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LA DEMOCRACIA: GRECIA Y ROMA Y LA HISTORIA DE LA

DEMOCRACIA EN EL PERU

Mg. Esteban Naupay Pérez*

I. INTRODUCCIÓN

La democracia nació en Atenas y la república en Roma en ambos


casos como respuesta a gobiernos autocráticos. Fueron sistemas no tan
distintos que sirvieron de modelos para los legisladores de muchos siglos
después.

Distinguía Aristóteles tres sistemas políticos puros y otras tantas formas


degradadas: la monarquía, o gobierno legítimo de uno, que derivaba en
tiranía, una autocracia instaurada por la fuerza; la aristocracia, entendida
como el gobierno de los mejores, que se transformaba en la oligarquía de
los poderosos, y la democracia, del pueblo, en la demagogia populista. Por
los tres estadios pasaron los atenienses, que instauraron en el siglo V
antes de Cristo el régimen democrático tras liberarse de tiranos y
oligarcas, conformando el primer experimento de la historia del mundo.

La suya era una democracia por un lado perfecta y por otra incompleta:
sólo podían participar los hombres, pero todos ellos actuaban
directamente y antes o después acababan formando parte de la dirección
del Estado griego como magistrados o incluso “estrategos” con el voto
directo en la asamblea que se reunía al pie de la Acrópolis. La derrota de
Atenas en la Guerra del Peloponeso ante la oligárquica Esparta acabó con
la democracia y conllevó la instauración del Gobierno de los Treinta
Tiranos, que finalmente fueron depuestos para reinstaurar el gobierno del
pueblo. Aunque no tardarían en llegar Filipo y Alejandro de Macedonia,
instaurando en 332 antes de Cristo su gobierno monárquico sobre la
Hélade, suprimiendo las instituciones democráticas.

*
Abogado Egresado de la Escuela de Posgrado en la Maestría en Derecho
con Mención en Ciencias Penales, Magister en Gestión y Negocios con Mención
en Tributación, Docente en la Facultad de Ciencias Contables y Financieras de
la Universidad Nacional Hermilio Valdizan de Huánuco. Correo electrónico:
enaupay@hotmail.com
Casi al mismo tiempo que los atenienses, los romanos se libraban de sus
reyes e instauraban la República con un formato claramente aristocrático:
el mando del Estado quedaba reservado para los patricios, es decir los
“padres” de Roma, las familias que habrían sido supuestamente las más
antiguas y que se arrogaban el derecho a dirigir los asuntos de la “cosa
pública” desde el Senado.

El pueblo quedaba relegado a formar parte del ejército cuando la situación


de crisis así lo exigía, y poco más. Las sucesivas revueltas sociales
obligaron a cambiar de raíz el sistema y así nació SPQR, las famosas
siglas que significaban que Roma era el Senado y el Pueblo, los patricios y
las clases populares, conformando el nuevo Estado, que se podría
considerar como una verdadera democracia con todas las imperfecciones
que se le puedan atribuir. Los romanos lograron que las leyes tuvieran
que ser aprobadas por las asambleas, y el Senado se quedó relegado a un
órgano de consulta que dirigía la política exterior y que emitía decretos,
pero no normas. Sobre este asunto señala la historiadora británica Mary
Beard un episodio que resulta clave para entender cómo funcionaba la
república romana.

En el siglo I antes de Cristo se fraguó un golpe de Estado dirigido por el


patricio Catilina y que fue frustrado gracias a que Ciceron -que entonces
era cónsul, la máxima autoridad ejecutiva- lo desenmascaró en una
célebre sesión del Senado. Tras acabar con la conjura, Cicerón decidió
ejecutar con rapidez a los golpistas y para ello se hizo con un decreto del
Senado que lo permitía. Pero las leyes romanas eran taxativas al
respecto: todos los ciudadanos tenían derecho a un juicio, y el Senado no
estaba autorizado para derogar una ley aprobada por la asamblea. El
resultado fue que Cicerón, que había salvado la república, fue condenado
al exilio por vulnerar la legislación aprobada por el pueblo. Curiosamente,
el Senado sólo logró el poder legislativo en el Imperio, cuando la república
se convirtió en un régimen de nuevo unipersonal. Una tiranía, en realidad.

Intentamos entender cómo ha sido el proceso, para poder entendernos


hoy. Creemos que es importante leer nuestra historia, porque es lo que
establece el presente. Así como es importante la historia para entender el

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presente, también creemos importante la coyuntura en la cual ocurren los
hechos, sobre todo el proceso de democratización en otros países de
América Latina.

Según el sociólogo francés Touraine, la democracia ha sido definida de dos


formas: la primera refiere, que se trata de dar forma a la soberanía
popular, la cual denominan que la democracia se define por su sustancia;
la segunda, se trata de asegurar el debate político, la cual su
denominación se rige por sus procedimientos. Ambos debates son de larga
data y que en la mayoría de las veces sus seguidores han ido por caminos
opuestos. Inclusive algunos autores han colocado esta contraposición de
la siguiente forma: la democracia, ¿es gobierno del pueblo o gobierno de
los políticos? Cada una de ellas corresponde a las dos formas que
acabamos de mencionar. Sin embargo, en muchos países donde han
logrado consolidarse como democracias estables, en estas últimas
décadas, han logrado un nivel de complementariedad. Esto además, ha
ido acompañado porque han consolidado sus economías, la cual les ha
dado buen “piso” para su fortalecimiento de las llamadas democracias
liberales. Es decir, contar con un estado sólido, fuerte y con instituciones
públicas equilibradas en el poder, partidos políticos que han logrado
institucionalizar las demandas, intereses y necesidades de la población y
con un ejercicio de ciudadanía tanto civil, política y social aceptables.

Colombia, tuvo una independencia dirigida por los militares sin un proyecto
nación y el territorio se fragmentó en cuatro partes. Es recién en 1882 que
logra constituirse como república, pero continúa siendo gobernada por
regimenes militares autoritarios, lo que permitió la formación de grupos
guerrilleros contra el sistema que han perdurado hasta la actualidad
resquebrajando la estabilidad social e incrementando los mismos factores
de subdesarrollo que ha mantenido desde décadas atrás.
La constitución de los regímenes democráticos en la mayoría de países de
Latino América ha sido accidentada y colmada de militarismos y gobiernos
autoritarios. La diferencia de la situación actual y el desarrollo de cada uno
han dependido de la capacidad de forjar un proyecto país desde sus
procesos de independencia. Esto –a su vez- influye actualmente en la forma
en que cada país ejerce su ciudadanía, constituye su sociedad civil y

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establece sus políticas estatales. Los tres casos por examinar son Brasil,
Chile y Colombia.

II. PARTE DE LA HISTORIA DE LA DEMOCRACIA EN EL PERU

En el Perú, es muy conocido que aún no hemos consolidado nuestra


economía, a pesar del crecimiento continuo en este último quinquenio,
ello sigue dependiendo de una economía extractiva. Además nuestra
democracia aún sigue siendo muy endeble, nuestro estado está muy lejos
de ser fuerte y sólido, los poderes del estado no sólo están
desiquilabradas sino también desprestigiadas, partidos políticos en crisis –
por no decir sin partidos- que cada vez se abre más la brecha con la
población y, con el ejercicio de una ciudadanía pasiva o utilizando
términos de Sinesio López, una ciudadanía inconclusa. Puedo añadir, en
algunos casos, que los sectores más excluidos, ni siquiera son
considerados como ciudadanos.

La denominación gobierno del pueblo, en lo retórico es mucho más


atractiva en el país, la cual muchos caudillos han aprovechado para
distorsionar esta forma de la democracia, en cambio, el gobierno de los
políticos, aparentemente es menos atractiva- sobre todo en esta
coyuntura-, el descrédito hacia esta forma democrática no ha calado en la
población, además que la política se desacredita cada vez más. Sin
embargo, la democracia procedimental, es la que viene primando en
nuestras realidades en estos últimos años. Se ha realizado elecciones
presidenciales ininterrumpidamente desde 1980 hasta el 2006; 1980,
Fernando Belaúnde Ferry; 1985, Alan García Pérez; en 1990, Alberto
Fujimori -en segunda vuelta-; 1995, reelección de Fujimori; 2000, el
escandaloso fraude y re-reelección de Fujimori; 2001, Alejandro Toledo –
en segunda vuelta-; 2006, Alan García Pérez –segunda vuelta-. Además
se han realizado las elecciones a gobiernos locales y provinciales, incluido
en este último lustro las elecciones regionales; es decir, se ha venido
asegurando el debate político.

Diversos análisis sobre la democracia en el Perú y en Latinoamérica


concuerdan sobre la crisis de representatividad política, pero eso no

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implica que debamos desdeñarla, sino más bien buscar salidas concretas.
Para ello se debe ubicar esta aparente contradicción entre gobierno del
pueblo con gobierno de los políticos e ir adecuando a nuestras realidades
tan complejas y construir una cultura democrática según los procesos
sociales y políticos de nuestro país. Y no sólo quedarse en planteamientos
muy superficiales como lo es la democracia directa.

Se debe buscar fortalecer nuestras instituciones democráticas, la reforma


del estado debe ser tomado seriamente y responsablemente, los partidos
y/o movimientos políticos deben contar con propuestas programáticas
acorde a las necesidades e intereses de la sociedad y se debe generar las
condiciones para que el ejercicio ciudadano pueda intervenir en los
asuntos públicos y se genere un círculo virtuoso en lo social y en lo
político. Además en la dimensión económica, se debe sacar mejor
provecho de la “abundancia” que arrojan los datos macroeconómicos.

En conclusión, las discusiones entre democracia directa o democracia


representativa, deben centrarse en el elemento de complementariedad.
Las generaciones venideras tienen ese reto. La historia ha demostrado,
que esta oposición es más aparente que real. Es necesario contar con
ciudadanos involucrados en la vida política, social y económica del país,
que ejerzan su ciudadanía desde sus roles diversos, pero además, urge la
necesidad de democratizar los partidos políticos y también los
movimientos u organizaciones políticas y sociales. Un termómetro para
ello será este proceso de descentralización que viene en marcha, el
desarrollo local y/ regional está en la cancha de los propios actores. El
desarrollo endógeno puede permitir darle sostenibilidad al desarrollo del
país. “Para ello sigamos construyendo nuestra democracia”.

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