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Carlo Ginzburg: "Yo no leídas
1. Adiós a Fogwill: el último maldito de la
escribo verdad entre 2.
literatura argentina
Un Borges desconocido, en la memoria de
comillas" 3.
uno de sus editores
Alta, media y baja cultura
¿Son posibles las historias nacionales en una era global? 4. La huella del crimen global
¿Cómo se relaciona la novela con lo real? ¿Afectan los
medios de comunicación la tarea del historiador? En este 5. Carmen Montes: "Mankell sugiere las
preguntas adecuadas para acercarse al
diálogo, las opiniones del autor de "El hilo y las huellas", conocimiento"
recién publicado.
Por: Héctor Pavón
Ginzburg Básico
Torino 1939.
Historiador y filósofo.
-Me divertí mucho cuando encontré esa cita. La descripción del gesto de
fumar el tabaco parece algo extrañísimo y también desagradable. Y
probablemente en mi reacción también entró el sentimiento del ex fumador
que soy. Me fascina la idea de poder tomar distancia de lo que nos parece
cotidiano, normal, de lo que damos por descontado. Creo que el deber del
historiador es justamente crear esa distancia y también un estupor;
reencontrar el estupor de algo que se introdujo en la vida de todos los días.
Creo que vale para la historiografía en general. Es decir, la historiografía no
debe domesticar la realidad, debe, en todo caso, ayudarnos a reencontrar el
shock con respecto a la realidad, a lo que tiene de espantoso y también
simplemente de rutinario. O sea, recuperar la frescura de la impresión.
-Es posible, pero creo que tiene que haber un elemento de comparación si no
explícito, implícito. La globalización ha hecho que esto sea urgente. No es
pensable escribir una historia de Italia, o de la Argentina, como si fueran
países aislados del resto del mundo, del contexto. Sería absurdo. Un
elemento de comparación puede ser explícito o implícito, pero debe estar
presente necesariamente.
-En "El queso y los gusanos", usted reconstruye la cosmogonía de
Menocchio, un molinero juzgado por la Inquisición en 1583 y 1599
capaz de elaborar nuevas teorías sobre la Creación. ¿Cómo encontró
esa historia?
-Fue muy leído, discutido, traducido a muchos idiomas pero desde el punto
de vista práctico no tuvo ningún efecto, para mi dolor, porque era un libro
que nacía justamente de una postura práctica. Es un libro que fue leído de
una manera impredecible y también las traducciones. Incluso como un libro
no ligado a un caso político específico italiano, sino que tiene elementos de
generalización, quizá también relacionado con ese entrecruzamiento entre
análisis y documento, prospectiva metodológica. Algo que hizo posible una
lectura inesperada de este libro en Europa fue la apertura de los archivos
vinculada a la caída de los regímenes socialistas. El uso de los archivos
judiciales no sólo a los fines de investigación sino de arma política, chantaje,
todo tipo de cosas, provocó que los historiadores fueran inducidos a
reflexionar, incluso, sobre la relación entre juez e historiador que yo proponía
en el título. Mi libro fue utilizado en esas discusiones.
-Es un poco difícil responder. Creo que desde siempre ha habido un lugar
para la divulgación histórica y que puede darse de muchas formas. El
problema es distinguir entre la divulgación buena y la mala. En general, hay
un retraso entre la investigación más nueva y la divulgación. Es un retraso
normal. Son dos procesos distintos y también dos públicos distintos. Es algo
que va contra una costumbre corriente, y al decirlo me remito a una
observación de Marc Bloch: la presentación de una investigación junto con
los resultados puede interesar incluso a las personas que son ajenas a los
trabajos, siempre que sea hecha de una manera no paternalista y no
arrogante, siempre y cuando involucre el mecanismo de la búsqueda de la
verdad sin comillas.