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EL PERSEGUIDOR
Domingo, 28 de enero de 2018

YOLANDA DELGADO BATISTA la utopía proletaria. Años más

La victoria de Trump dis-
paró las ventas de 1984 con-
virtiéndose de nuevo -ocurrió
tras el “escándalo Snowden”-
en uno de los libros más ven-
didos en Estados Unidos.
También Hillary Clinton se
vale de la novela de Orwell en
sus últimas memorias (What
Happened) para criticar la
“guerra contra la verdad” del
que fuera su oponente polí-
tico: “Intentar definir la reali-
dad es una característica cen-
tral del autoritarismo. Esto es
lo que hicieron los soviéticos
cuando borraron a los disi-
dentes políticos de las fotos
históricas. Esto es lo que
sucede en la novela clásica de
George Orwell, Mil novecien-
tos ochenta y cuatro, cuando
un torturador levanta cuatro
dedos y aplica descargas eléc-
tricas hasta que su prisionero
ve cinco dedos según lo orde-
nado”.
Quizás porque los repli-
cantes de Ridley Scott, el
patriarcado despótico de la
novela de Margaret Atwood
(¡publicada hace 22 años!), o
la pesadilla totalitaria de 1984
parecen hablarnos de mun-
dos ahora no tan lejanos;
cuando esas creaciones de fic-
ción sobre sociedades auto-
destructivas, indeseables en sí
mismas, más que avisos de
peligros futuros, son el reflejo
de ciertas realidades de hoy,
quizás por ello, el género dis-
tópico o anti-utópico esté de
actualidad.
Pocos son los libros de
estos dos últimos siglos que
han conseguido penetrar con
tanta fuerza en la conciencia
social de nuestro tiempo
como lo ha hecho 1984. “Gran
hermano”, “crimen mental”,
“neolengua” o “situación
orwelliana” son expresiones a
las que recurrimos con natu-
ralidad.
tarde, Nosotros, se convertiría
en el mapa topográfico del
último trabajo de Orwell
quien, consumido por la
tuberculosis, escribía 1984
desde la solitaria isla hébrida
de Jura, en la costa oeste de
Escocia.
En su reseña sobre Nos-
otros aparecida en la revista
socialista británica Tribune (4
de enero de 1946), Orwell
comentaba el libro con entu-
siasmo pese haberlo leído en
una edición francesa.
“Resulta sorprendente que
ningún editor inglés no haya
tenido la iniciativa de reedi-
tarlo.” En el mismo texto se
extraña de que ningún crítico
hubiese ya advertido que: “Un
mundo feliz, de Huxley, pro-
cede en buena parte de esta
novela”.
La reseña, clave para res-
catar la figura del autor ruso
en el mundo literario anglo-
sajón, subraya que en la
mente de Zamiatin no estaba
dirigir su sátira contra el
gobierno bolchevique de
Lenin, y menos aún, tenía en
mente la figura de Stalin, pues
este siquiera había entrado en
escena. En su opinión, el pro-
pósito del autor ruso era aler-
tar la tiranía que arrastraría
consigo la súper industriali-
La verdadera
zación en cualquier sociedad.
Tras argumentar las similitu-
des entre ambas obras, Orwell
afirma: “la irracionalidad que
encierra el totalitarismo ?el
historia de ‘1984’,
sacrificio humano, la cruel-
dad como un fin en sí mismo,
la relación con el líder a quien
se le otorgan poderes divinos?
hacen que la novela de
la novela de Orwell
Zamiatin sea superior a la de
Huxley”.
El propio Aldous Huxley,
El escritor británico sido alegremente birlada a la
novela Nosotros de Zamiatin.”
torio, activista bolchevique
durante la época zarista y ex-
ante las acusaciones de pla- no ocultó la (Revista Playboy, 1973) bolchevique cuando triunfó
gio, insistió en varias ocasio- Evgeni Zamiatin (Lebe- la Revolución de 1917, tuvo
nes que desconocía la obra influencia que tuvo dian, 1884-París, 1937), inge- siempre serias dificultades de
del ruso, pero dada las coinci-
dencias que existen entre
en su distopía la niero naval de profesión,
antes de que estallara la Revo-
entendimiento
gobierno comunista.
con el

Pero, antes de que George
Orwell concibiera su libro, el
escritor y periodista británico
había leído Nosotros. La pri-
mera novela anti-utópica de
la Literatura, escrita por
Evgeni Zamiatin, nació en
Rusia a principios del siglo
XX, precisamente dos años
después de la Revolución de
Octubre 1917, cuando Lenin
daba los primeros pasos hacia
ambas novelas, sus argumen-
tos no convencieron ni a los
críticos de entonces ni a escri-
tores contemporáneos, entre
ellos, Kurt Vonnegut. Este, al
referirse a su primera novela,
La pianola (1952), una crítica
exacerbada contra la automa-
tización, declaró con desen-
fado: “Yo tomé alegremente la
trama de Un mundo feliz,
cuya historia a su vez, había
obra ‘Nosotros’, de lución bolchevique, pasó una
temporada en Inglaterra
Evgeni Zamiatin construyendo rompehielos y
escribiendo su primera
novela, Los isleños, “mientras
los alemanes arrojaban bom-
bas desde sus zepelines”,
cuenta en uno de sus artícu-
los autobiográficos. Hombre
independiente, con gran sen-
tido del humor e inteligencia,
a contracorriente y contradic-
Nosotros, escrita en 1920,
su trabajo “más burlón y más
serio”, no superó el filtro de la
censura soviética. Para
cuando la Glavit se pronunció
en contra de su publicación,
la obra ya había viajado a
Nueva York, donde fue tradu-
cida y publicada al inglés en
1925. Poco después, llegaría a
Praga, y en 1929, a París. Pre-
cisamente en 1929, Zamiatin

vivía en una atmósfera de
acoso y prohibición sistemá-
tica de su trabajo. La libertad
con la que expresaba sus opi-
niones le granjeó muchos
enemigos. En su artículo,
Tengo miedo (en la revista
Casa de las Artes, nº1, 1921),
criticaba a la cohorte de escri-
bas que con su pluma servían
a los intereses del poder polí-
tico corrompiendo, de esta
manera, la esencia de la lite-
ratura: “Tengo miedo de que
a la literatura rusa solo le
quede un futuro: su pasado.”
La publicación de su novela
en el extranjero, considerado
como un acto de traición, no
hizo sino empeorar las cosas.
Tales circunstancias le obliga-
ron a dimitir de la Unión de
Escritores, y a dirigirse por
escrito a Stalin. En su carta
daba cuenta de su situación
desesperada, y solicitaba per-
miso para abandonar el país
antes que seguir soportando
la muerte literaria. “Sé que
tengo la mala costumbre de
decir en un momento deter-
minado, no lo que podría ser
provechoso, sino lo que creo
que es verdad”, confesaba.
Dos años más tarde, gra-
cias a la intercesión de su
amigo Gorki, el escritor consi-
guió el permiso para salir de
Rusia rumbo a París, ciudad
en la trabajaría como guio-
nista de cine, y donde cola-
boró con Jean Renoir en la
adaptación cinematográfica
de Bajos Fondos, una de las
novelas de Gorki.
En el extranjero, quiso
disipar cualquier duda res-
pecto a Nosotros: “Esta novela
señala el peligro que supone
el maltrato del hombre por
parte del estado; de cualquier
estado.” Fuera esta declara-
ción cierta o solo a medias, en
su calculado diagnóstico de
ingeniero, Zamiatin auguraba
un futuro desgraciado para su
nación si Lenin continuaba
acaparando en su persona
todo el poder político y si el
cambio industrial, que tanto
necesitaba la Unión Soviética,
quedaba hipotecado a la pro-
ducción taylorista. En su opi-
nión, Lenin vivía obsesionado
con la idea de fabricar obreros
nuevos, auténticas “máqui-
nas vivas” que, a cualquier
precio, hicieran posible el
sueño socialista. La misma
impresión se llevó H. G. Wells
cuando se entrevistó en 1922
con el líder bolchevique en
Moscú: “Lenin, como buen
marxista ortodoxo denuncia
todas las utopías, pero al final,
él mismo ha sucumbido a la
utopía de los electricistas”.
Ese mundo luminoso
que relata Nosotros, donde la
felicidad resulta incompatible
con la libertad, Zamiatin recu-
peraba una cuestión filosófica
que tanto preocupó a Dos-
toievski: “En la naturaleza del
hombre coexisten un yo
lógico y otro yo peludo e irra-
El escritor ruso influyó
en autores como George
Orwell y Aldous Huxley
cional que siempre intentará
hacer lo que le de la gana.
Sólo el hombre libre podrá
elegir con quien quedarse en
cada momento.”
EL MAPA
TOPOGRÁFICO DE ‘1984’
Nosotros fue un experi-
mento literario influido por
los mundos de H. G. Wells, la
EL PERSEGUIDOR
Domingo, 28 de enero de 2018
Antes de que filosofía de Dostoievski, el
George Orwell
humor de Gógol, y la profun-
concibiera su
distopía futu- didad psicológica de Chéjov.
rista 1984, el Zamiatin se vale del diario
escritor y que escribe su protagonista,
periodista bri- D-503 (alter ego de Winston
tánico había Smith en la novela de Orwell),
leído Nosotros. para retratar un mundo futuro
La primera perfecto y dichoso, surgido
novela anti- dentro de los muros de la
utópica de la
matemática, libre de incógni-
Literatura,
escrita por tas irresolubles. En el Estado
Evgeni Único (Oceanía, en 1984)
Zamiatin, nació todos los objetos son geomé-
en Rusia a tricos, y todos los espacios,
principios del inclusive los apartamentos
siglo XX, preci- están construidos de cristal.
samente dos Como en la novela de Orwell,
años después el gesto más privado queda
de la
expuesto a la mirada ajena.
Revolución de
Octubre de Millones de ciudadanos,
1917, cuando reducidos a simples números,
Lenin daba los viven felices en una nación
primeros pasos rodeada de una muralla
hacia la utopía transparente, el Muro Verde,
proletaria. que la protege de la Natura-
Años más leza indómita, último reducto
tarde, de un pasado incivil. La indi-
Nosotros, se
vidualidad ha sido aniquilada
convertiría en
el mapa topo- en favor de la colectividad, del
gráfico del últi- Nosotros.
mo trabajo de El poder político se con-
Orwell quien, centra en un único líder, el
consumido por Benefactor (Gran hermano) y
la tuberculosis, los Guardianes (la Policía del
escribía 1984 Pensamiento) tienen la
desde la solita- misión de vigilar y proteger al
ria isla hébrida
Estado contra cualquier posi-
de Jura, en
Escocia. ble acto de insurgencia. El
periódico Estatal (Time) es el
único medio de información,
y el control de las áreas de
conocimiento por parte del
gobierno, está fuera de toda
cuestión. El ingeniero D-503
trabaja en la construcción de
la Integral que está a punto de
iniciar un viaje interplaneta-
rio. Este avión-cohete llevará
el modelo de felicidad del
Estado Único al resto de pla-
netas donde los habitantes
continúan viviendo en estado
salvaje de libertad.
I-330 (alter ego de Julia),
una mujer que dirige el movi-
miento contrarrevolucionario
Mefi (la Hermandad), se
cruza en la vida del construc-
tor de la nave. Zamyatin (tam-
bién lo hará Orwell) recurre a
la mitología bíblica del Jardín
del Edén. D-503 (Will Smith)
encarna la figura de Adán.
Seducido por I-330 (Julia), el
hombre morderá el fruto pro-
hibido de la libertad. El sexo
en ambas novelas está contro-
lado por el poder político; el
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sentimiento amoroso es
impensable en un mundo
lógico; lo mismo ocurre con la
facultad de la imaginación.
Tras cometer el pecado
original, D-503 experimenta
una revelación: “Por primera
vez en mi vida, justamente
por primera vez en mi vida,
me veo con total claridad y
conciencia”.
Recuperada esa concien-
cia del yo individual, D-503 e
I-330, junto a otros insurgen-
tes, planean una revolución:
rebelarse contra el dios
Estado para recuperar esa
libertad que una vez les fue
arrebatada.
Zamiatin optó por
recrear una realidad anti-utó-
pica bastante más optimista
que Orwell. El ruso vaticinaba
un posible futuro viendo el
cariz que iban tomando las
cosas en su país. Orwell, sin
embargo, tomó el momento
histórico de su realidad más
próxima. El hambre, la domi-
nación, el odio, la muerte, la
guerra, la tortura, el dolor eran
consecuencias del fascismo
que en ese momento sobre-
volaba Europa. Los discursos
políticos con apariencia de
verdad y la reinterpretación
de la Historia; la lengua de las
ideologías y de la propaganda
alimentaban la atmósfera que
se respiraba. La experiencia
de Orwell en la Guerra Civil
española agudizó aún más su
desconfianza hacia cualquier
estado cuyo fin último fuera
preservar el poder a cualquier
precio. Las atrocidades de Sta-
lin en Rusia, de Hitler en Ale-
mania y la guerra de España,
eran hechos probados de que
el fascismo se propagaba con
peligrosidad por toda Europa.
Nosotros le sirvió de modelo
para contar su propio tiempo.
“Digamos que 1984 tiene
poco de profético. Al menos
las tres cuartas partes de lo
que se explica no es utopía
pesimista, es Historia”, escri-
bió Umberto Eco.
Y, ¿cómo termina Nos-
otros?, ¿qué futuro podemos
imaginar? Esta cuestión la
contesta Zamiatin en su libro:
“El hombre es como una
novela: hasta que no llegas a
la última página, no sabes
cómo acabará. De lo contra-
rio, no valdría la pena
leerla…”