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El enfoque poscolonial encontrado en la obra que aquí se profiere, da cuenta de los vínculos
y demás procesos que existen entre el proyecto colonial y el proyecto ilustrado como
proceso de universalización del mundo desde ‘el punto cero’, la colonialidad del poder
como la sustitución de los saberes nativos en la Nueva Granada por las dinámicas culturales
legítimas Europeas que serían re-localizadas tanto mediante un imaginario colonial de
blancura y limpieza de sangre como a través del control biopolítico impuesto desde el siglo
XVI y que empieza a consolidarse en el siglo XVIII a causa de las reformas borbónicas y la
apropiación de estas en las colonias.
El encuentro europeo con subjetividades distintas en las nuevas Europas fue la justificación
de la expansión mundial de estos discursos pues el conocimiento válido debe distanciarse
cualquier tradición cultural en particular, con el punto de vista “de que no es posible
adoptar ningún punto de vista” (pág. 59). La idea de Dios: observar sin ser observado es lo
que permite identificar la categoría que Castro Gómez denomina ‘La hybris del punto cero’
Traducida en términos griegos como la soberbia (hybris) del fenómeno ilustrado o punto
cero entendido como el punto neutro: la pretendida objetividad desde donde se pretende
analizar al objeto de estudio. Entendido también desde el autor como el ‘no-lugar’ desde
donde se ubican para efectos de dicha investigación, el desconocimiento de una
espacialidad explica el autor es característico del discurso colonial dado que la modernidad
es considerada la continuación en una línea temporal como la superación de un estado de
atraso pero se desconoce su simultaneidad en el espacio con la colonialidad funcionando
como estrategia de control de la misma. La manera de encontrarse con la modernidad es
mediante la colonialidad -no a través del paso de peldaños a escalar. Es sólo hasta
aproximadamente después de la mitad del siglo XX Latinoamérica ingresa al terreno de la
modernidad, y con ello también el surgimiento de las ciencias humanas propiamente dichas.
Según Castro Gómez el discurso de la limpieza de sangre se expresa en el siglo XVI desde
una visión aristócrata cristiana es considerado como la primera clasificación mundial, y por
lo tanto como el primer discurso universalista de la modernidad. Este se expandió por el
mundo en gran medida a causa de la colonización española desde la noción cristiana de las
‘castas’-designación a las personas de sangre mezclada-
De la misma manera no sólo se legitimó una taxonomía biológica sino también una
axiológica, en la que los indios, como fueron derrotados militarmente por los españoles
quedaron en una inferioridad cultural respecto de estos. Ser indio significaba poseer un
carácter y una personalidad por ende inferiores ritos supersticiosos, prácticas sexuales
depravadas, formas de trabajo atrasadas y medicina especulativa e ignorante “La desviación
cultural con respecto al patrón dominante empezó a ser vista como un defecto natural
propio de la casta” (pág. 78). Los negros por su parte eran considerados de sangre viciada
biológicamente y no contentos con este prejuicio se creía que tenían la sangre doblemente
viciada debido a la combinación entre razas. Contribuyendo a la generación de estereotipos
étnicos y culturales atribuidos a una dimensión cualitativa, que hacía que se fundaran
prejuicios hacia la totalidad de los individuos pertenecientes a cada una de las razas lo que
conllevó al sostenimiento de las jerarquías existentes.
España tenía el dominio absoluto sobre las colonias por lo tanto tenía muchas riquezas sin
embargo el proyecto tecnocrático de las reformas borbónicas consistía en modificar las
costumbres económicas de la población, cambiar hábitos ancestrales, por medio de unas
políticas formalizadoras para posicionar a España como optima competidora del mercado
en Europa. “A diferencia de los Habsburgo, los Borbones observan que la verdadera
riqueza de las naciones no está primariamente en los recursos naturales sino en los
recursos humanos” (pág. 99). El Proceso de formalización: Consiste en la fundación de
criterios abstractos de acción que no tengan que ver con la vida específica de la población
sino criterios impersonales y generales legalmente constituidos, actuando conforme a reglas
diseñadas por el Estado. De acuerdo a la tecnificación de las reformas borbónicas se dio la
necesidad de introducir a la ciencia donde el discurso científico más allá de cambiar la
perspectiva se afianzó más como discurso colonial.
Luchando los criollos contra la racionalidad del estado borbón, en sus reformas de carácter
impersonal tuvieron que ceder ante una descentralización de recursos a una parte del Estado
borbónico. Esto significó una lucha contra el imaginario tradicional de ‘blancura’ y contra
sus intereses económicos. Esta política de gubernamentalización del estado estaba
enfocada hacia la necesidad de generar sujetos productivos por medio de estadísticas que
permitieran determinar el estado de salud, de mendicidad, de natalidad y mortalidad, para
racionalizar la estructura imperial a través de burocratizar, instrumentalizar y formalizar el
estado borbónico, es decir, se querían implementar políticas basadas en el pensamiento
ilustrado para mejorar la productividad de toda la población de la Nueva Granada. Dicha
política estaba encaminada a vincular la población mestiza más rica, convirtiéndolos a
todos en sujetos productivos y nobles, por esto no son aceptadas en las elites criollas dado
que estas políticas atentaban contra su habitus de supremacía de raza y amenazaban toda
una organización social hecha desde el habitus criollo: el acceso a cargos públicos se daría
ya no se desde el linaje y la sangre limpia sino por meritocracia, espacio donde no sólo los
criollos podían acceder, por esta razón la elite criolla se opuso a estas biopolíticas borbonas
y terminó prolongando su discurso colonial por medio de dichas reformas.