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El problema psicofísico y la conciencia de clase.

Una elucidación filosófico-cinematográfica


Rogney Piedra Arencibia

"Si buscas dentro de la realidad


algo más real que la realidad
misma, sumérgete en la ficción
cinematográfica."
Slavoj Zizek,
Guía cinematográfica para el pervertido
I
Here,…
En sus dos obras fundamentales, Descartes, propuso la hipótesis de que el mundo que
percibimos a través de los sentidos en nuestra vigilia sea una ilusión no muy diferente de
aquellas representaciones que experimentamos en sueños.1 El célebre filme de los
hermanos Wachowski, La Matrix, recurre a esta idea como base de su argumento. En boca
de uno de sus personajes, Morfeo, dicha idea se presenta así:
"¿Alguna vez has tenido un sueño, Neo, que pareciese muy real? ¿Qué ocurriría si
no pudieras despertar de ese sueño? ¿Cómo diferenciarías el mundo de los sueños
del mundo real?"
Lo que percibimos diariamente, según la película, es una simulación virtual generada por
computadoras a la cual, sin saberlo, todos estamos conectados. Dando por cierto
momentáneamente ese “mundo de ensueño” (como le llama Morfeo), usted cree estar
ahora mismo sentado leyendo este ensayo; pero, en realidad, su cuerpo está flotando en un
estrecho contenedor de baba, enchufado mediante toscos cables a la Matrix que le proyecta
la falsa conciencia de que está, digamos, en su oficina o en su casa plácidamente bebiendo
café mientras lee.
Por lo pronto, podemos advertir que aquí se expresa, al menos, un problema bien
conocido de la historia de la filosofía: el problema de la existencia del mundo exterior. A
primera vista, el asunto parece sencillo. Existe un mundo real, que sería aquel en el que
flotamos en el contenedor de baba; y otro ilusorio, esto es, irreal, que sería la Matrix. Pero
basta sólo detenerse un poco en el asunto para que surjan complicaciones: ¿qué es lo
“real”? ¿Acaso no es también real la ilusión? El propio Descartes se percató de esto:

1
"…todos los pensamientos que tenemos cuando estamos despiertos, pueden ocurrir también durante el
sueño, sin que ninguno, entonces, sea verdadero, resolví suponer que todas las cosas que hasta entonces
habían entrado en mi espíritu no eran más verdaderas que las ilusiones de mis sueños." (Renato Descartes:
Discurso del método, Ed. Claridad, Buenos Aires, 1940, p. 54.) "…deduzco que no hay indicios por los que
podamos distinguir netamente la vigilia del sueño. No los hay, y porque no los hay me pregunto lleno de
extrañeza, ¿será un sueño la vida?..." (Renato Descartes: “Meditaciones metafísicas”, en Obras de Renato
Descartes, Ed. de Ciencias Sociales, La Habana, 1971, p. 59.)
"…aunque admitiese que yo soñara y que todo lo que veía o imaginaba era falso, no podía
negar, sin embargo, que las ideas estuviesen verdaderamente en mi pensamiento."2 Incluso
a nuestros sueños, en tanto existen en nosotros, no nos es lícito clasificarlos de inexistentes;
y si en efecto existen "¿cómo sabremos que los pensamientos que ocurren en el sueño son
más falsos que los otros, visto que a menudo aquéllos no son menos vivos y expresivos
que éstos?"3
En La Matrix, se resalta la condición de
esclavos de aquellos que, sin saberlo,
están inmersos en ese mundo de ensueño.
Y, en efecto, gracias a esa simulación
virtual de la realidad, las máquinas logran
reducir al hombre a un objeto pasivo y
unilateral: una mera bio-batería con una
falsa conciencia. Ahora bien, es (cosa del
sentido) común pensar que cuando el
sujeto adquiere conciencia de sí y del
carácter enajenante del “mundo de
ensueño” en que está inserto, luchará por liberarse a sí mismo y a los de su clase.4 Tal fue,
en la película, el caso de Neo.5 Sin embargo, para el tema que (ahora) nos ocupa, más
interesante que el propio héroe del filme resulta ser un personaje negativo, Cypher.
En la escena de La Matrix donde Cypher revela su traición por teléfono, a la afirmación
de Trinity "la Matrix no es real", el traidor responde: "disiento contigo, Trinity… yo creo
que la Matrix puede ser más real que este mundo…". Aquí se expresa, con toda claridad,
el vínculo existente entre el antiquísimo problema psicofísico (de la relación entre el alma
y el cuerpo) y el tradicional problema del marxismo relativo a la conciencia de clase.
Cypher, está consciente, sabe que la Matrix es un mundo de ilusiones diseñado para
controlar a la humanidad: "yo sé que este filete no existe; sé que cuando lo pongo en mi
boca, Matrix le está diciendo a mi cerebro que es jugoso y delicioso." Sin embargo, a pesar
de la plena conciencia de que es una ilusión insustancial, el jugoso bistec “enajenante” no
resulta menos delicioso. Aquí Cypher arguye, junto con Berkeley, que el placer mismo
que siente es, existe en tanto es percibido (esse est percipi). Él, que sabe lo que es la Matrix,
la prefiere ante la libertad que se le ofrece a bordo de Nebuchadnezzar, la fría e inhóspita
nave comandada por Morfeo. Esta historia de ficción, hace recordar nuestra propia historia
revolucionaria y la alienación trágica a la que está expuesto el individuo común en Cuba.
Uno de los principales problemas que enfrentó la joven revolución cubana después de su
triunfo fue el reto de mantener e inclusive aumentar los niveles de producción mientras

2
Renato Descartes: Discurso del método, Ed. Claridad, Buenos Aires, 1940, p. 57.
3
Ibídem, p. 60.
4
"Y en la medida que la gente entiende su propia alienación, a medida que la gente adquiere la conciencia
de clase, hay una revolución en su mente, y puede haber una revolución con un objetivo en la sociedad…"
(Ken Cole: La Revolución cubana: la clarividencia de Martí, la teoría de Marx, la práctica de Guevara, en
la revista Marx Ahora, No. 19, 2005, pp. 192-193.)
5
Podría establecerse un símil entre este personaje y la clase proletaria (desde el punto de vista marxista);
siendo ésta a su vez una suerte de elegida (“The One”) con la misión histórica de liberar de la enajenación a
la humanidad. Es un tema digno de ser tratado en otro momento.
que el ausentismo, la negligencia, la holgazanería y el burocratismo hacían mella en
nuestros centros de trabajo. Ernesto (Che) Guevara enumeró dentro de las principales
razones de estos males a “la falta de motor interno”: "Con esto queremos decir, la falta de
interés del individuo por rendir un servicio al Estado y por superar una situación dada. Se
basa en una falta de conciencia revolucionaria."6
¿Por qué se daba esa “falta de conciencia revolucionaria”? Esto es algo que,
probablemente, ni el propio Comandante Guevara tenía muy claro; sin embargo, el
remedio propuesto al problema fue el reforzamiento de la conciencia política: "…debemos
desarrollar con empeño un trabajo político para liquidar las faltas de motivaciones internas,
es decir, la falta de claridad política…"7 En otras palabras, según el Che, se necesitaba
reforzar la conciencia de clase del individuo (trabajador) común. Y es que, ante el desafío
de la construcción del socialismo en un país pobre, se requería del individuo un sacrificio
y una abnegación realmente heroicos. Pero no se trata ya de un acto heroico, esto es, de
un momento (media hora, una jornada de trabajo, una semana o un mes) de filantrópico
sacrificio; sino de toda una vida de ello. Se buscaba que el individuo común fuera héroe
todos los días, cotidianamente:
"Durante la Crisis de Octubre o en los días del ciclón Flora, vimos actos de valor y
sacrificio excepcionales realizados por todo un pueblo. Encontrar la fórmula para
perpetuar en la vida cotidiana esa actitud heroica, es una de nuestras tareas
fundamentales desde el punto de vista ideológico."8
El asunto se torna, inevitablemente, en una cuestión de tiempo: ¿Por cuánto tiempo puede
el individuo común vivir una vida en sufrido y continuo sacrificio? Para Cypher, fueron 9
años. Llegado a su límite, el
individuo común cansado de
ser héroe repite junto con el
personaje de La Matrix:
"Estoy cansado, Trinity.
Estoy cansado de esta guerra,
de luchar, de padecer frío y
tener que comer la misma
puñetera bazofia todos los
días." Llega un momento en
que la conciencia de la
necesidad del sacrificio continuo en virtud de la libertad,9 simplemente, no es suficiente
para ese individuo que ya no se conforma con “la conciencia”, con la ideología, con el
espíritu, con el alma; que comienza a preocuparse, cada día más, por su famélico cuerpo
y, en fin, por las necesidades materiales en general. Morfeo le dice a Neo, después de
haber fracasado éste en “el programa de saltos”, las siguientes palabras: "el cuerpo no

6
Ernesto Che Guevara: Contra el burocratismo, en Ernesto Che Guevara: Retos de la transición socialista
en Cuba (1961-1965), Ed. de Ciencias Sociales, La Habana, 2012, p. 195.
7
Ibídem, p. 198.
8
Ernesto Che Guevara: El socialismo y el hombre en Cuba, en Orlando Borrego Días (compilador): Che en
la revolución cubana, Ed. José Martí, La Habana, 2013, p. 235.
9
"Nuestro sacrificio es consciente; cuota para pagar la libertad que construimos." Ibídem, p. 249.
puede vivir sin la mente". Lo cual es verdad… hasta cierto punto; bastaría recordarle a
Morfeo los millones de pacientes que han yacido en hospitales durante años en un estado
puramente vegetativo. Sin embargo, resulta mucho más cierto –obviando las distintas
concepciones religiosas sobre el tema– el juicio inverso: la mente no puede vivir sin el
cuerpo.10
La mera conciencia no puede suplir la falta de bienes materiales, y por eso el individuo
común practicará (eventualmente) las más mezquinas artes de sobrevivencia, sobre las que
hablaremos más adelante. Él hará esto fatalmente, incluso, a pesar de su conciencia. En
efecto, hasta aquellos individuos con verdadera conciencia de clase, inclusive aquellos que
no pretenden abandonar y traicionar (a lo Cypher) su conciencia de clase, tienen que, en
orden de conservar sus homeostasis (de no morir por inanición), volcarse a las miserables
formas de supervivencia.11 Y es esta inevitabilidad fatal la que le otorga el carácter trágico
a dicha enajenación.
"Al principio de la revolución, recuerdo tenía una gran sensación de seguridad y de
integración con la sociedad. No me interesaba ganar dinero, y lo que ganaba lo
entregaba a la reforma agraria o a cualquier otra necesidad de la revolución.
Poco a poco, me voy sintiendo más acorralado por el monstruo burocrático que
engendra la revolución y cada vez menos en consonancia con la comunidad. Una
necesidad de atrincherarse y de hallar seguridad. Alienación trágica. Ahora, para mí
el dinero cobra una importancia como futuro de seguridad que no había tenido nunca
antes."12
El Che insistía –acertadamente– en la fórmula producción de bienes + conciencia =
comunismo.13 Pero, ¿qué podemos decir de esta ecuación cuando la variable producción
de bienes es suplida en magnitud, más y más, por la variable conciencia hasta que ésta
eclipsa a aquella?14
Aquí habría que entrar a analizar esa conciencia rebosada sobre la producción –y
consumo– de bienes materiales, o mejor, cómo se apropia de ella el individuo común.

10
"Claro está que este espíritu sin cuerpo es espíritu solamente en la imaginación." (Carlos Marx y Federico
Engels: La sagrada familia, Ed. Claridad, Buenos Aires, 1971, p. 19.)
11
La difusión de la “resolvedera” en todos los estratos sociales ha traído consigo una tensión moral en las
familias que, sin embargo, ha sido superada mayoritariamente por varias generaciones de hombres y mujeres,
quienes, en la mayoría de los casos, han permanecido fieles políticamente al ideal de la Revolución; mientras,
en su psicología social, comparten hacia el mercado ilegal un criterio similar al defendido por los productores
libres de la colonia de ejercer el comercio prohibido —su derecho al rescate—, sin que dejaran de ser, a la
vez, súbditos fieles de la corona.” (Mario Valdés Navia: “Rousseau, Marx y Braudel en la actualización
económica cubana”, Temas, No. 87-88, 2016, pp. 124-125.)
12
Tomás Gutiérrez Alea: Volver sobre mis pasos, Ed. Unión, La Habana, 2008, p. 333.
13
"…conciencia más producción de bienes materiales es comunismo." (Ernesto Che Guevara: Algunas
reflexiones sobre la transición socialista, en Ernesto Che Guevara: Retos de la transición socialista en Cuba
(1961-1965), Ed. de Ciencias Sociales, La Habana, 2012, p. 225. Véase también, p. 59.)
14
"…antes de ser comunista era católico, cuando tenía 15 años, comulgaba todos los días. El salto lo di a los
17 ¿Por qué? Porque me di cuenta de que el hombre en realidad se movía por impulsos que llamamos
mezquinos, materiales... Y, sin embargo, el catolicismo nos hablaba de los valores espirituales y de cómo el
hombre debía estar por eso contra los materiales. Y los valores espirituales sólo servían para perpetuar la
explotación, la sumisión, la represión. La base económica está en lo más profundo de los cambios sociales.
Y ahora ¿qué pasa? nos vuelven a hablar de los valores espirituales. Me parece escuchar el mismo lenguaje
de cuando yo tenía 15 años." (Tomás Gutiérrez Alea: ob. cit., p. 338.)
Precisamente por la desproporción, por la incongruencia entre los términos de la ecuación
mencionada, la verdadera conciencia de (su) clase le aparece al individuo como una falsa
conciencia y, a la par, éste percibe la verdadera falsa conciencia (el “mundo de ensueño”
del capitalismo) como la conciencia real, viendo en el mundo capitalista, el mundo real.
La esclavitud le aparece al individuo como libertad y la libertad, como esclavitud:
Trinity: Morfeo nos hizo libres.
Cypher: ¿Libres? –Dice mientras mira las entrañas de la lúgubre nave– ¿Le llamas
a esto libre? Todo lo que hago es lo que él me manda. Si tengo que escoger entre
esto y la Matrix, yo escojo la Matrix.
La conciencia de clase rebosada de sí, esto es, la conciencia de clase enajenada de sí
misma, la conciencia que aparece ante sí misma como algo hostil, al llegar al punto crítico
de hastío corporal y
mental, se enfrenta
ante la encrucijada
de la elección: ¿qué
enajenación
prefiero? Pues, a
fin de cuentas,
resulta que la
píldora roja (de la
revolución) resultó
ser tan o más enajenante que la azul (la falsa conciencia capitalista); y hay que reconocer
que esta última no parece enajenación.
El verdadero poder de la enajenación, especialmente de la capitalista, reside en que no
aparece como tal enajenación. En este sentido, podemos señalar un pequeño error
conceptual en el prestigioso filme de los hermanos Wachowski. No es que, en palabras de
Morfeo, sea una prisión que no podemos ver, ni oler, ni saborear, ni tocar; todo lo contrario,
como bien luego dice este mismo personaje, la sentimos constantemente de forma directa,
se trata de “un mundo puesto ante nuestros ojos”. El problema, entonces, no radica en ver
esta “prisión para la mente”, sino en reconocerla como tal. Aquí se encuentra el verdadero
reto, puesto que, al igual que el camaleón, su esencia radica precisamente en simular otra
esencia. Por ello, la conciencia enajenada no reconoce en los objetos del sistema capitalista
(de nuestra Matrix) su propia enajenación y la de su clase, o, lo que es lo mismo, no
reconoce la enajenación con respecto a su actividad vital y los productos de esta actividad,
sino simplemente mercancías encantadas y encantadoras.15
De ahí que, esta conciencia (de clase) que ve el mundo con los ojos de su clase antagónica
o, dicho en términos más filosóficos, que asume el modo de apropiación de la burguesía,

15
"Every sight and smell in the Matrix is a product of human labor. But, for “mysterious” reasons, this reality
is “fetishized,” or, as Cypher puts it, blissfully ignored […] the relationship that the global workforce shares
as a class is clouded over by the “dream world” of commodities to which we relate more directly. Workers
are unable to unite because their shared global experience as a class of laborers is covered over by the
saccharine tastes, sounds, and views of commodities." (Martin A. Danahay y David Rieder: The Matrix,
Marx, and the Coppertop’s Life, en Colectivo de autores: The Matrix and Philosophy. Welcome to the Desert
of the Real, Carus Publishing Company, Chicago, 2002, pp. 222-223.)
no lucha ya por cambiar el sistema. Su objetivo primordial consiste (ahora) en cambiar de
lugar dentro del mismo sistema. Se trata de una conciencia que reniega de sí al
reconocerse en su falsa conciencia. De vuelta a la escena del restaurante, Cypher le
propone al Agente Smith como condiciones de su traición los siguientes términos: "No
quiero acordarme de nada. De nada. ¿Entendido? Y quiero ser rico. No sé, alguien
importante…como un actor." Cambiar de lugar dentro del sistema, en vez de cambiar
(revolucionariamente) el sistema mismo, se convierte en el sentido de la vida para esta
conciencia enajenada.
Un mejor ejemplo de este problema nos lo brinda el filme Siendo John Malkovich. Craig
Schwartz, el héroe de la película, es un titiritero hábil pero fracasado que descubre una
pequeña puerta hacia el interior del
famoso (y rico) actor John Malkovich.
La obsesión del héroe por ver el mundo
a través de los ojos de Malkovich sólo
llega a ser superada por la de controlar
el cuerpo del actor. Pero adviértase aquí
una pequeña sutileza: a pesar de lo que
el título de la película nos pueda
inducir, el verdadero objetivo del héroe
(y de otros personajes de la película) no
es ser John Malkovich (estar en su
cuerpo, lucir como él, etc.), sino más
bien ocupar su lugar (en el sistema de
relaciones sociales capitalistas) de
manera permanente. Así, Craig pasaría
de ser un titiritero fracasado (looser) a
un opulento titiritero ganador (winner). El fracaso final de Craig en la consumación de
dicho objetivo encuentra explicación, desde luego, en que no es sólo él quien quiere
cambiar de lugar con el famoso actor, sino una muchedumbre cada vez mayor de
individuos, contándose entre ellos el propio Malcovich que no quiere ser desplazado.
De la misma forma, la larga historia de privaciones que ha vivido nuestro pueblo, en
particular a partir del odioso “período especial”, ha dado al traste con la capacidad de
resistencia e incluso con la identificación con el proyecto socialista de muchas personas,
en especial jóvenes, que optan sencilla y sistemáticamente por abandonar el país, en busca
de mejores oportunidades que las que en su patria les brindan el magro salario estatal y/o
los vaivenes del cuentapropismo.
II
…there…
Lo anteriormente dicho, nos lleva a la pregunta: ¿está el capitalista también enajenado?
Pregunta casi imposible de formularse sin que nos venga a la cabeza la imagen de Bill
Gates riéndose en nuestra cara y diciendo: “¿y tú (muerto de hambre) me dices enajenado
a mí?”. Cuando se toma como deber ser (como patrón) de lo dado a lo dado mismo, esto
es, a lo que se considera natural dentro del sistema en cuestión, entonces todo discurso de
“enajenación” suena francamente ridículo. Si el criterio, el rasero por el cual voy a medir
la enajenación coincide con su propio agente generador (el plus-valor), entonces no hay
más de qué hablar.
En un artículo publicado en la popular revista Rolling Stone sobre la actriz porno y
(recientemente) autora de novelas eróticas, Sacha Grey,16 se citan las siguientes palabras
de esta bellísima mujer: "Cuando la gente piensa en el
porno, lo ve como una industria que explota a las
mujeres, que las veja y las usa como carne. Y, al menos
en Estados Unidos, es todo lo contrario. Es la única rama
del cine donde las mujeres cobran más que los hombres,
la mayoría de las agencias las llevan mujeres."17
Si aceptamos que el criterio de la enajenación es la
cantidad de dinero que recibes por tu trabajo, o bien, el
lugar que ocupas en el modo de producción capitalista
(actriz o dueña de una agencia porno), ¿qué podemos
contestarle a Sacha? Nada: tendríamos que someternos a
la lógica aplastante de sus palabras y cederle toda la
razón. Hay que notar que Sacha toma como criterio de
explotación al mismo agente de la explotación (capitalista), la plusvalía. Pero,
precisamente por eso, parte de la (falsa) premisa (para ella) inconsciente de que la
explotación (enajenante) en el modo de producción capitalista no afecta al capitalista o
bien, al “winner” dentro del sistema. Bien, ¿qué es la explotación? Es la expropiación del
producto de trabajo excedente de unos por otros. Esto ha ocurrido (casi) desde siempre;
pero en el capitalismo esta vieja historia adquiere una forma peculiar. Lo específico de la
explotación capitalista está dado en cómo se realiza la expropiación del excedente: ahora
por primera vez nadie tiene que obligar a la gente a que trabaje. Nadie tiene que usar un
látigo o amenazar con la eternidad en el infierno a Sacha para que haga sus peripecias
sexuales. Por eso, el genio de Charles Chaplin, en Tiempos modernos, luego de los créditos
iniciales, nos da la imagen de dóciles ovejas caminando en una misma dirección que se
desvanece (fade to) en la de obreros dirigiéndose hacia la fábrica. En la sociedad
capitalista, para ser persona tienes que estar conectado con la plusvalía, de lo contrario no
eres en lo absoluto. Te conviertes en persona integrándote al mercado, que es lo que otorga
la humanidad, la personalidad y la vida (incluso en el más estricto sentido fisiológico); una
vez conectado, esa conexión hay que reproducirla todos los días. ¡Por eso (en el
capitalismo) todo el mundo quiere que lo exploten! Por eso, Engels afirma que el concepto
marxiano de plusvalía explica el secreto de la explotación propia del capitalismo. El ser
humano es reducido, así, a un “…ser mental y físicamente deshumanizado. Inmoralidad,

16
Véase Iñigo López Palacios: "Sacha Grey, el cerebro del sexo", Rolling Stone, No. 166, Madrid, agosto
de 2013. Es interesante notar que este número de la popular revista está dedicado (supuestamente) al sexo;
sin embargo, cuando hojeamos su contenido vemos que artículo tras artículo se habla exclusivamente de
pornografía. En la sociedad capitalista, la actividad sexual humana, se reduce al porno, es decir al sexo
producido para su consumo ampliado en el mercado; a tal punto que, cuando se dice “sexo”, se sobreentiende
“porno” y viceversa; son ya sinónimos, pues.
17
Ibídem, p. 76.
frustración, esclavitud de trabajadores y capitalistas. Su producto es la mercancía con
conciencia de sí y capaz de actuar por sí misma, la mercancía humana."18
Se trata, pues, de una esclavitud por voluntad propia (“capaz de actuar por sí misma”),
aunque –en última instancia– sea una condición indiferente a la voluntad (y consciencia)
del esclavo. Retomando el ejemplo de Sacha, en caso de que dejara de escribir sus novelas
eróticas y quiera seguir siendo (la winner) Sacha Gray, tendría que volver a poner todo su
empeño en ganar (de nuevo) el premio de la AVN a la “mejor escena de sexo oral”. La
cuestión estriba en que Sacha Grey está obligada a seguir produciéndose y
reproduciéndose diariamente como “Sacha Grey”19, en orden de no sucumbir en la
vorágine de la competencia de la industria del porno y de la (barata) literatura erótica. Ella
existe en tanto existe como mercancía. Para existir tiene que reproducir el capital, y para
hacer esto tiene que moverse rápido, reinventarse a sí misma todos los días en orden de no
quedarse atrás.
—¡Venga! ¡Venga! —gritaba la Reina—. ¡Más deprisa! ¡Más!
Y corrían a tal velocidad, que finalmente fue como si volaran por el aire, sin
tocar apenas el suelo con los pies […] Alicia miró en torno suyo, muy
sorprendida:
—¡Vaya, para mí que todo el tiempo he estado debajo de este árbol! ¡Todo es
igual que antes!
—¡Naturalmente! —dijo la Reina—. Pues ¿cómo querías que fuera?
—Bueno, en nuestro país —dijo Alicia jadeando todavía un poco—, habríamos
llegado a algún sitio… si hubiésemos estado corriendo deprisa tanto tiempo,
como hemos corrido aquí.
—¡Pues sí que es lento ese país! —dijo la Reina—. Aquí, como ves, necesitas
correr con todas tus fuerzas para permanecer en el mismo sitio.20
Justo al inicio de la película, como fondo de los créditos de Tiempos modernos, se
muestra la imagen de un reloj andando que ocupa toda la pantalla. Si comparamos el reloj
de la película con uno real, observamos que el primero se mueve casi el doble de rápido
que el segundo. El mensaje es claro: en los tiempos modernos (capitalistas) todo va de
prisa.21 ¿Cuándo dejar de moverse? O, lo que es lo mismo, ¿cuándo tengo suficiente
dinero, esto es, tanto dinero que ya no necesito trabajar más? Evidentemente, para la
subjetividad capitalistamente formada no hay límite: nunca se satisface la necesidad

18
Carlos Marx: “Manuscritos económico-filosóficos”, en Erich Fromm: Marx y su concepto del hombre,
Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1970, p. 120. El énfasis mediante cursivas es mío (R.P.A.).
19
“Sacha Grey” es un pseudónimo, el verdadero nombre de esta muchacha es Mariana Ann Hantzis.
20
Lewis Carroll: Alicia anotada. Alicia en el país de las maravillas. A través del espejo, disponible en
www.epubgratis.me, 12/8/2015.
21
“Una revolución continua en la producción, una incesante conmoción de todas las condiciones sociales,
una inquietud y un movimiento constantes distinguen la época burguesa de todas las anteriores.” (Carlos
Marx y Federico Engels: “El manifiesto del partido comunista”, en Carlos Marx y Federico Engels: Obras
escogidas en dos tomos, Ed. Progreso, Moscú, 1955, Tomo I, pp. 22-23.)
fundamental, la necesidad que —como llave maestra— desbloquea la satisfacción de todas
las demás necesidades: la necesidad de más dinero.
¿Por qué el enriquecimiento espectacular de nuestras sociedades nunca
consigue eliminar nuestro deseo de consumir? Por el contrario, parece como si
el consumo causara siempre insatisfacción. ¿Cómo podría llegarse a
comprender esta sorprendente capacidad de la sociedad capitalista para ampliar
indefinidamente la esfera de sus necesidades?22
El error más común es enfocar el asunto desde un punto de vista estrechamente
cuantitativo. El problema con el capitalismo no es que produzca muchas necesidades. Al
contrario: un ser humano provisto de una amplia gama de necesidades y medios de
consumo será uno más complejo, multilateral, rico en cualidades y dimensiones;
precisamente el tipo de ser humano que queremos los comunistas. El problema no está en
la cantidad de necesidades, sino en el tipo específico que ellas adquieren bajo este modo
de producción, bajo este modo de vida dominado por el capital. El quid del asunto estriba
en que, a pesar de la aparente enorme diversidad de necesidades producidas por el modo
de producción capitalista, todas ellas se reducen a un —y solo un— tipo esencial de
necesidad: la necesidad de mercancías. El ser humano moderno ha introyectado que todo
lo que necesita debe ser adquirido en el acto de compra-venta; y, a la inversa, todo aquello
que no pueda ser transformado en mercancía, vale decir, todas aquellas cosas que no se
puedan comprar o vender no se constituyen en necesidades, no las necesita. De ahí que sus
necesidades aparezcan ante sí como tales solo en la medida que sean necesidades para el
capital, solo en la medida que implique la producción ampliada de la forma mercancía.
La forma mercancía debe extenderse a todo y a todos: no solo a los objetos materiales,
sino también a los sentimientos, a las habilidades, al talento y a las personas. Todo debe
ser reducido a mercancía. Toda cualidad debe diluirse, disolverse en pura cantidad, en
valor de cambio. Y aquello que no pueda ser incorporado en el proceso de reproducción
ampliada de mercancías debe borrarse del mapa, pues constituye un límite, un peligro para
el capital, para el plus valor que solo puede existir en la medida que se expande en
extensión y en profundidad hacia todas las esferas de la existencia: hacia el micro mundo
(partículas elementales, genoma), hacia el macro mundo (superficie lunar, Marte), hacia
la subjetividad (sentimientos, necesidades, potencialidades, habilidades) hacia la
espiritualidad (ciencia, arte, moral), hacia la sociedad (instituciones, política,
comunicación) y hacia los seres humanos y sus relaciones directas (familia, pareja,
colegas, amigos, enemigos). En la película American psycho hay una escena que nos puede
ilustrar este fenómeno. El protagonista, Patrick Bateman, se dispone a extraer dinero de
un cajero automático y recoge un gatito para acariciarlo mientras espera el servicio de la
máquina. Entonces en la pantalla del cajero aparece la indicación “Introduzca un gato
callejero”; al comprobar que el gato no encaja en los orificios de la máquina dispensadora
de dinero, Bateman, saca una pistola para matar al gato. El mensaje es claro, aquello que
no pueda ser incorporado en el gran torbellino diluyente de la forma mercancía, debe ser
eliminado.

22
Daniel Cohen: Nuestros tiempos modernos, Tusquets Editores, Barcelona,2001, p. 63.
No es de extrañar, entonces, que las necesidades de consumo de mercancías no
encuentren fin en el modo de producción capitalista. Esta sencillamente es la expresión
subjetiva de la forma objetiva en la que solo puede existir el capital, en constante
reproducción ampliada. Y yo, si quiero ser parte de este mundo, si no quiero ser un
marginal, un fracasado, debo convertirme en un consumidor ampliado de mercancías y,
por tanto, en un ser maximizador de ganancias: en una mercancía autoconsciente,
autónoma. Por eso es que
se trabaja sin parar. Desde niños, en el colegio, los alumnos tienen la
sensación de que “trabajan”. Las mujeres también, y como nunca se podía
imaginar […] Se trabaja cuando se viaja en el AVE estudiando un expediente.
Se trabaja el domingo por la noche, cuando nos ponemos a ver el programa
“Capital”. El nuevo paradigma productivo busca en la vida de cada uno ese
íntimo consentimiento, que hace que el trabajo no nos abandone en ningún
momento.23
De esta manera, produciendo desesperadamente plusvalía, nuestra amiga Sacha junto con
millones de individuos proveen de
energía a la descomunal máquina del
Capital; justo como esos inmensos
“campos” de La Matrix donde millones
de individuos, conectados a una falsa
conciencia de fetiches, producen la
misma energía que los esclaviza. En
filosofía, especialmente en filosofía
marxista, a esto le llamamos
enajenación.

III
…and back again.
Si el capitalismo, gracias a su “mundo de ensueños”, reduce al individuo a una mera
batería productora energía (plusvalía) para el Capital, en un simple ser que maximiza
ganancias; el (verdadero) socialismo no puede ofrecer como alternativa a ello una “toma
de conciencia” o un mero “cambio de mentalidad”. Ya vimos, por mediación de Cypher,
a lo que esto conlleva. La meta de todo revolucionario marxista, el comunismo, consiste
en la construcción de un ser humano rico y complejo (espiritual y materialmente). El
comunismo es un proyecto de ilustración y de enriquecimiento espiritual, sí,24 pero no

23
Ibídem, p. 59.
24
En palabras del Che: “El comunismo es un fenómeno de conciencia, no se llega a él mediante un salto en
el vacío, un cambio de la calidad productiva, o el choque simple entre las fuerzas productivas y las relaciones
de producción. El comunismo es un fenómeno de conciencia y hay que desarrollar esa conciencia en el
hombre, de donde la educación individual y colectiva es una parte consustancial a él.” (Ernesto Che Guevara:
Algunas reflexiones sobre la transición socialista, en Ernesto Che Guevara: Retos de la transición socialista
en Cuba (1961-1965), Ed. de Ciencias Sociales, La Habana, 2012, p. 225.)
puede reducirse a ello. 25 En este punto hay que estar bien claros. Ninguna ilustración
(espiritual) surte efecto en un pueblo lleno de necesidades materiales. "El hombre
necesitado, cargado de preocupaciones, no aprecia el espectáculo más hermoso."26 Y es
que "para cultivarse espiritualmente con mayor libertad, un pueblo necesita estar exento
de la esclavitud de sus propias necesidades corporales, no ser ya siervo del cuerpo."27

El ser (objetivamente) miserable sólo tiene conciencia para (su) miseria. Ser conciencia de
y para la miseria, ser subjetivamente miserable es lo que adiestra al individuo en las
mezquinas artes de supervivencia. Su subjetividad se especializa, como el pico del pinzón
de Darwin, en sobrevivir miserablemente. El intelecto adquiere la función de garra, de
colmillo y de coraza; por ende, no pude abandonar el nivel del pragmático sentido común
donde libra su lucha por la existencia.28

Aquí retomo algo de lo que había hablado más arriba: el problema no es que el cuerpo no
pueda vivir sin la mente, sino que ésta no puede vivir sin aquel. Por eso, Marx y Engels
plantean como primera premisa de toda historia la existencia de individuos humanos
vivientes y, por tanto, su relación (permanente) con el resto de la naturaleza. Las
necesidades corporales, vitales no son ilusiones del capitalismo consumista sino
consustanciales al ser humano, como a todo ser natural.

El hecho de que el hombre sea un ser corpóreo, viviente, real, sensible,


objetivo con facultades naturales, significa que tiene objetos reales, sensibles
como objetos de su ser, o que sólo puede expresar su ser en objetos reales,
sensibles. Ser objetivo, natural, sensible y al mismo tiempo tener uno mismo
objeto, naturaleza y sentidos fuera de uno mismo, o ser uno mismo objeto,
naturaleza y sentidos para una tercera persona es la misma cosa. El hambre es
una necesidad natural; requiere, pues, una naturaleza fuera de sí misma, un
objeto fuera de sí misma, para poder satisfacerse y calmarse. El hambre es la
necesidad objetiva de un cuerpo por un objeto que existe fuera de él mismo y
que es esencial para su integración y la expresión de su naturaleza.29

Ante el consumismo hedónico capitalista, el comunismo no puede auto-concebirse como


el otro extremo (igual de enajenante) del ascetismo corporal y la “riqueza espiritual”. El
discurso anti-consumista suena muy bonito, pero lo que evidentemente no puede
convertirse en elemento movilizador de millones de personas es la moralina maoísta-
franciscana del sacrificio y la abstinencia material, la vida del monje famélico que, en

25
“El otro aspecto es el de la técnica; conciencia más producción de bienes materiales es comunismo.”
(Ídem.)
26
Carlos Marx: Manuscritos económico-filosóficos, ed. cit., p. 142.
27
Ibídem.
28
“El intelecto, como medio para la conservación del individuo, desarrolla su fuerza principal en la
representación, pues ésta es el medio por el cual se conservan los individuos más débiles, menos robustos, a
los cuales se les ha negado los cuernos o las garras para defenderse en la lucha por la existencia.” (Federico
Nietzsche: “Sobre la verdad y la mentira en sentido extramoral”, en Federico Nietzsche: Obras Completas,
Ed. Aguilar, Buenos Aires, 1963, Tomo V, p. 242.)
29
Carlos Marx: Manuscritos económico-filosóficos, ed. cit., p. 188.
ofrenda al ídolo del socialismo, dedica los miserables años de su puritana vida al trabajo
por el mañana mejor (que nunca llega en esta vida). Hablemos sin rodeos: esta impotente
ideología no puede aspirar a ser otra cosa que una falsa conciencia que todo el mundo
profesa y acepta de palabra, pero nunca o rara vez se practica, en tiempos en los que (en
Cuba) más bien se practica la emigración de profesionales (fuga de cerebros) de todas las
ramas, edades y niveles de preparación. El socialismo tiene que ofrecerle al individuo
prerrogativas reales (tanto espirituales como materiales) que incidan directamente en su
vida cotidiana, y no meras frases o doctrinas morales. Un tipo de esas prerrogativas, en el
que la Revolución cubana avanzó mucho desde sus mismos comienzos, pero en el que no
ha hecho mucho progreso —por no decir que ha retrocedido— en los últimos años, son las
gratuidades. Este tipo palpable de prerrogativa, defendido en su momento por los máximos
líderes de la Revolución,30 ha quedado francamente abandonado; a pesar de su carácter
resueltamente comunista.31

La ridícula —casi surrealista— situación salarial del cubano no puede suplirse con
consignas, valores y batallas de ideas. Si el comunismo se entiende en este espíritu
franciscano de “revolución de la conciencia” (es decir, una “revolución” por, para y de la
conciencia, circunscrita a sus límites) se transforma en ideología (falsa consciencia) que
opta por la libertad abstracta (el alma que se cree libre del cuerpo) renunciando así a la
liberación real (la liberación de cuerpo y alma). No hay que ser muy avispado para
percatarse de que toda liberación abstracta se transmuta directamente en esclavitud
concreta. Precisamente en ello reside todo el sentido de la falsa conciencia como
simulación: “liberar” (abstraer, separar) el alma del cuerpo, hacer aparecer ante la
conciencia un mundo de fetiches (ya sean mercantiles, religiosos o políticos) donde ella
pueda creerse libre. La “liberación” mental es condición necesaria para la esclavitud real.
¿A quién le conviene más nuestra “liberación mental” que a nuestro esclavizador real?

Por ello, no es sano olvidar lo que ya Marx y Engels sabían desde muy temprano: la
liberación real no es un acto de conciencia sino un acto histórico-práctico.
…no es posible lograr una liberación real sino en un mundo real y con medios
reales […] de ninguna manera se pueden liberar a los hombres mientras que

30
“Aspiramos, ciertamente, a un modo de vida […] en que el hombre, para satisfacer sus necesidades
esenciales de alimentación, de ropa, de recreación, igual que ocurre hoy con la asistencia médica y con la
educación, no necesite dinero para recibir esos servicios.” (Fidel Castro: Discurso en el decimoquinto
aniversario del asalto al cuartel “Moncada”, 26 de julio de 1968, folleto, p. 14)
31
“Cuando el dinero en la práctica diaria no sea más que un medio de contabilidad del trabajo y deje de ser
la llave maestra para respirar y vivir es que se podrá tener confianza de que el comunismo va triunfando
definitivamente entre los humanos.” (Rafael Plá León: “Prólogo”, en Camilo Valqui Cachi: Desde Cuba: el
derrumbe del socialismo eurosoviético, Editorial Feijóo, Santa Clara, 1998, p. 6.)
estos no sean capaces de procurarse sustento, techos y vestimenta en calidad y
cantidad suficientes. La “liberación” es un hecho histórico, no un hecho
mental, es provocada por las condiciones históricas, por el estado de la
industria, del comercio, de la agricultura, del transporte…32
No se trata de una revolución ideológica-política, de la conciencia, del “alma”; sino de
una revolución que sacuda toda la segunda naturaleza, la cultura humana y, en especial,
su momento determinante, su ser: la producción material de la vida.
La enseñanza fundamental del marxismo radica en lo siguiente: hay que vencer al
capitalismo en su propio juego. Ser más rápido que él. Es probable que sea la famosa
escena de La Matrix,
donde Neo esquiva los
disparos de un agente
justo antes de rescatar a
Morfeo, la que mejor
ilustre lo que quiero
decir. En el asombroso
desarrollo de las fuerzas
productivas que acarrea
el modo de producción
capitalista, en su
velocidad y potencia,
radica el momento
positivo a conservar por el comunismo.
El movimiento continuamente acelerado del cuerpo (la producción material) y del alma
(la producción espiritual), es la implicación necesaria de una premisa (la segunda
mencionada en el primer capítulo de La ideología alemana) de todo acto histórico; pues
el surgimiento de nuevas y nuevas necesidades a partir de la progresiva complejización
del modo de satisfacerlas acarrea un desarrollo cuantitativo y cualitativo del modo de
producción y cambio. El problema radica en que, en el modo de producción capitalista,
este proceso se da sólo en la medida que favorece el incremento de la plusvalía, de la
energía que mueve la maquinaria del capital; no es el hombre el fin del acto humano por
excelencia, del trabajo. Si, para incrementarse, el capital necesita frenar
(cuantitativamente) o degradar (cualitativamente) la producción material y espiritual, lo
hace sin vacilación, por mucho que esto afecte al ser humano en la satisfacción y
producción de sus necesidades.
Esta enajenación, desde luego, no se vence cambiando de falsa conciencia, en el mundo
de las frases y los ideales; sino en la práctica productiva. La misión del materialista
práctico, del comunista radica pues en comprender la lógica necesaria de funcionamiento
del capital, su esencia, las leyes internas de ese modo de producción que quiere superar y,
una vez hecho esto, remontarse por encima de esta necesidad confrontándola consigo
misma y orientándola hacia el fin deseado. "La libertad no reside en la soñada

32
Carlos Marx y Federico Engels: La ideología alemana. Artículos y anotaciones destinados a: I. Feuerbach,
Ed. de Ciencias Sociales, La Habana, 2014, pp. 19-20.
independencia de las leyes naturales, sino en el conocimiento de estas leyes y en la
posibilidad que lleva aparejada de hacerlas actuar de un modo planificado para fines
determinados."33
Es por ello que Neo, casi al final de la película, logra detener las balas que los tres agentes
simultáneamente le disparan. Porque ahora tiene la visión teórica de la esencia (recordemos
que ante sus ojos ahora Neo tiene, no la apariencia fenoménica del pasillo y los agentes,
sino el código mismo de la Matrix, su ser interior), lo que le permite dominar las mismas
leyes objetivas que antes le eran hostiles. Es esta –y sólo esta– visión teórica la que le
permitirá al movimiento revolucionario mundial no sólo y no tanto “conocer el camino”,
sino, andarlo.

33
Federico Engels: ob. cit., p. 139.

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