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El objetivo de este ejercicio es conseguir una aproximación al punto y modo articulatorio del
fonema /R/ por medio de una estrategia más sencilla, y sin tener que explicar al niño aspectos más
complejos acerca de la posición de la lengua (algo que puede resultar arduo y complicado, sobre todo
con los más pequeños).
Al principio, el niño sólo emitirá el sonido /r/ suave, pero con mucha práctica e intentando que el
choque de la lengua con el paladar sea cada vez más duradero y fuerte, se puede alcanzar una
vibración lingual. En el paso 2, cuando expulse el aire por la boca, se le puede ofrecer apoyo por
medio de un depresor, ayudándole a mantener la lengua elevada y en contacto con el paladar, y
simulando con movimientos rápidos de arriba-abajo la vibración que queremos conseguir. Asimismo,
el depresor puede utilizarse para colocar la lengua en la posición que más nos interese.
Una variante del ejercicio anterior consiste en añadir la vocal /a/ antes de la /r/ suave, asegurando
una salida de aire previa de forma natural.
Otra opción es apoyarnos en la
pronunciación de las sílabas trabadas, en caso de que estén adquiridas. Inicialmente la más sencilla
es la [tr-] por la proximidad del punto de articulación entre los fonemas /t/ y /r/. Si bien, en ocasiones
el niño no pronuncia el sinfón [tr-], pero sí otros; en ese caso se puede realizar este mismo ejercicio
con el grupo consonántico que emita, aunque hay que tener en cuenta que los grupos consonánticos
velares [cr-], [gr] suelen ser más difíciles de articular, después vendrían los labiodentales [fr-], a
continuación los linguodentales [dr-], y por último los más sencillos de pronunciar son los alveolares
[tr-] y labiales [br-] y [pr-]. Por tanto, si el niño produce todas las sílabas trabadas, es recomendable
realizar este ejercicio con las más sencillas, a ser posible [tr-]. Las instrucciones son muy parecidas
al ejercicio anterior:
Al igual que en la actividad de la /r/ suave, debemos conseguir que poco a poco el contacto de la
lengua con el paladar sea más fuerte y duradero. Una vez lograda la vibración lingual, se inician
ejercicios en los que la /t/ va desapareciendo de forma progresiva, dejando paso únicamente a la /R/
múltiple.
Como consejos finales, en esta intervención se deben probar múltiples alternativas y observar cuál
puede ajustarse mejor a las características del niño. Es importante ir paso a paso y no acelerarse en
el proceso, entrenando los diferentes objetivos de forma jerárquica y organizada, asegurando la
asimilación de los pasos iniciales y básicos para así facilitar y poder alcanzar los siguientes.
Es recomendable tener presente que estas actividades necesitan mucha práctica y repetición. Los
apoyos visuales resultan de gran ayuda como medio de trabajo en sesión y en casa, para que tanto
el niño como sus padres entiendan el ejercicio y su adecuado desempeño. Debemos asegurarnos de
que el niño y los padres saben cómo llevar a cabo la práctica.
Hay niños que realizan los ejercicios y consiguen el objetivo de intervención con cierta celeridad. Sin
embargo, a otros puede llevarles más tiempo. El periodo de aprendizaje aproximado suele ser de
al menos 3 a 4 meses, debido a que el tratamiento no sólo se basa en la consecución de la articulación
del fonema, sino también en su generalización, (que consiste en que el niño integre el sonido en su
lenguaje espontáneo). Éste es uno de los pasos más complicados, ya que el niño debe ser consciente
a la hora de introducir el fonema en su habla en los diferentes contextos en los que se desenvuelve.
En este caso, con los más mayores se pueden utilizar registros para obtener un control por nuestra
parte, así como una mayor concienciación y aplicación por su parte.