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Guillermo Cabrera Infante ENTRE LA HISTORIA Y LA NADA Notas sobre una Ideologia del sulcidio siento o padezco una curiosidad morbosa, un atractivo fatal, una suerte de fascinacién por 1 suicidio ~no solo de los demas. Veo el suicidio no como tuna via de escape sino como un bastién de defensa que es, un muro infranqueable: el recurso primero y tiltimo. También podria ser una exploracién de los extremos posibles de la personalidad y del ser. Pero de pronto, un dia, después de conocer la noticia del suicidio dramtico (el suicidio es siempre una salida teatral, como lo de- muestra Hedda Gabbler: exit, then sudden last curtain) de Haydée Santamaria, heroina de Ia Revolucién Cubana ‘que escogia no ser una mértir, como habian sido su her mano Abel y su novio Boris Santa Coloma (ambos asesi- nados en el asalto al cuartel Moncada en 1953), sino una suicida, fue en ese momento que pensé que la Yeyé fa liar que conoci no era una victima: su suicidio era una de- claracin de principios ~y de fines. El suicidio era su ini- a ideologia, a pesar del fidelismo que la hizo politica y del marxismo al que se convirtié mas tarde. Haydée San- ‘tamarfa no habia nacido para la muerte, como todos, sino para el suicidio, como the unhappy few. Esta fe revelada ‘ahora era la fe de unos pocos y la nica ideologia cubana porible ala revolucién, a la Repiblica antes, a Cuba des- deel siglo anterior. Todos los demas suicidas de que voy a hablar en seguida parecen personajes voluntariamente trégicos. En realidad no son més que versiones politicas cde Chegerezada, a quienes el Gran Dios que inwenté He- rédoto conmina: “La historia o la vida.”” La Revolucion, ‘Cubana es esa historia prometida. No se puede entender la Revolucién Cubana si no se considera como uno de sus elementos integrales, casi esencial, al suicidio. El término revolucién por supuesto es aqui una mera convencién politica, como el nacional socialismo de Hitler. En Cuba siempre s¢ ha hablado de revolucin y a menudo de Revolucién: durante la colonia, cen las guerras de independencia y, por descontado, en la repiblica, de 1902 a 1958. El partido independentista, fundado en su exitio americano por José Marti, se lamé Partido Revolucionario Cubano. Lo que no parecid inusi- tado ni peligroso entonces. Luego cada rebelién, revuelta ‘0 motin local, mas « menos confuso, contra el orden repu- blicano, mds 0 menos democrético, era una revolucién. El ‘mdximo lider antimachadista fue el profesor universitario y médico Ramén Grau San Martin, personaje de veras sur s evidente (si no lo serd antes de que termine E este ensayo con un tiro en la sien ajena) que > Una version reducida de ete ensayo apareciéen el ndimero 17/18 de Evcendler. | generis en la politica cubana, Et doctor Grau llamé al par- tido que fundé Revolucionario Cubano (Auténtico), pero Grau s6lo se pudo llamar revolucionario por el tesén ma- nidtico de Antonio Guiteras Holmes. Ese Tony Guiteras hijo de inglesa y cubano que Hollywood convirtié en hé- roe american (en la pelicula Rompiendo las cadenas- We Were Strangers) porque hasta la década del sesenta era muy dificil para el cine americano coneebir un héroe cubano ~y aun en Che, ese epitafio épico, el héroe era apenas argentino. Guiteras, que habla peleado contra Machado, combatié a Batista que casi estrenaba enton- ces su poderio erratico y oportunista con una torpeza a veces implacable— y perdié: era el héroe como loser. Gui teras, lider derrotado, traté de huir de Cuba, pero escogid su salida de la isla en condiciones de tal dificultad y riesgo ‘que la empresa siempre estuvo destinada al fracaso, Este destino conocido lo convirtié en mértir. Guiteras enfrent6 la muerte que excogié como si estuviera condenado ante el pelotén de fusilamiento. Esa eleccién fue de veras un sui- Cidio. Pero Grau San Martin era todo menos un suicida. Las ideas confusas de Guiteras las hizo atin mas imprecisas y su Partido Revolucionario Cubano (Auténtico) lollev6 no ‘a una revolucién fracasada sino a la presidencia en elec ciones democraticas, para derrotar por primera vez a Ba- tista —o a su candidato al poder por poder. Cosa curiosa, Batista, mulato, obrero y soldado, escogié como su suce- sor a un miembro eminente de la alta burguesia criolla ain mis curioso, fue apoyado tambien por los comunis- tas y su lider negro. La revolucién de Grau San Martin, una vez en la presidencia estable, se hizo notar por su au- sencia absoluta en un gobierno mds corrupto que los que le precedieron~ incluido el del propio Batista en sus dife- rentes avatares presidenciales. Durante el mando del doc- tor Grau y de su sucesor Carlos Prio (1944-1952), las ban- das de gangsters merodeaban por las calles oscuras y los. misterios mohosos de La Habana Vieja para matarse en- tre sf por ideologias més oscuras que las calles y por po- bres puestos publicos en los ministerios vetustos. Sus nombres oficiales (nadie era clandestine entonces) eran Movimiento Social Revolucionario o Unién Insurreccio- nal Revolucionaria, Esta ditima tuvo el dudoso honor de contar al imberbe Fidel Castro ~bien lejos entonces del barbudo Marx entre sus pistoleros mas audaces. Tales pandillas habian surgido de la desintegracién violenta bajo el largo régimen de Batista (1933-1944) de una aso- ciacién politica clandestina. Accién Revolucionaria Gui teras, ala vez en homenaje y como pretexto politico para vengar la muerte de Tony Guiteras. No es extraito que la accién tipica de esta pandilla fuera de evidente kamikaze. 1 Séo el suicidio venga al suicida. Como se ve no es nuevo el adjetivo revolucionario en Y Cuba, No es nuevo el uso de esa palabra en todas partes, desde Thomas Paine en la querra de independencia de los Estados Unidos, hasta Joseph Goebbels, que llanné al irresistible ascenso alemin de Adolf Hitler, enfaticamen- te, “nuestra revolucién”. Pero de alguna manera hay que Namar a la resistible toma del poder por Fidel Castro Cuando una institucin politica que ha cambiado varias veces de ideologia insiste en titularse de cierta manera (los Soviets, los Estados Unidos) hay que aceptar esta im- posicidn como un uso. Es la solucién lGgica, verbal his- térica al problema de la identidad estatal. De lo contrario habria que debatir eternamente nomenclaturas obsoletas © absurdas. La Revolucién Cubana ~ahi esta el nombre revolucio- nario con todas sus maytisculas~ no llegé al poder como se cree gracias a que Fulgencio Batista (de nuevo en acti~ idades de complot militar veinte aos después haber aprendido la técnica del golpe de Estado sin haber leido a Malaparte: Bonaparte le bastaba), entonces general ho- nnorario que jamds visitd siquiera una batalla, dio su ter cer madrugonazo el 10 de marzo de 1952, a solo tres me- ses de unas eleceiones democraticas que nunca yand y 10- dos perdimos. La oportunidad de que Fidel Castro ~en- tonees lider estudiantil sin nombre, politico de poco por- venir electoral y siempre un pandillero pudiera agluti- nar la resistencia armada contra Batista y la eventual cai- da y fuga de este hombre fuerte que era en realidad un dé- bil ambicioso de popularidad, poder y dinero, comenzé de veras el 5 de agosto de 1951, casi un aito antes. Ese do- rmingo dulce de verano se suicidé en un estudio dela radio habanera, Eduardo Chibés, mas conocido por Eddy Chi- bis o ya més intimo como el Loco. Chibds era hasta ese momento el politico més popular jamds habido en Cuba, incluyendo al Doctor Grau y al general Menocal, ambos presidentes, ambos caudillos impolutos devenidos hom- bres venales en la presidencia. Eddy Chibas, al revés de los lideres que le precedieron, era un hombre honrado, rico heredero a quien no interesaba nada el dinero, un po- Iitico honesto movido por una obsesién dominante: la ab- soluta honestidad pablica. Sabja que habia que limpiar los establos de Augias cubanos y se presentaba como el d= nico Hércules posible, Ese fue su error: nominar para una tarea hercilea a un hombre que era emocionalmente in- capaz para hacerla: a si mismo. Chibs no era muy esta ble emocionalmente y su apodo del Loco parecia a veces ser més que un mote o un motto. Eddy Chibas habia sido partidario del Doctor Grau desde que sustituyera al general Machado en 1933 y fuera derrocado a su vez por Batista. Desilusionado de Grau como presidente venal, Chibés paso pronto a la oposi- cid, ereando de paso un partido al que llamé Ortodoxo, en retoal Partido Auténtico de Grau. Ambos se dectan i- niicos herederos directos del Partido Revolucionario Cus bbano de Marit, El Partido Ortodoxo aunque no de nom- bre era revolucionario por implicacién y Chibas no habia ddcjado de considerarse revolucionario nunca —nadie po- dia hacerlo en Cuba, Ahora Chibis us6 la palabra, su voz estridente, su osadia en Ia tribuna radial para hacer su re- volucién de limpiar una vez mas el templo de la repabblica de cambistas deshonestos. Pero para arrojar a los merca~ deres del templo hace falta un Jesis y aun el mismo Jestis fue crucificado poco después. Chibas concibié su propia, crucifixién como una version radial del harakiri. El ant guo aliado de Grau se dedieé a fustigar verbalmente al 1o- davia presidente Grau, se postulé a la presidencia y cuan- do gané el candidato de Grau, su antiguo compafero de luchas estudiantiles Carlos Prio, Chibds se hizo ain mas virulento en sus ataques al gobierno y a su nuevo jefe. Era ‘un martinete maniaco atacando al Presidente Prio, a sus hermanos, a sus ministros, a su politica entera. Todo Prio perecerd. Lo hacia a través de una hora de radio rentada los domingos en la tarde por el Partido Ortodoxo, peroen parte pagada por el propio Ghibés. Su vor chillons, de corres arrastradas, estridente era un instrumento eficaz por el micréfono que al mismo tiempo ocultaba la corta estatura del orador, su figura rechoncha, su pelo rubio ralo y sus ojos débiles detrds de grucsas galas de miope perennes. Cada domingo Chibés era mis ees en su a= {alla solitaria, casi una vendetta personal contra el go- bierno y contra Prio. Cada dia el Partido Ortodoxo se ha- cia més popular y el Partido Auténtico en el poder mas impopular. En diferentes surveys hechos a 10 largo de 1950 y 1951 Eddy Chibés aparecia triunfante decidido ‘como candidato presidencial. Lo seguia, muy de lejos el hombre de Prio, el decoroso y gris Carlos Hevia, todavia mas lejos, Fulgencio Batista, easi penoso a la zaga. De pronto, en 1951, Chibés cometié uno de esos errores que se hacen fatales a la larga, como una mala movida de aje- drez ~esa que muchas jugadas mas tarde resultard en ja- ‘que mate adverso. Chibds acusé al ministro de Educacién del gobierno de Prio, Aureliano Sénchez Arango, de tener tierras y aserrios en los bosques de Guatemala. Por ese tiempo el gobierno de Prio y el de Arévalo en Guatemala mantenian lazos muy estrechos. Inclusive Prio habla en= viado eficaces aviones de caza cubanos a proteger a Aré- valo de un intento de golpe de Estado que se suponia apo- yado por la GIA, sospechosa de sus conexiones comunis- tas, En la clique de Arévalo era prominente un militar. el corone! Jacobo Arbenz, que seria su sucesor y mas tarde protegido en su desgracia de presidente derrocado (por otro militar guatemalteco) por el propio Fidel Castro ya enel poder. Para completar el simil entre politica yel mas burdo, absurdo juego de ajedrez, el hombre de confianza de Sdnchez Arango en el ministerio de Educacién enton- ‘ees era el Doctor Rad Roa, quien desde 1959 seria canci- Her vociferante del gobierno castrista. Ahora es obvio que imds que de ajedrez se trata de un juego de posiciones gro- tescas, como en la Commedia dell'Arte 0en un coito com- plicado. De la historia considerada como una orgia oral Pero Chibas continu ahora atacando sin tregua a Sin- ‘chez Arango, que no era cdntendiente facil. Como el pre- sidente Prio, Sdnchez Arango habia luchado fisicamente contra Machado desde las filas de! Directorio Estudiantil, ésa que luego serfa bajo Batista una organizacién terro- rista urbana de muy malas maneras. Arango era un poli- tico cujeado, experto, de aspecto formidable y quien al re- vés de Prio no rehuia la lucha. Por supuesto, jugando con Fichas negras, no (ardé en contraatacar. Acusé a Chibés de agente subversivo (que lo era), de hombre de mala fe (que no lo era), de mentiroso (que es debatible) y lo con- miné a que presentara piiblicamente las pruebas de su acusacin. Chibds aseguré que tenia esas prucbas y pro- ‘metié que las presentaria “ante el tribunal del pueblo”. Durante dos semanas el suspenso radial se hizo de veras intenso, tan melodramdtico como en un serial, mientras el CChibés buscaba los documentos incriminantes que hab dicho tener. Por un momento parecié que los aseguraba todos y podria presentarlos en evidencia a través de la prensa, Pero todo resulté un fiasco monumental ~y trdgi- 0. Los documentos no aparecian por ninguna parte, nunca aparecieron. Aparentemente Chibés habia sido engafiado en su buena fe y no ciertamente por Sanchez Arango o por Prio y sus agentes, como se dijo entonces. Simplemente el orador de lengua de fuego habia sido vic- tima de su cardcter, en el que habia una falla particular propia del politico: la demagogia. Chibés, como el pez proverbial, habia sido cogido por la boca, y por la boca moriria. La prensa, oficial o imparcial, Pilatos todos, practicamente lo erucificaron: nadie eae mas bajo que un acusador que pasa a ser acusado (véase a Wilde, suicida renuente). Al domingo siguiente Chibi fue puntual a su programa, pronuncié una de sus arengas més vacias de Politica pero de mayor contenido emotivo y terminé con tuna frase enigmética a la que daria sentido en seguida y ‘que se haria famosa en toda Cuba: Este es mi dltimo al- dabonazo! ® (Criptico por primera y ultima vezen su vida de orador politico, se supone que se dirigia a la concien« cubana, puerta cerrada a su llamada moral.) Acto segui- do sacé de entre el cinturén un revélver calibre 32 se dio tun tiro en el vientre, lugar seftalado por la ética del suici- dio japonés como elecia para el harikiri. Irénicamente ni el aldabonazo metalérico a la concien- cia cubana ni el disparo real ni su caida ante el micréfono salieron al aire. Dos o tres minutos antes la emisora habia cortado ¢! programa para dar paso a los comerciales de ri- gor. (Uno de ellos, irénico sin pensarlo, anunciaba al Café Pilén ~"'Sabroso hasta el iltimo buchito”.) Chibas en su ‘excitacién final habia olvidado que su contrato de trans- isin era por s6lo veinticinco minutos. A pesar de su mi- si6n suicida, no pudo evitar ser un politico cubano jy ha- bid durante media hora! La herida en el est6mago resulté fatal y murié a los pocos dias. Su entierro fue una impre- sionante manifestacién de duelo popular esponténeo pero su aldabonazo apenas si tuvo eco. El gobierno de Prio en- tero (menos Sénchez Arango que todavia reclamaba la victoria en su polémica, tan sensible en su agravio que no notaba la insensibilidad ante la muerte de su contrincan- te, como un duelista habitual que mata sin sentirlo: no cera ajedrez su juego: nunca jugé) temblé por un momen- to, De haberlo querido el Partido Ortodoxo se habria he- ‘cho ese dia con el poder: el propio Prio tenfa ya las male- tas lists para la fuga. Pero, como Chibés, los ortodoxos eran todos hombres legalistas que creian en el valor del voto y en la decisién electoral. Las armas eran para los militares y, ocasionalmente, para el suicidio ejemplar. Con su muerte Chibas habia privado a !a oposicin politi- ca de su lider natural y dejado a su partidoen un eaos ma- yor que aquel en que estaba la Repiiblica ahora. Asi, lunos meses mas tarde, Batista dio su infame, fatidico gol- pe de Estado que fue a la vez incruento y facil porque el presidente Prio eligié no resist, sus maletas siempre dis- puestas a la fuga. Pero entre sus seguidores que mas resis- tieron luego, clandestinos, estaba Sénchez Arango, tan temerario como siempre. El epilogo de esta tragedia es igualmente trdgico. Veinte afios mds tarde Prio, presiden- te exilado, para resolver problemas aparentemente inso- lubles abrié la puerta del suicidio ~con un revélver calie darse el tiroen el pecho. Prio, como su contrineante Chi« bis, tal vez vio que ésa era la Gnica salida viable de la his- (oria y la entrada a la eternidad, que es mayor que la his- toria porque la contiene. La eternidad sf nos absolvers. Tiene tiempo para hacerlo. Es evidente (antes y ahora) que de po haberse suicida- do Chibas hubiera sido imposible para Batista (0 cual- uier otro) dar un golpe militar al presidente Prio, a me- fos que se eliminara antes a Chibas y a Prio. Batista nun- €a se hubiera atrevido a tanto. Ese madrugonazo convir- (i6 la precaria legalidad de! gobierno de Prio en una abso- lutailegalidad bajo Batista. Como en una cadena de reac- cones pocos meses después de! golpe de Estado batistia- no el 10 de marzo de 1952, Fidel Castro asaltaba el cus tel Moncada en Santiago de Cuba en un acto caleulada- mente suicida. Digo calculadamente porque nada que haya levado a cabo Fidel Castro esta libre de célculo, a pesar del riesgo. Todos los dirigentes de la accién del ‘Moncada murieron, menos Fidel Castro. Los muertos, nnaturalmente, fueron los suicidas. El ataque al Moncada (como ¢l asalto al Palacio Presidencial en La Habana el 13 de marzo de 1957) fue un fracaso militar pero, al revés del asalto a Palacio, fue un triunfo politico. Después del 26 de julio de 1953 todo seria historia en Cuba —historia brutai, sangrienta, inevitable. Max Weber dijo una vez que “el medio decisive de la politica ¢s la violencia”. Casi una derivacién del viejo apotegma de Marx cuando enuncié que la violencia es ta partera de a historia, Pero hay una leve variante en Weber que habla de politica y no de historia. Jamdslosfines ju can los medios histéricos porque gqué decir de la vio- Jencia politica cuando se dirige no hacia el otro, su blanco usual, sino a s{ mismo y un asalto se vuelve un ataque s ida? Una arenga es el testamento raudo de un suicida y ier accién politica su decir, el suicidio. En su ensayo “La politica como vocacién’ Weber ilumina con un re- ldmpago que ciega las tinieblas politicas: “...e! mundo esté gobernado por demonios y aquel que se deja llevar por el poder y la fuerza como medios hace un contrato con las potencias diabdlicas y de su accién no se desprende que es verdad que el bien puede surgir sélo del bien y el mal sélo del mal, sino que lo opuesto es mas a menudo lo cierto”. Un pintor surrealista cubano que cambié varias vveces de posicién politica pero no de paleta, analfabeto moral pero no estético, al regresar a Cuba de Francia en 1958 declaré, demostrando que sabia tanto de demonolo- sia como de pintura: “;Aqui han soltado a los demo- rigs!” y mirando la ciudad con sus ojos chinos que ha- bian visto vivos a Picasso y a Breton y al paisaje negro de Hait: “Los demonios escapados son més dificiles de vol- ver a su encierro que cuando estaban sueltos primero.” Terminé con una frase que parecia venir de ese Guicciar- dini amigo de Maquiavelo ~o tal vez de sus antepasados cchinos y africanos. ‘Al demonio hay que huirle. Mientras ris lejos mejor. ;No hay otro remedio que valga!” Se fue de vuelta a Paris. Ahora, paralitico y senil y sin poder tar, tiene todos los demonios dentro. El ataque al cuartel Moncada fue concebido por Abel Santamaria, Boris Santa Coloma y Fidel Castro. Aparen- temente fue dirigido por este tiltimo pero el hecho de que viajaba en el segundo auto asaltante y que no llegé a pe- bre 32. Pero no rompié la temerosa simetria suicida al J netrar en el cuartel indican otra posibilidad. Muchos ex- 1“ pertos militares (entre ellos un antiguo jefe de comandos inglés) opinan que el asalto fue ciertamente una opera- cidn suicida, La relacién entre atacantes y atacados era décuple en némero (134 los rebeldes contra més de mil soldados acuartelados) y la desproporcién de armamento cra tan desigual que resultaba ridicula: escopetas contra rifles, pistolas contra fusiles M-1, ametralladoras “Thompson (las que preferia Al Capone) contra ametra- liadoras calibre .50, Springfields contra cafiones, autos contra camiones blindados y tanques ~y una inexperien- cia abismal de los atacantes para combatir contra solda- dos profesionales bien entrenados y en su cuartel, ademas de vivir la mayoria con su familia en las vecindades. Los asaltantes sélo contaban a su favor con la sorpresa y el disfraz. Pero el ataque japonés a Pearl Harbor. por ejem- plo, muestra que no siempre la sorpresa militar opera en favor del atacante y la mascara aparentemente amiga, ‘como el camuflaj, tiene un uso limitado en el combate El ataque por sorpresa puede a la larga ser como un arma que agota su parque y se hace indtil. Los soldados profe- sionales americanos demoraron apenas minutos para re- ponerse del insdlito ataque sin aviso a su base. Noes gra- {ito traer a cuento la psicologia japonesa como el motor detrds de la accién doblemente suicida en Hawai. Varios supervivientes del asalto al Moncada contaron después aque la noche antes del ataque crearon entre ellos una at- iésfera casi sexual (entre los hombres: habla dos muje- res.en el grupo que servirlan de enfermeras) y en el cami- no Santiago iban cantando un son de Lorca: “Iréa San- tiago en un coche de aguas negras.” Uno de ellos, Gust vo de Arcos, me confexé muchos afos més tarde: "Iba- mos en realidad a nuestro destino y nos sentiamos como verdaderos kamikazes dle! Caribe.” Como se sabe los ka- rmikazes fueron pilotos suicidas que el alto mando militar japonés convirtié en bombas volantes manejadas por un solo hombre en los meses desesperados de la guerra en el Pacifico. Para los expertos americanos y algunos observa- dores internacionales este extraiio comportamiento de! ‘cuartel general de un ejército con la guerra perdida que debia propiciar el armisticio, era no sélo indtl sino irra- ional y cruel. Tal opinién occidental desconocia enton- ces (0 habia olvidado ya) el cédigo militar nipén y la mo- ral del bushido. Surgida en la edad media japonesa. en esta ica estrictamente militar y Filosofia de fa guerra el suici- dio era uno de los comportamientos més honrosos. Tanto como Ia victoria, la derrota era convertida por la muerte en triunfo moral, es decir eterno para esta ética. El hara- kiri, cuya técnica no es necesario explicar, se sabe que es una de las formas de suicidio mas dolorosas que se cono- cen, atin mAs atroz que pegarle fuego al propio cuerpo. Enel sepukku japones (la palabra y el concepto son chinos) 1 autocastigo no es mas que consecuencia directa de la autocritica, que se unen a una indudable ansia masoquis ta de autoexterminio. Curiosamente, “darse candela” (et suicidio espectacular por piiblico y fotografiado que pu- ‘x¢cos, imlido, eterano del asalto a Moncada yIuewo cembajador en ‘leis (1-63), estuvo peso win dele ator (1966-09) en un campo de concentra iho, al trmar de excapar de Gaba en un bote pot la cosa ceca de La Habana, for detenide, jurgade y condenata a 14 aos de prison. Le acompafabs os hermano Sebasti. durante un tiempo segunda ele de Marina Revalucionaria. Sebastiin Arcos. por los mismos delitos. fue condenado 11 ahs de prisiin en el mismo juicio. sieron de moda los bonzos de Vietnam) es una de las for- ‘mas favoritas de suicidio del pueblo cubano desde tiempo inmemorial. Sélolo practicaban, curiosamente, las muje- res. Los hombres escogian Ia soga al cuello y una viga. ‘Muchas muchachas en La Habana y en los pueblos de provincia, por ejemplo, se prendieron fuego cuando mu- 16 carbonizado Carlos Gardel, por mero luto simpatico. Pero no hay que ir tan lejos como el shogunate de Kama- roura y la lealtad a la muerte para seguir los pasos a esta ideologia de la inmolacién. En 1895 José Marti, infatiga- ble luchador por la libertad de Cuba, apéstol de la inde- pendencia, poeta nacional, héroe y santo ~précticamente el hombre que lo tenia todo, menos la muerte encontrd su fin inesperado en el campo de batalla, le manera inex- plicable. La ocasién fue una escaramuza sin importancia en el comienzo de la guerra, al chocar una fuerza espaiio- la reducida con Ia columna cubana. Mart, civil entre sol- dados, fue enviado cortés y gentilmente por el generalls ‘mo Maximo Gémez, comandante en jefe de las fuerzas ‘mambisas y general experto en las dos guerras de inde- pendencia, a que se retirara a sitio seguro, apenas unos metros en la retaguardia. Marti, que nunca habia estado cen el campo cubano, mucho menos en una guerra de gue rrillas, hombre de ciudad siempre, civil de vocacién, mal jinete y peor tirador, de pronto convidé a su escolta ~ex- traha alegoria: este protector, este testigo se llamaba An- gel de Ia Guardia~ a ir hacia donde se veia al enemigo y pese a las protestas de su custodio arrancé ribera abajo, hasta las lineas espafolas, donde cayé muerto del caballo al instante, sin siquiera haber sacado su revélver de la funda. Este indudable suicidio, politico o personal, fue siempre escamoteado por los historiadores cubanos y to- dos los libros de historia presentan a Marti como un pa- triota que murié heroicamente combatiendo al enemigo en el campo de batalla. Marti sélo peled ese dia contra su propio enemigo. La muerte de Marti, alma de la guerra creador de la repblica en armas, fue un desastre casi tal para una campaha de independencia que acababa de comenzar. Este sacrificio intl, no pedido y esta pérdida preciosa fueron lamentados siempre por todos los cuba- ‘os, aun en el pueblo, sobre todo en el pueblo, en el alma popular cubana. Una vieja clare (cantos que entonaban ‘coros cubanos negros) aparecida en La Habana a prinei- pios de siglo se quejaba ya en tonos poéticos ~y politicos: Marti no debié de morir, ay, de morir. Si Martino hubiera muerto otro gallo cantaria, lapatria se salvaria y Guba seria feliz.* El canto es plafidero, su lamento ¢s retérico y la expre- Xo debe incomedarse ls patriots cubanon miseries meni ‘ne acct al copyright aston enn verve ecucrdan on. a Tidow dedicadon a Jusrer y su mucrte que aunque natural malogrd ‘oe a tron vida, Pero elnereen lon mezicano como hay tempre (que lrvar cf acento para wdecuarlo ala tia ydecit"Juars no deo ‘demmorie” No-canten itoria le cubano al reconecer que Mant ene cnt aguas. Todos Ws canoes patriosy politicos son ladrones de un patrimoo podtico comin. ala que un rulato habanero compuso @ fr amanee marria —que vo quiero vapone iremenda mulata en vida (Comings a esta clave decimondeica deforma sorprendente: no Aeiide more ay.de more! sin confusa, pero de veras que Marti no debié de morir entonces ~y morir fue lo que él quiso mas en Ia vida ‘Como otros poetas roménticos antes —Byron en Misolon- ‘guien busca de la guerra contra los turcos que nunca oc rriria para él, Sandor Petofi desapareciendo sin dejar ‘otras huellas que las poéticas en un campo de batalla hingaro~, Marti, roméntico retrasado, escogié una de las muertes posibles al poeta del siglo XIX: la tuberculo- ili, el ajenjo o la bala certera. (Un ner los nombres de Keats, Coleridge, Baudelaire, Verlaine, Pushkin, Kleist, Larra, Laforgue, Lautréamont ~para no ocupar més que tuna pagina del diccionario~ y con Nerval afadir la horea {intima y pablica con un farol como ayudante del verdugo. Cada poeta no tiene derecho a mas de una muerte.) Pero al revés de esas muertes privadas, Marti consiguié que la repiblica de Cuba naciera cargando un gran difunto al uello, peso muerto que era ademds un suicida oculto, como un baldén en la familia: aquello de que no se debe hablar. Poético o politico, el suicidio de Marti fue hist6ri- co. Es decir, desastroso. ‘Otros cubanos republicanos escogerian el suicidio como acto politico para dar punto final a una polémica piblica particularmente onerosa: Wilredo Fernandez fue alealde de La Habana y director del diario La Discuséa, el peri6- dico cubano més importante de su tiempo. Uno de los pe- riodistas mAs cultos de Cuba, Wifredo Fernandez apoyé hasta el iltimo momento al dictador Gerardo Machado y fue de los pocos civiles machadistas arrestados por ¢! Go- bierno Revolucionario de 1933, quea su vez se convertiria pronto en la dictadura de Batista —que duré més que la de Machado. Preso en la fortaleza de La Cabafia. a los pocos dias se maté de un tiroen la cabeza. Nunca se supo cémo logré hacerse del arma con que se suicidé en su cel- da, Otro notable suicida antes de Chibas fue el entonces alcalde de La Habana (posicién pablica segunda en im- portancia s6lo a la presidencia de la replica), Manuel Fernindez Supervielle. El alealde Supervielle se suicidé en 1947, después de haber sido electo por aclamacién po- pular. Habja sido acusado de prevaricacién por la prensa habanera al no poder cumplir su promesa electoral de dar agua a toda La Habana. Como Chibis, Supervielle era un hombre honesto, de dinero, venido de la vieja burguesia cubana pero un pwepulista politico. Su suicidio, como el de CChibds, fue una expresién de fracaso personal y un ultimo discurso afirmativo por la negacién: el hoyo en la sien como testamento ideologico escrito con plone. Irénica- mente, el nuevo alcalde ~venal, politiquero y sin clase ni nocién de clases~ propuso en seguida hacer un mont mento a Supervielle, ahora alcalde modelo al fin: dels idio considerado como ideal idéneo. Los habaneros to- dos aplaudieron la idea y contribuyeron generosos ala co- lecta para esculpir y erigir su estatua —que en la realiza- ién se encogié hasta hacerse sélo un busto, El alcalde marrullero procedié a colocar la cabeza de bronce hueco cn una infima placita apenas a media cuadra de la Plaza de Alvear, llamada asi en honor del clevado ingeniero constructor del primer acueducto habanero, inmortaliza~ do en una estatua epénima y en varios libros. El humor, adrede 0 impensado, es ciertamente una forma de excar- rio. De martes orans “Tiempos posteriores vieron otras formas de suicidio po litio, esta vez colective, en el mismo centro de Lat Haba nna. El més memorable fue el raid bunzai al Palacio Presi- dencial la tarde del 13 de marzo de 1957. (Las fechas re- petidas tienen animo encantatorio.) Este asalto estaba condenado al fracaso de antemano y aun los comandos ingleses que intentaron secuestrar al mariscal Rommell y su alto mando en su reducto en Francia, todos asaltantes voluntarios, habrian consideradoel ataque al palacio pre sidencial en La Habana, verdadera fortaleza civil, como una operacién suicida. rechazable sin duda ni deshonor segiin el cédigo de conducta militar inglés. Todavia resul- ta mas incomprensible si se considera que en esta accién fallida murié el noventa por ciento de los asaltantes, de los cuales el setenta y cinco por ciento formaba parte del ejecutivo nacional del grupo que plane. dirigié y lev a cabo el asalto, e! Directorio Estudiantil Revolucionario. Este era entonces el Gnico oryanismo politico rival del Movimiento 26 de Julio. que comandaba por control re- moto Fidel Castro desde la sierra. y la maxima organiza- cidn de guerrilla urbana en La Habana. Las causas direc- tas del mortal fiasco.en que se convirtibelasalto al palacio presidencial de un dictador no implacable pero si cruel, situado en el centro de la ciudad, fuertemente custodiado, con dificiles problemas de trinsito y dificultades de mov miento, intentado ademas en pleno dia: las granadas que las armas que se encasquillaban y la po- sesién como dnica guia para la accién de un plano del edi- ficio ~ jeaduco hacia cinco afos! Entre las reformas del palacio, previsibles pero ignoradas por los asaltantes. es taba un elevador blindado que levaba del despacho pre- sidencial a la azotea permanentemente custodiada por una guardia pretoriana Es evidente que habla entre los asaltantes ~jévenes. maduros, inexpertos y veteranos de la guerra civil espaiio- la y de la Segunda Guerra Mundial, todas voluntarios. to dos valientes~ mas que una voluntad de vencer, una dec dida predileccién por el fracaso que significaba la muerte segura: era una urgencia de martirio que elles mismos no vacilaban en calificar correctamente de “martiana”. Uno de los asaltantes mas jovenes escribié antes del ataque un manifiesto que terminaba en una frase que era una sen- tencia: {0 seremos libres o caeremos con el pecho cons telado a balazos!” ;Arenga 0 promesa? ¢O tal vez progra- ma para la lucha? A pesar del estilo ~o por ello mismo= romintico y retérico se podia ofr el eco de Marti. El autor 4c la proclama, Joe Westbrook. murié como prometi en el asalto, sina poco después en una encerrona: acti llado por la policia batistiana cuando todavia no tenia veintitn afos, Joe y todos los otros muertos no eran, como le gustaba repetir al comandante Alberto Mora, d'aprés Lenine, cadéveres con licencia, sino eandidatos electos a ta fosa comin, | atalto a Palacio fue, junto con el ataque al cuartel Moncada, la mas espectacular de las acciones de violen- Cia suicida llevadas a cabo durante el régimen de Batista, que dur siete afos. Ninguna hizo abdicar al dictador, ue huyé, como huyen todos los hombres, por miedo a lo desconocido: esc annus ignalus romano. El hombre se es¢ 6 a altima hora, del ditimo dia del aio 1938. Pero hubo ‘muchos otros gesios de inmolacién init antes de que Ba- tista viera que a él también lo abandonaba el dios de An- tonio. El mero hecho de permanecer un militante en La Habana o Santiago haciendo terrorismo y no buscar asilo cen las montaiias ~ que eran consideradas por los terroris- tas como refugios. balnearios. sitios de veraneo politico ‘cuando se quemaban en las ciudades~ esa insistencia 0 testarudez era un acto suicida reconocido por todos. En cstas actividades de samurai solitario murieron conocidos lideres revolucionarios. entre ellos Frank Pais, que era en la jerarquia del Movimiento 26 de Julio segundo sdlo de Fidel Castro en la Sierra y el primer lider de la guerrilla urbana. Frank Pais fue finalmente asesinado en Santiago de Cuba como queria, terrorista activo en una ciudad ‘ocupada. Como la de Marti su pérdida fue fatal para la Cuba actual, su altruismo una forma sutil de ltimo egoismo, En'La Habana los terroristas mientras tanto morfan como obstinadas moscas politicas. En cuanto a los pocos sobrevivientes del asalto presidencial (una ac- ccién suicida no es necesariamente mortal: el mundo esté Ieno de suicidas fallidos), al poco tiempo de su hazafia absurda se pascaban por las calles céntrieas con estilo de desafio que contrastaba con su condicién de clandestinos con la cabeza a precio. Mientras en los suburbios otros te- rroristas, actores anénimos, se batian a menudo con la policia batistiana con verdadera sans facon ~muchas veces mortal. Habia los que recordaban a ciertos gansters del cine, inmolados simulando, emulando a Dillinger 0 a Bonny y a Clyde en la ficcién. Pero aunque se ordene “jAceién'“ en ambas, la politica noes una pelicula, ‘Al principio de la toma del poder por Fidel Castro, un miembro prominente del Movimiento 26 de Julio con un hermano ministro importante, si no decisivo, fue acusado ~falsamente, como se vio después, demasiado tarde —de prevaricacién, como Supervielle aunque de menor rango que Supervielie. Con sélo ver su nombre en los periédicos, sin siquiera esperar la vista de la causa ola deposicin de los testigos favorables, este joven [uncionario se disparé tun tiro a la sien, método favorito del bushido cubano para ‘expiar la culpa ola tenue mancha moral mediante un ha- rakiri répido. Aun la extrafia desaparicién del Coman- dante Camilo Cienfuegos jefe del ejército rebelde y ‘mano derecha de Fidel Castro fue una forma de autoex- terminio. En la busqueda de su avidn perdido, un peque- fo Cessna, Ia parada obligada era el aeropuerto militar de Camagiey, de donde habia salido el avién original ‘mente. Fidel Castro en persona hizo investigaciones, répi das y rispidas. Interrogé al control de vuelo quien conté que l habia dado salida al avién a regafadientes. “Fidel, cen el radar se vefa clarito una tormenta cerca de ta is aque avanzaba hacia la costa. Se lo dije al piloto y todo lo que hizo fue mirar al comandante.”” El comandante era Camilo Cienfuegos, que se dirigié al piloto y le dijo: “Pa- lante y palante”, que era entonces una especie de consig- na de vanguardia revolucionaria: "Adelante!" Termin6 el control de vuelos con una frase que fue un veredicto: “Volar en esas condiciones era suicida.” Y suicidio fue la ‘causa de la desaparicién de Camilo Cienfuegos. Mis asombrosa que esta revelacién fue e! descubrimiento de que durante todo el tiempo que duré la busca del aparato Y su pasajero eminente, Fidel Castro mosiré un desinterés que era casi indiferencia por la muerte de su amigo y com- paiiero de armas. litar de la provincia de CamagGey, el comandante Huber Matos fue puesto preso por el propio Fidel Castro, que avanzé a pie desde el aeropuerto hasta el cuartel del ejér- Cito, seguido por una multitud exacerbada por su discur- 50 en que minutos antes acusé a Matos de traidor y con- trarrevolucionario. El comandante Matos esperaba cal- mado su suerte en su jefatura militar, pero uno de la serie de sucesos extraordinarios que sefialaron este momento ins6lito, ocurrié cuando uno de los oficiales de su estado mayor, el capitén Manuel Fernéndez, parecié salir a su balcén para recibir a la turba revélver en mano, Pero in- mediatamente dirigié el arma a su cabeza en vee de a la ‘oposicion y se disparé un tiro, matandose en el acto. Uno de los suicidios més extraios e inexplicables suce- didos en Guba después de la Revolucién y nada conocido fuera del pais fue el de Rail Chirino, revolucionario vuel- tocontrarrevolucionario por la Revolucién, que se suicidd ‘en 1959 dentro de una casa de socorros de La Habana jentras era interrogado personalmente por Fidel Castro! Nadie dudé nunca que fuera un suicidio. ‘Augusto Martinez Sdnchez fue uno de esos zurdos y absurdos comandantes repetidos a su imagen y semejan- za por Radi Castro en su Segundo Frente Oriental: la guerrilla a través del espejo. Sus operaciones duraron s6lo ‘meses pero su mando militar se hizo eterno —tan eterno ‘como puede ser un momento histérico. Martinez Sanchez subié a la Sierra de Cristal a mediados de 1958. Oscuro abogado imberbe, iba junto a otro lampita, el pelirrojo jnuel Pifeiro, que habia vivido unos afos en Nueva York como profesional de la frustracién y el resentimiento antiyanqui, resentimientos de impotencia que no exten: did al sexo al casarse con una espléndida bailarina ameri- ‘cana, que amaba la danza tanto como detestaba el ballet ‘Ambos, Piftero y Séncher, bajaron de la Sierra de Cristal ‘como quien atraviesa el muro magico: ahora eran coman- dantes barbudos, prepotentes en su comunismo rural alo Ratil, No habian disparado un tiro pero eran certeros en sus consignas rojas que siempre daban en el blanco politi co. Pifeiro fue nombrado por Rail Castro Jefe del Servi- cio de Contraespionaje, experto en espiar amigos y en la delacién que ahora se llamaba vigilancia revolucionaria Apodado "Barbarroja”, su verdadero remoquete mes Bongo, el contraespia que vino del frio Nueva ‘AGin sigue en el espionaje sin inteligencia y no se ha suici- dado porque la palabra fracaso no existe en su vocabula- rio, tan corto es. Augusto Martinez Sanchez hace rato {que pas6 no a la historia sino al ridiculo y de aht al olvido totalitario, que ¢s el limbo del marxista. En 1960 habia sido asignado Ministro del Teabajo en condiciones oscu- ras, que son las condiciones en que siempre operé Rad Castro en el poder por poder. Su eficacia en el puesto, como la de Pifeiro, era caracteristica de esta pandilla safinada dentro de la banda militar de Fidel Castro. Si del es el Fahrer entonces Rail es Rohmer, aun en la au- reola de crueldad y pederastia que siempre lo ha rodeado, tal vez por sus hombres, atroces incompetentes aupados mis alld de la comprensién. Pero pronto, a pesar de sus intrigas y de su apoyo impopular, Martinez Sénchez se vio corriendo intrépide a un culadrsac, que todos recono- cieron: era el comiin callején sin salida que es el destino del mierda. Los comunistas no slo lo dejaron caer como aca caliente sino que le pidieron la renuncia, efect En octubre de 1959, a ralz de su renuncia como jefe mi- & ayer. Cuando Sénchez supo que lo forzarian a dimitir a pesar del Hermano que ya no lo apoyaba y de sus manio- bras militantes, el ministro de pronto digno se encerré en su despacho, sacé su pistola de reglamento y se dio un tiro en el pecho. Con su impericia habitual el Comandante ‘Augusto, para su disgusto, habia salvado la vida pero no cl honor. Francisco I podia escamotear su situaciGn histo rica pero un suicida cubano fallide era como un samurai con una espada de palo. Las metdforas cruzadas se deben ‘a que es mAs facil hacerlas con Vico y lo vacuo de la histo- ria que con la viscosidad de esta clase criminal que, como Hitler y su banda, se presentan como heroes histéricos. La carrera politica (y sobre todo militar) del Che Gue- vara fue un verdadero desplazarse en escaques atravesa- dos, mal Caballo, después de dejar Cuba y embarcarseen las dudosas aventuras de politico cazador blanco en el Congo y su desastre sudamericano. Pero antes de morir hizo sus infamosas declaraciones de propésito, en que lle- 6. decir: * Qué cerca estarlamos de un futuro luminoso sien el mundo surgieran dos, tres o muchos Vietnams con su bagaje de muertes y sus intensas tragedias!”” Estas pa- recerian las palabras de un anarquista inexiremis y no del socialista o aun marxista ortodoxo que Guevara profesa- baa ser, el hombre que habia adoctrinado a Fidel Castro, salvaje politico, leyéndole para domesticarlo pasajes del ‘Mamajiesto comanista. Pero era su testamento politica, Tal hecatombismo demente, verdadera literatura apo- caliptica, venia desde el més alld pero en la voz reconocible de un lider mundial, idedlogo del tercer mundo y todavia icono pop. En realidad era la voz de un muerto antes de morir. La muerte del Che Guevara ocurrié al dejarse atrapar en un valle boliviano rodeado de montes, en una encerrona estpida. Cuando en 1967 se supo su exacta si- tuacin geogréfica, Mario Vargas Llosa que habia vivido aos en Bolivia y ahora vivia en Londres, comentando la, suerte posible del Che, declaré: “No tiene otra soluci6n que dejarse capturar o la muerte, Esta sin salida. Lo que J ha hecho es un suicidio” —y suicidio fue. Guevara en Bo- livia, como antes en Cuba, se habia comportado como un suicida y entre un ser fatigado y héroe politico o mértir de una religin nueva, escogié el martirologio. El apocalipsis Juego, ahora la inmolacién. ‘Javier de Varona pertenecia a la alta burgues{a haba- néra, é3a que fue decisiva para la subida de Fidel Castro al poder. Su familia, ala que aborrecia, tenia dinero y to- ddos vivian en una gran casa de un barrio rico de La Haba- na, Javier era alegre, descuidado, conspirativo y dado a la delincuencia mas inocente, como insultar desde un autoa un peatén ocasional; "jQué culito mds rico!”” O llamar por teléfono a Lezama Lima a las tres de la mafiana para despertarlo con una frase soez (*jLezama, bugarrén, te voy acastrar!"), para alarma del poeta asmético. Enesas ocasiones Javier rela con verdadero gusto ante el disgusto ajeno. Con la Revolucién Javier de Varona se hizo de ex- trema izquierda y en algtin momento colaboré con la Se- guridad del Estado como confidente. Lo que debi de ha- cer con el mismo desenfado moral con que antes robaba libros de las bibliotecas publicas del Estado ~y privadas de los arnigos. Se casé y comenzé a trabajar en un nego- ciado econémico. Un dia de 1970 después del fiasco de la cosecha de fébula de los 10 millones de toneladas de aziicar sofiada como un imposible posible por el primer ‘ministro absoluto— redact6 un documento en que anali- zaba minuciosamente las causas que produjeron ese de- sastre econémico, agricola y humano y llegaba a la con- clusin, sabida ya por todos sin hacer ningtin andlisis, que el maximo responsable del fracaso maximo era el Maximo Lider ~es decir el propio Fidel Castro. Envié el documento a su ministro y el andlisis siguié el curso pre- visto: de las manos del ministro alas del Primer Ministro. AA los dos dias quedaba detenido incomunicado. A la se- mana lo devolvieron a su casa ensilencio. Sin decir nada a nadie Javier de Varona escribié toda la noche y a la ma- fiana Siguiente se suicidé de un balazo, Lo que escribla cera su testimonio politico. Ingenuo, como siempre, pensd «que alguien lo publicaria un dia. Cuando su mujer descu- brié el cadaver de su marido, lo que un dia fue el jovial Ja- vier, y recogié sus paginas escritas y leyé lo que habia es- crito, decidié lamar a la policia enseguida. En lugar dela policia vino Seguridad del Estado. Vieron el cAdaver que no les interes6 pero leyeron el documento demente para ellos y aconsejaron a la viuda, que declarara, por el bien de todos, que su marido se habia suicidado por saberse impotente: implicaron sexualmente impotente. No dije- ron politicamente impotente. Se levaron el documento inédito. El cadaver quedé detrés como un muerto ya ente- rrado en el fracaso. El testamento politico 0 econémico debe de estar todavia en el Ministerio del Interior, en al- guna gaveta empolvada. O, como Javier de Varona mis mo, ser4 cenizas sin sentido. El epitafio de Guevara es la pelicula Che, el argentino rosado encarnado por el oscuro egipcio Omar Sharif, todo Ilene de taleo, en un ridiculo tan atroz que es un es- carnio. -O es justia politiea? El obituario del pobre Ja- vier de Varona, dado a la chacota y ala critica de la sinra- z6n pura, esté en un momento documental de Topaz, en que Alfred Hitchcock hace coincidir su sombra por unos segundos histéricos con un excesivo y gesticulante Fidel Castro materialista en la tribuna del pueblo en la Plaza J de la Revolucidn, en La Habana. Seria tenebrosa simetria 7 saber que ese dia en que coinci fiimico, Javier de Varona animoso y Fidel Castro locuaz, fue la ocasién cuando el Maximo Lider anuncié al pueblo que habla aceptado renuente 1a sugerencia popular de ‘cosechar una zafra méxima de diez millones de toneladas de azicar ~para salvar al pueblo y el gobierno de Cuba. (Aplausos atronadores.) Un caso mis extraiio y sintomdtico que el de Javier de Varona fue el suicidio de Nilsa Espin, doble 5 bien. Nilsa era hermana de Vilma Espin que e revolucionaria con todes sus titulos y privilegios: esposa de Rasil Castro, miembro del comité central del Partido ‘Comunista de Cuba, presidenta de la Federacién de Mu- jeres Cubanas, etc. Curiosamente las Espin, como los ‘Castros, pertenecian a la alta burguesia de la provincia de ‘Oriente. Ellas a la burguesia urbana, ellos a la burguesia rural. Vilma, cima de la educacién de la burguesia cubas na, habia hecho estudios en un exclusivo colegio america- no, Bryn Mawr o Vassar. Pero se hizo célebre no bien triunfé la Revolucién como la apoteosis de la rebelde al casarse con Raiil Castro, en un golpe de propaganda y adelanto revolucionario: el progreso de Ia burguesia re- nuente. Su fotografia de bella cubana con una gardeni pelo negro se publicé en la portada de Life y recorrié el mundo como la imagen de la belleza guerrillera en su boda con un novio de verde-olivo, boina y extraha trenza. Pero Vilma era una advenediza que por pura casualidad habia servido de mensajera entre Frank Pais en Santiago y Rail Castro en su montafa, correos que para una linda ‘muchacha rica de buen nombre conocido de todos era un paseo a la sombra. Quien sf tenia una larga historia insu- rreccional en Santiago era su hermana Nilsa, més modes ta, menos fotogénica, incapaz de colgarse una floral pelo. ‘Cuando triunfé la Revolucién Nilsa también se cas6, pero escogié como compafiero eterno a un oscuro rebelde sin nombre. Nada de comandantes o lideres carisméticos 0 jefes dela Revolucién para ella. Su nombre nunca salié en singin peridic, nacional internacional, macho menos su fotografia aparecié en ninguna parte de Life — ni si- ‘quiera en Life en espafiol. Ella y ¢1 trabajaban intensa pero anénimamente donde los destinaba la dirigencia. El parecia vagamente un revolucionario ruso con su barba pprofusa y el pelo hirsuto en desorden. Era una suerte de ‘Trotsky cubano —peligroso parecido— y trabajaba en la reforma agraria en Pinar del Rio. Alli, siempre critico, en- contré oposiciones inesperadas —o esperables de haber sido menos idealista. Un dia de 1969 se peg un tiro en la sien, para asombro de todos menos de Rail Castro. Cuando Nilsa se enteré en La Habana, estando en cl des- ppacho de Rail Castro, se encerrd en el bafio sin aspavien- 10s, sacé su pistola y se dio un tiroenla sien. Raul Castro tampoco se asombré esta vez. Luego se supo que ambos consortes tenian un pacto suicida hecho en secreto. El go- bierno revolucionario, ahora con control total de la pren- sa, la radio y Ia televisin y las agencias de noticias bajo censura no difundié la noticia. En cuanto a Life, no iba a publicar la foto de la otra Espin: fea, fracasada, con un codgulo de sangre al pelo, roja gardenia atraz. Privada- ‘mente se comenté que se sabia hacia rato que la pareja es- taba desilucionada con el régimen y con la revolucién. Vilma Espin nunca explicé nada a nadie. Alberto Mora era hijo de uno de los jefes del asalio al ieron los dos en el espacio T clos eran alta figuras del Directorio Revolucionario y Al berto, por un asombroso azar que él creia histérico, iba entrar entre los primeros al palacio pero fue puesto preso por la policia batistiana dias antes, mientras forcejeaba para que su padre escapara y pudiera dirigir la operacion suicida, Alberto estaba en prisién, al seguro, cuando ocu- rrié el asalto en que murié su padre y no él. Después, ya libre (Batista era un asesino irregular que permitia a sus jjueces conceder el habeas corpus cuando sus secuaces no tusaban el habeas corpse) pero todavia clandestino, e arries- sgaba gratuitamente para comer con sus amigos como yo fen un restaurant de moda, ala vista de todos y vestid lla- mativamente. Al triunfo de la Revolucién compartié la desgracia politica inicial del Directorio Estudiantil, gru- po que Castro tenia que aniquilar si queria gobernar: quien asalta un palacio, asalta dos. Luego Alberto Mora derivé hacia los extraitos cuarteles del Che Guevara, uni- dos por la desgracia, y fue protegido por el argentino sin patria. Nominalmente comandante del ejército rebelde, Alberto fue nombrado Ministro de Comercio Exterior, s¢ as6 y fue feliz por un tiempo. Cuandoel Che Guevara c yen su pendiltima desgracia, Mora fue destituide y con- vertido en burdcrata itinerante, humillacién que parecié aceptar como un castigo merecido: la pena politica al pe- ‘cado original de su rebeldia. Fue sonriendo a su destino Alberto, con su sonrisa torcida de siempre, el amargo Al- berto, el amistoso y leal Alberto. Cuando el infame “Caso Padilla”, Alberto Mora, su amigo, estuvo entre sus pocos defensores, para su mai. Finalmente, en desgracia total, fue enviado como condena a trabajar en una granja “de voluntario”. No soport este dhtimo ultraje y dio un tro cen la boca con su pistola de reglamento militar. Sélo hubo tun breve obituario en ¢! Granna, diario oficial, que no dijo siquiera que se habia suicidado. Hasta ese dltimo pri- vilegio politico le ue negado. Miguel Angel Quevedo heredé de su padre una revista literaria de escasa circulacién Hamada Bohemia, pero no sus inelinaciones intelectuales ni su gustoclitista. Muy jo- ven el heredero convirtié su revista en un semanario po- pular, crudo y sensacionalista y al mismo tiempo profun- damente democratico y sentimental. Bohemia fue de cierta manera uno de los creadores del cardcter cubano de en- tonces y no es casualidad que surgiera en Cuba junto con cl bolero. El raro talento periodistico de Quevedo corria parejas con un segundo instinto politico y ast se opuso a Batista en 1940, aunque habia sido elegido democratica- mente (con ayuda del partido comunista cubano, entre ‘otros), apoyé unas veces a Grau San Martin como cand dato presidencial ~pero lo atacé ya en la preside Como atacé a su sucesor Carlos Prié —para defenderlo tuna vez derrocado por Batista, al que volvié a atacar de dictador con una sabia mezcla de audacia y mesura. Siempre, ¢s curioso, Quevedo se adelantaba a interpretar los sentimientos populares en politica y hacerlos piblicos enseguida. Antes de que Fidel Castro Megara al poder (con su apoyo, entre otros), el politico favorito de Queve- do fue Chibés —que nunca llegé al poder. Pero Quevedo cera todo menes un amante del fracaso. Al contrario, bus ccaba y compartia el éxito (los opiparos fines de semana ‘compartidos con amigos y colaboradores en su finca de recreo y su generosidad eran proverbiales), pero sentia un particular afecto por la sacralizacién de sus héroes y asi Palacio Presidencial, Menelao Mora, que murié alli. Los 4 no resulté raro que tuviera la osadia de imprimir un dibu- jo (@ toda tro ya primer ministro, en 1959, en que Castro se semeja- bba con sus barbas no a un Marx posible sino a otro judio imposible Jesus! ‘Afios antes, cuando el suicidio de Chibés, habia con- vertido Ia foto de una simple puerta colonial y un alda- bén, al afiadirle un crespén de luto y un titulo negro con la frase final de Chibés como epitafio: "I illimo aldabo- sazol", en una portada de Bohemia que hizo historia. Esta obra maestra de la propaganda. mezcla de alegoria politi- ‘ca y mal gusto macabro, era the kilsch uf desth. Aios des- pués, uniendo sus heroes del pasado en un solo gesto de Tracaso, Miguel Angel Quevedo, exiliado y en la ruina en Venezuela (que es como saberse arruinado en Las Ve- 4823), se mat6 de un balazo en la sien. Dejé una carta edi- torial que terminaba asi: "Me mato porque Fidel me en- gaié.”” Su compleja vida hizo su muerte complicada. Ho- ‘mosexual encubierto y hombre muy poderoso en La Ha- ‘bana (en una ocasién le ofrecieron ser ministro y declin6 laolerta diciendo: “Para qué quiero ser ministro? ;Yosoy ‘mis que un ministro! Yo obligo a muchos m:nistros a ha ccerme antesala”), Quevedo perdié en Caracas su Bola pero pudo por fin exhibirse en piblico con sus jévenes amantes ~para escéndalo privado de sus amigos y regoci- jo impreso de sus enemigos. Es ubsio que a Miguel Angel ‘Quevedo no lo maté el engafio de Fidel Castro sino haber, Participado en ese engafio ~y su propio desengaio. Esta actitud suicida cubana —que alabarian los viejos anarquistas catalanes, la ETA y atin losfalangistas: ;Vi- va la muerte!" se contagiaba a los extranjeros, como el ‘Che Guevara, pero aun los que habian llegado tarde a la Revolucién aunque servian al Gobierno, como el argenti- no Jorge Ricardo Masetti, que vino a Cuba como protegi- ddo del Che y graciasa él creador de a agencia de noticias oficial Prensa Latina, Masetti tenia la petulancia del Che pero no su inteligencia. Finalmente él hizo también, como dicen los argentinos, su viaye al mucre: la muerte por ia gue- rilla suicida, que emprendié, en imitacién tardia y tem- prano aviso al Che, de regreso a su destino argentino, Pero no sélo hubo argentinos convertidos en suicidas ‘contagio cubano. También hubo chilenos. Beatriz Allen- de, hija y confidente del difunto presidente de Chile del mismo nombre, estaba casada con un impreciso agrega- do, dos veces oscuro, en la embajada cubana en Santiago. Bien parecido y modesto, se conacieron antes de las elec- ciones que gané para su mal Allende. Al poco tiempo de casada la mujer de Barbanegra supo el secreto de su ma- rido: era capitin de la Seguridad del Estado en Cuba y hhabla venido a Chile con la misién de proteger al presi- dente electo para que no lo mataran antes de tomar pose- sign. Lo mataron después, claro, y su guardia cubana no pudo, o no quiso, protegerio. Cuando cayé Allende el ma- ttimonio, amparado en la inmunidad diplomdtica, regre- 36 a Cuba. Al poco tiempo se separaron: misién cumplida para el habil agente cubano, que tampoco pudo impedir, como con su padre, el suicidio de la hija preferida de Allende. Ahora Beatriz vivia sola detrds de la siniestra pero en apariencia apacible casa-quinta de los Servicios de! G2 en la antigua barriada elegante de Miramar en La Habana. (EI G2 es el cuartel general de la Seguridad del Estado: Ia nomenelatura ha sido heredada sin asco del sjército de Batista: la viscosidad es una sola.) Los vecinos ina. a todo color y recortable) de Fidel Cas- 7 ‘mujer altiva que conocieron en Chile los amigos de Allen- de. Al poco tiempo Beatriz Allende se dio un tiro en la sien, costumbre aprendida en Cuba. El parte oficial del gobierno cubano hablé esta vez de depresiones y neurosis No hace mucho la tia de Beatriz, Laura, hermana de Allende, que vivia también en La Habana, se lanzé de un piso diecistis a la calle. Esta ver el diario oficial Granma explicé que la otca suicida Allende estaba enferma de un mal incurable. Por supuesto no se referia a la tirania de Castro. Nadie dijo que Laura Allende hacla meses que trataba de salir de Cuba para curar la incurabilidad del mal que la matd, Elescéndalo sin precedente diplomético del asilo masi- vo en la embajada peruana en La Habana provocd ines- perados nercous breakdowns de funcionarios antes firmes y combativos 0 el subito exilio de escritores en uportuna turné oficial por el extranjero. Algunos de ellos trabaja- ron en la Casa de las Américas bajo la direccién de Hay- dée Santamaria. Una de las mujeres mis s6lidas y firmes ‘en apoyar a Fidel Castro dondequiera, inclusive su confe- sora de peligrosas intimidantes politicas, heroina del régi- ‘men varias veces, Haydée, Hamada Yeyé, sibitamente to- ‘m6 su pistola (cada comunista cubano con su Colt 45) y tranquila se la llevé a la boca como una taza dete. Lite- ralmente se volé la tapa de los sesos. Para desvelar el se-

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