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Eloy Cutanda
desprenderse de las acciones que les serían propias a la Inspección educativa. Del
colaborar exigirían una acción y atención cercanas tanto a los docentes como a los
colaboración.
destacando dentro del sistema educativo, por un lado, los responsables de desarrollar
y hacer cumplir las políticas educativas y, por otro, los responsables de implementar,
cada cosa esté en su sitio y que haya un sitio para cada cosa, poniendo los medios
por delante de los fines (ritualismo burocrático, según Merton, 1962; ap. Fernández
burocrática. Por último, hay centros que se desarrollan como un verdadero sistema,
con una unidad de propósito, con unos fines a los que se supeditan los medios,
claustro que cumple con la normativa; y el maestro que posee claridad en los fines que
ese proceso, como tampoco lo haría por el hecho de considerarla como un sistema
propio. Este sería capaz de determinar nuevos estados de equilibrio cuando los viejos
Enguita, 1999, 264). Suponiendo que no cabe entender a estos dos últimos como
éticas. La recursividad es una forma de comportamiento que hace que las burocracias
con el nivel de equilibrio y señalar que, así como las actuaciones de la inspección
un nivel de organización identificado con la estructura, las funciones que tienen que
nivel de organización identificado con un sistema orgánico. Por otro lado, es necesario
con cierta evaluación externa, como una evaluación colaborativa, que no sólo incida
en los resultados, sino que analice los procesos internos, en la que los inspectores de
educación, como agentes evaluadores, actúen e informen a los implicados en ella,
sobre los aspectos positivos detectados así como sobre aquellos que requieran una
equipos directivos.
una cuestión que afecten sólo a los centros escolares. Estos deben ampliar sus
Para Secadura Navarro (2012) el modelo teórico sería el de supervisión como proceso
de desarrollo (el conjunto del sistema escolar es más importante que la parte), en
medidas patrón genéricas. Los informes que se produzcan deberían tratar variables,
centro. Hay que recordar que ni los centros urbanos por su parte, ni los centros rurales
por la suya, poseen las mismas características. Ni siquiera la llamada escuela rural es
complicado se vuelve querer aplicarles medidas patrón que puedan valer para todos y
cada uno de los casos. Es cierto que ese es el objetivo de la mayoría de las
evaluaciones, esto es, establecer comparaciones. Pero también es verdad que, más
allá del hecho constatable del interés por mejorar, en poco contribuyen a que la
actividad desarrollada por los centros incida en la mejora del sistema educativo.
repetir año tras años los mismos epígrafes, los mismo lugares comunes.
A nuestro juicio, dos son los instrumentos clave que deberían ser objeto de
dinámica y sus propuestas más cercanas a la realidad del centro. En primer lugar, los
adecuada sobre este instrumento por parte de la Inspección puede ser uno de los
factores que permita generar un mayor equilibrio entre la autonomía del centro y la
hemos visto con anterioridad: agregado (cada maestrillo tiene su librillo), estructura
(cumplo con lo que manda la ley y no más) y sistema (persigo un fin mediante la
cooperación con los compañeros). A menudo se destaca que son los equipos
directivos los que deben impulsar ciertos cambios. En muchas ocasiones se afirma
que no es posible un cambio metodológico sin una formación previa, entrando aquí en
una tarea primordial; podría decirse que el primer paso es dar consejo, opinión y
juicio sobre las actuaciones que llevan a cabo en la práctica docente. Sin embargo,
proponer alternativas que propicien el cambio metodológico sin que éste se produzca
a corto plazo, ya sea porque se incardinan en una dinámica contradictoria (véase, por
ejemplo, el difícil encaje que ciertos asesores de formación han pretendido —o se han
resistencia al cambio por parte del maestro es superior a la tendencia al mismo; por no
que cabría formular una ley que debería tenerse siempre presente: la supervivencia
del asesor está directamente relacionada con la cantidad de trabajo que es capaz de
extraer de sus asesorados. Ley que debería alertarnos sobre lo que no es en realidad
asesoramiento.
educativa debe no sólo describir e interpretar las situaciones que no permiten avances
en la mejora del sistema, sino enjuiciarlas con sentido crítico. No estamos apelando a
liderazgo interno), pero sí, por el contrario, a cierto tipo de autoridad, de liderazgo
externo, que conjunte la visión y las acciones del centro (Miranda Martín, 2002) y que
permita destacar los obstáculos que impiden un cambio metodológico. Cuántas veces
nos hemos encontrado con que las prácticas docentes no avanzan durante años,
ese consejo y dictamen, señalen a las claras las prácticas docentes inmovilistas.
educativa es la que señala que ésta debe seguir liderando los procesos de evaluación
creemos que no sólo basta con eso. En realidad, y dada la dificultad evidente para
inspector de referencia, o de cualquier otro que en ese sentido pudiera ejercer lo que
denominamos liderazgo externo, también sería un factor a tener en cuenta para que
apuntando que todo profesor debería preguntarse y decidir para qué o para quién
trabaja: para sí mismo, para la organización o para la sociedad. Y apunto yo que esta
educativa.
REFERENCIAS
nº. 5, 2007.
2, 2002.