Las Anticuecas de Violeta Parra son un conjunto de 5 piezas musicales compuestas para guitarra que alteran la forma rítmica y armónica tradicional de la cueca chilena. Violeta creó las Anticuecas de manera similar a como su hermano Nicanor creó los Antipoemas, experimentando con los parámetros de la cueca pero rechazando su forma como baile. A pesar de ser una obra arriesgada que estuvo poco difundida, las Anticuecas eventualmente fueron validadas como una importante contribución musical y
Las Anticuecas de Violeta Parra son un conjunto de 5 piezas musicales compuestas para guitarra que alteran la forma rítmica y armónica tradicional de la cueca chilena. Violeta creó las Anticuecas de manera similar a como su hermano Nicanor creó los Antipoemas, experimentando con los parámetros de la cueca pero rechazando su forma como baile. A pesar de ser una obra arriesgada que estuvo poco difundida, las Anticuecas eventualmente fueron validadas como una importante contribución musical y
Las Anticuecas de Violeta Parra son un conjunto de 5 piezas musicales compuestas para guitarra que alteran la forma rítmica y armónica tradicional de la cueca chilena. Violeta creó las Anticuecas de manera similar a como su hermano Nicanor creó los Antipoemas, experimentando con los parámetros de la cueca pero rechazando su forma como baile. A pesar de ser una obra arriesgada que estuvo poco difundida, las Anticuecas eventualmente fueron validadas como una importante contribución musical y
Al centenario de su nacimiento, pareciera difícil poner nombres al trabajo de Violeta Parra.
Esto no sólo porque la cantora nacional ha sembrado una fértil obra que, a pesar de los años de su silencio, sigue creciendo inexorablemente. Ni tampoco porque sus versos y acordes sean las raíces de cada vez más voces que buscan cantar en su nombre. Más bien, si hay algo inclasificable en su obra es porque, a pesar de que su voz acogió el canto de todos, en ella brota un misterio que enrarece “lo común” y lo transforma en algo “otro”. Es así que una vez conocida la recopiladora, nació la compositora; y, una vez asimilada esta última, dio a luz a la pintora y la bordadora. Tanto en su vida como en su obra, siempre algo inesperado se ha revelado ajeno a todo lo anterior, para luego mostrarse nuevo. Y en este constante movimiento, “la tradición” ha deambulado hacia “lo moderno” y “lo moderno” ha devenido en “tradición”. Así, gracias al ingenio de Violeta, una mazurca se hizo modérnica y una cueca se volvió anticueca. Si bien la “Mazúrquica modérnica” puede resultar familiar, muchos no saben que por el término “Anticueca” Violeta nombró un conjunto de cinco piezas interpretadas en guitarra. Y, mucho menos, que ellas junto a “El Gavilán” fueron las obras que la validarían como una compositora ante los ojos de la academia. Pero, ¿qué son estas Anticuecas? Eulogio Dávalos, reconocido guitarrista chileno, recuerda en su libro “Una leyenda hecha guitarra” (2016) el momento en que Violeta le contó de estas obras, diciéndole: “como mi hermano Nicanor tiene los Antipoemas, yo tengo unas Anticuecas”. En consecuencia, de manera similar a las creaciones del antipoeta, estas cinco composiciones corresponden a una elaboración musical que altera la forma rítmica y armónica de la cueca tradicional. Opción que reniega de ésta como baile, pero, a su vez, permite experimentar con los parámetros que la componen. ¿Una apuesta arriesgada?, tal vez. Porque, por un lado, esta abstracción radicó en el desconocimiento y poca difusión que tuvo esta música hasta 1999, año que Warner Music Chile las edita por primera vez en el álbum “Composiciones para Guitarra”. Anteriormente, las “Anticuecas” sólo se debieron conformar con aparecer de manera parcial en un EP grabado en 1957 – que incluye sólo las dos primeras- y después pernoctar por largos años en un conjunto de grabaciones privadas. Y, por otro lado, esta experimentación y desarrollo permitió que, gracias a su distanciamiento del folclor conocido, los intelectuales y compositores comenzaron a cimentar su valoración artística. No por nada Enrique Bello logró decir, años después de su muerte, que las “Anticuecas” son una obra “digna de figurar entre las mejores composiciones de música culta para este instrumento en cualquier parte del mundo”. Esto, justamente, es lo que vuelve apasionante a la figura de Violeta. Porque más allá de las clasificaciones que la academia o la industria puedan hacer sobre ella, siempre hay algo que vuelve incómodo y tensiona a estos nombres. ¿Es acaso una folclorista? No lo pareciera cuando declara en la revista Ecran: “para expresar mi dolor, ‘descubrí’ la música atonal”. ¿Una compositora culta? Ella replicaría: “Yo no sé música. De pronto mis manos juegan sobre las cuerdas y toco algo nuevo”. Estas “Anticuecas” se vuelven, pues, uno más de sus misterios. Una música iridiscente, que cambia su color dependiendo del ángulo de quien mire. Para algunos devendrá “elevada”, producto del genio capaz de sublimar lo folclórico. Para otros popular, fruto de una espontaneidad arraigada en la memoria y sus palabras. Sea cual sea el caso, estos calificativos no se vuelcan más que en grafías incapaces de asir su naturaleza. Una guitarra indócil, como decía Patricio Manns, que transita entre conservatorios y escenarios, en grabaciones y voces, pero, aun así, mantiene algo de sí oculta para revelarse nueva ante otros ojos.
Para escuchar: - Violeta Parra – Composiciones para guitarra - Mauricio Valdebenito – Música chilena para guitarra - Pascuala Ilabaca – Pascuala canta a Violeta.