Cuentan nuestros antepasados que antes existía un túnel que
iniciaba en la piedra de la Yucu-Dzaa y llegaba a la iglesia y de la iglesia salía a la piedra de San Vicente. Ahí había una cueva donde se podía entrar y salir.
Dicen que cuando había un baile salía un hombre muy guapo
que bailaba con las mujeres.
Un día, alguien se dio cuenta que ese hombre tan guapo tenía una pata de burro y una de pollo.
Entonces, las personas del pueblo lo esperaron en la entrada de
la cueva, lo agarraron, le amarraron palmas y le echaron lumbre.
Cuando al fin se pudo liberar, aquel hombre se alejó y dijo que
jamás volvería al pueblo porque las personas de ahí eran más diablos que él. Desde aquel día nunca más se le volvió a ver.