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Un bocado mortal: el peligro de ser catador de alimentos en la antigüedad

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El veneno era antiguamente un arma poderosa que podía ser utilizada por los aspirantes a asesinos para
deshacerse de sus objetivos. Esto era especialmente útil cuando la eventual víctima era una persona asentada
en el poder y rodeada de guardaespaldas. Una de las maneras en las que los venenos pueden administrarse es
a través de la comida y la bebida. En muchas sociedades antiguas, el temor a ser envenenado llevó a muchos
miembros de las clases dominantes a contratar a catadores de comida. Lo crean o no, este temor persiste incluso
hoy en día: existen varios ejemplos de catadores de alimentos empleados por los ricos y poderosos en el mundo
moderno.
Haloto, catador y envenenador
Como su nombre indica, un catador de comida se encargaba de la tarea de degustar la comida de una persona.
Esto se hacía para asegurarse de que la comida / bebida no había sido contaminada por algún veneno y podía
consumirse sin riesgo. Encontramos numerosos catadores de alimentos a lo largo de la historia de la humanidad.
Uno de los más famosos catadores de alimentos, por ejemplo, fue un eunuco conocido por el nombre de Haloto.
Era el catador de alimentos empleado por el emperador romano Claudio, y es recordado en la historia
precisamente por haber sido el asesino de Claudio.

Aunque la causa de la muerte de este emperador es todavía tema de debate entre los expertos, Haloto destaca
como principal sospechoso. Según antiguos autores como Tácito, Suetonio y Plinio, Haloto fue quien sirvió a
Claudio las setas (uno de sus alimentos favoritos) en un banquete celebrado en el año 54 d. C. Al plato se le
añadió el veneno hecho por Locusta, y la trama fue orquestada por la esposa del emperador, Agripina la Menor.

Aunque Haloto sigue aún hoy siendo sospechoso de regicidio, no se enfrentó a represalias por su presunto delito
durante su vida. De hecho, conservó su trabajo durante el reinado de Nerón, quien sucedió a Claudio. Por otra
parte, durante el reinado de Galba (sucesor de Nerón), Haloto fue nombrado procurador, un puesto importante
de gobierno, por el nuevo emperador. Podría añadirse que, aunque Galba ejecutó a casi todos sirvientes de
Nerón cuando llegó al poder, Haloto fue uno de los pocos que se salvaron. Haloto finalmente desapareció de los
registros históricos, pero podemos suponer que falleció por causas naturales.

El desafortunado catador de Marco Antonio


Sin embargo, no todos los antiguos catadores de comida fueron tan afortunados como Haloto. Un ejemplo de
catador de comida ‘realizando su trabajo’ puede verse en la historia de Marco Antonio y Cleopatra. Aunque la
pareja se cuenta sin duda entre los amantes más famosos de la historia antigua, parece que desconfiaban el uno
del otro. Según Plinio, durante el tiempo que llevó finalmente a la fatídica Batalla de Actium en el 31 a. C., Marco
Antonio tenía un catador de comida a mano en todo momento, ya que desconfiaba de Cleopatra y le preocupaba
la posibilidad de que ella le envenenara cuando ya no le fuese de ninguna utilidad.

Plinio continúa diciendo que Cleopatra encontró esto gracioso, y decidió divertirse a expensas de su amante. De
este modo, en un banquete llevó puesta en la cabeza una diadema de flores cuyas extremidades habían sido
bañadas en veneno. A medida que transcurría la fiesta, el ambiente se iba haciendo cada vez más alegre, y
Cleopatra desafió a su amante a tragarse las flores mezclándolas con vino. Marco Antonio no podía rechazar el
desafío, y casi llegó a beber el vino envenenado, pero la reina le detuvo. Cleopatra llamó entonces a su catador
de alimentos, quien, sobra decirlo, cayó muerto tras beber el vino. Así, Cleopatra demostró a Marco Antonio que
la mejor precaución que podía tomar para no ser envenenado era confiar en ella.

Probando la comida del Führer y del presidente de los Estados Unidos


El trabajo de catador de alimentos ha sobrevivido incluso en el mundo moderno. Durante la Segunda Guerra
Mundial, por ejemplo, un grupo de jóvenes mujeres fueron obligadas a convertirse en catadoras de la comida de
Hitler. En el 2014, la última catadora de alimentos del Führer superviviente, Margot Wölk, contaba su
desgarradora experiencia en el desempeño de su trabajo como catadora. También se reveló que los presidentes
de los Estados Unidos tenían catadores de alimentos para asegurarse de que su comida no había sido
envenenada.
Este hecho fue objeto de atención en el año 2009, cuando la Agencia France-Presse informó de que, cuando los
Obama visitaron Francia para conmemorar el 65º aniversario del Día D, un catador probó la comida del
restaurante donde el presidente de los Estados Unidos y su familia iban a cenar. Por último, en un curioso cambio
de papeles, un suboficial del regimiento de los King's Own Scottish Borders reveló en un informe del 2016 que la
reina Isabel de Inglaterra a menudo probaba los almuerzos del regimiento. Por supuesto, la reina no lo hacía
para comprobar si estaban envenenados, sino por la calidad de la comida que les habían preparado.

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