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El interminable proceso de comprender

Por Jefferson Martínez


Todos en algún momento de nuestras vidas hemos pretendido interpretar y
comprender de manera efectiva, lo que dice un determinado escrito. De hecho, al
interpretar no tenemos en cuenta una serie de aspectos necesarios para acceder
a una ínfima parte del sentido mismo del texto. Por lo general no dejamos hablar al
texto; en la mayoría de casos no escuchamos lo que intenta decirnos y no
empleamos la suspensión del juicio. Ante este panorama pregunto: ¿Realmente
estamos haciendo un adecuado ejercicio hermenéutico o nuestra tarea está a
mitad de camino? Para responder, considero preciso traer a colación lo dicho por
H.G. Gadamer en su ensayo de 1959 titulado “Sobre el círculo de la comprensión”.
En él, formula que a la hora de hacer un ejercicio hermenéutico es necesario
entender que el todo define lo particular y lo particular define al todo; en cada uno
de los pasos se muestra indiscutible la reciprocidad, ya que la comprensión se da
cuando involucramos las partes con el todo y viceversa1.
Para el propio Gadamer la comprensión empieza a gestarse cuando
interactuamos con el texto, en compañía de expectativas que nos genera
determinado sentido, con lo cual el intérprete compone un esbozo de la totalidad
del sentido de dicho texto. Esto como una primera aproximación hacia el sentido.
De aquí en adelante, el intérprete irá generando nuevas partes que confirmarán o
pondrán en duda el esbozo propuesto en una primera instancia, aunado a esto
están los prejuicios del exegeta que fundarán nuevos bosquejos del todo. Algo es
evidente, la comprensión se mueve infatigablemente del todo a las partes y de las
partes al todo. Asimismo se desliza del pasado de la interpretación al presente del
texto. Es que para Gadamer todas y cada una de las partes deben entrar en juego
con el sentido mismo que contiene la totalidad del texto en cuestión.
Ello corresponde a que si alguna de las partes no encaja en el todo, no pueden ser
adecuadamente comprendidas. Aquí cobra vital importancia lo dicho por
Schleiermacher y que recoge Gadamer en su ensayo: “Así como la palabra
aislada pertenece al conjunto de la frase, de la misma manera pertenece el texto
aislado al contexto de la obra de un escritor y esta a la totalidad del género literario
correspondiente y, en definitiva, a la literatura. Por otro lado, el mismo texto, como
manifestación del momento creador, pertenece al conjunto de la vida anímica de
su autor.” Gadamer contribuye con otro apunte de suma importancia, y es lo que
denomina como “anticipo de compleción”, se le considera como ese presupuesto
que rige toda comprensión. Toda comprensión tiene en cuenta elementos de la
biografía del autor, de la lengua, del género literario, de la cultura, de la época; de
esta forma intentar descifrar un texto, es poner estos horizontes en perspectiva por
tanto, la comprensión de un texto trabaja con elementos que ya de antemano
poseía el intérprete. Tanto así que la interpretación como lo afirma Gadamer
empieza con pre-conceptos que son sustituidos por conceptos más depurados,
esto como resultado de una incesante revisión para lograr una ampliación del
sentido. De lo anterior podemos concluir que el proceso para establecer al
auténtico sentido de un texto es una labor interminable, pero esto no implica que
no podamos acceder a ese sentido que está dado para ser entendido.
1
Todas las notas aquí empleadas fueron tomadas de: H.G. Gadamer. (1994) Verdad y método. Ed. Paídos,
Barcelona.

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