Professional Documents
Culture Documents
Marcos 10:21
Por: Juan Ramón Chávez
INTRODUCCIÓN
El contexto de Marcos 10:21 narra la historia de un joven rico, que a causa de su
grande posición se estado acostumbrado a tener todo lo que deseaba. Ahora quería
tener algo más, la vida eterna. Pero pensaba en la vida eterna como una cosa que
puede comprar para tenerla como parte de su colección privada. Porque pregunta:
“¿qué bien haré para tener la vida eterna?” (Mateo 19:16).
El joven pensaba que la vida eterna se podía comprar mediante una acción generosa.
Quizás pensaba en dar limosnas a los pobres, mandar construir algún edificio,
sostener predicadores ambulantes, etc. Pero Jesús le hablo de guardar los
mandamientos específicamente los que tenían que ver con el amor al prójimo. A lo
que el muchacho contesto de manera precipitada, confiada y arrogante, “Todo esto
lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?” (Mateo 19:20). Cuando él
dijo esas palabras, Marcos registra que: “Entonces Jesús, mirándole, le amó”
(Marcos 10:21). ¿Por qué le amo? Porque era un muchacho inexperto, equivocado
de lo que realmente es importante y confianzudo. Hay muchas razones por las que
Cristo lo amo. Pero sobre todo, porque Cristo es amor.
No hay nada que tenga el hombre o que pueda hacer para conocerlo plenamente.
Porque el hombre es finito y el amor de Cristo es infinito. Cualquier ejemplo de
amor que pudiéramos poner en comparación con el de Cristo siempre se quedara
corto. Porque el amor de Cristo excede, rebasa y va más allá de lo nosotros
conocemos. Va más allá de nuestra compresión, más allá de nuestra imaginación
y más allá por mucho, de nuestra imitación. Quizás no podamos conocerlo en
toda su magnitud ni entenderlo. Pero debemos aceptarlo. Porque este amor
inmenso es el que Cristo siente por nosotros.
Si bien es cierto que nosotros estaríamos dispuestos a dar nuestra vida por
nuestra esposa, hijos, padres o cualquier otro familiar querido. Lo maravilloso y
extraordinario del amor de Cristo es que entrego su vida no solo por sus amigos,
sino también por sus enemigos. Por aquellos que no lo pidieron, ni lo merecieron
y ni lo recibieron. Por eso el amor de Cristo es incomparable. Porque aunque
nosotros amemos mucho, no nos alcanza para tanto. Sin embargo, Pablo nos
enseña diciendo: “Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó
a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante” (Efesios
5:2).
¿Se lo merecían? Claro que no. Jesús sabía que uno de sus discípulos lo
traicionaría, otro le negaría y todos lo abandonarían cuando más los necesitaban
aunque fuera por algún tiempo. Aun así, “los amó hasta el fin”. Esto se llama
compromiso. Jesús nos conoce, sabe los pecados que hemos cometido y los que
nos faltan por cometer. A pesar de eso, nos ama.
Apocalipsis 1:5 dice: “Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su
sangre”. Una mejor traducción es “al que nos ama” en tiempo presente y no “nos
amó” en tiempo pasado. Porque el amor de Cristo por los suyos es una realidad
presente y continua. Eso es compromiso con los suyos.
CONCLUSION
Hemos hablado de la naturaleza, de la demostración y de los beneficios del amor
de Cristo. Estarán todos de acuerdo conmigo que no hay mejor cosa que sentirse
amado. Sin embargo, hay personas que no se sientes amados. Sienten que a nadie
les interesan. Pero Jesús quiere decirte que tú eres especial para él. Que cuando
dio su vida en la cruz del calvario estaba pensando en ti. Que si de algo debes
estar seguro es de su amor por ti. Y que todo lo que ha hecho es porque te ama.
Y el espera que tú lo ames también y decidas vivir para él, así como el murió por
ti. Demuéstrale que lo amas arrepintiéndote de tus pecados y bautizándote para
vivir la vida cristiana como él quiere. Que Dios te bendiga.