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De esta forma, Freud entendía que el sadismo comprendía desde una posición
activa y dominadora con respecto al objeto sexual hasta la exclusiva conexión de la
satisfacción con el sometimiento y maltrato del mismo, si bien únicamente
consideraba como desviación sexual el maltrato extremo. Finalmente, podemos
destacar que Freud consideraba el sadismo como la parte activa de una misma
perversión, siendo el masoquismo la parte pasiva, de manera que “un sádico es
siempre, al mismo tiempo, un masoquista, y al contrario. Lo que sucede es que una
de las formas de la perversión, la activa o la pasiva, puede hallarse más desarrollada
en el individuo y constituir el carácter dominante de su actividad sexual”.
Por otro lado, las teorías psicodinámicas postularon que el sadismo sexual se
desarrollaba en el individuo a partir de fijaciones en las primeras etapas de su
desarrollo psicosexual, al igual que de una pulsión de muerte innata descrita por
Freud en su obra Más allá del principio del placer, de
1920. De este modo, en el psicoanálisis, la términos sadismo anal (rasgos de
personalidad tendientes a la violencia, agresión y hostilidad), sadismo oral
(fantasías de agresión mediante la boca y los dientes, como por ejemplo
mordeduras) y sadismo fálico (interpretación en la etapa fálica del desarrollo de la
relación entre sexualidad y violencia) eran utilizados frecuentemente aunque no se
corresponderían con la concepción actual del término sadismo sexual.
El sadismo sexual tiende a ser:
Trastorno crónico.
Comienza en la adolescencia o al principio de la edad adulta.
Lo que sucede en el cerebro es que las personas sádicas, comparadas con las que
no lo son, tienen una mayor activación de ciertas partes cerebrales cuando observan
imágenes que reflejan sufrimiento.
Confesiones de un paciente sádico.
“El deseo de hacer daño no es lo esencial, lo importante es tener dominio total sobre
la otra persona, convertirla en objeto indefenso de nuestra voluntad, convertirnos en
dueños absolutos de esa persona, en su Dios, hacer con ella lo que queramos.
Humillarla y esclavizarla son medios para conseguir ese fin, y el objetivo radical más
importante es hacerla sufrir porque no existe mayor poder sobre una persona que
el de infringirle dolor para obligarle a padecer sufrimientos sin poder defenderse,
este es el verdadero impulso sádico”.
Trastorno de sadismo sexual
Criterios diagnósticos
Los criterios diagnósticos del trastorno de sadismo sexual pueden aplicarse tanto a
los individuos que admiten libremente este interés parafílico como a aquellos otros
que niegan categóricamente cualquier tendencia sexual a someter a sufrimiento
físico o psicológico a otras personas a pesar de haber pruebas objetivas de lo
contrario. Los individuos que abiertamente reconocen su marcado interés sexual
por someter a sufrimiento físico o psíquico a terceras personas son denominados
"individuos que lo admiten". Si estos individuos refieren también problemas
psicosociales debidos a sus preferencias o deseos sexuales de someter a
sufrimiento físico o psicológico a otras personas, pueden ser diagnosticados de
trastorno de sadismo sexual. Por el contrario, si los individuos que lo admiten
refieren no sufrir malestar, ejemplificado por la ausencia de ansiedad, obsesiones,
culpa o vergüenza a causa de sus impulsos parafílicos, estos impulsos no suponen
un obstáculo para alcanzar otras metas personales y los antecedentes psiquiátricos,
legales o confesados indican que no actúan de esa manera, entonces puede
confirmarse que tienen interés sexual en el sadismo, pero no cumplen los criterios
para ser diagnosticados de trastorno de sadismo sexual.
Entre los ejemplos de individuos que niegan cualquier interés por el sufrimiento
físico o psicológico de otras personas están aquellos que se sabe que han infligido
dolor o sufrimiento a varias personas en diferentes ocasiones pero que niegan
cualquier deseo irrefrenable o fantasía relacionada con dicho comportamiento
sexual y que pueden asegurar que dichos episodios de agresión sexual fueron no
intencionados o de naturaleza no sexual. Otros individuos pueden admitir episodios
precedentes de comportamiento sexual en los que se ha infligido dolor o sufrimiento
a personas sin su consentimiento, pero no refieren ningún interés sexual
significativo o continuado en el sufrimiento físico o psicológico de terceras personas.
Desde el momento en el que niegan tener deseos irrefrenables o fantasías de
excitación sexual en relación con el dolor o sufrimiento, estos individuos también
negarán sentir malestar subjetivo o deterioro psicosocial por causa de sus impulsos.
Estos individuos pueden ser diagnosticados de trastorno de sadismo sexual a pesar
de su negativa a aceptarlo. El comportamiento recurrente constituye un argumento
clínico para la presencia de la parafilia de sadismo sexual (al cumplir el Criterio A) y
simultáneamente demuestra que ese comportamiento de motivación parafílica
causa malestar, daño o riesgo de daño clínicamente significativo en terceras
personas (al cumplir el Criterio B).
El marco temporal del Criterio A, que indica que los signos o síntomas de sadismo
sexual deben haber persistido durante al menos 6 meses, debe entenderse como
una pauta general, no como un umbral estricto, con el fin de asegurar que el interés
sexual por infligir dolor y sufrimiento a personas sin su consentimiento no es
meramente transitorio. Sin embargo, el diagnóstico debe realizarse si hay un
período más corto, pero claramente continuado, de comportamiento sádico.
Características asociadas que apoyan el diagnóstico
El uso frecuente de pornografía que ilustre el acto de infligir dolor o sufrimiento es,
en ocasiones, una característica asociada al trastorno de masoquismo sexual.
Prevalencia
Por tanto, es necesario evaluar cuidadosamente los signos del trastorno de sadismo
sexual teniendo presente la posibilidad de otras parafilias u otros trastornos
mentales como parte del diagnóstico diferencial. La mayoría de los individuos que
son activos en las redes comunitarias que practican comportamientos sádicos y
masoquistas no expresa ninguna insatisfacción con sus intereses sexuales, de
manera que su comportamiento no cumpliría los criterios del trastorno de sadismo
sexual del DSM-5. El interés por el sadismo, pero no el trastorno, puede tenerse en
cuenta en el diagnóstico diferencial.
Comorbilidad
Mientras los tratamientos médicos tales como el uso de terapia hormonal (Depra
Provera) y medicamentos psicoactivos para reducir las tendencias sexual/agresivas
proveen un control temporal necesario sobre la conducta parafílica, el manejo a
largo plazo de la conducta sexual agresiva radica en conseguir cambios en la
personalidad del perpetrador. Estos cambios, para que sean efectivos, requieren
una psicoterapia de aproximación multimodal que conlleve la modificación de la
manera de pensar, sentir y actuar en el área sexual del paciente. Con este fin, el
tratamiento del abusador sexual empieza con una evaluación concienzuda en la que
los aspectos personales que han contribuido a la actuación sexual problemática del
paciente son evaluados y marcados para su cambio.