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El primer canciller del imperio alemán, Otto von Bismarck (1871), figura en la historia de la
seguridad social como su fundador. Durante la segunda parte de sus 19 años de gobierno
inició un seguro de accidentes para la tercera edad, además de un modelo de medicina
socializada. A partir de estas reformas se empezó a construir la seguridad social para los
trabajadores durante la revolución industrial. Las áreas básicas de protección que se
desarrollaron fueron la vejez y la invalidez, la sobrevivencia de viudas e hijos, el desempleo
y también la salud.
Debe notarse que ya a mediados del siglo 19 se establecieron autoridades nacionales de salud
pública en Inglaterra, Francia, Alemania y los Estados Unidos de América. Ello impulsó el
uso del análisis estadístico para organizar el enfrentamiento de los problemas de salud y se
pudo investigar las condiciones sanitarias en localidades y hogares en riesgo. También se
organizaron los servicios hospitalarios materno-infantiles, lo que permitió iniciar el registro
de los nacimientos.
En el siglo 20, la salud pública en el ámbito mundial ha debido considerar que los servicios
de salud son un pilar importante en la estructura social de un país. En consecuencia, una de
sus tareas prioritarias ha sido la organización de los servicios de salud, puesto que el Estado
asumió su responsabilidad en este sentido y los nuevos descubrimientos han debido hacerse
accesibles a toda la población, como instrumento de equidad social.
El informe “Invertir en Salud” del Banco Mundial destaca como problemas actuales de los
servicios de salud la asignación equivocada de recursos, la desigualdad en el acceso, la
ineficiencia en el gasto y la explosión de los costos. Define algunas recomendaciones en el
ámbito político-económico, como son el fomento de políticas de crecimiento económico de
los países, aumentando el ingreso percápita y la disminución de las tasas de desempleo,
aumento del nivel de educación general, mejoramiento del gasto público en salud con mayor
énfasis en programas de intervención comunitaria de nivel primario, así como financiamiento
y prestación de un conjunto de servicios clínicos básicos que deben dar respuesta a las
características y condiciones epidemiológicas de cada país.
Durante los años previos a la fundación de las ISAPRE, los grupos de ingresos medios
(empleados) fueron subsidiados por SERMENA en sus costos de atención, aunque ellos
también cotizaban por ello (no se ha hecho el cálculo de ese subsidio). Cuando el subsidio se
hizo muy bajo y además se produjo el incremento explosivo de costos por el acceso a nuevas
tecnologías, se hizo evidente la necesidad de contar con seguros.
Los seguros de salud permiten teóricamente proteger a los enfermos con el apoyo financiero
de los sanos, a través de la diversificación aleatoria del riesgo. Hoy en día existe consenso en
que la naturaleza privada o pública de los seguros no es requisito para lograr este objetivo,
sino que el diseño de los mismos es la clave para lograrlo.
Las encuestas de opinión pública en Chile han revelado que las poblaciones adscritas a
ambos subsistemas de atención se manifiestan inseguras y descontentas en su sistema,
particularmente por las dificultades de acceso y por los costos no cubiertos por el seguro en
determinadas circunstancias.
• Las proyecciones de población adulta mayor para el año 2010 son que por cada 100
menores de 15 años habrá 50 personas mayores de 60 años y más y en el 2034 tendrán una
relación 1 a 1.
Por los antecedentes expuestos, las necesidades, expectativas y demanda por servicios de
salud de estos grupos crecerán sustancialmente en el futuro. Se proyecta un incremento de los
costos de los servicios de salud en nuestro país de 13% para año 2000 y 38% para el año
2030, como consecuencia del comportamiento de la morbilidad y mortalidad más frecuente
del adulto.
Aunque la reforma de los sistemas de salud es un proceso permanente, la gran mayoría de los
países latinoamericanos la están planteando actualmente como una prioridad para enfrentar
los problemas indicados, especialmente las desigualdades de acceso existentes.
Las ISAPRES se crearon como empresas privadas (con y sin fines de lucro) con el propósito
de administrar la cotización obligatoria para la salud a través de la oferta de variados planes
para sus afiliados, asumiendo que las personas tendrían mayor libertad de elección para optar
por un sistema u otro.
Entre sus principales características, destaca que las personas pueden optar por asignar su
cotización obligatoria al sector público o al privado. El porcentaje mínimo de las
remuneraciones destinadas a financiar las prestaciones de salud es igual, cualquiera sea la
opción elegida. Son reguladas por ley, inicialmente por FONASA y desde 1990 por la
Superintendencia de ISAPRES.
Respecto a su organización, se crearon aquellas abiertas, que podían ser con o sin fines de
lucro, y las cerradas, que son manejadas por personal de las empresas a las que pertenecen.
Estas últimas tienen infraestructura pequeña y no tienen fines de lucro, constituyendo una
proporción mínima del sistema.
Los problemas de salud tienden a aumentar con el paso de la edad, lo que implica un
aumento de la prima o reducción de la cobertura del plan de salud de la ISAPRE, cuando se
produce el nuevo contrato anual. Además, estos beneficiarios mayores aumentan
notablemente los costos de su atención, así como el gasto privado de los hogares, entendido
como el gasto directo del bolsillo para la compra de bienes y servicios de salud. Muchos de
ellos migran a FONASA. Ello significa que, estimativamente, 85% de los adultos mayores de
65 años están en el sector público, en comparación a un 64% que opta por FONASA en la
población general.
Por tanto, la seguridad social del sector público debe hacerse cargo de parte importante de
este grupo social, que tiene características heterogéneas. Se está implementando actualmente
el Programa de Salud del Adulto Mayor en el Ministerio de Salud, para dar respuesta a una
demanda creciente de prestaciones de salud en el sector público para este grupo etáreo.
Soluciones en marcha
Diferentes autores que han analizado el sistema de salud chileno coinciden en que las
ISAPRES hasta ahora no cubren adecuadamente las enfermedades catastróficas ni aseguran
suficientemente para la tercera edad.
La propuesta más destacada para este grupo de edad la está implementando desde hace poco
la Asociación de ISAPRES. Se trata del reaseguro de carácter obligatorio para las
enfermedades catastróficas, que dictaminó la Superintendencia de ISAPRES. Los
beneficiarios sólo pagan en esos eventos un deducible máximo equivalente a dos sueldos, con
un piso de 60 UF y un tope de 126 UF. Este beneficio adicional es de cobertura universal y
obligatoria. No discrimina a las personas enfermas y a los ancianos.
Este reaseguro tiene un costo entre 1.000 y 1500 pesos/mes por cotizante. Si este beneficio
adicional de cobertura en enfermedades catastróficas funcionara en términos aceptables para
una mayoría de beneficiarios (primas estables con pocas variaciones esperables, atención
satisfactoria, etc.), los problemas para los menores de 65 años tienen una salida. Sin
embargo, los costos de la salud para los mayores de 65 años todavía podrían ser muy altos
para muchos, especialmente porque los fármacos no están incluidos en los planes privados
que se ofrecen. Este reaseguro podría también, teóricamente, impedir el alza de las primas en
los planes básicos por riesgos presentes. Este aspecto deberá evaluarse próximamente.
Las ISAPRES también están empezando a proponer otras soluciones para la tercera edad
para reducir las primas. Una de ellas tiene un plan que premia la estadía prolongada (10 años)
en la misma institución con primas de menor costo en la tercera edad. Además, tiene
actividades preventivas de enfermedades del adulto a partir de los 40 años, que son requisito
para apoyar el financiamiento del plan básico de la tercera edad.
Con las contribuciones de los que están sanos se paga la atención de los enfermos. Se evita
así una doble carga: la enfermedad y sus costos financieros. La premisa de la equidad
significa una contribución mayor de quienes tienen más. Se trata de prevenir el
empobrecimiento financiero de los hogares cuando tienen un enfermo.
Esta meta ha sido propuesta por el Banco Mundial y recientemente por la Organización
Mundial de la Salud. Mientras Chile lo intenta por su propio camino, otros países siguen
otras vías. Por ejemplo, Suiza ha establecido una cotización igual para jóvenes y adultos
mayores; además, los sectores de mayor ingreso pagan más para obtener beneficios extras
sobre un programa básico muy completo. Existen limitaciones para los costos médicos.
La reforma holandesa consideró que los costos aumentan por las nuevas tecnologías y por el
envejecimiento de la población; pero además el modo de pago era contrario a la eficiencia y a
la calidad. Por ello, establece un fondo recaudador central que asigna a los seguros un
presupuesto anual fijo basado en capitación (ajustado por edad, sexo, etc.). Este fondo central
permite combinar todos los riesgos (por edad, características sociales, riesgo en salud)
reuniendo todos los aportes al sistema que la sociedad ha acordado, para luego distribuirlos
equitativamente. También controla los paquetes básicos de sus dos sistemas, asegurando a la
tercera edad. Esto permite controlar los gastos de acuerdo a las posibilidades del país.
Además, el sistema de facturación a los especialistas ya no es a través de pago por servicio,
sino que por grupos de población o pacientes atendidos. El estado delega la planificación, la
“tarificación”, la gestión y el control de calidad a los aseguradores y proveedores privados,
mientras se reserva la dictación de normas y el control general de costos. Esto es lo que se ha
llamado cuidado administrado (managed care) en que participan como proveedores tanto el
sectores público como el privado.
Estados Unidos subsidia sólo la mitad de los costos totales en el cuidado de la salud para la
tercera edad. MEDICARE es esencialmente universal para los mayores de 65 años y dado
que tiene copagos importantes, la mayoría de sus beneficiarios tiene un seguro suplementario
voluntario para reducirlos. Otros sujetos mayores de 65 años (14% del total en 1997) se han
afiliado a organizaciones privadas de salud administrada (HMOs) con el mismo objetivo. El
subsidio para tratamiento con fármacos es prácticamente inexistente. MEDICARE ha
revolucionado el acceso a la atención de salud de la tercera edad y de los discapacitados. Ha
contribuido francamente a la mejoría de sus niveles de salud y de su expectativa de vida en
los últimos treinta años, además de reducir claramente su pobreza.
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