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Animales terrestres

Animales acuáticos
Animales aéreos

Articulaciones
CUENTOS
EL OJITO
Cuento Corto Infantil para niños y niñas, creado por: Maile Madera
Ésta era la historia de una niña llamada Saulis.
Un día común, Saulis se despertó y salió corriendo.

– ¡Mami!, ¡mami!. – Dijo gritando Saulis.


– ¿Qué pasa nena?. – Contestó la mami de Saulis.
– Hay dos hombres vigilando la casa. – Dijo Saulis.
-¿Qué cosas dices Saulis?. – Respondió su mami.
La mamá salió a ver que pasaba fuera, mientras Saulis estaba agitada e impresionada.
– ¡Oh no! ¡Saulis corre!!. – Gritó su mamá.
Saulis corriendo se escondió bajo su cama. La mamá pensó que Saulis mentía pero en realidad Saulis había visto los
abogados de su padre, los cuales venían a buscar a la pequeña Saulis para que se fueran con ellos.
Finalmente todo quedó en un susto y todos siguieron viviendo felices.
TRES RATONES ENVIDIOSOS
Había una vez tres ratones muy envidiosos, querían todo para ellos solos. Pero cuando llegaba a visitarlo un vecino,
ellos escondían todo el queso que tenían guardado.
De pronto se acercó un gato muy peludo, asomó su nariz en el agujero y los ratones envidiosos se arrinconaron muy
asustados. Cuando gritaron, el vecino los escuchó y se acercó al gato lleno de valor y como pudo lo alejó de la puerta.
Quedó tan cansado el pobre ratón que los envidiosos salieron a agradecerle el favor y por fin lo invitaron a comer.
Todos felices disfrutaron de un estupendo platillo de queso y entre risas recordaban al gato que corrió muy enojado.
FIN

EL GATO DORMILON
Había una vez un gato muy dormilón que se pasaba los días y las tardes enteras echado en el sofá. Siempre se
preguntaban que es lo que hacía para quedar tan exhausto, pero nadie lo veía haciendo otra cosa que no fuera
descansar.
Una noche su dueño tuvo la idea de ir a buscarlo y ver si también dormía toda la noche, pero mientras bajaba la escalera
pudo verlo… ahí estaba él, sentado frente al acuario, viendo cómo dormía la tortuga. Sólo se quedó allí mirando en
silencio a su gato, despierto y sereno estaba cuidando el sueño de su amiga tortuga.
Al día siguiente pudo verlo como de costumbre, durmiendo en el sofá y entonces pudo comprender el porqué de su
sueño durante el día, pero no notó que la tortuga también lo cuidaba desde su sitio.
FIN

EL SEÑOR ZAFIRO
Había una vez un señor con un nombre muy bonito, se llamaba Zafiro. A Zafiro le gustaba vender papaya, zapotes, etc.
Él era un hombre honrado y trabajador, le gustaba ayudar mucho a las personas que lo necesitaran. Era investigador
del núcleo de las células y los números de matemáticas.
Realizaba estas labores porque quería ser alguien en la vida. Realmente, lo que más le gustaba y tenía el gran sueño de
ser escritor y lo consiguió gracias a su tesón, a su continuo trabajo duro, su esfuerzo y su afán de superación.
FIN

UNA NIÑA QUE SE SENTIA SOLA


Había una vez una niña que se sentía sola, quería un animalito para jugar y quererle.
Los padres de la niña le dieron una sorpresa y se levantaron temprano para comprarle un perrito y sorprenderla, querían
que fuera muy feliz. Llegaron con el perrito y le pusieron en la cama de la niña sin que ella se diera cuenta, después de
unos minutos la niña se levantó.
La niña se puso a pensar:
– “¿Soñé con un perrito?”
Y nada más decir esto escuchó un ladrido y ahí estaba el perrito, bajo la sabana. Ella se puso súper contenta y dijo que
nunca más jugaría sola.
Y colorín colorado este cuento a terminado.

EL POLLITO INQUIETO
Había una vez un pollito al que su madre y sus cuatro hermanos le llamaban “El Inquieto”, ya que siempre se aislaba en
algún rincón de su corral buscando aventuras, y cuando era la hora de comer o dormir, le ordenaban con energía para
que volviera pronto.
Cierto día, la mamá gallina, juntó a sus cinco pollitos para ir a dar un paseo por el bosque, era tan divertido el paseo que
no se dieron cuenta que no estaba con ellos “El Inquieto“. Cuando se dieron cuenta de su ausencia, optaron por
repartirse y tomar decisiones distintas para así buscarlo más rápido.
Después de mucho tiempo de búsqueda y de haber recorrido un largo tramo del bosque, los hermanos y la mamá gallina
le llamaba gritando sin parar. Uno de los pollitos escuchó que por encima de los árboles recorría en raudo vuelo, un
gavilán hambriento. Al pollito le entró el pánico, porque su hermano había sido cazado por el ave rapiña. Se fue corriendo
en busca de su mamá y sus hermanos para pasarle la voz del peligro. La madre gallina una vez alertada por su hijo, les
ordenó a todos que se camuflaran dentro de las ramas para no ser vistos por el gavilán.

LA ABEJITA QUE TOCABA MUSICA


Había una vez una abejita que estaba enferma, pero cada día que dormía soñaba que era la mejor tocando violín. Al día
siguiente decidió entrar a clases de violín, tocó y tocó, hasta que aprendió. Y como tocaba tan bien, un día pasó un
“busca talentos” y escuchó un sonido precioso, buscó de donde venía hasta que encontró la hermosa melodía que
tocaba la abejita y le pregunto el “busca talentos”.
– “Hola ¿quisieras estar en una orquesta de violines? ¡Nos falta una abeja más!”
Y la abeja respondió: – “Claro que si”
ESTELA LA ESTRELLA DE MAR
Estela era una estrella muy bonita, su belleza iluminaba el mar, porque ese era el lugar donde vivía con sus papás.
Era bonita y despierta, era sensible, era especial. Pero Estela pese a ser estrella nunca pisó el cielo, y es que Estela era
una estrella de mar.
Cuando Estela miraba al cielo sentía ganas de estar allí, y se ponía triste cuando todos le decían que era una estrella de
mar, y le explicaban con cariño que las estrellas de mar no podían volar

Santilin
Santilin es un osito muy inteligente, bueno y respetuoso. Todos lo quieren mucho, y sus amiguitos disfrutan jugando con él porque es
muy divertido.
Le gusta dar largos paseos con su compañero, el elefantito. Después de la merienda se reúnen y emprenden una larga caminata
charlando y saludando a las mariposas que revolotean coquetas, desplegando sus coloridas alitas.
Siempre está atento a los juegos de los otros animalitos. Con mucha paciencia trata de enseñarles que pueden entretenerse sin dañar las
plantas, sin pisotear el césped, sin destruir lo hermoso que la naturaleza nos regala.
Un domingo llegaron vecinos nuevos. Santilin se apresuró a darles la bienvenida y enseguida invitó a jugar al puercoespín más
pequeño.
Lo aceptaron contentos hasta que la ardillita, llorando, advierte:
- Ay, cuidado, no se acerquen, esas púas lastiman.
El puercoespín pidió disculpas y triste regresó a su casa. Los demás se quedaron afligidos, menos Santilin, que estaba seguro de
encontrar una solución.
Pensó y pensó, hasta que, risueño, dijo:
- Esperen, ya vuelvo.
Santilin regresó con la gorra de su papá y llamó al puercoespín.
Le colocaron la gorra sobre el lomo y, de esta forma tan sencilla, taparon las púas para que no los pinchara y así pudieran compartir
los juegos.
Tan contentos estaban que, tomados de las manos, formaron una gran ronda y cantaronfelices.
FIN

Uga la tortuga. Cuento infantil sobre la perseverancia


¡Caramba, todo me sale mal! se lamenta constantemente Uga, la tortuga. Y es que no es para menos: siempre llega tarde, es la última
en acabar sus tareas, casi nunca consigue premios a la rapidez y, para colmo es una dormilona.
¡Esto tiene que cambiar! se propuso un buen día, harta de que sus compañeros del bosque le recriminaran por su poco esfuerzo al
realizar sus tareas.
Y es que había optado por no intentar siquiera realizar actividades tan sencillas como amontonar hojitas secas caídas de los árboles
en otoño, o quitar piedrecitas de camino hacia la charca donde chapoteaban los calurosos días de verano.
-¿Para qué preocuparme en hacer un trabajo que luego acaban haciendo mis compañeros? Mejor es dedicarme a jugar y a descansar.
- No es una gran idea, dijo una hormiguita. Lo que verdaderamente cuenta no es hacer el trabajo en un tiempo récord; lo importante es
acabarlo realizándolo lo mejor que sabes, pues siempre te quedará la recompensa de haberlo conseguido.
No todos los trabajos necesitan de obreros rápidos. Hay labores que requieren tiempo y esfuerzo. Si no lo intentas nunca sabrás lo que
eres capaz de hacer, y siempre te quedarás con la duda de si lo hubieras logrados alguna vez.
Por ello, es mejor intentarlo y no conseguirlo que no probar y vivir con la duda. La constancia y la perseverancia son buenas aliadas
para conseguir lo que nos proponemos; por ello yo te aconsejo que lo intentes. Hasta te puede sorprender de lo que eres capaz.
- ¡Caramba, hormiguita, me has tocado las fibras! Esto es lo que yo necesitaba: alguien que me ayudara a comprender
el valor del esfuerzo; te prometo que lo intentaré.
Pasaron unos días y Uga, la tortuga, se esforzaba en sus quehaceres.
Se sentía feliz consigo misma pues cada día conseguía lo poquito que se proponía porque era consciente de que había hecho todo lo
posible por lograrlo.
- He encontrado mi felicidad: lo que importa no es marcarse grandes e imposibles metas, sino acabar todas las pequeñas tareas que
contribuyen a lograr grandes fines.

Las moscas.

En un frondoso bosque, de un panal se derramó una rica y deliciosa miel, y las moscas acudieron rápidamente y ansiosas a devorarla.
Y la miel era tan dulce y exquisita que las moscas no podían dejar de comerlas.
Lo que no se dieron cuenta las moscas es que sus patas se fueron prendiendo en la miel y que ya no podían alzar el vuelo de nuevo.
A punto de ahogarse en su exquisito tesoro, las moscas exclamaron:
- ¡Nos morimos, desgraciadas nosotras, por quererlo tomar todo en un instante de placer!

La hija del mar

—Hija, tengo que contarte algo importante.


—¿Qué es, mami?
—Tú sabes que yo te quiero muchísimo, ¿no?
—Sí, má, por supuesto.
—Pero en realidad…
—¿Qué pasa? ¡Dímelo ya!
—No eres hija mía. Te adopté cuando eras una bebé.
La joven se quedó muda, sobrecogida por una fuerte violencia interna. ¿Cómo era posible que recién ahora, a los 15 años, se lo
dijera? Había creído siempre que con su madre (o la que hasta instantes antes considerara como tal) le unía una relación muy
especial, como la que nadie jamás podría cultivar. Ahora, el cielo se le había caído encima como una enorme bolsa llena de piedras.
Se enojó, le gritó y le echó en cara que no se lo dijera antes.
—Has fomentado que creyera en algo invisible. Te odio —le dijo. Y Salió golpeando con fuerza la puerta, dispuesta a no regresar
jamás.
Se pasó toda la tarde deambulando por la ciudad: una urbe costera como cualquier otra pero que ella había amado siempre, de la
que se había sentido parte. Ahora miraba sus esquinas salitrosas y deseaba estar en otro sitio; se sentía extranjera en su propio
barrio.
Corrió hacia el mar, el único que siempre sabía consolarla, y se sentó en el muelle de madera. Sus pies colgaban como dos pájaros
que vuelan dejándose llevar por la masa de aire que sube y baja. De pronto vio una silueta que se movía velozmente sobre el oleaje.
De la blanca espuma, salio una figura femenina que se acercó a centímetros de donde ella estaba.
—¿Qué te ocurre, hija?
—¡No soy tu hija! —le respondió gritando la joven.
—Bueno, es un decir…
—No, por un decir estoy como estoy.
La sirena salió del agua, se sentó a su lado y le pidió que le contara qué le ocurría.
—Por lo menos puedes ir por el mundo a buscarla —dijo la sirena en cuanto la joven terminó de hablar.
—¿Y tú? ¿Cómo terminaste así?
La sirena pasó a contarle la historia de una terrible catástrofe que había puesto en peligro toda la vida marina. Había hecho un pacto
con Diantres, el enemigo poderoso de las ondinas, para salvar a su hija. Él le había dado forma humana a su bebé y la había puesto a
salvo en tierra firme; a cambio, la sirena había tenido que servirlo.
—Todavía estoy a su merced. Apenas si puedo descansar; siempre tengo que estar controlando sus asuntos.¡Es agotador!
La joven intentó calmarla y le prometió que la ayudaría. Desde ese día su relación con su madre adoptiva volvió a ser la de antes y
juntas iniciaron la búsqueda de la identidad de la joven y se comprometieron a ayudar a la sirena para que encontrara a su hija.

El Patito Feo

La mamá Cisne cuidaba sus huevos con infinita ternura cuando iba a buscar comida, escondía sus huevos en un arbusto. Un día, un
terremoto hizo que uno de sus preciados huevos rodara y rodara hasta un establo, cerca de un estanque.
La señora Pato, quien tenia tres huevos para empollar, se sorprendió mucho al ver que cerca de su nido había un huevo más, pero
decidió cuidarlo y empollarlo como si fuera suyo. El día llegó, los polluelos comenzaron a picotear sus cascarones, la señora pato
estaba muy emocionada, dos de sus patitos ya habían salido; el tercero fue otro lindo polluelo de color amarillo. Cuando el cuarto
huevo comenzó a romperse la madre y los pequeños estaban emocionados por conocer al nuevo integrante de la familia. Tremenda
sorpresa se llevaron cuando salió un polluelo de un extraño color gris y un pico negro azabache.
La madre y los polluelos, a pesar de su marcada diferencia, lo aceptaron y lo amaron hasta que un día, tras varias burlas de parte de los
animales vecinos, apodos como “patito feo” y risas por ser diferente, decidió ir en busca de la respuesta a una pregunta que se hacia
constantemente: ¿Qué soy yo?
Sus aventuras en la búsqueda de su identidad fueron variadas, probó suerte en un gallinero, en donde lo picotearon hasta que salió
huyendo aterrorizado; también fue a la casa de los flamencos, pero en seguida se dio cuenta que no encajaba en ese lugar de aves tan
altas… Hasta que llego a un estanque escondido entre arbustos y los vio: Un ave preciosa nadando en el estanque, seguida por dos
polluelos idénticos a el, en seguida supo que él formaba parte de esa especie. Se lanzó como pudo al estanque, y por instinto comenzó
a nadar hacia ellos. La sorpresa y la alegría de la mamá cisne fue inmensa, por fin tenia de vuelta a su preciado bebe. El pequeño cisne
vivió feliz y se convirtió en un ave hermosa y majestuosa.

El fantasma travieso
Anita era una de esas niñas a las que les encantaba fantasear con la idea de encontrarse con alguno de los fantasmas que aparecían en
sus libros. Tan convencida estaba de su existencia, que cada noche de Halloween salía de casa con la esperanza de tropezarse con
alguno mientras pedía caramelos junto a sus amigas.
Una de esas noches, mientras descansaba plácidamente tras recorrer todo el barrio recolectando golosinas, un extraño ruido la
sobresalto de madrugada. Extrañada ante aquel sonido, se asomó temerosamente por encima de las sábanas, descubriendo en el centro
de su habitación la espectral figura de un fantasma.
Aterrada ante aquella inesperada visita y para evitar que el fantasma pudiera hacerle algo, se escondió debajo de las sábanas, hasta que
su visitante hubo desaparecido.
A la mañana siguiente, cuando todos estaban desayunando, corrió a contarles a sus padres la terrible experiencia vivida durante la
noche. Una visión a la que sus padres no quisieron darle demasiada importancia en principio, ya que los fantasmas no existen, pero
que tuvieron que aparentar creer, ante la insistencia de la pequeña de mostrarles cómo se desarrollaron los hechos.
Para evitar que aquello se alargara demasiado, todos subieron al cuarto de la pequeña. Mientras Anita les contaba lo que pasó,
descubrió con gran sorpresa que el fantasma le había robado sus chucherías. Antes de que sus padres pudieran consolarla, apareció su
hermano mayor con un gran dolor de barriga. Un dolor que sus padres tomaron por algo mucho más grave y que en realidad era una
enorme indigestión por comerse todos los dulces de su hermana.
Y es que, como muy bien estáis pensando, el fantasma no era otro que el hermano de Anita, disfrazado como tal, para robarle a su
hermana todas sus golosinas.

La Cenicienta

Pese a que la historia que todos conocemos de Cenicienta parece ser bastante atinada y ha convencido al buen público durante
generaciones, no es la verdadera. Aquí les cuento cómo fue la historia en realidad.
Su padre le había puesto Clara porque cuando la vio por primera vez sus ojos despedían un resplandor inusual para una bebé tan
pequeñita: era como si todo el cielo se reflejara en ellos.
Pero la vida de esta niña estaría marcada por un terrible designio: la pérdida de su madre fue un acontecimiento que la marcó a fuego y
modificó profundamente su carácter.
A los 8 años Clara le anunció a su padre que se retiraba del mundo, que no deseaba saber nada del sol, de la vida radiante de la aldea,
del mercado de los domingos. Nada pudo hacer su padre para impedirlo.
Clara se refugió en el sótano de la enorme casa y se sumió en el más profundo aislamiento. Los niños del pueblo la apodaron
Cenicienta porque al espiarla desde un hueco que había entre los muros tan solo podían ver una figura grisácea que se movía por los
rincones.
El único que tenía permiso para ver a la niña era su padre que, cada tarde, bajaba a darle un beso en la frente y recordarle que ahí
afuera seguía el mundo y una vida esperándole. La tristeza cada vez pesaba más sobre sus ojos paternales, hasta que un días los cerró
por completo.
La muerte de su padre fue un nuevo golpe en la ametrallada vida de Cenicienta, y sus consecuencias espeluznantes. Gertudris, la mujer
que su padre había tomado por segunda esposa, obligó a Cenicienta a subir a la superficie y la condenó a realizar las tareas de la casa,
teniendo que servir tanto a ella como a sus hijas: Anastasia y Griselda. Cenicienta no tuvo más remedio que obedecer.
Durante meses Cenicienta fue la sirvienta de las tres malvadas mujeres hasta que su cuerpo no pudo más. Una noche, mientras
Gertrudis dormía, Cenicienta se acercó hasta su lecho a hurtadillas y le rebanó el cuello, sin darle tiempo a nada. Lo mismo hizo con
las dos hermanastras, para volver a su refugio en las profundidades del sótano.
Cuando los vecinos descubrieron a las mujeres muertas y encontraron la casa vacía no supieron de qué se trataba y fueron a ver cómo
se hallaba Cenicienta. El sótano estaba completamente vacío. Nadie jamás volvió a ver a Cenicienta y se dice que en las noches de
lluvia se escucha un llanto estremecedor por el bosque.
FABULAS
EL adivino
Instalado en la plaza pública, un adivino se entregaba a su oficio. De repente se le acercó un vecino, anunciándole que las puertas de
su casa estaban abiertas y que habían robado todo lo que había en su interior.
El adivino levantose de un salto y salió corriendo hacia su casa, desencajado y suspirando, para ver lo que había sucedido.
Uno de los que allí se encontraban, viéndole correr le dijo:
-Oye, amigo, tú que te vanaglorias de prever lo que ocurrirá a los otros, ¿por qué no has previsto lo que te sucedería a ti?
El adivino no supo qué responder.
Moraleja: no hay que fiarse de aquellos que dicen que pueden adivinar el futuro de los demás. Tan sólo pretenden estafarnos y
quitarnos nuestro dinero.

El congreso de los ratones


Había una vez una familia de ratones que vivía en la despensa de una casa, pero temiendo siempre los ataques de un enorme gato, los
ratones no querían salir. Ya fuera de día o de noche este terrible enemigo los tenía vigilados.
Un buen día decidieron poner fin al problema, por lo que celebraron una asamblea a petición del jefe de los ratones, que era el más
viejo de todos.
El jefe de los ratones dijo a los presentes:
- Os he mandado reunir para que entre todos encontremos una solución. ¡No podemos vivir así!
- ¡Pido la palabra! - Dijo un ratoncillo muy atento-Atemos un cascabel al gato, y así sabremos en todo momento por dónde anda. El
sonido nos pondrá en alerta y podremos escapar a tiempo.
Tan interesante propuesta fue aceptada por todos los roedores entre grandes aplausos y felicidad. Con el cascabel estarían salvados,
porque su campanilleo avisaría de la llegada del enemigo con el tiempo para ponerse a salvo.
- ¡Silencio! – Gritó el ratón jefe, para luego decir: Queda pendiente una cuestión importante: ¿Quien de todos le pondrá el cascabel al
gato?
Al oír esto, los ratoncitos se quedaron repentinamente callados, muy callados, porque no podían contestar a aquella pregunta. De
pronto todos comenzaron a sentir miedo. Y todos, absolutamente todos, corrieron de nuevo a sus cuevas, hambrientos y tristes.

Moraleja: es más fácil proponer ideas que llevarlas a cabo


La bruja
Érase una vez una bruja que se ganaba la vida vendiendo encantamientos y fórmulas para calmar la cólera de los dioses.
Con esta promesa a la bruja no le faltaban clientes y conseguía grandes cantidades de dinero de este modo de vida.
Pero un día fue acusada de ir contra las leyes y la llevaron ante los jueces supremos del país.
Así, tras un juicio muy corto, la culparon y la hicieron condenar a muerte.
Viéndola salir de la sala del juicio, una de las personas presentes le dijo:
- Bruja, tú que decías poder desviar la cólera de los dioses, ¿Cómo no has podido persuadir a los hombres?
Moraleja: hay que ser precavido con quienes prometen solucionar todo problema que tengas a cambio de dinero pero son incapaces de
arreglar los suyos.

El ratón campesino y el cortesano


Un ratón campesino tenía por amigo a otro de la corte, y lo invitó a que fuese a comer a la campiña.
Pero como sólo podía ofrecerle trigo y yerbajos, el ratón cortesano le dijo:
- ¿Sabes amigo que llevas una vida de hormiga? En cambio yo poseo bienes en abundancia. Ven conmigo y a tu disposición los
tendrás.
Partieron ambos para la corte. Mostró el ratón ciudadano a su amigo trigo y legumbres, higos y queso, frutas y miel.
Maravillado el ratón campesino, bendecía a su amigo de todo corazón y renegaba de su mala suerte.
Dispuestos ya a darse un festín, un hombre abrió de pronto la puerta. Espantados por el ruido los dos ratones se lanzaron temerosos a
los agujeros.
Volvieron luego a buscar higos secos, pero otra persona incursionó en el lugar, y al verla, los dos amigos se precipitaron nuevamente
en una rendija para esconderse.
Entonces el ratón de los campos, olvidándose de su hambre, suspiró y dijo al ratón cortesano:
- Adiós amigo, veo que comes hasta hartarte y que estás muy satisfecho; pero es al precio de mil peligros y constantes temores. Yo, en
cambio, soy un pobrete y vivo mordisqueando la cebada y el trigo, pero sin congojas ni temores hacia nadie.
El lobo con piel de oveja
Pensó un día un lobo cambiar su apariencia para así facilitar la obtención de su comida. Se metió entonces en una piel de oveja y se
fue a pastar con el rebaño, despistando totalmente al pastor.
Al atardecer, para su protección, fue llevado junto con todo el rebaño a un encierro, quedando la puerta asegurada.
Pero en la noche, buscando el pastor su provisión de carne para el día siguiente, tomó al lobo creyendo que era un cordero y lo
sacrificó al instante.
Moraleja: Según hagamos el engaño, así recibiremos el daño.

El niño y los dulces


Un niño metió su mano en un recipiente lleno de dulces. Y tomó lo más que pudo, pero cuando trató de sacar la mano, el cuello del
recipiente no le permitió hacerlo.
Como tampoco quería perder aquellos dulces, lloraba amargamente su desilusión.
Un amigo que estaba cerca le dijo: - Confórmate solamente con la mitad y podrás sacar la mano con los dulces-.
Moraleja: Nunca trates de abarcar más de lo debido, pues te frenarás.

Fábula de la lechera para los niños


La hija de un granjero llevaba un recipiente lleno de leche a vender al pueblo, y empezó a hacer planes futuros:
- Cuando venda esta leche, compraré trescientos huevos. Los huevos, descartando los que no nazcan, me darán al menos doscientos
pollos.
Los pollos estarán listos para mercadearlos cuando los precios de ellos estén en lo más alto, de modo que para fin de año tendré
suficiente dinero para comprarme el mejor vestido para asistir a las fiestas.
Cuando esté en el baile todos los muchachos me pretenderán, y yo los valoraré uno a uno.
Pero en ese momento tropezó con una piedra, cayendo junto con la vasija de leche al suelo, regando su contenido.
Y así todos sus planes acabaron en un instante.
Moraleja:
No seas ambiciosa de mejor y más próspera fortuna,
que vivirás ansiosa sin que pueda saciarte cosa alguna.
No anheles impaciente el bien futuro,
mira que ni el presente está seguro.

La cigarra y la hormiga. Fábula sobre el esfuerzo


La cigarra era feliz disfrutando del verano: El sol brillaba, las flores desprendían su aroma...y la cigarra cantaba y cantaba. Mientras
tanto su amiga y vecina, una pequeña hormiga, pasaba el día entero trabajando, recogiendo alimentos.
- ¡Amiga hormiga! ¿No te cansas de tanto trabajar? Descansa un rato conmigo mientras canto algo para ti. – Le decía la cigarra a la
hormiga.
- Mejor harías en recoger provisiones para el invierno y dejarte de tanta holgazanería – le respondía la hormiga, mientras transportaba
el grano, atareada.
La cigarra se reía y seguía cantando sin hacer caso a su amiga.
Hasta que un día, al despertarse, sintió el frío intenso del invierno. Los árboles se habían quedado sin hojas y del cielo caían copos de
nieve, mientras la cigarra vagaba por campo, helada y hambrienta. Vio a lo lejos la casa de su vecina la hormiga, y se acercó a pedirle
ayuda.
- Amiga hormiga, tengo frío y hambre, ¿no me darías algo de comer? Tú tienes mucha comida y una casa caliente, mientras que yo no
tengo nada.
La hormiga entreabrió la puerta de su casa y le dijo a la cigarra.
- Dime amiga cigarra, ¿qué hacías tú mientras yo madrugaba para trabajar? ¿Qué hacías mientras yo cargaba con granos de trigo de
acá para allá?
- Cantaba y cantaba bajo el sol- contestó la cigarra.
- ¿Eso hacías? Pues si cantabas en el verano, ahora baila durante el invierno-
Y le cerró la puerta, dejando fuera a la cigarra, que había aprendido la lección.
Moraleja: Quien quiere pasar bien el invierno, mientras es joven debe aprovechar el tiempo.
FIN

Las ranitas y el tronco tallado


Una familia de ranitas que vivía en un lago, sentía mucho temor por un tronco tallado que se veía desde la orilla. Estas ranitas amaban
las fiestas y la diversión, pero sentían gran respeto por el tronco, así que en muchas oportunidades trataban de no hacer tanto ruido
para no molestar al tronco.
Seguramente este personaje al que tanto le temían, era un monumento de alguna tribu que ya no habitaba en el lugar, pero como no se
animaban a acercarse para ver bien de que se trataba, solo podían divisar un rostro serio y que inspiraba mucha autoridad.
Un cierto día, en que se desató una terrible tormenta, el tronco cayo al lago y en ese momento las ranitas pudieron ver con claridad,
que era solo un tronco tallado que ningún daño podía hacerles. Se rieron mucho de los temores por los que habían pasado y
comenzaron a jugar con él y usarlo de trampolín para sus zambullidas en el lago.
Moraleja: Lo que por ignorancia atemoriza, a veces es sólo digno de risa.
Si conoces alguna otra fábula para niños y quieres compartirla con nosotros y los demás padres, estaremos encantados de recibirla.
Fabula el Astrónomo
En un país muy lejano, donde la ciencia es muy importante para sus habitantes, había un anciano astrónomo, le gustaba
realizar el mismo recorrido todas las noches para observar las estrellas.
Un día, uno de sus viejos colegas le dijo que había aparecido un extraño astro en el cielo, el anciano salió de la ciudad
para poder verlo con sus propios ojos. Muy emocionado estaba el astrónomo mirando al cielo, no se dio cuenta que a
pocos pasos de él había un agujero. Cuando se cayó al agujero comenzó a gritar pidiendo ayuda.
Cerca del agujero pasaba un hombre, el cual se acercó hasta el agujero para ver lo que sucedía; ya informado de lo que
había ocurrido, le dijo al anciano:
"Te ayudaré a salir de ahí, pero ten mucho cuidado la próxima vez que salgas por un lugar que desconoces, tienes que
estar muy atento por donde caminas ya que te puedes encontrar con cualquier cosa en el suelo."
Moraleja: Antes de lanzarse a la aventura, hay que conocer el lugar por el que se transita.

Fabula la Pulga y el Hombre


Un hombre disfruta de un buen sueño, cuando comenzó a sentir picazón por todo el cuerpo. Molesto por la situación,
buscó por toda su cama para ver qué era lo que les estaba causando tanta molestia. Tras su búsqueda encontró a una
minúscula pulga y le dijo las siguientes palabras:
- ¿Quién te crees que eres insignificante bicho, para estar picándome por todo mi cuerpo y no dejarme disfrutar de mi
merecido descanso?
- Contestó la pulga: "Discúlpeme señor, no fue mi intención molestarlo de ninguna manera; le pido por favor que me deje
seguir viviendo, ya que por mi pequeño tamaño no creo que lo pueda molestar mucho." El hombre riéndose de las
ocurrencias de la pulga, le dijo:
- Lo siento pequeña pulga, pero no puedo hacer otra cosa que acabar con tu vida para siempre, ya que no tengo ningún
motivo para seguir aguantando tus picaduras, no importa si es grande o pequeño que pueda ser el prejuicio que me
causes.
Moraleja: todo aquel que le hace daño a otra persona, debe estar dispuesto a afrontar las consecuencias.

Fabula el León y el Mosquito


Erase una vez un león, se encontraba muy tranquilo en la selva, cuando un mosquito muy grande decidió hacerle la vida
imposible.
"¡No creas que por ser más grande que yo te tengo miedo!", dijo el mosquito desafiando al león, conocido como el rey de
la selva.
Luego de esas palabras, el mosquito ni corto ni perezoso, empezó a zumbar le la cabeza al león volando de un lado a
otro, mientras que el león buscaba el mosquito como loco.

El león rugía de la rabia ante el atrevimiento del mosquito y a pesar de sus intentos por matarlo, el mosquito lo picaba en
diferentes partes del cuerpo, hasta que el león demasiado cansado se derrumbó en el suelo.
El mosquito sintiéndose victorioso, retomó el camino por donde vino. En poco tiempo el mosquito se tropezó con una tela
de araña y vencido se vio también.
Moraleja: No existen nunca peligros pequeños, ni tropiezos insignificantes.

Fabula el Buen Tiempo y la Lluvia


“Nunca llueve a gusto de todos” así dice el refrán, y la historia que sigue parece darle la razón. Había una secuela muy
hermosa en un pueblo apartado. A la escuela iban tres perritos y tres ranitas. Ellos vivían muy cerca y eran buenos
amigos. A menudo iban juntos a clase, eran muy puntuales.
Muchas veces antes de llegar a la escuela peleaban. Si el día amanecía con lluvias las ranitas se ponían felices, a
diferencia de los perritos ya que se ponían rabiosos.
"¡Wiii! Que feliz estoy, nos daremos un buen baño en las charcas que la lluvia está formado." - Decía una de las ranitas.
"Que feo es cuando llueve, es un día perdido para mi, me deprime tanto la lluvia." - Dijo uno de los perritos con una cara
triste.
Cundo el día amanecía soleado un con radiante sol, sucedía todo lo contrario; los perritos no se cambiaban por nadie, se
sentían felices. En cambio las ranitas estaban sin ánimos, ya que se imaginaban el calor y la sequedad que iba a
torturarlas. Sé que todos se estarán preguntando que día estarían contentos los perritos y las ranitas. ¡Muy fácil! Los días
que amanecían grises y fríos pero sin lluvia, que pocos días amanecía así.
Moraleja: Debemos aceptar la vida tal cual como se presenta, de esta manera nunca se sentirán infelices.

La liebre y la tortuga
Una vez, una liebre se burlaba de las patas tan cortas y de la lentitud al caminar de una tortuga, sin
embargo, esta no se quedó callada y se defendió lanzando una risa y diciéndole a la liebre: – Puede que
seas muy veloz amiga liebre, pero, estoy más que segura de que podré ganarte una carrera.
La liebre, sorprendida por lo que le dijo la tortuga, aceptó el reto sin pensarlo dos veces, ya que ella
estaba muy segura de que ganaría a la tortuga a ojos cerrados. Entonces, ambos propusieron a la zorra,
que fuese ella quien señalase el camino y la meta.
Días después, llegó el esperado momento de la carrera, y al sonar la cuenta de tres, se inició la carrera de
estos dos contendientes. La tortuga no dejaba de caminar y caminar, pero a su lento paso, avanzaba
tranquilamente hacia la meta.
En cambio la liebre, corrió tan rápido que dejó muy atrás a la tortuga. Al darse la vuelta y ya no verla, la
liebre vió seguro su éxito sobre la carrera y deicidió echarse una siesta.
Poco después, la liebre despertó y vió si por atrás seguía sin llegar la tortuga, pero al mirar hacia la meta,
vió a la tortuga muy cerca de la final, y en un intento desesperado por correr lo más veloz que pudo, la
tortuga llegó y ganó.
Moraleja: la enseñanza es que las metas se consiguen poco a poco, con trabajo y esfuerzo. Aunque a
veces parezcamos lentos, el éxito llegará siempre.
También nos muestra que no tenemos que burlarnos de las personas por sus defectos físicos, ya que
pueden ser mejores en otros aspectos.
Esta fábula tiene un gran valor educativo, ya que hacer las cosas bien hechas es importante en la
educación y para ello es necesario ser pacientes.

El león y el ratón
Érase una vez un león que estaba descansando en la selva, después de un día de caza. Era un día
caluroso y solo le apetecía dormir.
Cuando se encontraba más cómodo, llegó un ratón haciendo mucho ruido. El león era tan grande que ni si
quiera se percató, pero el ratón empezó a subir por su nariz.
El león se despertó con muy mal humor, empezó a gruñir, y agarró al ratón, preparándose para comerlo.
“¡Perdóname!” suplicó el pobre ratón. “Por favor déjame ir y algún día seguramente te lo pagaré”.
Al león le resultó divertido pensar que un ratón podría alguna vez ayudarlo. Pero fue generoso y
finalmente lo liberó.
Algunos días más tarde, mientras acechaba a una presa en el bosque, el león quedó atrapado en la red de
un cazador.
Era incapaz de liberarse y rugió fuerte para pedir ayuda. El ratón reconoció la voz y acudió rápidamente
para ayudarlo. Mordió una de las cuerdas que ataban al león y este se liberó.
Entonces el ratón dijo:
“Incluso un ratón puede ayudar a un león”.
Moraleja: no menosprecies lo que pueden hacer los demás. Aunque parezca lo contrario todos te pueden
ayudar.
ADIVINANZAS
1. As no soy,
as no fui,
as no seré
hasta el fin.
Respuesta: el asno.

7. En alto vive, en alto mora,


4. Soy astuto y juguetón en alto teje la tejedora.
y cazar un ratón Respuesta: la araña.
es mi mayor afición.
Respuesta: el gato.

2. Soy un animal muy elegante,


muy veloz y poco fiero;
y cuando quiero calzarme
voy a casa del herrero.
Respuesta: el caballo.

8. Sal al campo por las noches


si me quieres conocer,
soy señor de grandes ojos,
cara seria y gran saber.
5. ¿Cuál es el animal, Respuesta: el búho.
de campo o corral,
que si una zanahoria le das
sus dientecitos verás?
Respuesto: el conejo.

3. Antes huevecito,
después capullito,
más tarde volaré
como un pajarito.
Respuesta: la mariposa.
9. No lo parezco y soy pez,
y mi forma la refleja
una pieza de ajedrez.
Respuesta: el caballito de mar.

6. De celda en celda voy


pero presa no estoy.
Respuesta: la abeja.
12. En dos castañuelas voy
encerrado
y al sacarme del mar me pongo
colorado.
Respuesta: el mejillón.

10. Un solo portero, 15. Canto en la orilla,


un solo inquilino, vivo en el agua,
tu casa redonda no soy pescado,
la llevas contigo. ni soy cigarra.
Respuesta: el caracol. Respuesta: la rana.

13. Vuelo de noche,


duermo de día
y nunca verás plumas
en el ala mía.
Respuesta: el murciélago.

11. Cargadas van, cargadas vienen


y en el camino no se detienen.
Respuesta: las hormigas.

14. Puñadito de algodón


que brinca sin ton ni son.
Respuesta: la oveja.

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