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SALA CONSTITUCIONAL

Magistrado-Ponente: FRANCISCO ANTONIO CARRASQUERO LÓPEZ

El 9 de diciembre de 2012, compareció ante esta Sala Constitucional del


Tribunal Supremo de Justicia, la abogada Judith Ramos, inscrita en el Instituto de
Previsión Social del Abogado bajo el N° 37.043, actuando en su carácter de
apoderada judicial del ciudadano VÍCTOR JOSÉ COLINA ARENAS, titular de la
cédula de identidad N° 3.116.933 y solicitó la revisión de las sentencias dictadas, el
12 de noviembre de 2002 y su ampliación del 25 de abril de 2003, por la Sala de
Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, dictadas con ocasión al juicio que,
por indemnización de daños y perjuicios derivados de accidente de tránsito, incoó
el accionante contra el ciudadano Raúl Aldemar Salas Rodríguez, la Sociedad
Mercantil Pergis C.A. y la garante Adriática de Seguros C.A.

El 17 de diciembre de 2012, se dio cuenta en Sala y se designó ponente al


Magistrado Francisco Carrasquero López, quien, con tal carácter la suscribe.

Efectuado el análisis del caso, esta Sala para decidir pasa a hacer las
siguientes consideraciones:

I
FUNDAMENTOS DE LA SOLICITUD DE REVISIÓN

La parte actora fundamentó la solicitud de revisión sobre la base de los


argumentos que se resumen a continuación:

Que, la demanda que dio origen a la presente solicitud de revisión fue


incoada por el ciudadano Víctor José Colina Arenas ante el Juzgado Octavo de
Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y Tránsito de la Circunscripción Judicial del
Área Metropolitana de Caracas.

Que llevadas a cabo las actuaciones procesales de ley, el 23 de febrero de


1994, siendo la oportunidad para presentar el escrito de conclusiones (acto
procesal que por la Ley de Tránsito Terrestre vigente para la época equivalía a los
informes de primera instancia en juicio ordinario) solicitaron se declarara con lugar
la demanda y se condenara a los demandados al pago de las sumas solicitadas.
Adicionalmente que se ordenara, mediante experticia complementaria del fallo, la
determinación de las cantidades que deberían pagar los demandados a título de
indexación por el hecho notorio de la devaluación de la moneda, a causa de la
inflación.

Que luego de haber sido recurrida la decisión ante el Superior, así como ante
la Sala de Casación Civil (en casación múltiple), el 12 de noviembre de 2002, se
casó sin reenvío la sentencia y, en consecuencia, el dispositivo del fallo acordó:

“…1 ) CON LUGAR el recurso de casación propuesto por la co-


demandada PERGIS C.A., contra la sentencia de fecha 27 de septiembre
de 2000, por el Juzgado Superior Tercero en lo Civil, Mercantil y del
Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de
Caracas, y 2) CON LUGAR el recurso de casación ejercido por la parte
actora. En consecuencia de lo cual CASA SIN REENVIO la sentencia
recurrida y declara: PARCIALMENTE CON LUGAR la demanda; CON
LUGAR el recurso de apelación propuesto por la parte actora, SIN
LUGAR el recurso de apelación propuesto por el codemandado Raúl
Aldemar Salas Rodríguez, SIN LUGAR el recurso de apelación
interpuesto por la co-demandada Pergis C.A., y en consecuencia:
CONDENA a: 1) la sociedad mercantil ADRIÁTICA DE SEGUROS C.A. a
pagar la cantidad de un millón doscientos setenta mil bolívares (Bs.
1.270.000,oo), suma a la que asciende la cobertura de la Póliza; 2) a los
codemandados Raúl Aldemar Salas Rodríguez y Pergis C.A., a pagar lo
siguiente: 2.1) doscientos cincuenta mil bolívares (Bs. 250.000,oo) por
concepto de daños materiales causados al vehículo propiedad del
accionante; 2.2) al pago del lucro cesante, para cuyo cálculo se ordena
dos experticias complementarias que serán realizadas: a) la primera de
éllas por un único experto médico, quien determinará el período de
recuperación desde el día 06 de marzo de 1991, fecha en la que ocurrió
el accidente, hasta la fecha en que éste se recuperó y tuvo capacidad
para reincorporarse a su trabajo, y b) la segunda, por un único experto
contable, quien determinará el promedio del ingreso mensual recibido
por el actor con motivo de su trabajo en la empresa JABONASA S.A.,
luego de lo cual multiplicará ese monto por cada mes que el actor se
encontró impedido de trabajar. 2.3) la cantidad de veinticinco millones
(Bs. 25.000.000,oo) por concepto de daño moral. No se imponen costas
del recurso de apelación, porque el juez de alzada no las condenó y la
actora se conformó con ello…”.
Posteriormente, con ocasión a la solicitud de ampliación del fallo efectuada
por la parte actora, el 25 de abril de 2003, la Sala declaró improcedente la
solicitud.

Que el asunto resuelto por esta Sala en su sentencia versa sobre una
demanda por daños materiales y morales derivados de las lesiones causadas en un
accidente de tránsito, en la cual, el actor reclamó, entre otras cuestiones, el pago
del lucro cesante, que fue estimado en el libelo según la esperanza de vida
promedio y el salario que, para aquel entonces, devengaba. Por tanto, lo anterior
descarta de plano que la Sala pudiese ampliar su sentencia en el sentido
pretendido por la apoderada judicial del actor, pues en el presente caso no se
solicitó el pago de una prestación derivada de una relación laboral, supuesto en el
cual si era posible, ordenar de oficio la aplicación del método de indexación
monetaria sobre el monto condenado a pagar, debido a la naturaleza de orden
público. Por tal motivo, al no haber sido solicitada tal pretensión (ajuste monetario)
en el libelo de la demanda, la ampliación solicitada resultaba improcedente.

Que el motivo por el cual se solicita la revisión de los fallos cuestionados es


por la violación de la tutela judicial efectiva, ya que la interpretación pacífica en
materia de corrección monetaria, en cuanto a que “se estima que la depreciación
del bolívar es un hecho notorio a partir del 19 de febrero de 1983 y se afirma que
la indemnización que no tome en consideración al fenómeno inflacionario debe ser
calificada como injusta”, tiene su génesis en la sentencia emanada de la Corte
Primera de lo Contencioso Administrativo del 28 de octubre de 1987, doctrina
igualmente asumida por la Sala de Casación Civil de la extinta Corte Suprema de
Justicia en sentencia del 14 de febrero de 1990, cuando reconoció: “a: que la
indemnización de daños y perjuicios es una obligación de valor; b) que la
indemnización para ser justa debe aplicarse el ajuste monetario (indexación); y c)
que la evaluación del daño debe hacerse en el instante de su liquidación,
independientemente del valor que hubiese sido tasado para el momento de haberse
producido”.

Que “la Sala en su sentencia del 30 de septiembre de 1992, estableció que


siendo la inflación un hecho notorio, el efecto que produce sobre el valor
adquisitivo de la moneda, era una hecho que podía inferir el juez mediante la
aplicación de una máxima de experiencia. Tales interpretaciones pacífica y
generalmente admitidas creó un estado de expectativa legítima, para las partes y
usuarios de la justicia, de que constituía un acto de justicia efectuar la
indemnización de daños y perjuicios y aplicando la indexación o corrección
monetaria y ello llevo a nuestro representado, a solicitar la aplicación de la
indexación durante la realización de acto de últimos informes celebrado el
veintitrés (23) de febrero de 1994, para establecer el monto justo de la
indemnización de los daños y perjuicios causados por el hecho ilícito
extracontractual”.

Que “en ese escenario comprendido el 18 de febrero de 1983 y el 03 de


agosto de 1994 estuvo vigente, de manera pacífica el criterio de la Sala de
Casación Civil antes descrito, razones por las cuales nuestro representado durante
la celebración del acto de informes el veintitrés (23) de Febrero del año 1994,
solicitó conforme a sus (sic) legitima expectativa y confianza que se aplicara como
un acto de Justicia la corrección monetaria a la indemnización de daños y
perjuicios que le habían causado los codemandados”.

Que la sentencia dictada por la Sala de Casación Civil de manera sorpresiva


silenció que: a) su representado interpuso libelo de la demanda el 23 de febrero de
1993, lo que le imposibilitó peticionar la corrección monetaria, como se lo reprocha
la ampliación dictada; b) el acto de informes donde se solicitó la corrección
monetaria se celebró el 23 de febrero de 1994; c) el criterio jurisprudencial vigente
para febrero de 1994 (acto de informes) su mandante solicitó la corrección
monetaria, que permitía efectuar dicha petición en el acto de últimos informes, el
cual estuvo vigente hasta que la Sala de Casación Civil abandonó la jurisprudencia
el 3 de agosto de 1994, al expresar que: “la indexación, cuando se trate de derecho
privado y disponible, debe ser solicitada en el libelo de la demanda”, motivo por el
cual la Sala de Casación Civil aplicó retroactivamente el citado y novísimo criterio
jurisprudencial, violando con ello la confianza legítima y subvirtiendo el orden
público constitucional al violar la normativa de los artículos 26 y 257 del Texto
Constitucional, al abstenerse de aplicar el criterio jurisprudencial pacífico,
permanente y vigente, desde el 28 de octubre de 1987 hasta el 4 de octubre de
1994, que consideraba un acto de justicia la aplicación de la corrección monetaria
en la determinación de la indemnización por daños y perjuicios.

Que la sentencia recurrida y su ampliación, aplicó retroactivamente el nuevo


y contradictorio criterio doctrinal del fallo dictado el 26 de mayo de 1999, el cual
exigía que la petición de la corrección monetaria se hiciere en el libelo de demanda
y no en el acto de informes, violentando así la confianza legítima emergida de la
jurisprudencia vigente para la celebración del acto de informes que inspiró a su
representado para solicitar en el mes de febrero de 1994, se aplicara el ajuste
inflacionario o indexación.

A tal efecto, denuncia la vulneración de los criterios vinculantes establecidos


en el fallo número 931 (caso: José Vicente Arena Cáceres) dictado por esta Sala
Constitucional el 6 de junio de 2001, en el cual se reafirmó que el quebrantamiento
de la inviolabilidad del principio de la confianza legítima se perfecciona en perjuicio
del justiciable, cuando se aplica retroactivamente una nueva doctrina
jurisprudencial para regular situaciones acaecidas en circunstancias de tiempo
anteriores a la oportunidad cuando por primera vez se hubiera producido el cambio
doctrinal, hipótesis estas en las cuales se subsumió la sentencia de aquí recurrida
dictada por la Sala de Casación Civil, el 12 de noviembre de 2002 y la respectiva
ampliación, con lo cual resultaron vulnerados los derechos de su representado a la
defensa, al debido proceso y a la tutela judicial efectiva.

Afirmó igualmente la parte solicitante de la revisión que la sentencia


recurrida obvió que para el momento en que se interpuso la demanda no existía el
hecho notorio de la inflación y que para febrero de 1994, cuando en su acto de
informe peticionó la indexación, el criterio jurisprudencial era que ésta procedía
desde la interposición del libelo hasta los últimos informes.

En consecuencia, solicitó re revise el criterio desarrollado por la Sala de


Casación Civil en los fallos denunciados, a fin de contribuir con la uniformidad de
las interpretación y principios constitucionales.

Como medida cautelar solicitó se suspendan los efectos de la sentencia


dictada el 12 de noviembre de 2002 y su ampliación del 25 de abril de 2003, por la
Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia.

II
DE LA SENTENCIA CUYA REVISIÓN SE SOLICITA

El fallo cuya revisión se pide fue dictado, el 12 de noviembre de 2012, por la


Sala de Casación Civil, acordando en su dispositivo lo siguiente:

“...Por las razones expuestas, el Tribunal Supremo de Justicia, actuando


en Sala de Casación Civil, administrando Justicia en nombre de la
República Bolivariana de Venezuela y por autoridad de la Ley, declara:
1) CON LUGAR el recurso de casación propuesto por la co-demandada
PERGIS C.A., contra la sentencia de fecha 27 de septiembre de 2000,
por el Juzgado Superior Tercero en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de
la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, y 2) CON
LUGAR el recurso de casación ejercido por la parte actora. En
consecuencia de lo cual CASA SIN REENVIO la sentencia recurrida y
declara: PARCIALMENTE CON LUGAR la demanda; CON LUGAR el
recurso de apelación propuesto por la parte actora, SIN LUGAR el
recurso de apelación propuesto por el codemandado Raúl Aldemar
Salas Rodríguez, SIN LUGAR el recurso de apelación interpuesto por
la co-demandada Pergis C.A., y en consecuencia: CONDENA a: 1) la
sociedad mercantil ADRIÁTICA DE SEGUROS C.A. a pagar la cantidad
de un millón doscientos setenta mil bolívares (Bs. 1.270.000,oo), suma a
la que asciende la cobertura de la Póliza; 2) a los codemandados Raúl
Aldemar Salas Rodríguez y Pergis C.A., a pagar lo siguiente: 2.1)
doscientos cincuenta mil bolívares (Bs. 250.000,oo) por concepto de
daños materiales causados al vehículo propiedad del accionante; 2.2) al
pago del lucro cesante, para cuyo cálculo se ordena dos experticias
complementarias que serán realizadas: a) la primera de éllas por un
único experto médico, quien determinará el período de recuperación
desde el día 06 de marzo de 1991, fecha en la que ocurrió el accidente,
hasta la fecha en que éste se recuperó y tuvo capacidad para
reincorporarse a su trabajo, y b) la segunda, por un único experto
contable, quien determinará el promedio del ingreso mensual recibido
por el actor con motivo de su trabajo en la empresa JABONASA S.A.,
luego de lo cual multiplicará ese monto por cada mes que el actor se
encontró impedido de trabajar. 2.3) la cantidad de veinticinco millones
(Bs. 25.000.000,oo) por concepto de daño moral. No se imponen costas
del recurso de apelación, porque el juez de alzada no las condenó y la
actora se conformó con ello…”.

Y, seguidamente, con motivo de la solicitud de ampliación solicitada por la


parte actora, el 25 de abril de 2005, la Sala de Casación Civil, se pronunció en los
siguientes términos:

“…En fecha 13 de noviembre de 2002, la abogada Mariolga Quintero


Tirado, actuando en representación del ciudadano VÍCTOR COLINA
ARENAS, diligenció ante la Secretaría para solicitar ampliación de la
decisión dictada por esta Sala de Casación Civil en fecha 12 de
noviembre de 2002, mediante la cual casó sin reenvío la sentencia
recurrida y declaró parcialmente con lugar la demanda. La solicitud
tiene por objeto que la Sala ordene “...la indexación de la suma que
resulten obligados a pagar los codemandados... por concepto de lucro
cesante, conforme a las experticias complementarias ordenadas,
aplicando para tal fin la jurisprudencia reiterada de la Sala de Casación
Social, puesto que en definitiva la corrección monetaria se aplica sobre
conceptos laborales, en la cual procede el ajuste monetario...”.

Al respecto, la Sala observa:

Es de doctrina, que el lucro cesante representa junto con el daño


emergente una de las categorías del daño material, y como tal, es
resarcible conforme a lo previsto en el artículo 1.273 del Código Civil:
‘Los daños y perjuicios se deben generalmente al acreedor, por la pérdida
que haya sufrido y por la utilidad de que se le haya privado ...’.

El asunto resuelto por esta Sala en su sentencia versa sobre una demanda
por daños materiales y morales derivados de las lesiones causadas en un
accidente de tránsito, en el que el actor reclamó entre otras cuestiones, el
pago del lucro cesante, que fue estimado en el libelo según la esperanza
de vida promedio y el salario que para aquel entonces devengaba.

Lo anterior descarta de plano, que la Sala pueda ampliar su sentencia en


el sentido pretendido por la apoderada judicial del actor, pues en el
presente caso no se solicitó el pago de una prestación derivada de una
relación laboral, supuesto en el cual sí sería posible ordenar, de oficio, la
aplicación del método de indexación monetaria sobre el monto condenado
a pagar, debido a la naturaleza de orden público de las reglas que rigen a
esa especie de relaciones jurídicas. Por el contrario, lo deducido en el
juicio se refiere a un vínculo jurídico en virtud del cual los demandados
quedaron obligados a cumplir con el pago de una indemnización que tuvo
su causa en una obligación extracontractual nacida por efecto de las
lesiones corporales sufridas por el actor en un accidente de tránsito, es
decir, por el hecho ilícito consumado por la persona natural indicada por
el demandante.

Dicho con otras palabras, el caso analizado por la sentencia de la Sala no


versó sobre materia en la que está interesado el orden público, porque el
actor demandó el pago de las indemnizaciones a que tenía derecho por el
daño material que le produjo las lesiones causadas en un accidente de
tránsito, es decir, dedujo una pretensión de naturaleza civil, sin pedir en
el libelo o en su reforma, la aplicación del método de indexación.

En estos casos, la jurisprudencia de la Sala ha establecido que la


corrección monetaria debe ser solicitada en la demanda, debido a que se
trata de derechos privados y disponibles, cuyo cumplimiento debe ser
reclamado expresamente por el actor, a fin de que sobre él recaiga la
obligación del Juez de dictar decisión expresa, positiva y precisa; de lo
contrario, al ser pedida en otra oportunidad se trataría de una reforma de
la demanda no permitida por la ley. (Sent. N° 364 de fecha 23-10-96 caso:
Damas Camacho Chacón c/ La Venezolana de Seguros C.A.).

Por tanto, al no formar parte de la litis el ajuste monetario del monto


reclamado por concepto de lucro cesante, no podía ser acordado ni por los
jueces de instancia, ni por esta Sala de Casación Civil al casar el fallo sin
reenvío, y por ello la solicitud de ampliación de la abogada Mariolga
Quintero Tirado, en representación del ciudadano Víctor Colina Arenas, es
IMPROCEDENTE. Así se decide…”.

III
DE LA COMPETENCIA

El cardinal 10 del artículo 336 de la Constitución le atribuye a la Sala


Constitucional la potestad de “revisar las sentencias definitivamente firmes de
amparo constitucional y de control de constitucionalidad de leyes o normas
jurídicas dictadas por los Tribunales de la República, en los términos establecidos
por la Ley Orgánica respectiva”.

Tal potestad de revisión de sentencias definitivamente firmes está contenida


en el artículo 25 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia (publicada en
la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela Nº 5.991 Extraordinaria,
del 29 de julio de 2010; reimpresa por error material en la Gaceta Oficial de la
República Bolivariana de Venezuela Nº 39.483, del 9 de agosto de 2010, y Nº
39.522, del 1 de octubre de 2010), en sus numerales 10 y 11, en los siguientes
términos:

“Artículo 25. Son competencias de la Sala Constitucional del Tribunal


Supremo de Justicia:
(...omissis…)
10. Revisar las sentencias definitivamente firmes que sean dictadas por
los tribunales de la República, cuando hayan desconocido algún
precedente dictado por la Sala Constitucional; efectuado una indebida
aplicación de una norma o principio constitucional; o producido un error
grave en su interpretación; o por falta de aplicación de algún principio
o normas constitucionales.
11. Revisar las sentencias dictadas por las otras Salas que se subsuman
en los supuestos que señala el numeral anterior, así como la violación
de principios jurídicos fundamentales que estén contenidos en la
Constitución de la República, tratados, pactos o convenios
internacionales suscritos y ratificados válidamente por la República, o
cuando incurran en violaciones de derechos constitucionales…”.

Ahora bien, por cuanto fue propuesta ante esta Sala la solicitud de revisión
de la sentencia dictada por la Sala de Casación Civil, el 12 de noviembre de 2002 y
su aclaratoria del 25 de abril de 2003, con fundamento en las disposiciones
constitucionales y legales antes citadas, esta Sala se declara competente para
conocerla. Así se declara.
IV
MOTIVACIÓN PARA DECIDIR

En el presente caso se pretende la revisión de la sentencia dictada por la Sala


de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, el 12 de noviembre de 2002 y
su ampliación del 25 de abril de 2003, con ocasión al juicio que, por indemnización
de daños y perjuicios derivados de accidente de tránsito, incoó el ciudadano Víctor
José Colina Arenas contra el ciudadano Raúl Aldemar Salas Rodríguez, la Sociedad
Mercantil Pergis C.A. y la garante Adriática de Seguros C.A.

Así, el peticionario persigue que se revise el acto jurisdiccional que emitió la


Sala de Casación Civil, con el alegato de que no acogió el criterio imperante para el
momento en que ocurrieron los hechos, referido a que la indexación, podía ser
solicitada hasta la oportunidad de los informes. De este modo, afirmó que el fallo
en comento inobservó principios y normas constitucionales, ya que dio aplicación
retroactiva al criterio de esa misma Sala de Casación Civil, según el cual, la
indexación y corrección monetaria debía ser solicitado en el libelo de la demanda.

Ahora bien, de la lectura efectuada al fallo impugnado por la parte accionante


de la revisión, se observa que el acto de juzgamiento denunciado referido a la
indexación de la suma que resultaran obligados a pagar los codemandados por
concepto de lucro cesante, fue decidido en la aclaratoria dictada por la Sala de
Casación Civil el 25 de abril de 2003, negándose tal pedimento en razón de que, en
criterio de la Sala, el mismo no formó parte de la litis al no haber sido solicitado en
el libelo de la demanda. Así, resulta imprescindible, a fin de resolver la presente
solicitud de revisión, abordar el tema relativo a la figura de la indexación y su
evolución jurisprudencial.

La jurisprudencia venezolana utiliza el término de indexación judicial para


referirse a la corrección monetaria que aplica el juez en un caso determinado,
ajustando el valor de una obligación pecuniaria redenominando el valor nominal de
la obligación por los índices de costo de vida (James Otis Rodner, “Correctivos por
inflación en las Obligaciones de Dinero y Obligaciones de Valor”, Efectos de la
Inflación en el Derecho, Biblioteca de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales,
pág. 81, Caracas).

Dicha figura fue abordada de manera inicial por la extinta Corte Suprema de
Justicia (hoy Tribunal Supremo de Justicia), en Sala de Casación Civil, (caso:
Inversiones Franklin y Paúl S.R.L .), en sentencia dictada el 30 de septiembre de
1992, a través de la cual se dictaminó que “indexar viene a constituir la acción
encaminada a actualizar el valor del daño sufrido, al momento de ordenar su
liquidación, corrigiendo así la pérdida del poder adquisitivo de la moneda, por su
envilecimiento como efecto de los fenómenos inflacionarios”. A tal efecto, sostuvo
que la posibilidad de aplicar el método indexatorio, resultaba procedente en
aquellos casos en que el deudor hubiere entrado en mora, pues el aumento o
disminución en el valor de la moneda no incide ni influye en la obligación contraída
si ocurría antes de estar vencido el término de pago.

Luego, la misma Sala de Casación Civil de la otrora Corte Suprema de


Justicia, apoyada en la noción de orden público social, en sentencia del 17 de marzo
de 1993 (caso: Camillius Lamoreal vs. Machinery Care), acordó que la corrección
monetaria en los juicios laborales que tuvieran por objeto la cancelación de las
prestaciones sociales de los trabajadores, se ordenaría de oficio a partir de la
publicación de dicho fallo.

Cabe destacar que el anterior criterio no era extensivo en las materias de


interés privado, razón por la cual, la Sala de Casación Civil se vio en la necesidad
de reglamentar dicha figura en los juicios de naturaleza civil con respecto a la
oportunidad en que debe solicitarse la indexación judicial. Es así como, por primera
vez, en sentencia del 3 de agosto de 1994, en el juicio por cobro de bolívares
seguido por el Banco Exterior de Los Andes y de España, S.A., (Extebandes), contra
el ciudadano Carlos José Sotillo Luna, la Sala de Casación Civil estableció lo
siguiente:

“...En primer término, en todas las causas donde se ventilen derechos


disponibles y de interés privado, el ajuste por inflación ha de ser
solicitado expresa y necesariamente por el actor en su libelo de
demanda, no pudiendo ser solicitado en otra oportunidad, a riesgo de
incurrir el sentenciador en indefensión de la parte contraria y, de
producir un fallo viciado de incongruencia positiva y en un caso de ultra
o extrapetita, según sea el caso. Mientras, que en las causas donde se
ventilan derechos no disponibles, irrenunciables, o de orden público, el
sentenciador podrá acordarlo de oficio, aun cuando no haya sido
solicitado por el actor en su libelo de demanda; como por ejemplo, en
las causas laborales y las de familia....
(...Omissis...)
Surgen aquí dos interrogantes esenciales que serían: a) ¿Se indexa de
oficio o a solicitud de parte?; y b) ¿En qué oportunidad se ha de acordar
la indexación?.

En cuanto a la primera interrogante, se señaló a inicio del presente


fallo, que su acordatoria de oficio, dependerá de si se trata de materias
de orden público o no, o si se trata de derechos disponibles, e
irrenunciables o no. En efecto, no cabe duda a esta Sala que la
indexación no puede ser acordada de oficio por el sentenciador cuando
se trate de intereses o derechos privados y disponibles, lo cual implica
que el actor tendrá que solicitarla expresamente en su libelo de
demanda. Con ello se evita dejar a la parte contraria en un estado de
indefensión, al no poder contradecir y contraprobar oportunamente
contra la misma; e igualmente, se libra al sentenciador de producir un
fallo incongruente, por otorgar más de lo pedido y otorgar algo no
pedido e incurrir en ultra o extrapetita, según sea el caso...”.

Luego, el criterio anterior fue modificado por la misma Sala de Casación


Civil, mediante sentencia del 2 de julio de 1996, precisándose que si el fenómeno
inflacionario surgía con posterioridad a la interposición de la demanda, podía
solicitarse la indexación de lo demandado en los informes del proceso, criterio que
responde a una elemental noción de justicia.

Este último criterio, fue avalado por esta Sala Constitucional, entre otras, en
sentencia núm. 576, del 20 de marzo de 2006, (caso: Teodoro de Jesús Colasante
Segovia), en el cual sostuvo:

“…Para determinar en qué oportunidad el acreedor debe solicitar la


indexación, la Sala observa:

Dentro del proceso civil, y en los procedimientos en los que él es


supletorio, el derecho de defensa de ambas partes, se ejerce en cuanto
al fondo de lo controvertido, en la demanda y en la contestación,
formándose en estos actos el thema decidendum, el cual conforme al
artículo 12 del Código de Procedimiento Civil, vincula al juez sobre los
alcances de su fallo, ya que sólo podrá decidir sobre lo alegado por las
partes, no pudiendo suplir excepciones o defensas no interpuestas.

Este es el principio, con raíces constitucionales, que informa al proceso


civil regido por el principio dispositivo, y que no sufre distinción alguna
en el supuesto que el demandado no conteste la demanda en el juicio
ordinario, ya que el thema decidendum en este caso está conformado
por los hechos de la pretensión y la negativa de su existencia, que nace
como producto de la ausencia de contestación.

El principio expuesto es congruente con otras normas del Código de


Procedimiento Civil, tales como el artículo 340, el cual en sus
numerales 4 y 7 exige que el actor en su demanda señale el objeto de la
pretensión, mientras que el artículo 364 eiusdem, expresa que
terminada la contestación o precluido el plazo para realizarla, no podría
admitirse la alegación de nuevos hechos, lo que involucra el alegato de
nuevos petitorios, ya que éstos se fundan en hechos que han debido ser
afirmados en sus oportunidades legales.

Este sistema, con efecto preclusivo para las alegaciones de las partes
(pretensión y contrapretensión), es a su vez acogido por el artículo 243
ordinal 5º del Código de Procedimiento Civil, el cual exige que la
sentencia contenga decisión expresa, positiva y precisa con arreglo a la
pretensión deducida (es decir, la contenida en la demanda) y a las
excepciones o defensas opuestas (las esgrimidas en la contestación por
el demandado).

Por lo tanto, fuera de la demanda y la contestación, o de la ficción de


que se dio por contestada la demanda por los efectos que produce la
falta de contestación oportuna, no pueden las partes alegar nuevos
hechos y solicitar sus consecuencias de derecho.

Sin embargo, la Casación Civil ha venido aceptando que en el


acto de informes, fuera de las oportunidades preclusivas para
alegar, se puedan interponer otras peticiones, entre las que se
encuentran la solicitud de indexación de las sumas demandadas
‘si el fenómeno inflacionario surge con posterioridad a la
interposición de la demanda, criterio que responde a una
elemental noción de justicia, pues no puede el demandante
cargar con el perjuicio que a su pretensión, se causaría, por
hechos económicos cuyas causas le son ajenas’ (Sentencia de la
Sala de Casación Civil del 2 de julio de 1996, antes citada en este fallo).

La Casación Civil ha contrapuesto el valor justicia al Derecho de


Defensa, desarrollado en el proceso civil por las oportunidades
preclusivas que tienen las partes para alegar y pedir, y en ese sentido –
para los casos que conoce la Sala de Casación Civil- se trata de una
interpretación de normas y principios constitucionales, que adelanta
dicha Sala en razón del artículo 334 constitucional, lo que, en principio,
obedece a una facultad de dicha Sala, y así se declara.

Debido a esta interpretación, la indexación podrá ser solicitada por el


demandante en oportunidad diferente a la demanda (sentencia aludida
del 2 de julio de 1996), pero siempre dentro del proceso donde se
demanda la acreencia principal, y nunca fuera de él.

A juicio de esta Sala, quien pretende que su contraparte sea condenada,


tomando en cuenta la indexación, debe pedirlo en autos expresamente,
ya que a pesar de que puede en ciertas materias operar de pleno
derecho (asuntos de orden público o interés social), tal ajuste responde
a un derecho subjetivo de quien lo pretende, el cual no puede ser
suplido por el juez, máxime cuando la ley (como luego se apunta en
este fallo) trae un régimen de condenas que no es uniforme, y que por
tanto exige peticiones para su aplicación…”. (negrillas del fallo)
Conforme a lo anterior, el criterio de la Sala de Casación Civil compartido
por esta Sala Constitucional respecto a la indexación, es que ésta puede ser
solicitada fuera de las oportunidades preclusivas para alegar (demanda o
reconvención), en el acto de informes, si el fenómeno inflacionario surge con
posterioridad a la interposición de la demanda.

Ahora bien, de la revisión de las actas que conforman el presente expediente


advierte esta Sala Constitucional que, en el presente caso, la demanda incoada por
el ciudadano Víctor José Colina Arenas contra Pergis C.A. y Adriática de Seguros
C.A., y su reforma, se produjo el 23 y 24 de febrero de 1993, respectivamente; y el
escrito contentivo de las conclusiones presentado ante la primera instancia, el cual,
a decir de la parte accionante fue consignado el 23 de febrero de 1994, se verificó
que la parte actora solicitó “que la presente demanda sea declarada con lugar, y
que en la misma se condene igualmente a los demandados al pago de las sumas
solicitadas y se ordene, mediante una experticia complementaria del fallo, que se
establezca las cantidades que deberán pagar los demandados a título de indexación
por el hecho notorio de la devaluación de la moneda venezolana y galopante
inflación”.

Luego de dictarse el fallo definitivo, la parte actora ejerció recurso de


apelación y el 1° de julio de 1996, oportunidad de presentar conclusiones ante el
Juzgado Superior, alegó:

“…Por ello, consideramos que al verse frustrada la capacidad física para


realizar su ocupación habitual a la cual tenía derecho, es de justicia que
se le compense, al igual que otro profesional cualquiera, cuando bien
por jubilación o por incapacidad total y permanente, se vea obligado a
buscar su sustento en forma de minusválido en otra profesión. Así
mismo, a esa cantidad, debe aplicársele el ajuste monetario derivado de
la inflación y de la pérdidas del valor adquisitivo de la moneda
venezolana, desde la fecha del accidente hasta su definitiva
cancelación, por lo cual la experticia complementaria del fallo debe
realmente realizarse, pero con el objeto de determinar ese ajuste
monetario en las cantidades reclamadas por concepto de lucro cesante
y no para determinarlo toda vez que el daño reclamado y estimado por
tal concepto, como se ha dicho, es mucho más justo…”.

Tal pretensión (ajuste monetario), como quedó reflejado en el Capítulo II del


presente fallo, fue desestimada, el 25 de abril de 2003 por la Sala de Casación Civil
en la aclaratoria del fallo dictado el 12 de noviembre de 2002, bajo la consideración
de no haber sido solicitada en el libelo de la demanda.
Ahora bien, conforme quedó reflejado del orden cronológico tanto de las
actuaciones procesales ocurridas en el juicio incoado por el ciudadano Víctor José
Colina Arenas, así como del tratamiento jurisprudencial de la figura de la
indexación que en su oportunidad le dio la Sala de Casación Civil de la Corte
Suprema de Justicia, observa esta Sala Constitucional lo siguiente:

Efectivamente, como lo apunta la parte accionante de la revisión, el fallo


mediante el cual la Sala de Casación Civil fijó por vez primera que en los juicios de
naturaleza civil la oportunidad en que debe solicitarse la indexación judicial era con
el libelo de la demanda, fue dictado el 3 de agosto de 1994, (caso: Extebandes). Y
es con posterioridad, específicamente mediante sentencia del 2 de julio de 1996,
que la misma Sala de Casación Civil consideró la posibilidad de que dicha solicitud
podía ser planteada en una oportunidad distinta a la presentación del libelo de la
demanda, como lo era el acto de informes.

Los hechos anteriormente narrados evidencian que, para el momento en que


la parte solicitante de la revisión requirió por primera vez la aplicación de la
indexación fue el 23 de febrero de 1994, oportunidad en la cual no le eran
aplicables ninguno de los criterios a los que se hizo referencia, ni siquiera los
criterios preexistentes de la misma Sala de Casación Civil que trataban el tema de
la indexación, pues estos eran aplicables a los juicios de índole social,
específicamente de carácter laboral.

Invoca la solicitante de la revisión que la expectativa legítima de la cual


deriva su pretensión viene dada, entre otros, por el fallo dictado, el 30 de
septiembre de 1992, por la extinta Corte Suprema de Justicia en Sala de Casación
Civil (juicio por cobro de bolívares seguido por Inversiones Franklin y Paul contra
el ciudadano Rómulo Montilla) en el cual se estableció que “siendo la inflación un
hecho notorio, el efecto que produce sobre el valor adquisitivo de la moneda, era
un hecho que podía inferir el juez mediante la aplicación de una máxima de
experiencia”.

A este respecto, considera esta Sala Constitucional que, si bien fue


establecido en el mencionado fallo que la inflación representaba un hecho notorio,
nada estableció respecto a la oportunidad en la cual debía solicitarse la indexación
monetaria, por lo cual, la parte actora estaba amparada de que su pedimento le
fuera acordado, siempre y cuando la petición se hubiera efectuado en la
oportunidad de presentar el libelo de la demanda; pues para ese momento aún no
había sido dictado por la Sala de Casación Civil el fallo que permitía realizar el
pedimento en una oportunidad distinta al libelo de la demanda o reconvención. Lo
contrario sería también injusto porque la parte demandada no tendría oportunidad
de defenderse en tal caso, pues el juez entonces actuaría fuera de sus atribuciones
y con ineficacia.

En tal sentido, luego de examinar el fallo objeto de la presente solicitud de


revisión a la luz de lo precedentemente expuesto, esta Sala aprecia que aquel no
encuadra en ninguno de los tipos de decisiones a los cuales está restringida la
revisión constitucional, y, en definitiva, que la revisión de esa decisión en nada
contribuiría a alcanzar la finalidad de la revisión constitucional, cual es, uniformar
la interpretación de normas y principios constitucionales, ya que, conforme al
análisis efectuado por esta Sala Constitucional quedó aclarado que la Sala de
Casación Civil, al resolver el pedimento de la indexación, no lo hizo en aplicación
retroactiva de un criterio jurisprudencial.

En razón de las circunstancias de hecho y de derecho antes explanadas, esta


Sala debe declarar no ha lugar la solicitud de revisión interpuesta. Así se decide.

Dada la naturaleza del fallo, esta Sala Constitucional considera inoficioso


pronunciarse sobre la medida cautelar solicitada.

V
DECISIÓN

Por las razones que anteceden, este Tribunal Supremo de Justicia, en Sala
Constitucional, administrando justicia en nombre de la República, por autoridad de
la ley, declara NO HA LUGAR a la solicitud de revisión planteada por la abogada
Judith Ramos, en su carácter de apoderada judicial del ciudadano Víctor José
Colina Arenas, de la sentencia dictada el 12 de noviembre de 2002 por la Sala de
Casación Civil y la respectiva ampliación del 25 de abril de 2003, con ocasión al
juicio que, por indemnización de daños y perjuicios derivados de accidente de
tránsito, incoó el accionante contra el ciudadano Raúl Aldemar Salas Rodríguez, la
Sociedad Mercantil Pergis C.A. y la garante Adriática de Seguros C.A.

Publíquese, regístrese y archívese el expediente.

Dada, firmada y sellada en el Salón de Despacho de la Sala Constitucional del


Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los 06 días del mes de mayo de dos mil
trece. Años: 203º de la Independencia y 154º de la Federación.

La Presidenta,

LUISA ESTELLA MORALES LAMUÑO


El Vicepresidente,

FRANCISCO ANTONIO CARRASQUERO LÓPEZ


Ponente

Los Magistrados,
MARCOS TULIO DUGARTE PADRÓN

CARMEN ZULETA DE MERCHÁN

ARCADIO DE JESÚS DELGADO ROSALES

JUAN JOSÉ MENDOZA JOVER

GLADYS MARÍA GUTIÉRREZ ALVARADO

El Secretario,

JOSÉ LEONARDO REQUENA CABELLO

FACL/
Exp. N° 12-1305

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