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La Hamburguesa

Existen dos teorías que explican su nacimiento. Una indica


que este plato, basado en un trozo de carne picada mezclada
con cebolla y cocinado a la parrilla, que se coloca entre dos
rodajas de pan a modo de sándwich, proviene de Hamburgo,
Alemania. Se dice que fue llamado originalmente el bistec de
Hamburgo, pero con el tiempo su nombre derivó en
hamburguesa. La otra historia señala que Fletcher Davis, un
tejano creativo de Henderson County, es el padre de este
popular platillo.

Lo que sí es totalmente aceptado es que fue en 1904 en la Feria Mundial de San Luis, según lo
que reseña un artículo del New York Tribune de la época, cuando se le presentó a Norte
América este bocadillo.

Los investigadores de la Universidad de la Hamburguesa, propiedad de McDonald´s, afirman


que Davis fue quien se presentó en dicha feria con su innovadora invención culinaria,
acompañada de papas fritas bañadas en una espesa salsa de tomate.

Incluso, añaden que éste le atribuyó el modo de preparar las papas a un amigo suyo, que vivía
en París, Texas. Aparentemente, el reportero que cubría el evento entendió que la receta
provenía de París, Francia, y la denominó papas a la francesa o french fried potatoes, en inglés.

¿Hasta qué punto tienen la culpa del aumento de la obesidad los establecimientos de comida
rápida?. Hay consenso en que tienen una parte importante de responsabilidad, pero también la
tienen algunos valores de nuestra sociedad. Reconocerlo y luchar contra ello es la primera
batalla en nuestra guerra contra el exceso de peso y por una salud mejor.

En España, el 35 % de la población tiene sobrepeso y el 20 % padece obesidad. No vamos a


insistir ahora en el enorme problema de salud (dejando a un lado la estética) que esto supone,
hasta el punto de que en Estados Unidos se considera que la obesidad pronto superará al
tabaco como problema de salud. Al decir de algunos expertos, ya lo ha hecho. Pero lo más
grave es que el problema va en aumento.

La cuestión que se suscita es: ¿quién tiene la culpa de esto? Informaciones como el reciente
documental de Morgan Spurlock echan más lodo sobre la ya deteriorada imagen de los
establecimientos de comida rápida. Este periodista americano se alimentó durante un mes
exclusivamente en un establecimiento de comida rápida, engordando 12 kilos en ese breve
periodo. Además, su colesterol se disparó y su hígado quedó también afectado, deteriorándose
su salud hasta el punto de que su médico le recomendó abandonar el experimento.

Pero, ¿son estos establecimientos los únicos culpables? Los expertos opinan que no. Hay ciertos
valores de nuestra sociedad que nos empujan a la obesidad. En primer lugar, está el
consumismo. Neville Rugby, director del International Obesity Task Force explica que el
"glamour" por el consumo lo ha fomentado Estados Unidos y exportado al resto de los países, y
actualmente es un fenómeno mundial. Y el ansia por consumir más se aplica también a los
productos alimentarios, con lo que existe una tendencia más o menos inconsciente a comer
más, por lo que tiene de consumir más.

También se ha dado un cambio en los hábitos de vida, ya que está desapareciendo el trabajo
manual y extendiéndose el sedentarismo. El auge de las actividades deportivas implica solo a
una pequeña parte de la población y no compensa, ni de lejos, la progresiva desaparición de los
trabajos físicos. Y el avance de la televisión, Internet y videojuegos, sobre todo entre los más
jóvenes, no hace más que complicar el problema.
Por último, y por lo que respecta a la nutrición, ciertos alimentos de gran contenido en grasas y
azúcares, y elevado poder calórico ("chuches", bollos, comida rápida, precocinados,…) son cada
vez más baratos y están más extendidos, mientras otros más saludables (fruta, verduras
frescas,…) se están encareciendo notablemente. En algunos casos, el precio por kilo de
determinadas verduras frescas ha superado al de ciertas carnes, lo cual era impensable hace
unas décadas. Si sumamos a esto la preocupación por el ahorro de tiempo en las tareas
domésticas, con el perjuicio consiguiente para la cocina tradicional, la consecuencia es un
cambio en las pautas de alimentación que favorece la obesidad.

Los hindúes no pueden comer carne de vaca y algunos rechazan todos los cubiertos que la
hayan tocado. Evitan la comida salada ya que induce a la ira y a la lujuria.

Los taoístas se abstienen de comer pan porque los gusanos se nutren donde se almacena el
grano.

Los judíos no pueden comer tocino porque lo prohíbe el Antiguo Testamento. Cuando comen
carne de vaca tienen que esperar por lo menos una hora antes de poder comer queso o
cualquier producto lácteo.

Los hare krishnas no comen ni encurtidos (pepino) ni ketchup porque contiene vinagre que
fermenta y lleva a la ignorancia.

Los budistas evitan el tocino y la carne vacuna por compasión hacia los seres vivientes.

Los shiks no pueden comer carne porque las vacas son sagradas.

Los monjes rusos y los griegos ortodoxos no comen lácteos, cerdo ni carne vacuna los lunes
miércoles y viernes para participar del sufrimiento de Jesús. Generalmente evitan el cerdo y la
carne vacuna por la sensación de pesadez que distrae los rezos.

Los adventistas de séptimo día se abstienen del cerdo y del queso ya que a menudo se cuaja
con una enzima que contiene cerdo.

Los zoroastristas no comen cerdo ni carne vacuna cuando están de luto o en los meses en
honor a Ram, Bahaman y Gosh.

Los mormones se abstienen de la Coca Cola porque la cafeína altera el organismo que es el
templo del alma.

Los musulmanes no pueden comer carne vacuna salvo que se haya matado a la vaca en
nombre de Allah. El Corán prohíbe el cerdo ya que puede difundir gusanos.

Los católicos romanos se abstienen de comer carne vacuna y cerdo los viernes, sobre todo el
Viernes Santo.

Los rastafarios no pueden comer cerdo.

Los jainitas no pueden beber Coca Cola ni comer lácteos, ni cerdo, ni carne vacuna, ni pepinos,
ni ketchup, ni papas fritas con sal. El pan, si tuviera semillas de sésamo, tampoco podrían
comerlo. A propósito, los jainitas no comen cuando afuera esta oscuro... podrían no darse
cuenta de que su comida tiene insectos, por lo tanto, no pueden comer un menú de
hamburguesa.

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