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Conmoverse con los jóvenes, conmover la pastoral1

Iván Ariel Fresia

“Vaya a saber cómo se mira que no se ve”

El cuerpo de los jóvenes (CUERPO Y SANGRE), la historicidad de los jóvenes, es


el principio realidad2 de una propuesta pertinente de relectura de nuestras prácticas
pastorales. La prioridad pasa por primacía ética de los gritos de los jóvenes, la
provisoriedad de los planteos (los de ellos y también en los nuestros) y la situacionalidad de
las propuestas (aquí y ahora), las esperanzas e imposibilidades de los proyectos vitales, los
recursos desiguales y diferentes para mirar el futuro. Esto mismo lleva a precisar mejor el
desafío: en ciertas condiciones y dentro de cierto margen de historicidad (aquí y ahora, con
este/a joven y con estas posibilidades) es posible el proceso de relectura de la propia acción
pastoral.3
Lo real son los jóvenes reales (“cuerpo y sangre derramada” dice la Plegaria
eucarística III, análogamente, el cuerpo y sangre de los jovenes), no los imaginados, los
deseables y queridos o los formulados en los discursos y planificaciones. El cuerpo de los
jóvenes implica una pastoral de los cuerpos vivientes de los jóvenes: una biopastoral
(evocando a Foucault)4. La realidad de los jóvenes con posibilidades de proyecto (Julieta),
jóvenes con vidas grises (Gael) y los jóvenes pobres (Yanina), los de las fronteras, nuevas o

1
Instituto de Formación de pastoral juvenil “Cardenal Eduardo Pironio”. Ramos Mejía, 14-16 de
febrero de 2015
2
La idea de un principio realidad la pienso desde la prioridad de la realidad aludida en los textos
filosóficos y teológicos de Ellacuría. Véase particularmente ELLACURÍA, Ignacio, Escritos
filosóficos III, San Salvador (El Salvador) 2001, p. 257-258.
3
Así como se podría achacar que se trata de un ejercicio “relativista” también, desde otra posición,
se podría objetar la “universalización” dogmática de una experiencia determinada como válida para
todos los sujetos, todos los contextos y todos los tiempos. Sin esta salvedad, la propuesta pastoral
inevitablemente se ideologiza (para hablar con conceptos ya antiguos, hacia la “derecha” o hacia la
“izquierda”), o se vuelve especulativa, abstracta, vacía y a priori.
4
Así como el poder organizado origina prácticas de gobierno sobre la vida (bio-poder), también una
pastoral que considera, nace, opera, sostiene, asume sobre/con/por/en el cuerpo y sangre de los
jóvenes es una bio-pastoral. FOCAULT, Michel, Nacimiento de la biopolítica, Buenos Aires, 2008,
p. 41 y 45.
viejas5 (Marcos) (y los jóvenes protagonistas de las representaciones) solo podrá ser
accesible a nosotros si nos despojados de los filtros conceptuales (teológico, pastorales,
culturales, ideológicos) que operan en las representaciones sociales, políticas y eclesiales
que manejamos.
Los jóvenes son el principio realidad de la pastoral (también locus teológico a la vez
que lugar hermenéutico) donde las semillas del Verbo están presentes. Por lo tanto, la
pastoral con jóvenes nos debería hacer descubrir la novedad de la irrupción de los jóvenes,
lo realmente posible de transformar (o conservar) y lo deseable alternativo en los proyectos
pastorales en lo que ya está siendo dado en las buenas prácticas pastorales.6 En otros
términos -en lenguaje teológico- los jóvenes son “signos de los tiempos” –en cuanto que
son portadores de la revelación (unas veces más opacos, otras veces más transparentes) y
testimonio de la misma-. Porque, como dice Galli al interpretar el presente, “en el que se
acentúan las dificultades hermenéuticas tanto por el carácter inacabado de los procesos
históricos cuanto por la contemporaneidad entre sucesos e interpretaciones”7 los signos son
ambiguos e inseguros, pero están ahí siendo dados a la comprensión y a la acción.
El obrar ya no sigue más al ser sino que el obrar/consumo configura el ser. Los
jóvenes –como nosotros también- somos lo que consumimos. Las representaciones sociales
sobre los jóvenes tienden a ver el vértigo de la vida…la irreversibilidad de ciertos procesos
vitales, pero los jóvenes son algo más o mucho más que esas descripciones estereotipadas.
Feos, sucios y pobres (Observatorio UCA) dicen algunos; diferentes, desiguales y
desconectados (García Canclini),8 o “jóvenes de vidas grises” (Ana María Fernández)9
dicen otros. Aunque los tengamos presentes en los discursos y en los proyectos pastorales
no tendremos acceso a los jóvenes reales si seguimos el sentido común de los discursos

5
Las fronteras está más bien referido a los horizontes en el que están los jóvenes, el territorio de sus
significaciones, significantes y significados (cultura, lenguajes, códigos juveniles, etc.), horizontes
simbólicos desterritorializados donde se encuentran los jóvenes reales. ORTIZ, Renato, Otro
territorio. Ensayos sobre el mundo contemporáneo, Buenos Aires, 1996.
6
SCANNONE, Juan Carlos, “La praxis histórica: discernimiento de lo realmente posible en lo que
está siendo dado”, Teología, T. XLV, nº 95 (abril 2008), p. 40.
7
GALLI, Carlos M., “La interpretación teológica de los signos de los tiempos”, en: FERRARA,
Ricardo y GALLI, Carlos M., El tiempo y la historia. Reflexiones interdisciplinarias, Buenos Aires,
2001, p. 222.
8
GARCÍA CANCLINI, Néstor, Diferentes, desiguales y desconectados. Mapas de la
interculturalidad, Barcelona, 2004.
9
FERNANDEZ, Ana María, Jóvenes de vidas grises. Psicoanálisis y biopolíticas, Buenos Aires,
2013.
comunicacionales o políticos, incluso eclesiales y las practicas pastorales conocidas y ya
transitadas. Para poder escuchar los “gritos”,10 sentir sus problemas, captar sus necesidades,
percibir los deseos y expectativas de los jóvenes es que nos planteamos el principio de los
jóvenes en la pastoral. Escuchar sus diversos lenguajes, sus gestos, descubrir sus actitudes y
valorar las estéticas y simbólica juvenil no es optativo para la pastoral sino que la “nuda
vida” juvenil debe ser principio operante en lo cotidiano de la pastoral.11
“La juventud es el momento en la vida en la que más esperanza se tienen…el
mundo no está bueno, hagamos otra cosa”. (dice un joven en el video) Los jóvenes reales
exigen que se considere sus prácticas y reflexividades incorporando (ellos) sus experiencias
a los proceso pastorales (instituidos). Y no al revés, que los procesos pastorales incorporen
las identidades y experiencias juveniles, aunque no es poco que así sea. Se trata mirar y
hacer la pastoral desde otro lado, otro lugar, otra perspectiva que instituya nuevos sentidos
pastorales asumiendo la dinámica y la cultura juvenil.12
La construcción de una pastoral que parta de los jóvenes debe considerar las
posibilidades/potencialidades (semillas del Verbo) ya presentes en ellos (creer en los
jóvenes). Y la consecuente acción pastoral (crear un futuro y creer en el futuro)13 es una
atención constante de las condiciones de historización (los jóvenes como principio
realidad), que hacen de la pastoral una acción ciertamente incierta, pero no por ello carente
de organicidad.

Pistas para la pastoral


1. Conmoverse con los jóvenes, reconocer la realidad, incorporar la contingencia
histórica, asumir la fragmentariedad de la vida de los sujetos, poner el
cuerpo/sentir los cuerpos, resistirse a catalogar a priori el devenir de la praxis

10
Los gritos hacen referencia simbólica a las necesidades, urgencias y demandas reales de los
jóvenes que hacen a la pastoral, a la sociedad y la iglesia.
11
Véase CHAVEZ, Mariana, Jóvenes, territorios y complicidades. Una antropología de la juventud
urbana, Buenos Aires, 2010, pp.35-40 y en FEIXA, Carles, De jóvenes, bandas y tribus.
Antropología de la juventud, Barcelona, 1999.
12
MARTUCCELLI, Danilo, “Prefacio”, en: DI LEO, Pablo Francisco y CAMAROTTI, Ana Clara
(edd) Quiero escribir mi historia. Vida de jóvenes en barrios populares, Buenos Aires, 2013.
13
“…el futuro no llega, se construye; lo hacemos con nuestras manos y esperanzas, nuestros
fracasos y proyectos, nuestra terquedad y nuestra sensibilidad a lo nuevo". GUTIÉRREZ, Gustavo,
“Situación y tareas de la teología de la liberación”, en: Theologica Xaveriana, nº 143 (2002), p. 505.
pastoral como acción humana y abandonar la idea de que es posible situarse
desde el final de la historia para contarla y actuarla como ya realizada o
configurada.
2. Salir de la perspectiva adulto-céntrica y de discursos totalizadores
(universalistas y biologicistas) para poder percibir/escuchar, ver/conocer los
gritos de los jóvenes en primera persona y pensar/proponer una biopastoral:
pastoral de las subjetividades (cuerpo y sangre) juveniles.
3. Re-convertir miradas y perspectivas, asumir -y pasar- el mundo de las
percepciones, los sentimientos y las impresiones a la significación y al sentido
situado, posibilitando el desplazamiento de los gustos y disgustos, de lo bueno,
lo malo y lo feo para mí –respecto de los jóvenes y su cultura- a considerar el
bien y el valor de la situación, la persona, lo relativo de la cultura juvenil.
4. Operar la conversión (en distintos niveles de concreción) que permite
desplazarnos desde la consideración de nosotros mismos (autoreferencialidad) al
reconocimiento de la impotencia de los jóvenes (y su potencia) y del absurdo
social (y del sentido) ante Dios/no dios, la justicia/injusticia,
comunidad/individualismo, etc. 14
5. La primacía de la experiencia, conquistar la visibilidad de los jóvenes
(conversio), reconocimiento de la realidad. Pues las cosas no aparecen porque si
o como si sino que aparecen para un marco (teoría del conocimiento, de los
sentimientos y de la acción y pasión históricas) determinado que puede acoger la
novedad de las personas, de las cosas, de Dios, etc.
6. Atender a las motivaciones del que adulto que acompaña, pero sobre todo
anclarse en la situacionalidad de los jóvenes acompañados y no tanto en la
situación, necesidades y contexto del acompañante
7. Leer el cuerpo de los jóvenes, el cuerpo y sangre de los jóvenes como
texto(Ricoeur) para la teología y la pastoral

14
LONERGAN, Bernard, Método en teología, Salamanca, 2006, p. 232: “Entendemos por
conversión una transformación del sujeto y su mundo. (…) La conversión puede ser intelectual,
moral, o religiosa. Aunque cada una de ellas está relacionada con las otras dos, no obstante, cada
una constituye un tipo diferente de acontecimiento y tiene que ser considerada en sí misma antes de
ser puesta en relación con las demás”.
8. tomar decisiones oportunas, conmover la pastoral, poner más pedagogía en las
prácticas y resignificar las propuestas pastorales para responder al cambio de
perspectivas, a la nueva situación vital, a nuevas realidades juveniles, a nuevas
percepciones de la sociedad, de la iglesia, de los jóvenes y de la comunidad.

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