You are on page 1of 94

Grupo de Apoyo a Organizaciones de Desplazados - GAD

Informe sobre desplazamiento forzado en Colombia,


1999

English

Santa Fe de Bogotá, marzo de 2000

" A tres años de nuestro desplazamiento,/ en medio de la guerra, iniciaremos


nuestro retorno/ llevando a cuestas el dolor/ por nuestros asesinados y
desaparecidos;/ en las manos, semillas y herramientas,/ en los rostros, sonrisas de
esperanza/ y en el corazón la presencia solidaria/ de quienes han ayudado/ a
mantener vivos los sueños/ y fresca la esperanza".

Comunidad "Autodeterminación, vida y dignidad" del río Cacarica (Chocó),


Colombia 1999.

"De dónde venimos.../ Del mundo campesino del que venimos es del que
sabemos/ Del mundo campesino del que venimos es del que podríamos hablar.../
Nuestras manos son grandes y callosas, trabajamos con machete, hacha,
motosierra, canalete y palanca.../ Esa es nuestra historia, esa es nuestra verdad./
Hace 300 años fueron los antiguos violentamente arrancados del África y
cruelmente arrojados en América; hoy somos nosotros violentamente arrancados
de nuestros campos y cruelmente arrojados en Quibdó.../

A dónde queremos llegar.../ Es de donde venimos a donde queremos llegar./ No


es nada más, pero tampoco es nada menos./ Queremos que cese la impunidad,
que el gobierno deje de ser cómplice - por su acción u omisión - de los grupos
que nos desterraron./ Queremos que el territorio sea para el que lo trabaja y no
para el que lo explote./ Queremos que el Presidente, el Gobernador y el Alcalde
elaboren y desarrollen una política real para los desplazados./ Queremos que
haya reparación de daños./ Queremos que se castigue a los que amenazaron,
torturaron y masacraron a nuestro pueblo./ Queremos solución a nuestro pliego
de negociación./ Queremos justicia, queremos dignidad".
(Apartes de la intervención de las personas desplazadas del Atrato medio, ante la
Comisión Internacional, autoridades nacionales y regionales. Quibdó - Chocó,
1999)

Presentación

Con el propósito de aportar información consolidada que permita a la opinión


pública y a las autoridades competentes, tanto en el ámbito nacional como
internacional, conocer la evolución del desplazamiento forzado en Colombia, el
GRUPO DE APOYO A ORGANIZACIONES DE DESPLAZADOS - GAD -
presenta cada año un panorama global del fenómeno. El propósito de estos
documentos es contribuir en los procesos de diseño e implementación de
políticas públicas adecuadas para la atención y superación del desplazamiento
interno.

El GAD es una instancia de coordinación de 13 organizaciones no


gubernamentales que trabajan, de manera interdisciplinaria en diferentes regiones
del país, con la población desplazada por la violencia. Fue creado en 1995 y en la
actualidad está conformado por:

 Asociación para la Promoción Social Alternativa - MINGA


 BENPOSTA, Nación de Muchachos
 Centro de Investigación y Educación Popular -CINEP
 Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo
 Comisión Colombiana de Juristas
 Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz
 Conferencia Episcopal de Colombia - Sección de Movilidad Humana
 Corporación de Servicios Profesionales Comunitarios - SEMBRAR
 Corporación para el Apoyo a Víctimas pro- Recuperación Emocional -
AVRE
 Fundación para la Educación y el Desarrollo -FEDES
 Fundación Menonita Colombiana para el Desarrollo -MENCOLDES
 Humanidad Vigente - Corporación Jurídica
 Instituto Latinoamericano de Servicios Legales Alternativos -ILSA

El GAD tiene un plan de actividades basado en un equipo de coordinación


permanente y diferentes comisiones de trabajo para las siguientes áreas: apoyo a
los procesos organizativos de la población desplazada, acompañamiento a las
víctimas de nuevos desplazamientos, investigación, interlocución, comunicación
y difusión.
Indice

Introducción

El Desplazamiento Forzado en 1999

Seguimiento a las políticas públicas

Respuestas de la Comunidad Internacional y de la Sociedad Civil

Conclusiones y Recomendaciones

Anexos

Introducción

El número de personas afectadas por el Desplazamiento Forzado Interno en


Colombia es el cuarto más alto en el mundo(1). Hoy esta situación constituye la
mayor crisis humanitaria en el hemisferio occidental, con el agravante de estar
intensificándose año tras año y no tener un principio de solución a la vista(2). El
40% de los municipios del país ha sufrido expulsiones forzadas de población en
los últimos cuatro años(3), lo que implica la no existencia de lugares seguros para
buscar refugio tras el desplazamiento y el incremento de la migración masiva
hacia las ciudades.

Colombia cerró el año 1999 con un desolador escenario interno de


confrontaciones armadas, sin freno y sin control, estrenando modalidades de
guerra que cada vez más involucran a la población civil en directo atropello a sus
derechos; situación que se presenta en el contexto de la mayor recesión
económica de la historia, debido sobre todo a los altos niveles de concentración
del ingreso y de la propiedad(4). Durante todo el año ocurrieron combates y
ataques a la población civil por parte de los grupos armados, siendo manifiesta la
falta de capacidad y de voluntad de las partes en conflicto para emprender las
soluciones políticas y sociales que demanda con urgencia el país. Uno de los
resultados más visibles del conflicto armado es el aumento de los éxodos
masivos, familiares o individuales de quienes se ven obligados al destierro para
defender la vida.

Las principales ciudades mostraron impresionantes escenarios de personas


desplazadas en las calles tratando de encontrar actividades de subsistencia,
hacinadas en tugurios, alojadas en hogares de amigos y parientes o apostados en
lugares públicos y oficinas presionando por sus derechos.

En los documentos oficiales se estima que actualmente existen 400.000 personas


desplazadas en el país(5), mientras que la organización no gubernamental
Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento -Codhes- calcula
en más de un millón el número de víctimas en los últimos cinco años. Siendo esta
discrepancia significativa uno de los puntos críticos en el diagnóstico de la
situación, no impide comprender su gravedad en términos del enorme
sufrimiento que conlleva para muchos seres humanos y sus consecuencias sobre
el tejido social.

Durante el año 1999 el desplazamiento forzado se extendió territorialmente y el


número de víctimas descendió apenas levemente con relación al año anterior; al
mismo tiempo, las obligaciones del Estado colombiano en cuanto a la
prevención, atención y protección fueron asumidas con altos niveles de
ineficiencia y precariedad.

El año 1998 finalizó con los anuncios del Presidente de la República, Andrés
Pastrana, sobre un plan gubernamental para la paz a partir de diálogos directos al
más alto nivel con los actores armados. Durante 1999, se observaron las
consecuencias de diálogos no fluidos, entrabados por toda clase de intereses y
atravesados por la dinámica armamentista.

El 6 de mayo de 1999, las partes anunciaron oficialmente el acuerdo sobre


una Agenda Común para el Cambio hacia una Nueva Colombia. Esta agenda
incluye doce puntos básicos, entre los cuales se destacan: el compromiso de
lograr una solución política negociada; una reforma agraria integral; combate al
narcotráfico y la corrupción; desarrollo de una reforma política; reestructuración
del sistema de justicia, y la aplicación del Derecho Internacional Humanitario.
Las soluciones particulares para las víctimas del desplazamiento forzado no
fueron planteadas en esta agenda de paz.

Durante todo el año, se mantuvo el área de distensión(6) solicitada por las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia -FARC- en cinco municipios de sus
zonas de influencia, mientras las conversaciones permanecieron congeladas por
falta de acuerdos en torno de: a) La conformación de una comisión de
verificación en la zona de distensión, propuesta que recibió la negativa de las
FARC; b) La falta o no de medidas del Estado frente al paramilitarismo y c) El
canje de militares retenidos por guerrilleros detenidos en diferentes cárceles del
país. Entre tanto, cientos de personas procedentes de los municipios de la zona
desmilitarizada, se vieron obligadas a desplazarse a diferentes lugares del país
como defensa ante los atropellos y amenazas contra la población civil.

Al comenzar el último trimestre del año, el 24 de octubre, se instalaron las mesas


de trabajo para buscar acuerdos preliminares sobre cada uno de los puntos de la
agenda de paz y la metodología para su desarrollo. El trato entre las partes fue
avanzar en las conversaciones de paz, en medio de la guerra. Ese mismo día,
varios sectores de la población realizaron manifestaciones en todas las ciudades
con la consigna No más a la guerra.

El proceso de acercamiento del Gobierno con el Ejército de Liberación Nacional


-ELN- continuó estancado por la imposibilidad de definir un área de distensión,
la cual es solicitada por los insurgentes armados con el fin de llevar a cabo una
Convención Nacional. En medio de estas dificultades, el grupo armado buscó
demostrar su capacidad militar con diversas acciones que involucraron a la
población civil.

Entre tanto, las organizaciones de paramilitares intentaron lograr un cierto estatus


político como interlocutores válidos en la solución del conflicto(7), al tiempo que
sus acciones - masacres, torturas, destrucción de poblados y amenazas a la
población civil -, ocasionaron la mayor parte de los desplazamientos masivos e
individuales en 1999.

Con ocasión de varias incursiones paramilitares se ha denunciado la complicidad


de la Fuerza Pública o la omisión de sus obligaciones. Es preocupante que
habiendo ocurrido durante el año movimientos masivos y ataques prolongados de
grupos paramilitares en diversas regiones, incluyendo algunas donde existen
bases del Ejército Nacional o la Armada, la respuesta de estas unidades fue tardía
y no garantizó una protección sostenida a la población civil.

Mediante diversas estrategias y métodos para seguir vinculando a la población


civil en la lucha armada, los grupos armados consolidaron el desplazamiento
forzado como un medio para ganar territorios útiles a sus propósitos. De esta
forma, el desplazamiento sigue siendo un efecto del conflicto armado pero, con
frecuencia creciente, constituye en sí mismo una estrategia de guerra.

El presente informe busca aportar un panorama del desplazamiento forzado en


Colombia durante 1999. En la primera parte presentamos una aproximación
cuantitativa a la población y a las regiones afectadas, con un análisis de la
situación de Derechos Humanos y del Derecho Humanitario en relación con los
eventos que generaron expulsiones y las condiciones actuales de la población
desplazada por la violencia.
En la segunda parte se examina la respuesta institucional del Estado, a la luz de
los Principios Rectores de los Desplazamiento Internos(8). Esta sección está
ilustrada con descripciones de los casos regionales más graves y que ilustran
aspectos fundamentales de la política gubernamental sobre el tema, tanto en su
diseño como ejecución.

La tercera parte resume la participación de la sociedad civil en la construcción de


respuestas solidarias e integrales a la situación de la población desplazada. El
informe finaliza con un conjunto de recomendaciones del GAD al Estado, a la
comunidad internacional y a sectores no gubernamentales nacionales
involucrados en la atención a las víctimas, así como en la búsqueda de soluciones
duraderas para la prevención y superación del desplazamiento forzado.

Arriba

1.El desplazamiento forzado en 1999

1.1 Contexto y características:

La situación de los derechos humanos se deterioró ostensiblemente durante 1999,


en medio de la profundización del conflicto armado y de otros problemas
sociopolíticos que enfrenta el país. Mientras el promedio diario de víctimas de la
violencia en 1998 fue de nueve personas, esta cifra aumentó a doce en 1999: seis
personas perdieron la vida en ejecuciones extrajudiciales, una persona fue
desaparecida, cuatro murieron en combate y una más fue asesinada por
pertenecer a sectores sociales marginados. Al contabilizar en conjunto las
violaciones contra los Derechos Humanos -DH- y las infracciones del Derecho
Internacional Humanitario -DIH- reportadas en Colombia durante 1999, se
atribuye su autoría en un 73% de los casos a los grupos paramilitares, en un 22%
a los grupos guerrilleros y en un 5% a la Fuerza Pública(9).

El desplazamiento forzado por la violencia socio política en Colombia -DI-


continuó su evolución expansiva en 1999; Codhes(10) estima en 288.000 el
número de víctimas durante el año, en 28 departamentos. Los que presentaron
mayor influjo de esta población fueron en su orden: Cundinamarca, Bolívar,
Antioquia, Santander, Valle del Cauca, Norte de Santander y Córdoba,
departamentos que recibieron el 65% de los desplazados. Mientras en 1998 se
registró la llegada de población desplazada por la violencia -PDV- a 210
municipios del país, en 1999 esto ocurrió en 400 municipios. Es de resaltar que
89 de ellos recibieron PDV durante todo el año.
Como se mencionó en el informe del GAD de 1998(11) y se confirma en los
ejemplos reseñados en este informe, el destino inmediato de la PDV es el casco
urbano de los corregimientos o municipios más cercanos. Al tornarse difíciles las
condiciones de seguridad o asistencia humanitaria, los desplazamientos se
dirigieron hacia centros urbanos más grandes en espera de soluciones adecuadas.
Por lo tanto, las estimaciones presentadas pueden incluir datos de población
expulsada antes de 1999 y que ha recorrido diferentes lugares en busca de refugio
y atención.

Alrededor del 30% de los desplazados en 1999 hizo parte de éxodos masivos.
Los departamentos más afectados por estos desplazamientos fueron en su orden:
Bolívar, Córdoba, Valle del Cauca, Norte de Santander, Antioquia, Santander,
Chocó, Sucre y Magdalena(12). Las causas inmediatas estuvieron relacionadas con
acciones de los grupos armados y sus repercusiones regionales - amenazas,
masacres, asesinatos selectivos y enfrentamientos bélicos que afectaron a la
población civil o sus bienes -.

Arriba

1.2 Hechos que generaron desplazamientos

1.2.1 Violaciones masivas de los Derechos Humanos.

Durante 1999, la Defensoría del Pueblo registró 402 masacres con 1.863
víctimas. Esto indica un aumento drástico respecto a 1998 (235 masacres), 1997
(286 masacres) y el periodo 1991-96 (152 masacres en promedio) (13). El número
total de personas asesinadas aumentó en un 36% respecto a 1998(14). La
participación mayoritaria de grupos armados que hacen parte del conflicto, indica
que estos crímenes se han consolidado como estrategia de guerra.

El 27% de las masacres ocurrió en Antioquia, que también fue el departamento


más afectado por estos hechos en 1998(15). Otro 26% ocurrió en Norte de
Santander, Valle del Cauca, Bolívar y Cesar, departamentos en donde se presentó
un incrementó notable. En Caquetá, Cauca, Córdoba, Putumayo, Santander y
Tolima se cometió el 20% de las masacres, también con una intensificación
respecto al año anterior.

Al cotejar las estadísticas, los departamentos de Antioquia, Córdoba, Bolívar,


Santander, Norte de Santander y Valle del Cauca presentaron la mayor cantidad
de masacres, el mayor número de desplazamientos masivos y el mayor influjo de
PDV durante 1999.
En el informe de la Defensoría, la responsabilidad por las masacres se atribuye en
un 37,8% a los grupos paramilitares actuando con la colaboración o por omisión
de la Fuerza Pública; en un 16,6% a los grupos guerrilleros y en un 2% a la
Fuerza Pública. Los demás responsables son clasificados como 'grupos armados'
(8,96%) y 'otros' (35%). Estos actores no determinados contribuyen a hacer más
compleja e impredecible la situación del conflicto armado en Colombia.

Arriba

1.2.2 Acciones de los grupos Paramilitares:

En 1999, las Autodefensas Unidas de Colombia -AUC- llevaron a cabo ataques


masivos y sistemáticos que tuvieron cobertura regional. Los comandos
paramilitares establecieron un método que se repitió casi sin variaciones: la
población objetivo es aislada; los habitantes son obligados a salir de sus casas, a
reunirse e identificarse; varias personas son separadas con base en listas de
nombres que portan los atacantes; luego son salvajemente torturadas y asesinadas
bajo la acusación de ser colaboradores de los grupos guerrilleros, y se anuncia un
subsecuente proceso de 'limpieza' de la guerrilla en la zona. En muchas
incursiones, los paramilitares dieron a los pobladores un plazo perentorio para
abandonar la zona, bajo la amenaza de perder la vida o aceptar la autoridad del
grupo armado.

Esta forma de acción sistemática se aplicó en el transcurso del año en el Norte de


Santander, en la región central del departamento del Valle y el Sur de Bolívar,
donde se presentaron desplazamientos masivos como consecuencia de
incursiones paramilitares. Estas ocurrieron con mayor frecuencia en los caseríos
de los corregimientos y veredas, que han sido completamente destruidos en
varios casos. El procedimiento descrito, posibilitado por los vacíos y omisiones
de la Fuerza Pública para contrarrestar el paramilitarismo, instaura un mecanismo
de terror que resulta inmanejable para las comunidades(16).

En su primera ofensiva de 1999, entre el 5 y el 10 de enero, un número


considerable de comandos paramilitares actuó de manera simultánea en los
departamentos de Antioquia (18 municipios), Bolívar, Cesar, Magdalena, Sucre,
Putumayo y La Guajira. Fueron asesinados entre 130 y 140 campesinos,
acusados por los paramilitares de ser auxiliadores de la guerrilla. En varios de los
poblados, los habitantes recibieron advertencias para abandonar el sitio y en
otros, como Playón de Orozco (Magdalena), la crueldad de la incursión condujo
al éxodo de todos los pobladores. Durante esos días, 75 funcionarios públicos,
incluyendo 9 alcaldes, del departamento del Cauca fueron declarados 'objetivo
militar' por las autodefensas. Unos seis mil campesinos abandonaron sus hogares
en cinco poblaciones del Putumayo; después de la masacre en el caserío de El
Tigre, huyeron 2.100 de sus 2.500 habitantes.

En las negociaciones para el retorno de los campesinos desplazados del Sur de


Bolívar y el valle del Cimitarra en 1998, el Gobierno nacional reconoció que
"...[los] grupos paramilitares han utilizado sistemáticamente la práctica de la
desaparición forzada de personas, torturas, masacres, asesinatos y
desplazamientos masivos e individuales y demás actividades criminales
ejecutadas en personas ajenas al conflicto armado, generalmente campesinos
pobres"(17).

En esa ocasión, el Gobierno indicó que las unidades policiales y militares


presentes donde operan los grupos paramilitares, están en la obligación de
intensificar acciones y mostrar resultados inmediatos y contundentes contra estos
grupos. También reiteró su voluntad política para prevenir y combatir la punible
asociación entre ellos y algunos agentes del Estado, y reiteró su convicción de
llevar adelante una política de Estado contra el paramilitarismo.

Sin embargo, durante 1999 el Gobierno colombiano recibió exhortaciones de


numerosos organismos internacionales, en los que existe casi completa
coincidencia en cuanto a señalar: la gravedad y extensión de las violaciones a los
DH en el país; las relaciones de apoyo entre miembros de las Fuerzas Militares y
de Policía con los grupos paramilitares; la falta de esfuerzos consistentes en la
persecución y desmantelamiento de estos grupos; las deficiencias del sistema
judicial sobre las faltas cometidas por agentes de la Fuerza Pública; la gravedad
del desplazamiento forzado, y la no puesta en práctica de las recomendaciones
hechas en años anteriores por las Naciones Unidas para mejorar la situación(18).

El panorama de las incursiones paramilitares en 1999 muestra la capacidad de


estos grupos para extender su presencia a la mayor parte del territorio nacional; la
inexistencia de acciones efectivas del Estado para combatirlos, aun cuando
actúan en zonas con amplia presencia de la Fuerza Pública; la desprotección de la
población civil frente a la frecuente ocurrencia de crímenes de lesa humanidad; la
impunidad generalizada sobre los responsables directos y los sectores sociales
que los apoyan.

Arriba

1.2.3 Acciones de los grupos guerrilleros:

En 1999, se consolidó la práctica del secuestro colectivo de civiles(19) por parte


de los grupos guerrilleros. También se realizaron acciones de tipo espectacular
como el secuestro de los pasajeros de un avión(20) y de un grupo de feligreses que
participaban en una misa, acciones éstas últimas realizadas por el ELN. Durante
el año, 190 torres de transmisión fueron derribadas lo que originó en los últimos
meses restricciones generalizadas para el suministro de energía eléctrica en el
Noroeste del país.

Después de la serie de ataques masivos a guarniciones militares en los años


anteriores, las FARC implementaron en forma sistemática el uso de explosivos
artesanales de gran potencia y escasa precisión de blanco(21), en sus ataques a los
comandos de Policía de las cabeceras municipales. Como consecuencia del uso
de esas armas, el número de víctimas heridas o muertas entre la población no
combatiente ha aumentado en forma considerable, así como la destrucción
indiscriminada de bienes civiles, contribuyendo a generar condiciones para el
desplazamiento.

Decenas de cabeceras municipales sufrieron incursiones armadas de la guerrilla


en 1999. Teniendo en cuenta el muy lento ritmo de renovación urbana en las
poblaciones rurales y las extensas dificultades que implica el lograr un mínimo
equipamiento de infraestructura social, las consecuencias de estos ataques fueron
graves para la población civil. Por ejemplo, las poblaciones de Ataco, Dolores,
Prado Villarica y La Arada (Tolima) sufrieron graves daños tras las incursiones
de las FARC a finales del año, con pérdidas calculadas en $10.000 millones de
pesos ($US5.000.000). El municipio de Nariño (Antioquia), atacado por el ELN,
sufrió daños en su infraestructura por valor de $2.000 millones (más de US$1
millón).

En diversas instancias, la población civil que habita en la zona de distensión


denunció abusos por parte de las FARC, los cuales han sido registrados por
organismos como la Defensoría del Pueblo y Amnistía Internacional ante la
ausencia de un mecanismo de verificación acordado por las partes en
negociación. Codhes estima que en 1999 debieron abandonar la zona unas 3.900
personas(22). Este desplazamiento está asociado con atropellos contra la población
civil como amenazas, retenciones, acusaciones de colaboración con las Fuerzas
Militares o los grupos paramilitares, extorsiones, el reclutamiento forzado de
jóvenes y niños, así como la incertidumbre por el desarrollo mismo del proceso y
las posibles consecuencias de su fracaso ante el aumento en la presencia de
grupos paramilitares en la periferia de la zona.

Arriba

1.2.4 Acciones de las Fuerzas Armadas


Como parte de un proceso de reorganización operativa, el Ejército ha establecido
unidades móviles y procedimientos especiales para perseguir a los grupos
armados al margen de la ley. En la práctica se ha visto un aumento de la
contundencia en la respuesta a los ataques de los grupos guerrilleros, basada en el
uso de aviones de detección y combate, y en la utilización de artillería pesada
sobre sitios de concentración de esos grupos.

Si bien el Ejército afirma que las llamadas 'bombas inteligentes' no han


ocasionado daños en bienes civiles, esto ha sido controvertido por las denuncias
de las comunidades en varios casos(23). Los ametrallamientos aéreos continuaron
generando: desplazamientos hacia las cabeceras en las zonas donde se realizan
operativos, aislamiento de población en veredas y caseríos que quedan bajo el
fuego cruzado, restricciones prolongadas a la movilización de los habitantes, y
destrucción de zonas de cultivo.

Un caso que ilustra lo anterior ocurrió en el municipio de Tame (Arauca) El 12


de diciembre de 1998, se presentaron enfrentamientos entre guerrilleros y
unidades del Ejército, las cuales fueron apoyadas por aviones y helicópteros de la
Fuerza Aérea Colombiana. Las aeronaves sobrevolaron las vereda Santo
Domingo ese día y al amanecer del día siguiente disparando ráfagas y explosivos
que afectaron toda la zona, incluyendo varias casas. En ambas ocasiones los
pobladores se congregaron en la vía principal y agitaron prendas de color blanco
para advertir su condición de no combatientes. Las explosiones y las esquirlas
ocasionaron la muerte de 16 personas, entre ellas 6 niños y lesiones graves o
permanentes a otras 27 personas(24).

A pesar de que los medios registraron la magnitud de la destrucción en las casas


de la vereda, la versión oficial indicaba que el fuego se dirigió hacia la zona
boscosa en donde estarían escondidos los guerrilleros(25). Entre 200 y 300
personas debieron huir del lugar para refugiarse en Tame y a su regreso, en enero
de 1999, debieron comenzar negociaciones con el Gobierno para buscar la
reconstrucción del poblado y la indemnización por los daños(26).

En varias ocasiones, cuando la población fue afectada por la acción de los grupos
armados y se vio en necesidad de desplazarse, la respuesta del Ejército agravó la
situación en lugar de brindar protección a los civiles. En los primeros días de
septiembre de 1999, aproximadamente 500 campesinos de la región limítrofe
entre Yalí y Yolombó (Antioquia) se desplazaron por las amenazas de los grupos
de autodefensa, que durante varios días habían librado combates con guerrilleros
del ELN. Varios helicópteros oficiales hicieron ametrallamientos para asegurar la
entrada por tierra de las tropas de la XIV Brigada, obligando a los campesinos a
huir por la zona montañosa(27).
Arriba

1.3. Causas del desplazamiento forzado

En el agravamiento del conflicto armado durante 1999 es necesario diferenciar,


por una parte, el aumento de la contundencia de las acciones bélicas y la casi nula
aplicación del DIH por parte de los grupos armados. De otra parte, están las
agresiones directas contra la población civil, que constituyen violaciones masivas
a los DH, como parte del proyecto paramilitar y que se pretenden encubrir en
forma propagandística como 'lucha antisubversiva'(28). Esto deriva en una
confusión permanente en el tratamiento del conflicto por parte de algunos
funcionarios gubernamentales y medios de comunicación, alimentando la idea de
que la responsabilidad prioritaria del Estado reside en adelantar con éxito
negociaciones con los grupos armados más que cumplir con sus deberes en
cuanto a garantizar los derechos de la población(29).

En la mayor parte de los casos, las violaciones a los DH e infracciones al DIH


que se cometen contra la población civil, o la amenaza de su ocurrencia,
preceden a las confrontaciones directas entre grupos armados o son
completamente independientes de ellas. La intensa disputa territorial se
manifiesta como la búsqueda del control sobre la población civil y la destrucción
de sus vínculos - reales, supuestos o forzados- con alguno de los bandos, de
modo que la presencia de uno u otro de los grupos armados en una región es
respondida por los contrincantes con intimidaciones o agresiones sobre sus
habitantes. En este sentido, la tendencia del conflicto armado caracterizada en
1998 continuó durante 1999.

En las poblaciones donde no existe o ha sido retirada la vigilancia policial y la


presencia de las Fuerzas Militares es solo ocasional, el ingreso de cada grupo
armado, además de los daños de la incursión misma, genera las condiciones para
una siguiente incursión de 'retaliación' del grupo contrincante por considerar que
los habitantes brindaron algún apoyo a los anteriores agresores. En esa dinámica
de presiones continuas se favorece el desplazamiento individual y familiar que
puede no estar completamente registrado.

Es necesario resaltar que, también en 1999, el conflicto armado se agudizó en las


regiones donde los grupos armados manifiestan el interés de aumentar su
capacidad de control territorial, ya sea por la ubicación estratégica, la riqueza en
recursos naturales o por razones de importancia militar(30).
A finales de la década de los 80 y comienzos de la presente, se identificaba el DI
sólo como una derivación o efecto secundario de las confrontaciones armadas.
Sin embargo, los proyectos políticos que alimentan los procesos de
desplazamiento no pueden ser entendidos con la sola descripción de las acciones
armadas y el señalamiento de sus responsables directos. Hoy se reconoce, aún en
declaraciones oficiales(31), que en muchos casos el desplazamiento forzado es
necesario para el objetivo de avanzar en la posesión o dominio de territorios.

Sobre este tema, diversas investigaciones señalan que en las regiones donde
persisten conflictos sociales complejos, el desarraigo de la población campesina
tiene implicaciones sobre la tenencia de la tierra, las estrategias de acumulación
de la riqueza, la especulación con terrenos productivos o de valor potencial y,
eventualmente, la implantación de nuevos modelos de desarrollo. Esto último es
más grave cuando la presión de los grupos armados es ejercida sobre
comunidades afrocolombianas e indígenas cuyas tierras ancestrales están aún en
proceso de formalización legal(32).

El alcance desestabilizador que tienen en Colombia los conflictos sociales de


origen rural está asociado históricamente con el fortalecimiento del poder político
derivado de los procesos de concentración de la propiedad y de los ingresos
agrarios(33). En el contexto de la apertura al mercado global y la crisis de la
producción agropecuaria, otros factores de valoración influyen en la definición
de las tierras sobre las cuales se configuran intereses de apropiación. La
disponibilidad de fuentes de agua para sustentar proyectos agroindustriales; la
ubicación de los terrenos en relación con obras de infraestructura vial o de
puertos; la existencia de minerales y otros recursos del subsuelo; la
biodiversidad; la facilidad para establecer cultivos ilícitos, y las posibilidades de
urbanización. Estos nuevos factores marcan diferencias con los conflictos típicos
de la expansión latifundista, al ser más amplia la gama de actores sociales
involucrados y más intensa la presión de los capitales invertidos.

Arriba

1.4 Tendencias del desplazamiento forzado en 1999:

La disputa territorial de los grupos armados estuvo caracterizada por:

 El fortalecimiento de los grupos paramilitares y la extensión geográfica de


sus acciones generadoras de éxodos, como en los departamentos de Valle
del Cauca, Norte de Santander y Putumayo. Las amenazas a la población
civil, las masacres, y la limitación de movimientos por parte de los grupos
paramilitares, han sido las mayores causas de éxodos masivos.
 El uso, tanto por el Ejército como por los grupos guerrilleros, de medios y
de métodos de combate que causan daño indiscriminado y motivan a la
población a huir de las áreas de confrontación.
 La no aplicación por los grupos armados de los principios de distinción e
inmunidad de la población civil no combatiente, cuando presionan su
participación en el conflicto, su elección por alguno de los bandos o el
abandono de su región y bienes.

El desplazamiento forzado, profundizó las siguientes manifestaciones durante


1999:

 La búsqueda de alternativas temporales de reubicación en zonas menos


inseguras, especialmente en las áreas urbanas. De acuerdo con los datos de
Codhes, el 47,7% de la PDV en 1999 se dirigió hacia las capitales de
departamento.
 La situación de inseguridad para las comunidades de paz establecidas en
zonas de guerra. Por ejemplo, en el bajo y medio Atrato (Urabá chocoano),
los grupos paramilitares se movilizan libremente y controlan el transporte
de pasajeros alimentos y medicinas con destino a las comunidades que
están en procesos de retorno.
 El desconocimiento de las declaraciones de neutralidad de las
comunidades indígenas frente al conflicto armado, especialmente en los
departamentos de Arauca, Cauca, Antioquia, Córdoba y Chocó(34).
 El incremento del desplazamiento interfronterizo. Alrededor de 11.700
personas desplazadas en 1999 huyeron a través de las fronteras con
Panamá, Venezuela o Ecuador(35). Los gobiernos de estos países aún no
reconocen la calidad de Refugiado a los colombianos que huyen de la
violencia, incluso en los casos en que las víctimas llegan en forma masiva
como consecuencia de graves acciones armadas en las regiones
fronterizas. Tal es el caso de los desplazamientos motivados por las
incursiones paramilitares en La Gabarra (Norte de Santander) y los
enfrentamientos armados en Juradó (Chocó).
 El DI sigue afectando especialmente a la infancia. Según los informes
citados de Codhes, el 86% del total de hogares en situación de
desplazamiento forzado incluye a niños, niñas y jóvenes menores de 18
años, quienes constituyen alrededor del 65% de la PDV en 1999(36).
 El mayor porcentaje de la PDV corresponde a individuos o familias que
muchas veces se ven obligados a abandonar sus hogares, bienes y trabajos,
de manera anónima. Su situación es más grave teniendo en cuenta las
deficiencias, incluso presentes en los casos de desplazamientos masivos,
de la asistencia humanitaria y en las garantías de protección que brindan
las instituciones encargadas en los sitios de refugio.

En la respuesta del Estado a la situación del desplazamiento forzado y a las


necesidades de la PDV, se constatan deficiencias graves durante 1999:

 Soluciones condicionadas a los desarrollos de las negociaciones con los


grupos armados y a acciones futuras de prevención, como se plantea en el
Plan de Acción para la Prevención y Atención del Desplazamiento
Forzado(37).
 Manifiesta falta de voluntad política para perseguir y desarticular a los
grupos paramilitares, neutralizar su estrategia de desplazamiento forzado,
y romper los nexos entre esas organizaciones y miembros de la Fuerza
Pública.
 Desfase creciente entre el agravamiento del DI y la escasa capacidad del
Estado para estructurar una política pública orientada a resolverlo.
 Aumento de la desconfianza de la población desplazada hacia el Gobierno,
como consecuencia del incumplimiento de pactos y compromisos.
 Desconfianza del Gobierno hacia los voceros y la legitimidad de las
demandas de la población desplazada, la cual se vio obligada a emprender
negociaciones para garantizar sus derechos fundamentales.
 Exclusión de la población desplazada y de las ONG en la formulación de
políticas gubernamentales sobre el tema, así como en la búsqueda de
soluciones transitorias y duraderas.
 En las políticas gubernamentales no se contempla el derecho de reparación
de las víctimas del DI, ni existe un desarrollo del tema en las propuestas de
soluciones duraderas para la PDV.

Arriba

2. Seguimiento a las políticas públicas

2.1 El tema del Desplazamiento Interno en el Plan Colombia

El Plan nacional de desarrollo 1998-2002 tiene como eje central la política de paz
del gobierno, a partir de la cual se estructura el llamado Plan Colombia. Se
conocen aspectos parciales del mismo, redactados de acuerdo con los diversos
sectores que pueden aportar recursos para la puesta en práctica de cada uno de
sus aspectos, pero no se conoce aún una versión completa.
El Plan Colombia, tal como está descrito en el documento oficial "Cambio para
construir la paz", adelantaría inversiones en infraestructura, agricultura y en el
sector social dentro de tres estrategias que se consideran complementarias: a) El
plan especial para las zonas afectadas por el conflicto y la violencia; b) El
programa de desarrollo alternativo para la sustitución de cultivos ilícitos y c) La
política de atención a la población desplazada. Esta última plantea, en el corto
plazo, proveer adecuada atención humanitaria a las víctimas, generar condiciones
para el retorno a sus lugares de origen o el establecimiento en la comunidad de
asentamiento con alternativas que les permitan llevar una vida digna.

Al finalizar 1999, había completa incertidumbre acerca de la financiación del


Plan Colombia. El Gobierno lleva a cabo una estrategia diplomática para
agenciar los recursos necesarios en las entidades de crédito multilateral -Banco
Mundial, FMI, BID-, en la Unión Europea y en Estados Unidos, para completar
US$3.500 millones de ayuda externa. El Gobierno nacional aportaría US$4.000
millones más para completar la financiación. Sin embargo, en la Comisión
segunda del Senado se hicieron reparos sobre el proceso y se afirmó que no se
sabe de dónde saldrán los aportes propios anunciados por el Gobierno, en un
momento de restricciones presupuestales severas.

No se ha definido aún fuente y el monto de los recursos para cada uno de los
componentes del Plan Colombia, cuyo texto oficial(38) hace énfasis en el
fortalecimiento de la capacidad militar de las Fuerzas Armadas para la
erradicación de los cultivos ilícitos. En relación con esto, el Comité de
Relaciones Exteriores del Congreso de los Estados Unidos(39) estudió una
solicitud de ayuda adicional a Colombia por US$1.500 millones que incluye: 945
millones para las Fuerzas Armadas; 50 para alternativas económicas en las zonas
de cultivos ilícitos; 70 para apoyar la aplicación de la ley, los DH y la paz. Este
rubro cubre 7 áreas, una de las cuales es la ayuda a la PDV. De la suma destinada
a las Fuerzas Armadas, al menos US$740 millones son para el Ejército, lo que
implica un cambio profundo en la estrategia de ayuda militar estadounidense para
las operaciones antinarcóticos.

La estrategia de las fumigaciones aéreas ha sido altamente cuestionada, sus


resultados hasta ahora son pobres respecto a los objetivos buscados, además de
contraproducentes en términos sociales y ambientales. De otra parte, no existe
ninguna garantía para evitar que los recursos aportados sean utilizados en
operaciones bélicas, lo cual derivaría en una intensificación del conflicto interno.
En este sentido, el enfoque de esta ayuda económica es unilateral respecto a las
estrategias mencionadas en el Plan de Desarrollo e impide que incidan en forma
coherente sobre los problemas sociales que se mencionan como objetivos.
En cuanto a la asistencia a la PDV, la estrategia planteada por el gobierno estaría
coordinada con el proceso de paz y sería función de los gobiernos municipales en
conjunto con organizaciones no gubernamentales bajo el liderazgo de la Red de
Solidaridad Social -RSS - (40). El documento no establece una diferenciación
entre el carácter de obligación que vincula al Estado frente a derechos exigibles y
las respuestas de solidaridad de la sociedad civil; estas respuestas pueden
complementar la acción del Estado siempre y cuando exista una política pública
coherente y viable. De otra parte, no tiene en cuenta la condición generalizada de
crisis financiera de los municipios y los reiterados pronunciamientos de las
administraciones locales sobre su incapacidad para brindar atención a los
desplazados internos.

Arriba

2.2 Los instrumentos de ejecución de la política sobre Desplazamiento


interno

Desde el punto de vista del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, del
Derecho Internacional Humanitario y de la Constitución política de Colombia, es
evidente que la responsabilidad frente al fenómeno del desplazamiento forzado
por el conflicto interno, le compete al Estado. Así ha quedado consignado en la
normatividad que se ha venido construyendo sobre el tema, particularmente
desde 1995(41).

Después del vacío institucional en la atención al DI tras el cambio de gobierno en


agosto de 1998, cuatro hechos definen la política gubernamental en 1999: 1) en el
mes de marzo, es suprimida la Consejería Presidencial para la Atención a la
Población Desplazada y sus funciones se asignan a la Red de Solidaridad
Social(42); 2) en el mes de agosto, se traslada el Fondo Nacional de Atención a la
Población Desplazada a la RSS(43); 3) en noviembre, la expedición del
documento Conpes Nº 3057(44) y 4) al finalizar el año, la formulación de las
estrategias de trabajo de la RSS(45).

Arriba

2.2.1 El Desplazamiento Interno atendido por la Red de Solidaridad Social

Es competencia de la RSS coordinar el Sistema Nacional para la Atención


Integral a la PDV, el cual incluye 14 instituciones de orden nacional, entre
Ministerios y entidades descentralizadas, y 12 a 16 de orden territorial. Estas
instancias casi nunca se reúnen y hasta ahora la RSS no ha tenido la capacidad
suficiente para convocarlas y coordinar sus acciones, lo cual influye de forma
negativa en el cumplimiento de la Ley 387/97.

Al momento de hacer la transición de funciones de la Consejería Presidencial a la


RSS, entre los meses de marzo y junio de 1999, se observaban los siguientes
puntos críticos:

a) La no existencia de una política de Estado coherente y sostenible.

b) Manejo del tema excesivamente centralizado, por la naturaleza misma de una


Consejería Presidencial y de una instancia del Ministerio del Interior. Esta
situación se manifestó particularmente en el deficiente registro de las personas
desplazadas.

c) La fragmentación de las responsabilidades al interior de las entidades


encargadas de la atención al DI.

d) La exclusión de la PDV y de las organizaciones de la sociedad civil en la


formulación de políticas y estrategias.

e) La atención del DI centrada en la ayuda humanitaria de emergencia, sin


articulación con procesos orientados a superar la situación de desplazamiento.

f) Debilidades de orden financiero. Solamente hasta finales de 1999 se definió


una estructura financiera sólida, con la creación del Fondo Nacional para la
Atención del DI.

g) Excesivo énfasis en el mecanismo de registro de las personas desplazadas,


como punto de partida para su vinculación a los programas de atención.

Sobre estos aspectos, observamos que hasta ahora se cuenta con avances
normativos importantes. Las dificultades se encuentran en el desarrollo de los
instrumentos formulados, en la coordinación entre las entidades comprometidas y
en las asignaciones presupuestales. También es evidente que el Estado debe
buscar el concurso de la sociedad civil, en condiciones de participación real y
efectiva, para atender el problema con algún grado de eficiencia.

Se espera que la RSS supere los obstáculos señalados al contar con una estructura
sólida y delegaciones en todo el país para el desarrollo de sus programas.
Igualmente, esta entidad debe enfocar los programas como una política de Estado
para asegurar una continuidad de los procesos acorde con la magnitud y
complejidad del DI. Sin embargo, aspectos clave como la prevención del mismo,
la protección a las víctimas y la reparación de los derechos vulnerados a la PDV,
exceden el papel y la naturaleza de esa entidad. Estos aspectos requieren de
compromisos explícitos y acciones inmediatas del poder Ejecutivo en cuanto a la
Fuerza Pública, la administración de justicia y la inversión social en las regiones.

Arriba

2.2.2 La gestión de la Red de Solidaridad Social

Aunque esta entidad recibió mandato para coordinar el Sistema de Atención a la


PDV en el mes de marzo de 1999, sólo en septiembre inició actividades concretas
en los programas establecidos por las instituciones que lo conforman(46). Más de
un año después de iniciado el gobierno del Presidente Pastrana, fue dado a
conocer el Plan Estratégico, cuyo costo de ejecución se calcula en US$360.8
millones ($703.560 millones de pesos), el cual traza metas hasta el año 2002 en
relación con los siguientes aspectos:

 Mejoramiento de los programas de atención humanitaria de emergencia.


Se reporta sobre este punto la realización de acciones especiales en salud y
educación en 20 municipios receptores de PDV. Cabe mencionar que la
cobertura de estos programas es mínima de acuerdo con la extensión
reportada del desplazamiento forzado y teniendo en cuenta que el año 99
fue crítico para el sostenimiento de los entes territoriales por la crisis fiscal
del país. Por ejemplo, la cobertura en educación está condicionada a las
posibilidades de los municipios de otorgar cupos escolares(47) y, aún
contando con ello, en muchos casos los padres no pueden facilitar a los
niños lo mínimo en alimentación, vestuario y útiles para su rendimiento.
 Desarrollo y consolidación de programas de retorno, reubicación y de
estabilización socioeconómica. Sobre las metas propuestas en este punto,
se reporta que en el año 1999 quedó diseñado un paquete instrumental para
el sostenimiento temporal de familias retornadas o reubicadas que tienen
un proyecto productivo agropecuario. La meta es establecer soluciones
definitivas para 64.500 familias hasta el año 2002. Hay que tener en cuenta
que el Plan de Acción para la Prevención y Atención del Desplazamiento
Forzado menciona que desde 1996 se han desplazado alrededor de 25.000
familias cada año(48).
 Desarrollo y consolidación de los programas de prevención del
desplazamiento y protección a la población retornada o reubicada. De las
metas propuestas sobre este punto se informa el diseño e implementación
de un mecanismo operativo de acción para la Fuerza Pública, definición de
las responsabilidades de las autoridades militares y de policía y el diseño
de un Sistema de Alertas Tempranas. Aún no se conocen resultados sobre
acciones del gobierno que hayan prevenido algún desplazamiento o que
hayan representado protección para poblaciones amenazadas.
 En cuanto al Observatorio sobre desplazamiento, apenas se encuentra en
proceso de elaboración el proyecto para su conformación, aunque ya existe
un rubro para su funcionamiento en el presupuesto nacional. Cabe anotar
que desde la sociedad civil se han hecho importantes aportes para la
instalación de este Observatorio al considerarlo un espacio de alta
significación tanto para la prevención del DI como para el seguimiento de
las políticas públicas(49).
 Mejoramiento de la capacidad institucional de respuesta con dos
componentes: a) fortalecimiento del esquema institucional; b)
movilización de recursos públicos y privados, nacionales e internacionales,
para la constitución del Fondo nacional de atención a la PDV. Sólo a partir
del mes de agosto se autorizó a la RSS para ejecutar esos recursos; al
finalizar 1999, el Fondo contaba con $50 mil millones de pesos (US$26
millones). El informe cuantitativo de la RSS para el año 1999 muestra
recursos comprometidos por US$2.9 millones más el compromiso de
US$1 millón de dólares de otros organismos gubernamentales.
 Integración, desarrollo y consolidación de los sistemas de registro,
información, seguimiento y evaluación. A 31 de diciembre de 1999 la RSS
contaba en su sistema con 6.500 registros, el 1,6% de la PDV estimada por
el Gobierno. Sobre este punto, la RSS informa haber avanzado en la
elaboración del Protocolo único para el registro nacional de desplazados.
Dicho protocolo se pondrá a prueba a partir del 2000 en tres ciudades:
Bogotá, Villavicencio y Cartagena.

Las metas de la política de atención del DI está basada en mecanismos e


instrumentos que aún no están desarrollados. La prevención del fenómeno y la
disminución de la PDV están cifradas en proyectos futuros como el avance en el
proceso de paz y la implementación del Plan Colombia. Estas condiciones,
aunadas al deficiente cumplimiento de la Ley 387/97 como se describe a
continuación, reflejan la situación crítica que vivieron las personas desplazadas
en Colombia durante 1999.

Arriba

2.3. El reconocimiento a la condición de desplazado

Los Principios Rectores para los Desplazamientos Internos reflejan la


normatividad internacional sobre DH y DIH, constituyendo un instrumento
integral para hacer seguimiento a las acciones u omisiones del Estado y el grado
de adecuación de sus políticas a la situación de la PDV(50).

Los Principios Rectores -PR- 1 al 4, establecen que las personas desplazadas


gozan de los mismos derechos y libertades que todos los demás ciudadanos del
país, pues su situación no les da un estatus legal diferente ni les otorga una
condición de inferioridad dentro de la sociedad. También establecen que las
autoridades nacionales tienen la obligación y la responsabilidad primarias de
proporcionar protección y asistencia humanitaria a los desplazados internos.

El acceso de las personas desplazadas a los programas de atención humanitaria y


soluciones duraderas, tiene como requisito el reconocimiento oficial de su
situación. Las víctimas del DI deben reunir los documentos que los identifican y
rendir declaraciones sobre las circunstancias en que fueron expulsadas de sus
sitios de origen(51). Este primer paso presenta las siguientes dificultades: a) El
acopio de los documentos, muchas veces perdidos; b) La credibilidad que se da a
los testimonios; c) Se desconocen los criterios para la verificación de la
información.

Las dificultades experimentadas por las víctimas del desplazamiento individual o


unifamiliar para acceder a la atención estatal han conducido a retornos o
reubicaciones asumiendo riesgos por iniciativa propia o segundos
desplazamientos que conducen a una integración urbana en condiciones de
marginalidad. El deficiente registro y seguimiento de estas víctimas es más grave
dado que el desplazamiento masivo es la situación más visible para las entidades
encargadas de los programas de atención. De hecho, el trámite del registro ha
agravado el problema para una enorme cantidad de desplazados que no son
reconocidos para recibir asistencia humanitaria o, después de haber sido
registrados, son excluidos de los programas de estabilización económica(52). En
estas condiciones queda en entredicho el que la atención a las víctimas del
desplazamiento, en todas sus fases, es un derecho exigible ante el Estado.

La debilidad del sistema de atención a la PDV en el nivel municipal, se traduce


en una fragmentación progresiva de las comunidades afectadas, también en los
casos de desplazamientos masivos. El acceso a los programas de atención en
diferentes sitios y momentos dificulta que la coordinación de acciones
institucionales, hasta ahora deficiente, contribuya al proceso de encontrar
soluciones duraderas para la PDV. A medida que las víctimas recorren diferentes
zonas y su situación de marginalidad se consolida, el retorno aparece más como
una opción individual que como un posibilidad de reconstrucción de la estructura
social en cada sitio de expulsión.
Arriba

2.4 La etapa de prevención

El Principio Rector número 5 recuerda a las autoridades su obligación de respetar


y hacer respetar en toda circunstancia las obligaciones del Derecho Internacional,
incluidos los DH y el DIH, a fin de prevenir el desplazamiento forzado. El
Principio 6 declara el derecho de toda persona a ser protegida contra éste, citando
específicamente las situaciones de conflicto armado, a menos que así lo requiera
la seguridad de la población civil.

Una política de prevención requiere elaborar una definición comprensiva de las


causas estructurales del desplazamiento forzado, para diseñar acciones concretas
y eficaces orientadas a corregirlas. Esto es de importancia crítica en la situación
actual del DI en Colombia, caracterizada por un incremento permanente de
poblaciones y comunidades afectadas. En el terreno de las causas inmediatas del
desplazamiento, es necesario avanzar en el debate público, con amplia
participación de la población rural, en cuanto a los mecanismos y condiciones
que permitan una relación de confianza entre los habitantes de las zonas de riesgo
y los cuerpos de seguridad del Estado.

En materia de prevención, las políticas públicas consideran aspectos relacionados


con la construcción de Redes de Alerta Temprana, la neutralización del conflicto
armado, acciones encaminadas a resolver pacíficamente los conflictos y la
promoción de los DH y del DIH. No obstante, en 1999 pocas fueron las acciones
orientadas a tales fines las cuales se han limitado a la realización de talleres
puntuales no inscritos dentro de procesos que garanticen ni el cubrimiento ni el
seguimiento que se requiere.

La mayoría de los hechos de violencia que ocasionaron los mayores éxodos en


1999, fueron alertados por las mismas comunidades amenazadas y por
organizaciones de DH; en muchos casos las autoridades competentes mostraron
una actitud de omisión frente a las denuncias.

Los habitantes de las poblaciones afectadas por las incursiones paramilitares de


enero carecieron de protección de la Fuerza Pública, aun cuando en algunos
casos existía el riesgo anunciado de incursiones de ese tipo. Al respecto, la
Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones
Unidas -OACDHNU- indicó que en varias ocasiones había advertido al Gobierno
sobre la situación de muchos municipios amenazados por los grupos
paramilitares, suministrando información detallada sobre las operaciones y bases
fijas de sus miembros. También formuló recomendaciones concretas para
prevenir los ataques y adoptar las medidas necesarias para garantizar la seguridad
de la población afectada(53).

Los hechos ocurridos en el departamento de Norte de Santander ilustran la


situación de desprotección de la población civil frente a las acciones sistemáticas
de los grupos paramilitares, a pesar de haber sido advertidas por las
comunidades, las organizaciones de DH y las autoridades civiles. Pese a la
gravedad de las crímenes cometidos en el mes de mayo y la entrada de un grupo
numeroso de las Autodefensas a la región de Tibú, las masacres continuaron y se
intensificaron en la zona a lo largo de tres meses sin que las víctimas recibieran
protección eficaz de la Fuerza Pública antes de y durante los desplazamientos
forzados(54).

La Defensoría del Pueblo y CODHES tienen en funcionamiento sistemas de


información para establecer situaciones de riesgo sobre violaciones a los DH o
desplazamiento. A lo largo del año han advertido públicamente sobre la situación
crítica de diferentes regiones. Sin embargo, no se tiene conocimiento de que
alguna acción de alerta haya logrado impedir el éxodo de comunidades a partir de
reacciones eficaces de parte de las autoridades.(55). Un factor importante que
identifica el problema en materia de prevención es el hecho de que las
responsabilidades sobre el tema están en cabeza de entidades territoriales
incompetentes o faltas de voluntad política para ejercer mando sobre las unidades
de la Fuerza Pública que tendrían que actuar cuando reciben las alertas.

Aunque la definición de Desplazado Interno expresada en la Ley 387 cubre la


mayor parte de las causas registradas para el desplazamiento forzado, en
Colombia, es visible la confluencia de situaciones de violencia política y
violaciones de los DH en zonas donde se adelantan grandes proyectos de
inversión que afectan a los habitantes que hacen parte de comunidades
tradicionales y cuyas demandas generan un conflicto de intereses con los
inversionistas y con los planes de Gobierno. El PR 9 indica la responsabilidad
específica de los estados para proteger contra los desplazamientos a los grupos
indígenas y otras minorías que tienen una dependencia especial de su tierra.

Un ejemplo de la falta de aplicación de este principio es el de la comunidad


indígena que habita en el área del Nudo de Paramillo, enfrenta una confluencia
de amenazas sobre su territorio ancestral: la construcción de un proyecto de
infraestructura que altera sustancialmente el entorno natural de la región y la
disputa de los actores armados (AUC y FARC) para controlar la zona. Como
consecuencia de uno u otro factor, varias familias han abandonado el resguardo,
pero la mayoría de la población se resiste al desplazamiento y no lo considera
como alternativa, aún cuando la viabilidad de la comunidad está seriamente
comprometida(56).

Arriba

2.4.1 La protección a las víctimas del desplazamiento

La protección es uno de los principales deberes del Estado frente a su población.


Con mayor razón es deber frente a la PDV, en estado de total indefensión y
vulnerabilidad. Esta protección está referida a la vida, la integridad física y los
bienes de las personas, lo mismo en los lugares en donde se refugian como en los
casos de retornos por iniciativa propia.

El PR 10 recuerda el deber legal de proteger a las personas desplazadas contra el


homicidio, el genocidio y las desapariciones forzadas. Un ejemplo extremo de los
vacíos existentes en el cumplimiento de este deber es el de los voceros del éxodo
campesino del Sur de Bolívar que se encuentran desaparecidos desde el 27 de
noviembre de 1999, cuya protección por parte del Estado se buscó asegurar al
incluirla en forma explícita como parte de acuerdos para el retorno de los
desplazados(57).

Los PR 11 y 12 prohiben las amenazas o actos de violencia contra las personas


desplazadas que no intervienen en las hostilidades, la privación de alimentos
como medio de combate, su utilización para facilitar o impedir operaciones
militares y los ataques a sus asentamientos, entre otros actos de violencia. Los PR
13 y 14 señalan la prohibición del alistamiento en grupos armados, especialmente
de los niños, y el derecho a la libre circulación dentro y fuera de los
asentamientos. Estos principios tienen aplicación en los casos de comunidades
que han reafirmado públicamente su condición de no combatientes.

La propuesta de autonomía frente a los actores armados, asumida por las


comunidades desplazadas en el Urabá, tuvo una dinámica creciente en 1999.
Dicha propuesta fue reafirmada por diversas organizaciones indígenas en esa
misma región, en el Cauca y La Guajira, entre otras, bajo el concepto de
neutralidad activa. A finales del año se hicieron varias declaraciones en ese
sentido en municipios de Arauca, Antioquia y Cesar, como expresiones de
consenso en conjunto con las administraciones locales para reclamar el respeto
de los grupos armados hacia la población civil.

Las comunidades de paz son una alternativa de emergencia ante la imposibilidad


de las poblaciones de contar con garantías reales y duraderas de protección por
parte de la Fuerza Pública y las autoridades de Policía. Por otra parte, son una
respuesta civilista que trata de romper el círculo de señalamientos y retaliaciones
en zonas de disputa territorial prolongada de los grupos armados. En este sentido,
son una expresión política de identidad comunitaria frente al conflicto y su
evolución reciente caracterizada por los ataques a la población civil, más que por
el enfrentamiento directo entre los actores armados(58).

La ausencia de compromisos de respeto para la población civil en medio del


conflicto y el desconocimiento de la condición de no combatiente por parte de
todos los grupos armados, han dado lugar a que los pronunciamientos de las
comunidades no encuentren una respuesta concreta de aquellos. En 1999 se
hicieron evidentes las dificultades de la propuesta, al ser el concepto de
neutralidad de la población civil inaceptable para todos los actores armados:

 El Ejército Nacional considera improcedente que existan zonas vedadas


para su presencia, bajo el argumento que la Fuerza Pública ejerce la
soberanía del Estado en toda la extensión de la Nación y este es un deber
legal indeclinable. Los mandos militares rechazan que el Ejercito sea
considerado por las comunidades como un actor armado, en la misma
categoría que los actores ilegales y consideran que su exclusión de las
áreas de conflicto dificulta su obligación de combatir a aquellos grupos(59).
En ocasiones, se ha considerado que los ciudadanos no pueden invocar una
neutralidad frente a las instituciones y la consideran como algo cercano a
la complicidad(60).
 Varios pronunciamientos de los grupos guerrilleros, en particular de las
Farc, señalan a las comunidades de paz como un mecanismo para debilitar
su presencia en las zonas de conflicto y una manipulación sobre la
población para favorecer la estrategia contrainsurgente de los grupos
paramilitares o a la Fuerza Pública. En enero, miembros del V frente de las
Farc llegaron a la comunidad de Guapá en Chigorodó (Antioquia), en
busca de víveres. Ante la negativa de los indígenas a facilitar suministros
al grupo guerrillero, invocando su posición de neutralidad frente al
conflicto armado, sufrieron el saqueo de las casas comunales, el hurto del
dinero de la comunidad y el secuestro de dos de sus dirigentes, quienes
posteriormente fueron asesinados(61).
 Los grupos paramilitares, si bien han participado en los acuerdos que
permitieron la conformación de algunas de las comunidades de paz,
mantienen controles y presiones sobre las poblaciones y en varias
ocasiones han manifestado que la propuesta sirve para amparar actividades
subversivas en su interior. Así ocurrió el 4 de abril cuando un comando de
las Autodefensas Unidas de Córdoba u Urabá -ACCU- ingresó a la
comunidad de San José de Apartadó, a cuyos pobladores acusó de
pertenecer a la guerrilla. Tres habitantes fueron asesinados y luego, cuando
los paramilitares abrieron fuego en forma indiscriminada, otros tres
miembros de la comunidad quedaron heridos. Cuatro días después, las
AUC atacaron varias veredas de Riosucio (Chocó), donde está la
Comunidad de Paz San Francisco de Asís, y asesinaron a 5 campesinos
acusados de ser guerrilleros. La comunidad regresó a sus tierras en
noviembre de 1998 tras permanecer desplazada durante varios meses en
Pavarandó (corregimiento de Mutatá, Antioquia)(62).
 Las comunidades de paz remiten a los principios y preceptos del DIH (63),
cuya aplicación en el conflicto armado interno de Colombia es casi
inexistente. El tratamiento a los civiles por parte de los grupos armados se
rige por normas internas o por concepciones arbitrarias de guerra que
siguen un orden pragmático, en el cual no hay interés por separar a la
población no combatiente de las hostilidades pues sobre ella y sus bienes
parece centrarse la disputa.

Las iniciativas de Comunidad de paz y de neutralidad activa se mantienen por la


cohesión de la comunidad y su decisión de encontrar un camino autogestionado
para enfrentar las consecuencias del conflicto. No existe un mecanismo de
verificación que garantice el cumplimiento de los pactos suscritos con los actores
armados, cuando existen, o que legitime la voluntad soberana de los pobladores.
Tampoco existe, en los procesos de acercamiento y negociación en curso con los
actores armados, una expresión clara de reconocimiento a las iniciativas. Esto ha
conllevado a un relativo aislamiento en los sitios de refugio o de reasentamiento,
con controles muy estrictos sobre los movimientos de los pobladores, llegada de
suministros y graves riesgos en las zonas rurales aledañas.

En este sentido, los PR están fundamentados en que la población desplazada o en


riesgo de serlo disfruta, en condiciones de igualdad, de todos las garantías básicas
y libertades que el derecho internacional y el derecho interno reconocen a los
demás habitantes del país. De este modo, los mecanismos de protección
propuestos por las comunidades no deben implicar la suspensión de los derechos
a la libertad de conciencia, de asociación, de movilización y expresión, así como
el derecho a la justicia pronta y eficaz.

Arriba

2.4.2. Desplazamiento hacia las fronteras

En la ola de desplazamientos ocurridos en Norte de Santander se presentaron


deficiencias adicionales en el deber de protección a las víctimas. Las
disposiciones de los PR no pueden ser interpretados de forma que limite,
modifique o menoscabe las disposiciones de cualquier instrumento internacional
de DH o DIH o los derechos concedidos a la persona por el derecho interno, en
particular el de solicitar y obtener asilo en otros países - PR Nº 2 y 15-.

Al igual que para el caso del desplazado, el status de refugiado es un condición


de hecho y no de derecho. Los Estados contratantes de la Convención sobre
Refugiados, deben atender a la población que cruza la frontera forzada por la
persecución o hechos de violencia. Parte de esa atención consiste en la protección
y las garantías de seguridad, lo cual implica no exponer al refugiado a un retorno
forzado. Si bien los primeros desplazados recibieron apoyo humanitario mientras
estuvieron en territorio venezolano, no contaron con la alternativa del refugio: la
'Operación Refugio' concertada entre ambos países tuvo como efecto concreto
impedir el acceso de los desplazados a los mecanismos de protección de la
legislación internacional. El Gobierno colombiano patrocinó la operación de
repatriación sin brindar condiciones adecuadas de atención inmediata para una
población de esa magnitud y sin poder garantizar la seguridad para el retorno a la
región en el corto plazo de sus residentes(64).

Arriba

2.5. La asistencia humanitaria

Según los PR 24 a 27, la asistencia humanitaria se prestará de conformidad con


los principios de humanidad e imparcialidad y sin discriminación alguna;
además, se contrae la obligación y responsabilidad primarias de proporcionar
asistencia humanitaria a los DI, lo cual corresponde a las autoridades nacionales.

Como ya se indicó, la mayor parte de acciones del Estado ha concentrado en la


asistencia humanitaria - representada en apoyo alimentario, atención en salud,
apoyo para pago de arriendos -, con límites de tiempo oscilando entre tres y seis
meses según lo establecido en el artículo 15 de la ley 387 de 1997. En general, el
criterio ha sido el de responder a las demandas más evidentes, dentro de una
concepción de manejo de orden público. Sobre la precariedad de este servicio, la
oficina de Enlace de ACNUR, hizo este pronunciamiento:

"En términos de necesidades básicas, se han reportado estados moderados y en


algunos casos, severos, de malnutrición entre la población desplazada,
particularmente entre grupos vulnerables. Más aún, la falta de vivienda básica es
generalizada. El 80% de la población desplazada no tiene acceso a servicios
médicos básicos y el 95% de las mujeres desplazadas no reciben atención médica
durante el embarazo. Un estudio reciente sobre derechos de tenencia de tierra
para personas desplazadas, concluyó que antes del desplazamiento, el 43% de los
entrevistados tenían derecho sobre sus tierras, mientras que después del
desplazamiento, el 95% de ellos abandonaron sus tierras y no saben el estado
actual de ellas"(65).

Durante la primera semana del mes de junio, el Sr. Olara Otunnu, representante
especial del Secretario general para niños y niñas y conflicto armado, visitó
nuestro país. El Sr. Otunnu manifestó su profunda preocupación por la grave
situación que vive la población en desplazamiento y en su informe oficial
manifestó:

"Estas comunidades desplazadas en Colombia viven por su cuenta. Aparte de


alguna presencia de ONGs y de la Iglesia, las comunidades que visité en Soacha,
Turbo y Quibdó cuentan con poca o ninguna asistencia del gobierno o de la
comunidad internacional"(66).

La dificultad más frecuente para brindar atención humanitaria de emergencia es


la falta de recursos específicos para ese fin y las limitaciones en el presupuesto de
los municipios que reciben PDV. A esto se agrega la presión que ejercen los
grupos armados sobre los comerciantes y la comunidad para impedir el pago de
impuestos, al considerar que los alcaldes serían obligados a entregar parte de ese
dinero al grupo enemigo(67). En 1999 se incrementaron las amenazas, atentados y
secuestros contra los alcaldes y se estima que en cerca de 500 municipios los
grupos armados presionan la renuncia de esos funcionarios, así como de los
candidatos a ocupar los concejos municipales, con el fin de imponer mandatarios
afines con su estrategia de guerra(68).

Arriba

2.6. Retorno, reasentamiento y reintegración

El objetivo principal de la política oficial sobre desplazamiento es generar las


condiciones para el retorno de la población; mientras que la reubicación se
reserva para casos excepcionales relacionados con situaciones de seguridad. Esta
política comprendería la protección, el acceso a tierras, a soluciones de vivienda
y la estabilización socio-económica.

El informe de las acciones adelantadas que registra el documento Conpes


3057/99, señala acciones de la RSS en procesos de retorno con las comunidades
de la cuenca del río Cacarica, en Riosucio, en Tierralta, en San Pablo, Carepa y
Carmen de Atrato. Dichos programas de retorno consisten en proyectos de
vivienda, seguridad alimentaria y apoyo a la producción. Igualmente, el
documento informa sobre apoyos a procesos de reubicación con proyectos
productivos y soluciones de vivienda en nueve municipios del país.

La no existencia de respuestas adecuadas en las fases de prevención, protección y


asistencia humanitaria, determina la mayoría de limitaciones en las fases
posteriores de retorno o reasentamiento. Por ejemplo, si no hay condiciones
adecuadas de protección, el retorno no puede ser una alternativa. Así lo viven los
mismos desplazados que quisieran retornar:

" En este momento no hay condiciones para retornar, ni el gobierno se


compromete a garantizarlas. Hay desplazados por las mismas fuerzas del Estado,
cómo vamos a confiar en la seguridad del Ejército? En ningún momento nos
dicen que garantizan que recuperemos las parcelas y los animales que
abandonamos"(69).

Algunos casos de retornos acompañados por ONGs nacionales(70) han sido objeto
de estigmatización por parte de las autoridades por considerar que se quiere
evadir y limitar la autoridad pública en beneficio de los guerrilleros. Casos
lamentables como el de San José de Apartadó dan cuenta de ataques
paramilitares a comunidades en retorno que se declararon como Comunidades de
paz y en neutralidad frente al conflicto.

Los PR del 28 al 30, establecen que las autoridades competentes tienen la


obligación y la responsabilidad primarias de ofrecer las condiciones y
proporcionar los medios que permitan el regreso voluntario, seguro y digno de
los desplazados internos a su lugar de origen o su reasentamiento voluntario en
otra parte del país. Las autoridades tratarán de facilitar la reintegración de los
desplazados internos que han regresado o se han reasentado en otra parte. Se
harán esfuerzos especiales para asegurar la plena participación de los desplazados
internos en la planificación y gestión de su regreso o de su reasentamiento y
reintegración.

Arriba

2.6.1 Acuerdo para el retorno de los campesinos desplazados del Sur de


Bolívar y valle del Cimitarra.

La situación de desplazamiento forzado en la región del sur de Bolívar y el Valle


del Cimitarra fue una de las más graves durante 1999. Allí, a diferencia de otras
zonas expulsoras durante ese año como Antioquia y Valle del Cauca, la
intensificación del desplazamiento ocurre tras la firma de acuerdos entre la
población y el Estado como producto de movilizaciones de los campesinos
durante el año 1998. Buena parte de esos acuerdos tiene relación directa con
factores claves para la prevención del desplazamiento y que, aunque planteados
en la Ley 387, están escasamente desarrollados en la práctica.

Las condiciones del conflicto se ven agravadas por la existencia, de amplias


zonas de cultivos ilícitos y centros de comercio de los intermediarios del
narcotráfico, como resultado de procesos prolongados de deterioro en la
producción agropecuaria y la ausencia de políticas de desarrollo rural.

Tras un prolongado proceso de negociación con los desplazados, el Gobierno del


presidente Pastrana estableció una serie de acuerdos a ser cumplidos en el corto y
mediano plazo(71). En líneas generales:

a) Garantías para la vida, integridad, libertad y derecho a la justicia: se reafirma


el compromiso del Estado para asegurar la plena vigencia de los derechos
humanos, prevenir y castigar conductas de los servidores públicos que conduzcan
a su violación, garantizar el derecho a la verdad, la justicia y la reparación
integral de las víctimas; poner en marcha una política de Estado para perseguir y
erradicar a los grupos paramilitares; iniciativas legislativas sobre el delito de
desaparición forzada.

b) Plan de desarrollo y protección integral de los DH en el Magdalena medio,


bajo la coordinación y orientación de la Mesa Regional de Trabajo Permanente
por la Paz: fortalecimiento de los sectores productivos, del sector educativo
formal, de la infraestructura vial terciaria; inversiones en salud y servicios
básicos; proyectos de minería, zonas de reserva campesina.

c) Condiciones de seguridad y la reconstrucción integral social y económica para


el retorno: planes de contingencia en educación, salud y atención a la población
infantil; proyectos de seguridad alimentaria; protección durante el retorno, ayuda
humanitaria de emergencia.

Desde el punto de vista de la prevención(72), las demandas de los campesinos


identificaron los factores que ocasionaron la situación de desplazamiento, esto
representa un cambio en su nivel de interlocución con el Estado ya no sólo como
víctimas sino como actores sociales. En este caso, dichos factores eran también
básicos para la viabilidad del retorno en términos de protección y estabilización
socioeconómica.

Desde el retorno de los campesinos a la zona del sur de Bolívar a finales de 1998,
no han cesado las incursiones de las autodefensas ni sus operativos de control
sobre las vías terrestres y fluviales. En el primer mes fueron asesinadas unas 110
personas y quemadas 689 viviendas.

En medio de la respuesta de los grupos guerrilleros y de la intervención de las


Fuerzas Armadas, la situación de seguridad para los habitantes de la región fue
de absoluta precariedad en 1999. Además, el seguimiento y verificación por parte
de los organismos de control ha sido deficiente, lo que es agravado por las
dificultades crecientes para la labor de denuncia debido a la situación de terror en
la zona. El desplazamiento fue constante en la región de San Pablo, Simití, Santa
Rosa y Arenal: 70 familias en enero; 3.821 personas en marzo; 100 personas en
abril.

En abril de 1999, campesinos que participaron en el éxodo masivo de junio de


1998, ocuparon la Alcaldía de Barrancabermeja en protesta por el
incumplimiento de los acuerdos suscritos con el Gobierno. Exigieron hechos
concretos contra el paramilitarismo, que se cumpliera el compromiso del
Gobierno de garantizar el respeto a los derechos humanos y a la vida, así como el
plan de inversión social en la zona.

Desde el 12 de Abril se realizaron bombardeos y ametrallamientos aéreos


indiscriminados en los operativos de persecución de las Fuerzas Militares del
Estado a los secuestradores de un avión de pasajeros, en los municipios de Simití
y Santa Rosa, junto a la Serranía de San Lucas. Se denunció que las Fuerzas
Armadas y la Policía apoyaron las acciones de cerco de grupos paramilitares en
San Pablo y Simití, restringiendo el transporte de alimentos y el acceso de ayuda
humanitaria, y compartían con ellos control de las poblaciones.

Ese mismo mes, las AUC comienzan el establecimiento de una base en


Monterrey (Simití): 60 personas fueron asesinadas y más de 800 casas quemadas.
Los paramilitares trataron de restringir la circulación de los pobladores del
corregimiento de Monterrey cuando los enfrentamientos con la guerrilla se
recrudecieron. Sin embargo, desafiando las amenazas, 80 familias se dirigieron a
buscar refugio en San Pablo.

En Monterrey, con algo más de mil habitantes y todas las necesidades básicas
insatisfechas, está el centro comercial de la coca en el sur de Bolívar, donde se
mueven por lo menos US$3.5 millones de dólares al mes, según estimativos de
algunas autoridades regionales. Los paramilitares exigieron a los compradores de
base de coca centrar sus transacciones en los corregimientos de Monterrey y
Pozo Azul.
Tras una reunión el 9 de mayo de 1999 con representantes del Ministerio del
Interior, se llegó a un acuerdo para el retorno de los campesinos. Se definió que
para verificar la presencia de bases paramilitares en los municipios de San Pablo,
Simití y Santa Rosa (Bolívar) se establecería una comisión con representantes de
la Procuraduría, la Defensoría, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los DH y Organizaciones no Gubernamentales, bajo la coordinación
del Ministerio. Los resultados serían entregados a la comisión de impulso de los
Derechos Humanos del Gobierno. También se acordó una reunión con
representantes del Gobierno para evaluar la marcha del Plan de Desarrollo
Integral del Magdalena Medio, sur de Bolívar y el Valle de Cimitarra.

A pesar de los acuerdos, la situación de conflicto armado y de agresiones a la


población civil se agravó en el segundo semestre de 1999, hasta desembocar en
nuevos desplazamientos masivos. En octubre, unos 400 paramilitares asumieron
el control de las vías de comunicación en los municipios de San Pablo y Simití
dejando aisladas a más de 14 veredas, al tiempo que en los alrededores se
adelantaba un operativo militar. Uno de los caseríos fue totalmente destruido y
los paramilitares asesinaron a un número indeterminado de personas.

Alrededor de 3.200 personas debieron desplazarse a campo traviesa hacia


veredas del municipio de Cantagallo (Bolívar) Yondó y Remedios (estos dos en
Antioquia), buscando una salida hacia Barrancabermeja (Santander) y sin poder
recibir protección ni asistencia(73). Las AUC impidieron también el paso de los
envíos humanitarios del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).

La situación en esta región ilustra la inexistencia de mecanismos efectivos de


protección para la población durante el desplazamiento forzado y el retorno. Las
denuncias de los habitantes y de las organizaciones que les brindan
acompañamiento, comprometen seriamente a personal de la Fuerza Pública en la
preparación y mantenimiento de las actividades paramilitares(74). La tarea de los
organismos de control es lenta e ineficaz, situación alimentada por la
complejidad de los hechos y la dificultad para verificarlos en forma oportuna.

Aparte de la gravedad misma de la situación y de la inoperancia de los planes del


Estado para superarla, es apenas lógico que las comunidades que apoyaron las
negociaciones de Barrancabermeja con el Gobierno asuman una actitud de
desconfianza. De otra parte, aún si los compromisos firmados en cuanto a
programas sociales sí fuesen respetados(75), la extrema situación de inseguridad
para la población los hace inviables.

Las garantías de protección necesarias para el retorno de la población al sur de


Bolívar corresponderían en buena parte a las mismas medidas requeridas para
prevenir futuros desplazamientos. Por otra parte, de acuerdo con la ley, es deber
del Estado emprender dichas acciones, independientemente de que se hayan
planteado en forma explícita en el pliego de peticiones.

Al promover la acción de la Fuerza Pública contra los 'factores de perturbación',


el Gobierno tendría que contemplar todas las situaciones que conlleven riesgos
adicionales de desplazamiento como son bombardeos o ametrallamientos aéreos,
o que vulneren las condiciones de seguridad de la población y el derecho a no ser
desplazado.

Frente a un proceso violento de desestructuración social de las comunidades de la


región, no es admisible el silencio, la lentitud y la confusión en la toma de las
decisiones establecidas por la ley. Adicionalmente, el papel jugado por la Fuerza
Pública a lo largo del conflicto regional ahonda la desconfianza con que se sigue
viendo a esa institución y fortalece los señalamientos de su connivencia con los
grupos paramilitares. El Estado debe aclarar sin ambigüedades cuál es la misión
operativa del Ejército en aquellas zonas donde guerrillas y paramilitartes se
disputan el territorio mediante enfrentamientos o mediante agresiones a la
población civil.

La opción desesperada de la población desplazada de partir hacia la zona


selvática es otra manifestación de la ausencia de un sistema efectivo de
prevención y atención de emergencia. A pesar de la presencia permanente de la
Fuerza Pública en la región, un año después de firmados los acuerdos de
Barrancabermeja la población no tuvo siquiera las garantías para optar por el
desplazamiento con unas condiciones mínimas de protección.

Arriba

2.6.2 El retorno de las comunidades desplazadas de la cuenca del Cacarica

El proceso de retorno de las comunidades del Cacarica(76), en el Bajo Atrato, ha


sido el más significativo en términos de organización de las víctimas, capacidad
de interlocución con el Estado y desarrollo de estrategias de acompañamiento por
parte de las organizaciones acompañantes. De las aproximadamente 4 mil
personas desplazadas, participan del proceso: en Turbo, de 1.000 a 1.200
personas, en Bocas del Atrato, 120 y en Bahía Cupica, 300 personas(77).

Ante la necesidad de trascender las necesidades de asistencia humanitaria de


emergencia, la comunidad elaboró(78) en 1998 un Pliego de Exigencias basado en:
 La necesidad de establecer mecanismos internos de protección, dadas las
condiciones de conflicto armado persistentes en la región. La propuesta
consiste en retornar colectivamente y no permitir el ingreso de ningún
actor armado a los asentamientos.
 La reivindicación de sus derechos a la identidad cultural y a la propiedad,
mediante la titulación colectiva de los territorios de la Cuenca del
Cacarica(79).
 El cumplimiento de las obligaciones de protección por parte del Estado y
de la normatividad del derecho internacional de los DH y el DIH:
conformación de una Comisión Miixta de Verificación(80) (CMV),
presencia no armada del Estado a través de una Casa de la Justicia,
reconocimiento y garantías para el trabajo de acompañamiento
internacional, Observatorio de la marcha de los acuerdos.
 La reparación socioeconómica que cubra una primera fase transitoria del
retorno y luego un plan de consolidación y estabilización.
 La reparación moral mediante mecanismos que esclarezcan la
responsabilidad en las violaciones a los DH y permitan la investigación y
juzgamiento de los responsables.

La CMV ha sido el escenario para la negociación del Pliego de Exigencias y es


un mecanismo ad hoc que responde a la incapacidad de respuesta de las
instituciones públicas que tienen mandatos en la Ley 387/97. Desde finales de
1998, después de un periodo del estancamiento debido a los cambios en las
entidades de atención a la PDV, el proceso se reactiva con una serie de
precisiones al pliego del exigencias(81). Se realizaron visitas de reconocimiento ,
diagnóstico y ambientación de la propuesta de retorno para los aspectos de
seguridad y protección, los linderos del territorio colectivo y las necesidades en
cuanto a recuperación de las vías fluviales.

Sin embargo, en junio de 1999 los avances concretos en torno al pliego no fueron
suficientes para llevar a cabo la primera fase del retorno. La RSS se comprometió
a ejercer un papel más eficiente en la coordinación de las entidades estatales y
programas de gobierno para el DI. Entre junio y agosto se concretaron contratos
y aportes para el programa de vivienda, los proyectos ecoproductivos, la Casa de
la Justicia, la Titulación colectiva y los mecanismos de protección.

El proceso de retorno de las comunidades desplazadas del Cacarica permite


observar un gran desfase entre el proceso organizativo de las víctimas y la
respuesta gubernamental a las necesidades de la PDV. El fortalecimiento de los
vínculos culturales y comunitarios a través de la solidaridad y la búsqueda de la
autonomía, permite a los desplazados del Cacarica elaborar una propuesta
integral cuyos contenidos trascienden los conceptos y realidades de la política
estatal.

En primer lugar, el reconocimiento como sujetos del proceso social que está en la
base de la decisión por deslindar la vida comunitaria de las acciones de los
grupos armados. No se trata solamente de medidas obligadas por la situación de
conflicto para evitar convertirse en blanco de uno u otro actor armado. Está
ligado a un proyecto de vida, a una concepción de la justicia social y a una
conciencia del derecho de reparación como víctimas del desplazamiento
forzado(82).

En segundo término, la resistencia a perder las tradiciones de producción y


relación con el entorno natural. Las propuestas productivas se diseñaron
manteniendo los sistemas de siembra y cosecha que la comunidades han
desarrollado a través de un largo proceso de adaptación a las condiciones
naturales de la zona y que contiene las bases para su aprovechamiento
sostenible(83).

En este sentido, los compromisos de acatar a las autoridades comunitarias,


participar en actividades conjuntas, compartir las ganancias individuales, respetar
los resguardos y tradiciones de las comunidades indígenas y buscar formas
pacíficas de resolución de conflictos, son fundamentales para que la comunidad
enfrente las presiones internas y externas sobre los recursos(84).

Durante el desplazamiento, la comunidad ha denunciado la extracción intensiva e


indiscriminada de madera en la región. Esta explotación fue declarada ilegal por
la Corporación Autónoma Regional del Chocó -Codechocó-(85) pero aún no existe
un mecanismo de control sobre las empresas de tala y las comercializadoras. Los
fuertes intereses económicos que existen sobre estos recursos son un factor
evidente en la presión sobre el territorio. El paso del control sobre el recurso
maderero a la comunidad, mediante la propiedad colectiva de 103.024 hectáreas,
hace más crítica la necesidad de garantías efectivas de seguridad.

En octubre, un grupo de desplazados comenzó una visita de exploración al río


Perancho, en la Cuenca del Cacarica, donde se planea establecer uno de los
asentamientos de retorno. El propósito es adecuar terrenos de siembra y observar
la seguridad de la región para preparar el retorno progresivo (86). Sin embargo, el
cumplimiento de lo acordado en el pliego de exigencias es aún parcial y varios
aspectos están bloqueados por trámites burocráticos y problemas
presupuestales(87).
Uno de los puntos clave en la estrategia de protección para el retorno es asegurar
los medios de comunicación adecuados, cuya principal limitación está en la
sedimentación regular de los afluentes. Las comunidades de la cuenca han
demandado del Estado la ejecución de obras de dragado en la desembocadura del
río Atrato para evitar el estancamiento de las aguas, sin obtener una respuesta
oportuna. Durante todo 1999, las poblaciones del bajo Atrato sufrieron una
emergencia continua por las crecientes(88).

A pesar de las denuncias hechas por las organizaciones sociales de la región, las
Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá -ACCU- siguen dominando todo
el Atrato sin que se hayan tomado medidas efectivas para neutralizarlos. Las
ACCU tienen restringido el paso de alimentos, combustible y medicinas contra el
paludismo. También controlan la venta de arroz, la extracción de madera, obligan
abandonar los sembrados por donde transita la guerrilla y prohiben la circulación
de lanchas después de las seis de la tarde(89).

El Gobierno considera que la experiencia de retorno de mayor impacto es la de la


Cuenca del río Cacarica(90). Esto puede ser cierto en cuanto a sus posibilidades,
que son fruto de la capacidad propositiva ganada por la comunidad. Pero esa
valoración de la importancia del proceso no concuerda con la disposición de
funcionarios e instituciones del Estado para apoyarlo efectivamente y hacerlo
viable en el corto plazo(91).

Arriba

2.6.3. Reasentamiento y Reintegración urbanas

En materia de reubicación(92) y de retornos, la propuesta y la acción del Estado


tiene debilidades relacionadas con los estudios socio-económicos que no precisan
aún las necesidades reales de los desplazados, ocasionando dificultades en los
procesos de concertación(93). El PR 29 recuerda la obligación de las autoridades
competentes de asistir a las personas desplazadas en la recuperación de las
propiedades o posesiones que debieron abandonar. Cuando ello no sea posible,
deberán conceder una indemnización adecuada u otra forma de reparación justa.

De acuerdo con la ley 387/97 y el Plan Nacional de Desarrollo, al no ser posible


la devolución de tierras abandonadas, los desplazados serán incluidos como
sujetos de reforma agraria. En este caso, no existe un mecanismo legal que
establezca condiciones de favorabilidad y reparación para las víctimas del DI, de
modo que todos los beneficiarios de adjudicación de tierras deben responder por
el 30% de su valor(94). De otra parte, no es posible afirmar que exista una política
adecuada y eficaz de reforma agraria en Colombia. Así mismo, el desarrollo de
proyectos productivos viables se enfrenta a las dificultades generalizadas de la
crisis agropecuaria, que plantea dudas sobre las posibilidades reales de
estabilización socioeconómica.

Los propósitos del Plan de Desarrollo en cuanto a garantías para el retorno o


reubicación, fortalecimiento de procesos comunitarios, infraestructura y servicios
básicos; facilidades de crédito, incentivos tributarios, apoyo a la gestión
empresarial, mecanismos de comercialización, ampliación de los mercados
regionales, capacitación; fortalecimiento institucional, etc., plantean la política de
atención a la población desplazada como un mecanismo de "recuperación de la
credibilidad del Estado", que debería ser más bien la base conceptual para una
política de prevención del desplazamiento.

En cuanto a los programas de vivienda de interés social para los desplazados, aún
no han sido reglamentadas las condiciones y requisitos a ser aplicados a la luz de
la ley 418 de 1997, así como las nuevas orientaciones de la política de paz del
Gobierno. Tampoco se cuenta con una partida presupuestal específica para
atender las necesidades de vivienda de esta población.

Es un hecho que si las autoridades encargadas de prestar atención a la PDV no


pueden articular mecanismos adecuados para la asistencia humanitaria, con
menor razón pueden estar preparados para asumir el proceso más complejo de la
reintegración rural o urbana. Al mismo tiempo, resulta claro que las deficiencias
en la aplicación de la normatividad vigente para la PDV también están presentes
en aquellas zonas de asentamiento urbano donde la violencia derivada del
conflicto armado es menos intensa. Un ejemplo de ello es el proceso de
reubicación que gestiona la comunidad de desplazados en Neiva(95).

Arriba

2. 7. Conclusiones sobre políticas públicas

De acuerdo con el panorama mostrado anteriormente, varias son las conclusiones


que emergen sobre las políticas públicas en el tratamiento del DI:

 El diseño y la ejecución de las políticas públicas hacen énfasis en una


respuesta humanitaria que no considera el contexto de violaciones a los
derechos humanos donde se da el desplazamiento forzado. Por esta razón,
la obligación de reparación de los derechos vulnerados es un componente
ausente.
 A pesar de que las políticas y el discurso públicos recogen los temas y los
términos tanto del derecho internacional de los DH, como del DIH y de los
Principios rectores, la aplicación de las mismas, está muy lejos aún de
hacerse realidad.
 La ausencia de una política de Estado es evidente en el hecho de que la
transición de un gobierno a otro ha significado el desconocimiento de
compromisos anteriores y la re-invención de programas y de proyectos.
 Los avances han estado representados hasta ahora en el plano discursivo y
en la formulación de leyes, decretos, documentos Conpes. No obstante, la
falta de reglamentación de la ley 387/97 incide negativamente en la
precisión de responsabilidades y en la ejecución de los mandatos de las
Instituciones encargadas de manejar el tema.
 Tanto la prevención como la protección de la población desplazada o en
situación de amenaza o riesgo, son responsabilidades del Estado que no
empiezan a asumirse. La omisión del gobierno para actuar sobre el
paramilitarismo son causa y efecto recurrentes en el agravamiento del
fenómeno.
 Continúa sin observarse una atención focalizada para los grupos más
vulnerables de la PDV como mujeres, niños y ancianos. No hay una
atención diferenciada, como ha sido recomendado por las Naciones
Unidas.
 Tanto el diseño como el desarrollo de las políticas públicas han sido
excluyentes en tanto no se ha tenido la capacidad para contar con la
participación activa de las organizaciones mismas de los desplazados.
 La responsabilidad específica de las entidades estatales frente a la PDV ha
sido asumida parcialmente por algunas y de ninguna manera por otras. Al
mismo tiempo, algunas entidades territoriales no se sienten obligadas a su
deber de recepción y atención, con el argumento de que ni siquiera
alcanzan a cubrir sus responsabilidades con la propia población, debido a
la enorme crisis de las transferencias y del situado fiscal. De esta forma, ni
unas ni otras cuentan en sus presupuestos con recursos destinados de
manera específica a atender esta población.
 El Estado continúa desconociendo la condición de víctimas de violaciones
a los derechos humanos, en la PDV; este desconocimiento conlleva a que
los desplazados tengan que negociar sus derechos con el Estado y
reivindicarlos bajo formas de presión y protesta pública social.
 La falta de eficiencia en la fase de los registros es uno de los mayores
obstáculos que están incidiendo en el desconocimiento de la mayoría de
las personas que requieren atención y en la negación del Estado a
reconocer su responsabilidad frente a ellos. Como sujetos de derechos no
existe quien no esté registrado.
 El Estado como tal, no tiene experiencia en la atención de emergencia y
tampoco en la oferta de soluciones duraderas integrales. Estas labores se
han venido cubriendo de tiempo atrás con mayor experiencia por parte de
organismos no gubernamentales. No obstante, el Estado aún no se decide a
hacer mayores y mejores alianzas con quienes podrían ofrecerle estos
servicios.
 El desplazamiento individual o unifamiliar sigue siendo el más
desprotegido, pues las escasas medidas de atención que se están tomando
responden a los casos de desplazamiento colectivo que son más visibles y
tienen mayores implicaciones políticas. Esta situación se reflejó durante el
año en las protestas que algunos grupos de la PDV realizaron en Bogotá en
las sedes del Acnur y la sede del Comité Internacional de la Cruz Roja.

Arriba

3. Respuestas de la comunidad internacional y de la sociedad civil

Frente a la gravedad del problema, durante el año 1999, la respuesta de


solidaridad de la comunidad internacional y de la sociedad civil(96), se hizo
presente en la mayor parte de las regiones del país, para ofrecer ayuda
humanitaria, acompañamiento, asesoría, capacitación, protección y en muchos
otros casos para facilitar la interlocución de las comunidades con las autoridades
territoriales y las diferentes instancias gubernamentales.

3.1. La comunidad internacional

La Comunidad Internacional se hizo presente a través de Agencias y


Organizaciones mundiales Intergubernamentales y ha buscado incidir de
diferentes maneras y de forma activa mediante: a) Recomendaciones al Estado,
propuestas para el diseño de políticas y apoyo en los mecanismos de protección a
la PDV; b) ayuda económica para asistencia humanitaria y algunos proyectos
productivos; c) Buscando y facilitando el acercamiento entre gobierno y
comunidades; d) Apoyando la elaboración y la divulgación de estudios e
investigaciones sobre el tema.

Algunas de las acciones más relevantes durante 1999, fueron:


3.1.1. Visita oficial del Representante del Secretario General de las Naciones
Unidas para los Desplazamiento Internos, Sr. Francis Deng

El señor Deng realizó su segunda visita oficial a Colombia entre el 21 y el 27 de


mayo. La misión del Representante, doctor Francis Deng, tuvo como objetivos:
evaluar la evolución del DI en Colombia desde su primera visita en 1994 y el
grado de aplicación de las recomendaciones presentadas en ese momento;
estudiar la situación actual del DI y , a partir de ello, formular nuevas
recomendaciones para atender la situación.

El Representante señaló la existencia de avances desde su primera visita: hay


mayor conocimiento de las dificultades que enfrentan las personas desplazadas
en Colombia, el Gobierno reconoce expresamente su responsabilidad con la
PDV, ha adoptado un marco normativo para atender la situación de DI y ha
definido mecanismos institucionales. A pesar de ello, el Representante observó
que la situación de DI se ha deteriorado de manera grave en el mismo periodo,
aumentó en forma dramática el número de personas desplazadas, persisten
amenazas contra la integridad física de las personas desplazadas y aquellos que
trabajan en su favor, y la asistencia humanitaria a la PDV ha sido escasa y
deficiente.

En cuanto al cubrimiento de la asistencia, el Representante indicó que una


medida con la cual el Gobierno podría remediar esa situación es la abolición de la
absurda reglamentación que rige el proceso de "certificación". Este sistema
obliga a las personas desplazadas que han perdido sus documentos a regresar a
sus sitios de origen y así obtener la aprobación necesaria para reclamar los
beneficios de la ley. Esto, además de ser una violación al derecho internacional,
pone en riesgo a las víctimas y, como resultado, muchos de ellas permanecen sin
documentos y sin acceso a los programas de atención(97).

Entre los puntos críticos señalados por el señor Deng para una estrategia integral
de atención al DI en Colombia, están:

 Inclusión de la atención al DI como elemento central en los aspectos


humanitarios y de DH del proceso de paz.
 Respeto de los combatientes a los no combatientes y a las normas que
protegen a la población civil, de acuerdo con el DIH.
 Respuestas efectivas de las autoridades competentes para prevenir y
proteger contra los desplazamientos arbitrarios, especialmente cuando
existe una alerta temprana.
 Protección de la integridad física de los desplazados y de los defensores de
los DH que les ofrecen colaboración.
 Asistencia adecuada y oportuna para atender las necesidades de la PDV,
otorgando especial atención a las necesidades particulares de las mujeres y
niños
 Garantías par la seguridad de las personas desplazadas que retornen o se
reubiquen, así como restitución o compensación de los bienes perdidos.
 Clarificación del marco normativo nacional, de la política y de las
responsabilidades institucionales sobre la PDV, así como intensificación
de esfuerzos para su aplicación.
 Fortalecimiento de la coordinación entre institucionales nacionales y
locales, las ONG y la comunidad internacional.
 Asignación de recursos en el presupuesto nacional para atención a la PDV
y su traslado oportuno a las autoridades locales de acuerdo con sus
responsabilidades.
 Diseño y ejecución de una campaña de difusión y sensibilización sobre la
condición de las personas desplazadas y sus derechos.

Arriba

3.1.2. Divulgación de Principios Rectores sobre los desplazamientos internos.

A instancias del United States Committee for Refugees, -USCR- el Brookings


Institution (Proyecto sobre Desplazamiento Interno), el Consejo Noruego para
Refugiados y el GAD, en el mes de mayo se realizó una conferencia de
divulgación en Colombia de los Principios Rectores sobre los Desplazamientos
Internos. En la reunión se presentaron los resultados de un seminario de dos días
sobre cada uno de las secciones de los principios: protección contra los
desplazamientos, protección durante el desplazamiento, asistencia humanitaria, el
regreso, el reasentamiento y la reintegración.

Participaron representantes de ONG nacionales e internacionales que han


trabajado con la PDV en los últimos años; los representantes de las instituciones
gubernamentales encargadas de diseñar y ejecutar las políticas del Estado sobre
el desplazamiento forzado; y las agencias de cooperación del sistema de las NU y
la OEA.

Se concluyó que en el contexto de la crisis humanitaria y de la intensificación del


conflicto armado interno, los PR deben ser llevados a la práctica al constituir un
parámetro mínimo que debe ser respetado y garantizado por y para todos los
colombianos. Los PR ofrecen pautas generales en torno a la actuación del Estado,
los actores armados no estatales, la comunidad internacional y las ONG, que son
útiles para una prevención eficaz de las causas que generan el desplazamiento,
así como par la protección y atención adecuada e integral a la población
desplazada.

En Colombia, la legislación y los documentos de planeación de la política sobre


desplazamiento en buena medida ya están basados en los postulados,
obligaciones y derechos establecidos en los PR. El paso a su implementación
requiere de recursos presupuestales suficientes, acciones eficaces y la
participación de los organismos de control para exigir el cumplimiento de la
normatividad.

Arriba

3.1.3. Misión del Representante Especial del Secretario General de las NU


para niños, niñas y Conflicto Armado, señor Olara Otunnu.

El señor Otunnu realizó una misión humanitaria en Colombia entre el 30 de


mayo y el 6 de junio de 1999. El Representante buscó evaluar y resaltar el
impacto que el conflicto armado ha generado en niños y niñas; identificar
medidas concretas para garantizar una mayor protección a los niños y niñas
afectados por la guerra; e inculcar a las partes involucradas en el conflicto la
importancia de respetar las normas humanitarias. El reclutamiento forzado de
niños y niñas por los diferentes grupos armados, es una de las causas señaladas
de desplazamiento de familias en varias regiones del país.

Durante la misión, el señor Otunnu visitó comunidades desplazadas en San José


de Apartadó, Turbo, Medellín, Quibdó, San Vicente del Caguán y Soacha. El
Representante hizo un llamado al Gobierno para abordar las necesidades urgentes
de las comunidades desplazadas, en especial en las áreas de salud, educación,
condiciones sanitarias, alojamiento, agua, registro y oportunidades económicas.
El Gobierno también debe garantizar la protección física y las condiciones para el
regreso o restablecimiento de las poblaciones desplazadas.

El señor Otunnu expresó la preocupación que existe en la comunidad


internacional con respecto a la protección de la población civil en medio del
conflicto armado en Colombia. Exhortó a todos los actores a observar los
principios y normas humanitarias, en particular la protección y los derechos de
los sectores más vulnerables como son niños y niñas, mujeres y poblaciones
desplazadas.

Al término de su visita, el Representante Especial dio inicio a una amplia


coalición compuesta por miembros del sistema de las Naciones Unidas, ONG y
representantes de la sociedad civil para coordinar y elevar el perfil de los
esfuerzos dirigidos a suplir las necesidades de los niños y niñas afectados por la
guerra en Colombia. El Representante también anunció el compromiso de las
FARC de no reclutar a menores de 15 años y la política del Ejército de no alistar
a menores de 18 años, decisiones que podrían aliviar una de las causas
inmediatas para el desplazamiento forzado de familias en Colombia.

Arriba

3.1.4. Oficina de Enlace del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para
los Refugiados -ACNUR-

El Gobierno colombiano y el ACNUR firmaron un Memorando de


Intención(98) relativo al suministro de cooperación para el tratamiento del
desplazamiento forzado en las áreas de: acción preventiva; protección y
soluciones; cumplimiento de la legislación interna; fortalecimiento de
mecanismos de coordinación; fortalecimiento de la cooperación internacional;
difusión y aplicación del derecho internacional de los refugiados.

Se destaca la intención del ACNUR de participar en los mecanismos de alerta


temprana, formulación de políticas, metodologías para su evaluación, asistencia
técnica a los comités locales previstos por la ley, el establecimiento y puesta en
marcha del Observatorio sobre Desplazamiento.

La oficina en Colombia del ACNUR propuso el establecimiento de seis oficinas


en las regiones donde el desplazamiento forzado es más grave. Inicialmente se
instalaron en Barrancabermeja, Apartadó y Puerto Asís.

Arriba

3.1.5 Comisión Interinstitucional en Riosucio

Del 12 al 16 de abril, una Comisión Interinstitucional visitó varias localidades del


municipio de Riosucio, departamento del Chocó para verificar los hechos
violentos ocurridos en la primera semana de abril(99).

De acuerdo con lo informado por las comunidades afectadas, las autoridades


civiles y militares, el día 4 de abril un grupo de entre 300 y 600 miembros de las
AUC entraron por el Río La Balsa a las veredas Caño Seco, Arenal y
Villahermosa. En esos sitios asesinaron a doce personas, secuestraron a otras
siete, robaron alimentos y bienes, retuvieron algunos documentos de identidad,
filmaron e interrogaron a los pobladores. Se reportó la participación de un
helicóptero que, en uno de sus sobrevuelos, arrojó explosivos. También se
informó a la Comisión sobre la presencia de milicianos de las FARC en varios de
los asentamientos.

Entre las víctimas se encuentran líderes e integrantes de la Comunidad de Paz


San Francisco de Asís, que participan en el proceso de retorno. Como
consecuencia del temor y la zozobra generados por las incursiones, más de 200
personas se desplazaron hacia la cabecera de Riosucio, incluyendo la casi
totalidad de la población del asentamiento de Clavellino.

La Comisión exigió a las AUC y a las FARC el respeto a la población civil de la


región. Solicitó al Gobierno medidas para garantizar la seguridad y protección a
las comunidades y sus líderes por parte de las Fuerzas Armadas, como el
fortalecimiento del control de las vías de comunicación terrestres, fluviales y
aéreas, la presencia permanente de los organismos estatales de control, como la
Defensoría, la Fiscalía y la Procuraduría; acciones de apoyo por parte de la RSS
en protección, prevención y ayuda humanitaria a las comunidades afectadas, de
acuerdo con las responsabilidades establecidas en la ley 387 de 1997.

También urgió el cumplimiento de los acuerdos suscritos por el Gobierno para


que las Fuerzas Armadas garanticen las condiciones de seguridad necesarias para
el retorno definitivo de las comunidades todavía desplazadas o parcialmente
retornadas a sus lugares de origen en las cuencas de los ríos Cacarica y Salaquí, y
demandó garantías para el trabajo de las organizaciones nacionales e
internacionales que brindan apoyo y asistencia humanitaria a las comunidades
desplazadas.

Arriba

3.1.6. Acompañamiento para la protección de los Derechos Humanos:

La sola presencia física de observadores de la comunidad internacional no es


suficiente para brindar una adecuada protección a las personas desplazadas y a
quienes trabajan en favor de ellas. En los planes habituales de las ONG
internacionales de DH o ayuda humanitaria, no están incluidas las estrategias y
acciones específicas para tal fin. En Colombia, los observadores mantienen una
presencia permanente o periódica en diferentes regiones, se entrevistan
regularmente con las autoridades y publican información sobre el tema. Es una
labor de acompañamiento que tiene un propósito disuasivo contra posibles
violaciones de los DH(100).

La presencia de observadores o acompañantes internacionales es sólo uno de los


factores dentro del conjunto de actividades necesarias para la protección de la
PDV. Las presiones de los grupos armados ponen en peligro la viabilidad de los
procesos de retorno, así como el espacio de seguridad que podrían ofrecer las
Comunidades de Paz. El acompañamiento internacional es válido si el
transgresor de la norma es el Estado o un grupo sobre el cual el Estado pueda
actuar, al verse uno u otro afectados por la presión que puede generar una ONG
internacional. En situaciones de conflicto en las que el Gobierno no puede
mantener su papel ejecutivo dentro del Estado, las ONG internacionales pierden
su poder disuasivo(101).

Un posible ejemplo de esta situación es el reciente ataque a una Comisión


humanitaria en el departamento de Chocó. El 18 de noviembre, una comisión de
10 personas regresaba a Quibdó tras adelantar la última fase del proyecto de
ayuda humanitaria de la Unión Europea en la zona de Murindó y elaborar un
diagnóstico sobre la situación de emergencia de las comunidades ribereñas por el
desbordamiento del río Atrato. El bote de madera, que tenia las insignias de la
ONG española Paz y Tercer Mundo, fue embestido por una lancha rápida en la
que se transportaba un grupo de paramilitares. Como consecuencia del choque,
perdieron la vida dos miembros de la Comisión. Las diócesis de Apartadó y
Quibdó denunciaron los señalamientos que los grupos paramilitares hacen hacia
las personas que hacen trabajos de organización social y ejecutan proyectos de
ayuda humanitaria en la zona(102).

Seis días después y tras los pedidos de colaboración para el esclarecimiento del
crimen que hizo el gobierno regional del País Vasco, la Policía capturó a 9
integrantes de las AUC como posibles responsables. En represalia, los
paramilitares amenazaron con quemar el corregimiento Las Mercedes (Quibdó) y
asesinar a sus habitantes, a quienes acusaron de haber entregado la información a
la Policía. Como consecuencia, 70 familias (alrededor de 400 personas) se vieron
obligadas a desplazarse hacia la cabecera municipal(103).

Arriba

3.2. La sociedad civil

3.2.1. Las Iglesias

Desde una opción de solidaridad ante el sufrimiento humano, la Iglesia ofreció


las primeras respuestas a grupos y personas desplazadas, cuando aún el fenómeno
era invisible. Sus acciones se centraron en el acompañamiento y ayuda
humanitaria a las víctimas, elaboración de diagnósticos, acopio de información,
mediaciones ante las respectivas autoridades civiles y militares y protección a las
víctimas.

Desde las parroquias como base social se recogen los datos y se llevan los
registros de personas y de familias. La sección de Movilidad Humana de la
Conferencia Episcopal cuenta con una base de datos bastante completa y
detallada a partir de la cual se han facilitado las proyecciones estadísticas y los
mapas de zonas de expulsión y de recepción. Este sistema está siendo estudiado
en las Mesas de Trabajo sobre el desplazamiento en las ciudades de Bogotá y
Neiva.

Actualmente, tanto la Iglesia Católica y otras, como la Menonita, ofrecen sus


respuestas mediante la investigación, la asistencia humanitaria y la formulación
de propuestas para la superación del problema.(104)

Arriba

3.2.2. Foro sobre reasentamiento agrario con dignidad para comunidades


desplazadas

Como una continuación del evento realizado en julio de 1998(105), en septiembre


de 1999 se profundizó sobre el aspecto de la reparación y la restitución de los
derechos vulnerados en las situaciones de desplazamiento forzado, tema que
tiene una posición marginal tanto en los Principios Rectores como en la Ley 387.
Además, la etapa de estabilización y consolidación de la PDV es la que ha sido
abordada en menor medida en el país y con menor éxito.

El derecho a la reparación es un derecho humano que forma parte de la


normatividad internacional: la Convención Interamericana contra las
desapariciones forzadas, en la declaración de las Naciones Unidas sobre el tema,
en el Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y las
Libertades Fundamentales, etc. La declaración sobre Defensores de Derechos
Humanos aprobada por la ONU, reconoce a las víctimas de violaciones el
derecho a presentar una denuncia ante las autoridades, que ella sea examinada
con prontitud y a obtener una decisión que disponga la reparación, incluida la
indemnización que corresponda. Esto es fundamental para recuperar la paz social
y promover la reconciliación, sin lo cual la reintegración de los desplazados a la
sociedad no puede ser exitosa.

Las directrices sobre el derecho a obtener reparación de las víctimas de


violaciones graves a los DH y al DIH, incluyen: prevención, investigación,
juzgamiento de los responsables, puesta a disposición de los afectados de los
recursos jurídicos adecuados y eficientes, y reparación de las víctimas.

El Estado deberá proporcionar procedimientos disciplinarios, administrativos,


civiles y penales que sean rápidos y efectivos, a fin de asegurar una reparación
adecuada y fácilmente accesible. La reparación busca lograra soluciones de
justicia, eliminando o reparando las consecuencias del perjuicio padecido, así
como evitando que se cometan nuevas violaciones a través de la prevención y la
disuasión.

La reparación debe ser proporcional a la gravedad de las violaciones individuales


y colectivas y al perjuicio sufrido, adoptando cuatro formas no excluyentes: la
restitución, la compensación, la rehabilitación y las garantías de satisfacción y no
repetición.

Arriba

3.2.3 Encuentro de niños y niñas por los derechos humanos y la paz

En el mes de agosto se reunieron representantes de la población infantil de 13


comunidades de desplazados(106) con el propósito de compartir las experiencias
de trabajo orientadas al reconocimiento y protección de los derechos de los niños
y niñas, así como a la construcción de procesos en los cuales ellos tengan un
papel como sujetos en la transformación de su realidad y la de sus comunidades.

Los propósitos del encuentro fueron:

 Identificar la realidad que viven los niños y niñas desplazados,


 Contribuir a la construcción de propuestas de trabajo, con la perspectiva de
apoyar el desarrollo de capacidades de proposición e interlocución y las
iniciativas en tal sentido,
 Promover la formulación e implementación, por parte del Estado, de
programas específicos con la población infantil en situación de
desplazamiento, y
 Aportar insumos para la labor humanitaria de los organismos no
gubernamentales.

Como parte del encuentro, se desarrollaron actividades específicas con los


animadores del trabajo infantil en las comunidades, para identificar fortalezas y
debilidades de su trabajo.
Varias comunidades de personas desplazadas han realizado actividades dirigidas
a la infancia en las áreas de formación, recreación, comunicación y respuestas a
sus necesidades materiales particulares. Sin embargo, se detectó en el encuentro
la falta de capacitación adecuada de los animadores que voluntariamente
emprenden ese trabajo y de implementos para llevarlo a cabo.

Las iniciativas comunitarias de atención a la infancia han puesto de presente los


vacíos que tienen los programas gubernamentales de atención a la PDV. La
destrucción del tejido social y la dispersión de las familias como consecuencia
del desplazamiento forzado, agravan la situación de los derechos de los niños.
Ellos padecen la discriminación en los sitios de asentamiento y en algunas de las
instituciones ecolares donde logran ingresar, su condición de marginalidad los
expone a múltiples riesgos y, en muchos casos, deben trabajar para ayudar al
sustento de sus familias.

Los participantes en el encuentro concluyeron que su trabajo debe partir de la


condición de los niños como tales y no como "desplazados". De esta manera,
adquieren un papel como sujetos activos en la comunidad, participar en la
recuperación y defensa de la identidad cultural y contribuir a fortalecer los
valores de solidaridad.

Arriba

3.2.4 Las instituciones académicas

La participación de las instituciones universitarias en el estudio del DI se ha


reflejado en la realización de diferentes trabajos de investigación y en la
introducción del tema en diversos cursos y seminarios.

Dentro de los estudios realizados es de resaltar el diagnóstico sobre la PDV en


Soacha (Cundinamarca)(107). Este municipio vecino de Bogotá recibe un alto flujo
de personas desplazadas, que ya constituyen el 24% de la población y ha
aumentado más del 100% en relación a 1995. En su mayoría provienen del sur de
Tolima y Caquetá, pero hay desplazados provenientes de sitios aún más lejanos
como el sur de Bolívar, Chocó o Guaviare, lo que implica condiciones más
dramáticas de desarraigo y adaptación.

El 65% de la PDV en Soacha es menor de 19 años de edad y el 50% de las


familias están a cargo de mujeres. El 78% del total de las familias encuestadas
tenía algún nivel de posesión y explotación de tierras de uso agropecuario antes
del desplazamiento. En los asentamientos actuales las condiciones de vivienda y
servicios públicos son precarias. Esto sumado a los altos índices de desempleo
ahondan la marginalidad de la PDV que se agrava ante la ausencia o insuficiencia
de los programas institucionales de atención.

La participación de las universidades es esencial para la autonomía e


independencia del Observatorio del desplazamiento Interno por la Violencia,
contemplado en el artículo 13 de la ley 387/97. Este centro tiene como objetivo la
recopilación y análisis de la información sobre el DI, para producir informes
periódicos sobre su magnitud y tendencias, así como los resultados de las
políticas estatales en favor de la PDV.

Arriba

3.3. La Población Desplazada por la Violencia como parte del Movimiento


social

En ciudades como Bogotá, Medellín, Villavicencio, Neiva, sitios de recepción


para desplazamientos con carácter individual o familiar, la PDV se encuentra
dispersa, es anónima y no cuenta con mecanismos institucionales de atención, el
proceso de organización de las víctimas ha registrado avances importantes.

En las Mesas de Trabajo sobre el tema del desplazamiento forzado, se convoca a


diferentes Organizaciones Sociales de Desplazados; Organismos de Control
Público; Organizaciones de Derechos Humanos, a las Iglesias comprometidas
con el tema, las Agencias de Cooperación Internacional y a las entidades
gubernamentales, a un espacio de reflexión y trabajo conjunto en la búsqueda y
puesta en marcha de acciones encaminadas a la superación del fenómeno del
desplazamiento forzado, partiendo de la responsabilidad del Estado colombiano,
tal como ha sido reconocido en la Ley 387/97.

En este sentido, convertir el fenómeno en un proceso de responsabilidad social y


no solo estatal debe interpretarse como la voluntad efectiva del Estado para
garantizar debidamente las condiciones para la labor autónoma de los organismos
humanitarios no gubernamentales tanto nacionales como internacionales, para
adecuar espacios y canales para la interlocución como se ha expresado desde la
aprobación de la Ley 387.

La implementación de programas debe empezar por garantizar la participación de


representantes de los desplazados y Ongs y el estudio de sus propuestas
fundamentalmente en el proceso de diseño de políticas en materia de
desplazamiento, para garantizar el acceso oportuno de las personas desplazadas a
los programas en su calidad de víctimas y no como un problema social. De otra
parte, la organización de la PDV constituye un aporte fundamental para la
viabilidad y sostenibilidad de dichos programas, lo cual no ha sido
suficientemente valorado por las instituciones encargadas.

Arriba

3.4. Conclusiones

Durante 1999 se observa una cambio cualitativo de importancia en cuanto a la


comprensión, al abordaje y a la conciencia de exigibilidad de los derechos de las
víctimas del DI; algunos indicadores muestran esta tendencia:

a) La existencia de documentos y textos especializados sobre el tema, desde


perspectivas socio-políticas y jurídicas.

b) Hay una conciencia creciente sobre la exigibilidad de los derechos sociales,


económicos y culturales de la PDV.

c) Se observa una transición en las demandas de la PDV, de la sola búsqueda de


asistencia humanitaria hacia la demanda de soluciones duraderas.

d) Al concluir el año había progresos en la capacidad de organización social y


participación de los desplazados en espacios de interlocución y de gestión para la
búsqueda de soluciones.

e) Se ha profundizado sobre los efectos sicosociales del DI sobre las víctimas y la


incidencia en su comportamiento; a pequeña escala, se está ofreciendo asistencia
y asesoría individual, familiar y grupal sobre estos aspectos.

f) La comunidad de desplazados está buscando articular demandas alrededor de


necesidades específicas y diferenciadas, como el caso de grupos
afrocolombianos.

g) Se evidencia una mayor asociación entre organizaciones no gubernamentales


nacionales y organismos de cooperación internacional, a través de actividades
conjuntas o complementarias, para asistencia humanitaria y para búsqueda de
soluciones duraderas.(108)

h) Se ha logrado cualificar la asistencia humanitaria incluyendo la participación


más activa de los desplazados mismos y aportando estudios técnicos sobre dietas
alimentarias y propuestas integrales para soluciones socio-económicas duraderas
tanto rurales como urbanas.
Arriba

4. Conclusiones y recomendaciones

Sobre la Prevención del Desplazamiento forzado

1. En Colombia no existe una política de prevención del desplazamiento forzado


que se esté ejecutando. La prevención del desplazamiento se compone
necesariamente de la protección y garantía de los Derechos Humanos y del
respeto por el Derecho Internacional Humanitario.

En este aspecto es necesario que el Estado ejecute estrategias cuyo resultado sea
la protección efectiva y real de los derechos humanos. El respeto por el derecho
internacional humanitario debe promoverse y exigirse a todos los actores
armados.

La protección debe incluir otros elementos relacionados con el desarrollo de


proyectos económicos a gran escala, y de infraestructura, la protección a la
tenencia de la tierra, y la garantía del disfrute real y efectivo de los derechos
económicos, sociales y culturales.

2. Es conveniente insistir en que el propósito de facilitar "la concertación de una


mayor cooperación y coordinación con la comunidad internacional y con el
sector privado", mencionada en los Lineamientos del Nuevo Gobierno debe
partir, como principio básico, de que, en primer lugar, la responsabilidad de la
prevención de las causas del desplazamiento y de las soluciones para la población
desplazada está en cabeza del Estado.

3. La vigorización de los mecanismos de resolución alternativa de conflictos


mediante actividades educativas, centros de conciliación y jueces de paz, es
importante para el fortalecimiento comunitario y la construcción de una cultura
ciudadana de convivencia.

4. Dado que las causas del desplazamiento en Colombia guardan estrecha


relación con la situación de violación compleja, sistemática y continuada de los
derechos fundamentales de las personas y comunidades, el énfasis de la política
estatal de prevención y protección debe orientarse hacia acciones que garanticen
el pleno ejercicio de los derechos fundamentales de las personas y comunidades,
para lo cual resulta de vital importancia la lucha contra la impunidad.
El Estado debe impulsar políticas y acciones legales encaminadas a investigar,
juzgar y sancionar a los agentes desplazadores y a aquellos comprometidos, por
acción u omisión, con sus actuaciones.

5. En materia de protección al derecho de propiedad de la tierra, desde 1995 las


instituciones no gubernamentales han insistido acerca de la necesidad de la
implementación de medidas que garanticen la propiedad territorial de los
campesinos e indígenas, para lo cual la titulación es importante, pero
conjuntamente con la creación de instrumentos legales que, a la vez que protejan
la propiedad y la posesión, regulen el mercado de tierras en zonas de violencia,
con el fin de restar incentivos a la apropiación violenta.

Las medidas de titulación de tierras deben estar orientadas a beneficiar a los


poseedores originales, evitando así que se legalice la apropiación y el
"repoblamiento ilegal y la contrareforma agraria" promovidos por "ejércitos
privados".

6. En ninguno de los documentos conocidos se hace explícita una decidida


voluntad política para avanzar en la prevención de las causas generadoras del
desplazamiento con políticas integrales encaminadas a garantizar la protección de
los derechos humanos, en consonancia con las responsabilidades del Estado.

Sobre la Asistencia Humanitaria

7. El gobierno debe trascender del diseño de la política y la formulación


normativa a su ejecución completa y eficaz. Los documentos de política y las
normas crean instituciones, procedimientos y establecen obligaciones. No
obstante, éstos no existen, no se implementan y no se cumplen. Lo anterior hace
necesario evaluar de manera constante el desarrollo de la política pública
formulada para atender a la población desplazada.

La evaluación debe incluir: la participación de los recursos asignados para el


desplazamiento dentro del presupuesto nacional, una vigilancia disciplinaria y
fiscal permanente y efectiva, y el establecimiento de metas e indicadores de
gestión.

8. Es necesario que todos los órganos del Estado den prioridad a la atención a la
población desplazada, dentro de sus competencias institucionales. Con ese
propósito se hace necesario que se definan responsabilidades al interior de cada
institución, y que éstas se asuman y cumplan. Se trata de que la voluntad política
se plasme en acciones concretas y eficaces.
9. El Estado y la opinión pública deben sensibilizarse frente al fenómeno del
desplazamiento forzado. Es necesario cambiar la mentalidad de considerar a las
personas desplazadas solamente como población pobre y comprender que se trata
de víctimas de violaciones de derechos humanos. Esta concepción debe permear
el tratamiento a la población desplazada y la atención ofrecida.

Además de una política social, las personas desplazadas tienen derecho a la


reparación y a la garantía de no repetición de las violaciones. El concepto de la
dignidad humana debe estar presente en toda la atención ofrecida a la población
desplazada.

10. Es necesario que cambie la concepción asistencialista y que se asuma que la


asistencia humanitaria es un derecho de las víctimas. No se trata de una dádiva o
de un elemento que pueda negociarse. Debe prestarse de manera oportuna y
completa.

11. Es necesario que, de manera paralela a la existencia de una política general de


atención a la población desplazada, se desarrollen estrategias particulares en
varios aspectos.

El primero de ellos es la protección eficaz de los grupos vulnerables por razones


de edad, sexo y condición física o psíquica. Se trata de que se desarrollen
acciones con impacto focalizado, bajo la perspectiva de discriminación positiva,
para estos grupos vulnerables dirigidas a protegerlos eficazmente y a la igualdad
material.

En segunda instancia, las minorías étnicas requieren de herramientas particulares


de atención, que respeten y protejan su autonomía cultural.

Finalmente, es necesario que la atención se diferencie a partir de las


particularidades regionales y locales donde se implementa. Es necesario que se
tenga en cuenta el hecho generador de la expulsión, así como las condiciones de
vida antes del desplazamiento, como elementos constitutivos de una política
efectiva.

12. La intención de "cuantificar, identificar y delimitar con precisión el número


de personas y familias desplazadas" resulta útil, siempre y cuando su propósito se
encamine a garantizar soluciones acordes a las necesidades específicas por edad,
género y cultura, y que la "documentación temporal" a que se hace mención no
implique, de ninguna manera, el establecimiento de complicados trámites y
controles que, como ocurre con el proceso de Registro y Certificación de la
Condición de Desplazado, entorpezcan y dilaten aún más el acceso de las
víctimas a los programas de asistencia humanitaria de emergencia y de
estabilización socioeconómica.

13. Resulta favorable la manifiesta preocupación por la situación de las mujeres y


menores de edad. Es de esperarse que el tratamiento diferenciado respecto del
género, la edad y el origen étnico se materialice en programas específicos
dotados con suficientes recursos financieros y a cargo de personal calificado.

14. Las Organizaciones no gubernamentales vienen jugando un rol de


importancia en la comprensión, la proposición y la acción sobre el DI. Es
necesario que el Estado las tenga en cuenta en condiciones de participación real y
efectiva y que establezca alianzas en condiciones de igualdad para formular
políticas y estrategias, no solamente en la búsqueda de vincular su capacidad
operativa.

Sobre la Protección a las víctimas del desplazamiento forzado

15. Es recomendable que antes de promocionar el "establecimiento de zonas


neutrales de refugio, como mecanismo para "adelantar las acciones de asistencia
humanitaria", con lo cual "se busca evitar que el desplazamiento llegue hasta las
grandes ciudades, en las cuales el retorno se hace más difícil y costoso", la
iniciativa sea analizada exhaustivamente en conjunto con los organismos
internacionales especializados en el tema de protección.

16. La protección a la población desplazada debe estar presente como un


elemento de toda la política de atención. Tanto en la asistencia humanitaria como
en las soluciones duraderas, la garantía de no repetición de los hechos que
generaron el desplazamiento debe ofrecerse. Todas las medidas que se
implementen para proteger a la población deben ser eficaces.

17. En toda circunstancia, los derechos fundamentales de las personas deben ser
protegidos por el Estado y los actores armados están obligados a respetar a la
población civil en su conjunto, independientemente su declaración de neutralidad
y de las formas organizativas adoptadas, y de que, de manera voluntaria, busquen
albergue en lugares de recepción, rurales o urbanos, sean estos considerados
zonas neutrales o no.

18. En la eventualidad de que se haga efectiva la creación de campamentos o


zonas neutrales, la población desplazada, en todo tiempo y lugar, debe contar con
garantías para el libre ejercicio de sus derechos -tanto civiles y políticos, como
económicos, sociales y culturales-, lo mismo que para el acceso a la asistencia
humanitaria y al acompañamiento nacional e internacional, sin lugar a que ocurra
discriminación hacia las personas o comunidades que no acudan a estos lugares.

19. Debe entenderse que la acción de la Fuerza Pública debe limitarse al


cumplimiento de su mandato constitucional, y en ningún caso esta debe interferir
el libre ejercicio de los derechos fundamentales, el acceso a la ayuda humanitaria
ni la labor de acompañamiento de los organismos humanitarios.

Sobre las Soluciones duraderas

20. Las soluciones duraderas que se ofrecen a la población desplazada deben ser
viables económicamente, integrales de manera que constituyan una alternativa
real para la población desplazada, oportunas de manera que las personas pueden
restablecer sus proyectos de vida. En todos los casos se deben ofrecer alternativas
bajo la perspectiva de voluntariedad, dignidad e integralidad. La protección debe
ser un componente de las soluciones duraderas, como elemento fundamental de
su eficacia.

21. Deben ofrecerse tanto alternativas de retorno, como de reubicación agraria y


de integración urbana. El Estado debe ofrecer a la población las tres
posibilidades, mediante estrategias dirigidas a promover el desarrollo social y
económico de la población desplazada y de la comunidad a la que retorna o llega.

22. El cumplimiento estatal de los compromisos adquiridos con las comunidades


y los resultados de experiencias como el reasentamiento provisional en
Villahermosa, municipio de Riosucio (Chocó), citado por el viceministro del
Interior como "retorno", y otras como las del sur de Bolívar, La Argelia y El
Salado, merecen una rigurosa evaluación para identificar sus aspectos positivos,
debilidades y vacíos.

23. Para lograr que la estrategia de retorno avance hacia verdaderas Soluciones
Duraderas para la población desplazada, se debe partir de una juiciosa evaluación
de los resultados de experiencias anteriores, y de la forma como el Estado ha
garantizado, o no, las condiciones básicas de voluntariedad, protección, dignidad,
reparación y de no repetición.

24. Las estrategias de Estabilización Socioeconómica deben integrar, como


componente fundamental, aspectos relacionados con la reconstrucción del tejido
social y comunitario, la cultura y las formas tradicionales de producción de las
comunidades desplazadas. En tal sentido, los proyectos productivos deben
orientarse a la obtención de condiciones dignas de vida, de seguridad alimentaria
y de a sostenibilidad económica, social, cultural y ambiental.
25. Por tanto, en el diseño e implementación de los proyectos productivos, se
debe garantizar la participación de las comunidades, sea cual fuere su elección -
de retorno, reasentamiento agrario o integración urbana -, con el objetivo de que
sea incorporado su conocimiento tradicional.

26. Los aspectos críticos de otras estrategias de estabilización socioeconómica


contempladas en la ley 387 (la reubicación agraria(109) y los, hasta ahora,
inexistentes programas de integración urbana) deben ser evaluados en detalle,
para adecuar o crear los mecanismos y procedimientos correspondientes.

27. Un elemento básico para la obtención de justicia y la restauración de los


derechos de las personas desplazadas es la reparación para las víctimas del
desplazamiento, campo en el cual existe un notable vacío, que debe ser cubierto
con la creación de instrumentos adecuados.

28. Capacitar a los desplazados para su propia organización y participación y


facilitar sus procesos organizativos es parte de la solución al problema. Es
preciso perder el miedo de vincularlos y hacerlo de manera real. Empoderarlos
para que puedan ser actores y aporten a las soluciones debe ser componente
importante de programas tanto del Estado como de las ONG. En tal dirección, las
Mesas de Trabajo deben ser fortalecidas en todo el país.

29. La relación entre el Estado, la comunidad internacional y las ONG debe ser
dinámica y abierta. Las relaciones no deben estar politizadas. Es necesario que en
el marco del respeto por la autonomía de cada uno, se abran espacios de
interlocución y coordinación que redunden en una atención más eficaz a la
población desplazada. En todas las direcciones, es necesario construir relaciones
de confianza y recuperarlas, allí donde se han deteriorado.

30. La situación del desplazamiento y las urgentes necesidades de la población


desplazada son argumentos que hacen legítima la demanda de participación, en
condiciones de respeto por su autonomía, de los organismos no gubernamentales
en los espacios de discusión donde se diseñan las políticas y programas, para
posibilitar el aporte de su experiencia en el acompañamiento humanitario y la
presentación de propuestas de solución integral que contribuyan al mejoramiento
del impacto cuantitativo y cualitativo de las políticas estatales.

Arriba

Anexo 1
La Mesa de Trabajo sobre Desplazamiento Forzado de Bogotá(110), realizó en
noviembre de 1999 un diagnóstico sobre el tema del registro. En ese momento,
señaló acerca de los trámites requeridos por la administración distrital:

 Las personas desplazadas, de acuerdo con la ley 387/97, deben presentar


ante los organismos de control (Personerías municipales, oficinas
regionales de la Procuraduría y la Defensoría del Pueblo) una declaración
juramentada sobre los hechos que motivaron su desplazamiento. En
Bogotá, las declaraciones son recibidas por funcionarios de la Personería
en la Unidad de Atención a la Población Desplazada. Quienes acuden a
esta Unidad deben solicitar previamente una cita, la cual puede ser
programada varias semanas después ya que la oficina sólo puede atender a
unas pocas personas cada día. Esta situación es similar a la que se
presentaba cuando los trámites estaban a cargo del Ministerio del Interior.
 La declaración es verificada, con criterios que se desconocen, en un
proceso que toma alrededor de 30 días. De esta manera pueden transcurrir
hasta dos meses antes de que las personas, si finalmente se reconoce su
condición de desplazados, reciban la atención humanitaria de emergencia.
Generalmente, esta se limita a una carta de remisión a las instituciones que
prestan servicios de salud y a las ONG que trabajan con PDV(111).
 El procedimiento de verificación de las declaraciones también ha
permitido excluir del registro a familias a las que, en su momento, el
Ministerio del Interior acreditó su condición de desplazadas.

La Mesa de Trabajo recomendó a las autoridades encargadas de la atención a la


PDV:

 Las declaraciones deben ser tomadas por una sola entidad, la cual se debe
hacer cargo del proceso de seguimiento, sin exponer a la población a tener
que rendir varias declaraciones. La persona declarante debe tener acceso a
una copia de la declaración que hace bajo juramento.
 La RSS debe dar a conocer los criterios que viene adelantando en la
práctica para definir la condición de persona desplazada.
 Quienes presenten declaraciones sobre desplazamiento forzado tienen
derecho a conocer su expediente y sustentar su situación de
desplazamiento antes de ser rechazado o excluido del Sistema Nacional de
Inscripción. Para ejercer ese derecho, tendrán la asesoría de las ONG de
DH. y de las propias organizaciones sociales de desplazados.
 Los mecanismos institucionales de seguimiento y asesoría en la condición
de desplazado, se concentran en verificar la información suministrada por
la persona declarante. Se propone que en lugar de ello, busquen establecer
las causas, consecuencias y actores responsables del desplazamiento, con
el fin de valorar la vulneración de los derechos y la reparación e
indemnización a la cual haya lugar(112).
 En la verificación del lugar de procedencia y de los hechos que originaron
el desplazamiento, deben ser consultadas las entidades locales,
organizaciones eclesiales y comunitarias que son el referente más cercano
a la persona desplazada.
 La atención debe prestarse de manera adecuada, en horario permanente y
por personal capacitado, como psicólogos, trabajadores sociales,
sociólogos.
 Se debe partir del principio de buena fe del declarante para que no sea un
impedimento el acceso a la atención de emergencia y que ésta sea
realmente inmediata.

Arriba

Anexo 2

Desplazamiento Forzado en el Norte de Santander durante 1999.

En octubre de 1998 se presentaron combates entre las Fuerzas Militares y


guerrilleros del ELN, del Ejército Popular de Liberación y de las FARC, en los
municipios de Tibú y Sardinata. Como única alternativa de protección, más de
100 familias del corregimiento de San Martín de Loba y de 5 veredas cercanas
abandonaron la región y se dirigieron hacia Cúcuta donde buscaron refugio
durante un mes.

En varias zonas del departamento los grupos guerrilleros destruyeron las bases de
la Fuerza Pública y prohibieron a la población prestar cualquier tipo de apoyo o
servicio a sus miembros. Al tiempo que las estaciones del Ejército y la Policía
eran abandonadas en siete municipios y tres corregimientos, al menos 2.000
campesinos salieron de sus tierras con rumbo a Cúcuta y otras poblaciones
vecinas.

En el mismo mes de octubre, no menos de 15.000 campesinos de Tibú, La


Gabarra, El Tarra y Filo Gringo, se movilizaron hacia Cúcuta para pedirle al
gobierno que desistiera de su intención de instalar en esa región una base
antinarcóticos. Los marchistas también denunciaron el incumplimiento de los
acuerdos sobre inversión social suscritos en 1996 con el presidente Samper:
construcción de vías, electrificación, generación de empleo, proyectos de minería
de carbón, estudios sobre adecuación de tierras; contratación de nuevos maestros,
construcción de escuelas y colegios de bachillerato; atención en salud; atención a
desplazados por la guardia venezolana en la frontera; creación de sedes de al
Defensoría del Pueblo y de otras instituciones de defensa de los Derechos
Humanos. Estas áreas de inversión se propusieron como componentes del
programa de sustitución de cultivos ilícitos en el Catatumbo(113)

El Gobierno del presidente Pastrana se comprometió a otorgarle un tratamiento


social a los problemas enfrentados por los campesinos, colonos y comunidades
indígenas que cultivan coca, poniendo en práctica un plan de desarrollo
alternativo para la región que incluyera las obras pedidas por los marchantes.
Después de este acuerdo, los campesinos se comprometieron a retornar a sus
sitios de origen.

Desde finales de mayo de 1999, las AUC iniciaron acciones en el departamento,


escogiendo como punto de partida el corregimiento La Gabarra. En dos meses los
paramilitares hicieron doce masacres en los municipios La Playa, San Calixto,
Tibú, El Zulia y en Cúcuta. Se reportaron entre 50 y 60 personas muertas, unas
30 desaparecidas y cerca de 3.000 desplazados. No se emprendieron acciones
para la prevención del desplazamiento, a pesar de los anuncios de varias
organizaciones de DH y de la secuencia misma de los hechos:

 El 23 de mayo, un grupo de 150 hombres armados atacó el caserío El


Salado en el municipio de Abrego. Los paramilitares sacaron de sus
viviendas a cinco personas, cuyos nombres portaban en una lista, para
luego amarrarlas y balearlas. Entre las víctimas ajusticiadas estaban el
inspector de Policía del municipio La Playa y el conductor de ambulancia
del hospital de Hacarí. Los demás eran agricultores.
 El 29 de mayo, en la vía que de Tibú conduce al corregimiento La
Gabarra, cerca de 400 paramilitares detuvieron los buses que cubrían la
ruta entre las dos localidades y obligaron a todos los pasajeros a
descender. Retuvieron a cinco de ellos y, luego de tenderlos en el suelo
con las manos amarradas y el rostro cubierto, los asesinaron. En los días
siguientes fueron asesinadas al menos 27 personas, pero el número exacto
de víctimas no fue determinado.
 Desde el 31 de mayo, la Defensoría del Pueblo de Norte de Santander
advirtió al gobernador que, a pesar de los llamados a las autoridades, no se
habían tomado medidas para garantizar la vida de los habitantes de La
Gabarra. La dirección nacional de atención y trámite de quejas de la
Defensoría, había transmitido la petición al comandante de las Fuerzas
Militares y al Ministro del Interior, organismos que anunciaron la
adopción de medidas inmediatas.
 Unos 3.500 campesinos de 110 veredas de los corregimientos La Gabarra
y Tres Bocas se desplazaron de la zona. Como la carretera hacia Tibú se
encontraba bloqueada por los paramilitares, el éxodo se dirigió hacia la
frontera con Venezuela, buscando una salida hacia Cúcuta.
 A comienzos de julio, como consecuencia de los enfrentamientos entre
grupos paramilitares y de guerrilla, otras 600 personas se desplazaron
desde La Gabarra. La Defensoría del Pueblo en Norte de Santander
advirtió públicamente la posibilidad de un éxodo similar en los días
siguientes a menos que se tomaran la medidas de protección a la
población.
 Un documento de la Asociación para la Promoción Social Alternativa
(Minga) fue enviado el 1º de julio a la Presidencia, el Ejército, la Fiscalía y
la Procuraduría, advirtiendo sobre los propósitos de la incursión
paramilitar. El comandante de la V Brigada calificó de calumniosas las
afirmaciones, desestimó las amenazas sobre la población y aseguró que los
habitantes de La Gabarra estaban protegidos por el Batallón 46 del
Ejército(114).
 El 10 de julio, una comisión de miembros de la Procuraduría
departamental, la Defensoría del Pueblo, la Oficina de DH del Ministerio
del Interior, ACNUR, la Oficina del Alto Comisionado de las NU para los
DH, la Vicepresidencia de la República, la RSS, la Gobernación de Norte
de Santander, la Diócesis de Tibú y varias ONG, viajó a la zona para
verificar la situación. Después de recibir declaraciones de los habitantes de
la zona recomendó a la Fuerza Pública implementar sistemas de
prevención para impedir las masacres anunciadas por los paramilitares(115).
 El 17 de julio, los paramilitares ingresaron al municipio de Tibú. 14
personas fueron asesinadas y entre 20 y 30 desaparecidas. Varias familias
de la zona rural comenzaron a abandonar sus viviendas.
 El 26 de julio, en una comunicación a la Secretaría de Gobierno de
Cúcuta, el comandante de la V Brigada calificó las denuncias de Minga
como manipulación contra el Ejército.
 El Defensor del pueblo denunció públicamente los planes de Carlos
Castaño en la región, los cuales conoció durante las gestiones para la
liberación de la senadora Piedad Córdoba(116), secuestrada el 21 de mayo
por las AUC.
 El 31 de julio, la Defensoría había reportado la muerte de 91 campesinos
en 14 masacres cometidas por los paramilitares desde su entrada a la
región en mayo.

No obstante todos estos elementos de alerta, entre el 20 y el 22 de agosto los


paramilitares atacaron en los corregimientos Petrólea y La Gabarra, las veredas
Caño Lapa y Campo Dos (Tibú). En La Gabarra, volaron las torres de energía y
teléfonos y aislaron a la población durante casi una semana. En la incursión
fueron asesinadas cerca de 60 personas y, como consecuencia de un ultimátum
dado a los habitantes, unas 1.100 personas se desplazaron.

El 26 de agosto, mientras a la región de La Gabarra llegaban 400 soldados, los


paramilitares asesinaron a cinco personas en el área rural de El Zulia. El mismo
día ingresaron al corregimiento San Martín de Loba (Sardinata) y dieron a los
pobladores la orden de salir en un plazo de 48 horas. Al menos 2.000 personas
emprendieron la huida hacia Cúcuta. En la población de La Llana (Tibú) unas
500 personas tomaron el mismo camino por temor a sufrir una incursión
paramilitar. Los desplazados se alojaron en La Finaria. Aunque el Ejército
anunció la llegada de tropas a San Martín de Loba el 30 de agosto, los
campesinos descartaron inicialmente el retorno ante el riesgo de que la presencia
de los soldados fuera sólo temporal.

En esta caso, encontramos de nuevo la ausencia de mecanismos oportunos y


efectivos para proteger a la población contra las acciones de los grupos armados
que generan el desplazamiento forzado. Además, la existencia previa de
demandas colectivas respecto a la inversión social indicaban un rumbo de acción
compatible con la prevención de las causas estructurales que subyacen a la
dinámica de la violencia en la región. De otra parte, la ineficaz y cuestionable
intervención de la Fuerza Pública hace poner en duda la viabilidad de un retorno
en condiciones de seguridad y dignidad(117).

La presencia paramilitar ahora es permanente en la región y el conflicto armado


tiende intensificarse pues la zona del Catatumbo y de la Serranía de los
Motilones es una de las opciones consideradas para el establecimiento de una
zona de despeje con el ELN, con miras al desarrollo de conversaciones con el
Gobierno.

El desplazamiento hacia la zona de frontera en Norte de Santander

Unos 2200 desplazados llegaron el 2 de junio, a través del río Catatumbo y de


trochas, hasta un puesto fronterizo del Ejército venezolano; a otros 1.500
desplazados se les impidió el paso de la frontera. Las autoridades civiles y
militares del estado Venezolano del Zulia, así como la población local, brindaron
protección y asistencia humanitaria a los desplazados. Sin embargo, los
gobiernos de los dos países llegaron a un acuerdo para repatriarlos bajo la
calificación de "Desplazados en Tránsito", categoría inexistente en la legislación
internacional(118).

El ministro de Defensa de Venezuela, reconoció que las medidas de seguridad


fueron redobladas en la frontera para controlar el éxodo de campesinos hacia ese
país. La preocupación de las autoridades de ese país residía en el desembolso de
recursos que implicaba la atención a los desplazados y los posibles problemas de
seguridad, dada su condición de población flotante procedente de una zona de
cultivo y procesamiento de coca. Varios desplazados aseguraron que habían sido
replegados hacia territorio colombiano por el Ejército venezolano.

Aunque los delegados de ACNUR que visitaron el sitio de asentamiento


explicaron a los campesinos los derechos que los asistían como refugiados y el
principio de la no devolución, el Fiscal Superior del Estado de Zulia hizo firmar a
los desplazados un formulario de "Declaración Voluntaria de Retorno" y las
autoridades militares impidieron la entrada de las organizaciones de DH. Como
resultado, el 5 y 6 de junio los desplazados fueron conducidos hasta la población
fronteriza de Bocas de Grita, donde fueron recibidos por una comisión de la RSS,
el CICR, la Defensoría departamental del Pueblo y la oficina de ACNUR en
Colombia.

El Gobierno nacional planteó la posibilidad de alojar a los desplazados en el


corregimiento Agua Clara (municipio Puerto Santander), lo cual fue rechazado
por la Policía ante la imposibilidad de brindar seguridad en ese sitio. Por
insistencia de las organizaciones de DH, los repatriados fueron alojados en el
coliseo de Cúcuta. La mayoría de ellos buscó ayuda de familiares y amigos en la
ciudad u otras poblaciones aledañas, mientras los restantes quedaron a la espera
de garantías para retornar a El Tarra, Ocaña y Convención. Tras la llegada del
éxodo, en diferentes barrios de Cúcuta fueron asesinadas por grupos armados
once personas quienes, según informaciones de la Policía, eran líderes
campesinos provenientes de La Gabarra.

Un segundo grupo de 150 familias llegó el 5 de junio al municipio venezolano


José María Semprún; sumaban un total aproximado de 650 personas, entre ellas
unos 200 niños menores de ocho años. Se venían trasladando en canoas a través
del Río de Oro y, a diferencia del grupo anterior se trataba de residentes de
veredas de La Gabarra.

Los desplazados se asentaron en tres sectores cercanos a las laderas del río,
donde colocaron carpas e improvisaron toldos para protegerse de la intemperie.
Salvo la cercanía del río que les permitía acceso al agua dulce, no existía ninguna
otra facilidad que les garantizara mínimas condiciones sanitarias para permanecer
en el lugar. Para el día 8 de junio, los campesinos manifestaron que, salvo un
grupo de la Guardia Nacional venezolana que los reubicó fuera de las Fincas
aledañas y después se marchó, no había presencia de otras autoridades militares o
civiles. Al lugar llegaron, en primer lugar, representantes de los medios de
comunicación y de organizaciones de Derechos Humanos, quienes recogieron la
información necesaria para movilizar al gobierno regional.

Después de informar sobre los derechos que protegen a los refugiados y las
posibilidades de solicitar refugio al gobierno venezolano, las organizaciones
elaboraron una lista de 105 personas que manifestaron su deseo de solicitar asilo
al gobierno venezolano. Estas personas temían por su vida debido al conflicto
interno de Colombia y el avance de los grupos paramilitares en la zona de Tibú,
específicamente en la población de La Gabarra, lugar de dónde provenía el grupo
mayoritario de la comunidad. Dichos nombres fueron remitidos a la ACNUR y a
la Dirección de Derechos Humanos de las Fuerzas Armadas, el día 9 de junio de
1999.

Las autoridades del Estado de Zulia acordaron trasladar a los desplazados hasta
un Comando ubicado en "Casigua El Cubo", donde se registraron los datos de
todas las personas. Inicialmente, el vocero de los campesinos informó que todos
pedirían refugio puesto que no había seguridad ni protección para retornar por los
enfrentamientos entre la guerrilla y los paramilitares. Como Venezuela no tiene
reglamentado el derecho al refugio, los desplazados no tuvieron acceso a algún
procedimiento que les facilitara o les brindara la oportunidad de hacer
formalmente dicha solicitud, hecho que contribuyó a debilitar la voluntad de no
regresar a Colombia(119).

Las autoridades locales y colombianas decidieron que los "desplazados


colombianos en tránsito" serían repatriados por el puesto fronterizo de "Puerto
Santander", a partir del 13 de junio. El gobierno colombiano garantizó que su
paso por Cúcuta sería por dos días, mientras que organizaban el despliegue de un
operativo de seguridad para el traslado a su lugar de origen. Finalmente, todos los
desplazados decidieron regresar y no pedir refugio (120).

Durante el mes de junio otros dos grupos de desplazados se dirigieron hacia la


frontera con Venezuela. Al primero, el Ejército aplicó una medida de devolución
automática desde el mismo punto de ingreso y los desplazados del segundo
grupo, del que hacían parte indígenas de la etnia Barí, fueron tratados como
"invasores" aplicándoles el mismo tratamiento. Las acciones de asistencia
humanitaria, asesoría legal y protección se redujeron ostensiblemente hasta ser
por completo negadas.

La desproporción entre la magnitud del desplazamiento y el número de personas


que permanecieron en los alojamientos temporales de Cúcuta se ha relacionado
con el hecho de que la población desplazada de La Gabarra tenía allí, en su
mayoría, un carácter flotante. La condición de desarraigo permanente de estas
personas y la dificultad para dirigirse a las autoridades cuando sus ocupaciones
pueden ser consideradas como ilegales(121), podría estar mostrando un vacío en
los mecanismos de acceso a los programas de asistencia y protección para los
desplazados. Además, es una limitación grave para el proceso de organización de
las comunidades en la búsqueda de soluciones de fondo para las causas
generadoras de desplazamiento.

Arriba

Anexo 3

La comunidad Êbêra del Alto Sinú

El embalse de Urrá (departamento de Córdoba) es un proyecto multipropósito


cuya finalidad es la generación de energía eléctrica y el control de las
inundaciones en la cuenca del río Sinú. Ha sido un proyecto muy cuestionado
desde el punto de vista financiero, técnico y ambiental.

La cuenca del río Sinú tiene especial importancia por articular ecosistemas de
importacia biológica y socio cultural. La parte alta corresponde al Parque
Nacional 'Nudo de Paramillo', de características únicas en el continente, donde
habitan grupos indígenas de la etnia Êbêra-Katio. En la parte media, existía una
fuerte tradición indígena (etnia Zenú) y campesina de aprovechamiento de las
inundaciones periódicas alternando la agricultura con la pesca. En la cuenca baja
hay importantes extensiones de bosque de mangle, que han sido aprovechadas
para la extracción forestal y la pesca.

Los sistemas de producción se caracterizan por un fuerte componente


comunitario, adaptaciones complejas a los ciclos naturales y el aprovechamiento
sostenible de los recursos. Cuando se planteó el proyecto de Urrá, ya existía una
constante presión de los terratenientes para desecar progresivamente las ciénagas
y apropiarse de esos terrenos considerados como baldíos. A pesar de la
insistencia de diversos sectores sociales para que se reconozca la importancia
biológica de las inundaciones periódicas y la riqueza que representan para los
habitantes tradicionales de la cuenca, ha primado un concepto desarrollista que
concibe a las inundaciones como calamidades y considera prioritaria la
regulación del caudal para sustentar otros usos del suelo, como agroindustria y
ganadería, que sí tendrían relevancia económica para la región.

Después de varios lustros de atraso, y habiendo sido descartada una de las fases
del proyecto, el Gobierno reactivó la construcción de la represa en 1992
argumentando la necesidad de fortalecer el sistema de generación de energía
eléctrica del país. En realidad, aquella fue una crisis de disponibilidad de energía
como consecuencia de la sequía por el 'fenómeno del niño'. Esto coincidió con el
proceso de cambios en la legislación ambiental derivados de la constitución de
1991, que conducirían al mecanismo de las licencias ambientales previas y las
consultas con las comunidades afectadas por proyectos de infraestructura.

El proyecto comenzó a construirse en 1996, bajo el amparo de una licencia


parcial, generando de inmediato impactos negativos sobre las especies del río y
obligando a la reubicación de varios poblados de pescadores. Las viviendas y
terrenos otorgados como compensación no permitieron a estas comunidades
reconstruir sus actividades económicas, generando empobrecimiento acelerado y
un proceso grave de fragmentación social. Con el proyecto desaparecerán 7.400
hectáreas de cultivo; 417 de ellas, en el territorio êbêra, son las tierras más
fértiles. A partir del momento en que el río fue desviado, se han perdido entre
30.000 y 50.000 toneladas de peces.

Según datos del censo de 1995, el pueblo êbêra-katío del alto Sinú está
conformado por unas 444 familias (2.500 personas). En 1998, los cabildos
indígenas interpusieron una acción de tutela buscando el respeto a los
procedimientos de consulta, indemnización y compensación establecidos por la
Ley. La Corte Constitucional amparó los derechos de las comunidades y ordenó a
la empresa propietaria del proyecto realizar consultas y negociaciones con las
comunidades afectadas. En sentencia posterior, la jurisprudencia se extendió a las
comunidades campesinas de la cuenca media. Con la sentencia, se suspendió el
llenado del embalse y se conminó al Ministerio del Medio Ambiente a no
conceder licencia para esta fase y la de operación del complejo, mientras no se
llenaran los requisitos de ley(122).

A finales de diciembre pasado tres asesores del Cabildo Mayor que hizo parte de
actividades de apoyo en la negociación de participación en beneficios (1996) y en
el proceso de presentación de la tutela, abandonaron el país por amenazas
reiteradas de los paramilitares. Unas semanas después de que no fuera posible
llegar a un acuerdo sobre participación en beneficios, la casa de gobierno de la
comunidad fue incendiada por manos criminales.

En 1999, grupos paramilitares amenazaron con masacres a las comunidades


Karagabí, Kiparadó y Widó (en el municipio de Tierralta); sus integrantes
recibieron la orden perentoria de desalojar esos territorios en un plazo de tres
días, lo que ocasionó el éxodo de muchos indígenas. El 31 de enero, los
paramilitares asesinaron a un miembro de la comunidad que manejaba una
embarcación en el río Sinú y justificaron el hecho aduciendo que las
comunidades habían brindado transporte a la guerrilla cuando ésta asesinó meses
atrás a dos comerciantes de madera. También hicieron conocer una lista con los
nombres de varios líderes declarados como objetivo militar.

Según denuncias de la Organización Nacional Indígena de Colombia -Onic-,


desde el 31 de enero, las autodefensas hicieron retenes en el sector conocido
como Gallo, corregimiento de Frasquillo a orillas del río Sinú, retuvieron a varias
personas y quemaron 14 lanchas. Según los testigos, el grupo de las
Autodefensas Unidas de Córdoba y Urabá -ACCU-, compuesto por más de 200
hombres, les dijo a los retenidos que esa acción era una represalia contra los
auxiliadores de las Farc que el 28 de diciembre ayudaron al grupo insurgente
durante el ataque al campamento de Carlos Castaño, en El Diamante (Tierralta).
El 10 de febrero fueron encontrados los cadáveres de dos personas secuestradas
durante los retenes.

La Asociación para la Defensa de los Pueblos Amenazados, con sede en


Alemania, denunció que el secuestro de los indígenas en Frasquillo ocurrió un
día después de que un grupo de paramilitares amenazara a varias familias de
indígenas de Kiparadó. Los paramilitares argumentaron que las familias debían
salir porque, obedeciendo a un pedido de la comunidad, el grupo no habían
podido continuar sus acciones armadas en esa zona del país. Indicaron a los
indígenas por donde salir de la zona, sin pasar por el sector de Tierralta.

En marzo de 1999, la Defensoría del Pueblo informó sobre diez casos de


asesinatos, torturas, desalojos y otros atropellos contra los êbêra-katío del río
Verde y el resguardo de Iwagadó en el alto Sinú, por parte de guerrilleros y
paramilitares. El organismo hizo un llamado a la guerrilla y a los paramilitares
para no involucrar en el conflicto armado a la comunidad êbêra-katío de Tierralta
(Córdoba) e Ituango (Antioquia). Según ese organismo, los indígenas del alto
Sinú sufren continuas violaciones de sus derechos humanos y civiles, incluso
siendo obligados a militar en las filas de los grupos armados. Los êbêra
denuncian hostigamientos y quemas de víveres por parte de las ACCU, así como
intimidaciones del V frente de las FARC.

El 24 de abril fue asesinado por desconocidos Lucindo Domicó Cabrera, líder de


la comunidad Êbêra Katío del Alto Sinú y asesor de los Cabildos Mayores de Río
Verde y Río Sinú en el área de salud. Era uno de los cuatro negociadores y
consejeros principales de los Cabildos en el proceso de negociación con la
empresa Urrá s.a. y trabajó por el reconocimiento de los derechos de la
comunidad en la construcción del proyecto hidroeléctrico. Cuatro hombres con
los rostros cubiertos, presuntamente paramilitares, ingresaron a la habitación del
indígena en el municipio de Tierralta y le propinaron ocho impactos de bala.
Otros dos líderes de la comunidad, recibieron amenazas en Tierralta luego del
asesinato de Lucindo. Debieron salir de la zona y deben mantener contínuos
desplazamientos a otras regiones del país.

En abril de 1999, la Asamblea de Gobernadores del pueblo Êbêra-Katio hizo una


declaración pública sobre el conflicto armado en el sentido de no tener
compromisos con ninguno de sus actores legales o ilegales. También rechazaron
las presiones y amenazas que han recibido en momentos previos a la consulta con
la Empresa Urrá S.A. y reiteraron su preocupación por los señalamientos
agresivos que han recibido de varios sectores sociales de la región, calificándolos
como enemigos del progreso de la Costa Atlántica. Los Êbêra han sido acusados
de ser responsables por los daños que provocan las inundaciones, de entorpecer
las negociaciones y hacer un manejo doloso de los recursos destinados a los
indígenas. Se asocia la posición de los Êbêra con los intereses de los grupos
guerrilleros, generando un clima de zozobra y estimulando las amenazas en su
contra.

En mayo de 1999, los 2.500 miembros de la comunidad Êbêra Katío del


departamento de Córdoba, hicieron un pronunciamiento de opinión solicitando
asilo político a España. Argumentaron que están siendo vulnerados sus derechos
a la vida y al territorio, y se encuentran desprotegidos en medio del conflicto
armado entre guerrillas y autodefensas. Con la solicitud quisieron transmitir a la
opinión pública que preferían el exilio a ser unos desplazados más en Tierralta o
Montería.

Un líder êbêra y dirigente de la Onic, señaló que los problemas para la


comunidad se desencadenaron con el proyecto hidroeléctrico de Urrá. Por una
parte, los indígenas tendrán que reubicar sus sitios sagrados, cambiar las
prácticas de pesca y esquivar a los extraños que llegaron a su tierra. Por otra
parte, reciben presiones de los políticos, la empresa y los actores armados. Ante
los señalamientos de uno y otro bando, decidieron declararse neutrales.

En mayo de 1999, la comunidad Êbêra Katío planteó incluir en la agenda de


negociación con Urrá S.A., que el Estado les garantice el derecho a la libre
movilización dentro de su resguardo. Esto implica el no tener que desplazarse a
otras zonas del país ni al exterior como consecuencia de los enfrentamientos que
libran los grupos armados en su territorio.

El representante del resguardo Karagabi, expresó incertidumbre sobre lo que


pueda pasar después de las negociaciones, teniendo en cuenta que en su etapa
previa y de consulta interna han sido asesinatos tres dirigentes de la comunidad y
existen amenazas contra otros líderes indígenas. Los gobernadores, jefes
tradicionales y alguaciles indígenas tiene instrucciones para no tomar parte, bajo
ninguna circunstancia, en el conflicto armado.

El 1º de octubre de 1999, las AUC enviaron una carta a los ministros de Minas,
Medio Ambiente, Interior, al presidente de Urrá S.A. y a varios senadores de la
Comisión Quinta del Senado, exigiendo la autorización para el llenado del
embalse. En la comunicación sostienen que la posición de la comunidad indígena
obedece a la infiltración de la guerrilla por medio de dirigentes y asesores y
amenazan con "no permitir" que eso ocurra. La licencia ambiental fue aprobada
el 6 de octubre, con base en un decreto presidencial para la supresión de trámites.

La licencia no tiene en cuenta medidas de protección sociales y políticas como


consecuencia de la potenciación del conflicto armado por causa de la obra. La
transferencia de recursos a las comunidades por parte de la Empresa las ha
convertido en objetos de presión de los grupos armados para obtener
'contribuciones'. Asociado a ello, está la atracción que significa la infraestructura
en operación para los grupos armados que la consideran un objetivo militar.

Una porción minoritaria de la comunidad, los Êbêra del río Esmeralda, aceptó los
ofrecimientos hechos por la empresa durante la negociación. El Gobierno ha
presentado este resultado como expresión de una voluntad mayoritaria para
descalificar los argumentos de las comunidades de los ríos Verde y Sinú (70% de
la población). Estas consideran que las áreas de ampliación del resguardo
ofrecidas como compensación por la zona que va a quedar inundada, no tomaron
en cuenta las propuestas de la comunidad, son tierras de mala calidad que no
brindan condiciones de seguridad alimentaria y, por otra parte, se están
ofreciendo a los indígenas a título individual desconociendo el carácter colectivo
del territorio. De hecho, en estas zonas han estado asentados campesinos colonos
que ya abandonaron la producción. Allí sólo se podrían adelantar actividades de
recuperación forestal.

Las comunidades que no aceptan la negociación argumentan que la


indemnización o compensación por los impactos sociales y económicos del
proyecto no deben ser en forma de aportes monetarios individuales, pues esto
amenaza la estabilidad de su cultura. Los recursos disponibles se deberían
invertir en proyectos productivos y de fortalecimiento de la estructura
comunitaria. En el momento, se ofrece $45.000 mensuales a cada persona, lo cual
es muy inferior a lo que pueden ganar por jornales. La empresa también ofrece
una prima de reasentamiento. La autoridad ambiental de Tierralta viene
otorgando, en forma muy laxa, licencias para extracción de madera. Esto ha sido
aprovechado por la minoría del río Verde, a pesar de los daños ambientales que
conlleva, en parte por el incumplimiento de los compromisos del Gobierno.
El proceso de llenado del embalse, iniciado el 18 de noviembre, avanzó en forma
acelerada por la intensidad del periodo de lluvias. Debido a la contaminación del
agua con la biomasa no retirada, han surgido plagas de insectos vectores de
infecciones y diversos brotes de enfermedades. Entre las más graves que se han
reportado están: paludismo, dengue hemorrágico y tuberculosis. 136 indígenas
que viven en la zona aún no han sido reubicados; sus viviendas, cultivos y
caminos veredales han quedado destruidos; también han sido cubiertos sitios
sagrados y de importancia ritual. Ha perecido una gran cantidad de fauna
silvestre y la mortalidad entre los animales domésticos es severa. Por el
estancamiento del caudal, se han perdido las fuentes de agua potable. Aguas
abajo de la presa, los ríos y cieánagas han comenzado a perder nivel.

En vista de la imposibilidad de llegar a un acuerdo sobre sus demandas, 170


indígenas la comunidad del alto Sinú y 21 campesinos pescadores de la cuenca
baja decidieron marchar 800 kilómetros para protestar en la sede del Ministerio
del Medio Ambiente y entrevistarse con los ministros de Minas e Interior. La
Defensoría del Pueblo reafirma que el proceso de consulta con los indígenas no
fue concluido en forma legal ni adecuada. Las demandas se refieren a las
deficiencias en el estudio de los impactos, el manejo ambiental y los planes de
contingencia, así como a las presiones de los paramilitares y las amenazas sobre
dirigentes y negociadores. No se ha hecho una cesión oficial del territorio
indígena que autorice su uso para el proyecto hidroeléctrico ni se ha establecido
una participación en los beneficios del proyecto.

El Ministro del Medio Ambiente asegura que la licencia ambiental cumple con lo
indicado por la Corte Constitucional. El 28 de diciembre de 1999, un acto
administrativo del Ministerio de Minas ordenó disminuir el nivel de agua de la
represa mientras se completa el Proyecto de Reasentamiento que busca garantizar
la seguridad física, de vivienda y alimentaria de las familias afectadas. También
se ordena a la empresa Urrá S.A. entregar informes periódicos para constatar que
las aguas no invadan el territorio del resguardo. Con esto se confirma la
deficiente estructura de monitoreo sobre las condiciones hidrológicas, que es
fundamental para que el proyecto cumpla sus propósitos de regulación del caudal
en toda la cuenca.

El 14 de diciembre de 1999, 170 miembros de la comunidad indígena


emprendieron una marcha hasta Bogotá, en protesta pacífica para exigir el
cumplimiento de los mandatos legales que protegen la integridad de su cultura.
El 31 de diciembre de 1999 esta comunidad recibió el nuevo milenio en el jardín
del Ministerio del Medio Ambiente donde esperan pacientemente una solución a
su problema, mientras reafirman su posición de resistencia decidida al
desplazamiento.
Arriba

Anexo 4

Sur de Bolívar y valle del Cimitarra

La región está conformado por 19 municipios con una población entre los
350.000 y 400.000 habitantes. Comprende parte de los departamentos de Bolívar,
Antioquia, Santander. La producción económica proviene de la pesca, la
ganadería, agricultura y la minería artesanal. De acuerdo con datos oficiales, en
esta región se encuentra la tercera mina de oro a cielo abierto en el mundo, de
donde se extrae el 42% de la producción colombiana.

En esa región, las violaciones a los DH de la población fueron numerosas,


continuas, graves y masivas durante 1999. En particular, la intensidad y
extensión de las incursiones paramilitares, así como su capacidad de permanencia
y control sobre las zonas. En relación con ello, la falta de efectividad de la Fuerza
Pública en la persecución y erradicación de dichos grupos, así como la aparente
confluencia ente las acciones de ambos actores armados.

El 11 de junio de 1998, los paramilitares de las ACCU montaron una base cerca a
San Pablo. Desde allí ampliaron sus acciones a varios puntos entre Simití y Santa
Rosa, manteniendo una fuerza de más de 300 hombres. El anuncio de este grupo,
de erradicar la guerrilla en la región, junto con la incursión a Cerro Burgos y una
serie de retenes implantados en la principales vías, provocaron el desplazamiento
de por lo menos 10.000 personas hasta Barrancabermeja en donde permanecieron
cerca de cuatro meses.

Bajo y Medio Atrato

En febrero de 1997, luego de incursiones de paramilitares y de bombardeos de las


Fuerzas Armadas, fueron desplazadas de la zona del bajo Atrato y de la Cuenca
del Cacarica, norte del Chocó, alrededor de 10 mil personas. Se albergaron en
Turbo, Bocas de Atrato, Pavarandó y Quibdó; otros grupos llegaron a Bahía
Cupica, luego de su repatriación desde Panamá.

En Villahermosa, Clavellino y Domingodó (Riosucio) se establecieron lugares de


reubicación transitoria para los que regresaron de Pavarandó, en espera de las
garantías pactadas con el gobierno para el retorno a sus parcelas.
Una parte de los desplazados del bajo Atrato salió hacia otras regiones sin
informar a las autoridades de lo sucedido y otros, en el Atrato medio, aún se
encuentran escondidos en la selva por temor a ser asesinados o para evitar
refugiarse en un campamento de desplazados(123).

Hasta 1999, la mayor parte de las comunidades desplazadas había retornado a sus
asentamientos o se había reubicado en sitios cercanos a sus lugares de origen
estableciendo Comunidades de Paz. Las garantías de seguridad y protección han
sido escasas y el apoyo fundamental a los procesos ha sido de organizaciones no
gubernamentales nacionales e internacionales(124)

Las organizaciones sociales de la región han denunciado constantemente la


presencia de los grupos paramilitares en toda la cuenca, realizando controles a la
movilización de los habitantes, así como al transporte de víveres y medicinas.

Los 800 habitantes del corregimiento de Curvaradó que se encontraban


albergados en el municipio de Riosucio, comenzaron el retorno a su poblado
después de haber enviado un grupo de avanzada el 10 de diciembre de 1998.
Luego de un proceso de pedagogía y formación como Comunidad de Paz(125), los
desplazados iniciaron la reconstrucción de su vida comunitaria en el caserío, el
segundo más grande del bajo Atrato. La recuperación económica y social de la
comunidad requiere, de acuerdo con sus líderes, ayuda del Estado en programas
de financiación agrícola, suministro de semillas, herramientas, ropa y otros
enseres indispensables(126).

El pacífico biogeográfico es una de las regiones naturales de conservación y


estudio más importantes del planeta. La mayor parte de su riqueza biológica está
inexplorada y la aplicación de la normatividad ambiental es muy débil en
relación con el ritmo de depredación de los recursos, ligado a las tensiones de la
colonización.

Este no es un aspecto secundario, teniendo en cuenta el interés de diferentes


actores por establecer un control sobre los recursos de la zona. El mismo aspecto
adquiere importancia en las discusiones sobre el carácter estratégico de la región
y los intentos periódicos de los gobiernos para lanzar las obras de infraestructura
en esa región como prioritarias.

Un ejemplo ilustrativo de la concepción de desarrollo que alimenta esa


perspectiva, es el de la conexión terrestre a través del Tapón del Darién. En
cumplimiento de lo señalado por el CONPES y la Ley 188 de 1995, el Instituto
Nacional de Vías contrató estudios sobre el tramo faltante de la carretera
Panamericana en la frontera colombo-panameña. En ellos se mencionan dos
razones prioritarias para llevar a cabo la conexión: 1) la economía globalizada
demanda una estructura de transporte eficiente para que los productos nacionales
puedan competir con mayores ventajas en los mercados mundiales; 2) la
democratización y el desarrollo de las comunidades mediante los servicios de
seguridad, salud, educación, infraestructura y la creación de nuevos sistemas
productivos que generan nuevas fuentes de ingresos a la población nativa(127).

El fundamento de este y otros proyectos de infraestructura, como las propuestas


de conexión interoceánica, se fundamentan en el logro de un mayor intercambio
de bienes y servicios, así como de flujo de capitales entre los países del
continente. Aunque el planteamiento de los proyectos ha incorporado toda la
terminología de sostenibilidad ambiental y beneficio para las comunidades
locales, no existen hasta ahora garantías reales ni técnicas que sustenten esos
componentes(128).

Arriba

Anexo 5

La situación de desplazamiento en el Huila se caracterizó en 1999 por el


represamiento de demandas de población que ha abandonado sus tierras en
diferentes regiones y momentos. El departamento es una zona de paso para los
flujos de colonización entre las regiones andina y oriental del país. Por ello ha
recibido corrientes de desarraigados como consecuencia de una serie larga de
eventos relacionados con el conflicto armado, entre los cuales el establecimiento
de la zona de despeje es solo el más reciente.

A comienzos de octubre de 1998, no menos de 600 campesinos desplazados por


la violencia (cerca de 169 familias procedentes de Caquetá, Meta, Bolívar,
Santander, Tolima, Cesar y varios municipios del Huila) mantuvieron bloqueada
por 14 horas la vía entre Neiva y Campoalegre(129), en protesta por el
incumplimiento de acuerdos suscritos con el Gobierno el año anterior. La medida
de presión buscaba que el Gobierno diera salidas a los problemas de salud,
educación, alimentos y asistencia humanitaria.

Después de un acuerdo de cuatro puntos el bloqueo fue levantado, pero otro


grupo de unos 200 campesinos taponó la vía hacia el municipio de San Agustín.
Los desplazados pedían el cumplimiento en la reubicación de 50 familias, un
plan de vivienda, empleo y un sistema de seguridad social que incluyera servicios
de salud, educación y créditos para los campesinos afectados por la violencia. La
administración de Neiva y el Gobierno departamental se comprometieron a
adjudicar un lote en la ciudad y un subsidio de vivienda para las familias.

Los desplazados bloquearon por tercera vez la vía Neiva-Campoalegre. La


manifestación se hizo en el puente sobre el río Arenoso, a 5 kilómetros de Neiva,
debido al rompimiento de las conversaciones entre los representantes de los
campesinos y del Gobierno. Los desplazados demandaban el cumplimiento de los
compromisos adquiridos dos semanas antes. De acuerdo con las estadísticas
oficiales, en la carretera sobre el río Arenoso se concentraron unas 180 familias.

En enero de 1999, la RSS ofreció a las familias desplazadas que se encontraban


instaladas al lado de la carretera, el pago de un salario mínimo por trabajos
temporales en Neiva. La propuesta, para 93 jefes de hogar, consistió en la
conservación y cuidado de 100 parques y zonas verdes de la ciudad, a cambio de
diez mil pesos diarios. La Red de Solidaridad destinó 90 millones para el
proyecto de emergencia, que tendría una duración de cuatro meses. El Instituto
del Deporte y la Recreación compraría las herramientas y el SENA se encargaría
de capacitar a los desplazados en labores de jardinería y ornato.

Los desplazados, viviendo en carpas de plástico, consideraban el pago


insuficiente para sus necesidades y gastos de transporte, pero era la única
alternativa que tenían(130). En marzo se suspendió el proyecto por incumplimiento
en la cancelación de los salarios. La cofinanciación del municipio no fue
aprobada por diferencias entre el Concejo y el Alcalde.

Tras permanecer cuatro meses en la margen derecha de la quebrada La Arenosa


sin haber logrado el cumplimiento de los acuerdos de reubicación firmados por
las administraciones local y nacional, y sometidas a las crecientes por la
temporada de lluvias, las familias desplazadas decidieron ocupar un predio en
sector Chicalá de Neiva.

En el predio de 4 hectáreas de propiedad del Instituto de Fomento Industrial del


Huila, las familias construyeron el asentamiento Esperanza y Libertad con 120
alojamientos, zonas de cultivo, un albergue comunitario, un salón de clases, una
oficina de atención a la población que llega a la ciudad, un albergue para 10
familias (provenientes de la zona de despeje y Putumayo) y varias
microempresas. No cuentan con servicio de agua potable, electricidad ni víveres
para las 600 personas asentadas allí.

La Fundación Solidaridad y Justicia que agrupa a las familias asentadas en


Chicalá, ha permitido congregar las demandas de la PDV y se ha convertido en
un espacio de recepción para ella ante el hecho de que el Comité Municipal de
Atención no tenía un plan de atención directa de emergencia para esa población.
A partir de esa forma organizativa, se pudo generar un proceso de negociación
con la administración municipal, al tiempo que se hacía conocer a la opinión
pública la problemática de los desplazados en Neiva.

Existe una resistencia de la administración municipal para formular un Plan de


Atención, argumentando que se trata de un problema nacional más que local, que
la prestación de atención convertiría al municipio en una zona atractiva para la
migración y que una atención específica a la PDV crearía discriminación frente a
otros sectores necesitados. Las empresas de servicios públicos consideran que el
suministro en asentamientos ilegales o de invasión reconocería la propiedad de
los ocupantes sobre el terreno(131).

Las deficiencias para brindar asistencia a la población se presentan desde la etapa


misma del registro. En una visita de seguimiento realizada el 10 junio de
1999(132) se comprobó una discrepancia entre el número de familias registradas
por el Comité Local de Atención (324) y las declaraciones recibidas por la
Personería (más de 400). De otra parte, el Comité ha negado varias
certificaciones basado en tiempo de desplazamiento y la existencia de bienes
inhabilitarían al desplazado para acceder a los beneficios contemplados en la
Ley.

Las limitaciones en la prestación de asistencia humanitaria son más graves para


los desplazados en el Huila si se tiene en cuenta la lentitud de las instituciones
encargadas de las soluciones duraderas, en términos de retorno o reubicación.
Respecto a las 50 reubicaciones acordadas con el Incora para ser realizadas en
1998, a mediados de 1999 habían sido reasentadas 18 familias en los municipios
de Palermo y Altamira y estaban en estudio otros cuatro predios para otras 36
familias(133). Algunas de las familias abandonaron los sitios adjudicados por
incumplimiento en los términos acordados y deficiencias en el modelo mismo de
reubicación.

Como producto de las negociaciones, la Personería local se comprometió a


realizar un estudio diagnóstico cualitativo sobre el desplazamiento en el
municipio, basado en la aplicación de una Ficha de Recepción social que sirva
como insumo para la formulación de las políticas legales de atención. Esta sería
la primera encuesta masiva sobre la situación de DH en una comunidad de
desplazados. Sin embargo, no tuvo eco la propuesta de conformar un espacio de
coordinación institucional, dado el desconocimiento de la normatividad vigente y
la confusión respecto a su aplicación entre las autoridades municipales y
departamentales
No obstante los avances en la interlocución con la administración municipal,
Infihuila(134) presentó una querella policiva para buscar el desalojo de los terrenos
ocupados en Chicalá. La comunidad de desplazados, invocando el derecho de no
repetición y la responsabilidad legal de las autoridades gubernamentales, instó a
la Alcaldía, a la Gobernación y al Comité Municipal de Atención a la PD a
presentar alternativas de solución. Sin embargo, sólo mediante una acción
jurídica se logró suspender el desalojo programado. En noviembre se llega a un
compromiso entre la Gobernación y la Alcaldía para que el lote sea comprado
por esta última y cedido a un programa de vivienda dirigido a la PDV.

En este caso, la situación de la capital de Huila muestra las dificultades comunes


a los municipios receptores, cuando los desplazados no acuden a ellos como
primera instancia sino después de un peregrinaje más o menos prolongado y
agotadas las alternativas de corto plazo. La situación de desarraigo,
desprotección, desempleo y falta de garantías para el retorno, termina por remitir
a la ciudad como una posibilidad abierta.

Sin embargo, se constata en este proceso que el municipio carece de una política
estructurada para la atención a la PDV. Estas deficiencias abarcan los aspectos
presupuestal, administrativo, de coordinación institucional y, sobre todo, de
concepción política y social. Si bien parte de la comunidad persigue el
reasentamiento agrario, el incumplimiento institucional y mismo proceso de
organización comunitaria conducen en dirección a la reintegración urbana.

Arriba

Comité editorial

 Comisión Colombiana de Juristas


 Corporación AVRE
 Fundación para la Educación y el Desarrollo -FEDES
 Instituto Latinoamericano de Servicios Legales Alternativos -ILSA

Dirección y coordinación - Coordinación Ejecutiva GAD

Compilación y textos - Equipo Coordinación GAD

Documento editado electrónicamente por el Equipo Nizkor en Madrid a 5 julio 2000

Notas
1. "ONU pide apoyo para desplazados". El Espectador, 28 de octubre de 1999,
pág. 6A.. Reseña de una declaración del Representante del Secretario General de
las Naciones Unidas para los Desplazamientos Internos, Sr. Francis M. Deng.

2. "Colombia's Silent Crisis (La crisis silenciosa de Colombia)". The Washington


Post, enero 28 de 2000, pág. A25, Washington D.C. Artículo editorial de Ms.
Catherine Bertini, directora ejecutiva del Programa Mundial de las Naciones
Unidas para la Alimentación.

3. United States Committee for Refugees (USCR) y Jesuit Refugee Service. "La
crisis de los desplazados internamente en Colombia. Un llamado para la
asistencia de los EE.UU. a las personas desplazadas colombianas, por siete
organizaciones eclesiales y humanitarias", febrero 1 de 2000, Washington D.C.
Este documento público menciona que de 284 municipios afectados por el DI en
1995, se llegó a 500 hacia finales de 1998 y las cifras de la población desplazada
por la violencia en Colombia exceden a la población desterrada en el conflicto de
Kosovo (antigua Yugoeslavia).

4. La tasa nacional de desempleo a diciembre de 1999 era de 18,1 y la tasa de


subempleo en áreas metropolitanas a septiembre del mismo año era de 21,6; la
Razón de Ingreso (quintil superior/inferior, mide la relación entre el grupo de
ingresos más altos y el de los más bajos) era de 16,3 en el primer trimestre. El
saldo de la Deuda Externa alcanzó en el tercer trimestre del año los US$33.746
millones. Datos actualizados del Departamento Nacional de Estadísticas DANE
en www.dane.gov.co.

5. Departamento Nacional de Planeación, Ministerio del Interior, Red de


Solidaridad Social. Documento Conpes 3057-99, Plan de Acción para la
Prevención y Atención del Desplazamiento Forzado. Las acciones propuestas en
los documentos del Departamento Nacional de Planeación siguen los
lineamientos del Plan de Desarrollo que presenta cada Gobierno al iniciar su
mandato y son sometidos a consideración del Consejo Nacional de Política
Económica y Social -CONPES -.

6. Zona desmilitarizada en noviembre de 1998 para permitir la realización de


conversaciones entre el Gobierno y las FARC. Es la llamada 'zona de despeje',
donde fueron retiradas las unidades de las Fuerzas Armadas y de la Policía, en
los municipios de San Vicente del Caguán (Caquetá), La Uribe, La Macarena,
Mesetas y Vistahermosa (en el Meta).

7. El Tiempo., 14 enero de 1999, pg. 3A. Después de una violenta arremetida que
costó la vida a 132 personas en los primeros días de enero, las Autodefensas
Unidas de Colombia enviaron una comunicación al presidente Pastrana
expresando su disposición para iniciar conversaciones con el Gobierno.

8. Naciones Unidas, Consejo Económico y Social. Documento


E.CN.4/1998/53/Add.2, 11 de febrero de 1998, 54º periodo de sesiones de la
Comisión de Derechos Humanos. Ver las Memorias del seminario de divulgación
en Colombia de los Principios Rectores de los Desplazamientos Internos, Bogotá,
27 al 29 de mayo de 1999. Publicación de Brookings Institution, United States
Committee for Refugees y el Grupo de Apoyo a Organizaciones de Desplazados.

9. Datos presentados en la declaración conjunta de ONG colombianas al 56ª


periodo de sesiones de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, a
partir de estudios del Centro de Investigación y Educación Popular -CINEP-, de
la Comisión Colombiana de Juristas, del Comité Permanente para la Defensa de
los Derechos Humanos y la Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz. De
otra parte, según las investigaciones adelantadas por delegados de Amnistía
Internacional, en Colombia durante 1999, el 70% de las violaciones son
cometidas por grupos paramilitares, el 20% por organizaciones guerrilleras y el
5% por la fuerza pública (El Espectador, 5 de noviembre de 1999, pág. 6A y El
Colombiano, 5 de noviembre de 1999, pág. 8A).

10. Boletín Codhes Informa Nº 28, "1999: Desplazamiento sin tregua", pág. 1-3,
febrero de 2000, Bogotá. Las cifras presentadas en este capítulo sobre número de
personas desplazadas, responsables del desplazamiento, municipios y regiones
afectados, corresponden al componente de monitoreo del Sistema de Información
sobre Desplazamiento Forzado y Derechos Humanos en Colombia. La red
nacional de información está compuesta por la Iglesia Católica, organizaciones
gubernamentales, no gubernamentales, del Estado y de la población desplazada .
La información es verificada mediante el seguimiento a información de prensa y
visitas de campo y corresponde a víctimas del desplazamiento registradas en los
sitios donde buscan refugio.

11. Sección sobre Evolución del Desplazamiento, pág. 9

12. Boletín Codhes Informa Nº 28, tabla anexa.

13. La información sobre masacres en 1999 corresponde a los datos consolidados


por la Oficina de DIH y Paz de la Defensoría del Pueblo, publicados el 29 de
diciembre de 1999.

14. La Defensoría clasifica como masacre la muerte de tres o más personas en el


mismo hecho. A comienzos del año, refiriéndose a una discrepancia frente a los
datos de una ONG de DH, ese organismo explicó que los actores armados han
optado en algunos municipios por las 'masacres difusas', cometiendo los
asesinatos uno a uno en diferentes sitios y momentos para evitar llamar la
atención de la prensa (El Espectador, 22 de febrero de 1999, pág. 9A. El Tiempo,
18 de febrero de 1999, pág. 7A). Agregamos que, en muchos casos, esto también
ha evitado llamar la atención de las autoridades, así como permitido ocultar los
cadáveres de las víctimas (ver El reporte de Human Rights Watch "The Ties that
Bind: Colombia and Military - Paramilitary links (Los lazos que unen: Colombia
y los nexos entre Fuerzas Militares y Paramilitares)", febrero 2000, vol12, Nº1
(B)).

15. El Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos en


Antioquia reportó de enero a agosto de 1999, 116 ataques masivos contra
personas en estado de indefensión. De las 679 víctimas, 396 fueron
responsabilidad de las autodefensas. El Instituto Popular de Capacitación -IPC-
informó sobre 112 desapariciones forzadas, para un total de 811 en los últimos
cuatro años, de las cuales 720 se atribuyen a los grupos paramilitares y 19 a
miembros de la Fuerza pública. Las mismas estadísticas señalan que el 86,8% de
las víctimas no son encontradas, el 11,5% aparecen muertas y el 1,7% regresan
con vida.

16. Ver la descripción de los casos de San Pablo (Bolívar) en la sección sobre
Retorno, reasentamiento y reintegración, y La Gabarra (Norte de Santander) en el
Anexo Nº 1.

17. Acuerdo con la Mesa Regional del Magdalena Medio de Trabajo Permanente
por la Paz. Pág. 1, 4 de octubre de 1998, Barrancabermeja, Declaración Pública
del Gobierno Nacional . Esta Mesa fue un mecanismo del éxodo campesino del
Sur de Bolívar y el Valle del Cimitarra para el diálogo con los representantes del
Gobierno nacional.

18. Entre esos documentos se destacan: a)El Informe de DH del Departamento de


Estado de los Estados Unidos (febrero); b)Las recomendaciones de 27 diputados
del Parlamento Europeo (febrero); c) Las recomendaciones de la Unión
Progresista de Fiscales de España (Marzo); d)El informe de la Alta Comisionada
de las NU para los DH, en Ginebra (abril); e) El informe de la Comisión
Interamericana de DH de la OEA (abril); f) El informe anual de la Oficina en
Colombia de la Alta Comisionada para los DH de la ONU (abril); g)El informe
de la Defensoría del Pueblo ante la ONU (abril); h) Las recomendaciones de un
grupo de congresistas de USA (junio); i) El informe anual - 1998 de Amnistía
Internacional -AI- (junio); j) El informe de AI en las sesiones de Portugal
(agosto); k) El informe de la Misión Política Internacional de Respaldo, invitada
por una comisión ad hoc de 24 ONG nacionales e internacionales (septiembre); l)
El informe de los investigadores de AI sobre la situación de DH en Antioquia
(octubre); m) El informe de Human Rights Watch (noviembre); n) El informe de
los delegados de Amnistía Internacional para evaluar la situación de DH en el
país (Noviembre).

19. Las llamadas 'pescas milagrosas' consisten en establecer retenes en vías


intermunicipales, para requisar a los viajeros y tomar rehenes con fines
principalmente económicos. Generalmente se realizan los fines de semana y
festivos, en zonas turísticas. En algunos casos, como en la zona de El Peñol-
Guatapé-Rionegro en cercanías de Medellín (Antioquia), la actividad comercial
asociada al turismo casi ha desaparecido como consecuencia de las incursiones.

20. El avión fue obligado a aterrizar en la zona del Sur de Bolívar y se cree que
los rehenes se encuentran en la Serranía de San Lucas. Las presiones del Ejército
y las autodefensas para responder la acción del ELN han contribuido
notablemente a la intensificación de las acciones armadas en esa región.

21. Como los pipetas de gas con dinamita y metralla.

22. Boletín Codhes Informa Nº 28, pág. 10

23. La falta de medidas preventivas para excluir a la población civil de los


combates ha ocasionado pérdida de vidas y bienes, así como dificultades para la
misión médica en varios episodios, principalmente en el departamento de
Antioquia, donde el IPC reportó 22 casos de bombardeos.

24. El Espectador, "Fuego cruzado deja 16 civiles muertos". 14 de diciembre de


1998, pág. 8A. En el artículo se recogen denuncias de la Personería de Tame que
evacuó a 30 niños de los sitios afectados. El Colombiano, "Denuncian muerte de
21 civiles por bombardeos", 14 de diciembre de 1998, pág. 12C. El comandante
de la Brigada XVIII del Ejército explicó que el incidente se produjo porque los
guerrilleros dispararon a las tropas y a los helicópteros desde las casas de los
habitantes de Santo Domingo y los sacaron para usarlos como escudos humanos.
El Tiempo, "Violenta persecución a las Farc en Tame", 14 de diciembre de 1998,
pág. 8A.

25. El Colombiano, "Versiones encontradas por bombardeos en Arauca", 15 de


diciembre de 1998. El Tiempo, "Éxodo a Tame por combates", 15 de diciembre
de 1998, 8A. El espectador, "La FAC dice que no hubo bombardeos", 15 de
diciembre de 1998, pág. 10A. El comandante de la Fuerza Aérea Colombiana
negó el bombardeo y alegó que sólo se hizo fuego de ametralladoras y se
dispararon siete cohetes livianos "contra matas de monte" y que no afectarían a
una vivienda si llegaran a impactar cerca de ella.

26. El Tiempo, 14 de enero de 1999, pág. 15A

27. El Colombiano, 7 de julio de 1999.

28. Los pronunciamientos públicos de las AUC en diferentes diarios y


semanarios así como en la página de la organización en Internet, tratan
insidiosamente de encuadrar sus acciones como respuestas a la acción de otros
grupos armados, calificando a sus víctimas como 'guerrilleros de civil'.

29. Ver más adelante los comentarios sobre las Políticas de prevención del
desplazamiento.

30. Ver más adelante el caso del Sur de Bolívar y el anexo sobre el Alto Sinú.

31. Departamento Nacional de Planeación, ¨ Plan Nacional de Desarrollo,


Cambio para construir la paz ¨. Cap. 4, Sección I A 3 Política de Atención a la
Población Desplazada, Noviembre de 1998, página 236: ¨ El desplazamiento se
ha convertido en una estrategia de guerra, por cuanto, de una parte, la población
es obligada a abandonar el territorio y facilitar así algún corredor militar o
alimentario de las partes en conflicto, y de otra, es sindicada masivamente de ser
colaboradora del adversario militar ¨.

32. RUT Informa Nº2, Boletín trimestral sobre Desplazamiento Forzado en


Colombia, publicado por la Conferencia Episcopal de Colombia. Pág. 11, Abril-
Junio de 1999, Bogotá. "... conectar el tema del desplazamiento forzado y el
'conflicto agrario', permite mostrar algunos de los intereses que ven en el
desarraigo la forma más 'económica', barata, de conseguir objetivos referidos a la
acumulación de tierras previamente acondicionadas y, por ende, valorizadas por
el trabajo campesino".

33. Periódico Universidad Nacional Nº 5. "Ordenamiento territorial de los


desplazamientos campesinos". Artículo de Darío Fajardo, pág. 4-5, diciembre 12
de 1999, Bogotá. "La tendencia hacia la expansión de la frontera [agrícola] bajo
presión de la gran propiedad, ampliamente conocida en el país, tiene la
particularidad de operar a través de formas violentas, extendidas y con la
continua participación de agentes estatales. En el presente difiere de lo ocurrido
en décadas anteriores solamente por la magnitud alcanzada y por el carácter
territorial de las regiones en las cuales está pasando, de acuerdo con varias
motivaciones como son el control de áreas estratégicas, la apropiación de tierras,
la aplicación de propósitos contrainsurgentes o la conjugación de ellas"

34. Ver más adelante la sección 2.4.1, La Protección a las víctimas del
desplazamiento.

35. Codhes Informa Nº 28, pág. 11-12.

36. Codhes Informa Nº 26, "Crisis Humanitaria y Catástrofe Social", pág 5.

37. Departamento Nacional de Planeación, Plan de Acción para la Prevención y


Atención del Desplazamiento Forzado, Documento Conpes 3057/99, sección IA:
Magnitud y características del Desplazamiento Forzado. "...se espera que para los
próximos años esta cifra [de aproximadamente 25.000 familias desplazadas al
año] disminuya como resultado del avance en los procesos de negociación con
los grupos armados, de la implementación del Plan Colombia, y de las acciones
en pro de los Derechos Humanos y la prevención del desplazamiento forzado".

38. Versión difundida en Internet, por la agencia de noticias de la Presidencia de


la República: www.presidencia.gov.co. El tema de Asistencia a los Desplazados
Internos está incluido dentro de la Estrategia de Democratización y Desarrollo
Social.

39. Sesión Nº 106 del 20 de octubre de 1999, Proyecto S 1758. Los datos
presentados son del documento de prensa del Senador Paul Coverdell, octubre 6
de 1999, en donde resume las provisiones de la Alianza Anti-drogas con
Colombia y la Región Andina.

40. Entidad creada el 1994 como un desarrollo institucional del Plan Nacional de
Rehabilitación. En 1997 se estructuró como un establecimiento público del orden
nacional, adscrito al Departamento Administrativo de la Presidencia de la
República. Sus objetivos fundamentales son: contribuir a mejorar las condiciones
de vida de la población más pobre y vulnerable; facilitar la participación de esta
en los programas sociales mediante esfuerzos conjuntos de las instituciones del
Estado, las entidades territoriales, las organizaciones no gubernamentales y de la
sociedad civil. La misión de la RSS está definida en cuatro áreas: promover el
avance de la descentralización, generar un mayor compromiso de las
comunidades locales en la gestión del desarrollo, consolidar modelos de
coordinación y control de las políticas gubernamentales, y promover la equidad.
En la actualidad, la RSS atiende 14 programas, uno de los cuales es el de la PDV.
41. Los componentes del Plan de Desarrollo de cada gobierno son desarrollados
por el Departamento Nacional de Planeación en documentos sobre políticas
específicas. Estos documentos son puestos a consideración del Consejo Nacional
de Política Económica y Social (CONPES). En 1995, a partir del 'Documento
Conpes' Nº 2804, se establecen las primeras líneas estratégicas para atender el
DI: prevención, atención inmediata, protección y consolidación/ estabilización.
Posteriormente, el CONPES ha aprobó el documentos Nº 2924/1997 con el que
se crea un Sistema Nacional de Atención a la PDV. El principal instrumento
jurídico para el manejo del tema es la ley 387/97, aún no completamente
reglamentada, mediante la cual se "adoptan medidas para la prevención del
desplazamiento forzado, la atención, la protección, consolidación y estabilización
socioeconómica de los desplazados internos por la violencia en la República de
Colombia".

42. Mediante los decretos 387 del 3 de marzo y 489 del 11 de marzo de 1999,
respectivamente.

43. Mediante el decreto 1547 de agosto de 1999.

44. Plan de Acción para la Prevención y Atención del Desplazamiento Forzado.

45. Presidencia de la República de Colombia. Red de Solidaridad Social. Plan


Estratégico para el Manejo del Desplazamiento Interno Forzado por el Conflicto
Armado. Sin fecha.

46. Este lapso fue calificado por los desplazados como el 'limbo'. Uno de los
líderes que hace parte de la Mesa de Trabajo sobre desplazamiento en Bogotá,
expresó así la situación: "En este momento no tenemos ningún contacto con el
Gobierno. En el Ministerio del Interior no están dejando entrar desplazados. En la
RSS también está prohibida la entrada..." ("Nuestro compromiso es la
dedicación: apoyara a otras familias desplazadas, seguir buscando soluciones de
fondo", Revista Éxodo, Nº 12 , junio de 1999, pág. 26)

47. En noviembre, el CONPES aprobó el programa de educación rural para


escolarizar, en una primera fase, a 500.000 niños y jóvenes de un total de
1'154.000 que no tienen acceso a la educación en el campo; todo el programa
tendrá una duración de siete años y medio. La mitad de su costo, US$120
millones, depende de la aprobación de un crédito del Banco Mundial y la otra
mitad saldría de los presupuestos nacional, departamental y local. La otra
estrategia propuesta para la ampliación de cupos escolares es el proceso de
racionalización en la distribución de docentes, con el que se busca crear entre
10.000 y 15.000 cupos nuevos sin aumentar el gasto público en educación. El
Espectador, noviembre 14 de 1999, pág. 10A

48. Documento Conpes 3057, Sección I-A: Magnitud y características del


desplazamiento forzado. Se estima que actualmente existen 400.000 personas
desplazadas. La cifra está basada en información de la Red Nacional de
Información y la suministrada por las gobernaciones departamentales al
Ministerio del Interior.

49. "Observatorio del desplazamiento interno por la violencia"Revista Exodo No.


14, pág. 6.. Incluye la propuesta de reglamentación sobre este tema realizada por
la Comisión Colombiana de Juristas, entidad miembro del GAD.

50. Una de las esferas del mandato del Representante del Secretario General de
las Naciones Unidas para los Desplazamientos Internos es el desarrollo de un
marco normativo que supere las deficiencias del derecho vigente en esta área.
Los Principios Rectores son un desarrollo del trabajo de compilación y análisis
de las normas jurídicas aplicables a las necesidades y derechos de los
desplazados internos, así como a los derechos y obligaciones de los Estados y la
comunidad internacional en cuanto a la protección y asistencia a las víctimas.
Los Principios pretenden orientar al Representante en el cumplimiento de su
mandato; a los Estados en su tratamiento del fenómeno de los desplazamientos; a
todas las demás autoridades, grupos y personas en sus relaciones con los
desplazados internos, y a las organizaciones intergubernamentales y no
gubernamentales en su respuesta a los desplazamientos internos.

51. Las personas desplazadas utilizan el término "certificación" para referirse, en


general, a los trámites para acceder a los beneficios de los diferentes programas
de atención. En los mecanismos institucionales existentes, el paso inicial es la
declaración sobre la situación de desplazamiento en las oficinas del Ministerio
Público, luego la inscripción en el registro (antes en la Unidad Administrativa
especial de DH del Ministerio del Interior y ahora en la Unidad de Atención de la
RSS) y, para quienes están desplazados en áreas urbanas y buscan el
reasentamiento rural, la certificación propiamente dicha (que es una acreditación
de la condición de persona desplazada expedida por la Unidad Administrativa
Especial para los Derechos Humanos del Ministerio del Interior, según el acuerdo
Nº 18 / 1995 del Instituto Colombiano para la Reforma Agraria -INCORA-) para
aspirar a ser beneficiarios de un subsidio para compra de tierras. Ver testimonio
en Rev. Exodo, No.12, acerca de la "descertificación".

52. Ver Anexo 1, sobre el diagnóstico de la mesa de trabajo de Bogotá en cuanto


al trámite del registro.
53. El Tiempo, 12 de enero de 1999, página 8A

54. Ver una descripción de este caso en el Anexo 2. Omisiones similares se han
denunciado en el Magdalena Medio (ver más adelante el proceso de retorno del
sur Bolívar y el Valle del Cimitarra), Chocó (ver el , donde las autoridades fueron
advertidas sobre inminentes incursiones de grupos armados y respondieron con el
silencio o el retiro de sus controles.

55. Profesora Flor Alba Romero, Universidad Nacional de Colombia, Instituto de


Estudios Políticos y Relaciones Internacionales. "Evaluación de las políticas
públicas sobre desplazamiento forzado", conferencia en el marco del encuentro
internacional de Derechos Económicos Sociales y Culturales. Biblioteca Luis
Angel Arango. Santafé de Bogotá. Octubre 1999. Sobre el tema informa: "no
obstante que todos los documentos de política pública han enunciado como un
propósito la construcción de un programa de alerta temprana para prevenir el
desplazamiento forzado y en algunos casos se ha hecho referencia a dicho
programa como una acción en ejecución por parte del Estado, lo cierto es que no
se han dado los pasos necesarios para su realización práctica y la red es solo una
formulación discursiva"

56. Ver desarrollo del caso en el anexo 3

57. Se trata de Edgar Quiroga y Gildardo Fuentes. Ellos lideraron las


negociaciones entre los campesinos que participaron en el éxodo del Magdalena
Medio y altos funcionarios del Gobierno nacional y son firmantes de los acuerdos
logrados en Barrancabermeja en octubre de 1998. Quiroga fue incluido en el
Programa de Protección a Defensores de los DH. Las AUC emitieron un
comunicado el sábado 4 de diciembre adjudicándose el secuestro de los dos
líderes y acusando a Quiroga de ser comandante guerrillero. (El Espectador, 8 de
diciembre de 1999, pág. 5A)

58. Sobre este tema ver: Hernandez E. Y Salazar, Marcela. ¨Con la esperanza
intacta: Experiencias comunitarias de resistencia civil no violenta¨. Oxfam.
Bogotá, 1999

59. El Colombiano, 9 de abril de 1999, pág. 3A. Declaraciones del comandante


de la I División del Ejército tras el ataque a los líderes de las comunidades de San
José de Apartadó (Antioquia) el 4 de abril y Riosucio (Chocó) el 7 del mismo
mes.

60. En carta enviada al Presidente Pastrana el 5 de marzo, varios comerciantes,


ganaderos y miembros de Juntas de Acción Comunal de Carepa (Antioquia), se
descalifica el trabajo de las ONG que facilitan la ayuda humanitaria a
comunidades desplazadas de la región, se las acusa de estar en contacto con la
guerrilla y de buscar el rechazo de los habitantes al Ejército. También afirman
que las Comunidades de Paz son un refugio de los delincuentes para evadir la
acción de las autoridades. (El Colombiano, 25 de marzo de 1999, pág. 8A)

61. El Colombiano, 5 de enero de 1999, pág.2A. El Tiempo, 5 de enero de 1999,


pág. 8A.

62. El Tiempo, 9 de abril de 1999, pág. 9A. El Espectador, 9 de abril de 1999,


pág. 7A. El Colombiano, 10 de abril de 1999, pág. 8A. Al día siguiente fueron
encontrados los cadáveres de 12 de los 15 campesinos desaparecidos en la
incursión y los de otras tres víctimas del grupo paramilitar,

63. En particular los deberes de los combatientes frente a los no combatientes, tal
como están descritos en el Artículo 3 común a los Protocolos de Ginebra

64. Ver anexo número 2

65. ACNUR. Plan operacional del ACNUR al desplazamiento forzado en


Colombia. Mimeografiado. Santafé de Bogotá, 1999, pg. 5

66. "El Representante Especial del Secretario General de las Naciones Unidas
para Niños y Niñas y Conflicto Armado, termina su misión en Colombia".
Comunicado de prensa reproducido en la Revista Exodo, No. 13. Septiembre 99.
Pg. 16

67. "Ataques a municipios...", El Colombiano, 19 de septiembre de 1999, pág.


7A. La Federación Colombiana de Municipios denunció que en 270 localidades,
los grupos armados vigilan la destinación del presupuesto.

68. "Asesinados 19 alcaldes en dos años", El Colombiano, 22 de septiembre de


1999, pág.8A. "Los violentos se apoderan del país", El Espectador, 22 de
septiembre de 1999, pág. 5A. La misma Federación informa que hay 70 alcaldes
amenazados y 12 de ellos deben ejercer sus funciones desde otros municipios.

69. Rev. Exodo, No.12, pg.26. Testimonio

70. Varias son las ONGs que acompañan este tipo de procesos: el Cinep, Minga,
Justicia y Paz, vienen desarrollando procesos pedagógicos de organización y
capacitación para que las comunidades puedan regresar y re-establecer en
condiciones básicasas de dignidad y protección.
71. Acuerdo con la Mesa Regional del Magdalena Medio de Trabajo Permanente
por la Paz., 4 de octubre de 1998, Barrancabermeja.

72. Al examinar las medidas de prevención que debe adoptar el Gobierno


Nacional, según el artículo 14 de la Ley 387 de 1997; entre otras: anticipación de
riesgos que puedan generar desplazamiento, acciones de la Fuerza Pública contra
los factores de perturbación, mitigar los riesgos contra la vida, integridad y
bienes de la población desplazada, asesorar a las autoridades locales para incluir
programas de prevención y atención en los planes de desarrollo.

73. Comunicado del 5 de noviembre de 1999, de las Juntas de Acción Comunal


veredales y nueve ONG de DH que trabajan en la zona. Mediante un sistema de
radio de Alertas Tempranas, los campesinos mantuvieron contacto con la ONG,
Credhos y sólo pudieron recibir atención de emergencia, muy limitada por la
falta de recursos, de parte de la Asociación Campesina del Valle del Río
Cimitarra. Las AUC difundieron un comunicado el 30 de octubre afirmando que
habían permitido al CICR brindar atención humanitaria a 2.500 campesinos de la
vereda Vallecito (San Pablo), de quienes afirman que están retenidos por la
guerrilla.

74. El comandante de la V Brigada del Ejército, general Alberto Bravo Silva,


reconoció una serie de irregularidades de las tropas en las veredas Vallecito,
Pozo Azul y El Diamante, durante la 'Operación Anaconda' llevada a cabo entre
abril y mayo a raíz del secuestro del avión de Avianca. Los hechos cuestionados
por el general (documento N 040 / DIV2-BR5-CDO del 18 de mayo, V Brigada)
coinciden con parte de los denunciados por la comunidad como cometidos por un
grupo paramilitar.

75. El Incora busca establecer una Reserva Campesina en el área de la Serranía


de San Lucas.

76. SALAZAR P., Marcela ¨Comunidades en retorno al Cacarica: el aporte de la


Comisión Mixta de Verificación¨ en Investigaciones DIAL, No.2, DIAL, Bogotá,
1999. Pg. 8

77. La ONG Justicia y Paz, organización miembro del GAD, cumple una
importante misión de acompañamiento y de protección a las comunidades en
retorno y facilita la interlocución con las autoridades locales y regionales.

78. Con el acompañamiento y asesoría de la Comisión Intercongregacional de


Justicia y Paz
79. Como lo establece la Ley 70 de 1993

80. Los objetivos de la Comisión Mixta de Verificación -CMV- son: verificar los
acuerdos entre las partes y y las condiciones de seguridad y protección en los
asentamientos de retorno; participar en acuerdos con los actores armados para el
respeto a la población; acompañamiento en el trayecto a los lugares de
asentamiento y presencia en ellos; divulgación pública de los acuerdos.

81. Publicación y difusión de los documentos: Nuestro y Proyecto y Normas de


Vida, Plan de Retorno Integral.

82. Los cinco Principios del Proyecto de Vida están orientados a lograr la
Autodeterminación, la Vida y la Dignidad. Se trata de la Verdad, la Libertad, la
Justicia, la Solidaridad y la Fraternidad como fundamentos de la opción
comunitaria en medio de la guerra.

83. Ver anexo 4

84. Cada una de las personas que retornará a la cuenca del Cacarica asume un
compromiso público ante la comunidad de cumplir con las Normas de Vida.

85. Es la autoridad ambiental en el departamento del Chocó.

86. Que comenzaría el 28 de noviembre, con grupos de 650 personas que saldrían
de Turbo (Antioquia) cada tres meses. Se construirán 418 casas en los albergues
Nueva Vida (antes Puerto Nuevo) y Esperanza en Dios (antes El Limón), ambos
en Chocó.

87. Como lo relacionado con asistencia alimentaria, salud y educación,


destaponamiento de caños, Incluso, la entrega del Título Colectivo para el
Consejo Comunitario Mayor del Cacarica (aprobado el 26 de abril de 1999 por la
Resolución 00841 del Incora) que estaba programada para el 12 de octubre
cuando comenzara la fase exploratoria, fue aplazada por no estar disponible el
presidente Pastrana para hacerlo personalmente.

88. La parte baja del Atrato no es navegable desde 1998, debido a que el
fenómeno atmosférico de 'la niña' atrajo lluvias intensas sobre el Chocó. El
Gobierno nacional había destinado ese año una partida para adelantar el dragado
de las 19 bocas de desembocadura del río. Sin embargo, en febrero de 1999, la
población de Riosucio completó casi un año en emergencia sin que se realizaran
las obras. A raíz de un protesta realizada en octubre, los habitantes lograron el
compromiso del gobierno de enviar una draga, compromiso que no había sido
cumplido a mediados de noviembre.

89. Denuncias de las Diócesis de Apartadó (Antioquia) y Quibdó (Chocó) El


Tiempo 23 de noviembre de 1999, pág. 9A y El Colombiano, 22 de noviembre de
1999.

90. Documento Conpes 3057- Plan de acción para la prevención y atención del
desplazamiento forzado- DNP-UPRU, nov 24/99. I.D.1 Acciones emprendidas
par el retorno, la reubicación y la estabilización socioeconómica. Pág 3

91. Situación similar se presenta en el Atrato medio. En abril de1999, las


comunidades del río Salaquí intentaron regresar a sus tierras después de dos años
de desplazamiento forzado. Se instalaron en las casas vacías, también por
desplazamiento de sus habitantes, del municipio de Riosucio donde han podido
sobrevivir con la ayuda de Organizaciones No Gubernamentales y de la Diócesis
de Apartadó. Un acuerdo entre las partes del conflicto armado permitió la
atención humanitaria a esta población, que no había recibido ninguna atención
por parte del Gobierno.

La primera expedición la conformaron cien personas que remontaron el Salaquí.


A una hora de su desembocadura el río, como consecuencia de una avalancha, el
taponamiento del cauce ha ocasionado la destrucción de toda la vegetación en
una amplia zona de la ribera y ha obstruido la navegación en una extensión de
cinco kilómetros.

92. Los documentos de política gubernamental citados en este informe utilizan el


término 'reubicación' para referirse al proceso de asentamiento en áreas rurales o
urbanas diferentes al sitio de origen de las personas desplazadas. Los PR utilizan
el término 'reintegración' que transmite una noción más comprensiva de las
necesidades de la PDV cuando se ve obligada a establecerse en otro medio social
y cultural.

93. Ver los comentarios sobre la lentitud del cumplimiento institucional en el


proceso de retorno de los campesinos desplazados de la cuenca del Cacarica.

94. El Conpes aprobó la emisión de bonos agrarios por 60.500 millones con
destino a la asignación de subsidios para compra de tierras. Este monto hace
parte de un total de 83.600 millones para el programa de subsidios entre 1999 y
2003. La compra de tierras se hará a través del mercado, el Gobierno entregará el
50% del subsidio en bonos y el 20% en efectivo. El Beneficiario debería obtener
crédito para el 30% restante del costo.
95. Ver ANEXO 5

96. Entendida en este caso, como el conjunto de organizaciones no


gubernamentales comprometidas con los derechos humanos, las Iglesias y las
organizaciones sociales de base.

97. Ver el artículo de Francis Deng "No desestimar la crisis humanitaria de


Colombia" publicado en The Christian Science Monitor, Boston, octubre 6 de
1999 y reproducido en la Revista Exodo Nº 14 de diciembre/99.

98. El Vicepresidente de la República, Sr. Gustavo Bell, y la Alta Comisinada de


las Naciones Unidas para los Refugiados, Sra. Sadako Ogata, el 28 de enero en
Ginebra (Suiza).

99. La Comisión la conformó un grupo de Agencias de las Naciones Unidas


(OACNUDH y ACNUR), de la Unión Europea (ECHO), ONG internacionales
(Cáritas española, Médicos del Mundo-Francia, OXFAM GB, Secours
Catholique - Cáritas Francia), y la Iglesia Católica (diócesis de Apartadó,
Parroquia de Riosucio, CINEP, Justicia y Paz, Cáritas colombiana).

100. Por ejemplo, la ONG Peace Brigades International -PBI-, con sede en
Londres, mantiene un equipo en Colombia desde 1994 de unas 20 personas entre
observadores y acompañantes en Bogotá, el Magdalena medio y Urabá. Los
objetivos de PBI en Colombia, actuando por petición de ONG locales, son la
protección del espacio político de los defensores de DH y de la población
desplazada, así como la formación en temas de reparación psicosocial y
reconstrucción del tejido social.

101. Eguren, Luis Enrique: "Acompañamiento en Colombia: la protección


internacional de los derechos humanos de los desplazados internos", Revista
sobre Migraciones Forzosas, Nº 4 abril-septiembre de 1999, pág 18. Publicación
de Refugee Studies programme/Universidad de Oxford y el Global IDP Survey
del Consejo Noruego para Refugiados. Edición en castellano del Instituto de
Estudios sobre el Desarrollo y la Economía Internacional, Universidad del País
Vasco.

102. El Tiempo, 20 de noviembre de 1999, pág. 15A, 22 de noviembre de 1999,


pág 13D. El Colombiano, 20 de noviembre de 1999, pág. 8A y 23 de noviembre
de 1999, pág. 8A)

103. El Tiempo, 25 de noviembre de 1999, pág. 9A y 28 de noviembre de 1999,


pág. 8D. El Espectador, 28 de noviembre de 199, pág. 6A)
104. La Fundación Menonita Colombiana para el desarrollo -Mencoldes-
adelanta proyectos de estabilización socio-económica rural y urbana para
familias desplazadas; igualmente, la Conferencia Episcopal Colombiana juega un
importante papel de mediación ante el gobierno y cuenta con programas
integrales en todo el país.

105. Se realizó el primer encuentro sobre experiencias de reasentamiento agrario


para comunidades desplazadas por la violencia política, bajo el lema Reubicación
con Dignidad. Asistieron representantes de comunidades de la zona centro del
país.

106. En Chocó, Bogotá, Meta, Huila, Tolima, Norte de Santander, Santander,


Urabá chocoano y antioqueño.

107. "De humanos a desplazados, huellas de nunca borrar..." por Vilma Giraldo,
Laura Carreño y Sonia Rojas del departamento de Trabajo social, Universidad
Nacional.

108. Con este propósito hay entidades como Avre, -Corporación para el Apoyo a
víctimas de la violencia pro-recuperación emocional- organización miembro del
GAD.

109. La iniciativa de la Mesa de Trabajo sobre el Desplazamiento en la ciudad de


Santa Fe de Bogotá, surge como un esfuerzo propio de distintas Organizaciones
Sociales de Desplazados y de las Organizaciones No Gubernamentales de
Apoyo, para diseñar políticas, hacer veeduría ciudadana y participar en la
solución de la problemática que genera el desplazamiento forzado. El GAD
participa en la Mesa a través de la Fundación Mennonita para el Desarrollo -
Mencoldes- y la Corporación Jurídica Humanidad Vigente.

110. La iniciativa de la Mesa de Trabajo sobre el Desplazamiento en la ciudad de


Santa Fe de Bogotá, surge como un esfuerzo propio de distintas Organizaciones
Sociales de Desplazados y de las Organizaciones No Gubernamentales de
Apoyo, para diseñar políticas, hacer veeduría ciudadana y participar en la
solución de la problemática que genera el desplazamiento forzado. El GAD
participa en la Mesa a través de la Fundación Mennonita para el Desarrollo -
Mencoldes- y la Corporación Jurídica Humanidad Vigente.

111. El Acuerdo 02 de 1998, del Concejo de Bogotá, dispuso el diseño de un


Plan de Acción para los Desplazados por la Violencia. La Unidad de atención del
Distrito comenzó actividades a mediados de 1999 y sólo al terminar el año la
RSS puso en funcionamiento un Centro de Asistencia Humanitaria. ("Sede para
los desplazados", El espectador, 30 de diciembre de 1999)

112. Ley 387/97, Capítulo II, Sección 1, Artículos 1 y 4

113. El cultivo de coca permitió a muchas familias enfrentar la crisis agrícola


generada por la apertura económica durante el gobierno del presidente Gaviria.
Los cultivos suman 35.000 hectáreas en la zona del Catatumbo, 2.800 de ellas en
el corregimiento La Gabarra (Tibú) que es un centro de acopio donde negocian
los cultivadores con los intermediarios del narcotráfico. Por convenio comunal,
cada familia solo puede sembrar hasta tres hectáreas de coca; para evitar la
violencia ligada al narcotráfico las juntas comunales orientaron el cultivo hacia la
subsistencia y no hacia el enriquecimiento. A diferencia de la pasta de coca, que
multiplica su valor a medida que circula entre los intermediarios, los cultivos de
pancoger son más difíciles de comercializar a medida que el producto se aleja de
las parcelas.

114. "Gabarra, otra masacre anunciada", El Espectador, 24 de agosto de 1999,


pág. 4A

115. El comandante de las AUC reconoció que el grupo había asesinado a unas
60 personas en al región y advirtió que tenía varias listas de 'simpatizantes' de la
guerrilla para ser 'ejecutados'. El Colombiano, 21 de julio de 1999, página 11c.

116. La senadora había visitado un día antes de su secuestro la localidad de San


Pablo junto con los demás miembros de la Comisión de Derechos Humanos del
Senado. Allí recibieron denuncias de la comunidad acerca de la presencia de
grupos paramilitares y la falta de respuesta de las autoridades militares. En los
siete meses anteriores, 63 líderes de la localidad fueron asesinados y más de
1.000 viviendas incineradas por esos grupos en los corregimientos cercanos.

117. El Batallón asentado a una media hora de camino de La Gabarra argumento


que la noche del último asalto había sido atacado por los paramilitares, que las
tropas estaban patrullando en otras zonas y que el control del casco urbano
correspondía a la Policía. El Ministerio Público investiga a los comandantes del
Ejército y la Policía por indicios serios de haber consentido la entrada de los
paramilitares al departamento y haber facilitado su acción en contra de la
población. (El Tiempo, 6 de Noviembre de 1999 y El Espectador, 5 de noviembre
de 1999).

118. La información sobre los desplazados en territorio venezolano es tomada del


documento: "Informe Global: el derecho a buscar y recibir refugio en la zona
fronteriza colombo-venezolana", realizado por las Ong de Derechos Humanos:
Red de Apoyo por la Justicia y la Paz de Venezuela; Programa venezolano de
educación "Acción en derechos humanos" de Venezuela y la Asociación para la
Promoción Social Alternativa "Minga" de Colombia.

119. El director ejecutivo de Human Rights Watch Americas denunció varias


violaciones a la Convención y el Protocolo de las Naciones Unidas para los
Refugiados: el retorno de 600 desplazados hacia Colombia fue presionado,
violando la obligación de los dos países de proteger a los refugiados; fueron
desconocidas las solicitudes de 100 desplazados ante autoridades de los dos
países, pidiendo el estatus de refugiados en Venezuela; los representantes de
ambas naciones impidieron la presencia de funcionarios de la ACNUR en dos
reuniones realizadas con los campesinos; en cambio, si se permitió la
intervención de un oficial del Ejército colombiano a cargo de la zona del
Catatumbo, quien expresó que el éxodo había sido fraguado por la guerrilla. El
Colombiano, 2 de julio de 1999, pág. 8A.

120. Según el Informe Global citado y las informaciones de prensa en Colombia,


finalmente una minoría de los desplazados fueron alojadas en el Coliseo de
Cúcuta (alrededor de 380 personas) y en un terreno aledaño (340 personas),
donde recibieron escasa ayuda humanitaria por parte de la RSS; también se
realizaron campañas cívicas y colectas para conseguir alimentos y frazadas.
Otros de los desplazados inscritos se alojaron en casas de familiares y amigos
(364 personas) en la Ciudadela Atalaya, donde no recibieron asistencia de la RSS
y donde los paramilitares realizaron varias incursiones. La mayor parte de los
desplazados de la región de Tibú, unos 4.000, no buscaron ayuda del Estado.
Tratándose de población flotante, posiblemente decidieron su rumbo por cuenta
propia.

121. Es el caso de los llamados 'raspachines', quienes trabajan por temporadas en


la recolección de hoja de coca.

122. Sentencias T652 del 10 de noviembre de 1998 y T194 del 25 de marzo de


1999, Sala de Revisión de Tutelas - Corte Constitucional.

123. Unas 800 familias del río Jiguamiandó, Curvaradó y Murindó partieron
hacia la selva desde el comienzo de las incursiones paramilitares en Santafe de
Churima (1997). Construyeron refugios con la vegetación, reunieron a las
familias que se encontraban desperdigadas, establecieron pequeños cultivos
dispersos y una parte de los desplazados, los llamados resistentes, decidió
permanecer allí. En el grupo hay 58 niños y, por falta de atención médica, han
perecido 5. Se estima que otros 3.000 desplazados se encuentran en las selvas
cerca a los ríos Murrí, Arquía y Bebará. El temor a las acciones de los
paramilitares les impide salir para atender los cultivos, acudir a los hospitales o
abastecerse de productos.

124. Un miembro de la Comunidad de Paz de San Francisco de Asís lamentó que


el reconocimiento a su labor venga del exterior (recibieron el premio de Derechos
Humanos en Francia) pero no del Gobierno colombiano, que no ha respondido a
sus propuestas para cubrir las necesidades básicas en educación, salud y
alimentación.

125. El compromiso de no colaborar con los actores del conflicto armado fue
asumido por iniciativa de los lugareños con la asesoría de la Diócesis de
Apartadó.

126. Ver investigación sobre el caso en Rev. Investigaciones, publicada por


DIAL (Diálogo interagencial. Nov. 1999. ¨Comunidades en retorno al Cacarica¨,
elaborado por Marcela Salazar Posada.

127. Ver la publicación: El Tapón del Darién, agosto de 1999. Casa editorial El
Mundo, pág 4-5. Subrayado nuestro

128. De hecho, en la misma publicación considera que la creación del parque


natural Los Katios (que limita con la región del Cacarica) ha propiciado la
pérdida de la dinámica en la continuación de la carretera.

129. Que comunica al Huila con Caquetá y Putumayo,

130. El director de la RSS en el Huila, ante las objeciones de los desplazados,


calificó a esas personas de "problemáticas" y afirmó que muchos colombianos
hacen mercado, incluso con menos dinero diario del ofrecido en el proyecto.

131. Los conceptos de la Defensoría departamental y la Procuraduría indican que


la prestación del servicio legaliza el predio (Ley 142).

132. Con participación de la Personería, la Defensoría, la Procuraduría, la RSS,


el Incora, el Icbf , el GAD Corporación Jurídica Humanidad Vigente y
Mencoldes) y los voceros de la comunidad Las declaraciones recibidas por el
Comité se usan para remitir a las personas a las entidades que prestan servicios
específicos, pero no abarca la totalidad de los desplazados ni permite generar
datos consolidados.
133. El Incora se basa en las certificaciones emitidas por el Ministerio del
Interior (51 familias), a pesar de que 100 familias aspiran a ser reubicadas. La
compra de terrenos fue suspendida arguyendo problemas de orden público y falta
de condiciones de los terrenos ofrecidos en venta para sustentar proyectos
productivos. También fueron rechazadas las propuestas presentadas por los
desplazados.

134. Instituto para el financiamiento de la vivienda de interés social en Huila,


dependiente de la administración departamental y entidad dueña de los terrenos

You might also like