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Hitler comenzó la expansión años antes de la Segunda Guerra Mundial. Hitler incrementó
el Lebensraum anexando Austria y la ocupación de los Sudetes en Checoslovaquia en 1938.
Luego en 1939 Hitler invadió Polonia, la cual motivo el estallido de la Segunda Guerra
Mundial.
Los orígenes del conflicto deben buscarse en el Tratado de Versalles, que puso fin a la
Primera Guerra Mundial. Este tratado, lejos de asentarse en el consenso y la reconciliación,
estableció una paz ficticia basada en el resentimiento y la humillación, lo cual generó ansias
de revancha. La crisis económica de 1929 y el auge del fascismo, especialmente del
nazismo alemán, crearon las circunstancias que condujeron a la guerra.
La política emprendida por la Alemania nazi para forjar el Gran Reich y conquistar su
espacio vital consiguió imponerse en Europa por medio de hechos consumados, lo cual dejó
sin respuesta a las potencias democráticas. A principios de 1935, Alemania procedió a la
anexión del Sarre tras la celebración de un plebiscito entre la población. Pocas semanas
después, impulsó el rearme de la sociedad alemana, estableció el servicio militar obligatorio
y procedió a la creación de una fuerza aérea, y en marzo de 1936 inició la remilitarización
de Renania. Hitler había quebrantado el Tratado de Versalles sin que las democracias
reaccionasen.
La Guerra Civil Española (1936-1939) facilitó, por una parte, la aproximación entre Hitler
y Mussolini, ya que ambos apoyaron a los militares sublevados contra la Segunda
República, y ayudó decisivamente a forjar la alianza política e ideológica del bloque
fascista. En Octubre de 1936 se formalizó el Eje Roma-Berlín, y un mes después, Japón
firmaba con Alemania el Pacto antikomintern contra la URSS. Al cabo de un año se
incorporó la Italia fascista y, más tarde, la dictadura húngara y España, una vez conseguido
el triunfo franquista.
Por otra parte, la Guerra Civil Española evidenció la debilidad de las democracias, que
propugnaron una política de no intervención. La falsa neutralidad fue una clara muestra de
la actitud temerosa de los Estados occidentales ante el apoyo nazi a Franco. En buena
medida, el inmovilismo ante Hitler fue el resultado de la división política en Gran Bretaña
entre coservadores y laboristas, y en Francia, entre el Frente Popular de Léon Blum y la
derecha tradicional.
En marzo de 1938, las tropas alemanas ocuparon Austria, y tras una intensa campaña de
propaganda, Hitler forzó un referéndum que permitió la incorporación de Austria al Reich
(Anchluss). Semanas después, procedió a la ocupación de los Sudetes, en Checoslovaquia,
con el pretexto de que en esta región vivían unos tres millones de alemanes. Ninguna de
estas acciones suscitó claras reacciones adversas por parte de las democracias. Fue Hitler
quien tomó la iniciativa política, y en septiembre de 1938 convocó a los jefes de
gobierno de Gran Bretaña, Francia e Italia a la Conferencia de Munich. Los reunidos
aceptaron la ocupación alemana de los Sudetes y su integración en el Reich a cambio
de garantías de no agresión, en el futuro, sobre el resto de Checoslovaquia.
Parecía que la política de apaciguamiento había obviado el conflicto abierto, pero una
nueva agresión de Hitler contra Checoslovaquia, que provocó su desaparición como Estado
(marzo de 1939), implicó la quiebra de esta política. Pocos días después, Hitler se
anexionaba el enclave de Memel en Lituania, al mismo tiempo que Mussolini consolidaba
su presencia en el Mediterráneo con la ocupación de Albania (abril de 1939). Además,
ambos jefes estrechaban su alianza política y militar con el Pacto de acero (may de 1939)
ante, ahora sí, la alarma de las democracias. La agonía de la paz era irreversible.
El siguiente horizonte del expansionismo nazi fue Polonia, pero Hitler era consciente de
que la invasión de esta nación podía provocar la reacción occidental a causa de las alianzas
de Polonia con Francia y Gran Bretaña. Por eso, convencido de que no era posible
mantener una guerra en dos frentes, Hitler llevó a cabo un acercamiento táctico a la
URSS con el fin de conseguir su neutralidad militar en caso de producirse un conflicto
occidental.
Por su parte, los soviéticos veían con preocupación el avance alemán y, debido al
aislacionismo a que estaban sometidos por parte de los países occidentales, no esperaban
contar con ninguna ayuda si eran invadidos. Por ello, Stalin optó por el Pacto
germanosoviético de no agresión (agosto de 1939). Firmado por Mólotov y Von
Ribbentrop, permitía obviar temporalmente el conflicto entre ambas potencias, enemigas
ideológica y políticamente, e incluía unas cláusulas secretas de reparto de Polonia y de
reconocimiento del control de la URSS sobre Finlandia, Letonia, Estonia y Lituania.
2. EL DESARROLLO DE LA GUERRA
Una parte del territorio ocupado se incorporó directamente al Reich (Danzing, Poznania y
la Silesia polaca), y en la otra (Varsovia y Cracovia) se formó un gobierno bajo control de
la administración nazi. Paralelamente, el ejército soviético ocupó la zona este de Polonia,
continuó su expansión hacia Finlandia, que se prolongó hasta febrero de 1940, y extendió
su influencia a las repúblicas bálticas (Letonia, Lituania y Estonia).
Hasta la primavera de 1940 no se produjeron nuevas acciones bélicas de relieve. Los nazis
situaron en el punto de mira a la Europa septentrional por su importancia militar,
como base aeronaval para actuar contra Gran Bretaña, y económica, ya que la
industria alemana necesitaba el hierro de Suecia, país que se mostraba neutral
políticamente pero que se integró en el circuito económico alemán. Dinamarca y Noruega
fueron conquistadas con rapidez sin que la intervención inglesa pudiera impedirlo. Todo
ello provocó, en Gran Bretaña, la dimisión de Chamberlain y la formación de un gobierno
de unidad nacional presidido por Winston Churchill (mayo de 1940).
El siguiente objetivo del alto mando alemán fue Francia. La ofensiva inició a través de los
Países Bajos y Bélgica, que fueron ocupados en 48 horas (mayo de 1940), y continuó a
través de las Ardenas hacia Francia. El Estado mayor galo quedó sin respuesta, ya que
había situado todas sus defensas en la línea Maginot, fronteriza con Alemania, sin
prever la posibilidad de una invasión desde Bélgica. Las tropas francobritánicas,
sorprendidas por la espalda quedaron cercadas y fueron evacuadas por la playa de
Dunkerque.
Al mismo tiempo, en el norte de África se abrió un nuevo frente de guerra. Las tropas
italianas atacaron Egipto (de septiembre de 1940 a febrero de 1941), entonces protecotrado
británico, con el fin de controlar el canal de Suez, vital para el transoporte de pétroleo. Su
fracaso comportó la intevención del recién creado Afrikakorps alemán, dirigido por el
mariscal Rommel, que penetró en Egipto (1941) y consiguió doblegar a las tropas británicas
en la llamada guerra del Desierto. Pero una contraofensiva británica, encabezada por el
general Montgomery, consiguió frenar a las tropas alemanas en El Alamein (noviembre de
1942). Pocomo más tarde, un ejército conjunto aliado desembarcó en el África francesa y
venció definitivamente a Rommel en Túnez (mayo de 1943). Así, el norte de África se
perfiló como plataforma para la invasión aliada de Italia.
Desde verano de 1940, y a pesar del pacto firmado en agosto de 1939, Hitler preparaba la
operación Barbarroja para invadir la URSS. Pero la fracasada ocupación de Grecia (octubre
de 1940) por parte de Mussolini ante la fuerte resistencia helénica, desplazó hacia el Este y
los Balcanes la atención de Hitler, que transformó
Hungría, Rumania y Eslovaquia en Estados satélites a
finales de 1940. Bulgaria siguió el mismo camino en
marzo de 1941. En Belgrado, una fuerte revuelta, el
día 27 de aquel mes, depuso al gobierno, que estaba
dispuesto a aliarse con Alemania mediante el
llamado Pacto tripartito. La reacción nazi resultó
brutal: Belgrado fue bombardeada y el 17 de abril
Yugoslavia quedó ocupada y desapareció como
Estado. Desde aquel territorio, Hitler atacó Grecia,
cuyo ejército se rindió el 21 de abril de 1941. Días
después, cayó Creta.
Con el camino expedito en los Balcanes, los alemanes iniciaron la campaña de Rusia el 22
de junio de aquel mismo año, 1941. Se pretendía la destrucción del régimen bolchevique, el
sometimiento de los pueblos eslavos y una expansión territorial que permitiese la
explotación de las riquezas (alimentos, minerales, petróleo...) de la URSS. El ataque se
distribuyó en tres direcciones: Leningrado al sur. Pero la resistencia soviética frustró
todas las perspectivas: las tropas alemanas no pudieron conquistar la ciudad de
Moscú (diciembre de 1941); mientras, Leningrado resistía sitiada por las tropas
alemanas durante tres años (desde septiembre de 1941 hasta enero de 1944); por
último, el avance alemán hacia el sur, frenando la batalla de Stalingrado, finalizó con
la rendición alemana en febrero de 1943, al cabo de casi un año de cerco a la ciudad. Fue
la primera derrota del éjercito alemán y marcó el inicio del declive nazi en el continente
europeo.
Ello provocó la crisis del gabinete fascista y la caída y encarcelamiento de Mussolini. Hitler
reaccionó con la invasión del centro y el norte de Italia y rescató al Duce. La península
quedó dividida en dos partes: al norte se formó la República Social Fascista de Saló, con
Mussolini al frente; al sur se instauró una monarquía, con un gobierno antifascista, que
declaró la guerra a Alemania el 13 de septiembre de 1943. Desde esta zona los aliados
iniciaron el avance hacia el norte, que se desarrolló lentamente a causa de la encarnizada
resistencia alemana. Los aliados no consiguieron alcanzar la ciudad de Roma hasta junio de
1944.
En el frente este, el alcance del Ejército Rojo hizo retroceder a los alemanes hasta sus
fronteras de 1941. A finales de 1944 los soviéticos habían ocupado Rumania y
Bulgaria. Mientras, las resistencias yugoslava y albanesa conseguían la liberación de
sus respectivos territorios. En el frente oeste, el 6 de junio de 1944, se produjo el
desembarco angloestadounidense en Normandía, favorecido por el avance soviético en
el este y la acción de la resistencia francesa. El 24 de agosto, la ciudad de París era
liberada.
El año 1945 significó el hundimiento final de Alemania. En el frente oriental, las tropas
soviéticas liberaron Hungría y Polonia, entraron en Austria y Checoslovaquia, y el 24 de
Abril, llegaron a Berlín. Al mismo tiempo, los aliados angloestadounidenses, dirigidos por
Eisenhower, habían penetrado por la orilla izquierda del Rhin. Hitler se suicidó el 30 de
abril. Dos días antes, Mussolini había sido capturado y ejecutado por la resistencia italiana,
con la que finalizó la liberación del norte de Italia. Berlín capituló el 2 de mayo ante el
mariscal ruso Zukow, y durante los días 7 y 8 se firmó la rendición incondicional del |||
Reich.
Los alemanes encontraron activos colaboradores en los países ocupados. Fue el caso de
industriales temerosos del comunismo o seducidos por las expectativas de beneficio que
ofrecían los alemanes y de sectores de la población atraídos por el nuevo orden nazi,
garantía de anticomunismo y estabilidad. Asimismo, en la colaboración tuvo una decisiva
influencia el régimen de violencia y terror, que sometía a arresto, tortura, deportación o
ejecución a cualquier resistente.