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La disciplina mejora los resultados académicos más que el número de alumnos por aula

Ni el tamaño de la clase, ni el número de ordenadores por aula, ni siquiera las actividades


extraescolares influyen en la mejora de los resultados de los alumnos españoles en desventaja
socioeconómica. A cambio afecta -y en muy elevada proporción- el clima de disciplina que se
alcanza en el aula. Lo dice un estudio que ha publicado la Organización para la Cooperación y
el Desarrollo Económicos (OCDE) a partir de los datos del último informe PISA. La
investigación, a la que ha tenido acceso EL MUNDO, partía del hecho de que los estudiantes de
las familias más pobres tienden a obtener muy bajos resultados en las pruebas de
Matemáticas, Comprensión Lectora y Ciencias que se realizan a los alumnos de 15 años de 70
países. ¿Qué factores les ayudarían a sacar notas más elevadas? La OCDE ha observado que
muchos países -entre ellos España- han mejorado sus resultados en la última década. La
proporción de estudiantes españoles en desventaja socioeconómica que han desafiado a su
destino y, a pesar de todas las dificultades, han alcanzado el nivel 3 (el intermedio) en PISA ha
subido del 17% registrado en 2006 a un 25% en 2015. Incrementos muy grandes se han
registrado también en Alemania, Portugal o Japón. Este tipo de alumnado prolifera, según el
ránking de la OCDE, en los países asiáticos y Canadá, pero escasea en Turquía, México o Chile.
¿Por qué? Los investigadores han hallado que el 30% de la mejora de estos resultados se
explica por un buen clima disciplinario. Estos alumnos a los que llama «resilientes» «acuden a
escuelas con un clima escolar positivo donde los estudiantes y profesores trabajan juntos en
un entorno ordenado donde no se llega tarde ni se falta a clase». A cambio, los recursos
materiales sólo explican un 10% de la variación, según detalla el analista de la OCDE Francesco
Avvisati, uno de los autores del estudio.

En España, añade, no se ha encontrado correlación entre el tamaño del aula y los resultados
obtenidos. Tampoco afectan las extraescolares impartidas ni la cantidad de ordenadores que
se pongan en clase. Si influyen, para bien, que los profesores no sean interinos y tengan un
proyecto continuado en la escuela y que los directores tengan capacidad de liderazgo. ¿Por
qué los estudiantes españoles más necesitados han mejorado tanto? Avvisati responde que «el
número de alumnos que han perdido días de clase o han llegado tarde se ha reducido de
forma significativa entre 2012 y 2015».«Cuando hay poca disciplina en el aula y los profesores
no tienen suficientes habilidades para gestionarlo, los estudiantes pierden las oportunidades
de aprendizaje que necesitan. De cada hora de clase, por ejemplo, sólo una fracción de tiempo
es dedicada realmente al aprendizaje. Después de unos años, esas diferencias pueden crear
una brecha sustancial entre los estudiantes. Los alumnos en desventaja no tienen recursos
para compensar esta pérdida», explica Avísatelas conclusiones de la OCDE van en la misma
línea de un estudio publicado recientemente por Francisco López Rupérez, director de la
Cátedra de Políticas Educativas de la Universidad Camilo José Cela, que dice que el esfuerzo, la
autodisciplina o el autocontrol son las claves del éxito. López Rupérez recuerda el trabajo
realizado por Aletta Grisay en 64 escuelas de Bélgica en el que se constató que el alumnado en
desventaja social obtenía buenas notas sobre todo en los centros que actuaban «con mano de
hierro en guante de seda», con profesores exigentes en sus expectativas. «Esos niños que, por
sus circunstancias familiares, son los que más necesitan de la escuela, no pueden ser
abandonados por la institución a sus propias posibilidades. Necesitan ser guiados,
encuadrados, controlados firmemente en su trabajo escolar”. Se pierde el 20% de la clase
poniendo orden Los profesores españoles de Secundaria aseguran que pierden más del 20%
del tiempo de cada sesión tratando de poner orden en el aula. Los alumnos no atienden a sus
indicaciones. Hay ruido y falta de orden. Los estudiantes no pueden trabajar bien y no se
ponen a la tarea hasta 10 minutos después de comenzada la clase, que ahora dura sólo 45
minutos. Éste es uno de los grandes problemas de la escuela española, más allá del debate
sobre la Religión o la titularidad de los centros educativos. En la media de otros países el caos y
la falta de atención son menores, aunque también preocupantes: el 13% del tiempo de clase
se malgasta intentando que los alumnos dejen de armar alboroto. Los datos proceden del
informe TALIS 2013 y los cita el analista de la OCDE Francisco Avvisati, que dice que mantener
la disciplina es lo que más les cuesta a los profesores novatos. Por eso no es casual que el
estudio encuentre que los resultados de los alumnos desfavorecidos mejoran en aquellas
escuelas donde los profesores llevan más tiempo y hay pocos interinos. ¿Qué pueden hacer las
autoridades educativas? «Los educadores, los líderes de las escuelas y los encargados de las
políticas educativas pueden mejorar el clima escolar con desarrollo profesional para los
profesores que les ayude a hacer un uso más efectivo de las horas lectivas”. “Tener profesores
experimentados y motivados es más importante que tener una clase con pocos alumnos. En
algunos países, de hecho, las escuelas con aulas de tamaño reducido terminan atrayendo a un
elevado porcentaje de profesores inexpertos y poco cualificados», recalca el autor del trabajo
titulado ¿Qué pueden hacer las escuelas y los países para ayudar a los alumnos desfavorecidos
a tener éxito en PISA? Añade que, en el caso concreto de España, también el ambiente escolar
es mejor en «escuelas que tienen pocos profesores con contratos fijos y más experiencia».
Avvisati plantea, asimismo, «intervenciones que ayuden a construir una relación más fuerte y
sincera con los padres y los niños». Cita el caso de varias escuelas francesas ubicadas en
barrios desfavorecidos que han empezado a organizar encuentros informales con las familias.
«Ha servido para reducir los malos comportamientos y mejorar el clima de la clase, no sólo
entre los alumnos sino también entre los padres que participaron en las charlas».

OLGA R. SANMARTÍN, El Mundo, 1 FEB. 2018

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