You are on page 1of 74

Revista chilena de neuro-psiquiatría

ISSN 0717-9227 versión on-line

Rev. chil. neuro-psiquiatr. v.41 n.3 Santiago jul. 2003

Como citar este artículo

ARTÍCULO ORIGINAL

Características individuales y de la estructura familiar de un


grupo de adolescentes abusadores de alcohol y/o marihuana
Individual and family structure characteristics of a group
of adolescents abusers of alcohol and/or cannabis

Reginald Rees, Alejandra Valenzuela

Background. Among the most important factors needed to understand and


treat alcohol and /or cannabis abuse and dependence are personality
traits of the subject and features of his or her family along with
other social variables. Objectives. To describe personality and other
individual features in a group of adolescents users of alcohol and/or
cannabis and the structural characteristics of their families. Method.
16 adolescents and their families attending the Therapeutic Center
“Rukantú” between January and June 2001 were individually evaluated
with a questionnaire ad hoc and the MMPI-I and familiarly through the
FACES III AND CRS scales to characterize their structure according to
Olson’s Tridimensional Circumplex Model (MCO-3D). Results. Individuals
showed personality traits characterized by low impulsive control, a
tendency towards aggressive behaviors and distortion of the reality
test and a great difficulty for social adjustment. Most families
belonged to low income, educational and labor strata and showed family
structures of either disbalanced or intermediate type. Conclusions.
Disbalanced or intermediate family structures according to MCO-3D
might be associated with alcohol and/or cannabis abuse; the
personality traits found in these adolescents correspond to those
usually related with these problems in the literature. These findings
pose the necessity of further controlled studies about specific
relationship between both individual and family dimensions.

Key words: adolescents, drug abuse, personality traits, family


structure, Olson’s Tridimensional Circumplex Model
Rev Chil Neuro-Psiquiat 2003; 41(3): 173-185

Introducción

El estudio de las características "biopsicosociales" del abuso y/o


adicción a alcohol y/o drogas ha enfocado mayoritariamente el perfil
biológico de las sustancias y/o la respuesta fisiopatológica a ellas,
y las variables psicológicas y socioculturales de los individuos que
las consumen. La dimensión microsocial, constituida principalmente por
la familia y el entorno sociocultural inmediato, ha sido cuantitativa
y cualitativamente menos estudiada. Desde una perspectiva
epistemológica sistémica familiar, los síntomas que presentan algunos
de sus miembros se consideran "conductas" que forman parte de la trama
compleja de su dinámica interaccional siendo imposible comprenderlos
disociados de la relación entre el individuo y el contexto en el cual
están inmersos, y representarían la asignación de un rol específico a
cumplir por el individuo que los presenta. Pueden considerarse
entonces conductas "funcionales" para dicha dinámica familiar ayudando
a la mantención del equilibrio del sistema, siendo éste
homeostáticamente rígido, tendiendo hacia la conservación invariable
de las mismas dinámicas a través del tiempo, e inflexible –y por lo
tanto desadaptativo– frente a las necesidades permanentes de cambio a
las que se ve sometido este grupo humano en proceso de constante
desarrollo (1).

El consumo de alcohol y/o drogas se inicia mayoritariamente durante la


adolescencia, período crucial para el desarrollo individual y
familiar, en el que las crisis normativas alcanzan grandes
intensidades, aparentemente debido a que en él se concretan los
procesos de individuación de los hijos de la familia y su separación
de la misma. Cuando las características necesarias para el
cumplimiento de las tareas de esta etapa no están presentes o
plenamente desarrolladas el proceso no se cumplirá satisfactoriamente
para todas las partes involucradas y aparecerá una conducta
sintomática en uno o más de los miembros de la familia, reflejando
esta conducta la disfuncionalidad del sistema familiar. El adolescente
que inicia un consumo de drogas que deriva en un abuso y/o adicción a
ellas habría desarrollado un proceso de incompleta "individuación-
relacional", es decir, una insuficiente diferenciación individual y
una inadecuada capacidad de mantener dicha diferenciación al
interactuar en los grupos en los cuales participa, lo que constituiría
un factor de enorme riesgo de adherirse a conductas "patológicas" que
ellos presenten. Por otra parte, esto mismo se constituye en una
muestra de la escasa autonomía que respecto del sistema familiar ha
logrado el adolescente y, recíprocamente, los padres respecto de él.
El consumo de drogas, y sus problemas asociados, favorece y aun
estimula la mantención de la escasa autonomía, ya que la familia
desalienta la emancipación del adolescente, culpabilizando al consumo
de la droga como causa de este fracaso, distrayéndose así la mirada
respecto de la disfuncionalidad en la que la totalidad de la familia
está inmersa (2).

En estudios de familias con un miembro abusador y/o adicto a alcohol


y/o drogas se han podido identificar patrones conductuales
disfuncionales recurrentes tanto en los padres (sobreprotección
materna, en particular hacia el hijo que desarrollará la conducta;
padre distante o ausente, o bien excesivamente castigador, autoritario
o violento) como en el adolescente (dependiente e inadaptado, con
problemas conductuales, comportamiento antisocial, abandono escolar e
iniciación precoz de la vida sexual), existiendo frecuentemente
también un hermano parentalizado (3). En la dinámica familiar se ha
descrito una insuficiente diferenciación entre los subsistemas
conyugal y fraterno, incongruencias en el ordenamiento jerárquico y
una distorsión en la alianza conyugal caracterizada por la inclusión
de los hijos como terceros participantes en el conflicto de aquélla
(4). Otras dinámicas influyentes en el consumo de sustancias son los
grados de cohesión, adaptabilidad, fortalezas y unión familiares, y la
felicidad marital de los padres. Desde la perspectiva de la estructura
familiar, se ha reportado una tendencia a mayores consumos en los
hijos de familias uniparentales y/o con padrastros, lo que resulta más
claramente significativo en las mujeres, las que muestran una menor
tendencia a conductas problemas y consumo de sustancias, y una mayor
tendencia a ser prosociales cuando provienen de familias intactas.
Aplicando específicamente el modelo de Olson usado en este trabajo en
una muestra de adolescentes chilenos, se ha encontrado que los
provenientes de familias extremas tienden a un mayor consumo que los
provenientes de familias balanceadas, aunque sea cual sea el tipo de
familia se mantiene la influencia del grupo de pares (5).

El adolescente consumidor de drogas suele iniciar una escalada en el


consumo, comenzando generalmente por una conducta abusiva tanto con
bebidas alcohólicas como con marihuana. Frecuentemente se encuentra el
antecedente de abuso y/o dependencia de alcohol y otras sustancias,
tanto legales como ilegales, en alguno de los padres. Son también
factores familiares de riesgo el maltrato infantil y el uso fraternal
de drogas legales e ilegales (5, 6).

Objetivos

Los objetivos del presente trabajo son: 1. describir características


individuales y de personalidad de un grupo de adolescentes
consumidores de alcohol y/o marihuana. 2. describir las
características de las familias de los adolescentes y caracterizarlas
estructuralmente según el Modelo Circumplejo Tridimensional de Olson
(MCO-3D).

Métodos
El diseño es descriptivo y de corte transversal. Se reclutó a todos
los adolescentes que consultaron en el Centro Terapéutico RUKANTU
entre enero y junio de 2001. Este centro realiza tratamiento
ambulatorio para adolescentes con abuso y/o adicción de alcohol y/o
drogas, y es dependiente del Servicio Nacional del Menor (SENAME). Se
decidió excluir a los adolescentes institucionalizados y a los que
presentaran comorbilidad con un trastorno psicótico o del ánimo y/o
retraso mental moderado a severo y/o daño orgánico cerebral. Se reunió
a veintitrés adolescentes con sus familias; dos presentaban una
depresión mayor y uno una esquizofrenia, por lo que fueron excluidos
del estudio; cuatro no completaron las evaluaciones, tres debido a
inasistencias reiteradas y uno por detención del adolescente,
arrojando un grupo final de 16 sujetos.

Cada adolescente fue evaluado individualmente a través de una


entrevista que pesquisaba los siguientes datos: nombre, edad, sexo,
escolaridad (destacándose último año cursado, situación de
escolarización actual, rendimiento académico y repitencias),
antecedentes mórbidos físicos y psiquiátricos, historia sexual,
actividades recreacionales y extraprogramáticas, antecedentes penales
o delictuales, actividad laboral y características del consumo: droga,
edad de inicio, frecuencia, forma individual o grupal y poliabuso. El
diagnóstico individual se realizó según el DSM-IV. En la misma ocasión
se aplicó el Minnesota Multiphasic Personality Inventory I MMPI-I (7)
cuyas respuestas fueron analizadas por un psicólogo independiente del
estudio. Este test es un autoinforme que consta de 556 preguntas
estandarizadas que puntúan para nueve dimensiones: 1 (Hs)
hipocondriasis, 2 (D) depresión, 3 (Hy) histeria, 4 (Pd) desviación
psicopática, 5 (Mf) masculinidad/feminidad, 6 (Pa) paranoia, 7 (Pt)
psicastenia, 8 (Sc) esquizofrenia y 9 (Ma) hipomanía; posee dos
escalas para la determinación de la validez de los resultados, F y K.
Los resultados se analizaron con un abordaje configurativo que implica
una interpretación basada en el conjunto de todos los patrones de las
escalas, método preferido para el estudio de la personalidad con este
test. Se determinó también el tipo de perfil de acuerdo a la Tipología
de Megargee, que corresponde a un modelo clasificatorio en un contexto
forense (8).

Para la caracterización estructural de las familias escogimos el MCO-


3D por conectar aspectos extraídos de la investigación con sus
aplicaciones prácticas clínicas, terapéuticas y evolutivas (9). Este
modelo considera tres dimensiones identificadas como consistentemente
descriptivas de las estructuras familiares: cohesión, flexibilidad y
comunicación. Por cohesión se entiende la expresión del conjunto de
vínculos emocionales existentes entre los miembros de la familia.
Existen cinco niveles que, ordenados de menor a mayor, son: desligado,
algo cohesionado, cohesionado, muy cohesionado y aglutinado. La
flexibilidad es definida como la capacidad de generar cambios
inherentes a los requerimientos adaptativos del sistema familiar en
los aspectos estructurales de liderazgo, relaciones de rol y reglas.
Existen cinco niveles que, ordenados de menor a mayor, son: rígido,
estructurado, flexible, muy flexible y caótico. Estas dos primeras
variables se disponen ortogonalmente entre sí. La comunicación es una
dimensión facilitadora de las anteriores, permitiendo una relación
balanceada entre ellas y favoreciendo la posibilidad de cambio;
atraviesa a las dos anteriores en forma transversal. De esta forma el
MCO-3D clasifica a cada familia en una de entre 25 tipos de estructura
familiar según la mayor o menor representación de cada una de estas
variables (Figura 1). Los tipos extremos corresponden a sistemas
familiares denominados desbalanceados: desligados o aglutinados para
cohesión y rígido o caótico para flexibilidad. Los tipos centrales son
considerados sistemas familiares balanceados: algo cohesionados,
cohesionados y muy cohesionados para cohesión y estructurado, flexible
y muy flexible para flexibilidad (10, 11). Es necesario clarificar que
la representación "tridimensional" en rigor corresponde a una
bidimensional constituida por la intersección ortogonal de las
variables cohesión y flexibilidad que se curva en torno al eje
determinado por la dimensión comunicación (12). Lo anterior implica
que la comunicación, aunque entendida como facilitadora de los
procesos familiares, es una variable dependiente ("genera y es
generada por") del grado de balance de los sistemas familiares, es
decir, es "mejor" en las estructuras balanceadas, constituidas por las
intersecciones entre las categorías algo cohesionados, cohesionados o
muy cohesionados en la dimensión cohesión y estructurados, flexibles y
muy flexibles en la de flexibilidad (Figura 2). Éstos tenderían a un
mejor funcionamiento familiar a lo largo del tiempo, lo que constituye
la principal hipótesis de este modelo, y sería inherente a ellos una
comunicación de mejor calidad que la posible en cualquiera de los
otros tipos, lo que se representa también gráficamente en que la
curvilineariedad del modelo es más pronunciada en estos tipos
balanceados. Estas características determinarían que éstos serían
también los sistemas familiares mejor preparados para la superación de
las distintas etapas del ciclo vital de la familia, tal como la
adolescencia. Los niveles extremos corresponden a sistemas familiares
desbalanceados, y están constituidos por la intersección entre las
categorías desligados o aglutinados y caóticos o rígidos para cohesión
y flexibilidad respectivamente, mostrando también la comunicación de
menor calidad. En estos sistemas familiares desbalanceados sería mucho
más frecuente encontrar disfuncionalidad, reflejada en patologías de
los miembros que los componen.

Figura 1. Plano bidimensional del MCO-3D (modificado de Valdés et al.,


(10))

Figura 2. Representaciones tridimensional (arriba) y bidimensional


(abajo) del MCO-3D (nótese que es el mismo plano de la Figura 1
curvado sobre el eje determinado por la variable comunicación)
La mejor forma de calificar a las familias dentro de este modelo MCO-
3D es usando dos instrumentos complementarios, la Escala de Evaluación
de la Adaptabilidad y Cohesión Familiar Tercera Versión o FACES III
(Family Adaptability and Cohesion Evaluation Scale, third version) y
la Escala de Evaluación Clínica o CRS (Clinical Rating Scale) (9-11,
13, 14). La FACES III es un autorreporte que el sujeto contesta diez
preguntas que evalúan cohesión, y otras diez que evalúan flexibilidad
asignándoles a cada una un puntaje de 1 a 5. Esta escala proporciona
una medición de tipo lineal en la cual altos puntajes determinan
sistemas familiares balanceados. La CRS es aplicada por un observador
del sistema familiar al menos a tres miembros de él y consta de cuatro
variables para cohesión (balance en la vinculación afectiva
yo/nosotros, cercanía entre los miembros de la familia, lealtades y
balance de los límites internos y externos entre individualidad y
colectividad), cuatro para flexibilidad (liderazgo, roles, disciplina
y capacidad de cambio) y seis para comunicación (habilidades para
escuchar, habilidades para hablar, autorevelación, claridad,
continuidad y seguimiento, y respeto y consideración). El encuestador
determina cualitativamente el grado de cada una de estas variables en
cada familia, de acuerdo a lo descrito por los miembros de la familia,
lo que implica una perspectiva circular de medición. En esta escala
las ubicaciones centrales corresponden a sistemas familiares
balanceados. La CRS ha sido usada en estudios transculturales con
familias hispanas (10, 15). Es recomendable la aplicación de ambas
escalas para capturar más fielmente las características de las
dinámicas relacionales de los sistemas familiares estudiados con este
modelo.

La familia fue encuestada para pesquisar los siguientes datos: número


de integrantes, núcleo familiar (mono o biparental, reconstituido),
ubicación entre los hermanos, edad, escolaridad, ocupación y
antecedentes mórbidos de los padres y nivel socioeconómico. Para
determinar el nivel socioeconómico se utilizó la clasificación usada
en el Tercer Estudio Nacional Sobre el Consumo de Drogas en Chile de
1998 (16) que considera cinco variables: 1) ocupación del jefe de
hogar (o su pareja), 2) instrucción del jefe de hogar (o su pareja),
3) fuentes de ingreso familiar, 4) calidad de la vivienda y 5) calidad
del barrio residencial obteniéndose cinco estratos sociales: alto,
medio alto, medio, medio bajo y bajo.

Resultados

El grupo estuvo conformado por 12 hombres y 4 mujeres, con un rango de


edad de 14 a 18 años. La mayoría estaba escolarizado y su rendimiento
en todos sus promedios eran menores a 5,0 y con distintos niveles de
repitencia y escolaridad (Tabla 1). Presentaron frecuentemente
problemas conductuales escolares y antecedentes de maltrato físico y/o
verbal y de abuso sexual. Dos sufrían de bulimia nerviosa y una de un
trastorno de personalidad limítrofe. La mayoría había iniciado su vida
sexual entre los 13 y los 16 años. Ninguno poseía una actividad
recreacional estable y 4 desarrollaban una labor regular. Siete
presentaban detenciones por consumo de alcohol y/o drogas y dos
también por robo (Tabla 2). Nueve consumían alcohol y marihuana (uno
de ellos además otras drogas), seis sólo marihuana y uno sólo alcohol.
La frecuencia del consumo era diaria en 9, y de fines de semana en 7
adolescentes. Los diagnósticos según DSM-IV eran: abuso de alcohol 10
casos, de marihuana 8 casos, dependencia de marihuana 6 casos y abuso
de otras drogas 1 caso. La edad de inicio del consumo de la droga
principal era entre los 9 y 16 años. Todos consumían el alcohol y/o
las drogas en compañía de pares y dos lo hacían además estando solos
(Tabla 3).

Tabla 1

Escolaridad de los adolescentes

----------------------------------------------------------------------
----------

Escolaridad
Número de casos
----------------------------------------------------------------------
----------

N° adolescentes escolarizados
Promedio de notas
Repitencias
13
5 ó menos en todos
8 al menos una vez

Educación básica: completa


00000000000000incompleta
8
1

Educación media: completa


00000000000000incompleta
0
7

----------------------------------------------------------------------
----------

Tabla 2

Antecedentes de los adolescentes

----------------------------------------------------------------------
----------

Antecedentes
Número de casos

----------------------------------------------------------------------
----------

Antecedentes mórbidos personales:


– problemas conductuales escolares
– enfermedades físicas
– trastornos mentales

– maltrato verbal y/o físico


– abuso sexual

9 hombres y 3 mujeres
2 asma bronquial
2 mujeres bulimia nerviosa
1 mujer personalidad
0 limítrofe

4 hombres y 1 mujer
3 mujeres

----------------------------------------------------------------------
----------

Vida sexual iniciada


– edad promedio de inicio y rango
13
13,2 (13 – 16)
----------------------------------------------------------------------
----------

Actividad recreacional regular


0

----------------------------------------------------------------------
----------

Actividad laboral regular


2 feria y 2 supermercado

----------------------------------------------------------------------
----------

Antecedentes delictuales:
– detenciones por consumo
– robo o hurto

6 hombres y 1 mujer
1 hombre y 1 mujer

----------------------------------------------------------------------
----------

Tabla 3

Características del consumo de sustancias en los adolescentes

----------------------------------------------------------------------
----------
Características del consumo
Número de casos

----------------------------------------------------------------------
----------

Tipo de sustancia

Edad inicio promedio y rango


Frecuencia consumo: diario
0000000000000000 fin semana

Modo consumo:
000sólo acompañado con pares
000acompañado con pares y solo
08 alcohol y marihuana
06 sólo marihuana
01 sólo alcohol
01 alcohol, marihuana y estimulantes
12,9 (9 – 16)
09
07

14
02

----------------------------------------------------------------------
----------

Diagnóstico DSM-IV:
– abuso de alcohol
– dependencia de alcohol
– abuso de marihuana
– dependencia de marihuana
– abuso anfetaminas

10
00
08
06
01

----------------------------------------------------------------------
----------

Se analizaron los 16 perfiles de personalidad según el MMPI-I. Las


escalas de validez muestran en todos los casos un predominio de F
sobre K, diferencia que representa una tendencia a "falsear" las
respuestas y que, al no alcanzar rangos que invalidaran los
resultados, se interpretó como un intento de los adolescentes de
mostrarse "mejor" de lo que sus conductas harían suponer. Quince
perfiles arrojaron elevaciones significativas de la escala 8 (Sc); en
11 casos se elevó significativamente la escala 4 (Pd). Las escalas 7
(Pt) y 9 (Ma) se elevaron significativamente en 8 y 9 casos
respectivamente, pero sólo ocuparon segundos a cuartos lugares dentro
de los perfiles. Las escalas 1 (Hs) y 2 (D) se elevaron
significativamente sólo en dos casos, pero en ninguno fueron las
principales. Reunidos, el conjunto de los perfiles mostró elevaciones
repetidas de las escalas 4 y 8 acompañadas en algunos casos por
elevaciones significativas también de 7 y 9, es decir, un predominio
de rasgos de desviación psicopática y esquizoidismo, así como de
psicastenia e hipomanía. El perfil de los adolescentes de este grupo
de acuerdo al MMPI-I se caracteriza por: 1) Pobre planeamiento de las
conductas, bajo control de impulsos y escasa capacidad de insight; 2)
presencia de impulsos destructivos y agresivos que tienden a dirigirse
sobre los socialmente establecido, conductas que pueden ir desde la
hostilidad verbal hasta la agresión física hacia otras personas; 3)
tendencia a la fantasía que puede llegar a alterar su juicio de
realidad. Si esto último es llevado al extremo, estos jóvenes corren
el riesgo de llevar a la acción, sin mayor control o mediación, sus
descargas destructivas contra el ambiente; 4) frecuente abuso de
drogas y/o alcohol; 5) presencia de marcado egocentrismo e
individualismo; el concepto de sí mismos es pobre e intenta ser
compensado con fantasías narcisistas, en las que el joven se siente
fuerte y omnipotente para llevar a cabo sus ideas; 6) marcadas
dificultades en el ajuste social con relaciones interpersonales
marcadas por la superficialidad, la desconfianza y el aislamiento;
pueden albergar sentimientos profundos de inseguridad y ser muy
susceptibles al rechazo; 7) el pronóstico tiende a ser negativo; dado
que les cuesta aceptar las consecuencias y la responsabilidad de sus
actos, y difícilmente establecen relaciones interpersonales profundas,
no suelen responder positivamente al tratamiento psicológico,
tendiendo a racionalizar y a culpar a otros por sus dificultades y,
por lo general, a percibir el mundo como amenazante. De acuerdo a la
tipología forense de Megargee, corresponden a los grupos llamados
Foxtrot y Charlie, muy semejantes entre sí, que se pueden caracterizar
como: 1. Son jóvenes que provienen de familias frías, inestables,
destruidas y/o privadas socioeconómicamente. Con frecuencia presentan
el antecedente de abusar de alcohol y/o drogas y suelen presentar
extensas historias de desajuste y conducta criminal, que puede
agravarse en la adultez. 2. Tienden a presentar un coeficiente
intelectual más bajo y a conseguir menos logros educacionales. 3. Se
ven a sí mismos como fuertes, asertivos y con mucha experiencia, pero
poseen una escasa capacidad para establecer relaciones interpersonales
significativas, lo que suele provocar que estén en permanente
conflicto con los demás y que se muestren hostiles y suspicaces. 4. Su
pronóstico no es muy bueno y requieren de ambientes seguros y
estructurados (16).
La muestra se compuso de diez familias biparentales y 5 monoparentales
y en todas ellas era la madre el progenitor presente; sólo una era
reconstituida. En ocho el adolescente abusador era el menor y en
cuatro el mayor, uno era hijo único. Los niveles socioeconómico y
laboral eran mayoritariamente bajos. Existían antecedentes de
alcoholismo en 9 progenitores y de violencia intrafamiliar también en
9; tres de los padres tenían antecedentes delictivos (Tabla 4). La
edad de los padres conocidos se repartía equitativamente entre la 4ª,
5ª y 6ª décadas; la de las madres se dispersaba más y tendía a ser
menor. Su escolaridad tendía a ser mayoritariamente baja y/o
incompleta (Tabla 5).

Tabla 4

Características generales de las familias de los adolescentes

----------------------------------------------------------------------
----------

Características generales
Númerode casos

----------------------------------------------------------------------
----------

N° promedio integrantes
y rango
4,8
4–8

----------------------------------------------------------------------
----------
Vínculo conyugal:
– matrimonio
– convivencia
Monoparentalidad
Biparentalidad
Reconstituidas

9
5
5
100
1

----------------------------------------------------------------------
----------

Nivel socioeconómico:
– medio bajo
– bajo

1
15

----------------------------------------------------------------------
----------

Antecedentes mórbidos:
– alcoholismo, padres
00000000000madres
– violencia, padres
000000000madres
– delincuencia, padre
8
1
7
2
3

----------------------------------------------------------------------
----------

Tabla 5

Edad, escolaridad y ocupación de los padres de los adolescentes

----------------------------------------------------------------------
----------

Características de
los padres
Número
de casos
Características de
las madres
Número
de casos

----------------------------------------------------------------------
----------

Edad de los padres:


31 – 35 años
36 – 40 años
41 – 45 años
> 45 años

4
4
5
5
Edad de las madres:

31 – 35 años
36 – 40 años
41 – 45 años
> 4 años

5
3
6
2

----------------------------------------------------------------------
----------

Escolaridad padres:

– básica incompleta
– media incompleta
– media completa
– superior completa
6
4
5
1
Escolaridad madres:

– básica incompleta
– básica completa
– media incompleta
– media completa

1
5
3
7

----------------------------------------------------------------------
----------

Ocupación padres:

– empresas servicios
– construcción
– jubilado
– FF.AA.
– cesante

7
3
1
1
1
Ocupación madres:

– dueñas de casa
– asesoras del hogar
– empresas servicios

8
6
2

----------------------------------------------------------------------
----------

Los resultados del CRS arrojaron la existencia de 9 familias


desbalanceadas, 6 intermedias y 1 balanceada. De las desbalanceadas, 7
correspondieron a la combinación rígida - desligada y 2 a caótica -
desligada. Las intermedias estuvieron constituidas por 3 rígidas -
algo cohesionadas, 2 caóticas - algo cohesionadas y 1 rígida - muy
cohesionada. La familia balanceada correspondió a una estructurada -
cohesionada. Con la aplicación de FACES III, 15 familias resultaron
ser del tipo intermedio, una del tipo balanceado y no se hallaron
familias desbalanceadas (Figura 3).

Figura 3. Comparación entre tipos de estructura familiar obtenidos


según la CRS y según la FACES III.
Discusión

El perfil social de los adolescentes y sus familias corresponde con la


población atendida en el Centro Terapéutico Rukantú. El consultar
específicamente en este centro podría relacionarse con haber
encontrado mínimos problemas de salud física y con la alta frecuencia
de antecedentes de maltrato físico y/o verbal y abuso sexual en los
adolescentes y el del diagnóstico de dos patologías graves en tres de
las cuatro mujeres. El maltrato físico y/o verbal y la violencia
intrafamiliar y el alcoholismo en alguno de los progenitores,
encontrados en nueve casos, han sido relacionados como factores de
riesgo para desarrollar conductas de abuso y/o adicción de drogas, y
lo mismo podría suponerse cuando adicionalmente existen antecedentes
delictivos en ellos (17).

Si bien la muestra es pequeña, los hallazgos respecto del consumo de


alcohol y marihuana concuerdan con las estimaciones nacionales, que
muestran que son las sustancias más consumidas, mayoritariamente por
hombres, y que sus prevalencias de vida son de 28,4% y 16,8%
respectivamente (14). En la mitad de ellos el consumo era mixto, pero
llama la atención que entre los que consumían sólo una sustancia, en
la mayoría era marihuana y no alcohol, como podría haberse esperado
considerando las prevalencias antes mencionadas. Esto es concordante,
por otra parte, con el hecho que la marihuana puede ser considerada
actualmente un primer escalón posible, junto con el alcohol aunque en
menor proporción que en éste, en el inicio y ascenso de una escalada
en el consumo de drogas ilícitas. Resulta indicador de severidad del
abuso en este grupo el que en más de la mitad de los casos el consumo
es diario y en el resto, todos los fines de semana; no hubo ningún
caso de consumo menos que semanal. Los diagnósticos según DSM-IV
también destacan la mayor importancia en este grupo del consumo de
marihuana respecto del alcohol. El rango de la edad de inicio del
consumo muestra que el abuso de sustancias sigue comenzando temprano
en la adolescencia, pero pareciera que la edad mínima se ha adelantado
hasta la prepubertad.
El abuso de marihuana se ha correlacionado con el inicio temprano en
la adolescencia de la vida sexual, siendo dos veces más frecuente en
hombres que en mujeres (5, 6), lo que coincide con lo observado en
nuestra muestra, aunque no se pueda afirmar la existencia de una
relación causal entre ambas variables. Esto destaca, sin embargo, la
importancia del planeamiento de estrategias preventivas y
psicoeducativas, en el nivel escolar o en aquellas instituciones que
atienden adolescentes como para los no escolarizados, tanto del
embarazo adolescente como de las enfermedades de transmisión sexual.
Es significativo que la mitad de ellos había repetido curso al menos
una vez y que, en general, sus rendimientos académicos eran bajos.
Dentro de las estrategias preventivas y de fomento de la salud tanto
física como mental de los adolescentes debe tomarse en cuenta que
ninguno de ellos tenía una actividad recreacional estable y que sólo
cuatro varones desarrollaban una actividad laboral frecuente. Estos
mismos aspectos podrían relacionarse con el antecedente de detenciones
por consumo en casi la mitad de los adolescentes y por robo en dos
más, así como con la alta frecuencia de problemas conductuales. Una
mala vinculación entre el adolescente y su establecimiento educacional
constituye, según algunos autores, un factor de riesgo para
desarrollar conductas abusivas de drogas (18). Las conductas
"problemas escolares" han sido vistas como precursoras del consumo de
drogas y se relacionan con otras de tipo antisocial (19), las que
también fueron observadas en los adolescentes de nuestra muestra,
aunque tampoco podamos inferir relaciones causales entre las
características mencionadas.

En relación con el perfil psicológico de estos adolescentes y


sintetizando las contribuciones de los diversos rasgos, se pudo
establecer una clara caracterización, reflejada en: 1. bajo control
impulsivo; 2. tendencia a conductas auto y heteroagresivas; 3.
tendencia a alterar el juicio de realidad, explicado por el uso
frecuente de fantasías narcisísticas y egocentrismo; 4. grave
dificultad para el ajuste social y por ende para lograr establecer un
vínculo terapéutico. Estas características son consistentes con los
antecedentes personales y familiares que poseemos de cada uno de los
jóvenes. Algunos casos mostraban un grado de impulsividad y
desorganización de la conducta mucho más intenso y significativo aún o
bien con acentuación de los rasgos egocéntricos e infantiles junto con
la necesidad de la atención y el afecto de los demás, volviéndose
resentidos si sus demandas no son satisfechas. En otros perfiles fue
posible apreciar un componente ansioso concomitante que podría
dificultar el manejo de los propios impulsos y relacionarse con
sentimientos de inseguridad, de inadecuación e inferioridad. Si bien
es cierto que el grupo de análisis representa mayoritariamente un
estrato social, las características halladas en el perfil psicológico
no pretenden buscar una interpretación etiológica lineal causa -
efecto, sino comprender un funcionamiento o modo de ser que nos
permita orientar las estrategias terapéuticas hacia este grupo
específico de adolescentes.

En las familias llama la atención que en 2/3 están presentes ambos


progenitores, pues se tiende a prejuiciar que el porcentaje de
separación es alto. No llama la atención, por ser un hecho observado
frecuentemente, que cuando existe sólo un progenitor en el hogar, éste
sea la madre; pero sí podríamos suponer, basados en observaciones
también empíricas, que la madre resulte menos "eficaz" para el
establecimiento y regulación de los límites, estrategia que suele ser
privilegiada a través de medidas disciplinarias por sobre la de
estrechar los vínculos afectivos como modo de manejar los conflictos
con los hijos. En relación con lo anterior también es interesante que
la mitad de los sujetos eran el menor de los hermanos y un cuarto de
ellos el mayor, existiendo casi otro cuarto en otras ubicaciones, lo
que no sugiere una relación clara en la ubicación del sujeto entre los
hermanos y el consumo de alcohol y/o drogas.

Utilizando las escalas FACES III y CRS se ha encontrado que un


porcentaje alto de familias de adolescentes abusadores de drogas
corresponde a estructuras familiares rígidas en la dimensión de
flexibilidad. Mayor variación se encuentra en la dimensión de
cohesión, existiendo algunas familias que presentan una estructura
desligada y otras que muestran una estructura aglutinada. En nuestro
grupo se observa una tendencia hacia un funcionamiento familiar de
tipo no balanceado. Estos sistemas familiares muestran una inclinación
hacia estructuras preferentemente rígidas y con baja cohesión
familiar, lo cual se correlaciona con los hallazgos encontrados en la
literatura (20). Cabe plantear la pregunta si es que los sistemas
familiares de jóvenes con conducta abusiva y/o adictiva a otras drogas
reflejan también este tipo de estructura familiar. Con la aplicación
del FACES III no se obtuvieron sistemas familiares desbalanceados. Las
diferencias encontradas al utilizar ambos instrumentos podrían
relacionarse con una diferencia entre las expectativas del joven hacia
su familia, subjetivamente reflejada en el FACES III, y las
características "objetivas" de sus familias evaluadas por el
observador con el CRS. Evidentemente, tanto la forma de construir sus
vivencias y la imagen propia o la que hubieran deseado proyectar los
adolescentes pueden haber influido en estos resultados inclinándolos
hacia otros mejores, así como también la visión profesional del
problema y las expectativas del observador del sistema familiar que
podría haberlos inclinado hacia demostrar una mayor disfuncionalidad.
Sin embargo, la apreciación que tienen de su sistema familiar los
sujetos del estudio, quienes lo perciben más cohesionado y flexible
que sus padres y el observador del sistema familiar, podría
relacionarse también con las características de personalidad que
poseen estos jóvenes, como se señaló, en particular su tendencia a
alterar el juicio de realidad con fantasías narcisísticas.

En familias "normales" se han observado cambios en la estructura del


sistema familiar como consecuencia de procesos normativos propios de
las distintas etapas del ciclo vital familiar. Ello se refleja en una
disminución de la cohesión y flexibilidad familiar cuando se alcanza
la etapa con hijos adolescentes, agudizándose lo anterior en la etapa
de emancipación de los hijos. Llama la atención, sin embargo, que el
adolescente de una familia "normal" percibe su sistema familiar menos
cohesionado y flexible que sus padres y el observador, lo cual se
explica, desde el punto de vista de la teoría del desarrollo familiar,
como una muestra de los intentos del adolescente por diferenciarse de
la familia y por lo tanto alcanzar la individuación (21). Sin embargo,
los sujetos en nuestro grupo evaluaron a sus familias con una mejor
cohesión y flexibilidad que la pesquisada por el observador, y por lo
tanto, a diferencia de adolescentes de familias "normales", una
interpretación posible es que esto represente una menor diferenciación
y entonces el uso de la droga como recurso de individuación patológica
o "pseudo - individuación".

De lo anteriormente señalado, es posible proponer que frente a


adolescentes abusadores de marihuana y alcohol, al menos dos son las
miradas que deben considerarse al momento de programar estrategias
terapéuticas: su perfil psicológico y su estructura familiar. De esta
manera es posible abordar el síntoma (conducta abusiva y/o adictiva de
drogas), como una manifestación más de un modo de ser de un sujeto, en
nuestros casos aún en desarrollo, y como un intento de balance
patológico de sistemas familiares desbalanceados. La terapia para este
tipo de pacientes debe considerar tanto un abordaje al joven como a su
familia. En general, la literatura ha mostrado desde la década de los
setenta la utilidad de la terapia familiar, bajo diferentes
modalidades terapéuticas (psicoanalítica, conductual y sistémica), en
diversas patologías del adolescente (22). En particular, la terapia
familiar sistémica realizada a familias de adolescentes con problemas
psiquiátricos, ha mostrado resultados positivos que no sólo se
reflejan al corto plazo sino, también, tienden a un mejor
mantenimiento de éstos a través del tiempo (23).

Dentro de las limitaciones del presente trabajo podemos mencionar que


tanto el tamaño reducido como el origen de la muestra no permiten
realizar generalizaciones que extrapolen estos resultados a otros
grupos de pacientes; asimismo, representa sólo un estrato
socioeconómico y carece de grupo control como para atribuir
especificidad a los hallazgos. Por otra parte, la caracterización de
este grupo y la estructura familiar reflejarían lo relacionado con
sólo dos tipos de drogas: marihuana y alcohol, pudiendo existir
diferencias muy significativas con otros tipos de ellas. Finalmente,
los instrumentos utilizados para calificar la estructura familiar son
un reflejo de las miradas tanto subjetivas como objetivas de un
observador del sistema familiar, sea éste el propio adolescente, sus
familiares o el terapeuta, y están, por lo tanto, sujetos a la
construcción en la contextualización del sistema familiar desde
perspectivas individuales. Creemos, sin embargo, que este tipo de
estudio naturalístico y descriptivo permite avanzar en la
caracterización y comprensión tanto de los sujetos abusadores y/o
dependientes de drogas como de sus familias insertas en una realidad
socioeconómica específica, y de esta manera es posible plantear
proyecciones destinadas no sólo hacia una mejor rehabilitación sino,
también, hacia futuras investigaciones que, junto con nuestros
hallazgos, puedan determinar generalizaciones aplicables a quienes
sufren de estas patologías.

Antecedentes. Entre los factores más importantes para la comprensión y


tratamiento del abuso y/o adicción a alcohol y/o marihuana se
encuentran los rasgos de la personalidad del sujeto, las variables
sociales y las características de su estructura familiar. Objetivos.
Describir características de la personalidad y otras variables
individuales de un grupo de adolescentes consumidores de alcohol y/o
marihuana y las características estructurales de sus familias. Método.
16 adolescentes con sus familias consultantes en el Centro Terapéutico
Rukantú entre los meses de enero y junio de 2001 fueron evaluados
individualmente con una encuesta ad hoc y con el MMPI-I y
familiarmente con la aplicación de las escalas FACES III y CRS para
caracterizarlas estructuralmente según el Modelo Circumplejo
Tridimensional de Olson (MCO-3D). Resultados. Los individuos mostraron
un perfil de personalidad caracterizado por bajo control impulsivo,
tendencia a conductas auto y heteroagresivas, tendencia a alterar el
juicio de realidad y grave dificultad para el ajuste social. La
mayoría de las familias pertenecían a un estrato económico,
educacional y laboral bajo y mostraron estructuras familiares de tipo
desbalanceado e intermedio. Conclusiones. Las estructuras familiares
desbalanceadas e intermedias del MCO-3D podrían asociarse al abuso de
alcohol y/o marihuana; los rasgos de personalidad encontrados en estos
adolescentes corresponden al perfil de personalidad asociado con el
abuso y/o adicción de alcohol y/o marihuana. Estos hallazgos plantean
la necesidad de estudiar en forma controlada las relaciones entre las
dimensiones individual y familiar.

Palabras clave: adolescentes, abuso de drogas, rasgos de personalidad,


estructura familiar, Modelo Circumplejo Tridimensional de Olson

Referencias

1. Haley J. Trastornos de la emancipación juvenil. Buenos Aires.


Editorial Amorrortu, 1994

2. Montes AM, Sarué A. Terapia familiar en el abuso de drogas. En:


Gazmuri V, Hamel P, Arón AM (eds) Terapia sistémica y contexto social.
Santiago de Chile. Anales de la 3ª Jornada Chilena de Terapia
Familiar, 1991

3. Stanton MD, Todd T. Terapia familiar del abuso y adicción a las


drogas. Barcelona. Editorial Gedisa, 1994

4. Usandivaras CMD. Abordaje familiar en el tratamiento de la


drogadicción juvenil. Terapia Familiar 1985; 7:67-87

5. Florenzano R. El adolescente y sus conductas de riesgo. 2ª Edición.


Santiago de Chile. Ediciones de la Universidad Católica de Chile, 2002

6. Poikolainen K, Tuulio-Herinksson A, Aalto-Setala T, Marttunen M,


Anttila T, Lonnqvist J. Correlates of initiation to cannabis use: a 5-
year follow-up of 15-19 year-old adolescents. Drug Alcohol Depend
2001; 62:175-180
[ Medline ]

7. Núñez R. Aplicación del cuestionario multifásico de la personalidad


(MMPI-I) a la psicopatología. Ciudad de México. Editorial El Manual
Moderno, 1979
8. Casullo M. Aplicaciones del MMPI-2 en los ámbitos clínico, forense
y laboral. Buenos Aires. Editorial Paidós, 1999

9. Olson DH. Empirical approaches to family assessment. J Fam


Psychother (especial edition), 1999

10. Valdés M, Florenzano R, Roizblatt A, Labra JF, Serrano T,


Rodríguez J, et al. Comisión de estudios en aspectos psicosociales de
la atención primaria (CEAP). Departamento de Psiquiatría y Salud
Mental. Santiago de Chile: Ediciones de la Universidad de Chile, 1995

11. Olson DH. Circumplex Model VII: Validation studies and FACES III.
Family Process 1986; 25:337-351
[ Medline ]

12. Olson DH. Curvilinearity Survives: the world is not flat. Family
Process 1994; 33:471-478
[ Medline ]

13. Olson DH. Commentary: Three-dimensional (3D) Circumplex Model and


revised scoring of FACES III. Family Process 1991; 30:74-79

14. Thomas U, Olson DH. Problems, families and the circumplex model:
observational assessment using Critical Rating Scale. J Marital Fam
Ther 1993; 19:159-175

15. Vega WA, Patterson T, Sallis J, Nader P, Atkins C, Abramson I.


Cohesion and adaptability in Mexican American and Anglo families. J
Marriage Fam 1986; 48:857-867

16. Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes (CONACE).


Secretaría Ejecutiva. Tercer estudio nacional sobre el consumo de
drogas en Chile. Santiago de Chile: Ediciones Ministerio del Interior,
1998
17. Resnick MD, Bearman PS, Blum RW, Bauman KE, Harris KM, Jones J, et
al. Protecting adolescents from harm. Findings from the national
longitudinal study on adolescent health. JAMA 1997; 278:823-832
[ Medline ]

18. Pedersen W, Mastekaasa A, Wichstrom L. Conduct problems and early


cannabis initiation: a longitudinal study of gender differences.
Addiction 2001; 96:415-431
[ Medline ]

19. Kilpatrick DG, Acierno R, Saunders B, Resnick HS, Best CL, Schnurr
PP. Risk factors for adolescent substance abuse and dependence: data
from a national sample. J Consult Clin Psychol 2000; 68:19-30
[ Medline ]

20. Friedman AS, Utada A, Morrisey MR. Families of adolescent drug


abusers are "rigid": are these families either "disengaged" or
"enmeshed" or both. Family Process 1987; 26:131-148
[ Medline ]

21. Jaes C. Transiciones de la familia. Continuidad y cambio en el


ciclo de la vida. Buenos Aires, Editorial Amorrortu, 1991

22. Breunlin DC, Breunlin C, Kearns DL. Review of the literature on


family therapy with adolescents 1979-1987. J Adolesc 1988; 11: 309-334
[ Medline ]

23. Mann BJ, Borduin CM. A critical review of psychotherapy outcome


studies with adolescents: 1978-1988. Adolescence 1991; 26: 505-541
[ Medline ]

Dirección postal:
Reginald Rees
Departamento de Psiquiatría
Universidad de Valparaíso
Casilla 92-V-Valparaíso
Fono/ fax: (32) 508550

----------------------------------------------------------------------
----------

Hospital Psiquiátrico del Salvador, Valparaíso (RR)


Departamento de Psiquiatría, Universidad de Valparaíso (RR)
Centro Terapéutico Rukantú (AV)
Departamento de Psiquiatría, Universidad de Valparaíso (AV)

Recibido: enero de 2003


Aceptado: junio de 2003

----------------------------------------------------------------------
----------

© 2006 Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía

Carlos Silva V. 1292, Depto. 22


Plaza Las Lilas, Providencia
Santiago de Chile
Fono 232 9347

editorial@sonepsyn.tie.cl

http://www.redsistemica.com.ar/suma
rios.htmhttp://www.redsistemica.com
.ar/sumarios.htm
LA NUEVA COMUNICACION
Artículos "on line"
Un proyecto de cambio en adicciones
Entrevista a Gastón Mazieres
por Horacio Serebrinsky y Guillermo Visotsky
Perspectivas Sistémicas (P.S.): ¿Cómo nació la idea del tratamiento
ambulatorio?
Gastón Mazieres (GM): La idea del tratamiento ambulatorio surgió hace
muchos años, cuando era residente del hospital neuropsiquiátrico
Borda. Me preocupaba mucho ver cómo ,frente a una crisis, las familias
dejaban al paciente en el hospital, sacándose de encima el problema y
jugando un papel muy pasivo frente a los profesionales "expertos".
Después, en la mayoría de los casos no venían más y el paciente
quedaba "depositado". Fue entonces cuando, con otros profesionales,
armamos un programa de asistencia ambulatoria 1 en el cual admitimos
pacientes que llegaban al hospital con indicación de internación.
Pudimos comprobar así que la mayoría de los pacientes que no se
internaban podían superar la crisis en su casa, junto su familia. Y de
esta manera, les evitábamos todos los perjuicios de una internación y
al mismo tiempo, esto significaba un importante ahorro económico para
el hospital .
P.S: Los que no se internaban ¿ tenían acompañante terapéutico?
No. Eran los miembros de la estructura familiar, amigos, vecinos o
gente dispuesta quienes hacían de acompañantes, por cierto muy
eficaces. Se convocaba a uno de estos miembros de la red solidaria
extrafamiliar para que participara en las entrevistas familiares.
Lo que queríamos probar con esta experiencia era que la internación,
en muchas ocasiones, resultaba totalmente innecesaria.
Y también cómo, las familias y su red , debidamente orientadas, podían
hacerse cargo de la situación y superar las crisis.
Lo esencial era y sigue siendo apoyarlas, confiar en ellas y
transmitirles en todo momento que son capaces de generar recursos para
superar situaciones difíciles.
Primeros contactos con el adicto y su familia
PS: ¿Fue a partir de esta experiencia, que creaste una forma diferente
de asistencia?
GM: A partir de esta experiencia creamos una forma diferente de
asistencia que pongo en práctica tiempo después, entre los años 1984 /
‘85, cuando vuelvo al Borda como coordinador del área de familia del
consultorio externo y organizo un servicio con orientación sistémica.
Logro que se instale un espejo unidireccional o cámara Gessel y
comienzo a coordinar un equipo de profesionales , muchos de los cuales
( * ) me acompañan actualmente .
Allí precisamente, establecí el primer contacto con los adictos y sus
familias quienes concurrían a un par de entrevistas y dejaban de venir
a la tercera.
Frente a nuestra incapacidad terapéutica, decidí que no atenderíamos
más adicciones en terapia familiar. Y organizamos un congreso interno
sobre "fracasos terapéuticos" donde se pudiera opinar y reflexionar
acerca de nuestros errores. Esto dio lugar a que me echaran del
hospital por segunda vez (antes me habían despedido alrededor del
’75), pero esta vez me fui acompañado por todo el equipo que trabajaba
conmigo.
La experiencia vivida nos enseñó que con los adictos no daba
resultados trabajar aisladamente en un servicio de terapia familiar,
ni tampoco resultaba efectiva la terapia individual. La respuesta
terapéutica para las adicciones debía pasar por otro lado. Sin
embargo, quiero aclarar, poniendo a la experiencia dentro de su
contexto, que en las entrevistas relacionadas con las adicciones
ocurría algo diferente que cuando se trataba de consultas por otras
causas. Era una dinámica distinta que no encajaba con lo que yo sabía
o creía saber; la bibliografía consultada resultaba escasa y pobre:
decía por ejemplo que el adicto era un psicópata pero no daba ninguna
salida terapéutica eficaz. En fin, así salimos de nuestra universidad,
repitiendo conceptos que no encajaban en nada con lo que luego
veríamos en la clínica.
P.S.: ¿Qué hiciste entonces?
GM: Traté de averiguar quiénes trataban a los adictos con resultados
más o menos positivos. Y descubrí instituciones que no tenían nada que
ver con los profesionales, coordinadas por ex-adictos . Sentí
curiosidad y me pregunté qué métodos usarán y qué sucederá ahí. Esto
me llevó a conectarme con Carlos Novelli (Fundador y Director del
Proyecto Andrés) quién acababa de llegar de los Estados Unidos, y en
aquél momento del año 1986, empezaba a interesarse por el trabajo con
las familias.
Averiguando qué pasaba con estas comunidades terapéuticas, me acerqué
a ellas, observé in situ cómo trabajaban los ex-adictos y descubrí un
modelo que generaba un intensa movilización emocional, totalmente
diferente a todo lo que yo había conocido. Decidí permanecer allí para
aprender a trabajar con familias, parejas y grupos de padres.
Más adelante, le propuse a Novelli , un personaje vital, un auténtico
líder, innovador y afectuoso, organizar un espacio ambulatorio.
Creo que fue el primer programa de este tipo que se realizó en el
país. Trabajábamos con el adicto en grupos de pares, con terapia
familiar y con grupos de padres y otros familiares. Los equipos eran
mixtos formados por profesionales y ex-adictos y llegamos a tener 108
personas en tratamiento y en las reuniones generales podíamos llegar a
reunir entre 400 y 500 personas.
En esos dos años diseñamos un modelo ambulatorio, corrigiendo los
errores sobre la marcha ya que no teníamos referentes ni había aún
material bibliográfico.
Me acompañó aquel equipo que se fue conmigo del Borda, al que se
agregaron otros profesionales y ex-adictos. En el año ’88 decidimos
organizar nuestro propio programa, al que llamamos "Proyecto Cambio" ,
que dirijo actualmente junto con la Lic. Susana Barilari.
Los comienzos
Empezamos de cero, el crecimiento no fue nada fácil. Los primeros años
me ví obligado a mostrarme y daba clases en todos lados. Había que
hacer conocer el programa. Mientras tanto, grabábamos y supervisábamos
casi todo el trabajo para después poder estudiarlo. Creo que el hecho
de reunirnos permanentemente con el equipo para reflexionar cada
detalle del trabajo nos permitió corregir y ajustar la técnica y
encontrar nuevos recursos. Así fuimos gestando este programa al que,
con el tiempo, le hicimos mil modificaciones.
P.S.: Hoy, 10 años después, ¿ la idea sigue siendo la misma?
GM: Sí, a pesar de las modificaciones lo importante fue que mantuvimos
la misma ideología dándole importancia a lo grupal, al trabajo entre
familias y equipo mixto, que conforman para nosotros los pilares del
tratamiento ambulatorio.
Y lo que nos estimuló para seguir fue comprobar que los resultados
eran altamente positivos y con muy pocas recaídas.
P.S.: ¿Tuviste alguna otra experiencia ?
GM: Sí, como Asesor en el tema adicciones en la Secretaría de Salud
tuve la oportunidad de recorrer los hospitales de la Capital Federal y
vi de cerca como es de caótica la atención de adictos. Por suerte
pocos de ellos van a atenderse allí. Recorriendo estos servicios
comprobé una vez más que la universidad no prepara profesionales que
conozcan de adicciones y que los modelos de terapia individual como el
psicoanálisis no sirven en estos casos. Debemos pensar en programas
que incluyan modelos grupales específicos con participación de ex-
adictos y la inclusión de la familia en la terapia, en fin, un trabajo
que es toda una especialidad. Habíamos planificado abrir centros
barriales de atención fuera del hospital, parecidos a los que yo había
visto en Madrid, para que cada adicto pudiera atenderse en su propio
barrio evitándole el gasto en tiempo y dinero de trasladarse con su
familia. Estos "centros" también estarían a cargo de la prevención en
las escuelas de la zona y del trabajo en las plazas. La idea era
descentralizar la tarea creando responsables concretos, pero
desgraciadamente este proyecto se abortó a pocos días de comenzar a
funcionar.
El tratamiento: tejiendo las redes de la solidaridad
El adicto duerme en su casa y viene a sus grupos varias veces por
semana, porque nosotros entendemos que la familia o su red social lo
pueden acompañar y contener. Si los padres de un adicto me dicen que
ambos trabajan, que están solos y no tienen quien les ayude, yo les
propongo pensar juntos en alguien que los pueda acompañar, porque sino
no podrán atenderse aquí.
Te puedo asegurar que la mayoría descubre a un familiar o a un amigo y
después poco a poco va surgiendo la red. Nadie existe solo, siempre
hay recursos humanos dispuestos a darte una mano. A veces cuesta abrir
el juego y pedir que nos ayuden, pero cuando lo hacemos descubrimos la
solidaridad que nos rodea.
Cuando termina su tratamiento el adicto ya recuperado invita a
participar de una ceremonia muy emotiva a las personas que colaboraron
en su recuperación y es fabuloso ver como surgen como hormigas tíos,
primos, amigos, vecinos... una verdadera red que participó ayudándolo.
Y que al principio no aparecía porque la familia , avergonzada o
abatida por el dolor o la bronca, no se animaba a convocarla. Después,
la gente poco a poco se va acercando, poniendo el hombro: la ayuda
surge muchas veces más allá de los límites de lo estrictamente
familiar.
P.S.: ¿Y qué pasa con la banda de la esquina?
GM: ¿Cuál, la de los pibes con los que se droga? Si a un chico yo le
exigiera de entrada que dejara a los amigos o que no se drogara
estaría realmente loco porque ¿ qué motivo tendría para hacerlo? ¿Que
yo se lo digo? Si me obedeciera qué fácil sería entonces dejar de
drogarse. Por eso desde el comienzo debemos dar pasos seguros y
eficaces, que no sean una orden ni una imposición que, generalmente,
no se cumple. Pensemos que esto es un proceso en el que se van
cumpliendo, en forma progresiva, normas y conductas ligadas al cuidado
y a evitar riesgos.
PS.: ¿De qué manera comienza el tratamiento?
GM: Generalmente la relación con nuestra institución comienza con un
llamado telefónico de una madre o un padre (aunque a veces son los
hermanos o las esposas) preocupados porque un familiar consume drogas.
Hace unos años, yo entrevistaba a todos juntos y el resultado era un
adicto enojado, que maltrataba a sus padres y tenía una actitud
provocadora o ausente. Los padres me miraban a mí esperando que yo
convenciera al hijo de los beneficios del tratamiento y si yo trataba
de hacerlo el vínculo que podía establecer con el adicto era tenso y
totalmente inoperante. El "circuito" era: los padres que delegaban el
problema en el experto, el experto que se lo creía y el adicto que
mostraba un alto nivel de provocación. Resultado: no servía para nada.
Con el tiempo fuimos modificando esta forma de establecer contacto y
hoy mantenemos una relación inicial diferente: antes de ver al adicto
cito a los padres solos y tengo una breve entrevista en la que les
propongo como condición previa y necesaria que vengan a un grupo de
orientación al que concurren otros papás en la misma situación que
ellos. En este grupo también se incluyen uno o dos padres de nuestra
Institución, cuyos hijos están por terminar el tratamiento, para que
aporten su experiencia y les cuenten lo que sintieron. Se crea así un
grupo de reflexión e intercambio de experiencias donde cada uno habla
de lo que le pasa y los demás opinan ayudando solidariamente. Esos
padres se relacionan con sus pares en un clima de trabajo productivo.
Escuchamos:
"a mí me pasó lo mismo que a vos e hice tal o cual cosa" o "Todas las
conductas de nuestros hijos son parecidas, ahora no me siento el
único". Todo esto dicho en un contexto emocional de dolor e impotencia
donde ya no sienten vergüenza de comentar mentiras y robos muchas
veces ocultos. Lo que vemos es que ese papá, al salir del grupo de
orientación, es totalmente diferente al que llegó: siente más energía,
tiene las cosas más claras, a veces está esperanzado de sus fuerzas y,
seguramente, en condiciones de hablar con el hijo con más convicción y
firmeza . Los padres aprenden entonces algunas estrategias sobre cómo
decirle al hijo que venga a una entrevista ya que muchos dicen que los
chicos se niegan a hacerlo. Yo te aseguro que en la mayoría de los
casos el hijo acepta y, aún enojado, aparece. Una vez que se cumple
este paso y contando con la colaboración familiar, se plantea el
comienzo del tratamiento.
P.S.: ¿La primera entrevista con el adicto es individual? ¿Quién la
realiza?
Sí, es individual y la hace un ex-adicto que hace un tiempo terminó su
tratamiento, es decir, alguien que pasó por lo mismo y pudo salir. Se
establece una especie de melodía en esta relación ex-adicto y adicto,
para comunicarse emplean un lenguaje único, imposible de lograr si el
entrevistador fuera profesional. Generalmente en unos minutos empieza
a surgir la verdad del consumo que es mucho mayor de lo que creían los
padres. Por otra parte, al concurrir a nuestra institución por primera
vez ven que ésta es una casa abierta y cambian la imagen prejuiciosa
que tenían imaginándose un lugar con rejas como una cárcel por que tal
vez escucharon eso en la calle o incluso por que vivieron alguna
experiencia de encierro.
Las etapas del tratamiento
La admisión es un proceso que dura aproximadamente un mes. Durante ese
lapso el adicto y su grupo familiar concurrirán a varias sesiones
semanales de grupos de padres, grupos de adictos, terapia familiar,
etc. Recién entonces nosotros podemos evaluar realmente, la
continencia familiar y el grado de compromiso; de esta manera, ellos
podrán determinar si realmente encuentran en nuestra institución la
ayuda que necesitan. En ese tiempo el adicto aprende a evitar
situaciones de riesgo, a incorporar ciertos límites y es común que
disminuya o suspenda el consumo. Ya está funcionando en un grupo de
pares con los que reflexiona y empieza a cuestionar algunas conductas.
Una vez por semana juntamos a todos los que están en tratamiento y los
"viejos" les "tiran puntas" (datos que les puedan resultar útiles) a
los "nuevos" y, les cuentan como hicieron ellos frente a cada
obstáculo.
P.S.: ¿Cuál es el paso siguiente?
GM: Cumplida la etapa de admisión , si deciden quedarse , empieza la
fase inicial (que llamamos "A") donde seguirán concurriendo a terapia
familiar, a grupos de adictos, de padres, de hermanos o de esposas y a
otras actividades como deportes o música.
En esta etapa se trabaja sobre el cumplimiento de normas como, por
ejemplo, el levantarse y el acostarse a una hora determinada, estudiar
o trabajar seis horas diarias y no concurrir a lugares que impliquen
riesgos. Son reglas de cuidado y de orden en la vida cotidiana
destinadas a que puedan organizar el tiempo libre evitando ciertos
peligros ya que se supone que, al principio, no poseen los
instrumentos internos de control y cuidado que poco a poco irán
obteniendo.
Esta primera etapa dura aproximadamente 4 meses: no les resulta fácil
organizarse y cumplir las normas para salir del desorden y del caos.
Luego da comienzo la fase "B" en la que las normas ya se cumplen
automáticamente. Entonces se trabaja sobre las relaciones con el
trabajo, con el estudio, con las emociones y con el maltrato, un tema
muy importante.
Al final de esta etapa se estimulan las salidas con los compañeros de
grupo, así se sienten más protegidos. No hay que olvidar que antes
bailaban drogados o con un vaso de whisky en la mano o iban al baño de
un bar a drogarse . Están llenos de imágenes terribles de otras épocas
que ahora, cuidados y acompañados, se atreven a enfrentar.
Después de 6 meses más o menos empieza la fase "C" en la que las
normas a seguir serán las que cada familia determine: negociarán entre
ellos los horarios, las salidas, lo que sea. Así poco a poco van
aprendiendo a discutir bien, con confianza ( y hasta con lógicos
temores) las normas de convivencia de cada casa.
La fase final es el desprendimiento, o sea, separarse de la
institución. Que, en muchos casos, es la primera vez en la vida que
pueden terminar algo bien.
P.S.: ¿Entonces se da por terminado el tratamiento?
GM: Sí, pero nosotros seguimos "evaluando". Al principio es una vez
por mes, el segundo año, cada 3 meses y el tercero, cada 6 . Los
resultados de esta evaluación son muy favorables: sólo del 10 al 15 %
de los que terminan recaen, es decir, vuelven a consumir. Con una
particularidad: son recaídas muy breves porque sus familias, ahora que
saben qué hacer, actúan rápidamente. Si se comparan estos números con
estadísticas de otros lugares, esto es fantástico pero uno no debe
llamarse engaño: es imposible comparar sin saber en qué contextos se
trabaja y con qué población. Estas cifras serían distintas si
trabajáramos con población marginal o sin familia que colabore.
Clínica grupal
P.S.: ¿Quiénes coordinan los grupos?
Son equipos mixtos formados por un ex-adicto y un terapeuta
profesional.
P.S.: ¿Emplean terapia individual ?
No. Puede haber alguna entrevista breve en situaciones personales muy
extremas pero evitamos que se escamotee material a los grupos y que se
creen situaciones de triángulo. Los grupos de pares y la terapia
familiar son , repito, los pilares del tratamiento.
P.S.: ¿Y cómo es el esparcimiento?
Los sábados tienen una actividad deportiva obligatoria (fútbol o
paddle), donde juegan todos, bien o mal. Nunca tuvimos una situación
de violencia aunque sí algunos roces mínimos. Pero los jóvenes que no
se pueden controlar con la droga pueden controlar las ganas de dar una
patada y van descubriendo que cuando quieren, son capaces de frenar
sus impulsos.
También concurren a una actividad musical coordinada por un músico ex-
adicto que hizo aquí el tratamiento. La mayoría de los chicos que
vienen hacían rock a la madrugada con alcohol y droga y ahora les
proponemos hacer música a las 3 de la tarde con gaseosas o agua. Todos
conocen las letras de las canciones y muchos de ellos tocan algún
instrumento: pasan un momento muy especial, casi religioso, haciendo
juntos algo que los apasiona.
P.S.: ¿Qué porcentaje de mujeres tienen?
Aproximadamente un 20 %. Personalmente, no creo que la mujer consuma
menos que el hombre, lo que sucede es que ingiere más tranquilizantes
o psicofármacos. Como molestan menos socialmente no acuden al
tratamiento. Entonces, existe un alto porcentajes de mujeres adictas
sin posibilidad de recibir ayuda adecuada. Preocupados por estos
porcentajes hicimos en el ‘97, en colaboración con FONGA y auspiciados
por la O.E.A. y otras instituciones, el primer Congreso Argentino
sobre el Impacto de la Droga sobre la Mujer y la Familia, al que
concurrieron representantes de todo el país. Ahí comprobamos con
sorpresa que las inquietudes que ellos tenían con respecto a la
adicción en la mujer y a las dificultades en los tratamientos,
coincidían con las nuestras.
PS: ¿ Qué ocurre cuando surge una relación de pareja entre personas en
tratamiento?
Es muy raro que suceda. Pero si ocurre, hay preguntarse hasta dónde
esta relación nueva bloquea el tratamiento. En general, creemos que lo
perjudica ya que la pareja se cierra y oculta material al grupo lo que
dificulta el trabajo. Lo importante es no tomar una medida compulsiva
de castigo y en cambio plantearse si el tratamiento los va a ayudar.
Recién entonces se puede tomar la decisión de si seguirán o no en la
institución.
P.S.: ¿Y los hermanos van?
Están invitados a participar desde el principio porque necesitan tener
un espacio en el que puedan cuestionar su rol y revisar el vínculo que
tienen con el adicto. Es común que muchos hermanos tengan una pésima
relación, que haya mucha bronca e incluso, separaciones de muchos
años. En la medida en que avanza el tratamiento los hermanos van
aprendiendo a relacionarse con un poco más de confianza y colaboración
.
P.S.: De los que entran en la etapa de admisión ¿qué porcentaje se va
y por qué causas?
Se va entre el 15 y el 20% , porque no se agrupan con los pares o no
establecen un buen contacto o bien la familia no participa ni se
relacionan con otros padres. Tal vez, haciendo un poco de teoría,
podríamos pensar en resistencias o que algo falló en nosotros y no
pudimos relacionarnos mejor.
P.S.: ¿Qué ocurre cuando durante el tratamiento los padres dejan de
venir ?
En estos casos los citamos de urgencia y les pedimos colaboración
planteándoles que para que los ayudemos, ellos nos tienen que ayudar y
aunque sea uno tiene que venir a los grupos. Si ninguno puede, que
venga una tía, una hermana, la abuela o una vecina, el que pueda. No
es posible trabajar con el adicto sin la red de colaboración, tiene
que haber un responsable.
P.S.: ¿Los adictos que vienen por indicación judicial se enganchan?
¿Cómo trabajan con el juzgado?
Nosotros trabajamos colaborando con el juzgado, no actuamos por cuenta
propia. Tratamos siempre de evitar que se forme un triángulo entre
nosotros, la familia y el juzgado, porque resulta nefasto. Para evitar
esto trabajamos seriamente y en equipo ya que cualquier fisura en la
unión de las tres instituciones, perjudica el tratamiento.
Debemos armar frentes comunes de ayuda, no de competencia.
Puede suceder que haya mensajes poco claros o contradictorios: en ese
caso acudimos al juzgado para unificar criterios, tratando de limar
asperezas y de valorar la relación . Cada vez más frecuentemente nos
encontramos con personal judicial saturado de papeles pero con tan
buena disposición que, si no entramos en competencia por el poder,
terminan viniendo a los actos de fin de tratamiento.
Tenemos que dejar de creer que somos los dueños del proceso de
rehabilitación ya que éste será mejor, cuantos más ayuden.
P.S.: ¿ Qué pasa con la población marginal y entiendo como tal a quien
está en una situación límite, al margen de su grupo y de su familia?
GM: En general las conductas marginales están presentes en todos los
drogadependientes, pero creo que hay dos situaciones: la de quienes
nacieron y viven en una estructura social marginal y han absorbido una
cultura también marginal de promiscuidad, robos, alcohol, violencia y
demás y aquellos que, formando parte de una estructura social
diferente incorporan conductas marginales ligadas a la droga. En el
primer caso es difícil el trabajo de recuperación, requiere más tiempo
y una metodología diferente. En el segundo, en cambio, se deben
rescatar los valores que ya existían: generalmente el programa de
resocialización resulta muy eficaz. Sin embargo, en ambos casos,
siempre existe una red social de colaboración y debemos encontrar
estrategias para activarla.
Legalización de la droga
P.S.: Droga legalizada ¿sí o no?
GM: Para mí es un tema muy difícil y complejo, que debe ser estudiado
ampliamente y con seriedad para no dejarse guiar sólo por las
opiniones de economistas o filósofos de turno. Me preocupa sobre todo
considerar desde qué punto de vista se enfoca ya que, en general, se
lo hace desde lo económico donde lo que interesa es que, siendo la
droga legal, el dinero de los impuestos va a ir al Estado y no a los
narcotraficantes.
Habría que echarle una mirada a los resultados que dio la legalización
del alcohol: ¿bajó el índice de consumo o no?¿ cómo se distribuyeron
los impuestos? ¿se generaron campañas de prevención eficaces?. Todo lo
contrario: vemos que aumentaron enormemente tanto el consumo como el
índice de las enfermedades alcohólicas y la gente se muere pésimamente
tratada. Además desde el Estado se estimula la producción de alcohol
autorizando el establecimiento de nuevas fábricas de bebidas.
En el caso de la droga temo que, si se aplican políticas diseñadas
sólo desde lo económico, pueda ocurrir lo mismo y lo que pensamos como
un "gran cambio", sólo sea un simple cambio de manos a favor del
Estado.
Estoy en contra de que circule droga, pero también me repugna que se
lucre con el drama y la destrucción de la gente. Este tema resulta muy
complejo y controvertido. Al respecto, deberíamos revisar y plantear
un estado de debate ininterrumpido y de evaluación permanente de los
resultados obtenidos.
Horacio Serebrinsky: En Suiza, donde estuve por razones profesionales,
la experiencia de la droga legalizada no trajo menos adictos pero sí
un mejor control, se realizan campañas de disminución del riesgo y ha
bajado el índice de delincuencia.
El tema serio en Europa es el tipo de droga que se usa ( la heroína)
que, por suerte, aquí hasta hoy no existe. También allá se están
replanteando modelos y métodos de trabajo diferentes ya que las
internaciones son caras y tienen un alto índice de recaídas y de
reingresos . Esto los hizo reflexionar sobre la eficacia de los
tratamientos y sobre otras alternativas posibles: ahora piensan con
más apertura en los tratamientos ambulatorios. Yo estuve estos años en
Roma, Córcega y Cerdeña, dictando seminarios sobre el modelo
ambulatorio y fui escuchado con mucha atención.
Objetivos
P.S.: ¿Cuáles son los objetivos de estos tratamientos ambulatorios?
GM: Uno es la desintoxicación , es decir, que la persona que se trata
no vuelva a consumir droga y el otro es la socialización, que es lo
que alarga los tratamientos, y consiste en el desarrollo y
estructuración de roles sociales y valores como la honestidad y el
respeto a las normas de convivencia.
Otro objetivo importante es que descubra que es posible controlarse
frente al impulso de consumir y también, frente al de maltratar y ser
violento.
También se intenta obtener logros en el crecimiento de los miembros de
la familia, por eso decimos que en este tratamiento, si participan
activamente, el buen resultado beneficia la salud de todos. Es común
ver, en familias que durante años vivieron en un clima caótico, que
los padres al llegar al tratamiento llevan mucho tiempo sin ir al
cine, o salir de vacaciones o comer todos juntos. Durante el proceso
terapéutico se reencuentran todos, organizados de una manera
diferente, y los mismos familiares suelen decir que no sólo el adicto
cambió, sino que ellos también pudieron encontrar un proyecto de vida
que incluye el placer.
P.S.: ¿A tu juicio, qué es lo esencial del programa?
Nosotros le damos una importancia fundamental a la resocialización.
Creo que los programas que tienen un alto índice de recaídas son los
que apuntan solamente a que el adicto deje de consumir. Sabemos que
con la ayuda del grupo el dejar de drogarse es a veces inmediato pero
también que con esto solo no basta: hay que desarrollar mecanismos de
autocuidado y autocontrol, trabajar con la familia y con los valores
que hacen a las relaciones humanas. Esto requiere tiempo , por eso
hablamos de procesos terapéuticos y por eso también fracasan los que
piensan en pastillas que curan: no es así como se tratan las
adicciones.
P.S.: ¿Es que, como dicen algunos, el mejor tratamiento es el que no
se ocupa de la droga?.
Sí, eso creo. Debemos pensar en procesos de cambio y esto no se hace
de un día para el otro.
P.S.: ¿Ustedes trabajan con Cámara de Gessel?
Sí, supervisamos mucho el trabajo. Es fundamental consultar
situaciones bloqueadas abriendo el trabajo a otra mirada, lo que
siempre resulta enriquecedor. También nos reunimos como equipo durante
la semana para actualizar la supervisión de todos los que están en
tratamiento, ver qué sucede en cada uno de los espacios terapéuticos y
que, así, cada coordinador se entere de lo que pasa en los otros
grupos. Nos ponemos al día con lo que sucede y todos tienen una visión
estructural de cada caso.
Trabajar en equipo de esta manera nos permite darnos cuenta de si
están ocurriendo situaciones de triángulo, de delegación o de
provocación, tan comunes en este trabajo. El hecho de poder
explicitarlos evita que sean actuados en el equipo.
P.S.: ¿Una vez que el tratamiento terminó se puede seguir en terapia
en la institución?
No. Con los que ya terminaron hacemos entrevistas periódicas
multifamiliares, para evaluar por ejemplo, la continuidad de los
logros o si hubo recaídas.
P.S.: Si un profesional te deriva un chico, ¿tendría que dejar de
atenderlo?
Sí, mientras dure el tratamiento con nosotros. De seguir con su
terapia individual externa se crearían situaciones confusas de
triangulación o bloqueos que perturbarían el tratamiento. En este
trabajo, que es de por sí difícil, es preferible limpiar el campo a
complicarlo. Al terminar el programa, el chico podrá volver, si lo
desea, al terapeuta que lo derivó.
P. S. : ¿Cómo se tratan los conflictos de pareja o de otro tipo cuando
aparecen en el tratamiento?
Tengamos en cuenta que, aproximadamente en la mitad del tratamiento o
quizás antes, empiezan a aparecer temas conflictivos, originados por
la reestructuración de los vínculos. Esto no sólo ocurre en la pareja
de los padres sino con los hijos cualquiera sea su situación en la
familia. Nuestra experiencia no dio resultado positivo si tuvimos que
derivar el problema a otro contexto terapéutico, por ejemplo, una
terapia de pareja fuera de la institución.
Actualmente, cualquier conflicto que surja durante el tratamiento es
relacionado con el tema focal central que es la drogadicción, tratando
de ver su repercusión en todos los espacios del grupo, es decir, cómo
la aparición de ese conflicto impacta en el tratamiento de este
paciente y en los miembros de su familia.
P.S. : ¿ Qué es lo que produce el cambio ?
En esta estructura en la que todos los miembros de la familia se
distribuyen en grupos, se produce un bombardeo sobre todos los
vínculos que origina que, por ejemplo, el padre (en su grupo de
padres) cuestione su relación con el hijo y que, por su lado, el
hermano, con sus pares, haga lo propio y que lo mismo pase en los
grupos de esposas o de amigos. Después todos se juntan en la sesión de
terapia familiar.
Es imposible saber si las modificaciones de los vínculos se originan
en los grupos, si el padre o el hermano cambiaron por lo que
aprendieron allí o fue la terapia familiar lo que disparó un cambio en
las relaciones. Y no nos interesa.
Lo que sí nos importa es que el cambio se produzca. Y para eso creamos
contextos donde se puedan trabajar los vínculos y hablamos de
bombardeo múltiple. Son como tiros con escopeta donde salen muchos
perdigones: así, hay más posibilidades de dar en el blanco.
P.S.: ¿Trabajan lo intrapsíquico?
Es absurdo pensar en "lo intrapsíquico" en este estado.
En general, la vida cotidiana del adicto es tan caótica que, al
comienzo, nos proponemos lograr un orden en la convivencia familiar y
en su vida laboral, para evitar riesgos que, a veces, son de muerte y
ayudarlo a cumplir con normas de convivencia elementales. Luego,
progresivamente, nos metemos con las emociones.
P.S.: ¿Qué otros puntos trabajan?
La violencia es un tema siempre presente que aparece en la historia de
estas familias pero puede circular también en la relación del adicto o
de sus familiares con nosotros. El maltrato puede manifestarse en
todos los contextos, y debemos estar muy alertas para verlo, trabajar
acerca de él y, si aparece en conductas nuestras, poder pedir
disculpas y establecer así un claro modelo de reparación.
H.S.: ¿Cuánto dura el tratamiento ?
Un promedio de un año y medio a dos años, ya que, como decía, la
socialización requiere tiempo. Hay que pensar en las terribles
historias que acompañan al drogadependiente.
Repito, dejar de consumir es solo un objetivo, lo más difícil es
incorporar valores sociales para que el cuidado y el autocontrol se
estructuren sólidamente. Sin esto, dejar de consumir es como colocar
un simple parche, que dura poco y las recaídas los siguen destruyendo.
No debemos repetir los fracasos de otras metodologías.
La aplicación de este modelo nos permite estar en condiciones de
obtener un cambio más sólido y estable.
Conclusiones
P.S.: ¿Termina realmente todo aquí?
En cuanto a las diferentes etapas del tratamiento, sí. Pero, una vez
terminado, seguimos evaluando la eficacia de lo que logramos.
Es muy importante comprobar cómo las familias, una vez que pasaron el
problema de la adicción, van poco a poco enfrentando las emociones
lógicas por las que todos en su momento pasamos.
También empiezan a surgir espontáneamente en las relaciones, valores
como la responsabilidad, la solidaridad, el respeto, la sobriedad, el
buen trato.
Y algo más: la posibilidad de reflexionar frente a situaciones que
antes eran respondidas impulsivamente da lugar a nuevas conductas que
se manifiestan de manera permanente, aún cuando el tratamiento ya ha
terminado.
Notas
(1) "Tratamiento Ambulatorio de pacientes con indicación de
internación". Proyecto de los Dres. Sergio Bruzzo, Roberto Yánez y el
autor de esta nota.
Fonga: Federación de organizaciones no gubernamentales de Argentina en
Adicciones
(*) Susana Barilari, Cristina Ravazzola, María Ballvé, Pio Martínez.
Esta entrevista fue publicada en el nº 51 ("Psicología de la Familia")
de Perspectivas Sistémicas, Mayo /Junio del 98.

http://www.redsistemica.com.ar/articulos.htmhttp://www.redsistemica.co
m.ar/articulos.htm

Principios de Tratamientos para la Drogadicción Una Guia Basada en


Investigaciones

Principios de Tratamientos Efectivos


1. No hay un solo tratamiento que sea apropiado para todas las
personas. Es muy importante lograr una combinación adecuada del tipo
de ambiente, las intervenciones y los servicios de tratamientos con
los problemas y las necesidades particulares de cada individuo, para
que dicha persona logre el éxito final regresando a funcionar
productivamente en la familia, el trabajo y la sociedad.
2. El tratamiento debe estar fácilmente disponible en todo momento. Ya
que las personas adictas a las drogas pueden tener dudas sobre si
comenzar o no un tratamiento, es muy importante aprovechar la
oportunidad cuando ellos indiquen que están listos para recibir
tratamiento. Se puede perder a potenciales candidatos para tratamiento
si estos tratamientos no están disponibles inmediatamente o si no son
fácilmente accesibles.
3. El tratamiento efectivo debe abarcar las múltiples necesidades de
la persona, no solamente su uso de drogas. Para ser efectivo, el
tratamiento debe dirigirse al uso de drogas de la persona además de
cualquier otro problema médico, sicológico, social, vocacional y
legal.
4. El plan de tratamiento del paciente debe ser continuamente evaluado
y, de ser el caso, modificado para asegurar que el plan se mantenga a
la par con los cambios en las necesidades de la persona. Un paciente
puede requerir combinaciones de servicios y componentes de
tratamientos que varíen durante el curso de su tratamiento y
recuperación. Además del asesoramiento o sicoterapia, el paciente a
veces puede necesitar medicamentos, otros servicios médicos, terapia
familiar, instrucción para ser mejores padres, rehabilitación
vocacional y servicios sociales y legales. Es esencial que la forma de
tratamiento sea apropiada para la edad, el sexo, el grupo étnico y la
cultura del paciente.
5. Para que el tratamiento sea efectivo, es esencial que el paciente
lo continúe durante un período adecuado de tiempo. La duración
apropiada del tratamiento para una persona depende de sus problemas y
necesidades (Prólogo). Las investigaciones indican que en la mayoría
de los pacientes se comienza a ver una mejoría significativa después
de tres meses de tratamiento. Cuando se llega a este punto, los
tratamientos adicionales pueden lograr una recuperación acelerada. Ya
que muchas personas con frecuencia dejan el tratamiento
prematuramente, los programas deben incluir estrategias que
comprometan y mantengan a los pacientes bajo tratamiento.
6. La terapia individual y/o de grupo y otros tipos de terapias de
comportamiento constituyen componentes críticos del tratamiento
efectivo para la adicción. Durante la terapia, los pacientes tratan
sus problemas de motivación, desarrollan habilidades para rechazar el
uso de la droga, reemplazan actividades donde se usan las drogas por
actividades constructivas y útiles en las que no entra el uso de
drogas, y mejoran sus aptitudes para resolver problemas. La terapia de
comportamiento también facilita las relaciones interpersonales y
mejora la habilidad del individuo para funcionar dentro de la familia
y de la comunidad. (Enfoques con Base Científica para los Tratamientos
de la Drogadicción)
7. Para muchos pacientes, los medicamentos forman un elemento
importante del tratamiento, especialmente cuando se combinan con los
diferentes tipos de terapia. La metadona y el levo-alfa-acetilmetadol
(LAAM) son muy efectivos para ayudar a aquellos individuos adictos a
la heroína y a otros narcóticos a estabilizar sus vidas y reducir el
uso de drogas ilegales. La naltrexona también es un medicamento eficaz
para personas adictas al opio y para algunos pacientes que al mismo
tiempo sufren de dependencia al alcohol. Para las personas adictas a
la nicotina, los productos que reemplazan a la nicotina (como los
parches o chicles) o un medicamento oral (como el bupropión) pueden
ser componentes efectivos de su tratamiento. Mientras que la
combinación de tratamientos y de medicamentos puede ser de suma
importancia para pacientes con trastornos mentales.
8. En el caso de individuos con problemas de adicción o abuso de
drogas que al mismo tiempo tienen trastornos mentales, se debe tratar
los dos problemas de una manera integrada. Como a menudo se ven
trastornos de adicción y trastornos mentales en un mismo individuo,
aquellos pacientes que presentan cualquiera de las dos condiciones
deben ser evaluados y tratados para la presencia simultánea del otro
tipo de trastorno.
9. La desintoxicación médica es solamente la primera etapa del
tratamiento para la adicción y por sí misma hace poco para cambiar el
uso de drogas a largo plazo. La desintoxicación médica maneja
cuidadosamente los síntomas físicos agudos del síndrome de la
abstinencia, que suceden cuando se deja de usar alguna droga. Aunque
la desintoxicación por sí misma rara vez es suficiente para ayudar a
las personas adictas a lograr abstinencia a largo plazo, para algunos
individuos sirve como un precursor fuertemente indicado para el
tratamiento efectivo de la drogadicción (Tratamientos de Drogadicción
en los Estados Unidos).
10. El tratamiento no tiene que ser voluntario para ser efectivo. El
proceso de tratamiento puede ser facilitado gracias a una fuerte
motivación. Las sanciones o los premios dentro de la familia, del
ambiente laboral o del sistema de justicia criminal pueden incrementar
significativamente los porcentajes de individuos que entren y que se
mantengan dentro de programas de tratamiento para la drogadicción así
como el éxito de los mismos.
11. El posible uso de drogas durante el tratamiento debe ser
constantemente supervisado. Durante el período de tratamiento pueden
haber recaídas al uso de drogas. La supervisión objetiva del uso de
drogas y alcohol durante el tratamiento, incluyendo análisis de la
orina u otros exámenes, puede ayudar al paciente a resistir sus
impulsos de usar drogas. Esta clase de supervisión también puede
proporcionar una evidencia temprana del uso de drogas para que el plan
de tratamiento del paciente pueda ser reajustado. Dar a conocer los
resultados de los informes a los pacientes que registren positivamente
en los análisis de drogas, puede servir como un elemento importante en
la supervisión.
12. Los programas de tratamiento deben incluir exámenes para el
VIH/SIDA, la hepatitis b y c, la tuberculosis y otras enfermedades
infecciosas, conjuntamente con la terapia necesaria para ayudar a los
pacientes a modificar o cambiar aquellos comportamientos que les ponen
a ellos o a otros en riesgo de ser infectados. La terapia puede ayudar
a los pacientes a evitar comportamientos de alto riesgo. También puede
ayudar a las personas que ya están infectadas a manejar su enfermedad.
13. La recuperación de la drogadicción puede ser un proceso a largo
plazo y frecuentemente requiere múltiples rondas de tratamientos. Tal
como en otras enfermedades crónicas, la reincidencia en el uso de
drogas puede ocurrir durante o después de rondas exitosas de
tratamiento. Los pacientes pueden requerir tratamientos prolongados y
múltiples rondas de tratamientos para poder lograr la abstinencia a
largo plazo y un funcionamiento completamente restablecido.
Participación en programas de auto-ayuda durante y después del
tratamiento sirve de apoyo para mantener la abstinencia.
Preguntas Frecuentes
3. ¿Es efectivo el tratamiento para la drogadicción?
Además de parar el uso de drogas, la meta del tratamiento es que el
individuo vuelva a funcionar productivamente dentro de la familia, del
trabajo, y de la comunidad. Las maneras de medir la eficacia del
tratamiento típicamente incluyen los niveles de comportamiento
criminal, el funcionamiento dentro de la familia, trabajo, y la
condición médica. En general, el tratamiento para la drogadicción es
tan exitoso como el tratamiento de otras enfermedades crónicas, como
la diabetes, la hipertensión, y el asma.
El tratamiento para la drogadicción es tan exitoso
como el tratamiento de otras enfermedades crónicas
como la diabetes, la hipertensión, y el asma.
De acuerdo a varios estudios, el tratamiento para las drogas reduce el
uso de éstas en un 40 a 60 por ciento y disminuye significativamente
la actividad criminal durante y después del período de tratamiento.
Por ejemplo, un estudio de tratamiento terapéutico de la comunidad
para ofensores de drogas (Tratamientos de Drogadicción en los Estados
Unidos) demostró que los arrestos por actos criminales tanto violentos
como no violentos se redujeron en un 40 por ciento o más. El
tratamiento utilizando la metadona ha mostrado una reducción del
comportamiento criminal hasta de un 50 por ciento. Las investigaciones
también demuestran que el tratamiento para la drogadicción reduce el
riesgo de infección del VIH y que las intervenciones para prevenir el
VIH cuestan mucho menos que los tratamientos relacionados con las
enfermedades del VIH. El tratamiento puede mejorar las expectativas de
empleo, con un aumento de hasta un 40 por ciento después del
tratamiento.

Aunque estas estadísticas de eficiencia generalmente se mantienen, los


resultados de los tratamientos individuales dependen del alcance y la
naturaleza de los problemas presentes en el paciente, de que los
componentes del tratamiento y los servicios relacionados usados para
tratar estos problemas sean apropiados, y del grado de motivación por
parte del paciente durante el proceso del tratamiento.
4. ¿Cuánto tiempo suele durar un tratamiento para la drogadicción?
Durante el tratamiento para la drogadicción, cada persona progresa a
diferente velocidad. Por eso, no existe un tiempo predeterminado para
ser tratado. Sin embargo, las investigaciones han demostrado que la
obtención de buenos resultados depende de un tiempo adecuado de
tratamiento. Generalmente, para los tratamientos residenciales o
aquellos que toman lugar fuera del hospital, la participación del
adicto por un tiempo menor que 90 días tiene un efecto limitado o nulo
y, por eso, a menudo se aconsejan tratamientos que duren un período de
tiempo bastante más largo.

Para el mantenimiento a base de la metadona, el mínimo es doce meses


de tratamiento, y algunos individuos adictos a los opiáceos seguirán
beneficiándose del tratamiento de mantenimiento a base de la metadona
por un período de varios años.
La obtención de buenos resultados depende de un
tiempo adecuado de tratamiento.
Muchas personas que participan en los tratamientos los terminan
prematuramente. Para obtener resultados exitosos se puede requerir más
de una ronda de tratamiento. Muchos individuos adictos reciben
múltiples rondas de tratamientos, a menudo con un impacto acumulativo.
5. ¿Qué ayuda a las personas a mantenerse dentro del tratamiento?
Como el éxito de los resultados a menudo depende de que la persona se
mantenga dentro del tratamiento suficiente tiempo para poder recibir
todos los beneficios, las estrategias para retener a un individuo
dentro del programa constituyen un elemento clave del tratamiento. El
hecho de que el paciente se mantenga dentro del tratamiento depende de
factores asociados tanto con el individuo como con el programa. Los
factores asociados al paciente que influyen su decisión de entrar y
mantenerse dentro del tratamiento, incluyen la motivación que tenga
para cambiar su comportamiento de uso de drogas, el grado de apoyo de
la familia y de las amistades, y el grado de presión que sienta por
parte del sistema de justicia criminal, de los servicios de protección
infantil, del trabajo, o de la familia para mantenerse dentro del
tratamiento. Dentro del programa, los consejeros exitosos son los que
logran establecer una relación terapéutica positiva con el paciente.
El consejero debe asegurarse que se establezca un plan de tratamiento
y que el mismo sea seguido para que el paciente sepa lo que debe
esperar durante el tratamiento. Durante el período de tratamiento, el
paciente debe tener acceso a servicios médicos, siquiátricos, y
sociales.
El hecho que el paciente se mantenga dentro del
tratamiento depende de factores asociados tanto con
el individuo como con el programa.
Ya que algunos problemas individuales (tales como una enfermedad
mental seria, el uso severo de la cocaína o el "crack", y conexiones
criminales) aumentan la probabilidad de que un paciente termine
prematuramente el programa, es posible que se requieran tratamientos
intensivos con una variedad de componentes para retener a los
pacientes que tienen estos problemas dentro del programa. El terapeuta
debe asegurarse que exista una transición a cuidados continuos o
"terapia de convalecencia" después de que el paciente termine el
tratamiento formal.
6. ¿Acaso el uso de medicamentos como la metadona no constituye un
simple reemplazo de una drogadicción por otra?
No. Debido a la forma en que son usados en los tratamientos de
mantenimiento, la metadona y el LAAM no constituyen reemplazos para la
heroína. Estos son medicamentos seguros y efectivos para la adicción a
los opiáceos y los mismos son administrados oralmente en dosis
establecidas y regulares. Sus efectos farmacológicos son marcadamente
diferentes a los de la heroína.
Debido a la forma en que son usados en los
tratamientos de mantenimiento, la metadona y el laam
no constituyen reemplazos para la heroína.
Cuando se inyecta, inhala o fuma, la heroína casi de inmediato causa
una sensación eufórica o "rush" por un período corto culminante, que
desaparece rápidamente, terminando en una caída chocante o "crash." El
individuo experimenta un deseo intenso de usar más heroína con el fin
de parar la caída y restablecer la euforia. El ciclo de la euforia, la
caída y el deseo ardiente –repetido varias veces al día– lleva a un
ciclo de adicción y de trastorno de comportamiento. Estas
características del uso de la heroína se deben a la rapidez con que
comienza a actuar la droga y la corta duración de su acción en el
cerebro. Una persona que usa la heroína muchas veces al día somete a
su cerebro y a su cuerpo a fluctuaciones marcadas y rápidas a medida
que los efectos del opiáceo vienen y se van. Estas fluctuaciones
pueden trastornar varias funciones corporales importantes. Como la
heroína es ilegal, las personas adictas a menudo se convierten en
parte de una cultura callejera y volátil de uso de drogas,
caracterizada por actividades criminales.

La metadona y el LAAM entran en acción de manera mucho más gradual que


la heroína, y el resultado es que los pacientes estabilizados por
medio de estos medicamentos no experimentan un "rush" o sensación
eufórica. Además, la acción de ambos medicamentos se disminuye de
manera mucho más lenta que la heroína, o sea, no se experimenta una
caída repentina, y el cerebro y el cuerpo no están expuestos a las
fluctuaciones marcadas que se ve con el uso de la heroína. El
tratamiento de mantenimiento basado en la metadona o en el LAAM reduce
marcadamente el deseo por la heroína. Si una persona que recibe una
dosis de mantenimiento adecuada y regulada de metadona (una vez al
día) o de LAAM (varias veces a la semana) trata de usar heroína, los
efectos eufóricos de la heroína quedarían significativamente
bloqueados. De acuerdo a las investigaciones, los pacientes en
tratamiento de mantenimiento no sufren las anormalidades médicas y el
desequilibrio de comportamiento que las fluctuaciones rápidas en los
niveles de drogas les causan a los adictos a la heroína.
Preguntas Frecuentes
7.¿Qué papel puede desempeñar el sistema de justicia criminal en el
tratamiento de la drogadicción?
Cada vez más, las investigaciones demuestran que el tratamiento para
los delincuentes adictos a las drogas, durante y después de su
encarcelamiento, puede tener un efecto muy beneficioso sobre su uso
futuro de drogas, su comportamiento criminal, y su funcionamiento
social. No hay duda de la necesidad de integrar a los métodos de
tratamiento para la drogadicción con el sistema de justicia criminal.
En el caso de delincuentes adictos a las drogas, la combinación de
tratamientos basados en la prisión y en la comunidad reduce el riesgo
tanto de la reincidencia en el comportamiento criminal relacionado a
las drogas, como de la recaída al uso de drogas. Por ejemplo, un
estudio reciente determinó que los prisioneros que participaron en un
programa de tratamiento terapéutico en la prisión del Estado de
Delaware y que continuaron recibiendo tratamiento en un programa de
trabajo después de su estadía en la prisión, tenían un 70 por ciento
menos de probabilidad de volver a usar drogas y de ser arrestados, en
comparación con los prisioneros que no participaron (Tratamientos de
Drogadicción en los Estados Unidos).
Los individuos que se inscriben en los tratamientos
debido a una presión legal tienen resultados tan
favorables como los que se inscriben voluntariamente.
La mayoría de los delincuentes involucrados con el sistema de justicia
criminal no se encuentran encarcelados sino que viven bajo supervisión
dentro de la comunidad. En el caso de aquellos delincuentes que tienen
un problema de drogas conocido, se pueden recomendar tratamientos para
la drogadicción o se los pueden imponer como requisito para otorgarles
la libertad condicional. Las investigaciones han demostrado que los
adictos que se inscriben en tratamientos debido a una presión legal
tienen resultados tan favorables como aquellos que se inscriben
voluntariamente.

El sistema de justicia criminal logra que los ofensores de drogas


reciban tratamiento a través de una variedad de mecanismos, sea
llegando a un acuerdo para que los ofensores no violentos reciban
tratamiento en vez de ir a la cárcel, estipulando que el tratamiento
sea un requisito para la libertad condicional o para ser liberados
antes del juicio, o convocando a cortes especializadas que manejan
casos de delincuentes involucrados en drogas. Las cortes para las
drogas, que constituyen uno de los mecanismos utilizados, están
dedicadas a los casos de ofensores de drogas. Estas cortes administran
y organizan los tratamientos como una alternativa al encarcelamiento,
vigilan activamente el progreso del delincuente dentro del
tratamiento, y organizan otros servicios para los ofensores
involucrados en drogas.

Los modelos más efectivos integran al sistema de justicia criminal con


los sistemas y servicios de tratamientos de drogas. El personal
encargado de los tratamientos trabaja conjuntamente con aquel de la
justicia criminal para elaborar los planes y poner en marcha la
selección, colocación, evaluación, vigilancia y supervisión, así como
el uso sistemático de sanciones y premios para los abusadores de
drogas que se encuentran bajo el mando del sistema de justicia
criminal. Los tratamientos para abusadores de drogas dentro de la
cárcel deben incluir cuidados continuos y supervisión después de ser
liberados así como durante el período de libertad condicional.
8. ¿Cómo pueden los tratamientos para la drogadicción ayudar a reducir
la proliferación del VIH/SIDA y de otras enfermedades infecciosas?
Muchos drogadictos, tales como los adictos a la heroína o la cocaína,
particularmente los que se inyectan las drogas, tienen un alto riesgo
de contraer el VIH/SIDA y otras enfermedades infecciosas como la
hepatitis, la tuberculosis, e infecciones transmitidas sexualmente.
Para estos individuos y la comunidad en general, el tratamiento para
la drogadicción sirve para prevenir enfermedades.
El tratamiento para la drogadicción sirve para
prevenir enfermedades.
Las personas que se inyectan las drogas y que no entran en tratamiento
tienen seis veces más probabilidad de ser infectadas con el VIH que
las personas que se inyectan pero entran y se mantienen bajo
tratamiento. Las personas que usan drogas pero entran y continúan en
tratamiento reducen su participación en actividades que pueden
propagar enfermedades, como son el compartir inyecciones e
involucrarse en actividad sexual sin ningún tipo de protección. La
participación en el tratamiento también presenta la oportunidad de ser
seleccionado y de recibir asesoramiento o terapia asi como de obtener
servicios adicionales. Los mejores programas de tratamiento para el
abuso de drogas proveen asesoramiento sobre el VIH y ofrecen a sus
pacientes exámenes de laboratorio para detectar el VIH.
9. ¿Cómo pueden los programas de 12 pasos ("12-step programs") y de
auto ayuda encajar dentro del trata-miento para la drogadicción?
Los grupos de auto ayuda pueden complementar y extender los efectos
del tratamiento profesional. Los mejores grupos de auto ayuda son los
que están afiliados a Alcohólicos Anónimos (Alcoholics Anonymous
(AA)), Narcóticos Anónimos (Narcotics Anonymous (NA)), and Cocaína
Anónimos, (Cocaine Anonymous (CA)), los cuales están basados en el
modelo de los 12 Pasos (‘12-step model’) y de la Recuperación
Inteligente (Smart Recovery®). Casi todos los programas de
drogadicción animan a los pacientes a participar en un grupo de auto
ayuda durante y después del tratamiento formal.
10. ¿Cómo pueden los familiares y las amistades ayudar a cambiar la
vida de una persona que necesita tratamiento?
La familia y las amistades pueden desempeñar un papel esencial en
cuanto a la motivación que le den a las personas con problemas de
drogas para que ellos se inscriban y permanezcan dentro del programa
de tratamiento. La terapia familiar es importante, especialmente para
adolescentes (Enfoques con Base Científica para los Tratamientos de la
Drogadicción). La participación de un miembro de la familia en el
programa de tratamiento del adicto puede fortalecer y extender los
beneficios del mismo.
11. ¿Se justifica el costo del tratamiento de la drogadicción?
El tratamiento de la drogadicción es efectivo con relación a su costo,
cuando reduce el uso de drogas y los costos asociados a la salud y a
la sociedad. El tratamiento es más barato que otras alternativas, como
el no tratar a los adictos, o simplemente encarcelarlos. Por ejemplo,
el costo promedio anual del tratamiento de mantenimiento basado en la
metadona es de alrededor de $4,700 por paciente, mientras que un año
entero de prisión cuesta aproximadamente $18,400 por persona.
El tratamiento de la drogadicción es efectivo con
relación a su costo cuando reduce el uso de drogas y
los costos asociados a la salud y a la sociedad.
De acuerdo a varios estimados conservadores, cada dólar invertido en
programas de tratamiento de adicción proporciona una ganancia de entre
$4 y $7 solamente en la reducción de los crímenes relacionados a las
drogas, los costos al sistema de justicia criminal, y el robo. Cuando
se incluyen los ahorros relacionados al cuidado de la salud, los
ahorros totales pueden superar los costos en una proporción de 12 a 1.
También existen importantes ahorros para el individuo y la sociedad
que provienen de una significativa disminución en los conflictos
personales, un aumento en la productividad laboral, y una reducción en
los accidentes relacionados a las drogas.
>>>Siguientes>>>

Todos los materiales de la Serie de Reportes de Investigación son del


dominio público y pueden ser reproducidos sin pedir permiso al NIDA.
Apreciaríamos que se cite la fuente.
http://165.112.78.61/NIDAHome.html pagina principal
Usted puede recibir hojas de datos por facsímile o NIDA
Homecorrespondencia, o puede escuchar mensajes grabados llamando al 1-
888-644-6432 (1-888-NIH-NIDA). Llame gratis las 24 horas del día en
inglés o español o al teléfono 1-888-644-6432.Las personas con
problemas auditivos pueden llamar al 1-888-889-6432 (1-888-TTY-NIDA).
Terapia Familiar y Adicciones
Un enfoque práctico con resultados prácticos.
MTF Miguel Alberto Ramírez Villaseñor.
Terapeuta Familiar Campo Renacimiento Adicciones.
RESUMEN
LA ADICCIÓN COMO FENÓMENO FAMILIAR
LA TERAPIA FAMILIAR
TERAPIA FAMILIAR Y RESULTADOS DE TRATAMIENTO EN ADICCIONES
EL MODELO
RESULTADOS
CONCLUSIONES
REFERENCIAS
SUBIR
Resumen
En el presente trabajo, se describe el fenómeno de la adicción cómo un
problema familiar. No sólo por cómo la familia es afectada, sino por
la manera en que ésta participa, no en la génesis de la misma sino en
el mantenimiento de las conductas consideradas como parte de la
enfermedad. Por lo mismo, se describen características que la familia
presenta descritas en la literatura especializada de terapia familiar
(Stanton y Todds, 1988) y que han sido corroboradas en la práctica
clínica qué contradicen muchas de las ideas populares sobre familias
de adictos tales cómo: desintegración familiar, descuido familiar,
deseos de llamar la atención, madres que trabajan y otros. Las
características mencionadas en la literatura son: Dependencia química
multigeneracional (generalmente alcohol). Propensión al juego y a
mirar T.V. Conspicuamente no esquizofrénica. Fuertes relaciones
externas como refugio generalmente después de un conflicto. Ilusión de
independencia mayor gracias a la subcultura de la droga. Expresión del
conflicto mas primitivo. Alianzas entre miembros y subsistemas
explícitas. Prácticas de crianza y necesidades “simbióticas”.
Predominio de temas relacionados con la muerte y muertes prematuras,
inesperadas y repentinas dentro de la familia. Y disparidad cultural
padres-hijos.
Menciona un modelo de Terapia Familiar con bases estratégico -
estructurales utilizado para abordar a la familia del adicto en dos
Clínicas de Internamiento con un programa similar de cinco semanas y
presenta los resultados del tratamiento en los usuarios del modelo en
un período de dieciocho meses. Ambas clínicas a pesar de tener un
programa similar, presentan diferencias en cuanto a instalaciones y el
nivel socio económico de los usuarios. El terapeuta familiar fue el
mismo en ambas intervenciones. La presentación se hace dividiendo el
contenido en tres tópicos: La adicción como un fenómeno familiar, una
breve descripción de los aportes que las escuelas de terapia familiar
desde una óptica sistémica hacen al tratamiento de familias de adictos
–adicto incluido- , algunos resultados de investigaciones en terapia
familiar con adictos, y se describe el modelo de abordaje y los
resultados basados en la recaída o no en el uso de las sustancias.
El presente trabajo describe el fenómeno de la adicción cómo un
problema familiar. Menciona un modelo utilizado para abordar a la
familia en una Clínica de Internamiento con un programa de cinco
semanas y presenta los resultados del tratamiento en los usuarios del
modelo en dos clínicas en un período de nueve meses. Para facilitar la
descripción, se ha dividido el contenido en tres tópicos: La adicción
como un fenómeno familiar, una breve descripción de la terapia
familiar desde una óptica sistémica, algunos resultados de
investigaciones en terapia familiar con adictos, y se describe el
modelo de abordaje y los resultados en la recaída o no en el uso de
las sustancias.
SUBIR
La adicción como fenómeno familiar
Cuando hablamos de adicción, aún en el criterio de aceptarla como
enfermedad, encontramos varias formas de abordarla. Dentro de éstas,
la sustancia ha recibido un importante peso en la cuestión de sí esta
es o no, mas ó menos adictiva. Pareciese existir la idea de que sí
damos una sustancia catalogada como se menciona, el usuario no tendrá
mas remedio que depender de ésta. El acento se coloca en el poder
adictivo de la sustancia. Algunas fantasías de padres y maestros giran
alrededor de este punto cuando comentan que vendedores de dulces y
frutas le ponen droga a sus productos para inducir a los niños su
consumo. Los ahora adictos relatan como al inicio de su adicción
descubrieron las primeras veces que podían tener la fantasía de
controlar la sustancia justamente porque parecían determinar la
frecuencia de su consumo a voluntad, esto es, a pesar de ser
“adictiva”, podían con ella y eso justamente fue lo que los enganchó.
Otros estudios se han enfocado a la personalidad de los adictos
encontrando varios puntos de vista dependiendo, claro, del marco
teórico desde el que se describa. Los enfoques individuales han tenido
variados grados de éxito dependiendo de diversos factores, pero en
general debemos señalar que la mayoría ubica la adicción en el cuerpo
o en la personalidad del adicto. Los aspectos interpersonales de la
adicción parecen dejarse de lado exceptuando el valor que se le
concede al grupo de pares o bien lo señalado por los grupos de auto
ayuda tales como Al-Anon y Familias Anónimas que si tocan a la familia
en cierto modo (Stanton y Todd, 1988).
Y aunque se ha llegado en la literatura especializada y en las
creencias populares a señalar el papel que la familia juega en este
fenómeno, únicamente ha sido para mostrar a ésta como fuente de estrés
para el adicto basado en –también- la personalidad de alguno o de
ambos padres.
Como los estudios se hacen desde una epistemología lineal, que
describe las cosas como si se pudiese pensar en causas y efectos,
ubican al adicto como el resultado del tipo de familia de la cual
emerge, pensando que el tipo de familia dependerá de la personalidad
de cada uno de los padres. Además, esto parece hacerse desde una
perspectiva moral, esto es, se juzga la conducta de los padres como
buena o mala y se intenta establecer la correlación existente entre
ésta conducta y el comportamiento de los hijos. Esto genera
descripciones muy interesantes sobre todo en cuanto al papel que se le
atribuye a las mujeres. Por ejemplo, se habla de madres que trabajan o
que son madres solteras o divorciadas como las típicas madres de los
adictos. Por supuesto que el contenido ideológico de estas
afirmaciones no son objeto de reflexión por quienes las enuncian. Se
está dando a entender que las mujeres deben dedicarse exclusivamente a
los hijos y que no son capaces de hacerlo solas, con esto se ubica a
la mujer como incapaz y dependiente de un hombre. Lo peor del asunto
es que esta es una idea muy difundida y casi nunca cuestionada. Otra
idea muy común es el status de la pareja. Y esto vuelve a colocar a la
moral como un elemento importante para las ideas de quienes se asoman
a este problema.
En un estudio de 250 familias con adolescentes delincuentes y usuarios
de drogas en la ciudad de Guadalajara (Ramírez Villaseñor, 1989) se
encontró que el 71.2 % de los padres vivían en pareja, sólo en un 1.2%
estaban divorciados, y el 19.2% estaba separado, en dicho estudio, el
34.8% de las madres trabajaban.
En otro estudio (Ramírez Villaseñor, 1990) con una muestra de 100
familias con características similares, no se encontró a ninguna
pareja divorciada. Once de las parejas de la muestra estaban
separadas.
En un sondeo que se hizo con las familias de usuarios de la Clínica
Campo Renacimiento Adicciones con una muestra de 32 familias, se
encontró que el 59.37% de los padres de los pacientes estaban casados,
el 18.75% estaban divorciados, el 6.25 % se encontraban separados. El
12.5% viudos y el 3.12% eran madres solteras. La diferencia entre las
familias de los estudios anteriores y en los realizados para el
presente trabajo está en el nivel socioeconómico, las familias que
utilizan los servicios de Campo Renacimiento pertenecen a la clase
media alta mientras que los otros son de estratos sociales mas bien
bajos. Podría atribuirse al nivel económico el hecho de divorciarse en
vez de únicamente separarse, pero cómo se puede observar, la mayoría
de las parejas de padres continúan casados, con lo que echa por tierra
la idea de la adicción como resultado de la desintegración familiar.
Aún así, puede señalarse que el intentar describir la influencia de la
familia desde el comportamiento o la personalidad de los padres en
relación con el consumo de sustancias no nos aporta mucho material que
se pueda utilizar en un nivel práctico y se debe hacer énfasis
suficiente en que estas son afirmaciones desde una perspectiva de
valores que resalta la familia ideal de clase media, esto es papá,
mamá y pocos hijos. Por otra parte, poco se ha hablado del papel que
la familia juega en la persistencia del problema.
Es importante recordar que el consumo de sustancias inicia básicamente
en la adolescencia, donde se ensayan nuevos comportamientos y nuevas
fronteras a los mismos. También es importante señalar que la
adolescencia, entendida como la adaptación emocional a los cambios
físicos de la pubertad (Blos, P. 1981), no es únicamente un cambio del
chico, sino de la familia completa sobre todo pensando en la
modificación de horarios, practicas de crianza, alianzas y coaliciones
etc. (Anthony 1983). Por tanto es complicado pensar en una familia
donde nadie parece darse cuenta de que algo está ocurriendo con un
miembro de esa edad. Respecto a este punto, se ha señalado el papel
homeostático del síntoma, donde este último parece servir para desviar
la atención sobre otra situación familiar que parece afectar mas a la
familia en ese momento. Por lo mismo, la familia mentirá por el
adicto, lo ocultará, pagará por él y otras cosas como si quisiera
evitar a toda costa que el adicto sufra las consecuencias de sus actos
(Stanton y Todd, 1988).
Otro argumento para señalar al consumo de drogas como un fenómeno
familiar es que es la familia, generalmente la madre, es quién
solicita el tratamiento aún a pesar de que el miembro adicto no acepte
ni que tiene un problema ni la necesidad de una intervención (Coletti,
M).
Estudios (Stanton y Todd, 1988) de terapeutas familiares refieren que
las familias de los adictos en comparación con otras familias de
miembros con patología presentan:
a. Una dependencia química multigeneracional (generalmente alcohol).
Propensión al juego y a mirar T.V. (Aquí se puede incluir juegos de
vídeo e internet).
b. Relevantemente no esquizofrénica.
c. Fuertes relaciones externas como refugio generalmente después de un
conflicto. Ilusión de independencia mayor gracias a la subcultura de
la droga.
d. Expresión del conflicto mas primitivo.
e. Alianzas entre miembros y subsistemas explícitas.
f. Prácticas de crianza y necesidades “simbióticas”.
g. Predominio de temas relacionados con la muerte y muertes
prematuras, inesperadas y repentinas dentro de la familia.
h. La adicción como “pseudo-individuación”.
i. Disparidad cultural padres-hijos.
En la práctica hemos encontrado dos elementos que merecen especial
atención: Uno de estos es que generalmente el adicto tiene lo que
optamos por llamar “posición de privilegio”. Es decir, culturalmente
algunas posiciones en la escala familiar pudieran entenderse de esta
forma. El primer hijo, el primer varón, el último varón, el último
hijo, el primer vivo. Etc. El otro elemento es la presencia como lo
señala la literatura, de hermanos muertos violenta o prematuramente
cercanos a la posición del adicto o bien de abortos espontáneos.
Pareciera que si se combinan estos elementos con la adolescencia, las
familias estarán poco dispuestas a dejar “salir” a un miembro que han
cuidado durante todos estos años como una manera de superar el duelo
de la pérdida del otro hermano.
En una muestra de 32 familias usuarias de Campo Renacimiento
encontramos que el 34.3% de los adictos tenía una posición como las
mencionadas. El 25% de las familias se había enfrentado a muertes y/o
abortos y el 40.6 % poseía ambas variables.
En otro sondeo de 18 familias, el 94.44% de los adictos poseía una
posición de privilegio siendo el último varón el 41.17%, el primer
hijo el 29.41%, el primer varón el 17.64% y el último hijo el 11.76%.
En la misma muestra encontramos que el 50% tiene hermanos muertos de
forma violenta o prematura. El 44.44% son hermanos mayores, otro
44.44% son menores y el 11.11% han muerto antes y después. Todos los
hermanos muertos eran del mismo género del paciente.
Los resultados enseñan que el 38.88% tiene abortos en la escala
familiar. El 42.85% antes del nacimiento del paciente identificado. El
14.28% después y el 42.85%, antes y después. El 22.22% de las familias
presenta ambas variables y solo el 5.55% no presenta ninguna de estas.
En un estudio previo (Ramírez Villaseñor, 1989ª), con una muestra de
106 familias con un miembro farmacodependiente recluido en un centro
penitenciario se había encontrado que el 78.3% de los sujetos tenía
una posición de privilegio. De igual forma que los sondeos
anteriormente mencionados, se detectó la presencia de hermanos muertos
cercanos al paciente, tanto antes como después. Los abortos no
llamaron la atención del investigador en aquél entonces.
Esta organización familiar estaría presente en las familias con un
consumidor de drogas independientemente de su condición social.
SUBIR
La Terapia Familiar
La Terapia Familiar aparece como una modalidad de intervención a
finales de los años 50´s con familias de esquizofrénicos y en cierta
forma desafía a muchas de las conceptualizaciones tradicionales sobre
el tratamiento de diversas problemáticas. No es el objetivo de este
trabajo ahondar en los conceptos y procedimientos de dicho estilo de
pensar y abordar el trabajo clínico por lo que nos conformaremos con
describir algunos puntos que pueden resultar de utilidad para
contextualizar el trabajo que se ha venido realizando con los adictos
y sus familias con el modelo utilizado por el terapeuta que atendió a
la muestra del presente estudio.
La terapia familiar aborda a la familia como un grupo de relaciones
más que como un grupo de individuos. En este sentido describe mas lo
que ocurre entre las personas y no dentro de éstas. Hace énfasis en
cuestiones observables como patrones de interacción familiar,
secuencias repetidas, mensajes digitales y analógicos de la
comunicación, cercanía o lejanía de los miembros entre otras cosas.
Generalmente trabaja con objetivos que pueden o no ser explícitos y es
de corta duración en comparación con otros modelos de abordaje.
No toda la terapia familiar se practica de igual forma, aunque parte
de ideas similares, cada autor le ha impregnado un estilo personal. Se
enumeran algunos puntos teóricos que han sido de utilidad para
trabajar con las familias de los adictos:
1. Enfasis en la jerarquía. La familia no es un grupo de iguales. Hay
quienes toman decisiones y se encargan de los otros. Generalmente los
padres de los hijos (Minuchin, 1995, Haley, 1988).
2. Existen secuencias relacionales alrededor de cada pauta de
comportamiento. La terapia consiste en identificar estas pautas por
parte del terapeuta y modificar las relaciones cambiando componentes,
tiempos de la interacción o distancias entre los miembros.
3. Se piensa en organizaciones tríadicas como unidad mínima relacional
y se centra en el presente (Madanés, 1984).
4. Es importante tomar en cuenta el ciclo vital en que la familia se
encuentra y buscar que los miembros respondan a las exigencias del
contexto social en el cuál se desenvuelven (Haley, 1991).
5. El tratamiento tiene objetivos: Resolver el problema por el que se
interviene antes que otros problemas ya sean observados por el
terapeuta o reportados por la familia.
6. Las familias pueden oponerse al cambio de la misma forma en que
pretenden ser diferentes. Los terapeutas pueden apoyar la parte de la
estabilidad buscando incrementar la fuerza que impulsa al cambio
(Selvini Palazzoli y otros, 1988) .Sin compartir el marco teórico,
pero con una actitud bastante similar operan los grupos de familia Al-
Anon, cuando insisten en que la mejor manera de ayudar es no ayudar.
Stanton y Todds (1989) en su trabajo con adictos intervinieron con un
modelo estratégico estructural donde sugieren:
1. Encarar primero la tríada compuesta por el adicto y ambos
progenitores antes de ir más lejos. Intentar trabajar con la pareja
puede causar mas tensión.
2. Incluir al mayor número posible de miembros.
3. Las metas son, básicamente:
a. Dejar el consumo de sustancias legales e ilegales. No centrarse en
otros problemas cómo disfunciones conyugales, conflictos de poder
entre cónyuges, etc.
b. Uso productivo del tiempo y
c. Una situación estable y autónoma.
SUBIR
Terapia familiar y resultados de tratamiento en adicciones
La terapia familiar ha hecho incursiones en el tratamiento de los
adictos y por supuesto, sus familias. El seguimiento de casos sigue
siendo una forma de saber si la manera en que estamos interviniendo
arroja resultados positivos. De esta forma,
Maurizio Coletti habla de una mejoría del 65.38% en contraste con un
26.92% sin cambios después del tratamiento en familias abordadas con
un modelo estructural. Un 76.92% de mejoría contra un 19.23% con un
modelo de contraparadoja.
Guillermo Bernal (1993) reportó que la terapia familiar obtiene un 90%
de mejoría en caso de abuso de drogas con un modelo de Terapia
Contextual y que los resultados dependen de las posibilidades de la
expresión emocional de el conflicto, del sobre -envolvimiento de algún
familiar o de comentarios negativos sobre el miembro sintomático.
Ramírez Villaseñor (1989) reportó un 60% de mejoría en casos tratados
de manera estratégico estructural en un ambiente penitenciario donde
el éxito del tratamiento dependió del número de participantes de la
familia, el número de sesiones (entre 3 y 11) y quién determinaba la
terminación del tratamiento (institución o terapeuta).
En un seguimiento de casos de Campo Renacimiento efectuado a pacientes
tratados entre Octubre de 1999 y Mayo del 2000 con un modelo distinto
de atención familiar con dos sesiones familiares y tres sesiones multi
familiares con exposición de temas tales como “Co-dependencia”,
“Límites” y “El Alcoholismo como enfermedad familiar” se encontró que
el 49.95% de los pacientes permanecían limpios contra un 49.99% que
habían recaídos.
SUBIR
El Modelo
El modelo está diseñado para aplicarse paralelamente a un tratamiento
de tipo residencial de cinco semanas con apoyo del Programa de 12
Pasos de AA. La familia acude a cinco sesiones temáticas y se apoya en
tres sesiones multifamiliares. Al respecto de este tipo de sesiones,
la literatura (Stanton y Todd, 1989) señala que:
1. Ayuda a reducir la defensividad masiva.
2. Rompe el hielo e introduce a los familiares en la experiencia de la
terapia.
3. Funcionan como terapeutas adjuntos y disminuye la presión hacia la
idea de que es el terapeuta quién debe efectuar los cambios.
4. Las familias socialmente aisladas sacan provecho de la fuerza,
objetividad y cuenta con un grupo de pares más numeroso.
El modelo con que se está trabajando se basa en los siguientes
preceptos:
1. Las drogas son un problema familiar.
2. La familia participa en el mantenimiento del problema a traves de
negar consecuencias, y de insistir en soluciones que han probado que
no resuelven el problema.
3. La necesidad de incorporarse a un programa de recuperación (Al-Anon
o Familias Anónimas)
4. El establecimiento de límites y consecuencias.
Los objetivos de las intervenciones familiares son:
a. Preparar a la familia para el establecimiento de límites, esto es,
cuáles son los cambios que el adicto debe de tener una vez que regrese
a casa
b. así como las consecuencias de no respetarlos incluyendo el consumir
sustancias o efectuar conductas no aprobadas por la familia. En las
sesiones multifamiliares, se hace énfasis en el fracaso de las
soluciones intentadas muy al estilo del Programa de Doce Pasos de Al -
Anon.
Las sesiones familiares se realizan con un cuestionario que la familia
contesta en casa. Esto sirve como una forma de hablar del problema sin
que la familia se sienta culpada pero también permite durante la
reunión con ellos para charlar sobre el cuestionario entender como
ellos se organizan para presentar el problema y para visualizar sus
interacciones. Las temáticas manejadas con la familia son:
1. Antecedentes: Es el primer contacto con la familia, generalmente se
usa para obtener datos sobre el paciente que este pueda ocultar
(consumo, consecuencias, etc.), se les explica el Programa familiar y
se le compromete a participar. El adicto y su consumo son el foco de
la terapia.
2. Consecuencias. La familia enlista los daños recibidos en todos los
niveles, económicos, sociales, emocionales. Se enfatiza la necesidad
de hacer un cambio “por el bien de todos”.
3. Resentimientos. Una vez identificadas las consecuencias, se
reconocen los sentimientos alrededor de estas. La familia en este
momento está muy molesta con el adicto. Un objetivo paralelo es atacar
la negación de las consecuencias que la familia ha venido teniendo.
Aparece cierta incomodidad con su manera de vivir, quieren cambiar. A
esta altura ellos ya conocen a otras familias (por las
multifamiliares) en una posición similar, otras familias que lo han
intentado igualmente sin conseguirlo y saben que no están solos.
4. Actitudes Negativas. La familia hace una revisión de los cambios
internos que les gustaría tener además de los cambios en el adicto
(ser menos sobreprotectores, menos negadores, menos cómplices, etc.).
5. Límites. Esta es la última sesión, la familia le dice al adicto
todo lo que sabe de él y ya no quiere ocultar. Además le señalan las
consecuencias de una recaída. Al adicto le impacta mucho esta sesión.
SUBIR
Resultados
Se trabajó con este mismo modelo en dos clínicas para tratamiento de
adicciones con un funcionamiento similar. En la primera, se atendió a
39 pacientes y en la segunda 82. La población de la primera clínica
tenía menos recursos económicos que la segunda. En ambos, se realizó
un seguimiento de casos vía telefónica. El criterio de evaluación de
la intervención familiar fue la recaída.
Los casos fueron atendidos durante nueve meses en cada clínica por el
mismo profesional quien tiene formación como terapeuta familiar. El
seguimiento se efectuó tres meses después de que el último paciente
había egresado de tratamiento. Así que el tiempo de estancia fuera es
desde tres meses a un año. Como el objetivo era evaluar el modelo de
trabajo familiar, la muestra se dividió en dos grupos: En un grupo se
colocaron las familias que se involucraron en el tratamiento y en el
otro, las familias que no lo hicieron. Entendamos por involucrarse en
el tratamiento o comprometerse con el mismo al hecho de contestar los
cuestionarios, ver que otros miembros de la familia que no acuden
contesten y los envíen, vayan a las sesiones, asistan a las sesiones
multifamiliares, den información extra a las preguntas y acudan a
grupos de auto ayuda mientras su familiar se encuentra internado. Los
resultados de la primera Clínica se presentaron en un Simposium en la
ciudad de Guadalajara en Octubre del 2000 organizado por Campo
Renacimiento.
Clínica “Esperanza de Clínica Campo Renacimiento
Vivir.”
Terapia Familiar limpios 78.12 % n= 25 75.55 % n=34
Terapia Familiar 21.87 % n= 7 24.44 % n= 11
recaídos.
Sin Terapia Familiar 28.57 % n= 2 45.94 % n= 17
limpios.
Sin Terapia Familiar 71.42 % n= 5 54.05 % n= 20
recaídos.
SUBIR
Conclusiones
Los resultados señalan que es mas probable que si la familia enfrenta
el problema en forma conjunta, las recaídas son menores que el
abstenerse del consumo de sustancias. Esto es importante pues en el
contexto de internamiento el depositario de la enfermedad sigue siendo
el adicto y, en ocasiones lo que la familia paga por el tratamiento
les hace comportarse como si no tuvieran que hacer mas. Esto llama la
atención pues las familias que no se involucran son de mayor número en
Campo Renacimiento que en Esperanza de Vivir, una clínica cuyo costo
es menor.
Es importante señalar que si las familias no acuden de manera
comprometida al tratamiento, sus familiares internos trabajan con
terapia individual y de grupo así como participan en un grupo de auto
ayuda por lo que el personal que compone el staff es una variable
importante en los resultados.
Por otra parte, la posición familiar que los adictos tienen en la
escala familiar contradice a las creencias populares que lo ubican
como el depositario del rechazo y descuido familiar, aunque creemos
importante trabajar en ocasiones asuntos de duelo inconclusos por la
pérdida de los hijos.
SUBIR
Referencias
Anthony, J. (1983). Las reacciones de los progenitores frente a los
adolescentes y
su comportamiento. En Anthony, J. Y Benedek, T. (Eds.) Parentalidad.
Buenos Aires: Amorrortu Eds.
Bernal, G. (1993) Investigación en Terapia Familiar. Taller.
Guadalajara: ITESO
Blos, P. (1981) La transición adolescente. Buenos Aires: Amorrortu
Eds.
Coletti, M. La terapia familiar con las familias de los
toxicodependientes. V
Encuentro nacional sobre drogodependencias y su enfoque comunitario.
Haley, J. (1991) Problemas en la emancipación juvenil y terapia
familiar. Buenos
Aires: Amorrortu.
Madanés, C. (1984) Terapia Familiar Estratégica. Buenos Aires:
Amorrortu Eds.
Minuchin, S. (1995) Familias y Terapia Familiar. Barcelona: Gedisa.
Ramírez Villaseñor, M.A. (1989) La Terapia familiar estructural como
herramienta
auxiliar de tratamiento en menores infractores. Tesis Profesional
Guadalajara: Universidad de Guadalajara.
Ramírez Villaseñor, M.A. (1989) La estructura familiar del delincuente
juvenil.
Monografía inédita
Ramírez Villaseñor, M.A. (1989a) La posición del P.I: en la escala
familiar de
familias infractoras. Monografía inédita
Ramírez Villaseñor, M.A. (1990) La desmitificación del divorcio como
factor
genético de la delincuencia juvenil. Monografía inédita.
Ramírez Villaseñor, M.A. (2000) El Impacto de la Terapia Familiar en
el
Tratamiento del adicto. Ponencia presentada en el 1er Simposium sobre
Adicciones y Alternativas de Tratamiento. Campo Renacimiento.
Guadalajara, Jalisco Octubre 27 de 2000.
Selvini Palazzoli, M.; Ceccin, G.,; Prata, G.; Boscolo, L. (1988)
Paradoja y
Contraparadoja. Barcelona: Paidós.
Stanton, M.D. y Todd, T. (1988) Terapia Familiar del abuso y la
adicción a las
drogas Barcelona: Gedisa.
http://www.redsistemica.com.ar/suma
rios.htmhttp://www.redsistemica.com
.ar/sumarios.htm
LA NUEVA COMUNICACION
Trastorno adictivo:
Una forma de dar coherencia a la construcción de la realidad
Por Humberto Guajardo Sáinz y Diana Kishner Lanis (*)
Publicado en el número 88
Fragmento
Los trastornos adictivos se han transformado en uno de los problemas
más graves en el campo de la Salud Mental para los gobiernos. Las
estadísticas de consumo por lo general son a través de encuestas y
reflejan una realidad parcial ante la tendencia a ocultar la verdad
entre quienes son consumidores de sustancias.
El trabajo de rehabilitación y en especial de la psicoterapia en el
campo de las adicciones se presenta como una realidad de difícil
acceso para la mayoría de los psiquiatras y psicólogos considerando
las particulares características que el problema representa. Realizar
psicoterapia de insight a nivel de la consulta privada o individual,
resulta particularmente difícil en especial en las primeras etapas del
tratamiento cuando el consumo reciente altera los procesos de análisis
cognitivo y bloquea la capacidad de respuesta emocional del paciente
en adicción. Preferimos que las primeras etapas de la rehabilitación
sean en procesos grupales y sólo después de un tiempo de evolución se
realice una psicoterapia grupal o individual una vez que el paciente
está estabilizado y sin alteraciones cognitivas o emocionales producto
de la droga.
En los últimos años, hemos desarrollado un Modelo de Tratamiento en
Adicciones que incorpora conceptos de Psicoterapia Integrativa. Este
planteamiento propiciado por la SEPI (Society for the Exploration of
Psychotherapy Integration) busca recoger las contribuciones más
importantes de los principales paradigmas de la psicoterapia con el
objeto de obtener mayores y mejores aportes al proceso de diagnóstico
y tratamiento de los problemas del individuo.
Desde una perspectiva epistemológica, el Modelo adscribe a un enfoque
constructivista moderado en la construcción de realidad y en nuestra
experiencia, la génesis de una adicción se produce a partir de las
experiencias tempranas que influyen en el desarrollo del Self del
paciente con un trastorno adictivo. En la aplicación del Modelo,
utilizamos algunas técnicas terapéuticas obtenidas del modelo
constructivista tales como: mirada a una filosofía personal desde la
Teoría de los Constructos Personales de G. A. Kelly; la oportunidad de
autoconocimiento como un desarrollo del sí-mismo; la construcción de
la autobiografía como una reconstrucción narrativa; la identificación
desde la construcción temprana de los ritmos psicofisiológicos, como
ingredientes básicos de la conciencia de sí mismo de manera que los
esquemas o mapas emocionales se convierten así en ingredientes básicos
de la conciencia de sí mismo; y la terapia como una instancia de
diálogo para el encuentro con las realidades experienciales sostenidas
desde una experiencia temprana que involucra los diez primeros años de
vida. La utilización de estas técnicas permite hacer procesos que
permitan entender cómo desde la experiencia, el self autobiográfico
realiza distintos procesos dirigidos a que la persona busque recursos
adaptativos y coherencias con las funciones del self.
Entendemos el Self como el núcleo central de la personalidad que tiene
varias funciones entre las cuales destacamos identidad, organización
de la experiencia, significación, control de impulsos y
espiritualidad.
El Self del paciente adicto se construye desde la infancia con fuertes
contradicciones e incoherencias y la droga le hace sentir sensación de
coherencia cuando la consume por primera vez.
¿Cómo se construye el Self autobiográfico?
Distintos autores plantean que desde el momento mismo del nacimiento
nuestro Sistema Nervioso empieza a sentir en forma muy particular de
acuerdo a las experiencias de cada individuo. Es indudable que
experimentamos intensas experiencias de apego, distanciamiento,
calidez, frialdad etc. que en un comienzo nuestra carencia de lenguaje
no podrá identificar pero que quedan grabadas, de acuerdo a nuestra
peculiar manera de sentir. Es así cómo con la aparición del lenguaje
se complejiza y estructura una particular forma de interpretar las
experiencias, dando sentido y una continua significación a la
realidad.
Diferentes factores de la biología influirán en el desarrollo del
Self, especialmente en el caso de los pacientes adictos sabemos que
hay predisposiciones temperamentales como neuroticismo, extroversión o
psicoticismo, cuyas manifestaciones irán determinando particulares
formas de estructuración del Self del futuro adicto.
Por otra parte la manifestación de ciertas patologías como el Síndrome
de Déficit de Atención puede actuar como un factor predisponente,
estructurando una realidad a partir de un pobre control de impulsos,
de un alto umbral sensorial a los estímulos afectivos y emocionales y
con un impacto en las construcciones de autoestima e identidad al
percibirse el niño como una persona que fracasa en forma constante y
es muy criticada ante sus rendimientos magros en sus actividades
escolares.
(*) El Dr. Humberto Guajardo Sainz es médico Psiquiatra, Profesor
titular de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de
Santiago de Chile. Es director del Centro Integrativo de Adicciones
CIAD. Director del Diplomado en Adicciones y Director del Programa de
Formación de Técnicos en Prevención y Rehabilitación de Personas con
Dependencia a Drogas. Ha participado en numerosas comisiones
colaborando con el Ministerio de Salud, el Consejo Nacional para el
Control de Estupefacientes (CONACE) y el Servicio Nacional de Menores
(SENAME). Subdirector del Instituto Chileno de Psicoterapia
Integrativa y Subdirector del grupo Eradicciones.
Diana Kushner Lanis es Antropóloga Social, profesora en adicciones de
la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Santiago de
Chile, Coordinadora Académica del Diplomado en Adicciones y del
Programa de Formación de Técnicos en Prevención y Rehabilitación de
Personas con Dependencia a Drogas. Profesora del Magíster en
Psicoterapia Integrativa de la Universidad Adolfo Ibáñez, miembro del
grupo Eradicciones. Directora del tratamiento del Centro Integrativo
de Adicciones CIAD.
Ellos son compañeros en la vida desde hace 25 años, tienen cuatro
hijos y han dedicado los años más importantes de su trabajo
profesional a la rehabilitación de personas con trastornos adictivos.
Son autores del libro "MAYÉUTICA": Manual Terapéutico Para la
rehabilitación de Trastornos Adictivos, Editorial Universidad de
Santiago. En el año 2003 reciben el Premio Iberoamericano Reina Sofía
de España contra las drogas. www.unidad.cl
(Lea el texto completo en Perspectivas Sistémicas Nº 88 en kioscos,
librerías o por suscripción).

You might also like