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Cultura estadística e investigación científica en


el campo de la salud : una mirada crítica

Article · January 1997


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Luis Carlos Silva


Universidad de Ciencias Médicas de La Habana
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Crítica de libros. A contracorriente

Crítica de Libros
A contracorriente
J. Ibáñez
Ed. Fundamentos. Madrid, 1997

M
e alegra participar en esta presentaci—n plural aqu’ pensamiento como el ÒGedankeÓ freudiano y
de un libro plural y complejo, como es el libro prohibirse la sinonimia, tal como hace, por ejemplo, el
de Jesœs Ib‡–ez. Elijo para mi intervenci—n partido pol’tico que traduce los dichos en doctrina, en
una idea que no fue exactamente la que decid’ para el proposiciones no marcadas, por tanto inocuas, muertas.
pr—logo de la primera parte de este libro. Me refiero a la Una huelga, una revuelta, incluso una acci—n terrorista,
inclusi—n de la subjetividad en su reflexi—n. obliga a pensar de quŽ pensamiento es efecto. Si habla-
ÒNo hay ciencia del hombre, puesto que el hombre de la mos de ÒGedankeÓ hay que suponer, entonces, que esa
ciencia no existe, sino solamente su sujetoÓ. Con esta subjetividad plural que llamamos Òla genteÓ, piensa,
cita de Jacques Lacan comenzaba el primer texto que como bien apunta Lazarus. Piensa, lo sepa o no, y el
escrib’ en 1979 sobre Jesœs Ib‡–ez, a prop—sito de su pensamiento no es biun’voco con la bondad.
libro ÒM‡s all‡ de la sociolog’aÓ. As’ entend’ lo que Un hecho pol’tico es, por tanto, un s’ntoma, un drama
luego fui verificando como propuesta fundamental de del sentido, un desajuste pulsional, un desacuerdo con
Jesœs Ib‡–ez, que en libros posteriores resumir’a como la soledad, una disarmon’a (en tanto que s’ntoma) con
ÒDel algoritmo al sujetoÓ o ÒEl regreso del sujetoÓ: la los ideales. Jesœs Ib‡–ez se neg— a pensar la pol’tica en
inclusi—n de lo incalculable en el quehacer humano. Sus tŽrminos ideales, eso no excluye la utop’a. La u-top’a,
libros, como su vida, fueron, m‡s que interdisciplina- como as’ le gustaba escribir el tŽrmino, no es un ideal,
rios, anti-disciplinarios. Su cr’tica a la encuesta estad’s- es una apuesta.
tica, modo de disciplinar a los sujetos, era una propuesta Si hay un ÒGedankeÓ en la pol’tica, si el s’ntoma inclu-
social y pol’tica. ye un pensamiento, no se puede pretender saber por
ÀQuŽ pol’tica? Este libro, ÒA contracorrienteÓ, t’tulo fuera del pensar de esa multiplicidad subjetiva quŽ es
excelente, lo muestra. Una pol’tica a contracorriente de Òla genteÓ. Hay que hacer caso, entonces, a Freud; hay
la biunivocidad entre pol’tica y Estado hobbesiano que que escuchar, hay que escuchar el Òeso diceÓ que, como
conduce al Estado Administrativo. Para Jesœs Ib‡–ez, el dir’a Lacan, constituye el horizonte de la subjetividad
archivo no se reduce al texto administrativo. Si Michel de una Žpoca, y no apresurarse a la traducci—n de lo que
Foucault introduce una noci—n de archivo que no es supuestamente querr’a o deber’a decir.
coincidente con la disciplina de los apartados del Por eso, Jesœs Ib‡–ez no confunde la memoria con la
Estado, Jesœs Ib‡–ez va m‡s all‡ al pensar la pol’tica, no historia. La pol’tica exige la memoria como marca de lo
como mera clasificaci—n de los micropoderes, sino efec- traum‡tico, pero marca que no se anula en la historia, en
to del pensar mismo, por la introducci—n de la subjeti- una historia lineal y superflua, sino que la marca, la
vidad en la pol’tica. La pol’tica, entonces, no es una agujerea, en su pretenci—n de olvido.
clasificaci—n, una taxonom’a, ni tampoco un predicado. Para Jesœs Ib‡–ez, la pol’tica es ejercicio de la cr’tica,
Jesœs Ib‡–ez lo explica muy bien al comienzo del libro, cr’tica entendida al modo de Walter Benjamin, la cr’tica
a prop—sito de la oposici—n privativa que se define por como l’mite del decir que habita lo que se dice, una cr’-
incluir un elemento marcado, es decir, un elemento que tica anti-predicativa, una cr’tica que se ejerce tambiŽn
no se deja calcular por el sistema integrador de oposi- contra los propios dichos de uno. Hay un cierto desga-
ciones. ÒLa oposici—n propietarios/proletarios -dice en rramiento en la reflexi—n de Jesœs Ib‡–ez, porque tomar
la p. 46-, no incluye ningœn tŽrmino marcado: ambos en cuenta la subjetividad en la pol’tica exige una luci-
designan funciones internas al capitalÓ. Se comprobar‡ dez descontenta, disidente.
entonces que Jesœs Ib‡–ez no estŽ tan interesado en la ÀC—mo podr’a Jesœs Ib‡–ez congraciarse con la transi-
clasificaci—n de las clases. Busca las marcas, y as’ podr‡ ci—n pol’tica espa–ola? De ningœn modo. No creo que
hablar de los pobres, los excluidos, etc. militara en su contra pero pens— contra ella. No hab’a
Pero ÀquŽ quiere decir que pensar la pol’tica es pensar transitado los riesgos de la lucha antifranquista para
que hay pensamiento en la pol’tica? Hay que entender acobardarse y congraciarse al final con los vencedores,

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Psiquiatría Pública. Vol. 10. Núm. 5. Septiembre-Octubre 1998

hoy m‡s vivos que nunca. No retir— nunca la palabra a nuestras vidas y no encontr— en la mediocridad de la
Fraga Iribarne (Àhay alguien a quien Jesœs Ib‡–ez reti- transici—n el eco necesario que nos permitiera oir las
rara la palabra?, no, no lo hab’a), pero no se congraci— voces de nuestro tiempo, en vez del conformismo que
con Žl y hubiera preferido para Žl la experiencia del ven- des-moviliz— y des-politiz— el pensamiento.
cido que la del permanente vencedor, hoy Presidente de Asisti—, abierto, a algunas tragedias personales y no
la autonom’a gallega. cerr— los o’dos con consignas ciegas.
Con Jesœs Ib‡–ez se fue un estilo, una parte de nuestro Me alegro de haber compartido un tramo de mi vida con
mundo. Jesœs Ib‡–ez no pertenece a nadie, y menos que Žl. Lamento que no estŽ.
a nadie a los seguidores de ETA. Su apuesta fue singu-
lar, no pertenece a nadie. Atraves— como un rel‡mpago F. Pere–a

Cultura estad’stica e investigaci—n cient’fica


en el campo de la salud: una mirada cr’tica
L.C. Silva Ayçaguer
Ed. Díaz de Santos. Madrid, 1997

Hasta un reloj dibujado en un papel da estad’stica aplicada a la investigaci—n sanitaria; es un


la hora correcta dos veces al d’a libro relativamente sencillo en casi todos los cap’tulos,
siempre que se tenga un nivel medio de conocimientos
Las muestras demasiado peque–as sobre la materia.
pueden servir para no probar nada; En los dos primeros cap’tulos nos advierte sobre el uso
las muestras demasiado grandes inadecuado de la estad’stica y el excesivo peso del
pueden servir para no probar nada1 metodologismo y denuncia el poder aberrante de aquŽ-
lla cuando sus tŽcnicas parecen adquirir vida propia y

S
e trata de un libro que reivindica el valor de la atrapan al profesional, que es presa del temor a ver des-
reflexi—n frente al empleo mec‡nico de la estad’s- calificada su producci—n cient’fica y busca el aval de
tica como procedimiento que, a veces, simple- tŽcnicas que ni siquiera necesita. Esta situaci—n ha lle-
mente oculta la ausencia de ideas, cuando no enmara–a vado a muchos profesionales a aprender el lenguaje,
m‡s el conocimiento de la realidad en vez de aclararlo. pero no los conceptos subyacentes. Recomienda usar
El autor, Luis Carlos Silva, es investigador titular del s—lo las tŽcnicas cuyo sustrato se conoce, reconociendo
Instituto Superior de Ciencias MŽdicas de La Habana y que la mayor’a de las preguntas se pueden responder con
ha publicado varios textos de estad’stica y salud pœbli- procedimientos matem‡ticos relativamente sencillos.
ca, siempre desde una perspectiva pr‡ctica2-4. Como El tercer cap’tulo ÒEscalas e IndicadoresÓ, se ocupa de
indica en el pr—logo, el objetivo Òes ayudar tanto al des- algunos problemas que surgen al construir variables
montaje de una dictadura metodol—gica de origen oscu- que hacen operacionales determinados conceptos.
ro y efecto paralizante, como a la desmitificaci—n de TambiŽn se refiere a la construcci—n de indicadores y a
algunas pr‡cticas estad’sticas, por estar viciadas, unas su uso perverso cuando, para la evaluaci—n de resulta-
y otras, ya sea de dogmatismo o de error. El mito dos, se usa la variaci—n que ha sufrido determinado
mayor, quiz‡s, consiste en la convicci—n de que, al usar indicador, cuyo valor probablemente se ha escogido de
la estad’stica, el investigador est‡ a salvo de la subjeti- modo arbitrario, en vez de insistir en las acciones nece-
vidad, como si ello fuera posible, y exonerado de mar- sarias para que ese indicador se modifique.
car las conclusiones de su impronta personal, como si En el cuarto cap’tulo, ÒCuantificaci—n de nociones abs-
ello fuera deseableÓ. tractasÓ, surge el Òfantasma de la validaci—nÓ, pues Žsta
Hay que advertir que no es un libro de texto, sino que parece ser un requisito vital para el uso correcto de
se puede leer de corrido. Aborda de modo ameno bas- cualquier variable sintŽtica, cuando la validaci—n s—lo
tantes cuestiones dif’ciles de resolver en el campo de la es posible si se dispone de un gold standard adecuado

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Crítica de libros. Cultura estadística e investigación científica en el campo de la salud: una mirada crítica

y, en esos casos, pocas veces es necesario crear una especificidad del procedimiento diagnóstico usado: en
nueva variable (excepto si su aplicación es mucho más el caso de una tasa de prevalencia de 0,20 obtenida con
sencilla, barata o no lesiva). un instrumento con sensibilidad y especificidad de 0,9,
En el capítulo “Estadísticamente posible, conceptual- el valor corregido sería de 0,125. Una corrección simi-
mente estéril”, además de abordar el problema de la lar habría que realizar cuando se estiman riesgos relati-
definición de “normalidad”, explica en dos páginas y vos y odds ratios; en estos casos, la mala clasificación
de modo comprensible los conceptos de riesgo relativo produce siempre una infraestimación del riesgo. Por
y odds ratio, así como sus relaciones, lo que permite último, alerta frente al uso de instrumentos de scree-
entender cuándo el segundo puede ser un buen estima- ning en población que, para patologías poco prevalen-
dor del primero, aclarando el error frecuente de asociar tes (p. ej. tumores), producen un alto número de falsos
cada uno a un tipo de estudio determinado. positivos, con el coste económico y personal que éso
El capítulo siguiente ataca el endiosamiento que pade- conlleva.
cen las pruebas de significación. Por un lado, recuerda A continuación, da un toque de atención sobre la bús-
que por este procedimiento nunca se puede demostrar queda de la representatividad de las muestras al adver-
la falsedad de la hipótesis alternativa, ni la certeza de la tir que “es un concepto intuitivo, relativo (una muestra
hipótesis nula. Y, por otro, advierte que “con suficiente puede representar a la población a unos efectos y a
tamaño muestral siempre hay diferencias significati- otros no) y habitualmente no se conoce la población
vas”, por lo que no hay que olvidar que lo importante que se quiere estudiar, respecto al factor para el que se
es la significación clínica de las diferencias encontra- quiere que la muestra sea representativa”. Recomienda,
das, pues, en ocasiones, aparecen diferencias mínimas, no la búsqueda de “muestras buenas”, sino de métodos
sin repercusión clínica, pero significativas si se dispo- “buenos” para obtenerlas, lo que siempre incluye al
ne de muestra suficiente (o, lo que es lo mismo en el azar que “no inyecta representatividad, pero inyecta
caso de ensayos clínicos de medicamentos, de dinero confianza”.
suficiente). Una solución parcial es el empleo de los Otro mito es el cálculo del tamaño muestral, que a
intervalos de confianza, también sujetos al problema veces se sacraliza, cuando para estimarlo hay que recu-
del tamaño muestral. El autor confía en que se encuen- rrir a la subjetividad de asignar valores a priori al pará-
tre una vía de salida a través de la razón de verosimili- metro que se quiere medir, a la cantidad máxima de
tud entre hipótesis o de enfoques bayesianos. error tolerable y al nivel de confianza. Afirma que “lo
A continuación, aborda “El acertijo de la causalidad”; importante es que cualquiera que sea el tamaño de la
plantea las diferencias entre causas y factores de riesgo muestra, tanto los errores de muestreo como la posibi-
y la utilidad de cada concepto, y recuerda los nueve lidad de rechazar erróneamente una hipótesis nula, pue-
rasgos fundamentales propuestos por Bradford Hill5 den ser calculados a posteriori”.
que incrementan el valor de una asociación encontrada Por último, aconseja que se tenga en cuenta que las téc-
entre dos variables como indicadora de causalidad. nicas estadísticas siempre han de tener una funcionali-
Reivindica la utilidad de los estudios ecológicos, pues dad concreta, es decir, se aplican para ayudar a
“las causas no tienen porqué buscarse al mismo nivel responder a una pregunta, y eso es lo que hay que
en que se produce el problema”, aunque haya que estar explicar en el “material y método” de las publicacio-
prevenido frente a la falacia ecológica (error en que se nes.
incurre cuando se da por sentado, equivocadamente,
que una relación observada a nivel de agrupaciones
también se verifica al de los individuos).
En un interesante capítulo sobre sesgos y factores de
Bibliografía
confusión, advierte con humor que “si los datos son 1. Sacket DL. Bias in analitic research. J Chronic Dis 1979;32:51-
torturados durante un tiempo suficientemente largo, 57.
terminan por decir lo que queremos oir”. 2. Silva Ayçaguer LC. Cultura estadística e investigación científi-
ca en el campo de la salud: una mirada crítica. Madrid: Díaz de
El capítulo siguiente, “El mundo de lo sensible y lo Santos; 1997.
específico”, trata de las pruebas diagnósticas y los erro- 3. Silva Ayçaguer LC. Muestreo para la investigación en ciencias
res de clasificación que producen. Aunque los concep- de la salud. Madrid: Díaz de Santos; 1993.
tos de sensibilidad y especificidad se conocen, se 4. Silva Ayçaguer LC. Excursión a la regresión logística en cien-
olvidan sus consecuencias casi siempre. Por ejemplo, cias de la salud. Madrid: Díaz de Santos; 1995.
5. Hill AB. The environment and disease: association or causation?
cuando se realizan estudios transversales para medir la Proceedings of the Royal Society of Medicine 1965;58:295-300.
prevalencia de un determinado trastorno, no se suelen Trad. en Hill B. Ambiente y enfermedad: ¿asociación o causa-
corregir los resultados en función de la sensibilidad y ción? Bol of Sanit Panam 1992;113(3):233-242.

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