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Aunque la causa de la muerte de este emperador es todavía tema de debate entre los expertos, Haloto destaca
como principal sospechoso. Según antiguos autores como Tácito, Suetonio y Plinio, Haloto fue quien sirvió a
Claudio las setas (uno de sus alimentos favoritos) en un banquete celebrado en el año 54 d. C. Al plato se le
añadió el veneno hecho por Locusta, y la trama fue orquestada por la esposa del emperador, Agripina la Menor.
Aunque Haloto sigue aún hoy siendo sospechoso de regicidio, no se enfrentó a represalias por su presunto delito
durante su vida. De hecho, conservó su trabajo durante el reinado de Nerón, quien sucedió a Claudio. Por otra
parte, durante el reinado de Galba (sucesor de Nerón), Haloto fue nombrado procurador, un puesto importante
de gobierno, por el nuevo emperador. Podría añadirse que, aunque Galba ejecutó a casi todos sirvientes de
Nerón cuando llegó al poder, Haloto fue uno de los pocos que se salvaron. Haloto finalmente desapareció de los
registros históricos, pero podemos suponer que falleció por causas naturales.
Plinio continúa diciendo que Cleopatra encontró esto gracioso, y decidió divertirse a expensas de su amante. De
este modo, en un banquete llevó puesta en la cabeza una diadema de flores cuyas extremidades habían sido
bañadas en veneno. A medida que transcurría la fiesta, el ambiente se iba haciendo cada vez más alegre, y
Cleopatra desafió a su amante a tragarse las flores mezclándolas con vino. Marco Antonio no podía rechazar el
desafío, y casi llegó a beber el vino envenenado, pero la reina le detuvo. Cleopatra llamó entonces a su catador
de alimentos, quien, sobra decirlo, cayó muerto tras beber el vino. Así, Cleopatra demostró a Marco Antonio que
la mejor precaución que podía tomar para no ser envenenado era confiar en ella.