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ARROYO DE LA MIEL
DPTO. CULTURA CLÁSICA
CUADERNO
DE
LATÍN II
ÍNDICE.
I.LITERATURA.
TEMA 1. LA COMEDIA.
TEMA 2. LA HISTOROGRAFÍA.
TEMA 3. LA POESÍA ÉPICA.
TEMA 4. LA POESÍA LÍRICA.
TEMA 5. LA FÁBULA.
TEMA 6. LA ORATORIA.
II. TEXTOS.
II.1. TEXTOS DE LA GUERRA CIVIL
II.2. TEXTOS DE LA GUERRA DE YUGURTA.
III. ETIMOLOGÍAS.
APÉNDICE: VOCABULARIO BÁSICO.
CURSO 2017-18
I. LITERATURA
Índice.
1. Las raíces del teatro italiano autóctono.
- Fabula atelana.
- Versos fesceninos.
- Saturae.
- Mimos.
2. Nacimiento de un teatro literario bajo la influencia griega.
- Livio Andrónico.
- Gneo Nevio.
- Quinto Ennio.
3. La fábula paliata.
- Plauto.
- Estacio.
- Terencio.
4. La fábula togata.
5. Teatro italiano autóctono: La atelana literaria, el mimo y la pantomima.
- Atelana literaria.
- Mimo.
- Pantomima.
6. Influencia posterior.
Antes de que Livio Andrónico impusiese en Roma en el siglo III a.C. el drama regulado
según el modelo griego, existían en Italia central dramatizaciones populares que constituyen el
embrión de un teatro italiano autóctono.
Su evolución a formas literarias se retrasó con la influencia de Grecia, siguió un desarrollo
larvado, paralelo a las fabulae griegas, adquirió categoría de género literario en el período clásico y
terminó suplantando al teatro de formas griegas en la época imperial.
La aguda vision de la realidad, la intuición para captar la parte risible de la existencia, el
espíritu crítico del pueblo italiano, en una palabra, el Italum acetum se manifestaba plenamente en
estas improvisadas manifestaciones populares que podían ser:
– Fabulae Atelanae, llamadas así por ser originarias de la ciudad osca de Atela en la
Campania. Se usaban máscaras que caricaturizaban personajes convencionales fijos:
Dossenus, el jorobado; Bucco, el charlatán; Maccus, el glotón; Pappus, el viejo chocho; etc.
Constituyen el más antiguo precedente de la Commedia dell'Arte italina.
– Versos fesceninos, procedentes de la ciudad falisca de Fescenio. Tenían lugar con motivo de
las bodas. Un coro de jóvenes y otro de doncellas intercambiaban puyas y burlas de carácter
mordaz y picante.
– Saturae, revoltijos de poesías y escenificaciones cortas de diversos ritmos.
– Mimos. Originariamente se representaban en Roma durante las Floralia, licenciosas fiestas
en honor de la diosa Flora. Eran procaces imitaciones en las que hombres y mujeres
actuaban sin máscara.
2. NACIMIENTO DE UN TEARO LITERARIO BAJO LA INFLUENCIA GRIEGA.
Las primeras representaciones dramáticas literarias (fabulae) empiezan en Roma con Livio
Andrónico. Este teatro literario ya, no arranca de las embrionarias formas dramáticas italianas
anteriores, sino que es el resultado de la introducción en Roma de las técnicas teatrales griegas, tal y
como se encontraban en el siglo III a.C.
Si bien las piezas se escribían y representaban siguiendo los cánones griegos, el argumento,
personajes y ambientación podían ser griegos o latinos, por lo que se clasificaban de la siguiente
manera:
3. LA FABULA PALLIATA.
Las pocas noticias que se tienen de la vida de Plauto proceden de Aulo Gelio (siglo II d.C.),
quien las recoge de Varrón y están envueltas en la leyenda. Nació hacia el 250 a.C. en Sarsina,
pequeña villa de la Umbría recién incorporada al ager publicus romanus; llegó joven a Roma y
eligió el teatro como medio de vida. Cuenta la tradición que se arruinó y tuvo que servir como
esclavo en un molino, consiguiendo salir de esta situación gracias a su ingenio en la composición de
comedias. Posiblemente él mismo fuese el director (dominus) de su propia compañía teatral (grex) e
interpretase, como siglos después hizo Moliére, los papeles más importantes.
No disfrutó de la protección de los poderosos, ni recibió una esmerada educación como
Terencio, su escuela fue la vida misma, quizá por eso su teatro va dirigido al pueblo llano, a los
soldados, esclavos y demás gente sencilla. Sus obras tuvieron tal éxito entre las clases populares,
que se representaron incluso después de su muerte y muchas comedias se arrogaron su paternidad,
de forma que se le llegaron a atribuir 130.
Plauto es el primer autor latino del que nos ha llegado un corpus extenso de obras, las 21
comedias que Varrón fija como inequívocamente suyas: Amphitruo, Asinaria, Bacchides, Captivi,
Casina, Cistelaria, Curculio, Epidicus, Menaecmi, Mercator, Miles gloriosus, Mostellaria, Persa,
Poenulus, Pseudolus, Rudens, Stichus, Trinummus, Truculentus y Vidularia (muy fragmentada).
Las comedias plautinas son palliatae, el mismo Plauto suele decir en los primeros versos de
sus obras el título griego de la pieza y su autor. Busca los modelos en la comedia nueva helenística
(siglos IV-III) de Filemón, Demófilo, Dífilo y Menandro, que ha dejado de ser una sátira política
para convertirse en espectáculo de entretenimiento.
Plauto es fundamentalmente un caricaturista; ha transmitido tipos dramáticos universales
que perduran en la comedia de Occidente: El soldado fanfarrón, la “celestina”, el joven galán, el
vejo severo, el parásito, el gracioso, etc.
B. Cecilio Estacio.
Lugar intermedio entre Plauto y Terencio ocupa el galo insubro Cecilio Estacio. Llegó a
Roma como esclavo procedente de la Galia Cisalpina y fue manumitido, tomando el nombre de su
dueño.
Sólo quedan unos trescientos versos de las cuarenta comedias paliatas que compuso, la
mitad de ellas recreando en latín a Menandro: Faenerator, Plocium, Fallacia, etc.
Terencio es un esclavo de raza bereber, nacido en Cartago. Su vida discurre entre la segunda
y tercera guerra púnica; entró a servir en casa del senador Terencio Lucano, quien tras darle una
esmerada educación, lo manumitió. Formó parte del helenizante círculo humanista y literario de los
Escipiones.
Las comedias de Terencio (seis) se han conservado a través de una edición crítica que hizo
de ellas el gramático Marco Valerio Probo (finales del siglo I d.C.). Se estrenaron entre el 166 y 160
a.C.; dos, Phormio y Hecyra, son adaptaciones de Apolodoro de Caristo; y las otras cuatro, Andria,
Heautontimoroumenos, Eunuchus y Adelphoi, de Menandro.
Terencio usa con frecuencia la contaminatio, que consiste en refundir dos piezas diferentes
de la comedia nueva griega para recrear una sola comedia latina.
A diferencia de Plauto, Terencio no sabe amoldar su estilo al público al que va dirigida la
comedia y con frceuencia sus estrenos constituyen un fracaso. Terencio no caricaturiza como
Plauto, sino que ahonda en la psicología de sus personajaes,. En sus obras hay una intencionalidad
moral, un humanismo, una preocupación por transimitir un mensaje, por lo que están llenas de
aforismos de profundo contendio ético.
4. LA FABULA TOGATA.
No es posible reconstruir ninguna de las piezas de la comedia togata, pues sólo se han
conservado unos 650 versos, 70 títulos y los nombres de tres autores: Titinio, Atta y Afranio de los
que apenas se tiene alguna noticia.
– Atelana literaria: La vieja fabula atellana adquiere categoría de género literario hacia el año
90-80 a.C. en la época de Sila: Nos han llegado los nombres de dos actores, Pomponio y
Novio y unos cien títulos que recuerdan los personajes tradicionales de la Atelana: Maccus
copo (Maco tabernero); Maccus virgo (Macco doncel); Pappus praeteritus (Papo derrotado
en las elecciones); Buccus adoptatus (Bucco adoptado); etc.
– Mimo: A la atelana literaria, que no gozó mucho tiempo del favor del público, sucedió en
tiempos de César el mimo literario, que no deriva del primitivo mimo griego de Sofrón de
Siracusa, sino del viejo mimo romano, que en esta época gana verdadera forma artística. El
creador del género fue el caballero romano Décimo Laberio, que por orden de César
compitió en el 46 a.C. con otro célebre mimógrafo, Publilio Siro. Los títulos de los mimos
son muy parecidos a los de las atelanas y togatas: Piscator (El pescador); Salinator (El
vendedor de Sal); Colax (El adulador); etc. Del mimo literario se han conservado una
colección de sentencias, algunas de las cuales se usan todavía (Da dos veces el que da
rápido).
– Pantomima: Al mimo literario, que no sobrevivió a los dos autores citados, sucede en época
imperiel a la pantomima, representación que, como su nombre indica, suprime totalmente el
diálogo, reduciéndose a imitaciones, gesticulaciones y danzas de caráctre más o menos
obsceno, por lo que algunos emperadores las prohibieron, Debió destacar como actor Latino,
citado por Persio y Juvenal.
6. INFLUENCIA POSTERIOR.
A pesar de la mala fama con que contaba la dramática latina entre los autores cultos de la
Antigüedad, parece ser que la influencia de los autores imporatntes, principalmente Plauto y
Terencio, continuó a lo largo de toda la latinidad, si bien a lo largo de la Edad Media, Plauto, al
contrario que Terencio, fue poco apreciado, al ser considerado difícil y tachado de inmoral.
Con la llegada del Renacimiento Plauto vuelve a ser leído, estudiado, respresentado e
imitado y su influjo se deja sentir con intensidad en la mayoría de las literaturas europeas (Ludovico
Ariosto).
En España ya en la Celestsina pueden apreciarse numerosas reminiscencias de Plauto, y
aunque es discutible el alcance de las mismas, el hecho en sí parece incuestionable. Otros autores
españoles en los que se deja sentir su influencia son: Juan del Encina, Torres Navarro, Lope de
Rueda, Lope de Vega, Calderón de la Barca, etc.
TEMA 2. LA HISTORIOGRAFÍA ROMANA
INTRODUCCIÓN:
La historiografía, estudio y narración de los hechos del pasado, es probablemente el género
literario más antiguo, pues desde siempre se han transmitido oralmente los recuerdos del pasado de
la tribu y la genealogía de las familias. Los niños aprendían desde pequeños las historias de su
pueblo oyendo a unos y otros y, a su vez, las transmitían a sus descendientes. Esto dio lugar al
nacimiento de la poesía épica –pues era mucho más fácil recordar esas narraciones una vez
puestas en verso-, pero también al género de la historiografía, escrito en prosa.
Para los griegos el término historia designaba genéricamente el conocimiento adquirido por
descubrimiento o investigación, especialmente sobre algo que sucediera como consecuencia de la
intervención del hombre (ej. hallazgo de nuevas tierras). La historiografía griega conlleva una
visión del mundo racionalista: el historiador debe tratar de jsutificar el porqué de los hechos
ocurridos. La formación del historiador era la propia de un hombre cultivado: la cuidadosa lectura
de la literatura general y el estudio de la retórica (arte de influir y persuadir mediante el lenguaje,
que dominó la formación superior en el mundo antiguo).
La historiografía romana fue mucho menos rigurosa que la griega y de intención más
moralizante. El romano no transmitía objetivamente los hechos antiguos, sino que los juzgaba y los
describía desde su propio punto de vista. Además, para realizar una labor de historiador debía
utilizar fuentes diversas. En una época como aquella, en la que no existía la arqueología, las
principales fuentes eran orales y escritas. Por eso los documentos que consignaban hechos
históricos tenían gran importancia. En Roma los documentos más antiguos que podían aportar un
conocimiento histórico del pasado eran:
- Textos públicos:
Los documentos oficiales escritos no aparecen hasta después del siglo V a. C. Los
archivos de los colegios sacerdotales, los documentos oficiales (leyes, tratados, etc.).
La Ley de las Doce Tablas fue grabada en bronce en el año 491 a. C. por los
decenviros. Inicialmente contenían diez leyes a las que añadieron posteriormente dos
más. Las Tablas estaban expuestas en el foro romano. Su contenido se limitaba a
poner por escrito el derecho vigente. Otros documentos públicos eran los foedera
regum o tratados con los reyes de pueblos vecinos. Son documentos mitad jurídicos
mitad religiosos (se firmaban con el ofrecimiento de un sacrificio). Las Actas de los
magistrados registraban los acontecimientos más importantes relacionados con el
desempeño de las funciones de los magistrados; llevaban el título de acta, comentarii
o libri y se guardaban en los archivos oficiales. Son una fuente histórica de primer
orden. Los más importantes de estos documentos eran los Libri Pontificium en los
que se incluían, año por año, los sucesos más dignos de recordar (digna memoratu) y
se publicaba el calendario anual con los dies fasti (cuando se podía administrar
justicia) y los dies nefasti (las fiestas). También los Libri Lintei, escritos en tela de
lino, contenían las listas de los magistrados, especialmente de los cónsules.
- Textos privados:
Las familias ilustres guardaban en sus archivos familiares los documentos escritos en
honor de sus difuntos. Había de dos tipos: laudationes funebres (discursos en
alabanza del difunto) y tituli imaginum (inscripciones grabadas debajo de los retratos
o mascarillas del difunto; contenían sus hazañas, sus magistraturas, etc.).
LOS ANALISTAS:
Siguiendo la tradición de los Pontífices y magistrados, los primeros historiadores romanos
narraron los sucesos año por año, dando a sus escritos el nombre de Annales. Desde el siglo III a. C.
hasta el siglo I a. C. Roma contó con numerosos historiadores. Los primeros analistas comienzan
sus narraciones históricas en la Monarquía y se extienden hasta las Guerras Púnicas. Escriben en
griego porque su obra es una empresa nacionalista contra los cronistas cartagineses. Tratan de
justificar la política expansionista de Roma por el Mediterráneo ante el mundo helenístico. El
analista más antiguo es Quinto Fabio Pictor, a quien siguen L. Cincio Alimento, Valerio
Antías,Gayo Acilio y Catón. Las obras de esta prolífica historiografía han desaparecido casi por
completo y de la historiografía etrusca no queda casi ninguna huella.
ÉPOCA CLÁSICA.
Tras una etapa de transición aparecen los cuatro grandes historiadores latinos: César,
Salustio, Tito Livio y Tácito. Más tarde se sucede una serie de autores carentes, en general, de una
brillante personalidad, como Cornelio Nepote o Veleyo Patérculo. Tras éstos, los autores se limitan
a elaborar resúmenes de los historiadores o a imitarlos.
Estos comentarios poseen un valor documental evidente. César narra hechos como un testigo
excepcional, juzga con profundidad con la finalidad de propaganda política. Es un excelente
narrador: ordena su relato con claridad y sobriedad, con un estilo sencillo y elegante. Va a lo
esencial pero con precisión. César redactó dichos comentarios a partir de informes técnicos
elaborados por sus soldados (informes que él mismo enviaba al Senado) y apuntes personales sobre
las campañas. Se caracterizan por el estilo sencillo y transparente, claridad de pensamiento,
vivacidad del relato, sin pasajes extensos, en los que busca la pureza de la lengua, no afectada por
vulgarismos, arcaísmos ni expresiones poéticas. El vocabulario es bastante militar. Usa la tercera
persona narrativa, recurso literario que favorece la versión única de los acontecimientos. Su visión
es la definitiva. Tiene una viva imaginación ya que narra acontecimientos no presenciados como si
en realidad estuviera presente. Los “Comentarios” no carecen de defectos: desigualdades en el
desarrollo, a veces también en el estilo... Fueron redactados a gran velocidad.
A ejemplo de los greigos, los historiadores romanos se dedicaron a intercalar discursos,
incluso ficticios, que ponían en boca de los personajes principales y que les permitían exponer con
viveza el conjunto de la situación. César no prescindió de este procedimiento, aunque siempre bajo
la forma de estilo indirecto, que reproduce el pensamiento sin tratar de transcribir los términos
mismos del orador.
No podemos considerarle un historiador en sentido estricto ya que César no es un hombre de
letras sino de acción. No divulga la verdad de los hechos sino que pretende justificar sus actos y
defenderse ante las críticas y las acusaciones recibidas de sus coetáneos, ya que para éstos César no
era un historiador sino un caudillo que había publicado su diario de campaña. Pero sí podemos
considerarlo el prototipo de escritor romano polifacético, dotado de gran clarividencia y flexibilidad
espiritual. Presenta sus actos de modo lo más favorable para él.
Historiadores posteriores consideraron que los “Comentarios” de César estaban inacabados.
Aulio Hirtio compuso con elegancia un octavo libro para la “Guerra de las Galias” en el que refería
las últimas resistencias y la pacificación (años 51-50).
ÉPOCA POSTCLÁSICA:
Las obras históricas de este período tienen un valor psicológico y artístico, pues no reflejan
fielmente la realidad. Los historiadores no aluden a las fuentes en las que se basan, ni siquiera
consultan la documentación oficial existente. En ellas prevalece el interés por destacar el valor
moral de lo narrado y la calidad literaria del escrito.
ÉPOCA DECADENTE:
Los autores que escriben obras historiográficas entre los siglos II y V d. C. reciben el
nombre de historiadores menores, por oposición a las grandes creaciones de
épocas anteriores. Esta época tardía de la literatura latina recibe el nombre de “época del cobre” y se
caracteriza por las grandes convulsiones en el Imperio, que acabarían con la caída de éste. Destacan
los siguientes autores:
ORÍGENES Y PRECEDENTES
Se entiende por épica aquellas manifestaciones literarias de carácter narrativo que cuentan con un
lenguaje solemne y majestuoso las hazañas legendarias de héroes o los orígenes míticos de un
pueblo. La épica surge en las culturas primitivas vinculada con la tradición oral: son
composiciones que se transmiten oralmente, generalmente con acompañamiento musical y que no
tienen ni un único autor ni un texto fijo. A este estadío pertenecen las dos grandes epopeyas de la
India - el Ramayana y el Mahabarhata -, y los poemas homéricos. Precisamente la enorme
influencia que ejerce en toda la civilización occidental la cultura griega hace que, a partir de la
Iliada y la Odisea, la épica se convierta en un género literario con características bien definidas.
Surge de esta forma el poema épico o épica culta, producto de la voluntad de su autor que escoge
el tema y utiliza conscientemente los recursos estilísticos a su alcance. A este último tipo de poesía
pertenecen todas las obras de carácter épico de la literatura latina. En origen y desarrollo del
género épico en Roma podemos observar tres características fundamentales:
• Influencia homérica.
Como ya se ha dicho los dos poemas homéricos son el punto de arranque de toda la épica
occidental. En Roma Livio Andrónico, poeta tarentino del siglo III a. de J.C., tradujo, o más bien
realizó una versión libre de la Odisea en versos saturnios. Esta obra, que dio a conocer los poemas
de Homero en Roma, ejerció una enorme influencia y fue utilizada en las escuelas.
Desde época muy temprana los autores latinos sustituyen los elementos míticos y legendarios por
sus propias gestas históricas como tema de sus poemas épicos. Las primeras obras originales de
género épico son epopeyas nacionales y, en cierto sentido, así se pueden considerar también los dos
grandes poemas épicos que se nos han conservado completos: La Eneida y La Farsalia. El primer
poeta que escribe una obra de estas características es Nevio, que a fines del siglo II a. de J.C.
publicó con el titulo de Bellum Punicum un poema en versos saturnios sobre la primera guerra
púnica en la que había participado personalmente. Entre los poetas que cultivaron el género épico
con anterioridad a Virgilio destaca por su importancia Ennio, con quien la épica latina se consolida
definitivamente. Su poema Annales es considerada como la epopeya nacional romana hasta la
aparición de la Eneida. Era una obra en 18 libros, de los que sólo se conservan fragmentos, sobre la
historia de Roma hasta su época. Su importancia en el desarrollo del género es grande, no sólo
porque fue el primero en utilizar el hexámetro, verso tomado del griego y del que la épica toma el
nombre, sino también porque fue el creador de un lenguaje épico en Roma. Toda la obra de Ennio
contiene un sentimiento típicamente romano: un gran amor y admiración por Roma y por las
hazañas de sus héroes.
A comienzos del siglo I a. de J.C. se descubre en Roma a los poetas griegos del siglo III que,
reunidos en Alejandría, habían creado una poesía mitológica erudita. De la influencia de este tipo
de poesía surgen en Roma una serie de poemas narrativos extensos de tema mitológico, escritos en
hexámetros. A este tipo pertenecen los "epilios" de los neotéricos y, muy especialmente, las
Metamorfosis de Ovidio.
2.- VIRGILIO, EL POETA DEL PRINCIPADO
2.2.- LA ENEIDA
2.2.1.- Tema y Estructura
Virgilio dedica los diez últimos años de su vida, del 29 al 19 a. de C.- a escribir la Eneida, un
poema épico en hexámetros que iba a eclipsar todas las obras épicas precedentes de escritores
romanos e iba a fijar las características del genero para los escritores épicos posteriores. En este
poema se ensalza el origen y crecimiento del poder romano. Ciertamente por los años en que
Virgilio comienza a escribir la Eneida se producen los hechos centrales que inician el principado de
Augusto: Octavio regresa victorioso de Accio, la paz en el imperio es total, se concede el titulo de
"Principe" y de "Augusto" a Octavio; en resumen, Roma vive unos momentos de gloria que
pudieron inducir al poeta a lanzarse por los caminos de la épica. Al parecer el deseo de Mecenas y
del círculo de intelectuales próximo a Augusto era que el poema se hubiera centrado en la figura
del propio emperador; el logro de Virgilio fue prescindir de la glorificación personal y unir los
destinos de Roma y de Augusto en la glorificación de los orígenes míticos de la ciudad. Para ello
se sirve de la leyenda de Eneas, padre mítico de Roma y, al mismo tiempo, antepasado divino de
Augusto.
El tema central del poema es, pues, la leyenda de Eneas, el héroe troyano que sobrevivió por
mandato de los dioses a la destrucción de Troya y, tras un largo viaje, fundó un asentamiento
troyano en Italia. La intencionalidad política de la Eneida es evidente ya en la elección del tema.
Escogiendo la leyenda de Eneas como fundador de Roma, Virgilio relacionaba ésta definitivamente
con la cultura griega. Por otra parte, se hacía descender "la gens Iulia", a la que Augusto
pertenecía, de Iulo, el hijo de Eneas; de esta forma, como según la leyenda Eneas era hijo de la
diosa Venus, se establecían unos orígenes divinos para el emperador. Virgilio presentaba así el
régimen de Augusto como el heredero natural del glorioso pasado romano: Roma y Augusto
quedaban de esta manera identificados de forma mucho más sutil y eficaz.
Como obra literaria la Eneida es un poema de una extraordinaria complejidad. Sin duda Virgilio se
inspiró en los poemas homéricos, pero al mismo tiempo, abandonando su primera vinculación con
los "poetae novi", se aproxima a la épica arcaica de Ennio y de Nevio, que habían ensalzado a los
héroes de su historia nacional mezclando hechos históricos con aspectos legendarios. Virgilio logra
unir en el poema el presente y el pasado, la historia y la leyenda con gran habilidad; las hazañas de
Augusto y los logros y aspiraciones de su recién nacido Principado aparecen en el poema, no
expuestos directamente como materia narrativa, sino en forma de disgresión profética o fabulosa:
en el libro I, Jupiter pasa revista a la historia de Roma hasta la época de augusto; en el libro VI la
sombra de su padre, Anquises revela a Eneas el destino de Roma como dominadora y civilizadora
de pueblos; por último, Virgilio aprovecha el recurso épico a la descripción de las armas, tomado
directamente de Homero, para realizar una descripción de la historia de Roma que culmina con la
victoria de Accio y el triunfo de Octavio Augusto. La Iliada y la Odisea le sugirieron la
composición del poema en dos partes: los seis primeros libros, en los que se narra la peregrinación
de Eneas desde la destrucción de Troya hasta su llegada a Italia, recogen el modelo de la Odisea;
los otros seis, que recogen las alternativas en la lucha por la conquista de Italia, recuerdan a la
Iliada. A la influencia homérica se debe también la presencia de los dioses y sus interferencias en la
vida humana.
Por otra parte, Virgilio se mantiene en la Eneida fiel al concepto romano de épica: es un poema
nacionalista en el que no sólo Roma sino también Italia forma parte de los acontecimientos. Junto a
la maquinaria mitológica, tomada del mundo homérico, aparecen en el poema, tratadas con gran
respeto, antiguas creencias y prácticas religiosas, que estaban profundamente ancladas en la
tradición romana. Es un poema que enaltece los sentimientos de piedad y religión, rasgos
característicos de la antigua Roma y que Augusto intentaba restaurar. Eneas se nos presenta guiado
paso a paso por la voluntad de los dioses en su tarea de establecer los "Penates" troyanos en Italia.
Virgilio, aún reconociendo su deuda con Homero, supo imprimir a su obra un profundo sello de
"romanidad": pretendió reflejar los principios de la restauración religiosa y moral que se estaba
realizando durante el Principado de Augusto.
El poema comienza cuando Eneas y sus compañeros llevan ya algunos años vagando en busca de
la tierra donde, según el mandato de los dioses, han de fundar una nueva ciudad. Eneas, con los
Penates de la destruida Troya, con su padre Anquises y su hijo Ascanio vaga, asistido por su madre
Venus, durante mucho tiempo por el mar, cuando una tempestad los arroja a las costas de África.
Allí se está levantando Cartago, la futura rival de Roma. Recibido hospitalariamente por la reina
Dido, Eneas hace un relato de la destrucción de Troya y de los acontecimientos posteriores. Narra a
continuación Virgilio los amores de Eneas y Dido, que se ven obstaculizados por Jupiter, quien
recuerda a Eneas la misión encomendada por los "hados"; Eneas parte y Dido se quita la vida.
Estos episodios ocupan los primeros cuatro libros y destacan de entre ellos la destrucción de Troya,
narrada con tono verdaderamente épico en el libro II, y los amores de Dido y Eneas, que ocupan
todo el libro IV de un gran valor dramático y centrado en torno a la figura de Dido, uno de los
personajes más logrado del poema. La primera parte del poema termina con el descenso de Eneas
al infierno, narrado en el libro VI; allí contempla los espíritus de personas desaparecidas y recibe
de su padre Anquises una visión profética sobre sus descendientes. Es éste un libro de una gran
belleza formal y dotado, al mismo tiempo, de un importante contenido ideológico y filosófico; en
él se exponen las ideas de Virgilio, tomadas del Neoplatonismo, acerca de la vida de ultratumba y
de la reencarnación.
Los seis libros siguientes, de mayor contenido narrativo y tono épico, narran la llegada a Italia de
Eneas y sus compañeros y sus luchas principalmente con los Rútulos por el dominio de Italia.
Destacan en estos libros algunos episodios, como el de Niso y Euríalo (libro IX) de gran valor
dramático, el ataque de las amazonas dirigidas por Camila y, muy especialmente, el combate final
entre Turno y Eneas que termina con la victoria de este último.
Desde el punto de vista de la evolución del género épico, la Eneida se distancia de todos los
poemas anteriores: por primera vez en un poema épico se insertan en la narración recursos y tonos
literarios dramáticos y líricos. El estilo de la Eneida es nuevo; Virgilio varía el tono del poema
según los momentos y alterna con gran naturalidad la solemnidad épica con el lirismo más puro y
con momentos de fuerte dramatismo. Probablemente no alcanza la grandeza de Homero, pero
construye una obra de gran humanidad; este es el rasgo más característico de Virgilio: el poeta
canta al hombre que sufre para obedecer su destino y no al guerrero que combate. En este carácter
lírico de la Eneida, que tan bien se adecua al propio carácter del poeta, se observa la influencia del
"epilio" alejandrino. Aunque Virgilio imita a Homero y se inspira en él, su concepción de la poesía
es ya muy distinta. Homero es el representante paradigmático de una épica primitiva, pensada para
ser recitada generalmente con acompañamiento musical; su intención era exclusivamente cautivar
y entretener. Virgilio, por su parte, es un poeta erudito: su obra es producto de un intenso estudio
de la fuentes y de los modelos tanto griegos como latinos.
Uno de los aspectos más criticados del poema virgiliano es el tratamiento de los personajes, en
concreto el de Eneas. Se acusa a Virgilio de crear un personaje excesivamente frío, atento
solamente a la voluntad de los dioses y con poca vida. El rasgo más característico de Eneas es la
"pietas" y es más un héroe humano que un héroe guerrero como los homéricos. El segundo
personaje en importancia es Dido, cuyos amores con Eneas son el centro del libro IV; este
personaje está tomado de la tradición épica latina: Nevio ya la había introducido en su poema.
Virgilio nos la presenta como una víctima de los dioses. La figura de Dido desmiente a quienes
consideran que Virgilio era demasiado blando como para crear caracteres fuertes; es Dido, quizá, la
figura más lograda de la Eneida y está llena de fuerza y pasión humana.
La Eneida es una obra de extraordinaria perfección estilística y métrica, aunque su autor pidió en
su testamento que se destruyera por considerarla inacabada. A pesar de los deseos del poeta,
Augusto dio orden de que se publicara sin añadir nada, por ese motivo encontramos versos
incompletos. Virgilio es el creador de un lenguaje poético clásico de extraordinaria perfección
formal. Su estilo se caracteriza por la ya comentada variedad de tonos y por la cuidada selección de
términos: alterna la utilización de neologismos (términos nuevos) y de arcaísmos que dan
solemnidad al texto. Logró además una perfecta adaptación del hexámetro a la lengua latina.
El poeta de origen español Lucano protagoniza hacia mediados del siglo I de nuestra era el único
intento de renovar la épica, apartándose de forma consciente e incluso oponiéndose activamente a
la concepción épica virgiliana, considerada clásica y que ejercía una influencia total sobre los
poetas épicos posteriores. Lucano es el representante en el campo de la épica de un estilo nuevo,
anticlásico y vinculado al movimiento estoico que, de la mano de Séneca el Filósofo, se impone en
los primeros años del reinado de Nerón.
Marco Anneo Lucano era hijo de Anneo Mela, hermano menor de Séneca el Filósofo con quien el
poeta mantuvo una estrechísima relación y al que probablemente debe su inclinación por el
estoicismo. Nació en Córdoba en el 39 d. de C., aunque fue llevado casi inmediatamente a Roma
donde recibió una esmerada educación. Estudió filosofía con el estoico Cornuto, completando su
formación, como era frecuente entre las familias distinguidas, con una estancia en Atenas. Gozó en
sus primeros años de la amistad del emperador Nerón que lo admitió en su círculo. Esta situación
varió años más tarde por razones que no se conocen exactamente, pero a las que no parecen ser
ajenos los celos de Nerón ante el talento poético de Lucano y su éxito literario. Lo cierto es que a
partir de un determinado momento se le prohibió escribir poesía y el ejercicio de la abogacía en los
tribunales. Acusado de participar en la conjura de Pisón fue finalmente obligado a suicidarse, igual
que su tío Séneca, en el 65 d. de C, a la temprana edad de 26 años. Lucano fue un autor muy
precoz y extraordinariamente prolífico; sólo conservamos completo un poema épico-histórico, la
Farsalia, pero nos han llegado los títulos así como noticias diversas de otras catorce obras, entre las
que figuran obras dramáticas, discursos, sátiras y poemas varios.
3.2.- La Farsalia.
• Al no poder explicarse los acontecimientos por intervención divina, los hechos se explican
de forma racional. Las causas de la guerra civil, por ejemplo, fueron minuciosamente
analizadas.
• Por último, también rompe la tradición virgiliana el hecho de que la Farsalia no tenga un
héroe unívoco. Hay tres figuras en la obra con entidad suficiente para ser considerados
héroes: César, Pompeyo y Catón; pero Lucano no se inclina con claridad por ninguno de
ellos, aunque parece que sus simpatías están del lado de Catón; hay autores que se inclinan
por considerar que el héroe del poema es alguna de estas personificaciones abstractas como
la Libertad o el Destino.
En su conjunto es una obra más trágica que la Eneida, porque sus personajes, determinados por la
Fatalidad, tienen poco campo de actuación; pero, al mismo tiempo, es menos humana, porque en
ella hay poca ternura y piedad, cualidades que sí tenían una fuerte presencia en el poema
virgiliano.
I. INTRODUCCIÓN.
Los orígenes de la poesía lírica se pierden en el tiempo. No obstante, sabemos que existían unas
fórmulas rítmicas especialmente religiosas, mágicas o jurídicas: los carmina. En ellas se da correspondencia
rítmica de dos o tres términos, aliteración, rima, etc.
Después del siglo II a. C., surgen dos escuelas poéticas de tendencias opuestas: los tradicionalistas
(Lucrecio) y los poetae novi. Los poetae novi se inspiran en los poetas griegos alejandrinos, quienes a través
de múltiples alusiones eruditas quisieron llenar el ideal del poeta doctus. Sus principales composiciones serán
los epyllia (epilios) o pequeños poemas épicos, llamados así sólo por la forma, que pretenden explicar ciertos
usos pastoriles, el origen de fiestas, de costumbres, etc. El poeta griego más importante desde este punto de
vista es Calímaco de Cirene. El primer poeta nouus importante fue Catulo.
Después de la guerra civil entre César y Pompeyo y del asesinato del primero, llegó Augusto al poder,
quien restableció en Roma el orden y la paz. Pero centró en su propia persona la vida pública romana en todas
sus manifestaciones. También los poetas debían cantar la gloria del imperio romano. Para ello ayudó
generosamente al círculo de Mecenas, magnate romano que se había propuesto dar a la poesía romana una
época de esplendor. Ya en los últimos tiempos de la guerra civil, Mecenas había reunido en Roma un grupo de
poetas notables. Del círculo de Mecenas salieron Horacio y Virgilio, y del de Mesala Corvino, otro protector
de las letras romanas, Tibulo, Propercio y Ovidio. Estos últimos son los llamados propiamente elegíacos.
La elegía latina no se corresponde en cuanto al contenido con la griega. En la forma del dístico elegíaco
(hexámetro + pentámetro) poetas griegos como Calino de Éfeso, Tirteo y Solón tratan de gran cantidad de
temas, sobresaliendo los políticos y los amorosos. Los poetas alejandrinos Calímaco y Filetas, modelos
inmediatos de los elegíacos romanos, compusieron básicamente elegía amorosa.
II. CATULO.
Valerio Catulo nació hacia el año -84 en el norte de Italia, en la ciudad de Verona, de familia muy
distinguida y en buenas relaciones con la aristocracia romana. Debió de irse a Roma bastante joven. Allí vivió
apasionadamente sus dos grandes aficiones: la poesía y la vida mundana. Brilló en los círculos literarios y en
los salones de la alta sociedad. Se enamoró de Clodia, una aristócrata joven y hermosa pero sin escrúpulos
con la que vivió unos amores tempestuosos que no duraron demasiado. Murió cuando tenía alrededor de los
30 años.
La vida y la obra de Catulo están estrechamente relacionadas. Es un ser apasionado: amaba y odiaba
con la misma fuerza. Sus amigos y sus enemigos lo eran del todo, sin término medio. Sus sentimientos fluyen
en estado puro, sin freno ni atenuaciones.
La obra de Catulo conservada consta de 116 poemas; el más corto tiene dos versos y el más extenso 408.
Atendiendo a su contenido, se pueden encuadrar en los siguientes apartados:
- Poemas eruditos: son los poemas del 63 al 66 y el 68. En ellos el poeta, siguiendo los modelos alejandrinos,
hace gala de erudición mitológica. Uno de ellos, La cabellera de Berenice, no es más que la traducción de uno
de Calímaco. El poema más largo es el 64 y trata de las bodas de Tetis y Peleo, los padres de Aquiles. Es un
epilio, es decir, un poema épico corto, de acuerdo con las ideas de los neotéricos. Algunos piensan que estos
poemas pertenecen a la juventud del poeta.
- Poemas amorosos: Constituyen el bloque mayor en la obra catuliana y el de más entidad y valor literario.
Todos ellos están dedicados a Clodia, bajo el nombre de Lesbia. Puede seguirse en ellos, paso a paso, la línea
recorrida por estos amores: una curva ascendente en su primera fase, que pronto iniciará su descenso hasta
llegar a la ruptura definitiva.
- Poemas a amigos y enemigos: Tiene grandes amigos a los que dedica poemas llenos de ternura y fino
humor: Manlio, Celio, Quintio,… A sus enemigos les dedica poemas feroces: César, Mamurra, Egnacio,…
Con Catulo irrumpe en la literatura latina un aire nuevo. Es un gran poeta lírico, un formidable satírico
y hasta posee aliento épico en el poema 64. Lo mejor de su producción son los poemas amorosos. Su
sensibilidad profunda y la desnuda sinceridad de su pasión arrastran y emocionan. Su lengua recoge todo el
caudal de la tradición vertido en unos moldes flexibles que combinan lo sabio con lo espontáneo. Además,
introduce metros nuevos que luego recogerán otros poetas como Horacio. En los poetas de la época de
Augusto es considerable la influencia de Catulo en cuanto a la concepción artística, la variedad de ritmos, la
gracia y la delicadeza de la expresión.
III. HORACIO.
Quinto Horacio Flaco (-65/-8) nació en Venusa, en la Italia del sur, de un liberto de modestas
posibilidades económicas, pero que hizo grandes sacrificios para que su hijo recibiera la mejor educación. Así
pudo estudiar en Roma y marchar después a Grecia. Logró un puesto de escribano del Tesoro, a las órdenes
de los cuestores. De entonces datan sus primeras producciones literarias. Virgilio le presenta a Mecenas y
desde entonces cambia su vida. Mecenas le regala una finca en la Sabina y el poeta pasa su vida entregado a
su verdadera vocación. Murió muy poco después que Mecenas, el cual, en su testamento, había dejado a
Augusto el encargo de que cuidara de Horacio como si se tratara de sí mismo.
Su obra se puede dividir en:
a) Sátiras y epodos:
- Sus sátiras son 18 composiciones repartidas en dos libros. El propio Horacio se considera seguidor de
Lucilio (el creador del género) y, modestamente, inferior a él. Pero las sátiras de Horacio son, en general, más
irónicas que airadas. Prueba de ello es el hecho de que él mismo las llama sermones (conversaciones). Afirma
que la broma festiva y la burla amable son más eficaces que la invectiva destemplada. Le diferencia además
de Lucilio el cuidado verso, que es una obsesión de Horacio. Algunos de los temas: nadie está contento con
su suerte; invectivas contra los avaros, los usureros, envidiosos, adúlteros, cazadores de herencias, etc.
- Los epodos son 17 composiciones. Por su contenido y su fecha de composición son una obra de
transición entre el género satírico y la poesía lírica, que va a llenar la etapa siguiente de la vida de Horacio.
Algunos son claramente satíricos: contra una alcahueta, un nuevo rico, un antiguo esclavo,…; pero también
hay odas líricas con tema amoroso, de banquetes y de vino, de tema cívico-moral, y una, la más famosa, que
es una égloga: el Beatus ille, un precioso e inspirado canto a la vida rural.
b) Odas (Carmina): Son 4 libros con alrededor de un centenar de odas. Horacio transplanta al latín los temas y
metros líricos griegos, sobre todo, de Alceo, Safo y Anacreonte. Antes había habido intentos, pero es Horacio
el primero que transplanta la lírica eolia griega en su conjunto. Los temas son muy variados: amores,
banquetes, dedicaciones de templos, partida y regreso de un amigo,… Pueden dividirse en odas amorosas,
filosóficas (la mayoría epicúreas y alguna estoica) y romanas (en las que alimenta el mismo sentimiento
nacional y patriótico que Virgilio en su Eneida).
En la poesía lírica, Horacio es menos apasionado que Catulo. Nada más lejos de Horacio que los
tumultuosos sentimientos de aquél. Sus mejores odas son las filosóficas, impregnadas de un escepticismo
irónico, invitando al placer moderado, ya que cualquier exceso acarrea dolor e infelicidad. Dentro del género
lírico hay que encuadrar también el Carmen Saeculare, encargado por Augusto, en el que se invoca a los
dioses para que presten su apoyo y su favor divino a Roma en el presente y en el porvenir.
c) Epístolas: En cartas dirigidas a sus amigos, Horacio se ocupa de la filosofía. Así introdujo y elevó a la
categoría literaria un género nuevo en la literatura latina: la epístola poética. Son dos libros con un total de 23
epístolas. No se tratan de lecciones magistrales sino de divagaciones en tono sencillo y amical sobre
problemas de la moral práctica: en qué consiste la felicidad, la paz del alma, la vida del campo,… La última
de ellas es la Epístola a los Pisones, también conocida como "Ars poetica", en la que se encierra todo un
cuerpo de teoría de la literatura.
La característica más notable del estilo horaciano es la concordancia perfecta entre el pensamiento y la
expresión. Tiene una idea muy elevada de la misión del poeta como educador e intérprete de los sentimientos
civiles y religiosos. Ningún poeta latino ha alcanzado tan altas cotas en la perfección formal, pero resulta un
tanto frío. Es, con Virgilio, el más perfecto modelo poético de plasticidad.
IV. OVIDIO.
Publio Ovidio Nasón (-43,17) comienza a brillar cuando los otros grandes poetas de la época de Augusto
(Virgilio, Horacio,…) estaban en plena madurez pero ya abocados a sus últimos años. Ovidio nació en
Sulmona, de familia de caballeros y por su edad no conoció los horrores de las guerras civiles, viviendo
siempre en la "Paz de Augusto". Estudió elocuencia en Roma y filosofía en Grecia, y se hizo abogado para
complacer a su padre. Pero pronto dejó las leyes por la poesía, su verdadera vocación y para la que estaba
extraordinariamente dotado: "Todo lo que intentaba escribir me salía en verso", dice él mismo ("Et quae
tentabam dicere versus erat.")
Fue halagado y mimado en los salones de la alta aristocracia romana y en las fiestas de la corte. Pero en
el año 9 Augusto lo desterró, de manera fulminante, a Tomes, pequeña localidad a orillas del Mar Negro. Las
causas del destierro permanecen ocultas. Él mismo menciona las palabras "Carmen et error" que son
interpretadas de formas muy diversas por los distintos estudiosos. Ni Augusto ni Tiberio le concedieron el
perdón, por lo que murió en el destierro.
Su obra puede encuadrarse en tres grupos que corresponden a tres períodos cronológicos:
I.- Obras de juventud: poesía amorosa:
a) Los Amores (Amores), en 3 libros. Son elegías amorosas siguiendo el modelo de Tibulo y Propercio.
Están dedicadas a una tal Corina, que parece ser un personaje ficticio para unos amores igualmente
inventados, lo que hace que estos poemas resulten totalmente frívolos, careciendo de vida interior y
profundidad de sentimientos.
b) Heroidas (Heroidum epistulae). Una correspondencia en verso entre héroes y heroínas de leyenda.
Entre Penélope y Ulises, Dido y Eneas, Ariadna y Teseo,… Están llenas estas cartas de erudición mitológica y
de ornamentación retórica.
c) El arte de amar (Ars amandi), en 3 libros. Es un tratado didáctico sobre el arte de buscar a la persona
adecuada, enamorarla y conservar su amor. Está escrito al margen de toda moralidad. Complementos de esta
obra son: Remedios del amor (Remedia amoris) y De los cosméticos femeninos (De medicamine faciei
femineae).
II.- Obras de madurez: poesía didáctica: agotado el ciclo amoroso, escribe sus mejores obras:
a) Los Fastos (Fasti). Es una obra incompleta, que comprende 6 libros, uno para cada uno de los seis
primeros meses del año, donde va describiendo las fiestas principales del calendario romano, relacionándolas
con leyendas del pasado de Roma.
b) Las Metamorfosis. Es el segundo gran poema épico de la época augústea y su obra cumbre.
El carácter es completamente distinto al de la Eneida y poemas épicos anteriores. Las Metamorfosis es un
poema mitológico erudito, subgénero épico que cultivaron los poetas alejandrinos y, consecuentemente,
algunos neotéricos componiendo lo que se llamaron "epilios". Es un poema de madurez, iniciado poca antes
de su destierro y que, a pesar de su extraordinaria perfección, el poeta consideró inacabado.
Consta de 15 libros. Es la obra más ambiciosa y más lograda de Ovidio. Está escrita en hexámetros,
frente al resto de su obra toda ella escrita en dísticos. Forman un cuerpo alrededor de 250 leyendas de héroes
y personajes transformados en animales, en vegetales, en constelaciones,… Sigue un orden cronológico,
desde la formación del Universo hasta la metamorfosis de Julio César en constelación.
No obstante, se ha planteado frecuentemente la disyuntiva de si las Metamorfosis es, en realidad, un
poema épico o no. A favor de que lo sea está la intención del autor de hacer un carmen perpetuum (es decir,
una obra sin interrupción), la utilización del hexámetro (verso épico por excelencia), la aparición de recursos
típicos como escenas de batallas, símiles, catálogos, digresiones, etc., igualmente un análisis del léxico revela
que, en general, es más elevado que el utilizado en sus restantes obras.
En contra, la falta de unidad temática, un cambio incesante alejado de la serenidad y quietud de la
Eneida. Esta variedad se extiende también a los registros poéticos empleados: se mezclan pasajes épicos con
otros bucólicos, líricos e, incluso, dramáticos. Las Metamorfosis no es una obra comprometida, ni tiene
intencionalidad política como la Eneida. Ovidio escribe un poema superficial que sólo pretende sorprender,
divertir y distraer. No vivió la época de las grandes guerras civiles y la obra pacificadora de Augusto no le
inspira sino indiferencia, contrariamente a lo que ocurría con Virgilio y Horacio. No hay en la obra ni ideales
patrióticos ni finalidad ético-religiosa, bases de la épica romana, porque era algo ajeno a la propia conciencia
del poeta.
III.- Obras del destierro: poesía elegíaca dolorosa: En su destierro de Tomes escribirá con dolorosa
desesperación sus dos últimas obras: Las Tristes (Tristia) en 5 libros y Las Pónticas (Epistulae ex Ponto), 4
libros de cartas a su mujer y a sus amigos. Todo en dísticos elegíacos y con el tema de sus sufrimientos y las
súplicas a Augusto para que le aligerase el castigo. La frívola superficialidad de sus primeras obras se ha
convertido en estas últimas, nacidas del dolor, en expresión de sentimientos profundos.
Su lenguaje es flexible, su expresión brillante y elegante. Sus versos están poblados de imágenes
brillantes, ingeniosas, llenas de colorido. Ovidio representa un puente entre la poesía "clásica" y la
"decadente", entre el siglo I a.C. y el siglo I d.C. En él empieza ya a deshacerse el modelo de clasicidad que
representaban Virgilio y Horacio, basado en la contención y en la adecuación perfecta entre la forma y el
contenido, y apunta ya a la decadencia de la época imperial, con exceso del retoricismo, falta de hondura y de
ideas de dimensión universal, con primacía de lo superfluo sobre lo esencial.
A la belleza formal de sus versos se debe la influencia que ejerció sobre casi todos los poetas latinos que
le siguieron: Lucano, Estacio, Marcial etc. Durante la Edad Media fue uno de los autores más admirados,
favorecido por el gusto por la interpretaciones alegóricas de los mitos clásicos. La lista de autores que
recibieron su influencia sería interminable: Dante, Petrarca, Boccacio, Racine, Shakespeare, Cervantes,
Calderón de la Barca, … Las artes plásticas también encontraron una fuente de inspiración inagotable.
TEMA 5. LA FÁBULA.
La fábula ha sido definida por uno de sus más insignes cultivadores, La Fontaine, como <<un
breve relatoque oculta una moraleja bajo el velo de un ficción, y en la que los animales son
ordinariamente los personajes>>. El género se da en todas las literaturas y es muy antiguo, con
origen oriental, concretamente en la India. Luego pasó a Occidente y fue cultivado en Grecia por
Esopo y en Roma por Fedro. Antes de Fedro existe ya la fábula en la literatura romana (por ejemplo,
en una de las sátiras de Horacio, la fábula del ratón campesino y el ratón urbano). Pero son casos
esporádicos, que no despojan a Fedro de su título de primer fabulista latino.
Fedro (15? a.C.-50? d.C.) era de origen griego, de Macedonia. Vino a Roma muy niño como
esclavo y Augusto le concedió la libertad. Empezó a escribir fábulas bajo el reinado de Tiberio, y
murió de edad avanzada, bajo Claudio o Nerón.
Se nos han conservado cinco libros de Fábulas, con un total de 123 piezas, aunque escribió
muhcas más. La mayor parte de sus temas están tomados de Esopo, como el propio Fedro confiesa:
Aesopus auctor quam materiam repperit,
hanc ego polivi versibus senariis (I, prol. 1-2);
pero hay también fábulas originales de Fedro, inspiradas en la vida y en las costumbres de su época.
En el prólogo del libro I el autor nos dice cuáles fueron sus intenciones: <<Dos son las
utilidades de este librito: una, la de divertir, y otra, la de dar prudentes consejos para la vida>>. La
diversión la encuentra el lector en el hecho mismo de que hablen los animales (lobos, corderos,
zorras, ranas, grajos, perros, leones, monos, asnos, comadrejas, ciervos, águilas, panteras, ratones,
etc.) y en las situaciones en que se desarrollan los diálogos. La intención moral es, por otra parte,
evidente, Y no sólo en la <<moraleja>> con que suelen tereminar. La índole misma de las fábuas es
moral. Las actuaciones de los animales son un claro ejemplo de las actuaciones humanas. Las
fábulas de Fedro encierran una dura sátira contra los poderosos que abusan de su poder, contra los
soberbios, los mentirosos, los malvados. Fedro es el <<poeta de los humildes>>, el defensor de los
esclavos, de los pobres. Su crítica social y política la apreciaron bien sus contemporáneos: Sejano, el
todo poderoso favoirto de Tiberio, le persiguió sañudamente, sin duda porque se veía reflejado y
satirizado en algunas fábulas (<<El grajo soberbio>>, <<El sol y las ranas>>, <<Las ranas que
pedían un rey>>...).
Su lenguaje es claro y sencillo, pero elegante. No desdice de la gran poesía de la época de
Augusto. El propio Fedro se precia de su concisión, pero no cae en la sequedad. Es pintoresco y
sugestivo.
La forma métrica de la fábula es el senario yámbico (Seis yambos: u -). El senario yámbico
de Fedro tiene gran libertad y admite gran cantidad de sustituciones en sus pies; de esta forma el
autor se acerca más al habla ordinaria. Todas las fábulas de Fedro están escandidas en senarios
yámbicos, siendo la cesura más frecuente la penthemímeris, apareciendo también la heptemímeris.
Como características del género se pueden citar también: la brevitas, la variatio y la
aemulatio.
No se dieron en la Fábula latina las grandes cumbres literarias que alumbró Roma en otros
géneros narrativos como la Historia y la Oratoria.Sin embargo, las aportaciones de Fedro a la Fábula
constituyen un punto de obligada detención para el estudioso.
La progresiva intelectualización de la fábula la hace forma predilecta para la mentalidad
neocláica del siglo XVIII, verdadera época dorada del género (La Fontaine, Iriarte y Samaniego).
TEMA 6. LA ORATORIA.
III. QUINTILIANO.
Nació en Calagurris (Calahorra 30?- 95?), en la Hispania Tarraconense; llegó en Roma a ser
abogado famoso y abrió allí una escuela de retórica, que alcanzó pronto tan gran prestigio que Vespasiano le
nombró maestro oficial de este arte, con una asignación anual a cargo del Estado. El emperador Domiciano
le confió la educación de sus sobrinos y Trajano le honró con su amistad.
Luchó por implantar de nuevo los preceptos oratorios ciceronianos, por lo que tuvo que atacar a
Séneca. Se caracterizó siempre por su honradez profesional, manifestada en el fiel cumplimiento de sus
deberes y en una entrega entusiasta a la formación de la juventud.
Su obra De institutione oratoria, tratado en doce libros acerca de la formación del orador, fue escrita
al final de toda una vida consagrada plenamente a la práctica judicial y al profesorado. Constituye un
prodigio de claridad y solidez, como reflejo que es de su gran experiencia personal. Es una exaltación del
clasicismo, en su forma más pura.
En este tratado aborda un programa completo y detallado de la formación del orador, desde que
nace hasta que llega al cénit de su carrera. Une la moral a la elocuencia, ya que según Quintiliano un orador
es un "vir bonus dicendi peritus’’ y la decadencia de la oratoria es una simple consecuencia de la corrupción
de costumbres. Su entusiasmo de profesor de retórica le impidió ver que la decadencia de la oratoria
obedecía a causas sociales y políticas, contra las que era inútil luchar.
Como Cicerón, exige al orador una vasta cultura. Aboga por la gradual dificultad de los ejercicios
escolares, con temas inspirados en la realidad. Su lema es el buen sentido y sus enseñanzas pretenden
proveer a sus discípulos de un acervo de conocimientos y experiencias útiles para la vida profesional.
Desdeña las sutilezas de la teoría, pero, de hecho, cree demasiado en la retórica.
Quintiliano aconseja a los preceptores una atención delicada en el estudio de la psicología del niño
y el más exquisito tacto en la dirección de su inteligencia. Insiste en que la educación debe comenzar desde
la cuna. Aboga por la formación intelectual y profesional en una escuela pública, bajo un maestro experto.
Es partidario del esfuerzo continuado, regular y progresivo, sin altibajos, acomodado a la capacidad y al
temperamento de cada discípulo. Y, ante todo, muestra su preocupación constante por su salud moral.
Este realismo y equilibrio moral le acercan a los clásicos. Recomienda la elocuencia natural, sin
falsas afectaciones y adornos innecesarios. A pesar de su admiración por Cicerón, no copia servilmente su
estilo, sino que escribe en la lengua complicada de su época, llena de metáforas, de rasgos ingeniosos y de
imágenes brillantes, en un intento de hacer más expresivo su pensamiento. Hereda, pues, la influencia de los
autores postclásicos y, sobre todo, de Séneca en la prosa latina.
II. TEXTOS.
II.1. TEXTOS DE LA GUERRA CIVIL DE CÉSAR.
III. ETIMOLOGÍAS.