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Estudiante: Jose Luis Bedoya Castañeda

Entrega No. 2 Sentencia: C-239 de 1997

Tema: “La eutanasia, homicidio por piedad”

Explicación de la colisión de los derechos fundamentales involucrados

Según la demanda interpuesta ante la Corte Constitucional, se acusa al artículo 326 del
Código Penal que habla del “Homicidio por Piedad”, por considerar que:

 El estado debe proteger y garantizar la vida de las persona, evitando que esté en
situación de peligro y que alguien atente contra esta, para el demandante, esta norma
no cumple con tal premisa al permitir que a criterio medico se termine con la vida de
alguien que se le considera como obstáculo o estorbo.
 El derecho a la vida es un derecho fundamental, por tanto quien atente contra este
deberá ser sancionado conforme lo dispuesto en el Código Penal por normas
diferentes a la acusada, que según se expone debe ser declarada inexequible por su
insensibilidad moral y crueldad.
 La norma acusada vulnera el derecho a la igualdad al discriminar a los enfermos de
gravedad y ponerlos ante una situación diferente del resto de los enfermos.
 La vida es tratada en esta norma, no como un bien jurídico que debe ser protegido,
sino como una cosa que se puede destruir. La norma acusada es un deseo de liberación
de carga social en donde básicamente lo que se propone es dejar morir a las personas
a las puertas de los hospitales.
 La norma evoca las ideas fascistas y comunistas, donde el más débil es llevado a la
cámara de gas para “ayudarles a vivir mejor”.

La norma acusada considera el homicidio por piedad, como un homicidio que nace de la idea
de garantizar no solo una vida sino una muerte digna a aquellas personas que están en grave
sufrimiento, a esta visión se contrapone, la concepción del demandante en donde la norma es
violatoria del derecho a la vida y a la igualdad.
Desarrollo de las categorías principales usadas en los considerandos de la Corte
Constitucional

Para motivar su decisión y hacer un análisis profundo que le permita llegar a la mejor
conclusión, la Corte se ha valido de las siguientes categorías para construir un sendero que
la lleve finalmente a emitir un juicio.

 Elementos del homicidio por piedad: La Corte desarrolla el sentido del homicidio
por piedad para dar claridad sobre el término, para ello lo significa como la acción
que tiene como único objetivo terminar con el sufrimiento de otro, aclara además que
doctrinalmente, también ha sido llamado homicidio pietístico o eutanásico y que el
actor lo confunde con el homicidio eugenésico que tiene como único objetivo el
mejoramiento de la raza humana, significado que difiere del de homicidio eutanásico.
La Corte anota además que el homicidio pietístico, solo procede ante personas que
padezcan un dolor o enfermedad incurable, por tanto el objetivo no es eliminar su
improductividad sino terminar con su sufrimiento.
Es claro que la conducta compete a lo penal, por tanto no basta el sufrimiento como
causal del homicidio, sino que es necesario que haya una manifestación de voluntad,
pues el sujeto puede decidir seguir con su sufrimiento hasta el final, esta
consideración la Corte se plantea dos interrogantes que debe resolver:
1- ¿Desconoce o no la Carta, la sanción que contempla el artículo 326 del
Código Penal para el tipo de homicidio piadoso?
2- ¿Cuál es la relevancia jurídica del consentimiento del sujeto pasivo del
hecho?

Para dar respuesta a estas preguntas la Corte desarrolla las siguientes categorías, en
donde aclara que por ser el homicidio por piedad un tipo doloso, las reflexiones
estarán dentro de los límites de esta forma de culpabilidad.

La Constitución colombiana consagra un derecho penal del acto, que supone la


adopción del principio de culpabilidad.
El artículo 29 de la Constitución, establece que no hay delito sin conducta, y es así
como la Corte deduce que el constituyente centra su preocupación en un derecho
penal del acto y no por un derecho penal del autor. De esto se desprende que la
punición se constituye por una exterioridad, por esta razón al hombre se castiga por
el hecho y no por el pensamiento, en ultimas, del hombre solo se juzga sus actos, no
sus deseos pensamientos o sentimientos.
Además un derecho penal del acto supone un autor y la existencia material de un
resultado, es decir, el derecho penal del acto supone la culpabilidad en donde el
hombre controla su comportamiento externo, es por esta razón que solo puede
llamarse acto al hecho voluntario, así razona la Corte. En este sentido, la pena no
refiere solo al acto sino al sentido subjetivo que es conferido a este, considerando solo
como autor de un hecho a aquel que tenga relación entre su decisión, su acción y el
resultado, teniendo en cuenta su capacidad psicofísica para ejecutar el hecho, en
síntesis no puede haber acción sin culpa respondiendo al elemento subjetivo o
psicológico del acto punible. De ahí la Corte entiende el delito como una acción fruto
de una decisión que no puede ser castigada sino es intencional bajo los parámetros de
la conciencia y la voluntad de una persona que comprende y quiere, por tal razón,
solo puede imponerse una pena a quien ha ejecutado culpablemente un injusto.
Para el derecho penal la culpabilidad es de grado, es decir, una sanción puede ser
mayor o menos en la medida en que se atienda a la proporcionalidad de la
culpabilidad. Existen subjetividades que la ley ha establecido como excepciones o
atenuación del delito, por tanto las subjetividades distinguen un comportamiento
punible del que no lo es. Es entonces importante, tener en cuenta el grado de
culpabilidad para no dejar de lado los móviles de conducta que el legislador ha
considerado relevantes para describir el acto punible, es de anotar que tales móviles
determinan el tipo en cuanto se ajusten a la Constitución.
La piedad como consideración subjetiva del acto
Habiendo entonces determinado que las subjetividades pueden hacer parte de la
descripción de tipo penal y que por tanto no viola alguna disposición Constitucional,
la Corte procede a determinar si la norma es proporcional y razonable en el sentido
que la disminución de la pena responde en el sentido subjetivo del acto o si por el
contrario desconoce algún derecho o garantía constitucional.
La piedad es un estado afectivo de conmoción, así como lo es el dolor y estando
consagrado en el Código Penal, diferenciando la piedad por llevar a obrar a favor del
otro. Terminar con la vida de otro para eliminar el sufrimiento es un acto evidente de
compasión y es por esta razón que el legislador ha dado un trato distinto a este tipo
de homicidio, tal trato no desconoce el derecho a la vida, pues la existencia de la
sanción supone una reprensión por el acto que en favor de la subjetividad es menor,
aduciendo al principio de culpabilidad.
Bien cabe cuestionar que la norma acusada desconoce el bien jurídico a la vida, pero
por otra parte responde a la motivación del acto, a prima facie solo el legislador
determina esto, sin poder el juez constitucional desconocer los criterios que llevan a
esta elección. Además la Corte, en este punto anota que históricamente la piedad ha
sido considerada por el legislado como un atenuante de la sanción, teniendo así
consideraciones tan especiales que podrían llegar hasta la concesión del perdón
judicial, en razón de que el hecho fue realizado por piedad.
La Corte anota además que no basta la piedad para que el acto punible sea calificado
como homicidio por piedad, hace falta cumplir con otros supuestos de tipo penal para
la configuración de este acto como el sufrimiento irremediable del sujeto y su
manifestación de voluntad, sin estos no es suficiente la piedad para la configuración
del hecho. En el homicidio por piedad, el sujeto activo reconoce que el otro es
portador de derechos y los respeta, sin embargo en la situación de sufrimiento
irremediable la muerte es un acto de compasión.
En este sentido, no cabe colegir la inconstitucionalidad de la norma, ello implicaría
desconocer las subjetividades y juzgar el hecho por si solo tal y como lo hace el
acusador, además de contrariar los mandatos de la Constitución. Es claro que el
demandante no tiene en cuenta que en un Estado Social de Derecho, la pena está
supeditada al grado de culpabilidad del acto.
 Consentimiento del sujeto pasivo.
El consentimiento en algunas ocasiones para el derecho penal es causa de atipicidad,
por ejemplo, el hurto, si este es consentido no es un acto típico como tal, cuando se
lleva a cabo un aborto con el consentimiento de la materna, la pena es menor, en
cuento al homicidio por piedad no hay referencia alguna sobre el consentimiento,
¿Significa esta omisión que dicho consentimiento no es relevante?
El Codigo Penal de 1936 habla del homicidio consentido y a este le asignaba una
pena atenuada, lo que permite vislumbrar como el legilador, históricamente considera
las subjetividades como atenuantes, conjuntamente con este tipo nace el homicidio
pietístico en donde el autor obraba con el fin de poner término a un sufrimiento
irremediable, en este caso, el juez con las consideraciones del caso podía incluso
concederle el perdón judicial si el sujeto además de actuar con piedad, había actuado
bajo la manifestación de voluntad del sujeto pasivo. La Corte anota que en este
contexto no existe sanción para la tentativa de suicidio, por lo que se entendía la
decisión del individuo sobre el fin de su existencia como una decisión que se podía
tomar en razón de la autonomía personal sin algún “reproche penal”.
La Constitución de 1991 introduce modificaciones en los derechos fundamentales,
que ameritan el análisis del Código Penal a la luz de la nueva Constitución. Es
entonces tarea de la Corte analizar la penalización del homicidio por piedad,
obedeciendo a la voluntad del sujeto pasivo mismo.
El derecho a la vida y la autonomía a la luz de la Constitución de 1991.
Si bien la vida se ha visto como el bien jurídico mas importante y que sin este no
podrían ejercerse los demás derechos, el interrogante de cómo se debe vivir en caso
de estar sufriendo radicalmente puede abordarse desde dos posiciones según lo dice
la Corte: 1- La que asume la vida como algo sagrado y 2- Aquella que estima que es
un bien valioso pero no sagrado. La implicación de la primera posición, es asumir
que la muerte debe llegar por razones naturales, en la segunda puede considerarse la
muerte como una solución extrema al sufrimiento que hace que la vida del individuo
no sea digna y deseable y que este autónomamente decida prescindir de ella.
La Corte advierte entonces que para analizar la norma a la luz de la Constitución de
1991, hay que recurrir al pluralismo, a los derechos, a la libertad y a la perspectiva
secular en general que inspira la norma fundante.
Para dimensionar el significado dado constitucionalmente a la dignidad humana, la
Corte se vale se conceptos que ella misma había emitido, resaltando el
reconocimiento de la autonomía e identidad como implicaciones de reconocer la
dignidad humana como principio fundante del Estado.
La Corte también trae a colación la solidaridad como uno de los principios rectores
del Estado colombiano y que implica el socorrer a aquel que se encuentre en situación
de necesidad. En este sentido no es difícil encontrar en la norma un sentido solidario
el dar respuesta a la necesidad que demanda el sufrimiento ajeno.
Ni si quiera el colectivo religioso o moral puede imponerse sobre tales decisiones,
pues no existe nada tan cruel como obligar a alguien a no prescindir de su existencia,
aun sabiendo que esta se desarrolla en medio de padecimientos abrumadores e
irremediables, teniendo en cuenta además que la filosofía de la Carta, propende entre
otras cosas, por la erradicación de la crueldad.
En conclusión, no puede obligarse a alguien a vivir, pues la moral y el derecho están
al servicio de los derechos y no de los deberes, es decir, el vivir bajo ciertos
parámetros religiosos, no implica que deban los demás vivir también así, pues cada
individuo puede vivir su vida plena e independientemente sin interferencia alguna.
Por último, si la dignidad humana atraviesa todo el ordenamiento jurídico, no se
puede atribuir, explica la Corte, a razones divinas el desconocimiento del valor que
cada persona da a la vida.
La vida como valor constitucional, el deber del Estado de protegerla y su
relación con la autonomía de la persona:
La vida como un valor constitucional tiene un carácter vinculante para el Estado,
además la Constitución también busca la Unidad Nacional y propende por el actuar
humanitario, así lo establece el artículo 95 ordinal 2 de la Constitución, por ultimo
busca también que los habitantes del país protejan al máximo su vida. Claramente la
norma fundante tiene una clara tendencia a la conservación de la vida por parte del
Estado, sin embargo, esta protección no puede desconocer la autonomía y dignidad
de las personas.
La Corte trae a colación una sentencia de la misma Corporación (T-493 de 1993) en
donde se crea un hito a cerca de lo que al caso respecta.

"La decisión de María Libia Pérez Angel (quien padecía de cáncer) de no acudir a
los servicios médicos ...no vulnera ni amenaza los derechos de los demás, ni el
ordenamiento jurídico; por consiguiente, merece ser respetada, dentro del ámbito
del reconocimiento de su derecho al libre desarrollo de su personalidad".
Posterior a esta cita la Corte refiere lo que la Corporación misma había dicho también
anteriormente y es aclarar que los derechos fundamentales no son absolutos y que
estos deben guardar armonía con los demás bienes protegidos. La Corte concluye
entonces que si los derechos no son absolutos, tampoco lo es el deber de garantizarlos
cuando el límite es la decisión del individuo.

Enfermos terminales, homicidio por piedad y consentimiento del sujeto pasivo.


Teniendo en cuenta lo anterior la Corte procede a anotar que la protección a la vida
debe guardar coherencia con la dignidad humana y el libre desarrollo de la
personalidad, por tanto el derecho a la vida para el Estado cede ante la manifestación
personal de querer prescindir de la vida a causa de un sufrimiento, teniendo en cuenta
que en estos casos por lo general hay un parte médico en donde la muerte es inevitable
y se dará en un tiempo “relativamente corto”. Esto somete al sujeto pasivo a la
consideración de que no tiene la opción de morir o tener un resto de vida plena, sino
morir o vivir de una manera deplorable e indigna. De esto se desprende entonces,
que vivir dignamente implica la muerte, extender la vida ligada a una condena de
muerte sometida a sufrimiento se constituye como un acto cruel e inhumano que anula
la dignidad y la autonomía.
Por esta razón el Estado no puede oponerse a la manifestación de la autonomía en
donde la persona que está sufriendo en favor de una enfermedad terminal ha decidido
no seguir viviendo. La legislación ha establecido excepciones en donde matar no se
constituye como acto antijurídico, así lo ha establecido bajo figuras como la legítima
defensa. En este sentido, el homicidio pietístico responde a la solicitud de quien ha
manifestado libremente el deseo de prescindir de la vida, aquí la Corte es insistente y
hace hincapié en la necesidad de que el consentimiento del sujeto pasivo sea libre y
la persona comprenda la situación en la que se encuentra.

De estas consideraciones la Corte determina entonces, que el sujeto activo del homicidio
por piedad debe ser un médico que este en capacidad de presentar la información necesaria
al paciente y brinde las condiciones para morir dignamente. Aquí la Corte anota una de las
razones por la que esta sentencia goce de gran reconocimiento y controversia “en los casos
de enfermos terminales, los médicos que ejecuten el hecho descrito en la norma penal con el
consentimiento del sujeto pasivo no pueden ser, entonces, objeto de sanción y, en consecuencia, los
jueces deben exonerar de responsabilidad a quienes así obren”.

 La regulación de la muerte digna:


El Estado debe propender por la protección de la vida, en este sentido, hablar del
homicidio pietístico implica establecer estrictos requisitos a cerca del procedimiento
que debe ser llevado a cabo para su ejecución, asegurándose que la decisión sea
racional y no sea producto de la inestabilidad emocional del sujeto pasivo de la
acción. En esta categoría la Corte da ejemplos de cómo el legislador podría establecer
estos parámetros como una orden judicial o una reunión de apoyo previo a la
manifestación de consentimiento del sujeto pasivo, en este sentido, el estado debe
ofrecer a os enfermos terminales todas las posibilidades para que estos sigan viviendo
contratamientos que alivien su dolor. Los puntos de la regulación de que habla la
Corte son:
1. Verificación rigurosa por personas competentes.
2. Indicación clara de las personas que deben intervenir en el proceso.
3. Circunstancias bajo las cuales se hace la manifestación de consentimiento.
4. Medidas que deben ser usadas por el sujeto calificado para obtener el
resultado filantrópico.
5. Incorporación al proceso educativo de temas como el valor a la vida y su
relación con la responsabilidad social, la libertad y la autonomía de la persona.

Para efectos jurídicos, mientras se expide la norma correspondiente, los homicidios


pietísticos, tendrán que ser investigados para ver si cumplen con las características
que hacen de este un homicidio filantrópico, que su objetivo es humanístico y
responde a la pretensión de garantizar una muerte digna. Además y para finalizar, la
Corte exhorta al Congreso, para que en el menor tiempo posible expida la
normatividad y teniendo en cuenta las consideraciones de humanidad, regule la
muerte digna.
Desarrollo del test de proporcionalidad

Es importante tener en cuenta que la norma acusada, fue declarada exequible y por tal razón
el test de proporcionalidad, fue desarrollado en las categorías utilizadas a lo largo de la
sentencia y que estas expuestas en el punto anterior, corresponde entonces a este punto
verificar el cumplimiento de estos parámetros.

 Idoneidad: La Corte ha aclarado que los derechos fundamentales no son absolutos y


que además todos están irradiados por la dignidad humana, entonces, siendo la vida
un principio rector de nuestra Constitución, entendiéndola en condiciones de
dignidad, la norma persigue un fin legítimo, pues no interviene el derecho a la vida
de manera abrupta sino que lo somete a condiciones de humanidad, solidaridad y
dignidad para que sea intervenida. Es decir la norma acusada persigue un fin legítimo
en cuanto la vida digna implica morir dignamente.
 Necesidad: El establecimiento de condiciones muy específicas para le ejecución del
homicidio pietístico, hacen que la intervención del derecho sea la manera menos
lesiva que se encontró para garantizar la dignidad humana, pues solo bajo condiciones
extremas podrá llevarse a cabo tal procedimiento, evidenciándose así como este es el
último y único recurso del que se dispone para garantizar la dignidad humana. Con
base a los razonamientos de la Corte, la norma no atraviesa el núcleo esencial del
derecho, pues no reduce la vida a la subsistencia sino que la define como el derecho
a vivir dignamente.
 Proporcionalidad: La búsqueda de la armonía de los principios que rigen la carta
fundante permiten entonces que haya un directa relación entre cada uno de ellos, por
esta razón la afectación del derecho a la vida es menor que la importancia del fin que
se persigue, pues no puede negarse que es ineludible la muerte del sujeto pasivo de la
acción a corto plazo y que extenderla va en contra de su dignidad y es como tal un
acto de crueldad, por tanto el homicidio como afectación del derecho a la vida es
perfectamente eficaz para perseguir el fin, en este caso la muerte como medio no
acorta las posibilidades de vida, pues si el sujeto esta desahuciado, responderá el
homicidio a un acto de piedad y no de arbitrariedad, teniendo en cuenta que la norma
busca además garantizar la autonomía de la voluntad.
Habiendo la norma acusada cumplido con cada uno de los criterios del test de
proporcionalidad, la Corte declara exequible la norma y deja que siga haciendo parte del
ordenamiento jurídico.

Explicación del contenido esencial de los derechos involucrados

Para fallar, la Corte dio a entender el contenido de los derechos a:

 La vida: La Corte define el derecho a la vida como un principio del ordenamiento


que hace posible el ejercicio de los demás derechos y que por tanto debe ser
garantizado y cuidado por el Estado bajo los parámetros de los demás principios.
La Corte atañe además que la vida no puede ser considerada ante la corporación como
algo sagrado, ni tampoco reducírsele a la subsistencia, sino que este derecho como tal
implica el vivir dignamente
 La autonomía: La Corte en esta sentencia usa la autonomía como una manifestación
de la libertad, de la individualidad y el libre desarrollo de la personalidad, implicando
entonces el deber para el Estado de respetarla y no intervenir en las decisiones que
como manifestación de su voluntad toma una persona.
 La dignidad: La Corte explica y utiliza este derecho como un principio rector del
Estado y precisa que más que un derecho debe entenderse como la afectividad del
sistema de derechos y garantías en general.
 La solidaridad: La actividad hermenéutica que la Corte lleva a cabo con cada uno
de los derechos, la hace guiándose por la filosofía y espíritu de la Constitución, a
diferencia del contenido que da a los derechos anteriores, el derecho a la solidaridad
lo significa dentro del tenor literal del artículo 95 de la constitución, en donde la Corte
añade además que la solidaridad es un postulado básico del Estado y establece el
deber de los ciudadanos de socorrer a la persona que se encuentre en situación de
necesidad, con razones humanitarias, siento esta última afirmación el contenido
esencial del derecho.

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