religión como una
enfermedad o como una neurosis social? ¿por qué?
● Cuál es el papel de Dios en todo este asunto? ¿Existe o no existe, es
importante o no?
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FILOSOFÍA DE LA RELIGIÓN
Contenido
NOCIÓN DE RELIGIÓN
EL FENÓMENO RELIGIOSO
ORIGEN DE LO RELIGIOSO EN EL SER HUMANO
EL HECHO EMPÍRICO DE LA RELIGIÓN
LAS RELIGIONES MÍSTICAS
• El hinduismo
• El budismo
LAS RELIGIONES REVELADAS
• El judaísmo
• El cristianismo.
El islamismo.
PRINCIPALES REPRESENTANTES DE LA CRÍTICA DE LA RELIGIÓN
El origen de la religión
¡"Contar" con las creencias!
La religión empobrece al ser humano.
La religión es el opio del pueblo
La religión es una ilusión colectiva
Dios actúa por conductos humanos
La dialéctica fe-razón
PRUEBAS FILOSÓFICAS ACERCA DE LA EXISTENCIA DE DIOS
NOCIÓN DE RELIGIÓN
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Para explicar el hecho religioso, los filósofos han intentado definir la religión
etimológicamente, recurriendo a dos fuentes distintas:
• Para Lactancio, la palabra religión se deriva del verbo latino religo-are, que
significa "ligar", "sujetar". "Estamos obligados por este vínculo –dice- y atados
fuertemente con Dios".
Los filósofos griegos, sobre todo Platón y Aristóteles, iniciaron esta vía
teológica proponiendo una demostración de la existencia de Dios. Para Platón,
Dios es el creador bondadoso y amoroso de todo lo existente. Para Aristóteles,
Dios es el primer motor inmóvil, el principio y causa primera de movimiento.
EL FENÓMENO RELIGIOSO
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Sucedía también que las mismas normas de los tabúes podían ser violadas y
que quien lo hacía quedaba contaminado. Para liberarse de esa impureza, era
preciso que la persona se sometiera a baños o aspersiones. Estos rituales
constituían los tabúes de purificación.
efectivas con la divinidad sometiéndose a ella. Para lograr esa relación con la
divinidad, se hace uso de unas mediaciones que pueden ser simbólicas o
materiales. Al conjunto de ritos de una religión se les denomina culto.
Uno de los elementos más constantes en las religiones es el hecho que el ser
humano obedece a la fe y da a Dios una respuesta. Sin embargo, desde la
antigüedad, los seres humanos buscaron explicaciones racionales a las
verdades que se les había propuesto para creer. Es así como se generó una
ciencia, paralela a los contenidos de la fe, que pretendía dar una explicación
racional a los datos revelados: la teología.
Los filósofos griegos, sobre todo Platón y Aristóteles, iniciaron esta vía
teológica proponiendo una demostración de la existencia de Dios. Para Platón,
Dios es el creador bondadoso y amoroso de todo lo existente. Para Aristóteles,
Dios es el primer motor inmóvil, el principio y causa primera de movimiento.
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Entre los siglos XIX y XX, algunos filósofos emprendieron una dura crítica a la
religión, que en general trae expresa la idea de que la religión obstaculiza la
realización del ser humano y de la sociedad. Veamos algunas de estas críticas.
Marx considera que toda religión inhibe al ser humano de su fuerza liberadora,
y acusa al cristianismo de haber dado soporte ideológico a la explotación de
una clase social por otra, y de haber suministrado a la burguesía una moral
dirigida directamente contra el pueblo. Esto se percibe, dice Marx, en ideas
tales como la pobreza evangélica y la resignación que mantienen al pueblo
sometido a las clases dominantes.
Sartre refleja en sus escritos la angustia del ser humano, su confusión, porque
no encuentra en nada ni en nadie la explicación de su existencia. "El ser
humano no es otra cosa que lo que él se hace, lo que él proyecta", y para
lograrlo debe ser completamente libre. Por tanto, admitir a Dios equivaldría a
una especie de suicidio ya que "Dios es la mayor amenaza para nuestra
libertad". Debe rechazarse la noción de Dios como algo irreconciliable con la
libertad humana.
"Para enriquecer a Dios debe empobrecerse el ser humano; para que Dios sea
algo, el ser humano debe ser nada. El ser humano afirma en Dios lo que niega
en sí mismo. Dios no es lo que es el ser humano; el ser humano no es lo que
es Dios. Dios es el ser infinito, el ser humano el ser finito. Dios es perfecto, el
ser humano es imperfecto. Dios es eterno, el ser humano es temporal. Dios es
omnipotente, el ser humano es impotente. Dios es santo, el ser humano es
pecaminoso. Dios y el ser humano son extremos.
La justificación de la religión
Del mismo modo que existen críticas a la religión, también existen pensadores
que la justifican. Los más destacados son Gabriel Marcel y Víctor Frankl.
Este psicoanalista austríaco hace ver que la religión es una dimensión natural
del ser humano que le convierte en un ser religioso ya que esa dimensión
abarca todos los estratos del psiquismo.
Las pruebas religiosas son eficaces para quien recurre a ellas en actitud
suplicante, pero no prueban nada para quienes las examinan como jueces. A
un intelectual le parecerá demasiado estrecha la puerta de un Reino que tiene
como ciudadanos modelos a los que se han hecho como niños. Y no es
extraño que el intelectual se sienta incómodo en un banquete al que han sido
invitados los más sencillos, sin que se les exija para entrar ni título ni examen
alguno. Por último, el intelectual es un hombre de ideas; importantes, valiosas,
pero ideas al cabo"1.(Pasaje tomado del libro cristo hoy de Juan Martín Velasco). cfr. Santillana 2 pág. 116.
1
En este texto, Juan Martín Velasco, crítica a todos aquellos autores que buscan explicar la existencia de Dios por
medios racionales.
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El origen de la religión
"La religión no es otra cosa que el reflejo fantástico que proyectan en la cabeza
de los seres humanos aquellas fuerzas externas que gobiernan su vida diaria,
un reflejo en que las fuerzas terrenales revisten la forma de poderes
sobrenaturales. En los comienzos de la historia empiezan siendo las potencias
de la naturaleza los objetos que así se reflejan en la cabeza de los seres
humanos, y con los diferentes pueblos, las más diversas y abigarradas
personificaciones. La mitología comparada nos permite seguir este proceso, a
lo menos en los pueblos indoeuropeos, hasta remontarnos a sus orígenes en
los "vedas" indios; en su desarrollo posterior está detalladamente comprobado
entre los indios, los persas, los griegos, los romanos y los germanos.
Pero pronto, al lado de las potencias naturales, entran en acción los poderes
sociales, poderes que se enfrentan al ser humano y que al principio son para él
tan extraños e inexplicables como las fuerzas de la naturaleza, y que, al igual
que éstas, le dominan con la misma aparente necesidad natural. Ahora, las
figuras de la fantasía, en las que al principio sólo se reflejaban las fuerzas
misteriosas de la naturaleza, cobran atributos sociales, se convierten en
representantes de poderes históricos. Al llegar a una etapa más avanzada de
desarrollo, todos los atributos naturales y sociales de los numerosos dioses se
concentran en un solo dios omnipotente, que a su vez no es más que un reflejo
abstracto. Y así surge el monoteísmo, que fue históricamente el último producto
de la posterior filosofía vulgar de los griegos, que encontró su encarnación en
jehová, el dios nacional y exclusivo de los hebreos". (Friedrich Engels, Anti-
Dührin cfr. Santillana 2 pág. 105
Las creencias constituyen la base de nuestras vidas, porque ellas nos ponen
delante lo que para nosotros es la realidad misma. Toda nuestra conducta,
incluso la intelectual, depende de cuál sea el sistema de nuestras creencias
auténticas. En ellas "vivimos, nos movemos y somos". Por lo mismo, no
solemos tener conciencia expresa de ellas, no las pensamos, sino que actúan
latentes, como implicaciones de cuanto expresamente hacemos o pensamos.
Cuando creemos de verdad en una cosa, no tenemos la "idea" de esa cosa,
sino que simplemente "contamos con ella". En cambio las ideas, es decir, los
pensamientos que tenemos sobre las cosas, sean originales o recibidos, no
poseen en nuestra vida valor de realidad. Actúan en ella precisamente como
pensamientos nuestros y sólo como tales. Esto significa que toda nuestra "vida
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LIBRO El porvenir de una ilusión DE SIGMUND FREUD). Cfr. Santillana 2 pág. 116
En este orden de ideas, debemos advertir que si Freud afirmaba que "la religión
es una neurosis obsesiva común al género humano", nosotros nos sentimos
tentados a dar la vuelta a estas palabras atreviéndonos más bien a afirmar: la
neurosis obsesiva es la religiosidad psíquicamente enferma". (Pasaje tomado del libro la
presencia ignorada de dios de v. Frankl). cfr. Santillana 2 pág. 116
La dialéctica fe-razón
Desde los mismos inicios del cristianismo, se dio una confrontación entre los
contenidos de la fe y las explicaciones racionales de los filósofos. Esto obedece
a que los dominios de la fe y de la razón son distintos: la razón postula libertad,
la fe exige obediencia; la razón quiere construir una sabiduría explicando y
demostrando sus opiniones, la fe construye su conocimiento a partir del dogma
que no admite crítica.
Durante los tres primeros siglos del cristianismo, junto con las persecuciones
políticas, la fe se vio confrontada por la razón, en especial por la filosofía
platónica. La primera reacción de los padres de la Iglesia fue defender la fe y
atacar la razón. Luego, hacia el siglo IV, San Agustín intentó conciliar fe y razón
demostrando que la filosofía platónica no contradecía las verdades reveladas
en la Biblia y que, al contrario, juntas se complementaban. Sin embargo, y a
juzgar por las explicaciones contenidas en su libro La Ciudad de Dios, Agustín
utilizó la razón como un instrumento de la fe. Posteriormente, hacia el siglo IX,
con la introducción de las obras aristotélicas a Europa, se suscitó nuevamente
el debate entre la fe y la razón. Hacia el siglo XIII, Tomás de Aquino hizo un
nuevo intento de conciliar la fe y la razón; para ello, procuró armonizar la
filosofía aristotélica con los contenidos de la Biblia, llegando incluso a
demostrar racionalmente la existencia de Dios. Sin embargo, a partir del
Renacimiento, entre los siglos XV y XVI, los filósofos se decidieron a separar la
fe de la razón, cosa que se logró en el siglo XVIII, durante la Ilustración.
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LA REVELACIÓN Y LA RAZÓN
1. Argumentos teológicos.
Estos son los que se basan en la palabra de Dios (la Revelación) contenida en
la Biblia. Leyendo los libros Sagrados notamos cómo Dios nos revela
personalmente que El existe y cuál es su esencia: un Dios en tres Personas,
necesario, inmutable, infinito, único y eterno. Dios es eterno en cuanto a la
duración e infinito en sus perfecciones.
2. Argumentos filosóficos.
Mas la razón humana no puede comprender por sí sola las cosas que
pertenecen al reino de la metafísica, es decir de las cosas que están fuera y
por encima del alcance de nuestros sentidos externos. Por lo mismo el hombre,
si no se prende de las cosas sensibles, jamás podrá conocer la existencia de
los seres metafísicos, ni mucho menos la existencia de Dios.
La teología natural tiene relación indirecta con la salvación del alma, por cuanto
apenas si siembra la inquietud del Más Allá en los hombres de buena voluntad.
Teodicea (del griego Theós = Dios, y dike = justicia) es la ciencia que prueba la
existencia de Dios por medio de la Razón y significa: Justificación de Dios,
proclamación de la existencia de Dios.
Por el hecho de que la Teodicea parte de la razón para llegar a Dios, se llama
también Teología natural, la que nos lleva al conocimiento de un Dios que,
aunque no lo podamos llamar (mientras tanto) con su verdadero nombre, sí lo
podemos presentar al mundo creyente y al no creyente como un ser necesario
y absoluto, único, etc. Ese Dios así concebido, y a quien los que no creen en la
Revelación llaman vagamente Ser Supremo, Alá o Gran Arquitecto del
Universo, es un Dios impersonal.
INTRODUCCIÓN
Hay dos clases de pruebas filosóficas: las pruebas metafísicas y las pruebas
morales. Aquellas se podrían llamar también físicas, pues la razón, para llegar
a Dios, necesita apoyarse en las cosas materiales (las que se perciben por los
sentidos).
Admitido que lo que se mueve es movido por otro, réstanos indagar quién es el
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primer motor que imprimió e imprime todavía el movimiento de las cosas. Ese
motor debe ser inmóvil naturalmente, de lo contrario no sería el primer motor.
Para probar la existencia de la primera causa eficiente hay que partir de las
cosas creadas que son su efecto. Más propiamente, y para emplear el lenguaje
filosófico, hay que recurrir al encadenamiento del efecto con su causa.
Para llegar a la causa primera de todas las cosas nosotros vamos a partir de un
efecto cualquiera.
Y como tal cosa por contradictoria repugna a la razón, no queda otro camino
que admitir la existencia de un Ser que no nació de nadie (que no es efecto) y
que por tanto se hizo a sí mismo (que es causa de sí mismo).
Las cosas creadas no nacen por sí solas. En lenguaje filosófico se dice que
ellas no tienen la razón de ser en sí mismas sino en otro: en el ser que las
produjo. Y se dice que no son necesarias porque pueden existir o no existir al
conjuro (consciente o ciego) de otro ser.
Mas, si bien ellas son indiferentes para nacer o no nacer, están naturalmente
sujetas a una serie de contingencias que vienen de atrás hacia adelante con
respecto a nosotros y que deben empezar necesariamente en un ser que no ha
recibido la existencia de nadie. Porque toda serie empieza por la unidad, y ese
uno, por ser tal, debe tener forzosamente la razón de su existencia en sí mismo
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y no en otro.
Ese ser así concebido y que no se puede dejar de admitir se llama Ser
necesario y es uno solo: Dios.
Además notamos cómo hay cosas más perfectas que otras. Ello indica que la
perfección no tiene límite en su umbral superior. En las regiones más elevadas
de lo bello siempre hay campo para mayor belleza. Más aún. La experiencia
demuestra que no hay cosa absolutamente perfecta en la tierra. Siempre hay
posibilidad de hacer algo mejor. De ahí el afán constante de superarse uno a sí
mismo.
Hemos visto hasta ahora cómo las cosas creadas tienen distintos grados de
perfección y cómo ninguna de ellas posee la perfección absoluta. Entonces
decimos: si hay perfecciones relativas debe necesariamente existir una de tal
manera absoluta que sin ella no puede haber bellezas ni perfecciones posibles.
Todas las cosas tienden a un fin. El universo entero tiene un compromiso serio
con el Creador: cumplir las leyes que le han sido impuestas. Recordemos que
para eso fue creado el mundo: Para que cumpla con las leyes que le han sido
impuestas. Ese cumplimiento es consciente en los hombres, instintivo en los
brutos, sensitivo y ciego en las plantas, y completamente ciego en los
minerales.
Más, ¿quién impuso esa ley que hace "marchar" todo lo creado dentro de un
orden admirable?
Los planetas describen fielmente una órbita que ellos no se han trazado. La luz
se riega a pesar suyo y los sonidos se propagan en el espacio, llegan al oído
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Las cinco pruebas anteriores son las propuestas por Santo Tomás en su "Suma
teológica".
Al hablar luego de los motivos que impelen a los sabios, dice: "La experiencia
religiosa cósmica es el resorte más fuerte y noble de la investigación científica".
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No hay ser humano que no busque afanosamente la felicidad. Mas está visto
que los hombres son incapaces de proporcionarla tal como uno la quisiera:
plena, total, sin reticencias.
Luego hay que admitir la existencia de un Ser que no solo trascienda nuestra
naturaleza (que esté por encima de ella) sino que, después de haber puesto en
la conciencia del hombre ese deseo tan grande de felicidad, sea capaz de
satisfacerlo plenamente. Ese Ser es Dios.
Todo hombre, por ignorante que sea en las ciencias y en las artes, ya more en
ciudades populosas o en los rincones más apartados del globo, sea él rico o
pobre, distinguido o humilde, siente la necesidad de dirigirse a un ser superior
que él supone existente sin saber por qué. La historia de la humanidad así lo
demuestra. Ya lo dijo Cicerón: "No hay pueblo que no eleve templos a los
dioses".
Todo esto indica que la idea de Dios es universalmente aceptada, por estar
metida muy honda en la conciencia de la humanidad.
Faltaría algo a este breve ensayo si, después de probar la existencia de Dios,
pasáramos por alto estos dos atributos suyos: la eternidad y la infinitud. La
eternidad de Dios se desprende de su propia esencia. Para probarlo hay que
recurrir a la noción del tiempo.
Pero hay también seres creados cuya esencia no cambia nunca. Son los
ángeles y el alma humana. Nacen, pero no mueren. Empiezan en el tiempo,
pero no terminan en él. Son independientes de las sucesiones constantes del
antes y el después.
Los filósofos emplean una palabra especial para indicar la duración de esos
seres. Dicen que ellos viven en el evo y que por lo tanto son infinitos,
El único ser que vive en esa duración es eterno, y nosotros lo llamamos Dios. F
por ser eterno, Dios es también infinito. Eterno en su ser e infinito, en sus
perfecciones.
Ser "eterno" es aquel que no ha tenido principio ni tendrá fin: Y ser "infinito" es
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todo aquel que ha tenido principio y no tendrá fin: los ángeles y el alma
humana.
Pero podemos considerar como infinitos también a todos aquellos seres que
han tenido principio y tendrán fin: un libro, una casa, el árbol, la lluvia, etc.
Pero los hombres se acabarán, lo que significa que cesarán las alabanzas.
Luego esas alabanzas son finitas y Dios deja de ser infinito bajo ese aspecto.
Unas veces llamamos "nada" a una cosa que sí existe, pero que no está
presente en el momento. Es la "nada" común y vulgar que indica ausencia, que
nosotros llamamos nada relativa.
Ejemplo: Cuando una partida de fútbol cierra a cero puntos, decimos y con
razón: los jugadores no hicieron nada. Como quien dice: existen (aunque sea
en mi mente) unos seres que se llaman puntos o goles, más los jugadores no
se dieron maña de hacerlos efectivos, de hacerlos presentes.
Otras veces llamamos "nada" a una cosa que no existe. La "nada" así
concebida la llamamos nada absoluta. Ejemplo: Dios creó el mundo de la nada.
La "nada", en este caso, es la "no existencia del mundo".
Ahora, como toda perfección que reciben las creaturas redunda en gloria
externa de Dios, Dios en cierto modo recibe para sí esa perfección a través de
sus criaturas. Pero no la recibe en su ser, internamente, esencialmente, porque
la esencia de Dios no varía, sino la recibe en sus atributos externos, a través
de los aumentos estéticos, cuantitativos, cuantitativos, etc., de las cosas por El
creadas. ,
En cambio las cosas creadas sí tienen una perfección máxima; por eso
decimos que las perfecciones de las cosas tienen un límite. Así una manzana,
una vez llegada a su madurez, ya no es susceptible de más perfección. De ahí
en adelante empieza más bien a des-perfeccionarse.
Dios no hace nada inútilmente, luego las cosas creadas son necesarias.
Respuesta. Sólo Dios tiene la razón de ser en sí mismo, porque sólo Él se hizo
a sí mismo. Por tanto sólo Dios es el único ser necesario, el único ser que no
puede no existir, porque su esencia implica inevitablemente su existencia. Dios
es y existe al mismo tiempo.
En cambio todo lo que es creado: las cosas materiales y las espirituales que
alguna vez comenzaron a figurar en el mundo, no tienen la razón de ser en sí
mismas sino en Aquel que les dio el ser. No son, pues, necesarias. Pudieron
ser creadas o no creadas.
No sobra agregar que las cosas existen, o porque Dios las hizo directamente
(como es el caso del primer núcleo que echó a rodar en el espacio), o porque
las mandó y aun las manda hacer por medio de las causas segundas, como
sucede con el fruto engendrado por el árbol y su flor. El árbol puede dar flores.
Pero a veces, por cualquier circunstancia, no las da. Esto quiere decir que el
fruto puede ser creado, o no. Por eso decimos que el árbol y el fruto no son
seres necesarios.
Si los seres creados no son necesarios, las cosas nuevas que vemos
constantemente, tanto en lo material como en el orden intelectual, son
innecesarias, puesto que la humanidad ha vivido mucho tiempo sin ellas.
Y esas cosas nuevas, por serlas no son necesarias, ya que "la humanidad ha
vivido mucho tiempo sin ellas".
Respuesta, No, señor. Habría sido injusto si Él no hubiese dado la ley: "De este
fruto no comeréis".
Donde entra la ley, cesa la libertad del individuo. Adán y Eva, después de*
recibir la orden, ya no fueron libres de comer o no comer. Estaban obligados a
no comer. Debían obedecer, que eso es justicia.
Nadie ha visto a Dios, pero todos lo vemos a través de sus obras. Desde ^1
momento que existe el mundo, debe existir su hacedor, a la manera que si
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Voz desde la hoguera: Yo soy el que soy = el que no puede no ser = el que
siempre ha sido y no puede dejar de ser = el que existe de por sí (de quien su
esencia implica la existencia) = el que existe porque sí, y punto.
Todas las cosas existen en Dios, como una estatua existe en (la cabeza
de) su escultor. Luego también el mal existe en Dios.
Respuesta. Todas las cosas existen en Dios. Es cierto. Inclusive el mal. Pero...
¿de qué manera existen las cosas en Dios? Aquí está el problema.
Pero supongamos que las cosas no tuvieran defectos. ¿Qué pasaría? Que
todas ellas serían perfectísimas al mismo tiempo, y todas serían eternas (ya
que la eternidad es la máxima perfección); y todas serían creadoras de las
demás, etc.
b) Las cosas existen en Dios eminentemente, es decir por lo alto, por fuera
de la esencia de Él; de una manera superior, sobresaliente. Existen en Dios,
pero no son Dios.
¿El brillo es el anillo? No, señor. El brillo está juera de la esencia del anillo.
El anillo tiene una abolladura, que es un mal. ¿Podemos pensar por un sólo
momento que el joyero le desee al anillo ese mal? De ninguna manera. El
artista siempre busca para su obra la mayor perfección. El pintor resguarda su
cuadro de la humedad y lo favorece contra el calor, el robo, las raspaduras, los
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golpes, etc.
Se ve claro entonces que, a pesar de que el mal existe porque hay Dios, Dios
no es la causa directa del mal. Es apenas una causa indirecta, en cuanto que
ha creado la persona o la cosa que produce el mal.
Dios es causa directa únicamente del primer núcleo del cual resultó el universo.
Por eso decimos que, después de la creación, Dios deja obrar a las causas
segundas.
Dios conoce nuestro futuro. ¿Por qué, entonces, no nos evita las
desgracias?
Dios nos hizo libres. Por tanto deja a cada uno de nosotros la responsabilidad
de sus actos.
Ejemplo:
Es de mañanita.
A los cinco minutos un taxista, que acaba de dejar un peregrino al pie del
Santuario, resuelve regresar a la ciudad e inicia la «bajada, desatendiendo la
prohibición consignada en un gigantesco aviso. Yo también le recuerdo que no
puede bajar. Que debe esperar a la tarde. Mis palabras son sofocadas por el
estruendo del motor en marcha.
Dicho y hecho.
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Ateo es el que dice no creer en Dios. Que afirma que Dios no existe.
San Anselmo toca el problema cuando dice que desde que uno. Nombra a Dios
o piensa en El, afirma implícitamente que existe un ser superior cuyas
características son las de creador de todas las cosas, de sustancia eterna e
inmutable, providente, justo, bueno, santo, amable, misericordioso, etc., en
grado sumo.
El alma es:
En este caso tanto el cuerpo como el alma son sustancias incompletas, y por lo
mismo insubsistentes, que se han unido para formar una sustancia nueva —
esa sí completa— que se llama hombre. El cuerpo es la materia prima y el
alma es su forma sustancial.
La existencia del alma se prueba cabalmente partiendo del hecho de que ella
es un principio vital.
a) Primera prueba.
Los cuerpos vivientes se mueven con un movimiento espontáneo (es decir sin
intermediarios extraños) e inmanente (que reside dentro de ella). Esto se
registra en los tres grados de la vida: el vegetativo (la vida de las plantas), el
sensitivo (de los animales) y el racional (del hombre).
Pero a todos nos consta cómo el hombre, el ave y el lirio se mueven: ¡el
vegetal sólo en cuanto a su crecimiento (que crecer es moverse), el irracional,
además, en cuanto a su movimiento de traslación (de una parte a otra) y el
hombre, además, se mueve con movimientos espirituales (que pensar,
recordar, decidirse son movimientos del espíritu, del alma).
En la base de todos esos movimientos debe haber, como la hay, una fuente de
energía.
Veamos cuáles:
Sólo Dios es eterno. No tuvo principio ni tendrá fin. Todos los demás seres
tienen principio y mueren, a excepción de los ángeles y del alma humana. Los
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El alma es capaz de ejercer sus funciones sin la colaboración del cuerpo. Así
por ejemplo, el solo deseo de dar una limosna es de suyo un acto meritorio,
aunque la mano no se mueva para entregar la moneda. El cuerpo, en cambio,
es incapaz de ejercer sus funciones de por sí. Un cadáver no se mueve.
Mas como aquí en la tierra hay injusticias debido a la natural flaqueza humana,
debe necesariamente existir un lugar en donde se haga siempre justicia y en
donde el hombre sea premiado o castigado debidamente.
Todos aspiramos a la felicidad. No hay un solo ser humano que no quiera ser
feliz. Y es precisamente el alma la que desea ardientemente esa felicidad. Pero
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nadie logra ser plenamente feliz en este mundo. Entonces debemos suponer
lógicamente otra región en donde el alma pueda alcanzar esa felicidad. En
donde el vivir feliz no sea menguado por ninguna contrariedad. Y como
felicidad que se acaba ya no es felicidad, debemos convenir en que ella debe
ser eterna, necesariamente.
Anotemos, por último, que el alma humana es inmortal por querer de Dios, es
decir que el alma goza de inmortalidad extrínseca.
Si el alma pudiera hacerse inmortal por sí sola, sin la ayuda de Dios, esa
inmortalidad se llamaría intrínseca.