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Rapoport en este capítulo nos habla sobre cómo influyen ciertas teorías en la creación de
la forma de la vivienda. Afirmando que la catalogación y la clasificación de los tipos y
formas de las viviendas no han proporcionado ideas claras de los procesos o de las
determinantes de la creación de la forma.
En primer lugar, describe Rapoport, se han inclinado a ser de una naturaleza determinista
física. En segundo, sin tener en cuenta el determinante de la forma, las teorías han tendido
hacia un intento excesivamente simplista de atribuir la forma a una sola causa, por lo cual
no se consigue esa complejidad. Estas teorías ignoran el hecho de que la forma edificada
manifiesta la compleja interacción de muchos factores.
Las teorías que van a ser examinadas estarán limitadas a los principales tipos de
explicaciones, las físicas- el clima y la necesidad de cubrirse, los materiales y el lugar- y las
sociales – la economía, la defensa y la religión.
El abrigo tiene una importancia suprema para el hombre. Es el factor principal de su lucha
constante por la supervivencia. En sus esfuerzos para protegerse de las inclemencias del
tiempo y del clima, el hombre ha desarrollado a lo largo de los años muchos tipos de
viviendas, uno de los cuales es la casa con patio.
Una consideración más importante es por qué se han desarrollado tantas formas de casas
dentro de un número limitado de zonas climáticas. Hasta la variación de tipos micro-
climáticos es relativamente menor que el número de tipos de casas desarrollados.
Existen casos en los que el modo de vida puede conducir a soluciones casi anticlimáticas
en los que la forma de la vivienda está relacionada con los tabús, las restricciones
religiosas o las actividades económicas en lugar del clima.
Es así como la existencia de bastantes soluciones anticlimáticas lleva a poner en duda los
puntos de vista determinísticos climáticos más extremos y sugieren que tienen que operar
otras fuerzas. Un claro ejemplo es el caso de Chams, que consideraban la proyección de
sombra de árboles como mala suerte, de manera que las viviendas y las calles están
expuestas a un sol terrible y nunca se plantan árboles.
Durante miles de años, la madera y la piedra han determinado el carácter de los edificios.
Amos sostenía que la forma es, al menos parcialmente, independiente de los materiales y
de los medios estructurales empleados y que el progreso en el uso de técnicas avanzadas
no es inevitable. Hay situaciones en las que los valores sociales tienen prioridad sobre los
avances tecnológicos. Este es un punto interesante porque tendemos a igualar los avances
tecnológicos con el progreso sin pensar en las consecuencias sociales de la adopción de
tales avances.
Entonces podemos decir que los materiales, la construcción y la tecnología están mejor
tratados como factores modificantes que como determinantes de la forma, porque no
deciden ni qué va a constituirse ni su forma. Estos posibilitan y facilitan ciertas decisiones,
pero nunca deciden ni determinan la forma.
La localización
Es por eso que sería inexacto minimizar la importancia de la localización para los
constructores primitivos y vernáculos, pero se puede dudar de la influencia determinante de
la localización sobre la forma de la vivienda. La importancia de la localización está
demostrada por el apego casi mítico a la tierra de las culturas primitivas y aun las
vernáculas, testimoniando por el cuidado con que se trata la tierra y con que se sitúan las
casas en ella.
De hecho y de una manera casi universal, el mismo lugar habrá tenido distintas formas de
viviendas a través de la historia, como pasa en Latinoamérica, que, con la llegada de los
españoles, pasaron de casas indias a casas con patios, que ahora pasan a modelos
angloamericanos.