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C.

29151/III
"Rodriguez Débora Magdalena S/ Sobreseimiento"

San Isidro, 2 de octubre de 2014

AUTOS Y VISTOS:
Para resolver el recurso de apelación concedido a fs. 22. Practicado el sorteo de
ley, resultó que en la votación debía observarse el siguiente orden: Jueces Gustavo
Adrián Herbel, Celia Margarita Vázquez y, para el caso de disidencia, Carlos Fabián
Blanco (Conf. art. 440 del C.P.P. y acuerdo ordinario Nº 1786).

Y CONSIDERANDO:
El Juez Herbel dijo:
I.- El recurso de apelación interpuesto por la defensa de la coimputada Débora
Magdalena Rodríguez a fs. 13/21 contra el auto de fs. 5/11 que, rechazando el pedido de
prescripción, denegó el pedido de sobreseimiento de la nombrada, debe ser declarado
admisible, pues ha sido presentado en término, la impugnante posee legitimación
personal, el caso encuadra en uno de los supuestos para los cuales se otorga esta vía
recursiva y han sido observadas las formas requeridas para su interposición (arts. 328 inc.
2, 333, 421, 433, 439, 442, 443 y ccdtes. del C.P.P. según ley 11922 y sus
modificatorias).
II.- El Ministerio Público Fiscal atribuyó a Débora Magdalena Rodríguez ser
partícipe necesaria del siguiente hecho, prima facie constitutivo del delito de estafa
procesal (art. 172 del C.P): “La imputada Luz María Penedo Ramos inició el día 7 de
septiembre de 2007 una demanda laboral contra los particulares damnificados Ricardo
José Obercie y Ana María Arnone -integrantes de la sociedad de hecho "El Granero", por
la suma total de $ 118.819,31 en concepto de indemnización por despido y el cobro de
diferencias salariales, la cual dio origen al expediente nro. 10.974 caratulado "Penedo,
Ramos Luz María c/ Arnone, Ana María y otro s/ despido", en trámite por ante el Tribunal
Laboral nro. 5 Departamental. La imputada Penedo Ramos solicitó como medida cautelar
el embargo preventivo de los inmuebles pertenecientes a los particulares damnificados,
para lo cual propuso el testimonio de los imputados Leandro Nelson Ibáñez y Débora
Magdalena Rodríguez a sabiendas que estos últimos iban a declarar falsamente en el
nombrado proceso laboral y que a través de tal proceder ardidoso iban a lograr engañar a
los Magistrados intervinientes, induciéndolos a error, obteniendo así un fallo perjudicial
hacia los denunciantes. De tal manera, el 9 de noviembre de 2007 prestó declaración
testimonial Leandro Nelson Ibáñez y afirmó -falsamente- que trabajó en el comercio "El
Granero" -ubicado en Av. Belgrano 543, Garín- desde el mes de septiembre de 2006
hasta fines de marzo de 2007, a partir del horario de las 16:00 horas, trabajando en dicho
lugar junto a Luz María Penedo Ramos y realizando tareas de mantenimiento de las
plantas y arreglos en dicho local. También afirmó, falsamente, que los denunciantes iban
a vender el fondo de comercio en base a que en el mes de septiembre de 2007 observó
en su vidriera un cartel que decía "vendo este fondo de comercio-preguntar aquí" y por
comentarios que le hiciera la imputada Penedo Ramos. Por su parte, el 9 de noviembre
de 2007 se presentó, en forma escrita y en el mismo proceso, la imputada Débora
Magdalena Rodríguez indicando, falsamente, haber laborado - de manera no registrada-
desde comienzos de junio hasta el 24 de agosto de 2007 y antes de ello conoció a la
imputada Penedo Ramos pues era la que la atendía en ese negocio mientras era cliente
del mismo. Refirió, también falsamente, que un día escuchó una conversación de sus
empleadores en la que referían que iban a vender el fondo de comercio y que le constaba
que la imputada Penedo Ramos tenía una relación laboral no registrada con los
particulares damnificados. El 19 de noviembre de 2007 la imputada Rodríguez
compareció ante los estrados del Tribunal Laboral referido y ratificó su presentación
anterior, agregando -también falsamente- que durante la última semana que laborara en
el local observó como sus propietarios procedían al vaciamiento parcial del comercio y
escuchó sobre la futura transferencia del fondo de comercio a favor de terceros. Así, en
base al ardid efectivizado por los testimonios falsos de los imputados Ibáñez y Rodríguez,
la encartada Penedo Ramos logró engañar a los Magistrados intervinientes, induciéndolos
a error, obteniendo así un fallo perjudicial a los intereses pecuniarios de los denunciantes,
pues el día 14 de abril de 2008 resolvieron hacer lugar al embargo preventivo sobre los
inmuebles denunciados como propiedad de los accionados Ana María Arnone y Ricardo
José Obercie hasta cubrir la suma de $ 118.819,31 más la suma de $ 41.586 en concepto
de intereses y costas. El perjuicio quedó plasmado en el embargo preventivo que,
finalmente, quedó radicado en los asientos del Registro de la Propiedad Inmueble el día
16 de julio de 2008, respecto a los inmuebles asignados con la siguiente nomenclatura
catastral: Cir. IX, Sección F, Manz. 4B, Parcela 10, y el de Cir. IX, Sección A, Manz. 45,
Parcela 24A, Subparcela 1, ambos del Partido de Escobar".
III.- La defensa de Rodríguez solicitó el sobreseimiento de su asistida, por entender que
se ha extinguido por prescripción la acción penal seguida a su respecto, dado que han
transcurrido más de seis años desde los hechos reprochados, a saber, el haber
presentado el 9 de noviembre de 2007 un escrito en el expediente laboral afirmando
falsedades y el haber declarado falsamente en el mismo proceso el 19 de ese mismo mes
y año.
IV.- El Juzgado de Garantías Nro. 5 rechazó ese pedido. Para así decidir, dijo estar de
acuerdo con lo afirmado por el Ministerio Público Fiscal en el sentido de que el momento
consumativo de la estafa procesal endilgada no fueron esas fechas (9 y 19/11/2007) ni la
fecha de la resolución que ordenó la traba del embargo preventivo (14/04/2008) sino la
fecha en que este embargo fue efectivamente asentado en el Registro de la Propiedad
Inmueble, lo cual ocurrió el 16 de julio de 2008.
V.- La recurrente se agravió de que se considerara que la fecha de consumación de la
estafa procesal endilgada fuera la fecha del asiento del embargo. A su entender, la
consumación no se produjo ese día sino, en todo caso, el día del dictado de la resolución
(14/04/2008).
Se quejó asimismo de se considerara consumada la supuesta estafa procesal. Para este
delito, señala, “se deberían cumplir total, sola y exclusivamente los requisitos del art. 172
del C.P., esto es, ardid o engaño, error y perjuicio patrimonial”. Y en el caso no hubo
“ánimo de lucro”. Ni “perjuicio patrimonial”, pues “el embargo preventivo es la tutela
jurisdiccional que garantiza la efectividad de una futura condena […] no importa un
proceso de ejecución sino que pretende un resguardo basado en una apariencia de
derecho que no implica pronunciarse sobre el fondo del asunto”.
Por lo expuesto, solicita se dicte el sobreseimiento de su asistida.
VI.- Con el alcance que otorgan los arts. 434 y 435 del Código Ritual, debe ceñirse el
presente al tratamiento de los puntos de la resolución del a quo alcanzados por los
agravios que motivaron la impugnación interpuesta, pudiendo conocer más allá de ellos
cuando eso permita mejorar la situación del imputado.
Adelanto desde ahora que, analizados los motivos de agravio y las constancias del
presente legajo, habré de propiciar el rechazo del recurso interpuesto.
Se coincide con la defensa en que el art. 172 del C.P. establece que para que haya estafa
debe haber “ardid o engaño, error y perjuicio patrimonial”. En palabras de Soler: la estafa
consiste en una “disposición patrimonial perjudicial tomada por un error, determinada por
los ardides de alguien que tendía a obtener con ellos un beneficio indebido” (ver Soler,
Derecho Penal Argentino, t. IV, TEA, 1987, p. 346).
A diferencia de la recurrente, sin embargo, entiendo que el embargo preventivo sí
constituye el perjuicio patrimonial requerido por ese tipo penal. Si bien este perjuicio (con
el que se consuma el delito) requiere un daño económicamente apreciable, él no debe ser
identificado con un perjuicio al derecho real de dominio en sentido estricto: “La estafa es
un delito para cuyo perfeccionamiento se requiere la efectiva producción de un daño. Ese
daño debe estar constituido o derivar directamente de la disposición patrimonial
erróneamente tomada por el engañado, sea con respecto al propio patrimonio, sea en
relación al de un tercero del cual puede disponer […]. [D]ebe tratarse de un valor
económicamente apreciable, sobre el cual incida el derecho de propiedad en el sentido
amplio en que tal derecho es entendido en la ley penal” (autor y obra citados, pp.
370/371). Ese perjuicio, además, debe ser actual: “No constituye perjuicio lo que sólo crea
peligro” (autor y obra citados, p. 371).
De acuerdo a la opinión de Edgardo Donna, que comparto, el perjuicio debe ser
entendido como “...una disminución del valor económico del patrimonio del sujeto pasivo,
consecuencia de un ataque fraudulento a uno o varios elementos que lo integran. Para
determinarlo se debe comparar la situación patrimonial de la víctima antes y después del
acto de disposición determinado por el error” (Derecho Penal. Parte General, Rubinzal
Culzoni, t. II-B, pág. 329).
Ciertamente, el daño patrimonial es patente cuando se ejecuta una condena a la
que llevó el ardid del demandante. Pero ese daño bien puede verificarse antes (Oliva
García, Delitos patrimoniales, Madrid, 1974, ps. 377, 381 y ss., citado por Julio C. Báez en
El silencio y la estafa procesal, La Ley, 22/9/2004). “Basta pensar en un supuesto en el
que el engaño o ardid permite al demandante, ilegítimamente, hacer incurrir en un error a
un juez para que ordene el embargo de bienes muebles del demandado o, peor aun, de
una parte de su sueldo. ¿Realmente diríamos que no existió un perjuicio patrimonial para
aquel que durante determinado tiempo, debido a una resolución judicial motivada en
engaño, se vio privado de parte de su sueldo, o de disponer libremente de los bienes que
integran su patrimonio? Según lo entiendo, el hecho de que el demandado mantenga la
propiedad sobre los bienes embargados y sujetos a ejecución, no impide la existencia de
un perjuicio al patrimonio, aun cuando la sentencia definitiva termine rechazando la
demanda de quien promovió el juicio ejecutivo y, en consecuencia, ordene levantar el
embargo trabado. Esto es así porque aunque la finalidad del mandamiento de embargo es
sólo asegurar preventivamente la eficacia de la sentencia, y no busca producir una
modificación de la propiedad de los bienes en cuestión, lo cierto es que materialmente el
embargo provoca el mismo perjuicio patrimonial que supone cualquier desapoderamiento
ilegítimo de la propiedad” (Conf. Causa 26.862/III, “Viggiani”, Rta. el 20/04/2011).
Lo mismo ocurre con el embargo preventivo de bienes inmuebles, que es lo imputado en
autos, pues, todos los bienes embargados, ya sean muebles o inmuebles, quedan
sujetos a que el acreedor que ha obtenido esa medida cautelar se cobre con ellos su
crédito, intereses y costas (Conf. art. 218 del CPCyC); sujeción que puede extenderse por
cinco años (Conf. art. 207 del mismo código). Y no pueden ser objeto de actos que
pudieren causar la disminución de la garantía del crédito (Conf. art. 214). “El embargo es
la sujeción de uno o más bienes (individualizados) del deudor o eventual deudor, a un
régimen jurídico especial que –en lo fundamental– consiste: a) en su deber de abstenerse
de todo acto jurídico o físico que pueda tener por resultado disminuir la garantía que dicho
bien concreta; b) en la circunstancia de que el propietario del bien embargado en lo
sucesivo no puede ejercer determinadas facultades, aún legítimas, sin autorización
judicial. En este sentido, podría decirse que entre el titular y el bien se interpone la
jurisdicción. // El embargo no concede directamente al embargante facultades sobre el
bien, propias del derecho de dominio, pero sí la de peticionar al juez los actos tendientes
a que la garantía concreta no se reduzca. Le concede lo que se ha llamado posición de
preeminencia (véase Cód. Civil, arts. 736, 1374, 1179, 1329, 1465, 2677)”. (Conf. “El
embargo preventivo en el proceso de daños”. Kiper, Claudio M. Publicado en: RCyS 2014-
III , 171, La Ley Online. Cita: AR/DOC/301/2014).
Es bastante claro, pues, que una situación así impacta en el valor de mercado de los
bienes inmuebles en cuestión, al menos reduciendo ese valor en proporción a la deuda
(que en el caso se dice ascender a $118.819,31 más la suma de $ 41.586 en concepto de
intereses y costas).
Sentado ello, aprecio que esa sujeción se produce con la traba del embargo, no con la
resolución judicial que la ordena. Los bienes no están embargados sino a partir del
momento en que el embargo se traba. Por lo tanto, la estafa procesal se consuma en mi
opinión recién con esa traba, como sostienen el Ministerio Público Fiscal y el a quo.
Así las cosas, el recurso de apelación debe ser rechazado, pues el embargo se habría
trabado el 16 de julio de 2008 y el primer acto interruptivo de la prescripción, a saber, el
llamado a prestar declaración en los términos del art. 308 y ss. del C.P.P., ocurrió el 14 de
mayo del corriente año, es decir, antes de agotarse el plazo de la prescripción, que en el
caso es de seis años, conforme la calificación prima facie asignada (Conf. arts. 62 inc. 2,
a contrario, 63 y 172 del C.P.).
Así lo voto.
La Jueza Vázquez dijo:
Que adhiere al voto del Dr. Herbel, por los mismos fundamentos.

Por ello, el Tribunal


RESUELVE:
I.- DECLARAR ADMISIBLE el recurso de apelación interpuesto por la defensa de la
coimputada Débora Magdalena Rodríguez a fs. 13/21 contra el auto de fs. 5/11, por las
razones expuestas en los considerandos (arts. 328 inc. 2, 333, 421, 433, 439, 442, 443 y
ccdtes. del C.P.P. según ley 11922 y sus modificatorias).
II.- RECHAZAR el recurso de apelación y confirmar el auto apelado, que rechazó el
pedido de sobreseimiento de la coimputada Rodríguez por prescripción de la acción
penal; por las razones expuestas en los considerandos (Conf. arts. 62 inc. 2, a contrario,
63 y 172 del C.P.).
Regístrese, notifíquese a Fiscalía General y a la Defensa Particular. Cumplido,
devuélvase a la instancia, sirviendo el presente de atenta nota de envío.

FDO: GUSTAVO A. HERBEL Y CELIA MARGARITA VÁZQUEZ.


Ante mí: GABRIELA GAMULIN.

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